Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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martes, 25 de febrero de 2020

Coronavirus: Una visión conspirativa sólo aumenta la confusión

Al otro lado de la mesa de la terraza seguía manteniendo su idea de que el coronavirus era parte de una conspiración para que el temor, de vez en cuando, se extienda por la sociedad, y recordaba, apoyando su tesis, que ya la “gripe A” salió “rana” (con una ONU, por entonces, volcada en la conveniencia de prepararse para lo peor y recomendando acopio de medicamentos a los países para estar preparados ante lo que se consideraba una avalancha de contagios graves) considera que es un “negocio redondo del miedo” a escala mundial que cada cierto tiempo se intenta desarrollar; así que a su parecer esta nueva “gripe” se presenta al mundo con nuevos elementos para que la alarma y el miedo cuajen de verdad en unas sociedades que tienden, a veces, a descreerse los mensajes de alarma que les llegan desde arriba, por el simple hecho de llegar desde arriba y verificarse, tarde o temprano, que esos mensajes acaban teniendo puntos débiles al no estar corroborados por una verdadera alarma que sea proporcional al temor infundido; y que sin embargo siempre hay quienes hacen negocio de ello (además de distraer a la sociedad de sus problemas cotidianos). Abunda en su idea porque en amplios entornos sociales se muestra una preocupación creciente aun teniendo una formación universitaria que, paradójicamente según su opinión, les hace más permeable a cómo se está presentando el problema  los medios de comunicación occidentales, mejorando la permeabilidad de la sociedad a esos mensajes de temor al ir utilizando nuevos términos, que aunque ya conocidos por el mundo científico; en el argumento se muestra que ya no se llama gripe sino coronavirus (aunque la gripe sea un coronavirus) y los síntomas son similares y parecidos a los de la gripe, incluso se asegura por, el momento, que las formas de contagio (y consiguientemente las formas preventivas también son parecidas), la mortalidad (similar en sus índices también y casos de personas afectadas por vulnerabilidad) y, sin embargo, al sustituirse la idea “común” de lo que es una gripe por conceptos técnicos científicos más complejos en la información inicial, aumenta la percepción de peligro y se acentúa la idea de buscar medios de prevenirse ante este nuevo virus (sobre todo después de las imágenes provenientes de china: tanto aquellas que muestran a poblaciones encerradas en sus casas y ciudades – dándose ánimos desde las ventanas por las noches -, como la inicial de montar un macro hospital en pocas semanas). Además, existe una coincidencia de circunstancias más particulares y propias del régimen chino (como lo sería que la ciudad inicial del contagio poseyera unos laboratorios que investigan con este tipo de microorganismos en lo que se considera una herramienta para la guerra bacteriológica y ahora biológica) y un sistema político autoritario y poco permeable a la transparencia tal y cómo se concibe en occidente. No le falta ningún ingrediente a esta nueva forma de gripe para especular con ella en cualquier aspecto que se desee hacer y que favorece ideas conspirativas hasta como las de mantener una permanente atención de los ciudadanos sobre su evolución. El interlocutor, al otro lado de la mesa de “Coca-cola” que forma parte de la terraza del bar donde estamos desayunando,  se muestra cómodo con el argumento.
Concebir el coronavirus como una nueva forma de conspirar contra las sociedades me parece argumento exagerado. Pero sí que es cierto que la alarma parece excesiva, y medito sobre ello. En sí mismo es una nueva forma de gripe (cada año hay nuevas cepas diferentes y su impacto es similar en las poblaciones) siendo que se asegura que se desarrolla como gripe, con efectos de gripe y resultados finales de gripe, nos puede llevar a preguntarnos, tarde o temprano, qué finalidad tiene tanta expectativa al respecto y el porqué de los impactos en la economía y en las poblaciones. Así que las especulaciones de naturaleza política - siendo China el país que salió al rescate de Europa en la crisis y siendo que su economía sostiene a otras del mundo occidental (más ahora que EEUU tiende a replegarse sobre sí misma) y siendo a su vez China un objetivo a batir en el campo político y económico por ser considerada por los EEUU como rival – encuentran eco y campo abonado para cualquier teoría conspiratoria que sostenga algún tipo de argumento en este sentido.
Serán muchas las disciplinas que analizarán el desarrollo de esta enfermedad; no solo desde ambientes de medicina, sino otras muchas disciplinas entrarán a examinar desde las reacciones sociales (no solo en el punto “cero” donde se inicia; sino también cómo es contemplada desde la distancia y sus efectos sobre poblaciones distantes), movilidad internacional, efectos y actitudes en el mundo de la economía, efectos en la política internacional e incluso en las relaciones de fuerzas y liderazgos, movimientos xenófobos y/o solidarios, expresión en las redes sociales (existencia de falsas noticias accidentales o intencionadas), tratamiento informativo en los medios de comunicación… y comparación con otros episodios similares… pero sobre todo, al final, lo que se medirá es si el impacto de la enfermedad sobre la población, sobre la economía, sobre las libertades individuales, sobre el libre comercio, las relaciones internacionales y la relación de fuerzas y equilibrios internacionales …. y, en general, todos los efectos adversos que se pueden llegar a padecer, estaban, o no, en consonancia con la prevención y previa alarma generada (ello teniendo en cuenta que, por muchos medios que se ponga, ese tipo de gripe llegará con plenitud a Europa, y consiguientemente a España, como ya se señala en los ámbitos médicos internacionales; y consecuentemente si la respuesta que se dará será proporcionalmente objetiva al tipo de nueva gripe que procede de China o se acabará produciendo una  sobreactuación que acabará por tener que maquillarse o razonarse en función de una alarma desproporcionada previa).
También resulta llamativa la suspensión del evento de tecnología móvil en Barcelona, sobre todo después de conocer que otros eventos en Europa de similar magnitud no fueran suspendidos; pero el hecho de que la gran mayor parte de las innovaciones que se iban a presentar procedían de China (a diferencia de otros eventos) y del hecho de que los contactos y reuniones entre directivos son esenciales para intercambiar proyecto e ideas desde donde generar nuevas oportunidades de negocio resultaba, en sí mismo, suficiente argumento ante el ambiente de “prevención” ante este nuevo tipo de virus y la expectativa generada (e incluso cierta alarma que desde la ONU se generó, creo que posteriormente, por la interpretación de unas declaraciones que no recogieron el contexto de las mismas).
Estas razones pueden ser suficiente argumento para suspender el evento ante la posibilidad de contraer un tipo de gripe que (a pesar de ser considerada en términos epidemiológicos similar a otras gripes) se puede llegar a extender en gran magnitud antes de conocerla suficientemente bien (cómo muta, como toda gripe, y cómo evoluciona, y cómo combatirla, aunque no se reduzca su tasa de mortalidad, como en cualquier otro tipo de gripe) antes de tener una terapéutica fiable que la haga previsible, y consecuentemente aceptable a la sociedad como una enfermedad más que nos acompañará en el futuro y con la que hay que convivir inevitablemente. Y, sin embargo, tampoco esta decisión de suspender ese evento de gran impacto económico en Barcelona responde, plenamente, a dicha precaución; o así parece manifestarse cuando, en medio de la pugna política en nuestro propio suelo, respecto de Catalunya, aparecían voces en la prensa que señalaban la posibilidad de que el evento se trasladara a Madrid en próximas convocatorias, recordándose las posiciones políticas que se han venido manteniendo en esa periferia respecto a dicho evento en particular (o sobre el impacto negativo del turismo en Catalunya o particularmente en Barcelona, yendo a contracorriente de pilares esenciales que vienen a mantener nuestra economía); sostenido por líderes políticos que recogieron el malestar (o slogans de entornos sociales o políticos más radicalizados) con el fin de asegurarse una mayor representación social en sus candidaturas y con ello un mayor número de votos; ahora ostentan cargos públicos de relevancia y, en consecuencia, los parámetros económicos, que son esenciales para sostener, desarrollar o implantar proyectos de bienestar social, adquieren tal relevancia en la gestión política del día a día que se ven avocados, esos mismos lideres, a replantearse esa parte de las “visiones” y “argumentos” que esgrimieron para poder llegar al poder. Y sin embargo es común que esto suela ocurrir en política.
La política y la economía son globales y por ello vulnerables a la crítica política, y consecuentemente la gestión de este coronavirus, tal y como se ha presentado y ha saltado a los medios de comunicación es relevante y podría llevar a la tentación de obtener réditos políticos, lo que no ayudará a promover la racionalidad, de seguirse por este camino.  

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