El pesimismo se ha instalando en la sociedad española a causa de la persistencia de la crisis y la recesión, y el año que entra se ve, en ocasiones, con cierto temor y miedo – a veces un miedo irracional – a un futuro que se nos ha escapado de las manos. Sólo aquellos cuya posición es desahogada u ocupan posiciones de dominancia social parecen estar a cubierto de las tormentas económicas que nos azotarán en 2013.
La entrada del año ha coincidido, además, con la reposición de los Tip y Coll de los años 70, 80 y algo de los 90. Si a ello unimos los correos que han circulado de las portadas de “Hermano Lobo” – de mediados de los 70 – y el remate de la noche de año nuevo con las entrevista autobiográfica de Gila – (que se manifestó no partidario de opción política alguna sino “francotirador” – según sus propias palabras), se ha conseguido reeditar la impresión ,y la opinión generalizada de la sociedad que salió de la dictadura hacia una democracia, que no iba a engañar a aquellos que vinieron de la guerra civil (estuvieran en el bando que estuvieran – y muchas de las veces estuvieron forzados por las circunstancias, las convicciones, la propaganda o el sentido de aventura).
Se que pensaban que la izquierda podría hacer las cosas realmente bien (es decir: sin enchufes, amiguismos, corruptelas, transgresiones de las leyes, verdadera honestidad en la gestión, uso escrupuloso del dinero público…), ése era el verdadero temor y anhelo, tras descubrir que los hombres que abanderaban la izquierda española no tenían cuernos ni rabo, como habían retratado una y otra vez la propaganda franquista. La llegada de la democracia iba a posibilitar, en primer lugar, un derecho a la revancha.
Viendo a Tip y Coll, y a Gila uno se convence que España nunca cambiará; el humor español fue más valiente en la dictadura y la transición que en la democracia.
No nos dejan tener humoristas políticos de primer orden – como los de antes – pero nos da igual. Siempre nos quedarán las revista de humor de los setenta: La codorniz, el Hermano Lobo,… y los humoristas del pasado. Aún hoy sus chistes suenan más subversivos que nunca.
Queda claro que en democracia los “excesos” de las partes dominantes (o con capacidad de dominar) no son excesos, sino parte del juego político. Ahora vaya Ud. y diga lo que piensa (sí, sí, eso que Ud. piensa y se calla).
La entrada del año ha coincidido, además, con la reposición de los Tip y Coll de los años 70, 80 y algo de los 90. Si a ello unimos los correos que han circulado de las portadas de “Hermano Lobo” – de mediados de los 70 – y el remate de la noche de año nuevo con las entrevista autobiográfica de Gila – (que se manifestó no partidario de opción política alguna sino “francotirador” – según sus propias palabras), se ha conseguido reeditar la impresión ,y la opinión generalizada de la sociedad que salió de la dictadura hacia una democracia, que no iba a engañar a aquellos que vinieron de la guerra civil (estuvieran en el bando que estuvieran – y muchas de las veces estuvieron forzados por las circunstancias, las convicciones, la propaganda o el sentido de aventura).
Se que pensaban que la izquierda podría hacer las cosas realmente bien (es decir: sin enchufes, amiguismos, corruptelas, transgresiones de las leyes, verdadera honestidad en la gestión, uso escrupuloso del dinero público…), ése era el verdadero temor y anhelo, tras descubrir que los hombres que abanderaban la izquierda española no tenían cuernos ni rabo, como habían retratado una y otra vez la propaganda franquista. La llegada de la democracia iba a posibilitar, en primer lugar, un derecho a la revancha.
Viendo a Tip y Coll, y a Gila uno se convence que España nunca cambiará; el humor español fue más valiente en la dictadura y la transición que en la democracia.
No nos dejan tener humoristas políticos de primer orden – como los de antes – pero nos da igual. Siempre nos quedarán las revista de humor de los setenta: La codorniz, el Hermano Lobo,… y los humoristas del pasado. Aún hoy sus chistes suenan más subversivos que nunca.
Queda claro que en democracia los “excesos” de las partes dominantes (o con capacidad de dominar) no son excesos, sino parte del juego político. Ahora vaya Ud. y diga lo que piensa (sí, sí, eso que Ud. piensa y se calla).
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