Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 25 de noviembre de 2013

Aunque el rumbo del destino siempre se cumpla



Durante mucho tiempo no he entendido por qué mucha gente no me entendía; era tan sencillo que resultaba imposible de entender: La inmensa mayoría de la gente se mueve por interés egoísta – no por sobrevivir sino por egoísmo, para ellos esa es la clave de la vida – sus pensamientos centrales giran entorno  a como sacar partido en todas las situaciones, en cómo conseguir sus sueños personales (sin reparar en quien cae) incluso cuando piensan que algo no llega cuando esperan, o desesperan en ello caen en la trampa vil y en el pacto con quien nunca debieran pactar (con el lado oscuro de su personalidad – aquella que busca atajos caiga quien caiga y perjudique a quien perjudique). Y a partir de ahí, conociendo lo miserable que puede llegar a ser, construyen una imagen social falsa, para la cual viven día y noche. 
¡Hay que ser buenos! - repite el entorno familiar o religioso; y sin embargo un adulto tiene un concepto muy elaborado de lo que significa ser bueno: Darse las mejores satisfacciones que pueda, y si las mismas están mal vistas ética o moralmente engañar - siempre que lo que quede intacto de nuestra moral nos lo permita -, mintiendo descaradamente para hacer prevalecer la imagen que deseamos de nosotros.
En ése objetivo se van encontrando aliados en la vida que "enseñan" maneras y formas de engañar - incluso se venden libros para aprender a utilizar esas habilidades. ¿Qué problema hay? ¡Todo el mundo miente o engaña y justifica ello en razón de la consecución de unos objetivos! además, a la habilidad de salirse con la suya y conseguir lo que se quiere se puede llegar a llamar "profesionalidad".
Por ejemplo: la niña recientemente asesinada – aparentemente por sus padres – es atribuida su muerte, por los medios de comunicación, a que estorbaba en los planes futuros de sus padres: sus intereses han cambiado y ella ha pagado las consecuencias. Sin embargo esa afirmación es relativamente cierta; la posible realidad es que si se hubiera analizado previamente y en profundidad los motivos por los que los padres solicitaban esa paternidad adoptada se hubiera tenido que desechar la solicitud, puesto que lo más probable – dada la manera de concluir la relación filial – es que toda la petición de adopción no fuera más que una operación de imagen social sostenida por la pareja – probablemente porque en ése momento les conviniera como impulso en su entorno social. La niña ha acabado pagando el “pato” de esa operación de imagen. El fondo, posiblemente, fue el plan de seducir al entorno en una actitud generosa – pero previamente calculada. 

Ello es más frecuente de lo que se reconoce de manera oficial en la vida cotidiana. Recuerdo una carta recibida de una joven de unos veintitantos años, que después de haber fracasado su matrimonio por las alegrías que le gustaba dar a su cuerpo en contra del criterio de su marido - mientras ejercía su profesión itinerante; aconsejada por su amiga - más experta que ella en estas lides - sometió a consideración tener un hijo para mostrar un verdadero rasgo de responsabilidad social y para ello buscó un chico más joven e inexperto que ella para endosarle un destino de víctima inmerecida y, de paso y previo matrimonio, unas cuantas criaturas que le permitieran redimirse de la imagen generada en el pasado.  ¡Claro! que al ser todo producto de la necesidad transitoria, en cuanto se hubo redimido se liberó del marido. (Ya lo dicen las viejas del lugar: No se es Señora hasta que no se es Madre - previamente casada. Y funciona, ya lo creo que funciona). Es la versión  de la moderada expresión popular: De-put-a-madre; no puede haber mejor transición en la vida. Estas son las expresiones y estrategias del pasado no muy lejano, de las relaciones de pareja. (o aquella en la que se mostraba a la hija de 14 años en bañador a uno de los jóvenes amigos y se les dejaba solos bajo cualquier pretexto - la naturaleza haría funcionar los planes trazados de antemano).

La vida de éste occidente es así: operaciones de imagen, una detrás de otra, sin tener en cuenta coherencias con lo enseñado en la niñez, sólo imagen. Y cuando han desechado la utilidad de la decisión tomada en el pasado han acabado con la vida de la niña – como quien acaba con un episodio que ya no le interesa. Es como el resto de las personas; van actuando por egoísmo, uno tras otro, y dan por bueno todo el pasado sin reparar el daño que han podido ir haciendo a su paso y con sus decisiones; simplemente hacen lo conveniente (se traduce por: lo que les conviene, que es lo que la mayoría de la gente hace); no piensan en nada ni nadie más que en ellos – salvo que les pueda perjudicar – siguen hacia delante sin volver la vista a tras, ni hacerse responsable de los daños causados al entorno o a inocentes (¿qué más les da- ellos actúan como todo el mundo: por interés?). 

¡Virgencita que me quede como estoy! - reza un dicho que da a entender que, después de haber realizado un sinfín de atropellos en el entorno para satisfacer las bajas pretensiones (bajas por la manera de intentar procurárselas) la niña (o niño) mimada de turno se encomienda a que la Virgen le salve de esos impulsos incontrolados que le llevan tan lejos. Eso sí, que le salve por el momento para poder volver por los mismos fueros una vez salvada la situación presente.

Así que cuando alguien les censura las consecuencias de sus actos lo primero que hacen es ofenderse (y más si son un colectivo). Y cuando con el tiempo evalúan certezas y razones en la crítica ajena se van pensando que: sí, que bien… que era otra forma de pensar… pero que la suya es también válida… y siguen haciendo daño y matando la fe con cada uno de sus actos… como mucho acaban poniéndole un espía a aquél que acierta más de lo debido… sólo para prevenirse… no para aprender. Porque la diferencia esencial es que: mientras que ellos sólo piensan desde el egoísmo otros piensan desde la generosidad de lo mejor para todos… y que es ésta postura la que permite hacer cosas manteniendo la fe de la sociedad en el presente y en el futuro. Cambiar de base es cambiar de fe y creer en la Fe de lo bien hecho hacia el exterior: sin egoísmos.

Hay quien pierde la Fe y acaba por venderse al diablo de las trampas y las malas obras, esas que no conducen a nada bueno, esas que implican a inocentes, esas que son producto de la desesperación… del trabajo inconcluso, de la precipitación, del llegar cuanto antes y como sea… y van perturbando a todo el mundo y trastocando los bienes que nos podían alcanzar a todos…     

Cómo se puede entender que alguien proponga cosas para el bien común desde el desinterés cuando, todo quisqui, lo primero que busca es cómo beneficiarse de la propia idea que se aporta. 

La verdadera generosidad, la humilde generosidad,  está mal vista y se traduce mal por los egoístas.

Tal vez llegue el día en el que el bien hacer se pueda manifestar abiertamente, honestamente, con claridad y todo aquél que lo viere, lo entendiere y tomara su ejemplo y diera gracias a la vida por tal proeza; y lo “torcidos” confesaran su torcedura y se sanaran para siempre, y hubiera, por mil años, alborozo en la sociedad. Ojala. 

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