Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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martes, 22 de noviembre de 2016

La simetria

No cabe duda de que nuestro cerebro efunciona desde la simetria y ello es una circunstancia muy particular. Me llamó la atención ya hace unos meses y se demostraba con mucha claridad en la puerta de entrada de un edificio público. Una de las hojas de la entrada se habría hacia afuera y la siguiente hoja que había que mover para poder acceder al hall del edificio se habría también hacia fuera pero en el lado opuesto al anterior, con lo cual todas las personas que entraban tendían a empujar esa hoja en vez de a tirar de ella y ello demuestra que nuestro cerebro es simétrico. Y lo es por naturaleza, es decir la naturaleza es simétrica y desde ese punto de vista nuestro cerebro todo lo analiza desde el punto de vista de esa simetría y lo hace porque realmente existe esa simetría, no es un artificio. De tal manera es así que todas las ciencias que nosotros hemos construido, y que forman un conjunto,  su coherencia se basa en la lógica. En cierta manera tienen el fondo de sí mismas una simetría que les da sentido. Esa simetría está también pues en todos los hechos de nuestras vidas. Es la simetría que da la capacidad de prever las circunstancias presentes y futuras, y cuando esa simetría no se corresponde, no da los resultados esperados, entramos en una especie de conflicto o en una especie de sufrimiento en una especie de contradicción. Asi pues el tipo de simetria depende del ambiente en la escena en la que estemos definiéndolo. En la esfera de la vida política por ejemplo la simetría requiere de una coherencia en la evolución de las decisiones que se toman, y esa simetría tiene que ver con el pasado presente y futuro por lo tanto cualquier medida que toma impulso hacia delante tiene que tener unas raíces en las causas qué hacen de la misma una evolución normalizada y por lo tanto que se corresponde con una simetría. Cuando esas causas no se encuentran no se explicitan con claridad estamos hablando de una especie de ruptura con esa simetría, estamos hablando pues entonces de un problema, se ha presentado un problema y es un problema que hay que resolver y hay que armonizar que hay que simetrizar.
Si esto parece claro en el ámbito político y en el ámbito cotidiano de nuestras actitudes diarias e inconscientes, más debe ser en el estudio y la profundización de los secretos de la conducta que esconde nuestra mente. Así pues cuándo entramos en conflictos emocionales es porque hay una simetría que no ha funcionado. Es decir nos hemos posicionado en una situación que no iba a explicar todos los hechos pasados presentes y futuros. Por tanto hay que revisar el punto de partida desde donde construimos esa simetría particular. Por ejemplo sí nosotros ponemos el acento en los sentimientos, o lo que es decir el corazón, como suele pasar cuando se es niño, vemos que la actitud madura o de madurez señala que la simetría del corazón no siempre existe. No existe tampoco en las relaciones personales y que quiere decir que puede ser modificada, que ha evolucionado, que existe otra simetría en este caso bajo la idea del interés personal, que se puede alojar por imposición de la persona que es más fuerte. Es decir hay que cambiar la posición desde donde se inicio la simetria pues esta ya no se constituye tanto en el corazón sino con el interés particular de las personas dominantes. Y si ese interés particular choca muy fuertemente contra nuestros sentimientos más profundos podemos decir que estamos en una situación cercana al conflicto sino ya en él y aunque no se muestre, como suele ocurrien en la infancia en casos en que las separaciones matrimoniales se asientan en incompatibilidas de caracteres.
 Hay que tener muy en cuenta estas situaciones y en los pacientes hay que trazar desde la lógica de la simetría, la visión que les permita reconocer el punto de simetría en que ellos mismos se hallan y que para entenderlo  hay que situarse en la simetria no del corazón sino del interés e intereses. Ello ocurre asi aunque hayamos desarrollado esa lógica correcta de aceptar que las simetrías en la madurez se establecen más en forma de interés o intereses particulares ya que se pudo producir una ruptura de logica en la infancia no resuelta y que el especialista tiene que hacer frente a esta situación para encontrar una nueva simetría desde una posición simétrica también, es decir mostrar el camino para trazar una simetría en el lugar preciso del paciente para que el tránsito sea lo más suave y normalizado posible. No realizarlo así significa que se está generando un conflicto en el que el paciente duda de los sistemas simétricos que su cerebro ha formado para entender el mundo por lo tanto no hace otra cosa más que profundizar aún más en la crisis que tiene haciéndole dudas en la mente de su propio sentido común. Es decir de su propia inteligencia. Esto es una situación muy grave que el especialista debe evitar y para ello debe conocer y contemplar todas las circunstancias lo más reales posibles que afectan al paciente pues en caso contrario no podrá establecer ese tránsito de una simetría otra por medio de un ñrocedimiento simétrico, y ello es una responsabilidad técnica de la que no se puede evadir, de la misma manera que un buen ingeniero no se puede evadir de comprobar que los materiales que utiliza para una construcción son los adecuados y correctos así como los cálculos que ha realizado para el edificio. No se puede evitar esa responsabilidad y trasladarla al edificio.  Un problema de materiales y su no control ni comprobacion es una negligencia.

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