Rajoy, ¿Un problema de España o un mal sueño de verano?
El Presidente
español afronta una etapa llena de complejos problemas, desde económicos,
pasando por políticos y hasta de identidad del propio Estado español. Es
difícil de creer que siga pretendiendo pasar a la historia de España bajo la
idea de que se encontró un montón de retos que afrontó con mejor o peor suerte
- eso se verá próximamente - y que, sin embargo, nunca tuvo responsabilidad en
la aparición de ninguno de ellos, siendo su papel esencial gestionar todo un
frente de problemas heredados y ajenos a su persona y a su personalidad -
incluyendo en ellos la "evidente" corrupción de financiación que
afecta a su partido desde su fundación.
Los próximos
meses, y en especial este fin de año 2015, merecen un análisis de fondo de la
personalidad de Mariano Rajoy, ya que sus decisiones pasadas, presentes y las
previsiones realizadas no van a poder aplazarse más tiempo, tendiendo a
concretarse en hechos con sus consiguientes consecuencias para nuestro Estado.
El próximo año 2016 portará en sí la ventura o desventura de las decisiones que
el Gobierno tiene previstas aplicar en los inevitables escenarios que hacen
contener la respiración a aquellos ciudadanos que, a pesar de la normalidad de
los telediarios, conciben una muy compleja situación política de la que sólo
conocemos el vértigo que nos genera cuando en la intimidad pensamos en ella.
La pregunta
esencial es: ¿Tenemos el mejor Presidente posible para afrontar este reto?
Ello es lo que
pretende visualizar este artículo a fin de rastrear las mejores posibilidades
que permitan a nuestro Estado salir de los múltiples laberintos planteados.
Lo primero que
hay de destacar del Presidente Rajoy es su literalidad a la hora de afrontar
los problemas políticos. Esa literalidad comienza a percibirse en la manera en
cómo escucha a sus interlocutores políticos en situaciones complejas y
difíciles, como la que aconteció en su entrevista con el President de la
Generalitat Artur Mas, quien le dijo que nada haría fuera de la Ley y Rajoy lo
entendió desde su literalidad en el contexto del palacio de la Moncloa.
Aparentemente un error de bulto que ha dado como consecuencia, puntos al
proyecto soberanista al transmitir una idea de mayor inteligencia en Mas que en
Rajoy. Y probablemente se sintiera Rajoy "engañado" por Mas días
después de esa entrevista al constatar que la legalidad a la que se
refería Mas no era otra que la catalana.
Pero Mas no engañó a Rajoy, este se engañó así mismo y en ello mostró una
vulnerabilidad en el más alto cargo del Gobierno español de la cual debemos
saber si la tiene superada.
No se puede
concebir la euforia independentista catalana sin que esta tenga, al menos, un
soporte en el exterior de España que la aliente, o de la que espere en un
momento oportuno un respaldo que permita generar un hito en la historia de Catalunya
que le sirva de referencia legal permanente sobre el cual cimentar su legitimidad
soberana permanentemente. Por ello cabe preguntarse ¿Quién podría estar
interesado en crear problemas de esta magnitud a España?
Aunque partiéramos
de la idea de que las naciones europeas colaboran activamente entre sí para
construir nuestra Unión Europea y proyectarla hacia el futuro, es preciso no
olvidar que las tensiones derivadas de las diferentes visiones políticas y
económicas subsisten. Y ello lo hacen desde las posturas diferentes de UK y
Alemania desde hace un tiempo, y ahora desde el debate generado a causa de la propia crisis
económica que estamos gestionando bajo las directrices alemanas. Pero también
existen , anejas a ellas, las cuestiones territoriales que nos persiguen desde
el comienzo de la historia en Europa.
Hace bien poco,
el Reino Unido tenía que afrontar un referéndum secesionista en Escocia, algo
que se vivía con gran preocupación, pues Gran Bretaña derivaría en una gran
tensión política si el triunfo secesionista se concretaba en el referéndum,
quebrantando el frente unido que UK presenta a la Europa continental.
Al Ministro
Margallo no se le ocurrió otra cosa que alentar esa secesión habilitando
teóricamente la incorporación de Escocia al Euro, sabiendo la dimensión que
alcanzaría su declaración, no sólo en
Europa si no en la propia Inglaterra. Pero el Ministro español decidió,
suponemos que con la autorización de Rajoy, apedrear a Inglaterra probablemente
como revancha ante los eternos problemas planteados por Gibraltar. Y tal vez
fue más allá. Porque no hay que olvidar que nuestro centro-derecha político
tiende a potenciar el nacionalismo español recreándose en la gloriosa historia
española a la que Gran Bretaña puso punto y final, aunque la puntilla
definitiva la diera los EEUU - ambas naciones consideradas así mismas como
primas hermanas, gracias a la habilidad que tuvieron en reconciliarse después
de la guerra de la independencia Estadounidense.
El tono técnico
de las declaraciones de Margallo pretendía señalar las diferencias entre el
Reino Unido y el Estado Autonómico o federal, como si la literalidad de esas
cuestiones le permitieran habilitar esas declaraciones, de gran calado, sobre una
cuestión de política interior de un pueblo soberano como el de la Gran Bretaña.
Es decir, Margallo escenificó públicamente en los medios de comunicación de
toda Europa, toda una injerencia en los asuntos internos de otras naciones en
cuestiones que a España ni le van ni le vienen. Esa literalidad de Margallo,
que es el punto esencial que tiene en
común con el Presidente Rajoy, tal vez sea la esgrimida por el Presidente de la
Generalidad Mas, frente al Gobierno de España, en caso de superar cada una de las fases y etapas con las
que se pretende alumbrar un "soberanísmo legítimo" desde un ámbito
legal internacional que no lo contempla, pero que tampoco lo contradice
expresamente, existiendo, de alguna manera, un limbo legal que los
independentistas pretenden estructurar. De ahí las declaraciones de Mas a Rajoy
en su visita, y la torpeza de éste último en su análisis del proceso
soberanista. El proceso comenzado por Mas busca el referente y el respaldo
fuera de nuestras fronteras, obviamente. ¿Pero ante quién?
El actual
embajador londinense en España - si no ha sido cesado - está casado con una
catalana soberanista. Cualquiera que tenga nociones sobre política exterior y
embajadas sabrá que desde los años de la guerra fría, los embajadores son la
máxima expresión de los servicios secretos en el país al que son destinados. Las
declaraciones que realizó sobre los típicos y tópicos de España - toros,
playas, paella, siesta, economía... - no es otra cosa que el
"tranquilizador" discurso dirigido, por medio de la propia prensa
española, a un Rajoy acostumbrado a literalidades que resultan mucho más
confortables y "seguras" que las complejidades reales del mundo en
que vivimos. Rajoy sigue persuadido del poco interés que despierta en Europa
continental azuzar separatismos locales; precisamente por el estado latente de
infinidad de regiones que esperan la oportunidad de reclamar una soberanía para
sí si prospera la experiencia catalana o es abortada
"ilegítimamente". Por lo que cabría considerar que ello representa no
una fortaleza de la Europa continental, si no una debilidad y sensibilidad que es
mejor, no sólo no alentar, si no tampoco herir. Todo ello lo ignoraba nuestro
Ministro Gargallo cuando esgrimió literalidades jurídico-técnicas sobre un
asunto ajeno que ahora se nos presenta como propio y bajo nuestra
responsabilidad internacional de resolverlo adecuadamente sin generar problemas
a terceros - como lo sería la propia UE.
Pero demos un
paso más y entremos en el Ministerio de Defensa. A cuenta de los problemas
planteados sobre la integridad del territorio español se generaron
incertidumbres que debían de ser acotadas y limitadas rápidamente. Las
declaraciones en la cúspide del Estado Mayor fueron contemporizadas por el
Ministro de Defensa. Cabe preguntarse si apeló a la misma literalidad conque Rajoy escuchó a Mas.
Y en esas literalidades se les pasara por alto el "contexto"
profesional desde donde eran realizadas, incurriendo en el mismo error cometido
con Mas o por el contrario sintonizaron plenamente con los argumentos
esgrimidos en base a esa literalidad tan compartida por Rajoy y sus Ministros.
A estas alturas
del proceso aún desconocemos si el único plan B de Rajoy respecto a Catalunya
es ponerse en manos del Estado Mayor, dentro de la literalidad de la Ley y como
única amortiguación aparece las ingentes cantidades de dinero transferidas a la
Generalitat catalana; Generalitat que ya no gobierna ni gestiona los problemas
catalanes, pues no lo precisa para salir reelegida.
Habría que
recordarle al señor Montoro la energía que puso para contener el gasto de las
autonomías con el fin de llegar a los ratios señalados desde Europa, cuando no
se privó de llegar, nuevamente, a la literalidad de la Ley señalando la
suspensión de las autonomías que no se ajustaran a los recortes; mientras
ahora, en periodo electoral, y vistos los "burdos" trucos contables
esgrimidos por las propias autonomías del PP para llegar o aproximarse a los
ratios (dejando de pagar facturas) nada tiene que decir el bravo Ministro de Hacienda sobre el desaguisado presente y pasado, y cuya rigidez,
extrema en formas, otorgó razones al independentismo catalán.
En ese contexto
en el que no parece haber plan B para Catalunya, el PSC prefiere pasar a la
historia de este triste episodio compartiendo el más que probable adverso de
los escenarios previstos, a los que las literalidades del Gobierno del PP les abocan,
antes que librarse y aparecer como "centralistas", pues ello les
llevaría a su desaparición como grupo político.
Y ahora cabe
preguntarse si estas mismas consecuencias se hubieran dado con un gobierno del
PSOE, acostumbrado a leer entre líneas los discursos de sus interlocutores, y a
pre-verlos para acudir a las entrevistas con los deberes hechos y siempre en
estado de alerta para no dejarse engañar.
Por todo lo explicado
sobre literalidades, se entiende que el Ministro del Interior hablara de buena
fe recibiendo a Rato para un tema privado que pudo resolver por teléfono o por
intermediación de terceros. En este caso también se ciñó tanto él como Rajoy a
la literalidad de la ley en vez de al sentido común y al espíritu de la misma;
pues esto último es, precisamente, lo
que a todos nos hace iguales y es lo que hace posible la resolución de
problemas complejos. Y no las literalidades interpretadas rígidamente por todo
un Gobierno que sigue argumentando que la responsabilidad de los problemas la generaron otros.
Nota para un
argumento cinematográfico:
En uno cabe
preguntarse por la misión de los servicios secretos de los distintos países que
conforman la UE si se expiaran entre sí, y si ello tiene sentido hay en día o
cabría unificar todo el sistema de inteligencia europeo - aunque los británicos
decidieran quedarse al margen, como probablemente plantearían.
Hipótesis:¿Hubiera
bastado con denunciar al embajador enviado por Londres con compañera
independentista para que hubiera sido reemplazado?
¿La
escenificación del embajador londinense fue un desafío a España o simplemente
la respuesta que revelaba maniobras de los servicios secretos españoles en
Escocia?
El simple hecho
de que esto fuera posible bastaría para pedir el cese de todo el Gobierno del
PP. Entre tanto cabe pensar si no sólo Rajoy, si no el Gobierno del PP, es el
más idóneo para hacer frente a los presentes retos o es la inteligencia del PSOE la verdadera
solución a los graves problemas que se nos plantearan en la próxima
legislatura.