La Unión Europea o el continuo problema (y oportunidad) de
EEUU.
A estas
alturas del siglo parece claro que los EEUU considera un permanente problema a Europa y, por consiguiente, una fuente de
posibilidades que parecen moverse entre la estrecha alianza militar y las
divergencias políticas que existen entre dos sociedades tan diferentes;
diferencias que los propios EEUU alimenta produciendo películas que difieren sutilmente
- y a veces no tan sutilmente - dependiendo de si su destino es Europa o su
mercado interior. Lo que le permite mantener una distancia que a la vez le
genera un margen de maniobra frente a su propia sociedad, y que a la vez oculta
a la población europea el nivel correcto de puritanismo (y otros ismos) que
siguen sosteniéndose en una de las sociedades más avanzadas de la Tierra - si
no es que sea la más avanzada de todas - y que por ello, por esos ismos, no
puede ser pleno referente social de Europa, aunque sí lo sea en otros muchos
aspectos.
La
inclinación natural de Europa siempre fue su unión política y económica. Y esa
inclinación iniciada por los romanos, se ha ido viniendo abajo siempre que se
empleó la fuerza. Ni la revolución francesa con Napoleón, ni el modelo nazi - por Alemania, consiguieron
ese objetivo político económico al que parece avocado nuestro continente. Las
últimas grandes guerras europeas - entre los años 14 y 45 - sumergieron al
mundo y a sus habitantes en un gran sufrimiento hasta entonces nunca conocido
en magnitud, violencia, refinamiento en el asesinato en masa, experimentación
con seres humanos, prostituciones forzadas, genocidio sistemático, aplauso a la
exhibición de prepotencia y desprecio por la vida y por el ser humano - fuera este mujer, anciano o anciana, niño o
niña, joven o adulto. Se sacrificaron decenas de millones de personas en
los campos de batalla y en las ciudades con el único objetivo de dominar al
adversario e imponer una voluntad humana sobre el resto de seres humanos.
Treinta y un
años llenos de violencia que trajeron, al final de los mismos, la esperanza de
un socialismo, o una social democracia, que mostrara que la convivencia era
posible con un mejor reparto de los bienes por medio del acceso al trabajo. O
tal vez los años de prosperidad europea traídos por la socialdemocracia solo
fueran, también, un espejismo tolerado ante el gigante comunista - que había hecho posible la derrota de los
nazis y que replegado sobre sí mismo hacía creer que en su territorio existía
una sociedad ideal, protegida por un muro con alambrada para que nadie huyera de
ese paraíso.
El primer
intento de generar una sociedad socialista, o socialdemócrata organizada fue enterrado en los frentes de
batalla de la primera gran guerra, donde la gente común - después de la "ilusión" de los honores, glorias y sed de aventuras
- descubrió que el adversario era él mismo, era su mismo "hermano",
era su mismo "padre", era su mismo "profesor de geometría"
... eran todos ellos mismos al otro lado de la alambrada disparándose entre si y matándose para que sus gobiernos consolidaran sus ambiciones el
territorio africano o definieran su supremacía. Como consecuencia colateral de esa abominación nació la
URRS - tal vez lo que menos importe fue
la manera y el modo - nacimiento que también fue celebrado con una
imponente guerra civil que ninguno de los países beligerantes de la concluida
primera gran guerra se quisieron perder: todos contra los rojos, que acabaron
por resistir convirtiéndose en un referente mundial de Estado proletario al que
todo trabajador europeo mal asalariado - desde
los 9 hasta los 70 años - aspiraba conseguir para su país.
El segundo
gran intento de generar una sociedad socialista o socialdemócrata, fue enterrada en Europa con la segunda gran
guerra, después de alimentar formulas totalitarias que se veían como
alternativas al comunismo y que llevaron a Europa a la segunda gran tragedia
mundial. Y sin embargo de ella nació - en el ámbito del libre mercado, que
nunca hay que olvidar - la OTAN y la CEE como modelo económico, político y
social que superaba los nacionalismos rivales para generar una colaboración económico
política en el marco de una alianza militar que garantizaba el libre mercado, y
por consiguiente, la propiedad privada en el escenario europeo.
Ahora, el
desarrollo consecuente de ese tratado militar - NATO - con la prolongación de
la CEE y su transformación en UE, cuyo objetivo es el Estado de Bienestar en
todo su territorio, se ve amenazado, tal vez, por su ya mencionada inclinación
histórica que le aboca a estrechar relaciones con una Rusia ya no comunista pero
que a los EEUU no le termina de agradar -
al menos a los halcones republicanos - y se han procurado obtener (por medio de la oportuna y previsible crisis
económica - con los trastornos que está
ocasionando a las naciones europeas - y poniendo a prueba los valores identitarios de la UE) una pica
en Ucrania desde donde azuzar a rusos y europeos para conseguir frenar esa
tendencia natural de Europa a estar unida toda ella.
Es de
recordar el papel determinante que España tuvo en la primera gran guerra y el floreciente comercio que le
permitió su neutralidad guerra suministrando, entre otros bienes, motores Hispano-Suizapara la aviación aliada (hecho del que luego nos pasaron factura nuestros propios aliados) . Algo de lo que se preocuparon evitar en la segunda
gran guerra al anticiparla en el propio suelo español - aunque entonces no hubiera en España peligro alguno de gobierno
comunista, detalle que poco importaba a la luz de los acontecimientos que se
avecinaban en Europa, y que requería una España neutral y bien controlada (algo
de lo que se aseguraron los ingleses al apoyar al futuro dictador hispano).
Y que en estos momentos de crisis europea el problema ukraniano está siendo
sujetado por la inteligencia política alemana, para evitar su desbordamiento - algo que molesta en mucho a los mencionados halcones republicanos que
no se han sustraído de acusar a Merkel de tirana por no permitir la nueva gran
guerra mundial que reclamaba el gobierno ucraniano para su causa desde el año
pasado, sin ir más lejos.
El escenario
parece obvio: Las fuerzas fácticas norteamericanas (de aparente raíz económica) reclaman una reorientación
de la política de Europa respecto de Rusia, para señalar claramente que el
único camino político-económico que debe seguir Europa es el de la prolongación
de la estrategia norteamericana en el mundo. Algo en lo que podemos estar de acuerdo.
Pero tal vez no estemos de acuerdo en el reiterado recurso a la fuerza al que tan
propicio es el republicanismo Norteamericano para resolver conflictos - probablemente porque siempre que genera un conflicto a Europa o
participa de él como salvador, sale mucho más reforzado como potencia económica. Y ese parece ser el verdadero sentido e interés de extremar su
acción política en militar - ya sea en Europa como en Japón en el pasado, a
quien también declaró una guerra comercial olvidándose de los principios del libre
comercio que son pieza fundamental de la seguridad que otorga la NATO. Y con
esto no digo que el modelo norteamericano para Europa no sea el acertado, sino
que siempre hay quien quiere ir más allá
aprovechando las circunstancias; y esos suelen ser siempre los halcones de derechas de
EEUU. De ahí que quepa reseñar la importancia que los resultados de las próximas elecciones presidenciales de USA tienen para la resolución pacífica de los conflictos internacionales, entre los cuales se encuentra ahora el ucraniano.
El papel de
España en esta situación que se avecina - de
no mediar extrema inteligencia propia y del resto de los gobiernos europeos -
es, de seguir esos hipotéticos deseos de los halcones republicanos (que parecen rescatar de sus archivos el Manual por fases, aprendido de los últimos conflictos europeos), de generar un
problema de tal envergadura que quedemos "out", y por lo tanto neutrales, en medio del conflicto a resolver. Algo que parece confirmarse si observamos la cantidad de frentes que se le
avecinan a España para este final de año (gestionar Podemos, gestionar
Catalunya, gestionar Euskadi... salir de la crisis...), y todo ello, casi todo
ello, en manos de Mariano Rajoy - esto merece un tercer
artículo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario