En la "Vida" solo sabemos por ciertas tres "Verdades"
(dos de ellas nos las han contado, y la tercera la hemos deducido y se puede dudar de ella)
Si buscamos lo que es realmente esencial para entender en qué mundo vivimos, si realmente reflexionaramos sobre ello (que es lo que me pregunté cuando tendría unos 20 y algo de años) llegaría a la conclusión de que "de verdad" lo que "sabemos de verdad" sobre nosotros mismos realmente "no es nada".
El proceso fue sencillo y sorprendente para llegar a tal certeza (porque todo lo que consideramos "verdad" o como "verdad" acaba siendo motivo de debates, de perspectivas y a la definitiva de "dudas"; de las cuales cada cual se queda con lo que "le parece".
"Te dices" sé que nací "porque estoy vivo", y sé que moriré "porque otros fallecen" (y al menos ya tienes "sobre la mesa" lo que podríamos considerar tres verdades inmutables, evidentes e incluso "científicamente irrefutables": He nacido, estoy vivo y moriré (todo lo demás forma parte de un debate dinámico y siempre en movimiento según sea la época que toca vivir y las dificultades que en ella se hallen según la posición que nos toque en sociedad. Una vez ya en la vida la sociedad lo es todo).
Sin embargo, cuando intentas acercarte al "detalle de esas tres verdades", ves que se pueden "disolver" más fácilmente de lo que en principio se pudiera imaginar. No son tan consistentes como realmente parecen y sin embargo, nos conformamos con las respuestas porque nos la da un entorno cercano y de confianza.
En realidad "sabes que naciste" porque "te lo han contado". Y sabes que "estás vivo" porque (a cierta edad) sabes que la gente muere (más allá de las pelis de vaqueros americanas y luego más modernas de agentes secretos, policías... qué les tocó a generaciones posteriores. E incluso en los vídeosjuegos se decía cuando la partida se acababa en ocasiones "estás muerto", aunque luego fuera más suave un "Game Over"- el juego se acabó).
Qué te digan que nacistes "se debe tomar por cierto" porque no solo lo dice gente cercana en la que se deposita la confianza desde muy niños (de hecho, se superan las fases más vulnerables de los comienzos de la existencia porque la cercanía de esa personas hacen posible "no quedarse por el camino a las primeras de cambio y ante las primeras dificultades para subsistir que solo pueden provenir de una atención exterior) sino también "lo dicen" papeles "oficiales" donde pone en el lugar, la fecha y otros detalles que tienden a avalar esa certeza (que verificamos como verdad). Sin embargo difícil es poder "verificar cómo verdad" algo que "nos cuentan" o que se escribe en un papel cuando en realidad ni siquiera nosotros mismos, difícilmente "podemos ser testigos" de nuestro propio nacimiento (aunque hay, como en todo, quien asegure que sí sabe que nació porque de ello se acuerde).
En consecuencia "estamos vivos". Pero estar vivos también forma parte de una "creencia" porque difícilmente podemos constatar (en nosotros mismos) qué es no estar vivo. Incluso cuando hacemos el trayectos sobre estas tres preguntas para verificarlas lo hacemos desde la "condición" de estar vivos, lo que en sí mismo supone una limitación a la hora de poder someter una "teoría" a posibilidad de "falseamiento" porque no tenemos alternativa.
La única referencia a la que podemos apelar para decir que estamos vivos es la certeza de la existencia de la muerte (que se hace socialmente visible cuando vamos a entierros). Y aún así cabe duda de que se pueda determinar la existencia de la muerte sin apelar a su aspecto contrario definido como ausencia de vida. Lo que en sí mismo representa "un callejón sin salida" porque sino podemos explicar qué es la vida (sino solo "describirla") apenas podemos hacer con la muerte el mismo procedimiento (describirla) y sin embargo ya desde siempre el ser humano "dudó" de que la muerte sea lo que en nuestra ahora sociedad (desde hace unos pocos cientos de años) la muerte sea lo que se dice que es y siempre se "apelaría" a un "cambio de estado" en el ser que "fallece", hasta el punto de no estar en condiciones de determinar con exactitud el momento del cambio de "estado". Y lo que se determina como muerte y hora de la misma es el inicio de procesos de descomposición orgánica, sin que ello, en sí mismo, sea factor determinante que señale la "pérdida de vida" (de ahí que la ciencia desde hace ya casi un siglo se lanzara a la idea de la congelación de cuerpos en la esperanza de resucitarlos en futuros donde la existencia y prolongación orgánica de la vida sea una realidad tecnológica). Cuándo se vinculó la actividad cerebral con lo esencial de "estar en vida", y se iniciara la exploración de ondas eléctricas emanadas de la actividad cerebral, se empezaría a concebir que el fallecimiento de las personas no estaba tan vinculado a la circulación sanguínea como se pensaba y que la actividad de las ondas cerebrales, a las que ya se iba poniendo nombre y función (según el área del cerebro) tendrían más que decir al respecto del momento del fallecimiento, que por cierto ya dejaría de ser un momento determinado y medible temporalmente (es decir, ya no se podía decir que tal persona falleciera a tal hora y minuto, aunque a efectos prácticos sea útil y en ocasiones determinate en casos de homicidios).
Fallecer "era un proceso" más o menos largo que ya aparecía reflejado en una pintura (creo recordar del siglo XVI, según la exposición de arte religioso realizada en Madrid en los años 80) donde San Miguel acompañaría el alma del fallecido en el "tránsito" frente a las fuerzas "malignas" (fuerzas malignas que según Joung era todo lo que nuestra mente había concebido como extraordinariamente maligno y que llegaríamos a hacer para "vivir y sobrevivir en esta vida". Vamos que San Miguel aparecía como guía para llegar al "otro lado" del "estado intermedio" ("sanos y salvos". Al igual que lo hiciera el libro tibetano de los muertos o de los egipcios). Fue la ciencia la que vino a señalar una frontera "definida" para describir la vida (pero las campanillas atadas a las manos de los difuntos por medio de unas cuerdecillas siguieron existiendo como medida de "alerta" de que se hubiera enterrado a alguien "en vida".
De alguna manera las únicas tres verdades que pudiéramos sostener como ciertas carecen de solidez y sin embargo seguimos construyendo nuestras vidas y sociedades siglos tras siglos porque sencillamente (para la inmensa mayoría de las personas) la fe de su existencia la pusieron en el, o los, testimonios de sus madres (o cercanos a falta de ellas) que respondiendo a la primera pregunta (¿cuándo naci? o ¿Como nací?) iniciaría el proceso de fe en la propia existencia.
Tal vez por eso Joung dijera que todo lo que construye el ser humano, todo lo que idea e inventa es, en el fondo, un "homenaje" al vínculo que estableciera inicialmente con la madre (y que le acompañara toda la vida, de una manera u otra).
Todo lo demás, lo que configura de nosotros la sociedad, es una imagen "interesada" que la sociedad construye sobre cada uno de nosotros.
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