Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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martes, 15 de septiembre de 2020

Londres y la Resolución de la Unión Europea sobre ideologías extremas la violencia y muerte que causaron en el siglo XX (una hipótesis sobre el permanente liderazgo de Londres en el Mundo Occidental)


Londres y la Resolución de la Unión Europea sobre ideologías extremas
  la violencia y muerte que causaron en el siglo XX 
(una hipótesis sobre el permanente  liderazgo de Londres en el Mundo Occidental)



La Resolución de 2019 de la Unión Europea - considerada esencial para el desarrollo de su modelo democrático mediante la cooperación y del desarrollo económico y social, basado en estrategias para la paz - ha sido, al parecer, ignorada en nuestro país (o al menos no parece haber tenido la relevancia que en otros países y ciudades de Europa sí ha tenido como apoyo popular y civil a una resolución que señala al Comunismo y al Fascismo como ideologías del “terror” y muerte en el siglo XX). Las secuelas “ideológicas” de la guerra civil, en España, y otras particularidades en países del Mediterráneo, siguen siendo motivo de profundas divergencias que en la actualidad marcan y siguen marcando - a veces excesivamente - el discurso político, parlamentario y la orientación de leyes que deberían permitir el avance social equilibrado hacia espacios de convergencia transversal (entre conservadores y progresistas) que propicien espacios de mayor libertad y tolerancia consensuada; convirtiéndose por el contrario, en ocasiones, en lo que más parecen “armas arrojadizas” que alientan la desconfianza y cierto desconcierto que alcanza a la sociedad (como si de un reproche constante y permanente se tratara, de “unos sobre otros”) corriendo el riesgo de resucitar polarizaciones pasadas y de triste recuerdo – y que es lo que la UE, con sus resoluciones, precisamente desearía superar en todo el continente europeo y en los países que conforman la Unión Europea, para hacer real y realista una política común – exterior e interior – destinada a reforzar el propio proyecto de reforzar la Democracia interna y promoverla también más allá de sus fronteras por medio del comercio, la diplomacia y el entendimiento político.

El pasado día 23 de agosto se celebraba el día del “lazo negro” promovido por la Unión Europea. El documento que señala con claridad, entre otras cosas: El Parlamento Europeo “pide a todos los Estados miembros de la Unión que hagan una evaluación clara y basada en principios de los crímenes y los actos de agresión perpetrados por los regímenes comunistas” y “pide a todos los Estados miembros que conmemoren el 23 de agosto como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a escala tanto nacional como de la Unión”, además de señalar que en algunos Estados miembros siguen existiendo en espacios públicos (parques, plazas, calles, etc.), monumentos y lugares conmemorativos que ensalzan los regímenes comunistas.
La Resolución de 2019. Impulsa el uso del “Lazo Negro” como un símbolo inequívoco de luto y cabe preguntarse el porqué en España (y en el área mediterránea, incluida Italia, posiblemente Portugal y Grecia, tal vez también parte de Francia) se pudieran estar construyendo argumentos o apelando a circunstancias particulares (donde estas ideologías se mostraron perniciosas en el pasado) con el objetivo de ignorar – u objetar - la transcendencia y alcance de los documentos aprobados en la Unión Europea (el primero en 2006 y el último en la relativamente reciente resolución aprobada el 19 de septiembre de 2019 en Estrasburgo titulado: Importancia de la Memoria Histórica europea para el futuro de Europa de ellos con 535 votos a favor, 66 en contra y 52 abstenciones) y que en su conjunto de documentos y resoluciones equipara, documentadamente, la violencia y criminalidad nazi y comunista, y se concretaba el Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo.  Muchos de sus puntos resultan inequívocamente claros y expresos, extendiendo su formulación más allá del nazismo, para abarcar el fascismo en su totalidad, y al igual, más allá del comunismo de Stalin,  pidiendo  una cultura común de memoria histórica que rechace los crímenes de los regímenes fascistas y estalinistas, y de otros regímenes totalitarios y autoritarios del pasado, como medio para fomentar, en particular entre las generaciones más jóvenes, la resiliencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia.

La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad. Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos (Instituto Español de Resiliencia).

5.  Pide a todos los Estados miembros de la Unión que hagan una evaluación clara y basada en principios de los crímenes y los actos de agresión perpetrados por los regímenes comunistas totalitarios y el régimen nazi;
6.  Condena toda manifestación y propagación de ideologías totalitarias, como el nazismo y el estalinismo, en la Unión;
7.  Condena el revisionismo histórico y la glorificación de los colaboradores nazis en algunos Estados miembros de la Unión; expresa su gran preocupación ante la creciente aceptación de ideologías radicales y la regresión al fascismo, el racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia en la Unión Europea; manifiesta su inquietud ante los casos que se han denunciado, en algunos Estados miembros, de colusión entre, por un lado, líderes políticos, partidos políticos y fuerzas de seguridad y, por otro, movimientos radicales, racistas y xenófobos de distintas denominaciones políticas; pide a los Estados miembros que condenen estos actos de la forma más enérgica posible, ya que menoscaban los valores de paz, libertad y democracia de la Unión;
8.  Pide a todos los Estados miembros que conmemoren el 23 de agosto como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a escala tanto nacional como de la Unión, y que sensibilicen a la nueva generación con respecto a estas cuestiones incluyendo la historia y el análisis de las consecuencias de los regímenes totalitarios en los planes de estudios y los libros de texto de todas las escuelas de la Unión; pide a los Estados miembros que apoyen la documentación del turbulento pasado de Europa, por ejemplo mediante la traducción de los procedimientos de los juicios de Núremberg a todas las lenguas de la Unión;
9.  Pide a los Estados miembros que condenen y contrarresten todas las formas de negación del Holocausto, incluidas la trivialización y la minimización de los crímenes cometidos por los nazis y sus colaboradores, y que eviten su banalización en el discurso político y en los medios de comunicación;
10.  Pide una cultura común de memoria histórica que rechace los crímenes de los regímenes fascistas y estalinistas, y de otros regímenes totalitarios y autoritarios del pasado, como medio para fomentar, en particular entre las generaciones más jóvenes, la resiliencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia; anima a los Estados miembros a promover, a través de la cultura en general, la educación relativa a la diversidad de nuestra sociedad y nuestra historia común, incluida la enseñanza de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, como el Holocausto, y la deshumanización sistemática de sus víctimas durante años;
11.  Pide, además, que el 25 de mayo (aniversario de la ejecución del capitán Witold Pilecki, héroe de Auschwitz) sea declarado Día internacional de los héroes de la lucha contra el totalitarismo, que será una muestra de respeto y un homenaje hacia todos aquellos que, al luchar contra la tiranía, demostraron su heroísmo y su sincero amor por la humanidad, y también ofrecerá a las generaciones futuras un claro ejemplo de la actitud que se debe asumir ante la amenaza de esclavización totalitaria;
12.  Pide a la Comisión que preste apoyo efectivo a los proyectos que promueven la memoria histórica y el recuerdo en los Estados miembros y a las actividades de la Plataforma de la Memoria y la Conciencia Europeas, y que asigne recursos financieros suficientes en el marco del programa Europa para los Ciudadanos, con el fin de apoyar la conmemoración y el recuerdo de las víctimas del totalitarismo, tal y como se establece en la posición del Parlamento sobre el programa Derechos y Valores 2021-2027;
13.  Declara que la integración europea como modelo de paz y reconciliación ha sido una opción libre de los pueblos de Europa para comprometerse en favor de un futuro compartido y que la Unión Europea tiene la responsabilidad especial de promover y proteger la democracia, el respeto de los derechos humanos y el Estado de Derecho, no solo dentro sino también fuera de la Unión Europea;
14.  Señala que, a la luz de su adhesión a la Unión y a la OTAN, los países de Europa Central y Oriental no solo han regresado a la familia europea de países democráticos libres, sino que también han demostrado el éxito, con la ayuda de la Unión, de las reformas y el desarrollo socioeconómico; subraya, no obstante, que la posibilidad de adhesión debe seguir abierta a otros países europeos, como estipula el artículo 49 del TUE;
15.  Sostiene que Rusia sigue siendo la mayor víctima del totalitarismo comunista y que su evolución hacia un Estado democrático seguirá obstaculizada mientras el Gobierno, la élite política y la propaganda política continúen encubriendo los crímenes comunistas y ensalzando el régimen totalitario soviético; pide, por tanto, a la sociedad rusa que acepte su trágico pasado;
16.  Muestra su profunda preocupación por los esfuerzos de los actuales dirigentes rusos por distorsionar los hechos históricos y ocultar los crímenes perpetrados por el régimen totalitario soviético, esfuerzos que constituyen un peligroso elemento de la guerra de la información librada contra la Europa democrática con el objetivo de dividirla, y pide a la Comisión, por tanto, que luche firmemente contra ellos;
17.  Expresa su preocupación por el hecho de que se sigan usando símbolos de los regímenes totalitarios en la esfera pública y con fines comerciales, y recuerda que varios países europeos han prohibido el uso de símbolos nazis y comunistas;
18.  Señala que en algunos Estados miembros siguen existiendo en espacios públicos (parques, plazas, calles, etc.) monumentos y lugares conmemorativos que ensalzan los regímenes totalitarios, lo que facilita la distorsión de los hechos históricos sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y la propagación del sistema político totalitario;
19.  Condena el hecho de que las fuerzas políticas extremistas y xenófobas en Europa recurran cada vez más a la distorsión de los hechos históricos y utilicen símbolos y retóricas que evocan aspectos de la propaganda totalitaria, como el racismo, el antisemitismo y el odio hacia las minorías sexuales y de otro tipo;
20.  Insta a los Estados miembros a que garanticen el cumplimiento de las disposiciones de la Decisión Marco del Consejo, con el fin de hacer frente a las organizaciones que difunden discursos de incitación al odio y a la violencia en los espacios públicos y en línea, y que prohíban efectivamente los grupos neofascistas y neonazis y cualquier otra fundación o asociación que exalte y glorifique el nazismo y el fascismo o cualquier otra forma de totalitarismo, dentro del respeto del ordenamiento jurídico y la jurisdicción nacionales;
21.  Destaca que el trágico pasado de Europa debe seguir sirviendo de inspiración moral y política para afrontar los retos del mundo actual y, en particular, luchar por un mundo más justo, crear sociedades abiertas y tolerantes y comunidades que acepten a las minorías étnicas, religiosas y sexuales, y fomentar unas condiciones en las que todos puedan beneficiarse de los valores europeos;
22.  Encarga a su presidente que transmita la presente Resolución al Consejo, a la Comisión, a los Gobiernos y los Parlamentos de los Estados miembros, a la Duma rusa y a los Parlamentos de los países de la Asociación Oriental.



El documento, de alguna manera era esperado, y la trayectoria se iniciaba 2006, con la Resolución 1481 del Consejo de Europa.

aprobado por 153 miembros presentes votaron (de 317)
99 miembros votaron en favor de la Resolución 1481[2]
42 miembros votaron contra la Resolución 1481[2]
12 miembros se abstuvieron de votar

La Resolución 1481 / 2006 
de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa se emitió el 25 de enero de 2006, durante su período de sesiones de invierno, la misma señala que el Consejo de Europa "condena enérgicamente los crímenes de los regímenes comunistas totalitarios" equiparando el comunismo y los estados comunistas con el fascismo y el nacional-socialismo por sus similitudes en los crímenes contra la humanidad, la ideología de odio y la tiranía de sus gobiernos.[1][2]
Se condena "las violaciones masivas de los derechos humanos cometidas por los regímenes comunistas totalitarios y expresa su simpatía, comprensión y reconocimiento a las víctimas de estos crímenes ". También dice que estas violaciones "incluyen los asesinatos individuales y colectivos y ejecuciones, la muerte en campos de concentración, hambre, deportaciones, torturas, trabajos forzados y otras formas de terror físico masivo." La resolución pone de manifiesto que los regímenes comunistas que hubo en Europa "estuvieron marcados, sin excepción, por violaciones masivas de los derechos humanos", que "incluyeron asesinatos y ejecuciones".[1]​ También señala que esos crímenes "se justificaron en nombre de la teoría de la lucha de clases y del principio de la dictadura del proletariado", lo que "hacía legítima la ‘eliminación’ de las categorías de personas consideradas perjudiciales para la construcción de una nueva sociedad, y por tanto enemigas de los regímenes comunistas totalitarios".[1]

 

Y sin embargo, se produjeron críticas al mismo, extendiéndose la idea en la que señalar el comunismo como una ideología criminal de igual o mayor rango de violencia sobre los ciudadanos que el nazismo, era producto exclusivo de la trágica experiencia vivida por Europa en la II Guerra Mundial y que los partidos que en el ámbito europeo la hubieran apoyado lo hicieran por cuestiones puramente ideológicas (como buscando ganar una batalla política que sigue viniendo de lejos) y no de análisis neutrales de la tragedia y continua amenaza que simboliza el hecho de que las ideologías extremas sigan sobreviviendo en un escenario democrático como alternativas viables y posibles.

 

Desde esa crítica que negaba el apoyo a la condena del comunismo, aprobada en la UE, se produjo una profundización en los estudios y testimonios Audiencia Pública Europea sobre Crímenes Cometidos por Regímenes Totalitarios y consecuentemente a ellos se elaboró la Declaración de Praga sobre Conciencia Europea y Comunismo que propuso la declaración del 23 de agosto como Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo.

El Parlamento Europeo, como institución comprometida con la paz y el desarrollo económico y cultural de sus países miembros por medios pacíficos y diplomáticos, ha iniciado el trayecto para analizar su propia historia, las causas de división y enfrentamientos que dieron lugar a graves conflictos bélicos – los más horrorosos conocidos hasta la fecha por la Humanidad – en 2006, y posteriormente profundizando y aportando mayores testimonios y documentación en 2008, para concretar la resolución de 2019 con una mayoría aplastante, considerándose que esa Memoria Histórica Europea resulta esencial para construir y seguir avanzando en los proyectos de la Unión Europea. Aún así, la resolución no supone la plena adhesión y divulgación de la misma (al menos en el área Mediterránea en especial y plenamente en mi país) en España, donde se anuncia un documento de Memoria Histórica - que al no resolverse aún y estar pendiente el debate de fondo de la Guerra Civil; un debate que sigue resultando difícil y “duro”, “muy duro” de asumir para los herederos de ambas partes que entonces (1936 – 1939) entraran en conflicto - pudiera verse emerger nuevamente “de parte”, una vez más, y nuevamente verse como un instrumento político que se presintiera “arrojado al rostro del adversario” por no aún haberse resuelto en la propia España, lo que en la UE se muestra como “objetivo esencial” para proseguir el proyecto europeo:  Una Memoria Histórica que realmente vaya a las causas, maneras y formas – y en consecuencia nos libere de unas cadenas (y pesada mochila que a todas las nuevas generaciones afecta) y que vienen desde el pasado y que aún parecen, esas cadenas, capaces de arrastrarnos en el presente.
A esta altura de la Historia, somos conscientes que todos compartimos esa historia como seres humanos, de la cual no podemos escapar, porque, sencillamente, ya no hay lugar ya dónde “exiliarse” para poder tomar una mejor perspectiva y/o estar a resguardo de lo que se antoja una especie de maldición (recurrente y cíclica), que nos viniera a señalar que algo hay en la naturaleza Humana que hace posible repetir errores e imposibilita profundizar honestamente en la naturaleza de los mismos. Las causas parece que hubiéramos de buscarlas en la propia naturaleza humana, o la forma en que concebimos el liderazgo social (y todo aquello que se vincula, a veces de manera superficial, al liderazgo como “virtudes”) como ideas de seguridad que trasladan a la sociedad en determinadas circunstancias sociales de crisis y que en ocasiones se muestran expeditivas y excluyentes (entrando en lenguajes políticos de naturaleza bélica, señalando enemigos a eliminar).
Tal vez fuera un buen ejercicio remontarnos al momento en que empezara todo este escenario que parece un “delirio” en busca de la sociedad y sociedades perfectas (un mito que parece venir de lejos, incluso hace unos miles de años), y cuyas pautas parecen seguir siendo instrumentos que nos llegan del pasado y siguen usándose en el presente.  
La búsqueda de un equilibrio estable y pacífico entre países, pueblos y naciones que tienen que convivir viene de lejos. Las formulas empleadas para garantizar paz y progreso social y cultural siempre fueron motivo de estudio mirando al pasado, en la manera en que se establecieron periodos de paz y prosperidad – especialmente si fueron largos – y la manera en que fueron conseguidos y permanecieron en el tiempo. A ese respecto cabe señalar que uno de los modelos políticos y culturales que más ha determinado nuestro presente es la referencia del Imperio Romano (que permanecería 500 años en Roma y unos 1000 en Costantinopla) y los abundantes documentos que estos dejaron mostrándonos cómo gestionaron y resolvieron situaciones políticas, sociales y de guerra.
Este artículo invita a hacer un paseo por la Historia desde una perspectiva “singular”, poco conocida – al menos nunca así explicada a cualquier lector que tenga el tiempo y la curiosidad de bucear por esa Historia de la Humanidad que casi siempre se nos presenta por medio de una evolución de los conflictos por medios bélicos (acompañados de detalles heroicos a emular) desde donde surgen los liderazgos de Naciones o Estados que imponen, de alguna manera, su Paz y sus proyectos de prosperidad social – y donde las pugnas, estrategias, conflictos y guerras por relevar al Estado líder (que amenazaba con convertirse en una Monarquía Universal) y ser sustituido por otros, se dilatan durante siglos y siglos, en medio de antagonismos, coaliciones y alianzas, que nunca terminan de resolver y que hacen posible que siga existiendo una Historia que contar, que está acabando por convertirse en una Historia Universal de la Humanidad en busca de la Sociedad Ideal (Ciudad Ideal, utopía) que nunca llega – definida por Lenin y Fukuyama como escenario final y fin de toda pugna y guerra por medio del un Fin de la Historia. La última vez, en la última conflagración Mundial, se consideró  que la pugna y resolución de un triunfo entre Capitalismo y Comunismo sería el último escenario del que emergería una ideología y sistema económico vencedor que señalaría el camino de gestión política, económica y social más eficiente a seguir por el resto de la Humanidad – poniendo así fin a toda guerra - pero no parece que ello fuera así.
Este artículo propone una tesis diferente que no basa su modelo entre los antagonismos entre dos modelos económicos antagónicos, sino que se basada en el análisis del liderazgo que Londres adquiere en el siglo XVIII y que sigue ostentando (aunque desde el fin de la Guerra Mundial, 1945, lo haga compartiendo ese liderazgo con EEUU) usando como modelo esencial la gestión política (gestión de los conflictos, de la previsión de los potenciales rivales…) que la Roma Imperial realizara para mantenerse como tal imperio liderando así el mundo occidental de su época.

Desde 1945 hemos establecido en Europa los parámetros de lo que debe ser la democracia (durante muchos años según el criterio anglosajón que fue el realmente vencedor en ese última conflagración mundial, - que es lo que pretende reflexionar este artículo - en el área de influencia anglosajona y que fue todo occidente después de la Segunda guerra Mundial). Un marco político que vislumbró y lo “impondrían” como modelo, condición y límites a las democracias, en Europa al finalizar la segunda guerra mundial. Parámetros determinados, previstos, diseñados y destinados, al parecer de los resultados, a hacer perseverar la visión anglosajona y su liderazgo permanente en occidente.

Nota previa antes de continuar:  La gran distancia que se puede vislumbrar entre la imagen mítica transmitida - a otras generaciones posteriores - de los personajes míticos y relevantes que hicieron posible el conflicto civil y guerra en España, y las formas y las maneras con que se desenvolvieron estos mismos personajes relevantes y decisivos de aquella época – y que eran producto del contexto político mundial de finales del XIX y principio del siglo XX – pudiera ser suficiente para obtener una explicación por la cual poder intentar intuir y entender la gran violencia desatada en la I Gran Guerra Mundial y posteriormente en el aumento de esa violencia con el paso de las décadas de ese mismo siglo. Algunos documentos de los que van saliendo a la luz – o que se vuelven a recuperar -  sirven, al menos, para obtener una visión bien diferente de esas otras visiones que ofrecían “respuestas” sencillas pretendiendo señalar que las tragedias del pasado siglo XX – en especial la de la segunda guerra mundial – fueran producto y signo de una “locura” de unos lideres “lunáticos” (dominados por la histeria y la ambición) que acabaría arrastrando a sus sociedades – y a otras - a una “verdadera locura colectiva”, que haría posible una nueva gran tragedia de violencia, sangre y terror sobre la humanidad en aquel tiempo. Terror, violencia y muerte que fueron sustentadas por ideologías que prometerían o paraísos para todos los desposeídos o restauración o reparación de unas afrentas y humillaciones inmerecidas por medio de intimidación o la guerra ( El actual manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales establece que una persona no puede diagnosticarse como delirante si su creencia en cuestión está comúnmente aceptada por otros miembros de su cultura o subcultura; lo que viene a señalar que esos personajes y líderes que contenían en sí mismos tanto rencor y violencia no estaban locos, como nos hicieran creer a las generaciones siguientes)
Una carta enviada por Churchill a Franco en 1944 sugería que realmente Londres siempre tuviera “controlada” la Historia y su devenir en Europa – y por extensión en el Mundo en esos – y estos - momentos decisivos de la Historia; señalando al General dictador, a quien ayudó a llegar al poder decisivamente, cuál iba a ser el devenir del mundo desde ese momento. Una carta que el General dictador español debió tomar como gran sorpresa (y posiblemente desubicándolo durante casi una década hasta que EEUU llegara a su rescate con condiciones). El hecho de que esa carta fuera premonitoria del futuro de la Humanidad hace posible establecer esta hipótesis casi como un artículo de política ficción, que tal vez merezca la pena ser leído. La carta secreta donde Franco le propuso a Churchill combatir juntos al comunismo en 1944

El modelo de civilización que marcó el devenir de Europa, es semilla sembrada por el Imperio Romano, dotando al territorio europeo de una estructura de leyes y derechos ciudadanos, asentando principios jurídicos de Derecho y de propiedad (que en algunos aspectos decisivos aún llegan a nuestros días y son base de nuestra administración de justicia) y con una gestión política y de las guerras  (que quedaría documentada como fuente de información y gestión de conflictos) que serían consideradas como una experiencia plena, transversal y que aún sirve de referente para la gestión de conflictos en las etapas posteriores de la humanidad, incluso en la actualidad. El derrumbe de Roma y decadencia como imperio, dejaría una Europa  fragmentada en pueblos y lenguas avocada a rediseñarse, muchas veces desde la evocación  y emulación de aquel esplendor romano, llevando a intentos de restauración (como ocurriría con Carlomagno o  el Sacro Imperio germano que llegaría hasta el siglo XIX).
La evolución de las relaciones y rivalidades políticas en Europa, llevaría al escenario de la modernidad y del mundo contemporáneo que ahora vivimos. Podríamos remontarnos como primera gestión Moderna de un reparto del mundo a la relación política y acuerdos entre Portugal y España – con el descubrimiento del Nuevo Mundo y la conquista de sus riquezas y territorios; y, posteriormente, en la pugna por el relevo del liderazgo, escenificada en la relación entre Francia e Inglaterra y la siempre presencia o influencia del elemento común de la religión - actora y mediadora en la actividad política del resto de los Estados europeos desde su sede en Roma.
Las divergentes evoluciones sociales y políticas entre Inglaterra y Francia se resolverían a favor de Londres, que a pesar del momento crítico perder las colonias en el Nuevo Mundo fue capaz de mantener su imperio, mantener su superioridad en las comunicaciones marítimas para su desarrollo industrial y económico (entonces esenciales para determinar una superioridad y liderazgo político) mostrando Londres la maestría diplomática al ser capaz de interpretar correctamente los signos de los cambios sociales que se iban produciendo en la Historia y, por lo general,  canalizarlos a su favor, aunque a priori parecieran derrotas, garantizando su liderazgo como potencia mundial e incluso conseguir sólidas bases de alianza con EEUU – a pesar de haberse opuesto con una guerra a su independencia, para luego constituir alianzas o lazos estrechos - hecho que repite en otras ocasiones con otros territorios coloniales pertenecientes a su Imperio -  lo que le ha permitido permanecer en esa posición de preeminencia, y consiguiendo, en la actualidad, mantener una posición de decisiva influencia en el devenir de occidente y de los intereses de este en el resto del mundo por medio de su “afinidad” con EEUU. La apariencia señala que de todos los conflictos generados en Europa desde el mismo inicio del siglo XVIII Londres acabaría sacando algún tipo de ventaja y, a la postre, debilitando a todos sus rivales.

La guerra de independencia americana, que es apoyada por Francia, y luego por España, parece derrota efectiva de Inglaterra, pero acaba debilitando extremadamente a Francia, haciendo posible una revolución en su seno que derribaría a esa monarquía rival, dándole el pretexto a Inglaterra para conspirar y financiar una guerra contra ese formato nuevo y peligroso republicano y como consecuencia una serie de consecutivas Coaliciones que acabaron expresándose contra Napoleón (hasta siete coaliciones); generando, también, una cadena de circunstancias que harían posible que la alianza de intereses entre España y Francia frente a los británicos derivara en un enfrentamiento entre ambos aliados, que permitiría la entrada de tropas británicas en la península, con el objetivo (como el propio Napoleón reconocería) sería la observación táctica de las tropas de Napoleón y su posterior y definitiva derrota en suelo europeo (observándose en las coaliciones militares contra Napoleón la mayor determinación y eficacia de aquellos países que ya se definían con visiones nacionalistas y de nacionalismo en sus propios soldados; siendo esta observación, probablemente, una de las causas del inicio de la nueva visión política que se extendería por toda Europa) a la postre, también el derrumbe definitivo de España en el concierto internacional con la pérdida de su imperio colonial en América, la destrucción de su incipiente industria por la propia guerra de independencia. Queda así Inglaterra hegemónica en los mares, en la obtención de materias primas y en el desarrollo industrial, produciéndose en su seno la primera Revolución industrial y, como consecuencia de los avances científicos, tecnológicos y sus aplicaciones generándose una Segunda Revolución industrial (con nuevos conocimientos y aplicaciones que traían de la mano nuevos inventos, nuevos ingenios y un nuevo campo de expansión y rivalidades por su dominio) y con ella una nueva competición por la supremacía (en medio de profundos cambios sociales en los que se pedían un nuevo modelo de gestión social mucho menos penalizante para las clases trabajadoras). Un nuevo escenario donde los Estados, concebidos aún como Imperios, dilucidarían la prevalencia y ampliación de sus dominios coloniales en la Primera Guerra Mundial.

En la Primera Guerra Mundial tal vez fueran el imperio británico la única potencia europea que saliera favorecida de resultado de la misma en sus objetivos de “despejarse” de adversarios imperiales: Supuso la desintegración de Imperio Otomano y su atomización en Estados nacionalistas alentados también por los británicos (la famosa película “Laurence de Arabia” es un ejemplo romántico de aquella época – por medio del relato de un personaje que existió y que alienta la sed de aventura - donde se viene a expresar muchos de los elementos que entrarían en juego para construir una nación partiendo de tribus rivales y el proceso de cómo se “instalaría” el juego de la política internacional moderna).   Los resultados políticos más visibles de la guerra fueron la desaparición de cuatro imperios: el Imperio alemán, el Imperio austrohúngaro,, El Imperio el Ruso y el mencionado Imperio Otomano y sus cuatro dinastías, y con ellas sus aristocracias, Romanov, los Osmanlí, los Hohenzollern y los Habsburgo.

Los costes en vidas de dicha conflagración se resumen brevemente en el siguiente recuadro: 
En pérdidas Humanas La Primera Guerra Mundial dejó entre nueve y diez millones de muertos y unos veinte millones de soldados heridos. De forma adicional, se estima que las víctimas civiles ascendieron a más de siete millones.286​ El Reich alemán movilizó a unos 11 millones de hombres, de los cuales unos 1,774 millones murieron.287​ Francia movilizó a 7,8 millones de hombres, de los que 1,4 millones murieron, y 3,2 millones resultaron heridos.288​ El Imperio ruso reclutó a 12 millones de hombres para el servicio militar, 1,85 millones perecieron. De los más de 8 millones de franceses que combatieron, 1,3 millones (el 16 %) no sobrevivieron a la guerra, mientras que de Reino Unido murieron 850 000 soldados. Austria-Hungría perdió a 1,5 millones de soldados de los 7,8 millones que reclutó (un 19 %) e Italia perdió a 700 000 de sus más de 5 millones de hombres. Las mayores pérdidas, en proporción, las sufrieron Rumanía, Montenegro y Serbia: de los 700 000 soldados movilizados por Serbia, 130 000 murieron286​ y en total Serbia perdió al 11 % de su población (unas 540 000 personas fallecidas); aún peor fueron las cifras de Montenegro, país que perdió al 16 % de su población.289
La guerra dejó una brecha social dramática en la demografía de países como Alemania, Francia, Serbia, Montenegro y Turquía, que produjo un malestar social permanente, especialmente en los miles de huérfanos y viudas que generó.290
Millones de heridos sufrieron desfiguraciones, amputaciones y numerosas discapacidades permanentes que les impedían llevar una vida civil normal, en una sociedad donde no existían prótesis modernas y médicos profesionales para la rehabilitación. Un sin número de veteranos de guerra murieron después de la guerra a consecuencia de las heridas sufridas o a bajas edades por enfermedades contraídas en el frente. Entre los heridos se encontraban numerosos objetores de conciencia que se habían negado a participar en la guerra y que a menudo, a pesar de no tener ninguna patología, habían sido condenados a prisión o internados en centros psiquiátricos para evitar «que hicieran decaer la moral de las tropas». El bloqueo naval contra las Potencias Centrales hizo que, según un estudio de la Sociedad de Naciones de 1928, perecieran por hambre 424 000 alemanes (con estimaciones que sugieren hasta 733 000 muertos) en el invierno de 1916 a 1917 —llamado Steckrübenwinter—. En el contexto de la Primera Guerra Mundial, también se cometió, por parte del Imperio Otomano, el genocidio armenio, con cientos de miles de víctimas.

 

Oposición a la guerra

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Cuando comenzó la guerra, una mayoría de socialistas y sindicalistas respaldaron a sus respectivos gobiernos nacionales. Sin embargo hubo notables excepciones, como el Partido Socialista de América, el Partido Socialista Italiano, la facción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia y un sector minoritario del Partido Socialdemócrata de Alemania encabezado por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg. Aunque minoritarias, estas facciones anti bélicas estarían llamadas en los años posteriores a un gran protagonismo en la posguerra, especialmente en Rusia y Alemania. El papa Benedicto XV, elegido apenas tres meses después de comenzar la guerra, convirtió a esta en el tema principal de su pontificado. Al contrario que su predecesor, abogó apenas cinco días después de su nombramiento por hacer todo lo posible para restablecer la paz.244​ Su primera encíclicaAd beatissimi Apostolorum, dada a conocer el 1 de noviembre de 1914, mostró su preocupación por la situación. Sin embargo, el papa descubrió como las fuerzas beligerantes ignoraban sus postulados a pesar de su relevancia en el ámbito religioso. De hecho, el tratado de Londres de 1915 incluía cláusulas secretas entre Italia y la Triple Entente para que los gobiernos ignorasen las posiciones papales que abogaban por un acercamiento con las Potencias Centrales. En consecuencia, la publicación en agosto de 1917 de una propuesta de paz por parte del papado fue ignorada por todos los bandos, excepto por Austria-Hungría.245
Dentro del ámbito castrense, resultó llamativa la temprana proclama lanzada a entre 2000 y 3000 reclutas británicos por parte del general Horace Smith-Dorrien en 1914, que en palabras del cadete Donal Christopher Smith, dijo:
Que la guerra debería evitarse a cualquier precio, que la guerra no resolvería nada, que toda Europa quedaría reducida a cenizas y que la pérdida de vidas sería tan grande que diezmaría poblaciones enteras. En nuestra ignorancia, yo y muchos de nosotros nos sentimos casi avergonzados de que un general británico expresase unos sentimientos tan deprimentes y antipatrióticos, pero durante los siguientes cuatro años, aquellos que sobrevivimos al holocausto, probablemente no más de una cuarta parte de nosotros, aprendimos lo acertado de aquel pronóstico del general y lo valiente que había sido al pronunciarlo.246
Supuesta ejecución de un soldado desertor francés en 1917.d

Muchos países optaron por encarcelar a quienes se manifestaron en contra de la guerra. Destacados intelectuales como Eugene Debs en EE.UU y Bertrand Russell en Reino Unido sufrieron represalias. En Estados Unidos se aprobaron la Ley de Espionaje de 1917 y la Ley de Sedición de 1918 para convertir en delito federal oponerse al reclutamiento militar obligatorio o hacer cualquier declaración que se considerase «desleal». Las publicaciones críticas con el gobierno fueron censuradas y sus responsables cumplieron largas condenas de prisión por considerar sus escritos «declaraciones antipatrióticas». Una importante oposición provino de los objetores de conciencia, a destacar socialistas y religiosos, los cuales se negaban a combatir. En Gran Bretaña, 16 000 personas se declararon objetores247​ y muchos de ellos sufrieron condenas a prisión, incluyendo aislamientos y dietas a base de pan y agua. Incluso terminada la guerra, en Gran Bretaña se los continuó discriminando y privando de ciertos puestos de trabajo.
Soldados revolucionarios rusos se manifiestan en Moscú en noviembre de 1917, la pancarta reza «comunismo».
Con el paso de los años se dieron situaciones cada vez más críticas para las naciones beligerantes. En Irlanda, donde la situación antes de la guerra ya era extraordinariamente tensa, los nacionalistas y marxistas irlandeses intentaron conseguir la independencia mediante una serie de acciones que terminaron en el levantamiento de pascua de 1916, con el apoyo de Alemania, que envió 20 000 rifles a la isla para provocar inestabilidad en su enemigo británico.248​ El gobierno británico impuso la ley marcial en la isla hasta que la amenaza revolucionaria hubiera pasado y a continuación trató de hacer concesiones al nacionalismo irlandés,249​ pero la tensión continuó aumentando hasta la crisis de reclutamiento de 1918. La revuelta de Asia Central, que comenzó en el verano de 1916, obligó al gobierno ruso a poner fin a la exención que permitía a los musulmanes evitar el servicio militar.250​ En 1917, una serie de motines del ejército francés amenazó la posición francesa en el frente, con la deserción de decenas de miles de soldados, lo que se saldó con decenas de ejecuciones y numerosos encarcelamientos.
Desde finales de 1916 se asiste a un progresivo deterioro de la confianza de la población en sus gobiernos y cada vez son mayores las voces que exigen no solo el fin de la guerra, sino una nueva organización social y económica.251​ Entre las razones se encuentran las crecientes necesidades de la población y el incremento de la desigualdad, los caídos en el frente y las restricciones de libertades decretadas en los países beligerantes, incluyendo los democráticos, que desde el comienzo de la guerra persiguieron la disidencia, establecieron la censura en la prensa e incluso suspendieron varios comicios electorales, a excepción de Inglaterra.251​En mayo de 1917, unos 100 000 obreros y soldados en la capital rusa, Petrogrado, y en las semanas posteriores trabajadores y soldados de numerosas ciudades rusas, liderados por los bolcheviques, se manifestaron contra la guerra con lemas como ¡abajo la guerra! y el célebre ¡todo el poder a los sóviets!, lo que resultó en una crisis del gobierno provisional ruso.252​ Los ecos desde Rusia se hacen sentir en Alemania desde la primavera de 1917, con huelgas iniciales en fábricas de municiones, que se irán extendiendo hasta hacerse masivas en menos de un año.253​ En Francia e Inglaterra se producen situaciones semejantes, pese a las prohibición de huelga vigente en ambos países: en el caso inglés se organizan grandes huelgas en minas y astilleros desde 1917.253​ En Italia la rebelión se extendió a Turín, Génova o Milán, donde los revolucionarios de izquierdas se organizaron y tomaron el control de numerosas fábricas, lograron detener el transporte público y protagonizaron violentos disturbios pidiendo el fin de la guerra.254​ El ejército italiano intervino con tanques y ametralladoras por las calles de la ciudad contra comunistas y anarquistas, que lucharon hasta el 23 de mayo, cuando el ejército logró tomar la ciudad. 50 personas murieron, tres de ellas soldados, y hubo más de 800 detenciones.254​ A finales de 1917, la oposición a la guerra en Rusia era tal que los soldados creaban sus propios comités revolucionarios y se ponían a las órdenes de los bolcheviques en oposición al mismo gobierno ruso, lo que ayudó a la toma del poder bolchevique en la revolución de octubre de 1917, bajo el lema pan, tierra y paz.255​ El nuevo gobierno ruso firmó la paz con Alemania, aunque con duras condiciones, con el tratado de Brest-Litovsk. La revolución de noviembre de 1918 en Alemania, con protagonista similares al caso ruso, condujo a la abdicación del Kaiser y la rendición alemana.

Sin embargo, y pese a la gravedad que supone el relato de víctimas y tragedias colectivas y personales, para Gran Bretaña, la primera guerra mundial supuso – a pesar de las cifras económicas, el racionamiento y el sufrimiento causado a la población - una gran ampliación en territorios y beneficios:
En una segunda publicación, "casualidades y estadísticas médicas" de (1931), el volumen final de la "historia médica oficial de la guerra", da al imperio armado británico pérdidas a causa de muerte.[12]​ La pérdida total de muertes en batalla de 1914 a 1918 fue de 876,084, donde incluía a los 418,361 asesinados, 167,172 muertos por heridas, 113,173 muertos debido a alguna enfermedad, 161,046 perdidos y presuntamente muertos y 16,332 muertos como prisioneros de guerra.[12]
La muerte de civiles excedió a la tasa de muertes antes de la guerra por 292,000, donde incluía a 109,000 muertes por escasez de comida y 183,577 de la gripe española.[11][116]​ Pérdidas en el mar fueron al menos de 908 para el Reino Unido y 63 pescadores asesinados por ataques de botes "U-boats".[117]

Llamativo resulta el análisis positivo del balance económico y territorial para Gran Bretaña:
El historiador militar Correlli Barnett ha argumentado que "la verdad de la Gran Guerra de ninguna manera dañó la económía de Gran Bretaña", dañando a Gran Bretaña únicamente de manera "psicológica".[128]​ Durante la guerra, las inversiones privadas británicas en el extranjero se vendieron, incrementando la ganancia a £550,000,000. Sin embargo, la nueva inversión de £ 250,000,000 también se llevó a cabo durante la guerra. El resultado financiero neto fue de aproximadamente £300,000,000; |||la inversión de menos de dos años. menos de dos años la inversión||| en comparación con la tasa promedio de antes de la guerra y más que reemplazado por 1928! [126]​ La pérdida material fue !"leve; la mayor parte de esto fue reemplazada en 1918 después de la guerra.![127] en 1919 con el Tratado de Versalles,[129]​ las colonias de Alemania y el Imperio Otomano fueron distribuidos a las potencias aliadas como la sociedad de las naciones el mandatos, con el Reino Unido para obtener el control del mandato británico de Palestina, Mandato Británico de Mesopotamia, partes de Camerún, Togo y Tanganyika.[130]​ En efecto, el Imperio Británico llegó a su apogeo sobre la base de territorio después de la liquidación.[13][14]

El primer signo que señalaría que los conflictos nunca se cierran – siempre quedan resentimientos y estos pueden ser mayores si el momentáneo vencedor impusiera una penalización extrema al vencido; como ocurriera en la Primera Guerra Mundial. Pero previamente (y si se sigue hasta el final este artículo tal vez se pudiera llegar a la misma conclusión) aunque aparentemente Francia perteneciera al grupo de naciones vencedoras, en la práctica y en el conjunto de la Historia no resulta serlo aunque las apariencias iniciales así lo supongan, pues quienes definen la guerra en suelo francés siempre vienen a ser Británicos y Norteamericanos – como así ocurre también en la Segunda Guerra Mundial donde Francia, a la postre, tiene un papel más simbólico que definitorio del devenir de la victoria aliada y prueba de ello serían sus permanentes desacuerdos con el desarrollo de las políticas anglosajonas. La impresión sería que Francia es “utilizada” – como en otras ocasiones, como por ejemplo cuando se le impide ayudar a la República española pues Londres lo prohíbe y Francia cede por tener dependencia de Londres para defender su propio territorio frente a un potencial ataque Alemán – para que la penalidad del Tratado de Versalles “siembre” el “daño” y la “humillación” suficiente en la derrotada Alemania – cuya descomposición política del Imperio intentaría ser controlada por un gobierno socialista, pero que acaba dando al traste, haciendo posible que radicales de izquierdas proclamen la revolución y surja como reacción una contrarevolución que señalaría, como base para reconstruirse de las cenizas, el resarcimiento de la humillación recibida por Francia, haciendo posible el nacimiento del Nazismo y la Segunda Guerra Mundial. (en este análisis, Francia actuaría dentro de las previsiones políticas anglosajonas, y “estimulada”, que no frenada, a ello).

La Primera Guerra Mundial se cierra “en falso” – o simplemente fuera una nueva fase del nuevo cambio profundo que se avecinaba – de similar magnitud y convulsiones al anterior que daría lugar a la Revolución Francesa – sabiéndose que la transición que se generaría en los países vencidos y cuyos gobiernos eran derrocados, traería multitud de inestabilidad económica, política y revolucionaria  - como vendría señalando ya la Historia en semejantes circunstancias.  Todos los presentes en Versalles lo sabían porque todos eran conocedores de la Historia Romana y las semejanzas futuras que se darían al imponer un tratado del que se sabía, ya en el primer momento, que sentaba las bases de un nuevo grave problema entre Francia y Alemania (al igual que con Italia por no respetarse los acuerdos y ambiciones  prometidas a Italia que le llevaron a comprometerse en la guerra con un bando y no con otro). Los representantes británico y Norteamericano calificaron las presiones francesas y su plasmación en el acuerdo de paz como paz cartiginesa” (y efectivamente fue así: Cartago, al igual que Alemania, perdió todas sus colonias, fue obligada a desmilitarizarse y a pagar un tributo constante a Roma, sin cuyo permiso no podría emprender ninguna guerra. La consecuencia fue una tercera guerra púnica donde Cartago fue totalmente destruida).
La similitud del resultado que dio esa “paz cartaginesa” expresada prácticamente en los mismos términos en el Tratado de Versalles con Alemania permitiría señalar, tal vez, que el modelo de gestión Romana de los conflictos y rivalidades seguiría presente y era una formula a la que acudir según la necesidad política del momento, “proyectando” sus consecuencias previsibles sobre Alemania (tomara esta nación derrotada cualquier solución que deseara, tanto si fuera bélica como si fuera pacífica y solo dedicada al comercio y florecimiento interior – en ambas posiciones que se dieron en Cartago, ambas serían vistas en Roma como peligro para su supremacía y motivo para seguir considerándola adversaria y al final forzada a la guerra por medio de aliados interpuestos por Roma, como pretexto previo para la propia Roma en argumentar la necesidad de destruirla totalmente):

Según Apiano, Catón consideraba que de permitir el florecimiento económico de Cartago, algún día esta volvería a declararle la guerra a Roma. Por lo cual a partir de dicho momento siempre terminaba sus discursos con la frase ceterum censeo Carthaginem esse delendam (Además opino que Cartago debe ser destruida).7​ Se opuso a Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo, que estaba a favor de no destruir a Cartago, y que por lo general convenció al Senado, debido entre otras cosas a la oposición del bando de los Escipiones, que consideraban que si el único gran enemigo de Roma era destruido, los romanos caerían en un relajamiento de costumbres que les conduciría a su propia decadencia.
A esto se une estrechamente la competencia comercial que representaba Cartago para Roma, sobre todo para la aristocracia latifundista de Campania en cuanto al comercio de vinos e higos, lo cual motivó a que esta apoyara a Catón. Otro factor fue sin duda la explosión demográfica sufrida en ese momento por la población romana, lo cual ejerció una fuerte presión para conseguir nuevas fuentes de alimentación, como las fértiles tierras del actual Túnez.

En el tratado de Versalles, el primer ministro francés Georges Clemenceau fue el más vehemente en cuanto a las represalias contra Alemania, dado las enormes pérdidas humanas y materiales producidas en suelo francés, donde por la invasión alemana había transcurrido gran parte de la guerra. Según el artículo 231, Alemania es considerada como la responsable de la guerra. El economista británico John Maynard Keynes, que participó en las negociaciones, lo consideró una «paz cartaginesa».23
El Senado de los Estados Unidos no quiso firmar el tratado e impidió así la entrada de los Estados Unidos a la Sociedad de Naciones, lo que desde un principio redujo el poder de esta organización.

Consecuencias de la guerra:


A primera vista parece clara la debilidad en que quedaría expuesta Alemania después de la derrota en la Primera Guerra Mundial (sobre todo por ser señalada como la única causante de la guerra, cuando sabemos de la feroz competición sostenida por todas las potencias para el control de territorios en todos los lugares del mundo donde hubiera materias primas y la feroz rivalidad por copar los mercados internacionales con los propios productos y producciones – en España se señalaría que empresarios catalanes usaron de pistoleros a sueldo para acabar con otros empresarios rivales que les hacían competencia en algún modo o manera; y luego volverían a contratar estos servicios para usarlos contra los sindicalistas, iniciándose así un pistolerismo entre patronos y sindicalistas en Catalunya).
Una inestabilidad económica, social y política derivada de una guerra devastadora, en las cuales sobrevivía la idea, aún, esa idea de honor, humillación inmerecida, luego de injusticia, y posteriormente de supremacía, que los marineros, los militares de remplazo y la población interpretarían y tuvieron que gestionar como deseos de una clase dirigente en decadencia, haciendo posible un intento inicial de revolución y una posterior idea de resarcimiento en Alemania dando lugar al Nazismo (del que se sabe tuvo simpatías internacionales en sus comienzos, e incluso cierto apoyo económico del que no se conoce hasta qué punto fuera decisivo el que se suministraría desde el extranjero, y si lo fuera; pero del que hay sospechas aun no fundamentadas plenamente)

Hacia el final de la I Guerra Mundial, en Alemania se produjeron situaciones desencadenantes (relativas al honor de la propia marina alemana que querría cruzar fuego por última vez contra la armada británica – por cuestiones de Honor de sus propios mandos alemanes) que desembocarían en una rebelión y un inmediato proceso revolucionario (rompiendo la unidad Socialista que en Alemania dominaba las instituciones y se preparaba para la paz, de pluralidad parlamentaria y democrática). Súbitamente, aquella rebelión, daría alas al sector más radical que viera la oportunidad de generar una revolución; los socialistas se dividieron en tres bloques, apareciendo los pro-soviéticos (con solo el – 10% - de representación) que rechazarían el parlamentarismo e irían directamente a la revolución proletaria y arrastrarían con ellos a la población con una polarización revolucionaria de donde, a la postre, tras su derrota, emergería el nazismo proclamando políticas liberales como paso previo a la toma totalitaria del poder en Alemania.

En los últimos meses de la Primera Guerra Mundial, Alemania se encontraba al borde del colapso militar y económico. Ante la ofensiva final de los Aliados, el 14 de agosto de 1918, el Alto Mando alemán se reunió en su cuartel general de Spa y reconoció la inutilidad de seguir la guerra. No quería que los aliados pudieran descubrir el estado real de sus fuerzas, y menos aún verse en la imposibilidad de detener su avance. Esperaban salvar al ejército, que no el régimen, negociando, cuando este se encontraba aún a cien kilómetros de París. El 27 de septiembre Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff informaron al gobierno imperial y pidieron el armisticio inmediato sobre la base de los famosos 14 puntos de Wilson. Los políticos comprendieron de inmediato que la guerra estaba perdida y que los militares habían intentado ocultarlo. En pocos días se organizó un nuevo gobierno parlamentario, y el recién nombrado canciller, el príncipe Maximiliano de Baden, conocido liberal y pacifista, procedió a negociar la paz. Woodrow Wilson, de espaldas a sus aliados, exigía ante todo la transformación de las instituciones políticas y militares del Reich. El ejército se opuso, y Ludendorff dimitió de manera estrepitosa, alimentando el mito de la «traición» de los civiles para ganarse a la opinión pública. Por su parte, los socialistas instalados en el poder esperaban la abdicación del káiser Guillermo II de Alemania para hacerse con el control, si bien sus líderes hicieron esfuerzos desesperados para conservar la forma imperial del Estado. La situación se vio entonces súbitamente interrumpida por los sucesos de Kiel.123
Mientras que las tropas y la población, agotadas y desesperanzadas, esperaban el armisticio, en Kiel, el Alto Mando de la Marina (Marineleitung) al mando del almirante Reinhard Scheer quería cruzar el fuego por última vez con la Marina Real Británica, por lo que anunció a la Flota de Alta Mar (Hochseeflotte) de la Marina Imperial que debía zarpar. Los preparativos para hacerse a la mar causaron enseguida un motín en Wilhelmshaven, donde la flota alemana había echado el ancla en espera del ataque. Los marineros amotinados se negaban a entablar una batalla nada más que por el honor. El Alto Mando de la Marina decidió suspender el ataque y ordenó el retorno a Kiel para procesar a los amotinados en una corte marcial. Los marineros restantes querían evitar el proceso, porque los amotinados también habían actuado en su interés. Una delegación sindical solicitó su liberación, pero fue rechazada por el Alto Mando de la Marina. Al día siguiente, la casa sindical fue cerrada, y el 3 de noviembre las concentraciones de protesta fueron reprimidas a tiro limpio, causando la muerte de nueve personas. Cuando un marino respondió al fuego y mató a un oficial, la manifestación se convirtió en revuelta general.4
La mañana del 4 de noviembre, los marineros eligieron un consejo de soldados, desarmaron a sus oficiales, ocuparon los barcos, liberaron a los presos amotinados y tomaron el control de la base naval de Kiel. A los marineros se unieron trabajadores civiles, en especial los metalúrgicos. Tras fundirse en un consejo de obreros y soldados, similar a un sóviet, asaltaron los cuarteles y se apoderaron de la ciudad al son de La Internacional, reivindicando la mejora de la alimentación, el abandono del proyecto de ofensiva de la flota, la liberación de los detenidos, el sufragio universal y la abdicación del emperador. Por la tarde se les unieron soldados del ejército que el comando local había hecho traer para sofocar la revuelta. De este modo Kiel estaba firmemente en manos de 40 000 marineros, soldados y trabajadores insurrectos. La noche del 4 de noviembre, el diputado del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) Gustav Noske llegó a Kiel en representación de la dirección del SPD y del nuevo gobierno del Reich, para controlar la revuelta y evitar una revolución. El consejo de la ciudad creía estar de parte del nuevo gobierno y contar con su apoyo. Por esto nombró a Noske «gobernador» esa misma noche y este efectivamente terminó la revolución en Kiel al día siguiente.5
Entretanto, el motín de Kiel había encendido la revolución en el resto de Alemania. Los cuarteles se levantaron contra la oficialidad y los mandos fueron relevados de sus funciones. Las huelgas de solidaridad extendieron la insurrección de la costa a las ciudades, y de las ciudades al interior. En Brunswick los marinos recién llegados se unieron a los obreros, obligaron al Gran Duque a abdicar y proclamaron la República Socialista de Brunswick. El proceso de huelga, motín, asalto a las cárceles y proclamación de consejos de obreros y soldados se repitió en todas las ciudades del país. Pero, a diferencia de los soviets rusos, estos Ratebewegungen emanaban más de la voluntad de los soldados que de la de los trabajadores. El 6 de noviembre, sabiendo que Guillermo II no podría conservar su trono, Maximilian von Baden le urgió para que abdicara en el Kronprinz, y salvar así la Monarquía, sin éxito. En Múnich, el 7 de noviembre huyó el rey Luis III de Baviera, y al día siguiente se constituyó un consejo de soldados, obreros y campesinos dirigido por Kurt Eisner, socialista independiente, que proclamó la República de Baviera. El 9 de noviembre la revolución llegó a Berlín, y en pocas horas el Reich llegaba a su fin cuando el canciller Maximilian von Baden anunció la abdicación del Kaiser y el Kronprinz y nombró sucesor suyo al socialdemócrata Friedrich Ebert. Sin la menor resistencia, los príncipes gobernantes de los demás estados alemanes abdicaron y ese mismo día dos repúblicas fueron proclamadas: Philipp Scheidemann, exministro imperial, proclamó la República desde el Reichstag, y dos horas después Karl Liebknecht (líder junto a Rosa Luxemburgo de la Liga Espartaquista) apareció en el Palacio Real de Berlín y anunció la República Libre y Socialista Alemana.67

Efectivamente se podría considerar que de alguna manera el representante francés en el tratado Georges Clemenceau y primer ministro de Francia, sabría cual fue el resultado del tratado de paz que Roma impuso sobre Cartago y, probablemente sería consciente de que su deseo de penalizar a Alemania tal vez iba más allá de conseguir una paz equilibrada (donde ya había sido derribado el imperio alemán y se había producido la abdicación del káiser Guillermo II sustituido  por un formato republicano con la República de Weimar; república que se vio obligada a firmar ese tratado de “Paz Cartaginesa” dejando “tocada” la naciente república alemana y democrática, y viéndose, al poco tiempo, como un régimen que no pudo defender una paz honrosa – parece ser que nunca estuvo a su alcance esa posibilidad. Clemenceau no se la concedería avocándola a una inestabilidad revolucionaria – así ocurre siempre en la Historia)

La República de Weimar nacería con problemas económicos graves por las penalizaciones de guerra (que no terminaría de pagar hasta 2010), apareciendo la inestabilidad antes de acabarse la guerra polarización política y social en la que se produjeron golpes de Estado militares y derechistas, intentos revolucionarios por parte de la izquierda (llegándose a proclamar la  República Consejista Bávara (7 de abril) de clara inspiración anarquista, cuya reconducción llevó a ese territorio a convertirse en un territorio ultraconservador donde las ideologías extremistas dieran cobijo a Hitler) y fuertes crisis económicas. Toda esta combinación provocó el ascenso de Adolf Hitler y el Partido Nacionalsocialista. El 5 de marzo de 1933, los nazis obtuvieron la mayoría en las elecciones al Reichstag, con lo que pudieron aprobar el 23 de marzo la Ley habilitante que, junto al Decreto del incendio del Reichstag del 28 de febrero y al permitir la aprobación de leyes sin la participación del Parlamento, se considera que significó el final de la República de Weimar. Si bien la Constitución de Weimar del 11 de noviembre de 1919 no fue revocada hasta el término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, el triunfo de Adolf Hitler y las reformas llevadas a cabo por los nacionalsocialistas (Gleichschaltung) la invalidaron mucho antes, instaurando el denominado Tercer Reich.

Además de la caída de los Imperios rivales del Británico, la Primera Guerra Mundial supuso el nacimiento de la URSS y de la creación de nuevos países (procedentes de la desintegración de imperios en suelo europeo) que acabarían formando un “cordón sanitario” en torno a ella y que posteriormente, después de la Segunda Guerra Mundial formarían parte de ese mismo bloque soviético liderado por la URSS.

El uso seminal del "cordón sanitario" como metáfora de la contención ideológica se refería al "sistema de alianzas instituido por Francia en la Europa posterior a la Primera Guerra Mundial que se extendía desde Finlandia a los Balcanes" y que "rodeaba completamente a Alemania y cerraba a Rusia de Europa Occidental, aislando así a las dos naciones políticamente "enfermas" de Europa.
Al primer ministro francés Georges Clemenceau se le atribuye la acuñación del uso, cuando en marzo de 1919 exhortó a los estados fronterizos recientemente independientes que se habían separado del Imperio Ruso y su sucesor la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas para formar una unión defensiva y así poner «en cuarentena» la extensión del comunismo a Europa occidental; Llamó a tal alianza un cordón sanitario. Este es todavía probablemente el uso más famoso de la frase, aunque a veces se usa más generalmente para describir un conjunto de estados de amortiguamiento que forman una barrera contra un estado más grande, ideológicamente hostil.3
Se impuso el cordón sanitario a la Rusia comunista por medio de un cinturón de nuevos países nacidos de las desintegraciones de los imperios centrales y las cesiones de Rusia para alcanzar la paz en la Primera Guerra Mundial (cesiones que luego reclamaría o de las que se resarciría como propias bajo el formato de URSS) que impidiera la expansión de sus ideas, una Polonia poderosa era clave en ese plan y esta fue una de las causas de la guerra polaco-soviética: primero animando el expansionismo polaco hacia el oriente,131​ después avivando el nacionalismo ruso que supieron aprovechar los bolcheviques132​ y finalmente motivando a Lenin a intentar romper dicho cinturón y aterrar el nuevo orden fundado en Versalles.133​ Los soldados rojos fueron incapaces de vencer al recién nacido ejército polaco y no tenían oportunidad con los infinitamente más poderosos países industriales del centro y oeste de Europa.129​ Esto llevaría a Lenin a adoptar la tesis del socialismo en un solo país, el «nacionalbolchevismo fue el verdadero vencedor de la guerra civil».134

Los cordones supuestamente sanitarios han tenido a menudo motivos políticos secretos. Tales son los que los austriacos colocaron en el siglo XIX y que más bien amenazaban a Rusia que protegían a los germanos. Tal fue el cordón sanitario que establecieron los franceses en 1822 respecto a España (primera utilización de la frase cordon sanitaire). Se alegó la fiebre amarilla de Barcelona para imponerlo, mientras que en realidad no tenía otro objeto que contener el contagio ideológico desde la España constitucional. El cordón sanitario de los franceses se transformó posteriormente en "cuerpo de observación" y finalmente en ejército de invasión que restableció el absolutismo en España.

El estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, aún parece marcar el fin de una era y el comienzo de otra.
The Origins of the First World War, 1992.

A la finalización de la II Guerra Mundial se rescataría nuevamente este criterio de “Paz Cartaginesa” sobre la Alemania nazi vencida, pero fue al final fue sustituida por el Plan Marsall (el modelo de Paz Cartaginesa persiste aún con el plan Marsall. Pues ese plan ha supuesto el surgimiento de la CEE y la posterior UE, que es el escenario de florecimiento de Alemania – análogamente al de Cartago -  y con ella al intento de florecimiento del resto de la Europa Continental y, como consecuencia, Kisinnger lo previera, como Catón para Roma, que ese futuro de la UE sería una rivalidad para EEUU (y consecuentemente también para Londres y su visión de seguir co-liderando con EEUU el mundo occidental). Desconocemos si estamos en ese momento Histórico que Kisinnger “tejió” y consolidó hace cincuenta años – pero cabría sospechar que sí, que estamos en ese escenario donde Roma prepararía el último golpe a Cartago por medio de un aliado interpuesto (pues aún es demandada su opinión tanto por líderes demócratas como republicanos estadounidenses).

Nueva Paz Cartaginesa sobre la vencida Alemania Nazi; así se podría definir la tesis del Plan Morgenthau como otra “paz cartaginesa” porque abogaba por la desindustrialización de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial con la finalidad de minar su influencia en la región y prevenir una remilitarización del país, tal y como había sucedido tras la Gran Guerra.5​ Este plan sería sustituido por el Plan Marshall, que pretendía revivir la economía de la Alemania Occidental como paso necesario para la recuperación de toda la economía europea. De esta manera, Alemania Occidental se acabó convirtiendo en un baluarte de importancia clave contra el bloque comunista.  Incluso se puede señalar que determinantemente implicada, pues una vez pagados los importes destinados a la indemnización por la II Guerra Mundial, los intereses pendientes de esa deuda no podrían ser satisfechos hasta que la Alemania dividida entre RFA y RDA, (dividida entre Stalin y las potencias ganadoras Británicos y EEUU, con el acompañamiento de Francia y como “castigo” que evidenciaba el problema creado por los propios Alemanes para evitarse un frente de guerra potenciando la revolución soviética con el apoyo a Lenin y que a la postre representó la división de Europa en dos bloques) no recuperara su unidad; es decir Alemania se veía a sí misma con una deuda perpetua (así se consideraría en su momento) ante la dificultad de derribar a un régimen comunista (que la propia Alemania ayudó determinantemente a crear en la I Guerra Mundial, apoyando a Lenin y su revolución para evitarse un frente de Guerra) que desde la Rusia soviética mantenía dividida Europa y enfrentado al mundo posteriormente en una guerra fría con inminencia constante de convertirse en la conflagración mundial más terrorífica y asoladora que jamás hubiera existido.
Sin embargo, esta configuración de rivalidad entre dos “sistemas antagónicos” pretendidamente antagónicos - Capitalismo y Comunismo – no parecían el devenir lógico ante la manifestación agresiva con que se manifestara (así parece ser) el capitalismo (en la revolución industrial) en Europa sobre los trabajadores (considerados como un “factor más” de la producción, intercambiable y sustituible, por un salario o una máquina o ahora por una computadora o un robot) y a veces sobre otros territorios (colonias) o sobre otros Estados generando dependencias de otros (como parece que ya le pasaba al Imperio Otomano y que pudiera ser motivo de su debilidad política).
No parecía que el Comunismo fuera una respuesta equilibrante, y menos después de conocerse cómo se fuera implantando en el territorio donde por primera vez surgió como Estado y la violencia que se desatara en su interior. Más bien lo que pareciera pretenderse desde mucho tiempo atrás (con las reflexiones de los antecesores del socialismo) fuera buscar formulas y modelos en que a los trabajadores se les tratara como  personas, en igualdad de potencial dignidad que portaban aquellos que estuvieran investidos de poder y reconocimiento por sus propios Estados (con indiferencia a si su posición en el propio Estado hubiera sido alcanzada por condición de familia, carrera política, capacidad económica u otra circunstancia semejante). Es decir, reconocer a las personas en su condición y dignidad de personas en cualquier circunstancia en que esta se hallare, por el hecho de ser persona y como tal un Ser Humano (en definitiva, señalar valores comunes a todos los ser humanos – como en su día lo fueron la igualdad, legalidad y fraternidad - que, lamentablemente, cuando son proclamados suelen convertirse en el preámbulo de revoluciones violentas y sangrientas).
Un objetivo como este parecía compartido como marco para la actuación política parlamentaria (como después parecía mostrarse durante y después de la II Guerra Mundial en aquellas naciones que así vislumbraran y desarrollaran su presente y futuro – si tomamos como referencia a los Estados nórdicos) y, sin embargo, antes de la segunda guerra mundial se abortara esa posibilidad, irrumpiendo tanto el temor como el anhelo a la referencia del Comunismo como un escenario que abreviaría el transito suspendiendo todo “dialogo” - con cualquier rasgo que portaran las sociedades desde donde el Capitalismo pudiera expresarse, desarrollarse o mantenerse (como lo fuera el derecho a la propiedad privada, a la iniciativa privada, en consecuencia la existencia de la burguesía y cualquier signo que potenciara la singularidad de las personas, como lo fuera la creatividad, la iniciativa, las creencias propias o cualquier tipo de fe) -  con una súbita ruptura por medio de la violencia y mostrándose así mismo como una formula antagonista que no precisa el dialogo (y por lo tanto suprime la democracia parlamentaria liberal).

El Comunismo, tal y como se estaba desarrollando consideraba al Ser Humano también como un factor de producción al servicio del Estado, con un papel definido y establecido por el propio Estado en razones de su propia “revolución como Estado”. Sumisos, prácticamente sin iniciativa propia, destinados a servir a la revolución y sacrificarse permanentemente por ella; siguiendo sus postulados y consignas; y renunciando a la libertad de opinión, reflexión, experiencia y trayecto personal. Sin opciones para explorar el entorno material, social o espiritual con libertad y obtener las propias conclusiones. El comunismo, al igual que el nazismo, fueron movimientos totalitarios que buscaban eliminar cualquier contención al poder del Estado.48
Ya en los años 1920, la visión en Alemania era clara y meridiana; el Partido Socialdemócrata Alemán, bajo el liderazgo del canciller Hermann Müller, adoptó la visión de que «rojo iguala al marrón», es decir, que los comunistas y los nazis suponían igual peligro a la democracia liberal.45

De alguna manera aquí es concebida la Democracia liberal como la protección de los valores que resurgieran con el retorno a la mirada en la Grecia Antigua y que se expresarían en el Renacimiento que sitúa en el centro al Ser Humano (y siendo una de sus consecuencias plenas el Humanismo) mientras las visiones totalitarias desplazarían esa libertad en la visión social, económica y espiritual que gira en torno al Ser Humano (sus necesidades de desarrollo personal, su libertad para explorar el entorno, la libertad de opinión y expresión, creatividad y el desarrollo de sus propias capacidades en las actividades elegidas libremente por él mismo) obligándola a cederse forzosamente al Estado, suponiendo que éste le otorgará un “bienestar material” pleno y total, a cambio de su trabajo y libertad, por medio de una dictadura (a la que todos se tendrán que adaptar) y por métodos científicos, a través del materialismo científico, se evalúa lo que necesita cada trabajador y su familia (como método neutral que define y resuelve las necesidades de cada trabajador en cualquiera de sus ámbitos: Educación, salud, trabajo, hogar, alimento, vestido…) suspendiendo, de facto, cualquier reflexión o crítica que se pudiera realizar a esa visión científica que se considera, en sí misma, perfecta.

​Volviendo a la carta que Churchill enviara a Franco en 1944, cabe una pregunta ¿Cuál sería el motivo por el que Londres desearía que el comunismo (con su interlocutor a nivel internacional fuera Stalin y que los EEUU lo aceptaran?
 No parece que solo fueran las circunstancias de la finalización de la propia Guerra Mundial, sino también pudiera ser el perfil de una estrategia definida por Londres que buscaría seguir manteniendo un liderazgo en el devenir del Mundo y la Humanidad eligiendo el adversario más adecuado para ello.
Parece una incógnita difícil de despejar, aunque se pudiera argumentar que en ese momento histórico concreto pudiera resultar  útil establecer entre EEUU y Londres un acuerdo de esa envergadura con Stalin y su comunismo soviético después de que este argumentara, el propio Stalin, que el comunismo no podría extenderse en una primera fase y que se tendría que contenerse en el Estado que fuera Rusia (siendo ese el pretexto para iniciar una matanza en su propio seno que se iniciaría claramente, con una fase muy violenta entre 1930 y 1939 -  con tantos millones de detenidos y muertos- la gran purga  -  Gulag).
No se puede ignorar que esa actividad criminal de ese régimen fuera desconocida por los Norteamericanos o por los británicos (y menos en 1944, cuando Churchill manda esa carta a Franco asegurando que con los comunistas reconstruirá lo que parece a todas luces un "nuevo orden mundial" en Europa).
EEUU que no se opone y colabora en ese proyecto de hacer de Stalin un adversario/colaborador necesario para el Nuevo Orden Mundial, en un marco internacional que Londres viniera generando "estratégicamente" desde la primera Guerra mundial – o tal vez antes, desde la Revolución Francesa.
Además en la conversación con Stalin, Churchill le da ciertas "garantías" de que no es "amigo" del régimen de franquista por no garantizar un modelo democrático, por seguir matando después de años finalizada la guerra;  no dejaría de ser una observación también dirigida al propio Stalin y sus matanzas entre 1930 y 1939; de alguna manera señala también a Stalin con ese comentario que carece en la URSS de la condición democrática que apela para España; es decir, no deja pasar por alto que el interés de Stalin es realizar un proceso democrático en España para sacar a Franco e instaurar el comunismo. En la misma conversación señalan, que ni EEUU ni Londres permitirán un cambio en España hacia un sistema democrático que pudiera dar como resultado un gobierno comunista (que es lo que precisamente exactamente desea Stalin).
Queda así el franquismo en España como régimen “no deseado” pero “inevitable” que garantiza que un comunismo estalinista no se instalará en España y a la vez muestra, la paradoja, y se verifica, que de no haber sido apoyada la sublevación, por Londres, de los Nacionalistas en España - luego de obstaculizar la defensa de la República frente a ese alzamiento - difícilmente el comunismo estalinista nunca hubiera tenido esa especie de pedigrí de ser la única fuerza que se opusiera hasta el final en la guerra civil, e incluso posteriormente mantuviera guerrilleros dependientes de Stalin hasta 1943, cuando el propio Stalin da las órdenes de no hostigar más al régimen franquista (señalando ya, en ese año, que hubiera algún tipo de acuerdo previo con Londres y EEUU para ir determinando las áreas de influencia que el "mundo libre" y el comunismo tendrían configuradas, y totalmente determinadas, antes del fin de la contienda europea, donde España quedaría totalmente excluida de cualquier protagonismo internacional (como temía Franco) y a la vez de cualquier inferencia soviética).
Así, las conversaciones entre los líderes que se repartirían Europa (y luego las áreas de influencia en el mundo) seguirían produciéndose a tenor de los territorios "liberados" por soviéticos y "mundo libre" a medida en que se acercaba el fin de la guerra – incluso se pudiera señalar que el deseo de Churchill de posponer el segundo frente en Francia, en 1942,  a requerimiento de Stalin, fuera una doble estrategia: Por un lado hacer proyectar la invasión de Italia y Grecia en 1943, para defender los intereses en el Mediterráneo de Londres – Canal de Suez – y evitar que la URSS adquiriera derechos en esa área a causa de la liberación o sublevación partisana en Italia o/y Grecia, de naturaleza comunista .
Se podría constatar cómo intentan, en el caso de Stalin, regatear territorios concretos, o lo que pudiera ser intercambio de cromos, en países tal vez como Grecia o Yugoslavia, en un nuevo tablero de ajedrez internacional que se instauraría  en Europa en 1945  y que luego se extendería por todo el mundo durante los siguientes 50 años. Sin embargo, los  primeros pasos de esta gran estrategia de Londres se habrían constituido en el desarrollo de la primera Guerra mundial, con la desintegración de todos los imperios rivales de Inglaterra en Europa (cuanto imperios)  la caída de las monarquías que los sustentaban (cuatro monarquías) y con ellas todas las Cortes que las asesoraban (cortes que entre sí se conocían en sus ambiciones, defectos y fortalezas) quedando como único liderazgo la Corona Británica (en la práctica se pudiera decir que ha quedado como única monarquía Universal, aunque el discurso británico hubiese sido durante siglos ir en contra de cualquiera monarquía que impusiera esa tesis o estuviera en disposición de hacerla efectiva dentro del continente europeo). En todo este trayecto de negociaciones nada puede decir Francia; parece obvio su papel “secundario” donde muestra malestar pero cierta independencia y autonomía, aunque ello no le otorgue el protagonismo del mundo anglosajón.

La primera apariencia de la intervención de Londres contra República española pudiera entenderse u observarse como una guerra en “defensa de la retaguardia británica” en el Mediterráneo, dándole una estabilidad durante la Guerra Mundial y otros 30 años más, que aseguraría los intereses de Londres, y luego EEUU, en ese área del Mediterráneo (pero a la postre lo que conseguiría es eliminar cualquier formato que pudiera adoptar la izquierda/izquierda  en España que se alejase del modelo de "enemigo y rival" elegido por Londres para desarrollar su influencia y dominio político y financiero en Europa – análogamente actuaria de manera similar en la primera Guerra Mundial contra otras revoluciones que pretendieran no asumir ese formato que luego adquirió como idóneo la Rusia Stalinista – es la tesis o hipótesis). Esa intervención en la España de los treinta llevaría y traería como consecuencia en la propia España el surgimiento del modelo Stalinista durante la Guerra Civil y la adquisisción de un pedigrí de única verdadera resistencia ante Franco; y posibilitar, así, su regreso cuarenta años después  – aunque eurocomunista, ante las evidencias de genocidio ya inocultable, aunque siempre desmentido por los militantes y simpatizantes de la URSS -  como partido político legal, una vez instaurada la democracia.

No parece que ni EEUU ni Londres, en  ese momento y más posteriormente con el bombardeo nuclear de Japón, teniendo una gran superioridad militar sobre la URSS - al menos durante dos años - en cuanto se refiere a armas de destrucción masiva, se dispusiera a acabar con ese potencial y temible enemigo. Más bien se le permitiría existir como rival "necesario" que motivaría la actitud de siempre "alerta", necesaria para mantener en buen estado los sistemas de "respuesta" política, militar, armamentística, de seguridad interna y externa de cada uno de los países con independencia del bloque político al que pertenecieran y siendo por ello, siempre subsidiarios de sus respectivos Estados líderes: EEUU y Londres, por un lado, dirigiendo el bloque occidental y la OTAN y por otro la URSS (con una posterior República popular China que Kisinnger sabría alejarla y generarle una visión de antagonismo suficiente con el mundo soviético). Se concluiría así lo que podríamos llamar la primera fase y se iniciaba, tácita y tácticamente, una carrera en múltiples aspectos (tecnología, bienestar social, salarios, acceso a bienes, a prestaciones sociales) y la pugna sobre qué sistema generaría más prosperidad y estabilidad (si desde una visión "libre" y capitalista u otra que presumía ser un "paraíso" comunista) compitiendo en aspectos como educación, deportes, tecnología, carrera espacial, armamentística y a la vez intentando seducir a las clases medias y trabajadoras de sus rivales antagónicos por medio de la propaganda.
Con este "juego" instaurado por medio de dos guerras mundiales, y sostenido luego por una actividad de obligada adhesión de cada país y nación, por medio del miedo y terror, ante la evidencia de la guerra fría (y sus expresiones temiblemente calientes que se expresaban diariamente en los noticieros de las televisiones que entraban directamente en las salas de estar de cada casa y familia) y que serían evidencia  de violencia tanto dentro como fuera de Europa (guerras, rectificaciones y reseteos con golpes de Estado, operaciones terroristas que no se sabían muy bien de donde vendrían y que siempre levantarían sospechas de estar detrás de ellos la mismísima CIA , guerras en el mediterraneo, operaciones Cóndor en Latinoamérica, guerras en Indochina, grupos guerrilleros revolucionarios en cualquier lugar del mundo, paramilitares,.... y siempre, todos los periodistas de entoces intentando averiguar dónde se hallaban las distintas flotas americanas para intentar adivinar dónde podría estallar el siguiente conflicto y "determinar" realmente de quién partiría la iniciativa violenta por mucho que la propaganda Norteamericana "jurará" no saber nada o haberse encontrado con un problema imprevisto).

Todo ese modelo de convicciones individualistas, en aquél momento a principios del siglo XX, nada iba aportar al modelo Capitalista (pues iba en contra de su esencia: competición, rivalidad, productividad, horas extras, ambición personal, lucha constante por el liderazgo; se precisaría un rival antagónico pero con similares principios dispuestos a rivalizar:  Competir, luchar por la supremacía, el fin justifica los medios, "unos han de caer y sacrificarse en vida" según señalen los líderes "visionarios" de la producción, y el desarrollo para ser superiores y ser mejores a sus antagonistas). Y el modelo de antagonista no lo iban señalando aquellos que pedían bienestar para los trabajadores y sus familias al inicio del siglo XX, cuando se trabajaba entre 12 y 15 h diarias (incluidos niños y niñas en España, por ejemplo en aquella época). Ni tampoco podrían ser sus oponentes aquellos que conseguirían mediante la huelga de 1919 que la jornada laboral fuera de 8 h diarias - y cuyas consecuencias fuera la reacción violenta de una patronal que acabaría usando de los mismos pistoleros que había usado contra sus competidores empresariales para usarlos contra los trabajadores que se habían organizado para defender condiciones laborales humanas y constituir las en derechos laborales por primera vez en el mundo).
Los elegidos por el modelo anglosajón para ser adversarios no podrían ser este tipo de ideologías, pero si la comunista, que una vez establecida en la URSS acabaría con todo tipo de oposición interna y prepararía su Estado para ser un Estado homologable a los del resto de Europa (estimulando esa competición ideológica y el sacrificio de sus trabajadores en razón de una revolución que sería mejor y más eficiente que el capitalismo en todos los terrenos que se propusieran; esa era la tesis). Ese era el modelo de adversario deseado por el capitalismo anglosajón y fue el modelo que se impuso en la Europa continental en dos fases (primera y segunda guerra mundial) y en todos los Estados aparecería como única alternativa viable al capitalismo y libre mercado; era en realidad una alternativa rígida, autoritaria, violenta y excluyente de cualquier oposición: El Comunismo pro-soviético dispuesto y obligado a competir de todas las maneras a que se le invitara o retara a competir (primero en una guerra civil dónde los sectores más radicales "dinamitarían cualquier puente que permitiera una transición pacífica - por ejemplo ejecutando a la familia zarista) y en segundo lugar estableciendo una violencia interna sobre civiles.
Pareciera claro que el mundo anglosajón, fuera capaz de determinar, por su supremacía, el signo y devenir de los Estados (de prácticamente toda la Tierra) desde el siglo XVIII habría llegado a la conclusión (probablemente por ello le llegaría el liderazgo) de la necesidad de tener siempre al alcance un conjunto de "argumentos" políticos de persuasión a su alcance (como las que estableciera el rey Carlos I de España señalando la necesidad de una monarquía universal que liderada al resto de Monarquías, siendo la razón de la fuerza la que otorgará ese liderazgo; y que fue uno de los argumentos que combatiría  Inglaterra para constituir alianzas y combatir no solo a España sino también posteriormente a Francia; o también el temor a que se extendiera el republicanismo francés y su secuela napoleónica, organizando y subencionando hasta siete coaliciones contra Francia, dejando a Londres como líder indiscutible de occidente y en consecuencia de toda la Tierra; o contra el liberalismo nacido en España de las Cortes de Cádiz a dónde fueran enviados los “cien mil hijos de San Luis” para restablecer a Fernando VII).
A la postre parece que Londres, entonces ya conjuntamente con EEUU, vinieran a elegir como fórmula de adversario y rival más adecuado al comunismo de naturaleza estalinista como más idóneos a sus intereses y por ello establecerlos (de diferentes maneras y formas de hacerlos emerger) en todas sus áreas de influencia y a la vez mostrarlos como "peligro" sobre el cual estructurar estrategias de contención y control de la población civil en cada país y Estado.

 (Como los propios británicos decían,  acabar con todos los enemigos llevaría a una relajación peligrosa - que comprometería, a más o menos corto plazo, el propio liderazgo del mundo anglosajón en el propio planeta).
Si así concibiéramos la estrategia británica y anglosajona sobre sus zonas de influencia, se podría entender que el comunismo subyacente en España (sobre todo en la instauración democrática) venía a jugar, siempre, en su conjunto y como partido e ideología, un papel potencialmente desestabilizador desde la perspectiva anglosajona  (y también desde siempre una potencial amenaza revolucionaria concretada en grupos terroristas revolucionarios que no siempre se sabía a qué intereses obedecían y quiénes estaban detrás de ellos) y que a la vez reconducían y administraban cualquier anhelo de mayores libertades civiles, reorientándolas a visiones estalinistas o estatistas, donde el deseo de mayor margen de garantías individuales en el ejercicio de libertades cívicas serían una y otra vez supeditadaa a tener un mayor poder económico que proporciona bienes y libertades o quedar bajo la perspectiva del Estado.

La impresión que se pudiera obtener a primera vista sobre la manera en que Londres hubiera ido consiguiendo supremacía sobre las distintas potencias que le fueran rivales desde sus inicios, seguramente a través de explotar sus "debilidades" (entendiendo por debilidades también, las ambiciones históricas de sus antagonistas, los anhelos territoriales principalmente y los deseos que esos rivales siempre han tenido de hacer caer a la propia Inglaterra, creándoles y manteniéndoles a todos esos rivales en situaciones de “oportunidad” o de “adversidad; explotando las rivalidades internas en sus propias Cortes o “tocando” los o haciendo que se “toquen” por otras naciones aliadas, intereses que les lleven a tener que posicionarse creando permanentes puntos de tensión política que tan pronto crece como se apacigua, pero constituyendo “recursos” desde los cuales Londres puede retomar una situación de tensión en un momento dado, según sus propios intereses.  
Londres conserva así la iniciativa política internacional y su capacidad en prever situaciones adversas y descubrir u observar en ellas posiciones ventajosas (lo que significaría saber, desde un principio, cómo gestionar cualquier situación, pues parece ser que ellos mismos las crean y por ello son capaces de “conducirlas”, “reorientarlas y anticiparse cualquier situación dada); haciendo posible concebir en sus rivales - al finalizar el proceso o fase determinada de un conflicto concreto - que como rivales de Londres actuaron sin respetar valores o compromisos esenciales en las relaciones políticas y dejándoles nuevamente en situación comprometida tanto en el presente como de cara a un futuro.
Es sólo una impresión, porque en las "fases intermedias", donde se transita hacia el objetivo fijado, parece que Londres no tuviera "escrúpulos" en ese proceso, (como quien se apega a ese argumento por el cual "en la guerra, como en el amor, todo vale"). Pero cuando se ve la actuación en conjunto, y los objetivos conseguidos por el mundo anglosajón, se puede observar que la lectura histórica del conflicto (lo que llamaríamos relato) daría como resultado una visión muy adversa de sus propios rivales que pudieran dar la impresión, a la postre, de” actuar por despecho”; visión que no es o sería tan fácil argumentar cuando se contempla el conflicto por terceros o de la manera más neutral posible (es como si Londres consiguiera que sus adversarios mostrasen lo peor de sí mismos durante la pugna que sostienen); tal vez una de las adversidades más llamativas y espectaculares que sufriera Londres en esta tesis fuera la resistencia pacífica de Gandhi, pero incluso ante esa actitud del líder indio consiguieron los anglosajones ponerla en entre dicho cuando, no sin cierta malicia, la prensa le preguntara al líder pacifista sobre la pasividad del pueblo judío ante el genocidio nazi y éste sugiriera mantenerla como un acto de sacrificio de naturaleza espiritual – haciendo posible concebir en la opinión pública internacional que Gandhi y su pacifismo no tenía soluciones reales ni eficaces ante la violencia irracional, y consecuentemente, concluir que la violencia de Londres, por el contrario, era y es racional, y de alguna manera, por ello, legítima.
Parece obvio que Londres, aunque pudiera haber sido adverso al criterio de Carlos I de España (respecto a mantener la idea de una monarquía universal  (Idea Imperial de Carlos V) cuyas directrices fueran conocidas por el resto de Monarquías del mundo - entiéndase por monarquías de entonces ahora como Estados o Gobiernos de todo el mundo también en estos tiempos - y preguntado sobre el criterio de cómo se debiera decidir ese liderazgo monárquico y respondiese el monarca español en la “razón de la fuerza”. Es el propio Londres quien después de venir oponiéndose a ese criterio e ir subvencionando conflictos, conspirando y formando coaliciones en oposición a esa idea de monarquía Universal, acabe constituyéndose, así misma, en lo que precisamente decía que no deseaba que ocurriera (y en el camino han ido cayendo, uno detrás de otro, todas las monarquías e imperios que rivalizarian con Londres en un momento y otro de la Historia, dejándole el campo libre y ahora con un socio "todo poderoso" como lo son los EEUU).
La actividad política de Londres, dado los resultados obtenidos, bien valdría un profundo estudio filosofico-religioso (porque obviamente viene consiguiendo y consigue una supremacía política mundial sobre todos los Estados, Naciones, Repúblicas y Monarquías del mundo sin permitirse nunca entrar en una profunda contrariedad interna- al menos hasta ahora - que le lleve por trayectos que hagan tambalear los pilares de la solidez y confianza en los pasos dados en cualquier circunstancia por muy adversa y comprometida que pueda presentarse una situación dada - como demostró cuando pareciera arrinconada por la agresión nazi y la amenaza de invasión). Incluso en este momento histórico, dónde Londres asume el populismo y se adhiere al formato Trump en EEUU, no debiera contemplarse como un cambio de rumbo inesperado o sorprendente de las políticas anglosajonas respecto del mundo o de occidente o simplemente respecto de la UE como si de una manifestación puntual o de presión circunstancial se tratara; más bien parece - en este artículo se invita a esa reflexión - como un paso más ya concebido hace décadas, cuando Kisinnger hiciera ese comentario tan similar al de Catón respecto a Cartago, y estemos viviendo ese estadio transitorio cuya duración desconocemos por el momento, y tampoco sabemos cuánto se prolongará ni cómo se transformará el mundo, ni qué precio pagaremos todos en este nuevo tránsito hacia un modelo futuro de relaciones internacionales, políticas y económicas que sin duda, a mi juicio, es un objetivo ya decidido, prefigurado y configurado desde hace al menos un siglo - cuando todo este gran movimiento de fondo se viniera a expresar de una manera muy violenta y determinante en la primera Gran Guerra Mundial.
La violencia es el escenario ideal para el uso de la fuerza; y cuando se trata de usar la fuerza para definir quién tiene la razón y debe de ser obedecido (según el criterio de Carlos I en su día, al que se opuso Londres entonces) entonces el más fuerte en cualquier ámbito que se señalara siempre tiene las de ganar.
Por poner ejemplos, fue capaz de desgastar el imperio español mientras esté sostenía guerras en el interior de Europa. Y cuando el imperio español intentó resarcirse o "castigar" ese tipo de actuaciones para mantenerse en la supremacía mundial, no hubtuvo el éxito que se le supone a un líder en toda circunstancia y acabaria cediendo su posición internacional. A partir de ahí se podría señalar que en el caso español (como en el resto de Estados que tuvieran en algún momento liderazgo destacable) fuera a "remolque" de la historia que se iría tejiendo desde el resto de potencias competidoras (obteniendo papeles en sucesos históricos que a veces le evocarian el deseo o de resarcirse o de volver acceder al trono del liderazgo, aunque fuera compartido, o ambos deseos a la vez (como parece que le ocurriera a Franco) pero posiblemente por ese mismo visible deseo previsible y hasta explícito, se viera nuevamente frustrado en un concierto internacional donde todos los Estados parecen conocerse y sobre todo Londres (por no haber dejado nunca el liderazgo) conoce mejor que nadie a cada Estado rival o aliado,  sabiendo señalar los puntos débiles de cualquiera de esos Estados en cualquier situación dada presente o futura.  (Como parece haber ocurrido también en el proyecto de la UE, dónde hubiera desembarcado Londres en 1971 cuando Kisinnger señalará ya el peligro de la CEE como futura competidora del mundo anglosajón y de EEUU en particular; como señalará Catón a Roma respecto de Cartago y su prosperidad).
Estando en ese punto de la historia donde Londres se va de la Unión Europea y EEUU, a la vez antagonista ahora de la UE, parece conveniente realizar está reflexión por si fuera en alguna medida provechosa.
La tolerancia en cualquier situación y la búsqueda de soluciones debiera ser nuestro modelo. Sentido común que se desplaza del centro sociológico cuando se apela a esas emociones primarias (a las que tantas veces recurren los extremos políticos) de envidias o agravios haciendo fácilmente posible el resurgimiento de la extrema derecha y de reacciones similarmente antagónicas como el nazismo y fascismo o el comunismo, como respuesta; ambas canalizarían el diálogo cuando este deja de ser razonable y se niega a serlo en razones ideológicas y en contra del sentido.

Londres habría ido definiendo su modelo de relaciones de intereses internacionales por medios políticos, (dando preferencia a las actividades de inteligencia, implicando y explotando las vulnerabilidades de otras naciones rivales en sus propósitos estratégicos y evitando, siempre que le fuera posible, las implicaciones directas – unas estrategias que parecen que fueran comunes en su uso por todos los Estados, pero que derivó, al parecer, en una supremacía Británica) evolucionando a formas aparentemente menos agresivas que permitían respetar la formalidad de existir independencia política en el resto de países de su área de influencia de intereses; consiguiendo hacer una transición en su antiguo modelo colonial que le aportaba explícitamente riqueza material (en materias primas) y sumisión política y administrativa a través de "protectorados" sobre territorios lejanos, (implantando a la vez la idea de ser una cultura plena y desarrollada, basada en valores culturales y moderada por una visión social y moral cristiana, como señas de una civilización avanzada y superior a cualquiera de las existentes hasta entonces en la Tierra). Ese tránsito de sistema colonial a un proyecto común con sus colonias (convirtiéndolas en Estados libres), cuya unidad de compromiso se explicitaba en la vinculación directa con la propia Corona Británica, lo culminó con éxito con la creación de la Commonwealth con dos tratados: Declaración de Balfour y Estatuto de Westminster, que establecerían, si se ratificaban por cada una de esas colonias, la independencia pacífica en su tránsito a naciones aliadas del imperio británico y a la vez los compromisos de relación con la Corona Británica en un contexto ventajoso para Londres que se expresaría, con claridad, en la crisis del 1929 (amortiguándola en su propio territorio); estando compuesta por más de 50 países: 3 en Europa, 13 en América, 11 en Oceanía, 8 en Asia y 19 en África. La dimensión y envergadura y potencia de semejante acuerdo resulta muy evidente y permitiría entender la capacidad de independencia y autonomía de la política inglesa-británica respecto a cualquier otra nación europea, con las que ha venido rivalizando en liderazgo desde hace siglos. Además supo conseguir que se sumara, a su visión política internacional, el liderazgo militar, económico y político de EEUU.
Desde que los británicos asumieran el rango de primera potencia internacional hace unos siglos y, en especial, con el final de la I guerra mundial, su manifiesta alianza con EEUU y su triunfo en la segunda guerra mundial, sus opiniones, evaluaciones y perspectiva internacional resulta decisiva en la visión Norteamericana y suele resultar triunfante.

Concluido el ciclo económico, hecho visible en 2007 – al juicio de esta hipótesis que se expone – como consecuencia del cambio de escenario internacional derivado del derrumbe soviético y con ese derrumbe la separación de la unidad de estrategia respecto de cómo seguir extendiendo el marco de la democracia respecto de los países del Este de Europa (incluida Rusia).  
(una vez que Rusia rechaza su inclusión en la OTAN - posiblemente por desconfiar del papel que la propia OTAN señalaría para Rusia y su territorio, si el objetivo fuera, como entonces parecía, el acoso político-militar a China desde el suelo ruso oriental, haciendo posible que la OTAN tuviera, por fin como lo tuvo con la URSS, contacto de frontera con la propia China, obligando a asumir a Rusia, una vez más – como en el pasado le ocurriera con la Alemania nazi, y antes también en la primera guerra mundial, el peso de la tensión militar contra el “nuevo enemigo occidental”). Es posible que esa estrategia de la OTAN rechazada por Rusia hubiera sido la causa desencadenante de las distintas visiones estratégica dentro de la UE , y de la OTAN, respecto a cómo afrontar las desconfianzas de Rusia (que parecían bien fundadas) y de que, en consecuencia, Rusia volviera a ver a la OTAN como una amenaza real otra vez - cuando la guerra fría ya había acabado y con ella el comunismo en Rusia como enemigo prioritario de la OTAN; y a partir de ahí Rusia reforzara su visión autoritaria hacia dentro, fomentara su nacionalismo y reforzara los lazos con los Estados que le sirven de “cordón sanitario” y protección frente a la estrategia occidental que pondría en riesgo, nuevamente, la paz y la integridad en su territorio (algo que Trump podría haber “comprendido” como consecuencia y razonamiento “consecuente” de boca del propio Putin y que le llevaría a modificar la estrategia Norteamericana cuando se confirma como Presidente de EEUU señalando como enemigo prioritario directamente a China, mientras alienta en occidente un retorno al nacionalismo en el que ya se hallaba Putin). Mientras, la UE lidia casi en solitario, el problema de confianza de Rusia y la vuelta de esta a los métodos de “siempre” (internos y externos) para asegurar su criterio de integridad e independencia política de los intereses extranjeros y que se expresaron con claridad en el problema ucraniano, donde las divergencias de los ingleses y el resto de Europa en cómo tratar esa zona estratégica para Rusia (si con violencia extrema y expeditiva o por medios de apaciguamiento y sanciones) determinarían, al final y tal vez, un antagonismo claro entre la UE y el mundo anglosajón (antagonismo que ya vislumbraría con mucha antelación Kisinnger – uno de los más impresionantes y determinantes estrategas políticos de EEUU; incluso hoy en día, a su edad, aún es “reclamado” en ese papel de consejero/orientador tanto por demócratas como por republicanos Norteamericanos, posiblemente sabiéndose que muchos de “los lazos y nudos” que aún hoy en día siguen vigentes en todos los continentes de la Tierra fueran establecidos por él, personalmente, en su activo papel de Secretario de Estado, y consecuentemente de los Servicios Secretos, con Nixon y Ford -  cuando ve el desarrollo de la CEE como potencial rival de EEUU y, por entonces, durante el ejercicio de cargo, en 1971, Londres pide su adhesión al proyecto Europeo con lo que parece, al cabo del tiempo, la intención de  controlarlo o tal vez, si fuera necesario, dinamitarlo).

Al acercarse a la historia de la guerra civil española, (en mi caso a través de Hughes Thomas - un europeísta convencido hasta el punto de abandonar el laborismo por su oposición a la integración europea, acercándose a los conservadores por ser favorables a esa unión, para luego volverse a alejar de ellos cuando estos se pronunciaron en contra de la UE), en una edición ilustrada a todo color - donde aparecían documentos, fotografías y posters de propaganda) suele ser inevitable tender a tomar partido por uno de los bandos – sobre todo si el momento de leerla es en la transición, donde el mundo político converge en la idea de retomar una “normalidad” democrática que otros  países, antes que el nuestro, alcanzaran después de la Segunda Guerra Mundial. Desde ese discurso de ir hacia una “normalidad”implícitamente quebrada en el pasado – la lectura de esa narración del autor inglés – que por ser un escritor extranjero se piensa en su neutralidad y desapasionamiento -  se percibe que la “normalidad” no era el régimen franquista y que la “normalidad” debiera ser la pluralidad democrática representada por la República.
Desde ese punto de partida, y sin ningún otro referente, la lectura lleva a preguntarse en ¿cómo fue posible que una república legitima fuera derribada? y se va buscando fallos o errores que fueran dando ventaja a los sublevados para hacer posible su triunfo. Y se acaba por pensar, en mi caso, desde la ingenuidad inicial, que hubiera “mala suerte” por las circunstancias internacionales que, supuestamente, hicieran posible la caída de aquella república. De alguna manera, desde la inexperiencia de la juventud, se piensa que los errores  cometidos servirán para no volverse a cometer y que las circunstancias internacionales habrían cambiado sustancialmente hasta el punto de que ello era imposible que volviera ocurrir. La normalidad se establecería en España, por fin y para siempre.

Más tarde, cuando evoluciona la re-in-stauración democrática, se va descubriendo que esa “normalidad” que se esperaba no se representa como se esperaba (la violencia terrorista “anormalmente” seguía existiendo y las pugnas internas, casi en cualquier cuestión parlamentaria, parecían a veces desmedidas) culminando ello con el golpe del 81 “señalaría” que “habría algo más” que se “hubiera pasado por alto” y que no se podría explicar simplemente por temor o desconfianza de los restos del régimen autoritario que, en teoría, dejábamos atrás definitivamente – aunque algunos miembros de ese régimen se hubieran anclado en algunas “zonas” del Estado desde donde aún seguían generando y protagonizando escenas tristes, sin saber muy bien porqué (Ver los enlaces de noticias)

Con el tiempo se va entendiendo que el “ideal” de democracia que se habría forjado en la mente (no solo mía sino de más jóvenes de entonces) no era realmente lo que veíamos en las noticias (llenas de demasiados sobresaltos, incluso sobresaltos y conmociones internacionales) ni lo que pudiéramos vivir de manera cotidiana (sumándose un golpeo de sustancias toxicas que extraviaban multitud de vidas de jóvenes causando muertes prematuras). La verdadera referencia de lo que estaba pasando se hallaba – ahora se ve con más claridad y cesado el ímpetu de la juventud - más cerca de lo que los más adultos parecieran pensar entonces, sin argumentralos, y mostrándolo solo con rostro de profunda preocupación, contrariados ante lo que parecía una sinrazón de violencia que vendría a señalar algo así como que la Democracia, en sí misma, en España, puede ser fuente de disturbios y violencia provocada por los de “siempre” (sin atreverse a señalar quienes eran los de “siempre”, salvo algunos reportajes periodísticos que apuntaban a los extremos, de un lado y otro, como si actuaran en “sintonía”, “complementación”  y determinación para hacer el mayor daño posible al sueño democrático y dejarlo sin verdaderas esperanzas de lo que la mayoría de los ciudadanos pareciera desear; de alguna manera subsistiría en los más mayores, en aquel momento, una evocación de aquella II República llena de amenazas golpistas y temor, con violencia entre los “unos y los otros”, y  que volvía a amenazar con no dejar a nadie vivir en paz; y que señalaría que “subsistiría una lucha, un antagonismo” ni disuelto ni resuelto, que venía de lejos y que no se habría terminado de zanjar.

 

Si parecen evidentes las maniobras desde Londres para aislar la República – y definir y apoyar al que debiera ser el nuevo dictador en España, como si de un guión de “reseteo” bien estudiado que apartaría a todas las partes en conflicto de la actividad política mientras viviera el nuevo general - e incluso haciendo posible que el enemigo que serviría de pretexto para el cambio de rumbo apareciera en escena por “arte de magia”, dejando el espacio libre para la intervención de Stalin en la península, al obligar Londres a Francia  a bloquear la venta de material al gobierno republicano. Todo en el golpe militar funcionó a la perfección. Absolutamente todo. Y todo lo intentado por el gobierno republicano para evitarlo salió mal – incluso cuando intenta bloquear el estrecho de Gibraltar, Londres amenaza a los republicanos con hundir su flota si se ve en interferencia el tráfico británico por ese espacio estratégico, obligándola a desplazarse al norte de la península. Además consigue Londres, con su maniobra de no permitir apoyo a la República que la ayuda de Alemania e Italia se vea como una consecuencia de confrontación propia de dos ideologías antagónicas y enemigas (fascismo y comunismo) que lucharán en suelo español con vehículos y petróleo suministrados por EEUU – más de 10.000 vehículos, muchos más que cualquiera de los enviados por Alemania o Italia, así como el petróleo que precisaban los alzados.
Todos esos favores recibidos por Franco desde el mundo británico y anglosajón, debería saberse que eran lazos que se tejían para determinar su propio futuro; e incluso que sus aliados en la guerra civil (sin implicarse directamente los británicos, manteniéndose siempre a resguardo) señalaba, de alguna manera, que el conflicto en España, por la naturaleza “extraña” de la ayuda que recibían los Nacionales (de facto y de hecho, y sobre todo en la práctica, democracias dominantes y antiguos rivales históricos de España, sumada a un nuevo orden naciente representado por Hitler y Mussolini) le irían dejando, poco a poco, en una especie de “limbo” – pues el Alzamiento fuera apoyado por unos y otros que luego entrarían en conflicto y guerra entre sí -, donde pareciera que tuviera cierta libertad de acción cuando empezara la Guerra Mundial. Y sin embargo se cuidó, mucho, de aprovechar esa circunstancia cuando estando los británicos en solitario haciendo frente a Hitler, de caer en la tentación de recuperar Gibraltar o de tener cualquier gesto determinantemente hostil contra Londres. Incluso es concebible que el “rechazo” en el encuentro de Hendaya de entrar en guerra junto con Alemania fuera un acto bien calculado para evitar un grave problema con el Imperio Británico – Hitler quería controlar Gibraltar – y sin embargo Londres aprovecha la circunstancia para señalar que ese encuentro en Hendaya trataba de la anexión de Portugal a España – como siempre a Londres le bastaría con azuzar los anhelos de siempre y las rivalidades de siempre como para no verse directamente implicada por una amenaza directa sobre la propia Inglaterra y encontrar o señalar rápidamente aliados que eran amenazados
(Si los alemanes hubieran tenido éxito en la batalla de Inglaterra, en ese caso, Gibraltar hubiera caído, por sí solo, en manos de los Nacionales, en exclusiva o compartido con Alemania – para qué arriesgarse - no haciendo nada, en ese momento de la guerra, pareciera que tenía el 50% de probabilidades de recuperar el peñón; Alemania, de triunfar, haría posible el sueño y milagro cientos de años soñado, sin necesidad de arriesgarse a entrar en guerra con un resultado aun incierto). 
Desde este punto de vista se entiende que Franco solo apoyara, por el momento aun incierto, solo enviar tropas contra Rusia y a la vez se mostrara como “espectador” favorable al triunfo alemán hasta que este se vio en declive – incluso intentaría mediar, en algún momento, cuando el signo de la guerra no se terminaba de decidir después de la batalla de Inglaterra, proponiéndose como árbitro de una paz entre alemanes e ingleses para volver a señalar a Rusia como enemigo común de toda Europa, tal vez con el fin de granjearse algún papel en el concierto europeo 
(que fue lo que siempre ansió Franco y siempre le regatearían de una manera u otra tanto en el transcurso de la Guerra Mundial, como a su finalización – quedando excluido del plan Marshall y de la reconstrucción de Europa. Quedando su figura personal en un verdadero limbo político – tal vez por haber jugado con barajas diferentes según fuera el interlocutor del momento; pero sobre todo por tal vez sentirse señalado por el propio Churchill en la carta, tal vez al mostrarle a Franco que lo que "agradeciera Londres" durante la guerra mundial a los Nacionalistas no fuera otra cosa que mostrarle a FRanco, indirectamente, que sabían y conocían profundamente lo que el régimen franquista pretendió y no tuvo ocasión de conseguir –  solo Franco fuera rescatado por EEUU, con la finalidad de que, lo que parecía la estrategia concebida en un principio para el régimen franquista por Londres llegara al final previsto y de la manera prevista).

 

En este contexto se puede interpretar las conversaciones mantenidas entre Truman, Churchil y Stalin (y expresadas como secretas al referirse al régimen en España) en la que Stalin, sabiendo que el protagonismo de la resistencia frente a Franco, una vez producida la rendición de la República, quedaba en manos del relato del PCE y del propio Stalin – que mediante el envío de armamento, asesores militares y controlando la propaganda de la República había hecho posible instalar en España la idea del comunismo estalinista como el único que realmente habría combatido a los Nacionales e incluso no se había rendido ante Franco y resistiéndose al golpe de Casado que ponía fin a la lucha). En la conversación entre los tres mandatarios que decidirían el futuro del mundo, Stalin parecía querer pasar por alto que el papel que él había tenido en España durante la guerra civil había sido consentido y permitido como estratégico por Londres, pero nada más. Aún así Stalin jugó la carta, ante ellos, de que el pueblo español decidiera “libremente” su futuro - estando seguro Stalin que podría argumentar, ante las democracias Británicas y EEUU, por su propia condición de democracias,  la legitimidad de pretender unas elecciones libres y democráticas en España (incluso sabiéndose el propio Stalin que ello no lo consentiría nunca en Rusia y que Inglaterra y EEUU sabían que su régimen ya era una dictadura con terror político; pero también sabía  Stalin que tal como se había dado el fin de la Guerra Civil en España, la población podría estar más a favor del comunismo que del resto de partidos y opciones políticas y sindicales que optaron por rendirse y atacar a los comunistas para poner punto y final a la guerra. Parece obvio que tanto Churchill como Truman lo vieron venir (y tendrían prevista la respuesta, al menos Churchill que es quien contesta más contundentemente) la jugada estratégica de Stalin era pedir para España una democracia que él no aceptaba en su propio territorio (y con ello ganar en unas elecciones libres en España, después de una invasión militar contra Franco, y alegar el derecho de los españoles a ser comunistas por haberlo elegido libremente; generando una “zona caliente” en la retaguardia del occidente europeo y en la entrada al Mediterráneo) por ello declinaron los anglosajones las peticiones de Stalin de invadir España. Los pactos entre EEUU y la España de Franco no se produjeron hasta transcurridos siete meses de la muerte de Stalin.
Así mismo, la respuesta que le da Churchill a Franco respecto de la Rusia, el bolchevismo y el comunismo, le debió dejar, de alguna manera “helado”, pues Churchill señalaba a la Rusia Comunista de Stalin como un aliado (bajo los pactos firmados con ella en 1942) e incluso, parecía claro, que el proyecto británico era consolidar esa posición soviética en el futuro de Europa como esencial – incluso en el conjunto de Europa, es decir, contaría con la URSS para establecer un equilibrio de desarrollo en toda Europa – aunque ya entonces se veía cómos se asentaba el comunismo en cada Estado europeo, como señalaba Franco; pero la existencia de una expansión soviética en la Europa oriental se podría estabilizar si Stalin renunciaba a injerencias en la Europa del Oeste y dejaba sin amparo al comunismo en la zona capitalista. Así fue y así lo aceptara Stalin en 1943 cuando ordena que los maquis españoles dejen de actuar sobre territorio franquista y los desampara.  Esos acuerdos para una estabilidad inestable en Europa se observa en la parte del texto de Churchill donde dice lo siguiente:

«En la carta de V.E. al duque de Alba hay varias referencias a Rusia que no puedo dejar pasar sin comentarlas, teniendo en cuenta las relaciones de amistad y de alianza entre mi país y Rusia. Le induciría a usted a un serio error si no desvaneciera en su ánimo la idea equivocada de que el Gobierno británico está dispuesto a considerar ninguna agrupación de potencias en Europa occidental, o en cualquier otro punto, basada en hostilidad hacia nuestros aliados rusos o en la supuesta necesidad de defensa contra ellos. La política del Gobierno británica se funda firmemente en el Tratado anglo-soviético de 1942 y considera la permanencia de la colaboración anglo-rusa dentro del armazón de la futura organización mundial, como esencial. Y no solamente a sus intereses, sino también a la futura paz y prosperidad de Europa en su conjunto»

Si Franco no tenía claro que habría sido un instrumento en manos de Londres, desde aquel momento - y con aquella respuesta sobre los soviéticos y el papel que les reservaba Londres para el futuro y estabilidad de Europa - ya no tendría dudas de que así hubiera sido, pues el motivo argumentado para un golpe y guerra en España contra el Comunismo – que por entonces no era en España stalinista, ni sometido a los dictados de Stalin; precisó una guerra para ello - solo hubiera sido el pretexto de Londres para establecer una influencia real del Comunismo en Europa y, consiguientemente, en la Europa del inmediato futuro.  Es decir, de alguna manera Londres hubiera previsto y anticipado con esa “maniobra” en España y luego en el resto de Europa que solo el modelo de comunismo instaurado en la URSS fuera el único modelo antagonista, dominante y referente con el que poder “negociar”, “entenderse” y constituirse como rival antagónico, del cual “tomar” aquello que pudiera ser útil sin destruir al propio Estado soviético. El compromiso con Stalin sería permitirle su experiencia soviética en su bloque del Este a cambio de abstenerse de apoyar  cualquier nuevo conato revolucionario en la Europa occidental. (como se señala antes, los pactos entre EEUU y Franco se realizan después de la muerte de Stalin; por lo que cabría suponer que Stalin pusiera el aislamiento de franco como condición para no apoyar una revuelta comunista en España).

 

El hipotético “diseño” generado en Londres – desde el momento en que apoyara a los Nacionales obstaculizando la defensa Republicana, y cuyas consecuencias postreras estarían contempladas desde un inicio - acabaría siendo “impuesto”, formalmente, en España al finalizar la dictadura, en una de sus patas, por medio de la legalización del PCE (creando un formato político diferente - con un PCE muy fuerte - al que estuviera vigente en la República; y una vez determinado el modelo en el resto de Europa y haciéndolo similar al resto del continente occidental). En ese tiempo de dictadura, Franco quedaría relegado a gestionar una victoria que se podría antojar "dependiente", como su propio triunfo en la guerra civil, del ambiente internacional y siempre en entre dicho; acabó teniendo acuerdos con los soviéticos y apoyando dictaduras comunistas en Latinoamérica y también las experiencias socialistas como la de Allende; además de ver, como al final de sus días, quien fuera a ser su “relevo” en prolongar el régimen moría en un atentado que cerraría las puertas a ese objetivo (de la mano de un grupo terrorista “controlado” por servicios secretos occidentales, según una versión de un espía belga dada en TVE hace muchos años al realizar un análisis más profundo de la banda terrorista) culminando así lo que parecía el proyecto original de poner al joven general en el poder.
   El comunismo habría llegado para quedarse como un instrumento más del control de las democracias y sus gobiernos (al menos en el Mediterráneo; incluso con pedigrí de partido “liberador” y constantemente “prohibido” como gobierno o parte del mismo), incluso una vez caída la Unión Soviética.

 

Con independencia de que el Estado español en el franquismo se considerara anticomunista, no parece que esa condición le evitara contemplar que el comunismo de Castro en Cuba tuviera puntos en común, esenciales, compartidos en el control de los ciudadanos en razones de seguridad del propio Estado con independencia del sigo extremo de ese Estado (similar situación se dio entre Stalin y Hitler respecto de su gestión de control sobre sus propios pueblos, existiendo rasgos que ambos admiraban uno del otro). En el caso del franquismo pudo bien ser alianzas ocultas y estratégicas de apoyo mutuo que aunque se supieran por los propios EEUU difícilmente podrían representar un riesgo real para la seguridad Norteamericana frente al hecho y consternación que hubiera supuesto revelar esa situación del franquismo en América latina y Cuba, y el efecto que pudiera haber causado en la opinión pública internacional, especialmente la europea.
En alguna medida sí que puede concebirse el paralelismo entre el Fascismo y el Comunismo (como realiza también la UE) y su tendencia a fortalecer el Estado de manera totalitaria frente a los ciudadanos y sus derechos civiles básicos y elementales. Limitaciones en nombre del llamamiento a realizar un “destino” o “tarea” en la Historia de la Humanidad o bajo los principios del materialismo científico extremo; y en ambos casos haciendo un Estado fuerte, controlador y alienante para la inmensa mayoría de ciudadanos. Por lo cual es un escenario que puede resultar proclive a sectores que configuran la esencia del propio Estado – con independencia de la ideología – cuando la tendencia sea, por circunstancias inesperadas o sobrevenidas ( falta de fe en valores humanos…), que el Estado tienda a no reconocer en su proceder los derechos esenciales de sus ciudadanos, los subordina, buscando solo su razón de ser en la razón de Estado.

Sin embargo, pese a las evidencias del clima social en la transición, donde la prensa extranjera señalaba la involución como camino más probable para España, en realidad ello fuera imposible paso atrás, al decir del apoyo internacional recibido a en las figuras de JCI y Adolfo Suárez, y las advertencias de que ese trayecto de instaurar la democracia en el mediterráneo bajo parámetros muy determinados era voluntad expresa norteamericana, señalada claramente en el viaje del Dr. Kisingger en diciembre de 1974 a los países mediterráneos, “moderando” y reconduciendo, por ejemplo, la “revolución de los claveles

la postura de la OTAN (y especialmente de Estados Unidos) se tornó pronto en temor a que los comunistas portugueses controlaran el MFA e impusieran una dictadura pro-soviética8​en un país con gran potencial geopolítico en los años de la Guerra Fría, al poseer bases estratégicas en el Atlántico Norte (islas Azores y Madeira) y un amplísimo litoral oceánico. No obstante, el curso de los acontecimientos en 1974 y 1975 con el debilitamiento interno de los comunistas, el ascenso de los socialistas y la subsistencia de una fuerte corriente de derechas al norte del Tajo, más las informaciones de diplomáticos anglosajones en Lisboa y Madrid,9​ desaconsejaron al presidente estadounidense Gerald Ford una intervención militar en Portugal, considerándose suficientes las actividades secretas desarrolladas en el país.

También determinó ese viaje el tránsito a la Democracia de Grecia después del derribo de la dictadura y la proclamación de su nueva constitución también en Diciembre del mismo año 1974 (https://es.wikipedia.org/wiki/Dictadura_de_los_Coroneles); se pudiera encuadrar en el mismo viaje por el Mediterráneo sobre lo que podríamos considerar “los límites de la Democracia en Europa, en especial en el área Mediterránea sobre la participación de comunistas en los gobiernos, en el que advirtiera, también, a Aldo Moro que “nada de un gobierno con los comunistas o socialistas italianos” – las únicas fuerzas representativas y potentes en Italia, mediante el “Compromiso Histórico Italiano”

El acuerdo histórico surgió en 1973 como una propuesta por parte de Berlinguer en la revista Rinascita, órgano de comunicación de los comunistas italianos, en ella se llamaba a la Democracia Cristiana a iniciar una alianza de gobierno, desde el principio contó con el apoyo de Aldo Moro. La idea de crear un acercamiento fue una consecuencia directa del Golpe de Estado en Chile ocurrido el 11 de septiembre. El secretario del PCI consideraba que los acontecimientos en Chile habían demostrado que los partidos comunistas no podrían gobernar en los países democráticos sin el apoyo de fuerzas moderadas.

 El incumplimiento de la advertencia de Dr. Kisingger motivaría el asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas cuando Aldo Moro intentó llevar adelante el acuerdo de la Democracia Cristiana con el PCI. Resulta llamativo que organizaciones terroristas de “izquierdas” hicieran posible derribar los obstáculos señalados por el mundo anglosajón para conseguir sus objetivos y que hoy en día esa lección se haya olvidado como si nunca hubiera existido.

así lo ratificaba las declaraciones posteriores de su mujer la viuda de Moro narró un encuentro con Henry Kissinger y un oficial de inteligencia norteamericano que les advirtió sobre su estrategia de introducir al Partido Comunista en el gabinete, con la amenaza: «Debe abandonar su política de colaboración con todas las fuerzas políticas de su país... o lo pagará más caro que el chileno Salvador Allende, nosotros jamás perdonamos». Según su mujer Moro quedó tan conmocionado por la amenaza que llegó a enfermar, pensando incluso en retirarse de la política.4

Ese viaje del Secretario de Estado Norteamericano también le llevaría a visitar España y a verificar que Carrero no estaba por el formato democrático en España y pretendiera prolongar la Dictadura (A partir de 1951 Carrero ocupó prácticamente la jefatura del Gobierno en el Régimen. Carrero simbolizaba mejor que nadie la figura del «franquismo puro». Por otra parte, llegó a ser insustituible por su experiencia y capacidad de maniobra y porque nadie lograba como él mantener el equilibrio interno del franquismo […].) al día siguiente murió en un atentado que se estaba gestando contra él desde hacía tiempo y en el que se estuvo trabajando delante de la embajada Norteamericana (y que la prensa española del momento así reflejaba, como quien señalaba el apoyo de los servicios secretos Norteamericanos) Incluso la agencia Tass así lo señalaba con claridad – una vez que ya estaba estableciendo que la URSS no actuaría en ningún tipo de apoyo a grupos políticos comunistas en el occidente, que daría lugar con la derrota de la Alemania nazi y reforzada esta idea en la conferencia de Teherán, donde Stalin reclama respeto para los partisanos comunistas de Yugoeslavia – que en principio podría estar fuera de ese ámbito comunista (prueba de que ello sería sustentado y respetado por la URRS fue la orden dada por Stalin a los comunistas españoles para que se suspendiera los combates del Maquis en el territorio Franquista en 1943). Así pues, toda la actividad política o terrorista de izquierdas en occidente, en especial en España, no tendría respaldo, ni soporte ni apoyo económico de la URSS (de alguna manera el apoyo estaría ubicado en el propio occidente) y de ahí se entiende el hecho del acercamiento del PCE en 1956 al régimen mediante su propuesta Carrillista de Eurocomunismo y Reconciliación, y sobre todo de las relaciones que se fueran restableciendo con la URSS

En abril de 1963 Jruschov y Franco intercambiaron cartas sobre desarme4​ y sobre el destino de Julián Grimau5​. En enero de 1964, Franco hizo un llamamiento a Jruschov de nuevo.6​ De acuerdo con la explicación de los acontecimientos soviéticos, fue por iniciativa del gobierno español.7

Parece absurdo, a primera vista, ceder las libertades y su ejercicio totalmente al Estado y a su élite, cuando sabemos que la realización de las potencialidades y de la creatividad de las personas, que así dan sentido a su propia vida, vienen de la mano del ejercicio de las libertades para la experiencia propia y la pluralidad de opciones donde reconocer las propias capacidades para poder desarrollarlas y con ellas sus propias reflexiones, su personalidad y su trayecto en la vida y, consiguientemente siendo ello revertido en su propio entorno social y en su sociedad (De alguna manera, el individuo precisa de la sociedad – sin la cual nada podría ser (de ella recibe todo lo inicialmente preciso para saber dónde se halla inmerso, cual sería su mejor papel y hacia donde puede dirigir su existencia para darle sentido) - ¿Pero hasta qué punto la sociedad es legítima para determinar que, en un momento dado, las libertades que tuvieron sus individuos, y en especial quienes las dirigen, estén legitimados como dirigentes para determinar que su sociedad “ya es perfecta” y que los que nuevos individuos deben carecer de esas libertades y someterse a una autoridad plena que podría avanzar hacia el totalitarismo?.
Si la sociedad organizada cede, y con ella sus individuos, plenamente a un Estado este tiende a la uniformalización de todo aquello que está a su alcance buscando anular la individualidad o singularidad de los Seres Humanos (salvo la de sus propios dirigentes); y con ello traen sufrimiento extremo y violencia; pues de alguna manera no permiten que las personas den sentido a sus propias vidas y existencias, sino que acaba siendo el Estado quien decide qué sentido tienen que tener las vidas de sus súbditos, prohibiendo toda reflexión al respecto y cualquier debate que lo cuestione.
El humanismo trata de exponer y difundir con mayor claridad el patrimonio cultural. El individuo, correctamente instruido, permanece libre y plenamente responsable de sus actos en la creencia de su capacidad de elección. Las nociones de libertad o de libre albedrío, de tolerancia, de independencia, de apertura y de curiosidad son, efectivamente, indisociables de la teoría humanista clásica.
Por extensión, se llama «humanista» a todo pensamiento que pone en el primer plano de sus preocupaciones el desarrollo de las cualidades esenciales del ser humano 8

De alguna manera es en este punto donde la Unión Europea adquiere significado en su resolución contra todo tipo de fascismos o comunismos o totalitarismos, cuando pide llevar el lazo negro y hacer posible la resiliencia en los jóvenes ante el posible resurgimiento de este tipo de ideologías y como anticipándose a ello.

La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad. Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos (Instituto Español de Resiliencia).

Toda una advertencia premonitoria que parece que deseáramos ignorar pues parecieran inmutables e incontradecibles las libertades que hoy vivimos y que nacieron o resurgieron de la visión Renacentista.

 Transformaciones profundas que se inician con el desplazamiento del llamado teocentrismo medieval por el homocentrismo que trae el Renacimiento reivindicando la observación del mundo que nos rodea, haciendo de su centro al hombre potenciando las ciencias y las artes, y el humanismo desde la recuperación del mundo grecolatino frente a la rigidez de los principios y dogmas religiosos que tendían a bloquear cualquier avance o aparente evidencia sino pudieran ser apoyada por las revelaciones expresadas en la Biblia, única referencia de Verdad admitida como tal. El Renacimiento hizo posible, sobre todo a la llegada de la imprenta y la revolución que supondría tener acceso a conocimientos hasta entonces reservados a minorías con acceso a manuscritos. La divulgación de observaciones al alcance de cualquier persona (que con un mínimo de conocimientos casi elementales) podría establecer en sí misma certidumbres por propia experiencia personal que podrían contradecir cuestiones esenciales de dogma sostenidas en la Iglesia y que podrían llevar a la excomunión de quién las divulgará (conocimientos preexistentes en el mundo griego) y que pequeños avances tecnológicos (como el telescopio y la recuperación y profundización  en las matemáticas y la recuperación y redescubrimiento de los filósofos griegos y sus demostraciones en distintas ramas del saber) proporcionaron la posibilidad de una experiencia y verificación personal de descubrimientos y constataciones personales cuya divulgación (debida a la censura de la inquisición) podría llevar en ocasiones al castigo, la penalidad, la tortura e incluso la muerte de su autor. Desde esta perspectiva se puede entender que el "De revolutionibus orbium coelestium" de Copérnico se publicará después de su muerte (por indicación de él mismo y que fue un trabajo que le llevó 25 años) y que entró en la lista de prohibidos por la iglesia, al igual que los que en el mismo sentido publicará Galileo, que desafiando más a la Iglesia, parece ser que por no aceptar la formulación en hipótesis de la teoría que exponía, quedó, posiblemente, en medio de una trama de rivalidad y lucha política entre su protector Campanella y los secretos que este sabía sobre las "debilidades" Herméticas (y por lo tanto heréticas) del propio Papa.

A esas alturas de siglo parecía evidente que el Renacimiento y la posibilidad de releer a los griegos habría señalado la evidencia clara y meridiana de que las Universidades estaban estancadas (y con ellas sus estudiantes siempre amenazados de graves castigos si la contradecían). Sin embargo, fueron los propios jesuitas quienes formarán a Descartes y lo orientaran para que siga trabajando y estudiando pero en los Países Bajos, fuera del alcance de Francia, consiguiendo establecer los principios del método científico (pero subordinados siempre a la fe cristiana).
Este es un ambiente de redescubrimiento de la perspectiva homocentrista (para ver y redescubrir el mundo que nos rodea desde la perspectiva del Ser Humano), el descubrimiento y exploración de nuevos territorios, de nuevas naturalezas (y especies) en el nuevo Mundo, de nuevos lugares a colonizar o reiniciar las propias vidas, de la aparición de comerciantes particulares capaces de establecer relaciones comerciales con lugares distantes y culturas distantes... de intercambio de conocimientos, nuevas culturas lejanas, el florecimiento de la riqueza y la prosperidad; y con ella, con la prosperidad también aparecería en los reinos europeos, y con ella la idea de rivalidad, y con ella la de superioridad y liderazgo que serían las puertas a las que darían paso a las ideas nacionalistas (de identidad, mitos de predestinación, de raza, de segregación, de menosprecios por otras culturas consideradas inferiores, de supremacía y de evolución… )

La visión que tenemos del mundo es anglosajona, es la que nos ha llegado porque, como se dice: La Historia la hace el vencedor o los vencedores.  Y en esa visión anglosajona de triunfo viene a ser reforzada por una interpretación similar expresada por Darwin en su teoría de la selección de las especies - en las que sobreviven las mejor adaptadas en un entorno cambiante y hostil; poco parece tener en común con la idea de surgir el humanismo con características como el antropocentrismo frente al teocentrismo, y con el resultado del pacifismo y el optimismo; o con la Ilustración que trajera los conceptos del racionalismo y el idealismo, así como la búsqueda de un sistema social y político basado en las ideas de la libertad, la igualdad y la fraternidad (que parece reservase los anglosajones solo para ellos mismos, como pueblo realmente elegido).

El mundo anglosajón ha aprendió a dar sus batallas preventivas (de evolución y exploración del futuro) fuera de su propio territorio (así lo muestran tanto en la primera como segunda guerra mundial en el terreno de la guerra). Pero también en el terreno ideológico y político parecen seguir la misma estrategia generando interpretaciones y antagonismos en unos y otros territorios, hasta el punto de que el adagio español señalara: “Donde haya un conflicto, busca al inglés” (pero viene a resultar que el Inglés domina el mundo por la razón de las debilidades de los otros (incluida su compra con dinero cuando es preciso) y/o la fuerza (para eso están ahora los EEUU).








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