Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 26 de septiembre de 2020

Poder o Verdad? o Poder y Verdad?

 

Poder o Verdad o Poder y Verdad?

Cuando se resuelven asuntos de manera "óptima" nos acercamos a la idea de que existe un equipo de personas que actúan eficientemente y, consecuentemente, deseamos que aborden más asuntos para que esa eficiencia siga resolviendo  situaciones "pendientes".

Resolver situaciones implica, en última instancia, generar un "orden" para las cosas y los asuntos.
Existen muchos criterios para ordenar las cosas y los asuntos; pero básicamente lo principal es como será concebido ese "ordenamiento" de las cosas y asuntos, y qué finalidad o finalidades tendrá ese orden que se va plasmando, pues de ese orden no solo ordena cosas y los asuntos sino también a las personas que asumen el deber de atiender al constante ordenamiento de las cosas (pues precisa ese ordenamiento constante atención, supervisión y gestion, atendiendo también a la naturaleza de las personas que desempeñan cada "tramo" o fase de ese cometido) y consecuentemente el ordenamiento de las cosas y los asuntos "ordena" también a esas mismas personas que mantienen ese orden. 
Es decir, "ordenar" las cosas lleva implícito también el ordenamiento de las personas y, por consiguiente, determina en sí mismo si las personas están en el "lugar o puesto" adecuado al objetivo de ese "orden" o deben ocupar otro puesto diferente o salir de ese proyecto de ordenamiento (y ocupar un espacio de no interferencia) para que ese ordenamiento sea eficiente. Es decir el objetivo de "fondo" que establece el orden de las cosas tiende a ordenar a las personas en función de sus capacidades o habilidades de atender no tanto al solo orden sino al "fondo" que impulsa ese orden. 
Si el "fondo" u origen prioritario de llevar a cabo un ordenamiento es el ordenamiento en sí mismo podríamos entender que al ir estableciendolo se fuera observando la idoneidad de cada persona para realizar ese papel y función (y si tienen carencias de conocimientos que se deberán completar). Durante el desarrollo de ese orden las personas que se encarguen de cada tramo de ese proyecto ordenador  se tienden a hubicar en la posición adecuada para que ese orden en las cosas y asuntos se vaya estableciendo y se mantenga. Si el fondo u origen del orden no otorga al orden en sí mismo la condición de prioridad del propio orden entonces ni las personas se ordenan ni tampoco los asuntos; las personas no ocupan el lugar adecuado ni el orden se mantiene.

Se tiende a elegir un perfil de personas u otro para mantener ese "orden" y consecuentemente el "ordenamiento" de las cosas puede acabar siendo, o no, un objetivo que promueva la libertad de las personas en su creatividad e innovacion o por el contrario un objetivo que busque su condicionamiento y sumisión plena al fondo que es origen de ese ordenamiento. Ello parece depender de esencialmente de la naturaleza de la visión que tenga el "ordenador" que pretende crear o generar un sistema ordenado, y si su objetivo es permitir una "experiencia vital y positiva" en sus colaboradores o por el contrario los observa como simples "elementos o instrumentos" del propio sistema que está creando por medio de ese orden.

El mejor criterio de selección parece que sería el de que las personas que ocupen esas tareas lo hagan motivadas por una capacidad y predisposición nacida por vocación de servicio o por habilidad innata y predisposición para los retos; como si de un juego se tratara y que desde ahí puedan "observar" el criterio de orden para aportar al mismo esa creatividad, innovacion o capacidad de resolución que no siempre se alcanza en estudios reglados (porque estos suelen tener visiones rígidas y estaticas, pues los conocimientos, al fin y al cabo son solo instrumento o herramientas que poco pueden evolucionar si la persona que los emplea no tiene una "visión" siendo la visión todo lo esencial en cualquier proyecto humano).

Creo que no sería muy errado señalar que dentro del poder existen personas que se hallan dentro de él por amor al propio poder y al ejercicio del mismo, y otras que lo hubieran alcanzado como un camino más determinado por la propia convicción y experiencia de concebir el conocimiento como experiencia de la Verdad o parte de la misma dentro de sí mismo, y la verificación de esa misma verdad (en sus distintas facetas y vertientes) durante el ejercicio del trayecto de gestión cotidiana y que es reconocida como eficaz. Dependiendo de su visión personal, ese conocimiento puede ir encaminado con el objetivo de su propio beneficio (como prioridad) o como instrumento para propiciar un bien social y en el entorno humano que puede o no ser aprovechado por más o menos personas; pero que es observado, ese procurar un bien o bienestar social, como un objetivo en sí mismo e irrenunciable en determinadas personas y cuya consecución se muestra posible si se profundiza en el conocimiento y en la verdad (verdad social y humana) pues es y será esa verdad la que posibilite acceso a conocimiento más real y completo y por lo tanto soluciones más racionales y apegadas al sentido común.

Poder es una capacidad y como tal, puede ser ejercida desde la simple coerción de la autoridad para cumplir los mandatos u ordenes, o por medio del convencimiento y la persuasión percibida como bondad de los mandatos y recomendaciones (es decir, hacer ver el sentido común que hay detrás de una orden).

Si el poder se ejerce desde la idea exclusiva de la autoridad como instrumento determinante sobre la sociedad y esta, exclusivamente por temor, acata, podríamos entrar en una esfera de "dependencia social" de las ordenes, anulando cualquier iniciativa particular e incluso entrando en la esfera de la dependencia e incluso patologia mental.

(Para Elias Canetti, el poder se basa en la posibilidad de utilizar la violencia. Así, escribe en Masa y Poder[4]​ que, en su momento arcaico, el poder se manifiesta como un "momento de supervivencia" cada vez que un vivo se enfrenta triunfante a una persona muerta. La posesión de poder significa supervivencia. El derecho a decidir sobre la vida y la muerte es, lógicamente, el instrumento más seguro para la preservación del poder y la vida. Según Canetti, este instrumento de horror ahora es un derecho en los sistemas totalitarios y le da al dictador la apariencia de una divinidad. Pero un dictador no es un dios sino, en la definición de Canetti, un gobernante paranoico. La preservación de su poder es lo más importante para él y al mismo tiempo el sentimiento permanente de amenaza esta presente en él. La masa de sus súbditos solo puede ser controlada por los gobernantes paranoicos al decidir excesivamente sobre sus vidas y sus muertes. "uno podría decir que sus sujetos más perfectos son aquellos que han muerto por él", ya sea en la guerra, en juicios o en campos de exterminio.

La voluntad de un gobernante se expresa en sus órdenes. Y el hombre, como lo ve Canetti, no sólo está "acostumbrado a los mandatos desde una edad temprana, se compone en gran medida de lo que se llama educación". Canetti ve en el mando y su ejecución la constante natural de comportamiento - para Canetti, la orden es algo fundamental, algo que es más antiguo que el lenguaje. Si se da y entiende una orden, la acción que lo sigue es percibida como ajena por la actuación. Se le ha impuesto. La persona en acción siente que el poder está en el mando.

Para Canetti, el poder en el sentido figurativo e integral también significa ser capaz de decidir la vida y la muerte. En cada orden, por lo tanto, hay una amenaza de muerte original que está antropológicamente justificada. Los sistemas de poder totalitarios se basan en la ley de los más fuertes, y las rebeldías son tan difíciles porque la ejecución de una orden está fundamentalmente anclada en el patrón de comportamiento humano. Pero, ¿qué hace que una orden sea tan irrefutable?

Para entender la dependencia de la orden, Canetti desglosa la orden en una "unidad y un aguijón". El impulso, el miedo al castigo, obliga al hombre a ejecutar la orden. Después de eso, dentro del ser humano, el aguijón permanece como un "cuerpo extraño". En esta picadura dolorida, se recuerda la memoria del mandato ordenado desde el exterior. Dado que los aguijones son cuerpos extraños, la gente busca disolverlos. La solución de una picadura sólo se puede realizar invirtiendo la situación de mandato original, cuando el destinatario del mandato pasa el mismo mandato a otro. Una espiral de poder que continúa arrasando hasta el sacrificio final del que ya no tiene a nadie a quien transmitir la orden. El comandante sólo puede escapar de las violaciones de la cumbre de mando si pasa inmediatamente o completamente la orden asociada.

La cadena de las órdenes puede conducir a la abnegación patógena y a la enfermedad mental: "Se sabe que las personas que actúan bajo órdenes son capaces de las obras más terribles. Cuando se deshace la fuente del mando, y se ven obligados a mirar hacia atrás a sus hechos, no se reconocen a sí mismos". En otras palabras, si el gobernante está muerto, las masas se quedan con sólo abnegación colectiva. Menos dramáticas, pero igualmente consecuentes para la psique y la salud del individuo afectado, son las lesiones que se suman o incluso se multiplican por "la cadena indisoluble de las órdenes".)

 Ir definiendo constantemente la verdad que nos rodea (o que rodea cada asunto que abordamos) permite ir plasmando soluciones por medio de ese convencimiento en donde los valores comunes a todas las personas (y considerados, como tales valores, positivos) hacen posibles resultados satisfactorios, aunque halla errores de los que aprender, y hacen previsiblemente positiva a la sociedad y al propio poder  que la dirige.

Son dos maneras de encarar el ejercicio del Poder (aunque pudieran existir más, como podría ser la obediencia casi ciega al poder y su imitación o la simple contemplanza del mismo y desde ahí aportar por si fuera útil). Una desde el mito de ser un lugar o posición que todos anhelan (e incluso estarían dispuestos al crimen para ostentarlo, como señalaría el mito griego) y otro ejercicio del poder que cree más bien en la persuasión por medio de la razón de la propia sociedad a la que dirige, promoviendo la experiencia personal y colectiva.

Ambas son visiones antagónicas (pero que se muestran complementarias) que pudieran convivir en un mismo espacio (una tendente a la violencia si es preciso, es decir al ejercicio de la injusticia mostrada como subjetiva pero que a todos beneficiaria argumentando que el poder, en sí mismo, es legítimo en su constante ejercicio o defensa o cuando se percibiera un desafio, pues el poder es un bien siempre deseado o codiciado por cualquiera y que cualquiera, por tanto estaría dispuesto, por cualquier medio, a conseguirlo); y por contra quienes vieran el poder como "premio" (inesperado o concedido) al ejercicio de virtudes positivas que harán posible el ejercicio de un poder benévolo y transformador de la sociedad, haciendo posible que el pueblo, por sí mismo incluso llegue a gobernarse, bajo esa idea proyectada de sentido común, conocimiento y sabiduría positiva (que a la postre haría posible que la inmensa mayoría del propio pueblo confiara en la idea de libertad, en el conocimiento no como instrumento para ejercer el poder sino para desde la libertad de haber obtenido el conocimiento conocer el propio deber que debe preservar los objetivos benévolos sociales y a la vez cierta preservación honesta de la propia integridad de la persona que ejerce ese poder (pues el conocimiento no solo libera por el hecho de ampliar el campo de la visión de lo que nos rodea, incluido hechos y personas, sino que también determina lo conveniente marcado por el sentido común, esperando a que se den mejores posibilidades de convergencia social en el entendimiento de lo que es ese sentido común) 

Experiencia colectiva y a la vez singular, pero que hiciera rica y versátil a la propia sociedad en busca de continuas soluciones y perspectivas ante un mundo en aparente permanente cambio, pero a la vez inmóvil y anclado, a veces en prejuicios que no son otra cosa que ignorancia (como lo demuestra la actualidad social y el retorno de visiones y antagonismos que parecían superadas por el inherente sufrimiento y tragedia a las que lleva asociadas).

Sin embargo, el requisito común, en la práctica, parece ser conservar al pueblo, en ambos casos, en la sencillez siempre que sea posible, para que se proporcione así mismo el bienestar diario que precisa y haga de esa tarea cotidiana un acto de no solo bienestar sino también de salud.

El Tao Te King, en una de sus traducciones que parecen más literales (realizada hace muchos años y resultando algo críptica en su día y no "contaminada" con interpretaciones para hacerlo más entendible en al cultura occidental) señalaban que para bien gobernar al pueblo hay que mantenerlo en la ignorancia (o la simplicidad) que le haría buen provecho y así atendiera exclusivamente al vientre y al día-dia. Dejando en manos de los gobernantes los asuntos complejos.

Aún siendo ello cierto, o poderlo ser, venimos a vivir en un mundo muy diferente donde la comunicación y la información es mucho más generalizada e inmediata que antaño (y ya no es siempre leal para quiénes va destinada; ni siquiera, en ocasiones, buscaría la sencillez, sino, muy amenudo, erosionar la propia sociedad). 

No por ello el poder deja de asumir ese papel de presentar los asuntos de tal manera de que el pueblo (por su propia condición de  pueblo y ser sencillo, y de alguna manera proclive a la simplicidad), siga manteniendose alejado de la complejidad de los asuntos de Estado y siempre presentarlos con cierta ingenuidad o simplicidad. 

Sin embargo, aún siendo así, la simplicidad muestra también el camino al entendimiento más profundo y realista para aquellos quienes deseen o (por alguna circunstancia) se vean abocados a entender más compleja esa realidad sencillamente presentada y encontrarse en el sendero de la condición de complejidad que conlleva sustentar el poder a quienes se les encomienda esa misión. 

El Poder implica presentar la Verdad de alguna manera determinada para seguir sustentando el propio poder adquirido; y por lo general ello es observado como debilidad y representa una oportunidad para aquellos que desean alcanzar el poder y sustituir a quienes lo ostentan; en una lucha perpetua por adquirir esa posición de poder y convencidos los aspirantes a ese poder, que un fallo en la narrativa de la verdad que el poder presenta cotidianamente, sería suficiente para arañar un espacio de credibilidad (y apropiarsela) que pudiera acercar a esos aspirantes al acceso al poder cuando no alcanzarlo casi súbitamente. 

El camino a ese poder suele ser el de señalarle al pueblo la Verdad o una parte de la misma (como si fuera un ocultamiento consciente desde el poder) con el fin de mostrar que quienes lo ostentan no son sinceros con el propio pueblo y ocultan sus deficiencias y las maquillan para seguir ostentando el poder. Es decir, engaña al pueblo para beneficiar a una parte de la sociedad sobre la otra o así mismos (para seguir ostentando el poder) o simplemente por incapacidad de gestionar positivamente situaciones complejas. De ser así, estaríamos en el ámbito político donde ostentar el Poder (aunque se halla alcanzado por revelar la verdad o parte de la misma o mostrar cómo posible las aspiraciones de verdad que la mayoría del pueblo desea en un momento determinado) significaría  que existiera una profunda contradicción entre mantener la Verdad hacia el pueblo y el ejercicio del propio Poder, alejándose el poder, paulatinamente de la verdad a medida que acumula gestión política que requiere de discreción para su eficacia, pero a la vez de Verdad o veracidad (y pasa esa Verdad a la condición de implícita y no siempre posible de nombrar expresamente en todos sus detalles, pues ello es tarea imposible, además no todo el pueblo estaría en condiciones de admitir y convivir con la Verdad, o una aproximacion rigurosa a la verdad, si esta se expresa enterminos de dominio y lucha por el poder). 

Parece ser cierto que existe una Verdad propia de la condición de la sociedad sobre la que se gobierna, pero también una Verdad internacional  compleja en la que existe un poder dominante que gestiona la Verdad internacional de la misma manera que un Poder "local" gestiona la Verdad "local" o un poder Estatal gestiona una verdad de Estado (más o menos consensuada) de manera que ello le permita seguir manteniéndose en el poder local e incluso aspirar a mayores cotas de poder si es posible. (Pero también la Verdad, como señalé en otros artículos, es inalcanzable plenamente - pues cuando se señala con plenitud extrañamente muta y pierde la adhesión de quienes se hallan en el término medio - , por ello es indefinible con precisón y solo nos podemos acercar a un entorno de Verdad y difícilmente podremos hacerlo sin el concurso de otras verdades que existen simultáneamente porque nuestra condición es humana; de tal manera es así que vivimos como personas y como sociedad en un entorno de verdades que por las múltiples interpretaciones que las sustentan - algunas realmente maliciosas - resultan en la práctica "creencias" que solo serán "realidad" si las refrenda el relato del vencedor que sin duda plasmará escribiendo cuando venza en una narración que pasa a  la Historia como única verdad de obligada lectura infantil en las escuelas.

De alguna manera es un escenario que, por ejemplo, a Ortega y Gasset, en los años treinta no le gustaba como aspecto de la política y acabara definiendo, por ello, a la política como búsqueda de lo "útil" y por tanto, al ser lo "util" lo opuesto a la verdad(.....). Causándole por ello una decepción en su esencia de filosofo pues un filosofo siempre irá en busca de la Verdad, por qué ello es la esencia del filósofo (que es quien ama el conocimiento y la sabiduría) y consecuentemente se viera, en sí, contrariado cuando intentara ejercer la política en aquella convulsa época de hace casi cien años y solo fuera escuchado y honrado en su conocimiento en el extranjero (tal vez al fin esencial de proteger su integridad como persona y su propia vida); y por aquí, una vez instalado el nuevo régimen después de la guerra civil fuera también observado con desconfianza y prevención, y siempre sujeto a vigilancia hasta el punto de que acabará entrando en una profunda discreción y práctica inactividad pública (a tenor de las "trampas" o celadas que le ponía el régimen cuando fuera invitado a expresar su conocimiento y compartirlo en público - algo no solo propio de las dictaduras si no también del poder que se siente desafiado) pues a nadie que ostente el poder parece interesar más Verdad o perspectiva de una Verdad que la que le sea útil para mantenerse y sostenerse en el ejercicio del poder (temerario es amonestar al poder, más si este se conquistó por la fuerza de la violencia de una Guerra con la finalidad de perpetuarse). Porque la violencia o la razón de la violencia, cuando es imposible contestarla o evitarla, es razón dominante por si misma, aunque sus razones no convenzan a nadie o solo sea expresión de símbolos mágicos o sobrenaturales, y por tanto irracionales en sí mismas, (como intentara mostrar Unamuno corriendo su vida peligro por ello). Lo irracional también tiene sus razones aunque dificilmente puedan ser expresadas, pero forman parte de un mito, (mito que nos sorprendería como forma parte de nuestra actividad diaria, a veces de manera decisiva, como sociedad, ninguneado razones más poderosas que dificilmente se van a escuchar en modo alguno y en determinadas circunstancias) pues los mitos forman parte de las sociedades y son motor de las mismas; análogamente ostentar el poder es un poderoso símbolo que porta también un mito en sí mismo, en el fondo y en última instancia irracional (e incluso sobrenatural) y no por ello deja de ser eficaz si no al contrario, siempre es expresión de fuerza o virtudes o ambas cosas a la vez (que es lo más común) y si es preciso usa de extrema fuerza para preservarse; con independencia de que ese poder proceda de la tradición o de las urnas (El Estado tiene siempre el monopolio legítimo de la fuerza y se pone a disposición de quien es elegido para el poder).

 Nada a ellos, al poder, aporta una verdad filosófica si no la consideran útil para gobernar. Y la filosofía, de alguna manera es como la democracia cuando se observa positivamente, como un acercamiento a la Verdad, pues la verdad sólo es posible entre todos, desde distintas perspectivas (es poliédrica). Parece obvio que la tarea de Ortega y Gasset era, de todo punto, como la del propio Unamuno, no solo inútil sino realmente arriesgada para su propia seguridad vital, pues hablar de las evidencias de ciertas Verdades, desde lo racional ante quienes ostentan el poder desde la visión mítica, casi irracional, del poder por el poder, resulta, en ciertos escenarios políticos, "subversivo" en la peor de las acepciones del término, e incluso un desafío al propio poder (más aún si este se considera así mismo ser legitimo).

En el ejercicio del poder existen personas que "aman" el poder por el propio poder y otros que acceden a él por medio de la búsqueda de la Verdad y con esa verdad proponiendo soluciones que a veces "cuajan" (se llama saber gestionar) y por ello son respaldados por el pueblo en las urnas, en alguna medida, alcanzando ciertas cotas de poder o realmente ejercicio del poder. 

De alguna manera se podría decir que hay quienes llegan al poder por amor al poder (siendo las circunstancias accesorias y reemplazables en un momento dado, siendo capaces de amar el poder en cualquier contexto que se diera) y hay quien accede al poder, o participar de él, por medio de ir vislumbrando el tejido de intereses, prejuicios o errores que ocultan a la Verdad (y con ese ocultamiento de la Verdad por errores, prejuicios o intereses, se obstaculizaría las soluciones). 

De esta manera aparecieran como contrapuestos Poder y Verdad, siendo la Verdad el punto débil del ejercicio del poder (por lo que el poder acaba precisando una "narración" de su ejercicio, lo que llaman un "relato" con el que el pueblo se identificara en algún aspecto que le fuera cercano al propio pueblo; siendo por lo general en cada país el relato orientado de manera diferente según sea su propio pueblo. En unos la Verdad es lo que más le convence y motiva - recuperando así el sentido original de su propia vocación de servir -, en otros el victimismo, en otras las envidias o ambicones desmedidas... según sea el caso). Mientras para unos el poder se halla en buscar las debilidades de todos (y consideran el poder como un ejercicio en lo que sobran son los escrúpulos) para otros es la búsqueda de las fortalezas sociales en los valores y virtudes personales de la propia sociedad, confiando que desde esas fortalezas y virtudes la sociedad se haga fuerte en esa fe y con ella la bondad y prosperidad llegue a todos y por extensión al mundo entero.

Y sin embargo, suele ser lo útil lo que se busca en la política y por quienes ostentan el poder, y que se representa por obtener directamente resultados.

 Sin embargo, simultáneamente, hay quien busca resultados por medio de la Verdad ya experimentada (por la propia experirncia) y con ella el acceso a resultados, y que son resultados que transforman o transformarían a la propia sociedad en su manera de proceder y a la vez de percibir al poder (en sus maneras y formas) y que se apoyaría  en el sostenimiento continuo de valores y a la vez manteniéndose firme ante las adversidades generadas por quienes buscan ese poder por el poder, inestabilizando a las sociedades cuando las hacen dudar de la eficacia de sostener valores y llevándola a la postre, a las razones de una única razón eficaz: la fuerza. 

 Y es precisamente, ese escenario de las razones de la fuerza el más propicio para quiénes aman el poder por el poder y sobre todos para aquellos que lo alcanzaran en el pasado, hace siglos, por medio de explotar las debilidades de los Estados rivales para conseguir y mantener el poder desde hace siglos (reservándose para ellos las virtudes y el ejercicio de las mismas, como garantía permanente de triunfo y perpetuidad en el poder; y a los demás les otorgara un papel de como si se tratarán de villanos sin virtud alguna (llenos de defectos) y por tanto nunca merecedores de la dignidad que ellos mismos si poseen y así refrendan ostentando el liderazgo del mundo).

 Tal vez una lección a aprender. Sólo tal vez y si se desea.





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