Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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martes, 22 de enero de 2019

El dinero: ¿La única causa o consecuencia?

       

Sin poner en entre dicho - como suele ocurrir cuando se buscan soluciones radicales a los males de la humanidad - la necesidad de la existencia del dinero y de la estructura económica que desde él se ha ido construyendo desde hace siglos, hasta llegar a la actual concepción de una interrelación de tal magnitud que hace posible la globalización, desarrollaré una visión, en la siguiente reflexión, que tiene como objetivo poner a disposición de quien lo desee, una percepción que pretende señalar un rasgo que pudiera, tal vez, incluirse como cierto en la situación actual que vivimos en el mundo – en especial en Europa y EEUU – y que pudiera servir para asentar la propia de cada cual, o ponerla aprueba, o completarla o matizarla, sobre de lo que nos acontece, y de un conjunto de motivos por los cuales se están dando el marco actual político, y que pudieran ser útiles poner sobre la mesa con la finalidad de poder afrontar esta situación crítica con mayores garantías de las que tuvimos en el pasado para enfrentar situaciones parecidas y que desembocaron en dos guerras mundiales.

El punto de partida, como todo punto de partida, se basa en una tesis (o hipótesis) sencilla, pero estructurada sobre un punto de partida que pudiera parecer arbitrario (a ojos de unos u otros) o incompleto (a ojos de otros que quieran ser más detallistas y desearan incorporar otras cuestiones que para ellos resultaran esenciales); y sin embargo creo que no es necesario profundizar en exceso, pues lo que busco es exponer reflexiones que se han ido suscitando en el devenir de las noticas que han estado al alcance de cualquiera; por lo que lo que expreso se pudiera tomar, incluso, como supuesto simbólico, pero que precisa de un referente común – como pueden ser los acontecimientos que se están dando en este momento en España – que permitieran ser referente aceptable para identificarse con esta hipótesis y extrapolarla a Europa y al devenir de la situación internacional que ahora vivimos y que nos hace entrever una situación muy compleja para el inmediato futuro. Situación compleja avalada por las estadísticas de los economistas (como el español que difundió, con acierto, su “profecía” de que se avecinaba una gran crisis y sus hipótesis al respecto).

Pensemos que la exposición es un guión para una película cinematográfica.

Supongamos una línea argumentaría, punto de partida:

Una lista de poseedores de dinero negro en Suiza da lugar a generar una investigación de la procedencia del mismo en cada nación, en cada Estado, desvelando o confirmando las sospechas de que existe, una especie de saqueo de Naciones y Estados que hay que abordar, al menos, desde el punto de vista de las Haciendas públicas; pues esos dineros no pagaron sus impuestos en origen y se consideran dinero negro. Tal vez haya que pensar que ese dinero no sólo proviene de actividades económicas propias de entramados políticos, como parece querer orientarse en la actualidad (sino también desde familias poderosas, sino tal vez también hubiera que contemplarse que provinieran de otras actividades ilegales como prostitución, juego, sustancias narcóticas, ….). Sólo la aparición de semejante lista en el mundo del periodismo internacional – que siempre estuviera detrás de la sospecha de intereses económicos que dan origen a la corrupción política y a crímenes - bastaría para inducir a comprender la gravedad de la aparición a la luz de semejante documento, pues las personas que se pudieran hallar reflejadas en él pudieran llevar no sólo a desvelar los intereses particulares de esas propias personas, sino a poder desvelar las conexiones de las tramas económicas internacionales, sus puntos en común y sus interrelaciones; lo que da lugar a tener que enfrentar, desde los Estados, las Naciones, la UE y los propios EEUU, quien sabe si también en Rusia y China,  a los personajes más poderosos de la Tierra y a las estructuras económicas y políticas que hubieran creado, o con las que se interrelacionan, con el fin de pedirles una cosa tan sencilla como que: Declaren sus dineros a Hacienda, es decir, que muéstrenos sus libros contables

Supongamos otra línea argumentaría que se cruza o complementa; otro punto de partida, pero en España:

Un partido político nacionalista no puede contener, ni defender, la evidencia de que su financiación, durante muchos años, estuvo estructurada en “mordidas”, acabe siendo motivo de debate en los medios de comunicación y que, al menos, una familia significativa, políticamente, estuvo involucrada en ello y con ello se enriqueció. Otro partido, de la misma naturaleza nacionalista pero de izquierdas, en el mismo ámbito, considera que es el momento de solucionar la crisis señalando un órdago mayor: Volverse todos Independentistas, y con ello desviar la atención del problema esencial: la corrupción – tal vez porque consideren que la corrupción es una cuestión inherente a la condición humana y siempre estará presente.

Supongamos otra línea argumentaria:

El Estado del bienestar también se halla comprometido por prácticas de corrupción económico/políticas y, con ello, se ha puesto en duda la lealtad de parte de la representación política y económica a los valores que dicen sostener y que se reflejaran en la Constitución de ese Estado; y aunque se generen rectificaciones en ese sentido, la crisis económica ha llevado acierto descrédito avivando a populismos radicales.

Supongamos otra línea argumentaria:

La UE, en su proyecto hacia la configuración de unos Estados Unidos Europeos, ha empezado a pedir transparencia económica a todas las naciones y Estados que la componen. Las empresas, las familias poderosas, las multinacionales…. Todos deben hacerse a la idea de considerar que ha de existir una Hacienda que regularía sus actividades económicas más allá de las fronteras de sus actuales Estados o Naciones. Ello implicaría que, de existir una red de intereses político/económicos, que les permitieran ciertas “licencias” de opacidad en razones de “interés general del país”, estas entrarían en posición de considerarse en entredicho e ilegales, de proseguir el proceso de mayor unificación de herramientas de control económico para llegar a esa meta de Estados Unidos de Europa.

Supongamos otra línea argumentaria:

EEUU y la UE tienen distintas concepciones políticas respecto a cómo gestionar la política internacional respecto de los conflictos que Europa tiene en las fronteras e inmediaciones de la UE. Mientras que la visión europea es ir resolviéndolos en el tiempo mediante acuerdos políticos y económicos, los países anglosajones consideran que es necesario moverse por impulsos claros y determinantes – si es preciso empleando la fuerza violenta y la guerra puntual para allanar el camino hacia una visión Democrática. El problema, se escenifica claramente en Ukrania, donde las dos pulsaciones occidentales (UK/Alemania) pugnan por asentar sus criterios y se acaba imponiendo la postura Alemana de buscar un equilibrio de paz (pese a los golpistas ucranianos que dicen defender la democracia y que lanzaron el mensaje de que era necesaria una guerra mundial para defenderles; tal vez lo consigan).

Otra línea argumentaría:

El siempre permanente antagonismo entre UK y Alemania dentro de la UE se resolviera en un primer momento aceptando que UK no adquiriera el Euro como moneda y mantuviera su estructura económica, hasta cierto punto, al margen de la UE, en espera de la evolución de la propia UE y UK para encontrar puntos de acuerdo que permitieran esa unión económica real y, entre tanto, proseguir por la línea de acuerdos y proyectos comunes siendo la UK socio de pleno derecho en los órganos de representación de la UE.



Otra línea argumentaría:

Los EEUU ven que el desarrollo pacífico de la UE fomenta una visión de la Globalización por medios pacíficos en base al uso adecuado de la política y la economía para fomentar ese fin de la necesidad de utilizar instrumentos No Violentos para conseguir objetivos económicos y políticos que hacen posible una paz próspera en Europa, pero a costa de de la visión esencial anglosajona (basada en la intimidación y la conveniente administración de violencia en el momento oportuno) y que da lugar al avance y prosperidad de China y de la UE a costa de de la pérdida de poder e influencia económica y política de los EEUU.

Otra línea argumentaría:

Los impagos hipotecarios en EEUU dan lugar a la confección de productos bancarios tóxicos que cruzan el atlántico produciendo una crisis de grandes dimensiones que ponen a prueba el sistema bancario de los países de la UE, a la vez que el capital se va a lugares menos exigentes en materias sociales, medioambientales y tecnológicas (parece emigrar al entorno asiático, el otro flaco de EEUU, donde se está más cerca del que parece ser el verdadero rival de la visión de EEUU: China).

Otra línea argumentaría:

Las políticas de la UE llevarían a ver en Rusia una oportunidad para atraerla a la visión de la UE de proyectar políticas económicas y políticas de paz y prosperidad. Pero ello amenazaría la visión americana de prevalecer como potencia política y económica en el mundo occidental. La visión anglosajona pudiera estar más cercana a que Rusia es el espacio a “incorporar” a su visión política (divergente de la UE) con el fin de asediar a China por todos los flancos y convertirla, plenamente, a una economía con los valores anglosajones.   La solución para frenar la prosperidad de esa visión de la UE fue crear el conflicto en Ucrania.

Una posibilidad de desarrollo de la trama:

Frenado el impulso de la UE (en el plano político y económico: Conflicto latente en Ucrania, esperando a ser reactivado, y huída de capitales y financiación, a tenor de la crisis, al otro extremo del mundo), el objetivo es desmontarla. ¿Resulta viable que se pretenda que las riquezas de las grandes fortunas familiares e internacionales que dirigen el devenir del mundo queden expuestas a la fiscalización de los países y los Estados (eso sería, por el momento, una forma, o pseudo forma, de socialismo o comunismo inaceptable)? Ya anticipaba Javier Solana, como Secretario saliente de la OTAN, en 2010 en Siglo XXI, que China había demostrado ser la forma más eficaz de gestión económica, dando por finalizada (implícitamente) la competencia (según su exposición) y la rivalidad (llevada al extremo de los conflictos y la guerra) entre el modelo comunista y capitalista.

Otra línea de argumentación (esta vez filosófica).

En el caso de que los parámetros de Javier Solana fueran ciertos (y su ascenso al mando de la OTAN  - órgano concebido por la ONU como instrumento internacional para la protección de la Democracia Liberal y el Libre comercio - fuera el devenir de un pacifista que accede al máximo órgano de seguridad militar en Defensa del modelo de democracia Liberal) la pregunta es sencilla: ¿Por qué no adoptarla? y la respuesta parece ser clara: Es una dictadura que no respeta los principios liberales que protegen a las libertades de las personas (libre pensamiento, acceso al conocimiento en libertad, libertad de creencias…). Entonces ¿porqué no adoptar el modelo Europeo? Tal vez porque el modelo europeo se sostiene desde la visión y resolución de los problemas por medios pacíficos y políticos y ello implica una profundización en lo que es la Democracia y lo que es la propia esencia de la condición Humana: El Ser Humano.

Lo que tuviera en común la Democracia Liberal en occidente, cuando está orientada bajo las premisas anglosajonas y la Democracia Popular China es la aceptación del marco de la violencia, y de la misma violencia, para resolución de conflictos (cuestión que la UE parece poner en entre dicho; pues parece considerar que la violencia no es el camino idóneo para establecer la paz, sino que la paz misma – y desarrollarla medios democráticos No violentos para preservarla - es el camino de la verdadera paz). 

Otra línea argumental:

¿Cómo preservar la paz? ¿Es posible ello o es una Utopía inalcanzable?

Habría que suponer, en primer lugar, que existieran principios filosóficos, que en este sentido, albergaran tesis opuestas; pues el devenir de la Humanidad en su liderazgo occidental, se apoya en la experiencia política y cultural de griegos y romanos, y ambas culturas tuvieron que gestionar situaciones similares en un marco político donde existía el debate político y las posiciones filosóficas en que estos debates se basaban; y de hecho existen, de alguna manera, enunciados sobre la condición humana que aseguran que la paz perpetua es tan difícil de alcanzar, que resulta imposible.

La primera tesis que tengo en cuenta, al respecto, es la que afirma que el Ser Humano alberga una especie de violencia arraigada en sí mismo. Ello justificaría, por sí solo, la existencia de la Guerra como expresión de la existencia de esa violencia que anida, aunque sea en forma de germen, en la condición Humana y que tal vez tuviera la función de ser utilizada para proteger, en principio, la propia vida (en tal caso, al ser consciente, cada Ser Humano que su vida depende en primera instancia, de preservar su ser corpóreo de manera íntegra, se podría concebir que existe, o existirá, una respuesta innata proporcionada, de magnitud similar, y de tal naturaleza, que pudiera ser también violenta, destinada a preservar su propia integridad corpórea); sin embargo, por medio de la evolución de la sociedad dentro de una cultura que fomenta la convivencia interna de los grupos (de los clanes, comunidades, e incluso, naciones) por medio de habilitar procedimientos de resolución de conflictos por medios No Violentos, se acabara canalizando hacia otras formas de manifestarse esa defensa por medios menos violentos  y más aceptables que las agresiones físicas. En el devenir de la evolución de la sociedad, y en el desarrollo de la cultura, empezamos a concebir el derecho a preservar ya no sólo nuestro ser corpóreo, sino también, como parte integrante de nuestro Ser, todo lo que esté asociado con el desarrollo de nuestras capacidades para comprender mejor nuestro entorno y desarrollarnos como personas, y Seres Humanos, hasta alcanzar el pleno desarrollo de nuestras capacidades que nos proporcionarán un mejor bienestar en la función social que nos atribuya la sociedad a la que pertenecemos; y por ello también se desarrollan formas de defender, preservar y proteger ese derecho de protegernos frente a otro tipo de amenazas que podamos considerar que ponen en riesgo ese desarrollo personal que intuimos posible, y que nos lleva o llevará a nuestro bienestar; o simplemente defender nuestro equilibrio emocional que se sostiene en base a certezas – que podemos llegar a considerar verdades - sobre las que hemos construido nuestra vida emocional, social e intelectual – es decir, nuestras creencias, y que determinan nuestro proceder personal y social (y esas reacciones ya no se generarían para proteger nuestro propio cuerpo, sino otras cuestiones que pudieran tener que ver con nuestras libertades de pensamiento, nuestra integridad moral, o de imagen social y la que concebimos sobre nosotros mismos: nuestros principios, nuestros valores, nuestras concepciones… y que nos sirven, también, proteger a los seres que queremos, o a las personas en general, bajo un principio de solidaridad o de ética o vínculo emocional) y para esa defensa se constituyen leyes, al respecto, que manifiestan los derechos a la libertad de expresión y creencias.

Buscando eliminar la violencia física de nuestras sociedades existen leyes que consideran la violencia física un delito; y sin embargo, perdura la idea de que la violencia nos es útil (así se venía manifestando en el pasado no muy lejano, y aún en el presente desde el mundo anglosajón, en especial desde los EEUU y que se muestra constantemente en sus películas cinematográficas) pues cuando se consideraba que un niño tiene que hacer frente a la violencia de su propio ambiente escolar, o social, con sus propios medios, mediante una defensa, por medio de métodos de la misma naturaleza violenta aplicada sobre quien o quienes le agreden físicamente (sobre todo si se es niño; incluso se considera parte de su formación social aprender a ser “proporcional” en la respuesta violenta). Esa utilidad de aceptar que existe la violencia y que hay que enfrentarla, también, por medios también violentos, aunque proporcionados – según la visión anglosajona, que se me antoja condescendiente con la opinión pública en general - se sostendría bajo la idea de la utilidad de una capacidad (que anida en nuestro ser) que se debe asumir como individuo (para protegernos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos, o incluso para defender nuestros principios y valores) y que también debe asumir toda sociedad para proteger sus normas o leyes y cultura cuando estas pudieran verse en peligro por amenaza interna o exterior, dando lugar a la defensa de un espacio físico del territorio donde estamos asentados como sociedad y, en consecuencia, haciendo posible la idea de la defensa de un territorio y, por tanto, de concebir la integridad territorial de una Nación o Estado como un espacio físico a proteger, si fuera necesario, por medios violentos (y el uso de las armas, en último extremo, para protegerse de ambiciones territoriales de otras Naciones vecinas o sobre otros territorios de ultramar que hacen posible el desarrollo del comercio y la industria de esa Nación concreta; e incluso para preservar el orden y la paz internas dentro de la propia Nación o Estado, frente a revoluciones, motines, sublevaciones, sediciones o cualquier tipo de disturbio social que pusiera en peligro la paz social); y, por ello, los jóvenes, y los niños, debieran percibir que el derecho a la defensa violenta puede ser, en determinados momentos, un derecho legítimo, incluso a estimular en su entorno social (como se muestra constantemente en los films procedentes de EEUU); y más adelante llegará a recibir, por medio del servicio militar obligatorio, la instrucción técnica necesaria para usar armamento y ponerse al servicio de una estructura destinada al efecto de proyectar violencia mortal sobre el enemigo, con la finalidad de hacerle desistir de sus intenciones de perjudicar nuestra Nación; (es decir, mediante el ejercicio de la Guerra, tanto para protegerse de una agresión como para defender unos intereses ante otras naciones o en territorios lejanos. En el pasado se pudo concebir, de alguna manera, que este derecho a la guerra de las naciones debería de percibirse más restringido, por lo que se pudo habilitar el cambio de la denominación de Ministerios de Guerra, por Ministerios de Defensa, haciendo ver a la sociedad que el carácter  de cualquier conflicto, que su país desencadenara, carecía del propósito de ostentar una iniciativa beligerante, sino más bien pasiva respuesta inevitable; y por ello también se creó la Sociedad de Naciones con el fin de resolver los conflictos entre Naciones por medios pacíficos y No violentos).

Sin embargo, aunque percibamos que la violencia extrema (la que causa muerte o daño físico) debe excluirse como medio que se pueda poner en juego en las relaciones interpersonales (al menos así lo concebimos en Europa) pues nadie debiera considerar necesario usar de esas medios para conseguir un objetivo sobre otra persona, o sobre la comunidad o sobre el propio Estado, o Nación, al que pertenece, pues se han habilitado canales formales para resolver cualquier situación de conflicto personal o social (y para ese fin se han configurado leyes, estructura judicial, policía ciudadana, Servicios de Mediación) e incluso en la preservación y protección de nuestro Ser más corpóreo como sustento sobre el cuál asentar nuestro bienestar (como son los Servicios Sociales, Sanidad) y dentro de una sociedad que fomenta el establecimiento de relaciones interpersonales no violentas (por medio de la Educación, de la Cultura) y la protección del derecho al desarrollo integral de las potencialidades de las personas para que estas encuentren un rol en su sociedad que les permita desarrollar una función social con la cual sostenerse a sí mismas (la divulgación y acceso al Conocimiento y a la Formación Profesional – en sus distintos niveles por medio de Centros de Estudios y Universidades) y a participar del sostenimiento material de la propia sociedad a la que pertenecen (no sólo por medio del desarrollo del propio trabajo y rol social, sino contribuyendo económicamente por medio de impuestos) y participando en el devenir cotidiano y futuro de la propia sociedad (por medio de Sindicatos – en el entorno Laboral -,  Asociaciones Profesionales o de interés Social, Cultural o Económico –) e, incluso, participando en la estructura política representativa de la propia sociedad (destinada a gestionar y prever, proyectando las distintas visiones y anhelos de la sociedad).

Y sin embargo, aun existiendo toda esta gran estructura social destinada al Bienestar de la Sociedad, existen o subsiste, aún, formas de manifestarse la violencia de manera más o menos sutil, de manera más o menos cotidianas y producto, probablemente, entre otras razones que pudieran resultar más evidentes (derivadas de la carencia de una socialización adecuada: desestructuración familiar, violencia intrafamiliar… también las surgidas de los prejuicios que subsisten o se fomentan en ocasiones de naturaleza social) otras de naturaleza más personal y vinculadas, en última instancia, con el sentido de la vida en el Ser Humano y el papel que nos toca o nos pudiera tocar desarrollar en la sociedad a la que pertenecemos o hemos pertenecido. Esta cuestión es transversal, pues la insatisfacción puede alcanzar a todos, con independencia del papel social desarrollado (pues en el desarrollo de la sociedad se articula por medio de la competitividad, y en ese estar permanentemente compitiendo – desde la juventud, durante el desarrollo de la vida laboral o de la función social que se desarrolla – difícilmente se tiene tiempo para pensar en otra cosa que no sea estar en permanente competición para no perder el “oremus” de las oportunidades que se presenten y a las que podamos acceder para mejorar nuestras vidas; pero en llegando al fin de la carrera profesional – se haya sido pieza sencilla o rey, la frase bíblica lapidaria aparece, tarde o temprano, para todos: Todo es vanidad, quedando sólo para nuestro ser esa idea de esfuerzo permanente y casi inútil con nuestro entorno en el cual ya no se sabe si hemos o no aportado algo que realmente hubiera sido útil y provechoso para a nuestra comunidad, pero que a la postre nos ha permitido vivir en sociedad y sostenernos a nosotros mismos y a los nuestros. 

También se puede concebir que otros renuncia a esa idea de competitividad cuando perciben – de manera más o menos intuitiva, acertada o desacertadamente - que el proceso de jerarquización y promoción en la sociedad (que se inicia en la educación y prosigue en el desarrollo profesional) no ha seguido las reglas que concebíamos como justas (- en un proceso de igualdad de oportunidades y que debieran estar sujetas – en última instancia – no sólo a la idea de capacidad, sino también de valores y virtudes… dando lugar a un posible razonamiento por el cual la idoneidad – que pudiera ser también un requisito para la promoción de las personas en sociedad – estuviera basada en razones, hasta cierto punto lo suficientemente arbitrarias y singulares – a juicio de cada cual - como para trastocar todo procedimiento de promoción social -) generando un malestar en cada individuo que le lleva a anidar y a conservar una cierta situación de violencia interna (frustración) que también vendría a justificar y reforzar la idea filosófica de que el Ser Humano conserva adherida la violencia a su condición de Ser Humano.

Sin embargo se persiste, como único camino aprendido, a tener que perseverar, en esa especie de lucha (que se orienta socialmente como competitividad) en la de prevalecer en nuestra razones – concebidas como Valores e incluso Virtudes – frente a todo tipo de adversidades que se nos presentan a todos – en la multitud de obstáculos que representa la vida para cada cual; y aunque se haya pretendido renunciar a esa idea de competitividad que todo lo inunda; pues, tarde o temprano, encontraremos un obstáculo, de cualquier naturaleza en nuestra vida profesional, o en nuestro devenir social, que nos movilice a resolverlo, rememorando esa frase que, de alguna manera se estableció en la sociedad y que transmiten las familias: “Has de Defenderte”; implicando y recordando que esa condición de defensa implica, en alguna medida, admitir que comporta una respuesta a una “especie” de “agresión inesperada” que no se sabe si su origen ha sido generada por nosotros mismos, por nuestras circunstancias, por nuestra manera de pensar, por nuestro proceder, por nuestra ignorancia, por descuido o simplemente por azar circunstancial o por haberle caído mal o ser concebido como peligro para un proyecto político determinado, o haber sido mal percibido por alguien que es capaz, de por sí mismo, o usando a otros, de generarte un posible mal o perjuicio del que te has de defender para que no te perjudique, o intentando que el perjuicio sea el menor posible, o sobre-llevable; pero que a la postre exige prepararse para una posible agresión y poner los mecanismo de defensa para ello (y a este fin existen toda la estructura social, señalada (que se sostienen desde las visiones religiosas, políticas, empresariales, incluso tal vez de la visión del ejército… y en definitiva de cualquier organización de quien se pudiera concebir apoyo y respaldo para resolver una cuestión dada – como simplemente acudir a la estructura jurídica y formal de Estado o jugar a todas las bazas a la vez – si se considera que se portan sólidas razones sostenidas en Valores y Virtudes transversales) para poder resolver pacíficamente estos conflictos, y que actuarán, si lo consideran oportuno, muy probablemente, buscando una solución pacífica – pero también irá evaluando las maneras, las formas, las razones, las exposiciones de argumentos, las posibles causas últimas o primeras de los conflictos expuestos y si son latentes o puntuales, si dejan cicatrices o heridas que coser, o son producto de prejuicios políticos o sociales, o de estigmatizaciones sociales o que portan las familias de manera más o menos merecidas o inmerecidas, y las consecuencias de todo ello en el tiempo y en  los individuos, y si para ello existen soluciones; y en todo el proceso se puede llegar a evaluar a familias y a sus componentes en sus carencias pero también en los Valores y Virtudes que sostienen o se hallan en potencia y cómo entran en juego en los conflictos, determinando, tal vez, desde ahí, considerarles la oportunidad para una función social determinada en razón de sus capacidades y formación adquirida. Y, en todo ello, el Estado juega también su papel incorporando en leyes y normas, de la manera que mejor se concibe (a tenor de la experiencia social de los problemas y conflictos que les llegan a las estructuras señaladas, por medio de las quejas o peticiones de ayuda ante los conflictos y la gestión señalada de los mismos) para generar y asentar una estructura sólida y neutral que atienda todas estas contingencias y situaciones sociales que pudieran generar malestar social, pero que precisan de recursos – propiciados por la prosperidad y estabilidad económica - para ser sostenida con eficacia y eficiencia.

Pero todo este sistema se puede venir abajo con una crisis económica y social de gran magnitud como en la que ahora vivimos.

 Por los argumentos, expuestos como trama de un guión de cine - que he relatado como recurso previamente - la condición humana está, probablemente, detrás de todo ello, pues todos, a la definitiva, al ser, en última instancia, Seres Humanos y al precisar de un soporte material sobre el cual alzar nuestras capacidades y poderlas proyectar en la sociedad – seamos o no pieza pequeña o grande de este tablero de ajedrez que es nuestro Estado, nuestro país, o nuestra Nación (como queramos llamarla o definirla) - y siendo que la “partida” en la que se dilucida los “motivos reales” sobre la cual se ha generado esta crisis, se juega más allá de nuestras fronteras de Estado (pero también en nuestro Estado), al estar inmersos en una Unión Europea y dependientes de las políticas presupuestarias y sociales que de ella emanan, y de las que participamos también, pues participamos en su confección y su devenir; y de la visión que otros Estados, más poderosos económicamente y militarmente que nosotros (estén dentro o fuera de los límites que conforman la UE), pudieran desear corregir nuestro trayecto como UE y, en consecuencia, a nuestra propia España, debemos hacer el esfuerzo de establecer una hipótesis, lo más realista posible y aceptablemente adversa, que explique o nos aproxime a una explicación razonable de los parámetros que se hallan en juego, en este momento, que pudieran mostrar con la mejor claridad posible la situación político/social que estamos viviendo, particularmente en España; y que, de dar o aproximarnos razonablemente a la esencia de esas causas, daría explicación también a las que están aconteciendo en otros países de nuestro entorno; haciendo posible una solución, bajo el principio - conocido en España como refrán - de que un problema bien planteado es un problema resuelto, o en vías de solución. Ahora diríamos, desde posiciones menos beligerantes,  gestionar la violencia, e incluso, de manera mejor percibida, una verdadera gestión que canalice la frustración para evitar que se manifieste en forma de Violencia, que es y será el objetivo permanente de cualquier Estado que considere, como principio, que la violencia es una respuesta a desterrar y no un instrumento o herramienta más a su disposición, de naturaleza equiparable a cualquier otro medio “pacífico” para conseguir un fin determinado. Partimos de la idea de que la el camino de la No Violencia es el camino de la Paz, y no separándose de la No Violencia estaremos siempre en el entorno de la Paz, y tal vez lleguemos a la Paz misma en cualquier situación o escenario.

Hipótesis del motivo del conflicto:

La condición humana se muestra en varias vertientes y parece canalizarse, esa misma condición humana, esencialmente a través del dinero y el control del flujo de este recurso económico hacia proyectos político/sociales - en consideración de si está bien orientado o no y de si produce o genera, no solo bienes materiales que precisa la sociedad, sino también si potencia valores y virtudes acordes con los que son concebidos como idóneos por aquellos que son capaces de controlar estos flujos de dinero. Ello lo podemos vislumbrar como forma de proceder en cualquier actividad humana en la que nos pongamos a considerar. Una empresa económica prosperará en función de si el bien que se produce tiene o no aceptación en el mercado y demanda, pero también se está atento a las consecuencias colaterales del uso de ese bien. En la esfera de los Estados también existen actividades apoyadas o subvencionadas por los Estados que tienen como objetivo procurar un bien (ya sea económico o cultural o social) y también se estará atento a que ese bien, si en especial es cultural, porte los valores deseados como buenos para la sociedad. De manera análoga podríamos concebir que un Estado recibe flujo económico en la medida en que sostiene valores que se consideran buenos para el propio desarrollo económico, como pueden ser: Seguridad jurídica, paz social (e instrumentos eficaces para preservarla) estructura adecuada de suministro de energía, red de comunicaciones eficiente, posición estratégica para obtener una demanda del mercado y salarios e impuestos que le permitan un beneficio razonable. Y todo ello dando lugar a una organización del propio Estado que da lugar a un Bienestar de la Sociedad que permita prever una estabilidad permanente para desarrollar los objetivos empresariales. El planteamiento parece sencillo.
Sin embargo el dinero puede acabar marchándose, en este mundo globalizado, a otros territorios lejanos por motivos de naturaleza puramente contable (de rentabilidad), o al menos ese fuera el argumento esgrimido en principio; y sin embargo no es suficiente argumento si consideráramos que quienes poseen el dinero son capaces de concebir una “inversión” (es decir, realizar un gasto profundo y prolongado, en contra de la idea general de que el objetivo siempre sea percibir exclusivamente beneficios) con la finalidad de generar un entorno de habitabilidad, técnico, social, de formación o de capacitación… que se convertirán en recursos de los cuales disponer con la finalidad de conseguir no sólo beneficios, que es su objetivo esencial, sino bienestar y Valores en las sociedades.  
De alguna manera se podría llegar a afirmar que el dinero se va no sólo en razones basadas en argumentos meramente de rentabilidad económica, sino que también habría que contemplar la posibilidad de que entre sus argumentos se hallaran que existe una visible “desviación” de algunos de los fines esenciales para seguir “invirtiendo”, en este caso, en el proyecto europeo. Por ello cabría analizar las posibles causas de esa desviación, y si aun siendo real, es espontánea, o premeditada, o estimulada con el fin de abortar, concretamente, el proyecto de la UE y sus políticas No violentas. 
Existe la idea generalizada de que en realidad existe un sustrato, en el Ser Humano, que le lleva a maximizar las oportunidades que se le presentan para mejorar su bienestar personal, convirtiéndose este sustrato en prioridad y dando lugar, en el caso que hemos visto en España, a la corrupción. Sin embargo, existe un factor de control, de esa actitud, para el que no se requiere la interpretación de las leyes y normas como factor coercitivo – ello ocurre cuando se observan las normas y leyes como guía y camino correcto, pues al seguir las normas y leyes, y pegándonos a ellas gestionamos obstáculos y adversidades dentro de un marco limitado por la Constitución (y los Valores que porta) y adquirimos u observamos la eficacia de los valores y virtudes que portan y nos granjean. Sin embargo ello no sucede cuando se observan, meramente, como instrumentos coercitivos a esquivar.
En este sentido cabría recordar los tipos de escándalos que se han producido por evadir las normas que nos hemos dado, no solo en España sino también en la UE (allí en la industria del automóvil; que resulta suficiente adversidad como para comprometer la confianza y la credibilidad de las “inversiones” económicas que se desearan realizar; pero si nos trasladamos a España vemos todos los engaños generados en el entorno de ayudas europeas y el desánimo que ello debe de causar en cualquier “inversor” que apueste por el proyecto europeo). Tal vez los podamos considerar como parte de un sistema económico sobre el cual siempre se ha de estar vigilante, y por lo tanto siempre se ha de porfiar en perseguir e insistir en redirigir prácticas de esta naturaleza que ponen en peligro la confianza en la buena fe de gestores y personas. 
Sin embargo creo que hay que profundizar aún más para comprender un rasgo de naturaleza más básica de las divergencias de visiones que hacen posible una desconfianza sobre el proyecto de la UE, y que se están materializando con el Brexit y la llegada del Presidente Trump a EEUU; y que se basarían en las diferentes percepciones que se sostienen desde la UE y desde el mundo anglosajón sobre cómo proceder para que la Democracia Liberal progrese en toda Europa respetando cuestiones tan básicas como el Medio Ambiente, los Derechos Civiles y la solución de conflictos por medios No Violentos. Y en ello parece que manifiestan divergencias esenciales, pues el manejo de la Violencia o la No violencia pudieran ser cuestiones esenciales en estas divergencias; y más esenciales que otras de naturaleza económica o ambientales o de Derechos Civiles que también se están poniendo en cuestión en estos momentos y que son cuestiones de Derecho consecuentes y emanantes de la gestión de conflictos por medios No Violentos; y por tanto, la primera premisa esencial que se pone a prueba sería la No Violencia, y que en algún punto pudiera fallar; y si fallara daría la razón a quienes sostienen que la violencia existe en el sustrato del Ser Humano y, en consecuencia, si el proyecto de la UE renuncia a ir eliminar formas de violencia en algún aspecto de su sociedad, de alguna manera afirma que la violencia es necesaria, por lo cual el proyecto de EU, tal y como ahora se concibe, no precisaría de más impulso para verificar su fracaso, debiendo ser sumisa, nuevamente, al modelo anglosajón para resolver conflictos internacionales, como el de Ucrania, que ha quedado latente. Y en esta concepción de No violencia, donde se avanzaba en terrenos por los que la economía debía de ser más transparente, donde los derechos civiles debían de ser transversales y comunes a todos los ciudadanos de la UE, y, en consecuencia, donde se producirían y transformaciones internas de las sociedades de los Estados integrantes que les pudieran llevar a tener que ser más transparentes en sus asuntos económicos, sociales y jurídicos… podría encontrarse las respuestas para entender el porqué del aparente ataque al proyecto europeo - concretado en la resurrección del Nacionalismo (que propondría en última instancia volver a la opacidad o impermeabilidad o discrecionalidad de los Estados en esas materias económicas, civiles o sociales - que se pretendían unificar en criterios por medio del proyecto de la UE – y por ello se apelara a recuperar la “identidad Nacional” como mejor forma y manera de preservar los prejuicios que precisan las naciones para percibirse como diferentes y recuperar el derecho a gestionar, internamente, y sin la transversalidad que propone la UE, cuestiones que parecían esenciales y asentadas como derechos para ponerlas en cuestión, al menos dentro de cada frontera.
El primer par de principios antagónicos que conozco, que afectan a las visiones políticas de la sociedad y que hacen posible los debates giran en torno a la idea de que lo que concebimos como bueno para la sociedad acabará llegando y formando parte de la sociedad; y lo que se opone a esta idea progresista sería una expresión que señala que todo ya está comprendido en la naturaleza humana, por lo que, de alguna manera, el futuro y su devenir de soluciones no será diferente a lo que ya fuera en el pasado. El primero encierra una idea y concepción dinámica y progresista, y el segundo un postulado encierra una visión conservadora, ambos rescatados del tiempo de los griegos, en los cuales parece que se percibía una idea conservadora en la gestión de la Humanidad y otra de progreso. El enunciado progresista propone que hay que ir a explorar terrenos que nos parecen desconocidos para en ellos encontrar un camino a un mejor bienestar social que el ya conocido; pues del camino conocido sabemos que porta “males” que los conservadores consideran inevitables y que forman parte inherente de la propia condición humana. Sin embargo, pese a la postura conservadora, cuando la fe, que también es un concepto inherente a la condición Humana, se proyecta con esperanza hacia el futuro tiende a allanar y resolver situaciones complejas presentes haciendo posible concebir que lo que pareciera imposible desde la perspectiva conservadora pueda ser realidad. Por ello creo, también, que quienes poseen grandes recursos económicos, con los que se puede cambiar el devenir de un país o un conjunto de países, están persuadidos y conciben que es cierta la premisa progresista y, sin embargo, tengo la impresión que solo realizarán los sueños progresistas si portan valores y virtudes que se extendieran sobre el resto de la población, haciendo posible una visión positiva de la sociedad y de su proyección hacia el futuro (Y ello, en alguna medida ha sido defraudado en países de la UE, donde la fe en los valores y en las virtudes para hacer posible el progreso social y político de los Estados – como España – era sustituida por la codicia y la maximización de las oportunidades que le han ido apareciendo a personas que tenía la responsabilidad de gestionar el propio Estado, trasladando al resto de la sociedad a una percepción de la misma naturaleza egoísta, donde las normas y las leyes se dejaron de ver como guías para perseverar en el camino correcto y acabaron percibiéndose como obstáculos al “anhelo” o la “legítima ambición” de cada cual. Esta situación podría ser una de las causas por las que el capital, que pudiera defender las tesis del progreso, pudiera percibir que el entorno social y las condiciones ideales para “invertir” sus recursos económicos estaba cambiando y excediendo los límites que permitieran concebir un resultado no sólo en el plano material, sino también en el plano de los Valores, y se marchara a buscar otros lugares más permeables a esa fe que pareciera defender, y se nos instalara ese otro capital que sostiene una visión tan especulativa y cortoplacista como la que sostuvieran aquellos, gestores, que vieron en su posición social una oportunidad para enriquecerse en vez de alinearse para servir).

Argumento trama: Destruir o desmontar lo que no va bien.

Supongamos que las tramas expuestas con anterioridad tuvieran algo de cierto – al menos fueran lo suficientemente ciertas como para conseguir que las persona que tienen gran influencia económica o política, que se ven amenazadas por una “fiscalización/investigación” de la naturaleza de sus fortunas a causa de la revelación de datos confidenciales de bancos suizos; o porque su capacidad de influir en el mundo occidental, política y económicamente, en el caso de EEUU y UK, se ve mermada; o porque en el caso de las Naciones o Estados integrantes de la UE, la propia acción de la UE, amenaza con hacer transparente o reorganizar en orden a otros intereses ya enunciado en sus normas o directivas y, con ello, perturbar o reorientar e incluso destruir, en algunos casos, el tejido de intereses económicos/políticos internos (presumiblemente opacos) que influye en las decisiones económicas y políticas de los propios gobiernos de los Estados que componen la UE. O que el devenir del sistema de protección de derechos a los ciudadanos de la UE llevara a contrariar y modificar las interpretaciones de las normas y leyes de cada Estado o Nación miembro interpreta, en última instancia, de manera “exagerada o extrema” con la finalidad de protegerse rápida y eficazmente de lo que percibe como amenaza de cualquier naturaleza (como pudiera ser en el caso del conflicto de Catalunya, donde la calificación jurídica de los hechos parece muy divergente en la UE).  Y que en tal devenir de adversidades que se van advirtiendo, se perciben contra una “costumbre”, ya asentada, de ostentar el poder (en base a la experiencia histórica que se ha conformado para resolver conflictos internos y externos, y las influencias internacionales en sus asuntos internos) y de concebir, una parte el poder económico, social y político en cada Nación o Estado (asentado desde hace cientos de años en algunos casos) como mejor modelo posible (dada las circunstancias que han ido deparando en la Historia, y configurándola, en cada una de esas Naciones o Estados) y, por ello, adquirido un “Derecho” que se concibe como propio, y con el derecho y deber de defenderse de un proyecto que va por un camino “unificador y homogenizador”, que representa el desarrollo del proyecto de la UE, percibiéndose, probablemente, que los pone en peligro, al poderse cuestionar o modificar sustancialmente – en razón de interpretarse las normas y Constituciones bajo parámetros de la UE y no de las propias Naciones o Estados integrantes. 
Todo ello, pudiera derivar, si lo sumamos, en un gran movimiento de resistencia que busca la oposición al nacimiento de unos Estados Unidos Europeos que estuvieran regidos bajo los parámetros que se iban configurando desde el Parlamento Europeo - bajo el impulso decidido de la visión No violenta. La visión pacifista es necesaria para estructurar la sociedad en razones No Violentas, y desde ahí tener una oportunidad de desarrollar el proyecto de UE ante los previsibles “cuestionamientos” del mundo anglosajón que viniera a sostener la tesis ya expresada, y por tanto, generando cualquier conflicto de manera más o menos artificial, poder apelar a la necesidad de guerra para imponer la paz. Mientras que la visión germana sería la de que una paz impuesta por medio de una guerra llevaría, tarde o temprano, a un nuevo conflicto y a perpetuar la idea del conflicto bélico como marco irrenunciable para el progreso y avance de la Democracia Liberal por el mundo. 
Fracasada la idea de generar un rápido conflicto en Ucrania, aparece la crisis económica, y con ella, se resucita la idea de un populismo que agita todos los elementos esenciales de la UE, poniendo a prueba el camino hacia esa Unión.


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