Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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viernes, 25 de marzo de 2022

Esperanza

 

Esperanza

Todo el mundo precisa de la Esperanza para vivir; la esperanza es como la fe, sin la cual difícilmente se puede concebir el “amanecer” de otro día; sabemos que el Sol saldrá, probablemente como cada día, pero sin Esperanza ni Fe no será el mismo Sol, ni tampoco esperaremos que sea una nueva “aventura” que nos “traerá” nuevos “descubrimientos”, sensaciones, emociones o posibilidades de alegrarnos; como así recordáramos en días de haber vivido momentos de felicidad; tal vez inesperada e intensa en alguna ocasión pasada  que quedaría grabada en la memoria sobre lo que esperamos o creemos que debiera ser la vida cuando a esta llegamos  (y todos nos reciben con sonrisas y con “hay que niño tan guapo” “¿cómo  te llamas?”). No hace falta que esa felicidad ni siquiera sea prolongada, a veces basta solo de unos momentos donde una satisfacción materializada, se vive con inesperada alegría y satisfacción, nos hace “creer” que la vida sí es lo que concibiéramos desde niños como constante “descubrir y redescubrir” el mundo “de la mano” de “alguien” que “nos quiere o nos da seguridad” invitándonos a “explorar” lo que nos rodea (más allá de las tiendas de juguetes, con sus escaparates repletos de figuritas con anisetes o camioncitos y coches llenos de colores, que invitaban a parar a los niños y señalar con el dedo un “ese me gusta”, que siempre  sería contestado con un “otro día”; ese otro día quedaba y quedaría como esperanza). Mirar al horizonte del trascurrir de un río, sobre un puente, en medio de la ciudad urbanizada (¿A dónde va a parar?: Al mar. ¿Y qué es el mar?: Un lugar de mucha agua). Todo es como magia en una mente confiada y abierta dispuesta “a aceptar” lo que “le digan como cierto” (¿Qué utilidad tendría mentir?). La imaginación también se puede convertir, y se convierte, en una alternativa para azuzar la Esperanza, e incluso la Fe.

La Fe es más como certeza absoluta; es como cuando se espera al día siguiente casi con anhelo - como cuando tu madre te dejó el Niki que más te gusta sobre la cama porque  al día siguiente ya es verano (aunque ya nunca más lo vuelva a dejar); y el verano es el calor, la piscina si no sale nublado, la cercanía de las vacaciones escolares – (dejando atrás las malas caras y castigos de si  “has hecho o no los deberes”, o  de que el profe pregunte una lección que no has estudiado porque el día anterior, porque como  la mayoría  de los días, preferiste ir a jugar a casa de un amigo, o en el trastero de la tienda de un compañero de clase hasta hacerse de noche… y sabes que has de volver a casa, porque “es donde se  debe de volver ”cuando se “hace de noche”).

La Fe es lo que hace posible que las personas se levanten cada mañana para las tareas de cada día. Sin la Fe no hay ni mañana ni Esperanza para nadie, en ningún sitio ni en ningún lugar del mundo donde pusiéramos la mirada. Es ahí donde solo nos queda la Caridad – la de los demás. Esa que no precisa preguntar ¿qué necesitas? Sino que como todo ser humano sabemos “qué necesitan y necesitamos, porque todas las necesidades son comunes para todos, al menos las más elementales.

Nada hay peor en esta vida que sobre las personas se construyan imágenes que no son ciertas y les hagamos cargar con ellas (a veces porque son ingenuos, o vulnerables, o simplemente porque alguien dijo “no sé qué”, sin más reflexionar, “temiendo” descubrir “con cierta angustia” que la condición es la misma; eso sí, nos diferencia “algo” que bien pudo ser fortuito: Una Esperanza, una Fe e incluso a veces una Caridad de “alguien” que vio lo que “otros” no “quisieron” ver y nos la dieron (a veces si hay suerte) sin pedir nada a cambio  (que  es como a veces debiera ser); y aquello transformara vidas y destinos; vidas y destinos que a otros “negamos”; como si el “bien-estar” fuera un bien  limitado que no puede (“o no debe”) alcanzar  para todos. Como si olvidáramos que un simple Niki sobre la cama, dispuesto para cuando despertemos al día siguiente, puede ser motivo de bienestar (aunque solo sea para tener un buen sueño que augure un día siguiente de Fe o al menos Esperanza).

Nota:

Es difícil comprender que alguien, pueda resumir su biografía: “He vivido siempre como he querido. Aquí sigo. Riéndome”.

No sé cómo se puede llegar a construir una actitud tan distópica; aunque el resultado sea un hijo “soñando” despierto para agarrarse a la Esperanza o a la Fe, cada día, sin que le pongan al alcance la mínima Caridad en su vida (tal vez sea porque los demás miran, pensando que ellos, en su momento, la merecieron – o pagaran o les hicieran pagar un precio; eso  no es caridad -  tal vez por eso consideren que es justicia; tal vez por ello haya actitudes distópicas). 

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