Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 7 de noviembre de 2016

Un diálogo íntimo

             Todos los bailes son una especie de danza que reflejan los ritmos del sistema solar en el que los planetas representados por personas individuales, o parejas, bailan alrededor del Sol, representado por una hoguera. Así que la imagen más primitiva que nos llegó de la danza vino a través de las películas norteamericanas en las que se representaban los ritos religiosos de caza o guerra de los indios americanos o nativos africanos. En esas escenas se les veían con adornos de osos (o leones), o el propio cráneo de algún animal sobre sus cabezas, y danzando alrededor de la hoguera, simbolizando con claridad meridiana el ciclo de la vida alrededor del Sol, como si los planetas fueran personas.     O también lo hacían con las armas en la mano, si lo que se trataba era de ir al combate; y circulando alrededor de la hoguera simulando en el ciclo sin fin, donde todos estamos atrapados por los siglos de los siglos. Qué importa el futuro ante lo irremediable de la vida? solo importa el valor con que se enfrenta cada hecho y cada suceso, pues siempre se ha sabido que sólo el que tiene amor tiene valor sincero; y por amor se es valeroso. Así que sabiéndose atrapados en esta rueda de la vida, lo esencial para ellos era el valor. Valor como sinónimo de ser humano.
        Los bailes folclóricos tienen expresarse girando en torno a una hoguera explícita o a un centro imaginario. Y es así así, se baile en solitario o por parejas. Todo ello es de un simbolismo evidente del sistema solar y del universo (lo extraño es pensar cómo es posible que inconscientemente se realizara tal emulación careciendo de ese conocimiento por medios científicos. Tal vez esté impreso en nuestro en nuestro ser sin saberlo). Sólo en los alardes individuales se ven singularidades cuya finalidad no es otra que el de mostrar facultades físicas con fines de elección de pareja. Así los eslavos tienden a esfuerzos en solitario de hombres, y aveces de mujeres, que tienen esa facilidad de demostrar su plenitud física, y por tanto su salud, con el fin de formar matrimonios sanos dispuestos a hacer frente a la dureza de la vida, y a traer hijos saludables a este mundo.
          Es singular que en nuestra tierra, Aragón, ese esfuerzo individual se realice mediante la jota aragonesa, en la que las parejas que se pretenden muestran su extraordinario estado físico en medio de una competición de alardes coreografía, en los que muestran, no otra cosa, que su estado físico, y por ello su salud; que debe ser excelente para hacer frente a los rigores del trabajo en el campo, bajo la inclemencia del clima.  Incluso el canto de la jota expresa esa potencia en el carácter, casi desbocada, que muestra el dominio sobre sí mismo de hombres y mujeres.
           Pero si hay un baile  reflexivo, no coreografiado, improvisado, como una conversación que no se "debe"eludir, es el tango; y también aquí hay estilos. Es un acto que puede ser inconformista o conformista; y a veces más que caminar abrazados. Puede ser casi un rito, con todos los elementos de un rito, hasta un reto propio, incluso ante nuestro universo. Es un verdadero reto que va más allá de un abrazo con mayor o menor afinidad o sensualidades o como una prueba integral de control de mente y cuerpo, de manera permanente durante al menos unos minutos.           
       Todas las figuras serán como retos (para cada uno de los componentes de la apareja), en un diálogo continuo que puede llegar a ser muy sorprendente y gratificante. Es como intuir el alma del otro, y el alma, es lo espiritual, permanente recuerdo que trasciende.

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