Dos mundos…(o tres o cuatro o cinco…) en un mismo espacio físico.
A la pregunta ¿Piensas que los políticos tienen la sensibilidad que dicen tener? Suelen contestar la gente que: No. Es probable que la respuesta sea condicionada ante la evidencia de que existen distancias entre ese mundo y el resto, sobre todo si se vive en una ciudad de tamaño medio donde todos no se conocen tanto como en una población mucho más pequeña; ahí en las poblaciones pequeñas la cercanía y el compartir la cotidianidad diaria la percepción puede llegar a ser muy diferente y apreciarse más fácilmente los valores que se ejercen ante las situaciones de cada momento. Realmente las circunstancias que a cada uno nos rodean mandan e interactúan sobre nosotros de manera muy determinante.
Vivir es como constatar que “nada es ni fue ni será como se prometería, o nos prometiéramos que fuera” apareciendo un tránsito continuo, que parece interminable, para cada uno y que lleva a un estado de "adaptación permanente" según cada cual observe la existencia y si realmente le ha tocado vivir una singular distancia entre “lo esperado y lo que realmente es”.
Para algunos aceptar la existencia, como tal, puede resultar cómodo si el rol social que desarrolla satisface alguno de los aspectos esenciales de la existencia, sobre todo si le da un “espacio de confort” donde moverse él y los suyos con cierta seguridad y "previsibilidad positiva" en lo que puede considerar un medio o largo plazo. También es de suponer que en el mundo político existen esos espacios de confort, aunque lo que parece una lucha constante se represente como tarea diaria frente al adversario. Todos pensamos que todo se pudiera hacer mejor y a veces cuando observas algunas de las razones que sobrevuelan decisiones parece que es obvio que se hace realmente lo que “mejor se puede” y sin embargo, a la vez, observas que las limitaciones parecen permanentes y que los avances parecen lentos (porque se supone que se avanza observando valores que no se terminan de cumplir o asentar), o “se descubren” como tales en un momento determinado, cuando siempre existieron, porque los valores, en sí mismos, son eternos, siempre estuvieron allí esperando a ser “descubiertos”, “defendidos”, “puestos en valor” para ser observados como lo que realmente son o debieran ser si formaran parte inseparable de nuestras sociedades y de nuestra actividad cotidiana; pero resulta que no es así y que hay que esperar a que sean descubiertos, y que el mundo de la política los descubra y decida que merecen por fin un impulso y, entonces ruegas por que el “enfoque” sea realmente el esperado en positivo y no se quede en una sumisión a una inercia que sigue aceptando (e incluso ella misma provoca) el sufrimiento, o tolera o acepta la violencia, por lo general proveniente del desconocimiento, confusión o estrategias desarrolladas para que cada cual se desentienda y deje a “otros” hacer, aunque los resultados no sean satisfactorios ni se encaminen hacia ello como pudiera ser posible desde otras perspectivas que, a veces por absurdos prejuicios constituidos como paradigmas de lo cotidiano, son capaces de bloquear vidas de manera casi permanente en contra de un verdadero y razonable sentido común. Los entornos o familias que consiguen ir encauzando un trayecto para aquellos suyos “realmente afectados” por una sensibilidad que les hubo inmovilizado, suelen tener que navegar con los prejuicios del entorno social, siempre dispuesto a juzgar de manera expeditiva hacia los “otros”, pero que a la vez “protege” una especie de “derecho” a la “diferencia” cuando de lo que se trata es de “analizar” y establecer “la coherencia” cuando el problema les afecta a ellos. Entonces es como si “enseñaran las garras” como señalando que “ellos son diferentes”, “singulares”… como si ese sentido común expeditivo con “otros” no valiera como regla de medida para ellos y sus circunstancias. Esto es obvio y común en el discurso social e incluso defendido, a veces de manera bien torticera, dependiendo si quien se tiene enfrente se le considera aliad@ o adversari@ accesible a acosar.
Recuerdo cuando más implicado estaba en un proyecto político/social que un compañero venía de vez en cuando y en una ocasión me contó “su historia” aparte; realmente era un problema en el que estaba bien solo con un familiar muy cercano que dependía de él. Las singularidades del caso lo mostraban realmente doloroso, aunque pareciera encauzado, que le llevaba a emplear la mayoría de las tardes en el acompañamiento de la persona así afectada. Y realmente se vislumbraba en él una vida de entrega a esa condición y causa en solitario (parece que o no tenía esposa o que se hubiese separado y él se hiciera cargo del vástago “afectado” y/o el resto de la familia se desentendiera… que suele pasar con mucha frecuencia alegándose el “derecho a vivir la propia vida” y que el entorno, “por favor”, “moleste” lo menos posible; entendiendo así y desde esa perspectiva lo que ellos considerarían una sociedad avanzada –la que es capaz de quitarle a uno los muertos de encima para que viva lo que es a “todas luces” esta “única e irrepetible oportunidad de existencia”) y en esa entrega renunciara a otras sensibilidades que tuviera en su día dispuesto a abordar en el aspecto social, quedando esas visitas a la agrupación del barrio como si de un recuerdo de esa “renuncia” nunca aceptada del todo y a la vez difícil de atender como hubiera deseado en otras circunstancias. Me contaba esas circunstancias y veía con claridad el sacrificio personal que me mostraba; era diario, cotidiano, rutinario y parecía que apenas le dejaba tiempo para él. Era obvio que con esa dedicación parecía defender un valor personal, un compromiso, que para otros no existía, al menos con la dedicación y prioridad que le otorgaba –daba sentido a su propia vida, o dicho de otra manera: que si no atendía esa idea de valor la vida para él no tendría o el mismo valor o sentido alguno. Son rasgos que se ven en otras personas cuando les piden apoyo o ayuda, y que me llamara la atención mucho en su día, sobre todo en ese contraste donde otros señalaban la frialdad e impersonalidad con la que puede llegar a actuar la Administración si, o cuando, se lo propone.
Aún así, todo
el mundo navega con sus problemas y piensa que el mundo de la política “es
aparte”, es “otro mundo” (y reconozco
haber visto a personas del mundo de la política que eran bien sensibles a las
circunstancias adversas de las personas y de ello dejé testimonio videográfico
en una visita a mi ciudad de quien nos dejara – y de la que algunos temían por
entonces que fuera portadora de intereses procedentes de ámbitos (no sé si
familiares) que consideraban en alguna manera adversos para el partido, y viéndole
en la disputa por el secretariado general - En
enero de 2012 anunció su intención de optar por la secretaría general del PSOE. Según
Chacón, su objetivo era "liderar un nuevo proyecto" y
"levantar" la fiesta. Sin embargo, durante la celebración del
38º Congreso Federal del PSOE, Chacón perdió ante Alfredo Pérez Rubalcaba 487 a 465 votos. [10]
- -, lamenté el gesto
que parecía de “daño” que recibiera al intercambiar unas pocas palabras
(momento televisado) con quien le ganaría el pulso. Ante aquella institución Carmen
Chacón, después de recorrer las instalaciones y hablar con las personas que
atendían, realizó una declaración que realmente me conmovió por lo que de profundo
convencimiento parecían portar. Su fallecimiento, por un problema congénito de
corazón – que por entonces mi persona desconocía – me evocaría nuevamente esas
dos imágenes: La televisiva, en el gesto de daño recibido en el comentario de
Rubalcaba al ganarle la secretaría y el testimonio de apoyo a la Institución
que visitaba en nuestra ciudad. La otra imagen que tengo de ella sería la
primera que recibiera y “rompiera mis esquemas” – haciéndome replantear la “lógica”
con la que se quebraba otra línea que parecía infranqueable; si la primera fue
ver lo que “parecía la soledad” de Felipe González, solo ante un pequeño pedestal
de color rojo, ya como presidente del gobierno, revisando y presidiendo una
parada militar, Carmen Chacón revisaría,
como Ministra de Defensa, las formaciones militares que rindieran honores a su
llegada al cargo de Ministra, pero más allá de lo que ahora se muestra con normalidad
con la Ministra Margarita Robles y en diferencia, Carmen estaba visiblemente
embarazada, lo que daba “un toque” rompedor de esquemas - Se convirtió en la primera ministra de Defensa
de España, lo que, junto con el hecho de que en ese momento estaba embarazada
de siete meses, fue considerado un avance significativo por la prensa. [3] [4] ).
No sé si resulta que se debe determinar que hay que aceptar que en le mundo de la política hay personas realmente “sensibles y vocacionales” que han de convivir con otros, que por algún motivo, se pudieran haber vuelto mucho más pragmáticos en la evolución de sus trayectorias (como los americanos con Afganistán, que parecen habérnosla metido a todos doblada), hasta el punto de poderse mostrar como una especie de ”crueldad” insospechada que acaba por expresarse con esa frialdad que hace concebir la certeza de aquella frase lapidaria que parece regir esos ambientes (los adversarios están fuera, los enemigos, dentro); pero cuando se llegan a acuerdos entre los adversarios da la sensación de que el sentido común puede reinar en medio de tanta lucha de la que no se sabe muy bien hasta qué punto pudiera ser una “representación teatral” de la que “comen” tertulianos, prensa especializada, programas y telediarios – dando a veces la sensación que “las cosas” (si van o no adelante, si es el momento o no de tal o cual) se decidieran en otras instancias entre ambos o entre una minoría; y una vez decidida la conveniencia de tal o cual rumbo, el desarrollo o la espera, en su caso, se convirtiera en una batalla de desgaste permanente. Por medio parece que se van sacrificando vocaciones que bien pudieran tener que atender a “luchas” de “supervivencia” para intentar alcanzar la posibilidad de hacer posible plasmar una sincera vocación. Tal vez ahí se halle la distancia en cómo se ve el propio mundo político, y cómo los ven los demás – también es un símil propio del mundo del baile: Una cosa es cómo se cree que se baila entre la multitud y otra cosa bien diferente cuando ve que han filmado y uno comprueba la distancia que existe entre lo que pensó que hace y lo que realmente consigue hacer. Me resulta chocante que tantos magacines de naturaleza política, que tan alegremente entran también en el mundo social, puedan hablar de los problemas de la factura de la luz (caso mediático) cuando sabemos que se han convertido en élites mediáticas en cuyos mundos difícilmente tendrán problemas para pagar un recibo de luz. Me resulta chocante que se acepte un discurso proveniente de aquellos que viven tan confortablemente de la imagen y que acaben por hablar de sí mismos, haciendo dudar si los gestos de indignación son reales o parte del guion del programa dentro de lo que llaman parrillas y que cuando toca profundizar o ponen anuncios o aseguran que es asunto de “tal calibre” que se pudiera abordar en otro programa y que viene a resultar que nunca abordan y que va quedando pendiente (y si hacen un verdadero análisis te lo ponen a las 2 de la madrugada en un día laboral).
Sí, sin duda hay muchos mundos en uno solo, aunque todos ellos, si realmente estuviéramos en una sociedad camino de la honestidad y la justicia, debieran ya llevar tiempo de estar interconectados con esos valores profundos que las pequeñas sociedades de pueblos olvidados constituían entre sí para que “de verdad” nadie nunca quedara atrás por ninguna causa, motivo o prejuicio.
Aún así, cuando llegan las elecciones las esperanzas se renuevan y se vuelve a creer que ese mundo todopoderoso llegará, por fin, “al fondo” y raíz del mal (ignorancia, odio, prejuicio, intereses o negocios que obstaculizan soluciones,…) y los valores emergerán, de repente, como una gran luz, dispuestos a resolver todo lo pendiente y a todos a la vez para que nadie quede fuera. Es “el sueño” de la Democracia, un “sueño” que tenemos por abajo y que conocen los de arriba.
Aún espero que la activación del expediente de la DGA, (anunciada ya hace un tiempo) haga algún efecto, pues tengo la respuesta preparada desde hace semanas; aunque a veces pienso que siendo la Administración “correa” de ese mundo descrito, también pudiera ser que “otros” preparen terreno para acomodar cualquier circunstancia, y que las cosas, como siempre, acaben “archivadas” y se acepte.
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