Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 31 de octubre de 2020

Vox centró el foco en sí mismo y se le abre un abanico de posibilidades.

 Vox centró el foco en sí mismo y se le abre un abanico de posibilidades.

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 (Posiblemente su moción haya servido para dar una idea general, y también internacional – que probablemente se analizará para la Historia – de cuáles son las posiciones políticas, quiénes son y qué defiende cada cual, y cómo y de qué manera en el Parlamento español, en propia voz de cada uno de los representantes de cada partido político que conforma la Cámara; un objetivo que también tendría el líder de Vox para avalar su posición política y justificarse de cara a la narración/relato de su propia visión de la Historia de España. Desde esa previsión, y tal vez certeza, es posible que el Presidente pidiera al resto de formaciones políticas tratar esa moción de censura desde actitudes políticas positivas, ante esta situación excepcional por la que atravesamos - junto con el resto del mundo, pero más agudizada por los problemas que resurgen en nuestro país, que rememoran a los de hace 100 años.  Aunque aparentemente se reduzca el agobio que ejerce Vox sobre el PP, consiguiendo Casado dar “oxigeno” a su partido, sin embargo la moción, aunque técnicamente fallida, abre nuevas expectativas y oportunidades a Abascal donde adquiere una posición de especie de “fiscalizador legítimo” sobre cualquier aspecto del funcionamiento de nuestra democracia que no solo él, sino que el resto de la Cámara y de grupos parlamentarios, y el propio Gobierno, deberán prever y gestionar acertadamente para evitar que el objetivo de fondo de esa moción de censura llegue a ser una realidad que amenace autoritariamente y excluyentemente la pluralidad democrática – que es el objetivo que parecen tener y que es similar, en alguna manera, al que en su día exhibió Unidas Podemos según declaraciones de esa misma formación política cuando sus perspectivas pasadas, como las de Vox ahora, estaban en ascenso de voto).

La moción de censura, de la que avisó antes de las vacaciones, y que pudo parecer, en principio, un “arrebato” enfadado, e improvisado o precipitado, y casi una caprichosa rabieta de impotencia, ya señalaba, implícitamente, que iba destinada, en lógica política, esencialmente a arrinconar y, posteriormente, “absorber al PP” para constituirse en único grupo relevante de la oposición al Gobierno. Las malas relaciones entre el principal partido de la oposición y el Gobierno no solo habían paralizado una estrategia consensuada entre los  partidos constitucionalistas para frenar el avance de las perspectivas de los populistas radicales (a izquierda y derecha) sino que además, el miedo real a ser sobrepasados por Vox (como en su momento le pasara al PSOE con Unidas Podemos) ha mediatizado al PP de tal manera que ha permitido un discurso de miedo y prevención “mirando hacia atrás”, crispando el Congreso de los Diputados. El miedo de llegar a acuerdos con el Gobierno, en lo que debiera ser una dinámica natural en un sistema democrático marcado por mayorías constitucionalistas, se habría instalado en el PP y arrastrado a C´s a la inmovilidad – hasta ese ámbito político que buscaba el centro llegaba la influencia de Vox al verse los Socialdemócratas obligados a pactar con Unidas Podemos para hacer viable un gobierno en España, “controlando” a los radicales de izquierda y a los independentistas al hacerles “bajar a tierra”. Mientras la Justicia va consumiendo etapas para poner “claridad y orden” en las tramas económicas y el cruce de intereses que promoverían y sustentarían ambos movimientos políticos – racionalizando el desbordamiento y “pánico inicial” con el que el mundo conservador azuzó, a base de lanzar sospechas o “construir tramas”, no siempre sostenibles, sobre quienes representaban una “amenaza real” para la estructura de pactos “implícitos/explícitos” sobre la cual se edificara el trayecto Democrático en España con la Constitución de 1978, después de 40 años de Dictadura surgida de la Guerra Civil.

Vox – que resurge como extrema derecha después de vivir en España cuarenta años de Democracia despaldas a la figura de Franco y las circunstancias que hicieran posible su acceso al poder y de cómo este General lo hubiera ejercido y bajo qué determinaciones internacionales - habría conseguido que gran parte de los votantes conservadores buscaran paralelismos entre el actual gobierno y el Frentepopulismo de 1936, intentando instalar el miedo en los votantes conservadores y amenazando, así, cualquier intento de acuerdo esencial para las instituciones democráticas de la oposición conservadora del PP con el gobierno (mostrándolas como “debilidad”, “seguidismo” o en el fondo “ser lo mismo” o colaborar con los “tradicionales e históricos” enemigos de España en vez de ser lo que realmente debiera ser: “Normalidad, convicción y lealtad al “pacto” como esencia democrática”).

Tal y como Vox lo entendería, el PSOE traiciona a España por dar cabida en el gobierno a Unidas Podemos – que amenaza realmente la pluralidad democrática pues su proyecto iría encaminado a eliminar la separación de poderes del Estado, y considerar a los tres poderes parte de su propio proyecto político y consecuentemente leal correa de transmisión de sus propias políticas – y como modelo de que ello sería posible se hallaría el régimen venezolano con el cuál líderes de Unidas Podemos hubieran convivido para promover estrategias destinadas a consolidarlo como dictadura surgida de las urnas. Además el actual Gobierno da oídos a los independentistas aceptando así sus apoyos en forma de votos, por lo que consecuentemente estaría “ofreciendo” cesiones políticas peligrosas para la estabilidad y unidad del Estado –dado el temor que les representa para la Unidad de España, incluso pudieran pensar que, desde algún ámbito de la composición del Gobierno, fueran mucho más allá. Por lo que la desconfianza y la pretendida ruptura del pacto constitucional de 1978 alimentaría miedos y temores, añadidos a la siempre “amenaza roja” que representa el Socialismo, sobre todo cuando se hallara en posición de debilidad. Así que lo que parece es que el miedo y el temor, así como la incertidumbre, es lo que alimentara a Vox haciendo crecer sus perspectivas de voto; y consecuentemente el discurso de Vox, previsiblemente, iría alimentando a su vez el miedo, el temor y la incertidumbre en los ciudadanos porque ello consolidaría su suelo de votos – asegurándose así una prevalencia como grupo potente y capaz de intimidar en el Parlamento -  y a la vez atraería a aquellos votos de ciudadanos a los que la incertidumbre y la desconfianza acabara por alcanzarles el ánimo – más ahora con una Pandemia que gestionar y controlar - haciéndoles posible concebir en Vox un futuro próspero y halagüeño, pues sembrar desconfianza sobre los gestores políticos en su gestión de los intereses públicos, y que los ciudadanos eligen mediante el voto, resulta una estrategia realmente provechosa, pues en la práctica se presentarían como “fiscales de la democracia” en las instituciones donde se hallaren representados.

El mensaje calaba en el PP inmovilizándolo (sobre todo al tener que lidiar con los efectos económicos y políticos heredados de la era Rajoy que los que los tribunales empezaban a examinar) y ofreciéndole al PP volver la vista a atrás sobre aquellos crímenes de “terrorismo independentista” que azotaron la democracia a cuenta de la “pretendida comprensión” - que sonaba a “justificaciones” - sostenidas desde Unidas Podemos; y que Unidas Podemos vendría exhibiendo y extendiendo respecto al independentismo catalán (y que podrían parecer, y así se entendía a “grosso modo”, como legitimización – olvidándose, también, en Unidas Podemos, que la violencia, y el lenguaje de la violencia, y su uso como instrumento negociador en objetivos políticos, siempre acaban por favorecen a los “opacos” poderosos y a sus intereses de siempre, al facilitarles la creación de un “río revuelto” donde poder “pescar” y así, en medio de la confusión, poder “definir” el futuro del propio país y el de sus ciudadanos a través del temor y del miedo que produce la violencia; una vez que consiguen instalarlo en los ciudadanos y en la política, el miedo se acaba convirtiendo en temor a ejercer las Libertades Civiles de los ciudadanos y con ello, en la práctica diaria y cotidiana, no hay Democracia.

ante la imposibilidad real de afrontar el terrorismo vivido en España desde visiones transversales que pudrían llegar a mostrarnos que la banda terrorista podría haber llegado a ser un “instrumento de terror” concebido, en principio, no solo como “castigo” al PNV – tal vez por intentar construir un amplio tejido político entre los jóvenes e incluso su propia oposición político/social vasca (que acabaría llamándose en su rama violenta ETA) al margen del resto del Estado español y que en los años 50 ya estaba encaminado a vislumbrar y construir una transición) – sino como instrumento, una vez arrastrados a actos violentos, para llamar la atención sobre sí misma como organización política y sus peticiones; luego obligada a aceptar otros tipos de violencias, ya de sangre, que harían en su nombre para hacerla desembocar, plenamente ya, en el asesinato político - y en cuanto tuviera que aceptar la violencia como método operativo, ya fuera de buen grado o contra la voluntad mayoritaria o no de sus componentes, como forma de expresión y presión coactiva política eficaz, que acabaría por ser vista como “justiciera o vengadora” por una parte de la población, e incluso viéndose utilidad política en ello –acabando la banda en manos de servicios de inteligencia internacional para controlar, en un principio, las “desviaciones” de un franquismo que ya tocaba a su fin – y cuyo previsto final de la dictadura fuera exclusivamente la muerte natural del propio Franco; desde esa idea que parece inicial, por la cual la dictadura debiera durar hasta la muerte natural del General, se pudiera entender que se organizara semejante trama de chantaje político y de terror sobre los partidos y organizaciones políticas republicanas en el exilio con la amenaza permanente de violencia extrema sobre un Pueblo español, tomado como rehén, si Franco muriera en un atentado o simplemente se detectara una acción fallida en ese sentido y por lo tanto no comunicada por estas organizaciones (situación que pudieron acabar por detectar, o captar, cualquiera que se acercara en aquella etapa existente entre los años 40 y 60 a cualquiera de las formaciones políticas sobrevivientes de la guerra civil y ubicadas en el exilio en suelo francés; haciéndose posible concebir el desánimo entre aquellos jóvenes que a ellas se acercaran desde la península buscando una precipitación del fin del régimen franquista y que a partir de los años 60 se vislumbraría como mejor salida democrática la transición pactada entre Todos); y sin embargo, ante la idea de legitimización de la violencia a fines de liberación de naciones oprimidas – y en especial bajo la influencia de esa idea de liberación que las ideologías comunistas defendían, poniendo como ejemplo la resistencia partisana y civil realizada contra el Nazismo en la Segunda Guerra Mundial por ellos mismos con soporte de EEUU, y cuyos conceptos liberadores por entonces se extendieran a la lucha por la independencia de territorios coloniales que aún subsistieran en manos de potencias europeas (como así ocurriera en procesos de violencia política terrorista llevados a cabo, por ejemplo, en Palestina por el Pueblo judío para obtener la independencia de Londres y crear el Estado de Israel bajo la idea de haberse ganado ese “Derecho moral” a poseer territorio para su Nación y poder ser Estado, ante la evidencia de haber sido el pueblo más perseguido y buscado en ser exterminado por el mundo Nazi en un holocausto  – un proceso de asentamiento territorial que daría lugar a otros agravios en la misma zona a cuenta de la Nación Palestina que se viera desplazada y desalojada, y un mundo árabe que viera en Israel a una amenaza y con ello un problema generalizado. El nacionalismo árabe resurgiría como respuesta buscando la unificación ese mundo árabe y con esa idea nacionalistas visionarios como Nasser que concebían la posición estratégica del mundo musulmán y luego sus riquezas en petróleo como oportunidad para hacerse oír en el mundo occidental. Aquello iría desembocando en guerras y conflictos (Guerra de los Seis días, Guerra del Yonkipur…) donde Israel autoafirmó su derecho al territorio de su Estado y dando lugar a la crisis del petróleo de inicios de los 70 (en un intento de presión del mundo Árabe) y que sería reconducido políticamente por el Secretario de Estado Henry Kissinger en una serie de pactos y acuerdos, y que con el tiempo llevarían a pactos (como los llevados a cabo en Camp David) y cambios profundos cuando se asumiera la misma propuesta estratégica del propio Henry Kissinger de desarrollar energías alternativas al petróleo, para limitar y amenazar el chantaje Árabe, haciendo posible el nacimiento del Ecologismo y movimientos de conservación del medio ambiente, que llegan a nuestros días. Análogamente sucedería algo similar en el área de Indochina, donde Francia se hallaba como potencia colonial y cuyo conflicto para la independencia llevaría a Francia a ceder esa gestión a los EEUU haciéndose posible la Guerra del Vietnam y la implicación en la misma de países adyacentes (Laos, Camboya..) a la vez que se constituyeran grupos armados que ejercerían violencia extrema (como los Jemeres Rojos) que nos hicieran temblar de pavor cada vez que encendíamos la TV para ver las noticias del mundo. Las movilizaciones obligatorias en EEUU para llevar a los jóvenes a esa guerra – bajo el pretexto de la “teoría del dominó”, por la cual si los EEUU toleraban que Vietnam se convirtiera en comunista toda el área caería en dicha esfera anticapitalista, se acabaría mostrando, a la postre y dadas las circunstancias, falsa-  daría lugar a una oposición juvenil, que sería apoyada por los demócratas en el ambiente de la política, desarrollando las ideas pacifistas y de hermandad potenciando la abolición del segregacionismo contra los negros en EEUU (todo un proceso que se cobraría la muerte violenta del candidato Robert Kennedy y del Pastor defensor de las libertades civiles de los negros el Dr. Martin Luther King a manos de tramas oscuras vinculadas con la seguridad de los EEUU, al parecer, en manos de una minoría elitista blanca mezclada con intereses económicos/políticos por obtener beneficios y recursos de la industria bélica en su lucha por superar en la carrera armamentística a la URSS; al menos aún hoy en día así se sigue creyendo. La situación previa/contemporánea de aquella guerra en Indochina sería la de Corea, a la que fue arrastrada la ONU (pero en cuya dirección de la guerra no se situó al Secretario General de la ONU sino directamente a los EEUU) al ponerse en evidencia y ser infringidos los acuerdos de reparto de influencias derivados en la Segunda Guerra Mundial entre el mundo anglosajón y el comunismo representado por Stalin.  Aquella guerra fue de las más sangrientas que se recuerdan en la Historia (en sólo tres años, tres millones de civiles muertos y el 15% de la población de Corea del Norte aniquilada) donde China aparece en el escenario internacional apoyada por la URSS para socorrer a Corea del Norte ante una respuesta Norteamericana que se vislumbraría, entonces, como oportunidad para los anglosajones en responder, a su vez, violando los mismos acuerdos de la Segunda Guerra Mundial aludidos y anexionar el Norte al Sur coreano.  

El día 27 de junio de 1950 el secretario de la ONU formuló la petición de ayuda para las fuerzas aliadas desplegadas en la península, respondiendo a la llamada naciones como Australia, Bélgica, Luxemburgo, Grecia, Países Bajos, Francia, Turquía, Canadá entre otras, llegando a un total de 18 naciones que ofrecieron apoyo militar. En cuanto a los demás países americanos, se esperaba que MéxicoArgentinaBrasil y Chile colaboraran con un Regimiento y que las demás cada una aportara una Compañía; muchos de ellos denegaron esta ayuda porque consideraban que en el fondo se trataba de una lucha entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.31

En ese contexto de impulso a la independencia de territorios colonizados a manos de potencias europeas (que ya se iniciara en la Primera Guerra Mundial a costa del Imperio Otomano con la aparición de las Naciones Árabes y cuya muestra ya señalé en la película Laurence de Arabia; y que en Europa se expresaría también con el nacimiento de nuevas Naciones a costa de ese imperio Otomano y del Imperio Alemán) se veía con simpatía el movimiento de independencia de Argel respecto de Francia (que aunque Francia aceptara la independencia de Marruecos o Túnez, no aceptaba la de Argel), con todo el entramado de movimientos ultranacionalistas franceses que hicieran posible concebir el intento de asesinato del General de Gaulle (reflejado en el libro y la película “Chacal”) y a consecuencia de ello señalarse las evidencias de un enemigo político internacional (de entramados aparentemente ultraderechistas en las fuerzas armadas francesas (OAS), con apoyo de vínculos Nazis supervivientes y exiliados de la Segunda Guerra Mundial que se asentarían en territorios coloniales europeos en África, llegando también a Norteamérica y Suramérica, y algunos amparados en territorio directamente español – y que ya venía motivando la actividad del Mossad israelí para la localización de nazis escondidos y su puesta a disposición de la justicia hebrea –  que como “botón de muestra” señalaría el contenido del libro, y la película, “Odessa”).

    El convencimiento que trasladaría la tragedia que viviera Argel para independizarse de Francia (torturas, violencia extrema e incluso decenas de cadáveres flotando en el Sena) – Francia, al borde de la guerra civil por las tensiones entre el gobierno central, desunido y desorganizado, y un grupo de ultraderecha, pro-colonos de Argelia, denominado Organisation de l'Armée Secrète (OAS) que exigía la represión lisa y llana del movimiento independentista argelino de Ahmed Ben Bella, y con serios desequilibrios financieros heredados de esa situación, apareció De Gaulle, al que se recurrió, momentos antes de que estallara un golpe de Estado contra el último primer ministro Pierre Pflimlin. De Gaulle asumió el cargo enseguida (1 de junio de 1958), logró del presidente Coty y de la Asamblea General plenos poderes y procedió a la creación de la V República, aprobada masivamente en un referéndum ese mismo año. Al año siguiente, de Gaulle obtendría la presidencia venciendo con el 78 % de los votos al comunista Georges Marrane, que apenas logró el 13 %, y el 9 % el independiente André Châtelet. Esta sería la única elección presidencial francesa realizada por medio de un cuerpo electoral de alrededor de 80.000 personas compuesto de diputados, consejeros generales y de representantes de los concejos. Aprovechando el impulso obtenido favoreció la creación de un movimiento (no quiso que se llamara partido) alrededor de su figura, la Unión por la Nueva República (UNR).

Creando así la ideología del gaullismo (en francés: Gaullisme) de tipo tercerposicionista – señalando una línea política de No Alineados - con toques de conservadurismo (que parece que fuera una posición política que en España el Presidente Suárez quisiera haber explorado generando pavor en el mundo anglosajón, y que rápidamente pusiera límites que pudieran expresarse en el Golpe del 81).

Esta etapa se caracteriza por su firme oposición a los Estados Unidos, mediante una reafirmación de la soberanía francesa que se plasmará en la salida de las estructuras militares integradas de la OTAN (a la que volvería Francia en 2009, durante la presidencia de Nicolás Sarkozy) y en la petición de conversión en oro de las reservas francesas de dólares (con la `probable idea de prevenirse de “ataques del mundo anglosajón a la economía francesa para “reconducir” la política de De Gaulle), lo que provocó una crisis financiera mundial, que fue uno de los factores que obligaron a Nixon a suspender la convertibilidad del dólar en oro en agosto de 1971.

 Asentada la idea de la existencia de una trama internacional de naturaleza de extrema derecha, con vinculaciones nazis, daría lugar a concebir en Argelia una “solidaridad” con aquellos grupos que pretendiera la liberación de territorios en manos de potencias coloniales  y, por ello, establecer en Argelia bases de apoyos y campos de entrenamiento de grupos terroristas de izquierdas liberadores de territorios ”pretendidamente colonizados”; pero que en la nueva visión generada entre el antagonismo de la Guerra Fría entre URSS y EEUU, ya se entraría, desde el mundo comunista, en el concepto de Imperialismo, más concretamente del Imperialismo Norteamericano y las Naciones que con él colaborarían con formatos de Dictaduras, señalando así el ámbito Latinoamericano (posibilitando la aceptación y el apoyo al derrocamiento de la dictadura títere de EEUU de Batista por parte de Castro, y ante la ausencia de apoyo a Cuba por parte de EEUU, el giro definitivo de Castro hacia el comunismo y alianza con la URSS ante la evidencia de que EEUU lo hubiera declarado “enemigo” y dispuesto a conspirar contra ese régimen) y que de rebote afectaría el régimen franquista, al verse la posibilidad de ser acogida ETA en aquella visión política y hacer posible “legitimar”, internacionalmente, su actividad terrorista sobre suelo español. Dada la importancia en el juego geoestratégico que desempeñaría esa visión de “movimientos de liberación nacional” por un lado potenciados por el mundo anglosajón durante la primera y segunda guerra mundial (incluso en contra de los intereses de las naciones que siendo aliadas combatieran junto a ellos contra el nazismo; y de cuya contrariedad es clara muestra el revés sufrido por Francia respecto a Argelia, llegando incluso al borde de la Guerra Civil) la URSS viera la posibilidad de encontrar “huecos” por los donde extender su influencia en occidente y mejorar su posición estratégicas respecto de EEUU – como así lo hiciera apoyando a Nasser y su visión panárabe – apareciendo la oportunidad de sostener el proyecto cubano de Fidel a la vez que aparecía la cierta tolerancia de la Presidencia Francesa con un De Gaulle, que iniciaba una tercera vía, pues ya conocía, por las fechorías que los Estadounidenses fueron capaces de realizar en suelo francés durante la liberación, que no serían a su juicio compañeros de viaje de los que fiarse en absoluto, y que una cierta equidistancia podría al menos no traerle tantas desventajas.

Los grupos de Liberación Nacional empezarían a aparecer como “setas” al amparo de esa doble visión que, por un lado, legitimaría en sí misma cualquier actividad política destinada a que un territorio alcanzara la independencia de una potencia colonizadora o, alternativamente, impregnada de una visión revolucionaria, si el objetivo fuese independizarse de un imperialismo, sumisión al Imperialismo Norteamericano. Desde esos parámetros la experiencia observada en otros grupos armados llevaría aparejada, en sí misma, la simpatía de la opinión pública occidental, pues esta ya habría sentido la opresión del Nazismo o el Fascismo. La opinión pública occidental, de alguna manera, favorecería o justificaría la estrategia soviética; así que todos los Estados afectados pugnarían por controlar la actividad de esos grupos de Liberación Nacional (e incluso se infiltrarían en los grupos políticos que, desde una visión extremista, también de izquierdas, contemplaran esos criterios). Los servicios secretos de las naciones occidentales iban desembarcando en ellos con la finalidad de o prever sus actividades terroristas o vislumbrar qué ramas internas, dentro de los propios grupos terroristas, influían en determinados momentos y con qué finalidades políticas concretas. De alguna manera, es posible concebir que dejarse controlar por Servicios Secretos, en especial por los de los EEUU, garantizaría también, en alguna medida, esa supervivencia del propio Grupo mientras fuera útil.

Todo ese complejo de ideas “encontradas” y en debate político permanente, sería el ambiente que en suelo francés, rodearían a los restos legítimos de los grupos políticos y sindicales que habían sido la columna vertebral de la República Española y de la Guerra Civil que intentaría resistir el Golpe Nacionalista y la ascensión de Franco al poder, y desde donde se vería la aparición de ETA como un instrumento político “inesperado” que podría perturbar una “transición” a la democracia y del cual se esperaba, si realmente no estuviera “intervenido”, su desactivación de las actividades violentas y su desembarco en la vía político/parlamentaria una vez asentada la Democracia y las elecciones libres. Todos sabemos que eso no fue así, solo una parte desistiría y tuvo que haber múltiples negociaciones para ir posibilitando “ese pase de la actividad terrorista a la actividad parlamentaria”; pero lo que era obvio en un primer momento, donde se esperara ese “cese inmediato” de la violencia, no se dio; y al no darse y verse condiciones inasumibles, ya se sabría que ETA había estado intervenida y, desde luego, seguía intervenida. La pregunta ya sería: ¿Por quién? 

El franquismo, así tan protegido por el mundo anglosajón, podría caer en la tentación, previsiblemente, de separarse de los parámetros por el cual fuera concebido para “resetear” España durante el periodo de “vida natural” del General; es decir, exclusivamente una generación completa durante la cual sería anulada de la vida política la visión Republicana -  una España que andaba por itinerarios inestables, como en el resto de Europa, y “poco convenientes” a ese mundo anglosajón que consideraba el Mediterráneo su “Mare Nostrum”, como así lo concibieran los Romanos – a los que parecen emular los anglosajones -, y que no iba a permitir que ese área tan delicada para sus intereses, ante las evidencias de un nuevo conflicto - firmemente “sembrado” en el Tratado “de Paz” de Versalles - se viera comprometida ante la ausencia de una “cabeza conservadora” en su más alta cúspide del Estado (Alfonso XIII se marchó al exilio en 1931), que evitara con eficacia experiencias políticas revolucionarias que pudieran hacer peligrar la neutralidad de ese entorno gibraltareño - y ante tal ausencia hubiera convenido que lo más parecido a un Rey fuera un General joven. Un mundo anglosajón que iría diseñando, así parece, a golpe de conflicto, el devenir y futuro de Europa a medida de lo que ha parecido sus propios intereses y en esencia de mantenerse en el dominio y liderazgo del mundo occidental y su proyecto económico para todo el planeta - camino planeado y trazado por aquellos que gobernaban de facto, y tal vez sigan gobernando de alguna manera, el devenir de las Naciones y Estados del mundo concebido como occidental y libre. Una vez posiblemente controlada esa organización, en medio de una transición en la que habría que negociarse las cotas y cuotas de libertades no sólo políticas e institucionales, sino la de los propios ciudadanos, aparecerían otros grupos políticos violentos – dado el éxito de ETA - que pudieron llevar a concebir la idea de que una ETA controlada desde las sombras pudiera servir para mejor controlar la democracia y “marcarle el paso”, limitando por medio del terror irracional, al que llegó a convertirse esa organización criminal, en verdadero obstáculo para el progreso de las libertades civiles reales de los ciudadanos.

(concebidos como Movimientos de Liberación Nacional, y aun sustentados así por la inercia de la opinión pública europea – y sabiéndose en algunos ambientes quienes realmente estuviera interviniendo ETA y detrás de ella, apareciera la desfachatez de que propusieran a ETA el obligar a decir al Presidente Aznar, chantajeado con más asesinatos, y a declarar como gesto de voluntad para que la banda cesara en su violencia y aceptara negociar, que ETA era un Movimiento de Liberación Nacional. Imagino la satisfacción que produciría esas declaraciones en los ambientes ultras que realmente controlaban la banda – y probablemente despreciaban la democracia - y sobre todo la probable satisfacción del mundo anglosajón, y del propio Londres ante tal gesto. Ese mismo mundo anglosajón le “montaría” a ese mismo presidente la movidilla de “perejil” y así arrastrarle a participar en la primera Guerra de Irak).

Resulta difícil digerir, pero no improbable concebir, que personas con responsabilidades de Estado y que tuvieran que examinar la naturaleza de esa banda terrorista a través de “comprender para juzgar” a los miembros de la misma – cuando cayeran en su esfera de actuación como profesionales al servicio del Estado – no acabaran por reparar en la circunstancia de ser, al principio, jóvenes abiertamente manipulados por otros entornos, a veces mucho más inaccesibles. Perseverar sobre el propio terreno y entorno de esa banda en saber qué hubiera en el fondo de la misma, como se hiciera en España, usando métodos de todo tipo, e incluso ilegales – como drogas y a veces tortura según se iba denunciando – e incluso infiltraciones profundas desde los Servicios Secretos e incluso desde las propias fuerzas de seguridad (y parece ser que también de diferentes cuerpos) debería haber revelado la evidencia de la subsistencia de dicho grupo violento y terrorista pese a cualquier estrategia de detección, señalamiento y acorralamiento de las reales cúpulas. Y sin embargo, quienes tuvieran acceso a información mucho más detalla al respecto y tuviera que cotejarla (por ejemplo para dictaminar en actos jurídicos concretos y reiterados desde una visión mucho más general) probablemente pudiera haber obtenido, en aquél momento, una respuesta mucho más “compleja” de lo esperado y darla por “válida” ante la probable evidencia de que con ese grupo terrorista no se acaba ni se podría acabar – posiblemente dadas las probables filtraciones y chivatazos internos que, por un motivo u otro, pudieran hacerla siempre sobrevivir. Desde ahí se podría ir empezando a concebir que desde algún lugar “profundo e inaccesible o imposible de señalar” no se querría, simplemente, realmente, acabar con aquél grupo. Y desde esa aparente “convicción” que a cualquiera intimidaría, y pudiera afectar en el ánimo a altos funcionarios; y en un esfuerzo por “entender qué podría estar pasando en realidad” se acabara por ir “construyendo una visión más amplia y temible por contradictoria”; tal vez se atrevieran a reflexionar en su intima intimidad, y pudiera concebir esa imposibilidad real y compleja poder llegar al real fondo del asunto sobre quién sostuviera y estuviera detrás de la banda realmente, y acabar por “aceptar” y “entender” que si existía esa banda, y siguiera existiendo, sería porque de alguna manera aquello contribuiría a algún “equilibrio esencial” sosteniendo, tal vez, como parapeto del independentismo (en general vasco y catalán) y en tal sentido lo “esencial y relevante” del Estado – en algún momento determinado de  nuestra Historia - podría haber llegado a persuadirse de que dicha banda fuera necesaria; y consecuentemente quien llegara a esa conclusión desde su alto puesto funcionarial, o simplemente se viera en el deseo de llegar al fondo de esa situación que hiciera inaccesible desmontar ETA. Ante tal situación de impotencia tal vez se debería pedir otro destino alejado de ese ambiente violento, pero si le motivara la política o tuviera ambiciones en ese sentido de poder desmontarla o “entender” semejante trama, simplemente entrar en política para tener oportunidad de desactivarla o controlar a sus promotores, pues la banda terrorista estaría controlada desde un lugar oculto y profundo del propio Estado. Al entrar en política se puede entender qué perfiles de jóvenes, o de discursos sociales o políticos, eran los que hacía posible que ese pretendido Estado profundo sostuviera, alimentara y renovara con jóvenes a semejante banda violenta; es decir, quienes apoyaran la racionalidad de la actividad de ETA serían los perfiles civiles señalados como inconvenientes, para nuestra Democracia, por ese extraño y desconocido Estado profundo.  En consecuencia, si un alto funcionario llegara desde ese ambiente donde concibe esa posibilidad de que la Banda estuviera sostenida por el propio Estado profundo para mantener equilibrios esenciales, podríamos convenir que su desembarco en política ya no sería para desenredar el “entuerto que hace posible esa banda terrorista” sino para “darle caña” a cualquier ambiente o perfil que se asemejara al perfil señalado como peligroso por ese Estado profundo, y así asegurarse su carrera política y no complicarse mucho la vida. Parece obvio que, de ser así, más personas de las que pensaríamos llegaran a dicho convencimiento interiorizado – o incluso por simple emulación y mimetismo para preservarse así mismo – e imposible de expresar ni en prensa, ni radio, ni en ambiente político alguno y menos en un Consejo de Ministros; y mucho menos después de haber pasado ya tanto tiempo y muchos años de aquellos primeros periodistas que se atrevieran a señalar ya esas circunstancias de falsa bandera de otras bandas terroristas y pasar todo ello por ignorado, incluso ya entrado el PSOE en el poder del Estado. Ese fue el verdadero obstáculo que cayó sobre la sociedad civil, en especial jóvenes que creían en la literalidad de la Constitución, y cuyo obstáculo hizo posible ETA y su entorno (no solo haciendo inútiles los esfuerzos de cualquier gobierno por acabar con ellos, sino llegándoles a hacer atravesar líneas legales y violentas que hicieran posible la “maligna paradoja” de dar cierta legitimidad a la violencia de ETA ante la violencia del Estado). Aquellas mentes, que se consideraban entonces grupo reducido militar – como señalaría la peli “El Lobo” – y que era congruente y aceptable porque todos los cuerpos en España dependen de mandos militares - serían capaces desde su reducto, destinado a preservar, sí o sí, la Unidad de España - concebida por medio de la herramienta que proporcionaría un conflicto violento y terrorista de baja intensidad y a la vez conmocionante y significativo políticamente – y con ello hacer divergir y bifurcar la realidad del mundo político, y la de los ciudadanos, generando un obstáculo real para que el mundo civil, especialmente para los jóvenes que amanecen a esa sinrazón violenta que les rodea y que de esa manera no pudieran influir realmente en lo esencial de las libertades civiles – como lo era opinar, reflexionar, criticar, señalar incoherencias políticas e incluso el mínimo derecho a ejercer derechos y libertades recogidas en la propia constitución – pues el temor llegó a tal extremo de intimidación que el poder político acabó siendo, en ciertas maneras y formas, soberano sobre aquellas personas que podrían, o no, defender sus derechos con verdaderas garantías ante los tribunales si se atrevían a opinar fuera de las corrientes consensuadas como únicas y legitimas en el cerrado ambiente político de aquél momento – y que no es de hace muchos años – e incluso habría certezas de que actuaran contra la integridad física y/o moral de alguno de aquellos que se atrevieran a opinar desde su propia pretendida libertad constitucional.

Hemos llegado así, hasta aquí, desde un lugar “oscuro” y “violento” – complejo, complejamente subvertido a propósito y con un interés concreto que nos afectaba a todos - a un espacio político de libertades, donde una vez superada (esperemos que sí, porque si no sería volver a empezar) la violencia terrorista (concibiendo que la violencia es el marco idóneo para aquellos que tienen de facto la capacidad de usarla, con cierta legitimidad, o de  arrastrar a otros recursos de violencia que posee un Estado legítimo hacia intereses “diferentes” y no supervisados ni autorizados por el poder político democrático – que es lo que pudiera haber pasado con ETA en 1975 según la novela de investigación del periodista y que diera lugar a la peli "El Lobo"). Nos encontramos con que quienes defendieran las libertades básicas civiles desde hace mucho tiempo – y que eran vistas con naturalidad democrática en Europa – y que sin embargo, por aquí opinar, simplemente opinar, se asimilaba a perfil peligroso e incluso similar al que el ambiente juvenil extremista vasco sostuviera como amparo y previo argumentario del entorno de violencia vasca; aunque se fuera pacifista u objetor de conciencia y así concebido por los perfiles de seguridad establecidos por algunos jefes de cuerpos armados del Estado. Podríamos percibir que la derivada terrorista, que nos ha ido acompañando desde la transición hasta hace 10 años, nos ha dejado una “secuela”, y que es la que ha dejado el hecho de haber existido la propia ETA: Hacer extremadamente difícil la reflexión de las “evidencias” de lo que nos ha pasado y hemos tenido que vivir como sociedad violentada por el terrorismo (un terrorismo que se antoja circular y de ida y vuelta, en un entorno o sistema cerrado, opaco e inaccesible).

El relato y “mensaje y relato” por el cual los grupos políticos vascos radicales consideraran que sus actuales razonamientos son “legítimos” y “democráticos” para de alguna manera justificar no condenar sin reservas una violencia terrorista concebida como respuesta (aunque fuera respuesta trampa) a una “violencia de Estado” se debiera concebir desde la propia concepción política con que ellos mismos se concibieran, así mismos, como patriotas; es decir, desde la visión nacionalista que hace posible concebir la violencia como ejercicio legítimo (una idea con la que  hemos visto jugar también al nacionalismo catalán recientemente). Tiende a resultar chocante perversión esa visión nacionalista en sectores propios de izquierdas, donde la visión internacionalista original debería haber primado y desde ahí procurar el diálogo y, siempre, rechazar la violencia – y sin embargo acabó por considerarse legítima, como así la considera el mundo anglosajón en determinadas circunstancias que se pusieron ya en evidencia con las respuestas pacíficas de Gandhi como resistencia a la violencia británica y que se siguen poniendo en evidencia con la violencia extrema de los uniformados contra los negros en EEUU, y que resulta evidente en la programación de las televisiones y cines occidentales, siempre en manos de la industria y dinero Norteamericano. Parece no se ha llegado a comprender las consecuencias que conllevaron aceptar la violencia política sin reparar o pedir perdón o renunciar para siempre a una Violencia que ellos mismos fueran, quienes en su día, mismamente ampararon de alguna manera, consideraron conveniente, o simplemente razonaron como respuesta legítima a una trama que parece que así misma se autoalimentara y sustentara en un núcleo realmente inesperado y que cuya detección representaría la desactivación real de la banda; luego, reflexionar sobre la evidencia de los hechos y cómo se pudiera o debiera plasmar en el relato de la Historia política sería tarea imposible de narrar; y mejor abreviar echándole la culpa, como siempre se suele hacer – incluso cuando se relee la historia narrada de hechos que han conmocionado – a quien tuviera la responsabilidad jerárquica concreta y como aún así no se pudiera exteriorizar la extrema contradicción hallada, buscar un pretexto y hacer así posible el “reproche” aunque no hubiera culpa real, porque siempre alguien ha de cargar con la culpa de algo tan doloroso como inaceptable.  (todo ello representaría mucho más que una caída de caballo a lo San Pablo, y más parece un desengaño difícil de gestionar, media de por medio el auto reproche al propio Estado imposible de asumir y que sería consecuencia, tal vez y a la definitiva, de la actividad poco valiente de oportunistas que, cuando se hallan en el entorno político, se acaban por subir a la ola, llevándose por delante a quien sea que les reclame en la conciencia algo de sensatez y sentido común ante el cúmulo de evidencias, en muchos lugares sugeridas y expresadas abiertamente, pero a la postre negadas y con ello puestos en peligro las vidas de aquellos que pretenderían señalar el camino para finalizar con tanto desatino violento que tanto dolor causaba – como ocurriera con la guerra civil y su final, en una dimensión política de la misma que aun parece que vivimos por ser incapaces de superarla – pues en este mundo nunca media la confesión expresa o la evidencia irrefutable – por ejemplo de la actividad de Londres al respecto - y, tal vez, por ello nunca se diera una explicación del porqué fueran las soluciones, siempre, por el camino de la violencia e incluso de lo que parecen a veces crímenes de Estado opacado, y no por otros más racionales o civilizados, para que todos lo pudiéramos comprender).

En la práctica concebir que la existencia de ETA permitiera controlar los excesos o tentaciones independentistas se acabaría por mostrar como argumento “cierto” y “verosímil”, pues la realidad es que suprimida ETA retorna el independentismo catalán – y eso no deja de llamar la atención: se soluciona un conflicto y nace otro, ya previsto, si se va más allá de las versiones oficiales que suelen circunscribirse a una “narración” de “hechos” concretos en cada “momento” – ello tiene el “pero” que Ortega y Gasset señalara, en otro momento convulso de nuestra Historia, como “obstáculo” para aproximarse a la verdad (y cuyo texto encabeza este blog)

Los hechos, los datos, aun siendo efectivos, no son la realidad, no tienen ellos por sí realidad y como no la tienen, mal pueden entregarla a nuestra mente. Para descubrir la realidad es preciso que retiremos por un momento los hechos de nuestro entorno y nos quedemos a solas con nuestra mente... No debería ser necesario hacer constar esto: todo el que se ocupa de labores científicas debería de saberlo. Ortega y Gasset (1932)

 (una visión más global y transversal señalaría, en la tesis aquí sostenida sobre manipulación de Londres, por medio de una inicial provocación sobre presuntas aguas territoriales en Gibraltar, ya propias de ellos y según ellos defendiendo ese derecho, y luego la pretendida “revancha” del Ministro de Exteriores español sobre el criterio sostenido sobre los efectos que el referéndum de Escocia tendría ante un pretendido brexit, como argumento desencadenante de una pretendida maniobra “política” de gran alcance que terminara con la declaración de independencia catalana, generando una cadena de circunstancias políticas que parecieran ponernos no solo en “sintonía”, sino en cabeza, de un devenir internacional que afectara o afectará a todo occidente  – y que en nuestro caso derivaría en caer en provocaciones e ir más allá - parece el error propio nuestro inevitable y recurrente; de ser certera esta tesis, Londres sería quien siempre marcaría las pautas, pues en la práctica, hace posible que la previsión de que la existencia de ETA tuviera esa función de contención de los independentismos internos. Consecuentemente cuando desapareciera ETA aparece la etapa siguiente y quien la promociona y la promoviera fuera el propio Londres por medio de “gestos” de calado político que afectan a la sensibilidad del Gobierno en ese momento llevándole a cometer errores y hacer posible así el paso de una etapa a otra. No sería de descartar que dado el apoyo moral que hemos ido viendo desde ese entorno anglosajón al mundo independentista vasco, y como fueron capaces de generar y gestionar conflictos en todas las partes del mundo donde tuvieron intereses - e incluso en nuestro país para propiciar el Alzamiento Nacional, su curso y desenlace, así como el control sobre el propio General Franco - todo lo que rodeara a esa organización violenta también estuviera controlada por ese entorno anglosajón y, consecuentemente,  también controlaran a los que desde aquí pretendidamente controlaran dicha banda terrorista, ya fuera a base de argumentos que señalarían la “bondad” de gestionar una situación de “conflicto violento, moderando su intensidad a conveniencia” o simplemente, o como complemento al argumento persuasivo, destinar financiación directa a los propios controladores de la banda para hacerlos más permeables a dicha bondad. Estrategia de controlar la gestión de los conflictos de la que Londres parece poseer maestría claramente demostrada sobre nuestro territorio en múltiples ocasiones históricas).

ETA mediatizó las libertades civiles del resto de los españoles a través medio del miedo, al ser capaz de condicionar el ambiente político. Ahora el discurso de los grupos que se vincularon y sucedieron políticamente a ese entorno no parece puedan desprenderse del “legado” y el “halo de violencia y daño”, causado por la existencia de ETA. La impresión es que les resultaría difícil de asumir que la historia cambie de parámetros y terminen por afear lo que se concibiera como de cierta “legitimidad” (y, aunque al parecer, siempre hubo quien se opusiera desde el comienzo y los inicios a esa estrategia de violencia, esta empezó a ejercerse, al parecer sin debate interno, hasta que se consolidó y se “diera por hecho” que ese fuera el destino de aquella organización); y luego verse en la posibilidad de pedir “más y más” a la recién Democracia constituida, y a la postre, se concebiría como simple “banda de pistoleros a sueldo”. Tener que asumir que fuera “estrategia trampa”, probablemente diseñada por aquellos mismos cuya bandera nacional es igual de estructurada – salvo los colores – y que salieran en su defensa con argumentos humanitarios, añadiría un plus de prolongación del sufrimiento a la catástrofe que supusiera optar, o simplemente dejar hacer, a los que iniciaron esa senda de la violencia. Por el momento no han expresado ser plenamente conscientes de ello, y consecuentemente caben dudas (como señalan las respuestas de los ciudadanos ante las encuestas) de si ese escenario de violencia está cerrado para siempre.  La impresión sería que de no deshacer el “nudo gordiano” que se ha constituido en torno a la existencia de la banda (por no reconocer que esta siempre estuviera intervenida - al principio desde potencias extranjeras y luego desde un interior oculto y opaco) no se podrá nunca deslindar que ,en su origen, la deriva hacia la violencia fuera una estrategia concebida bajo un criterio tan determinante como descorazonador: “Solo la violencia hiciera posible determinar y modificar el normal curso de la Historia de las Naciones”. Bajo ese criterio se pudiera entender que una vez iniciada esa senda (la senda de violencia que supondría el Alzamiento Nacional) poner fin a ese proyecto de “reseteo” en España, concebido y apoyado desde Londres, acabaría por “precisar” de otra acción violenta que así lo señalara sin duda alguna (la muerte en atentado del Presidente Carrero Blanco) y si ese hubiera sido, en principio, el destino final de dicha banda (ser utilizada como mero instrumento de punto final por los que iniciaran ese “reseteo” de España) eligiéndose al independentismo vasco, a la propia Euskadi y al propio pueblo vasco (también cabría en reflexionar en qué motivos maquiavélicos llevarían a concebir que fuera el separatismo español a quien se adjudicara esa responsabilidad que en aquellos tiempos de la transición, existiendo entonces un ambiente internacional de tolerancia y aceptación a los movimientos violentos de liberación nacional que existieron y que hacen concebir, ahora, que la idea de fondo siempre fuera generar un conflicto permanente en España, y que aquella oportunidad que apareciera con el “uso y manipulación” aquella banda terrorista podría convertirse, al final, en un instrumento para controlar la Democracia en España). Es decir, si no entráramos hasta el fondo de la cuestión que hiciera posible la existencia de esta banda terrorista (y así fuera asumido y expresado por quienes en el Parlamento son sus sucesores políticos, renunciando a toda forma de violencia) de alguna manera sobrevive “el modelo violento” y su utilidad, pues a esa “utilidad” de la violencia ha amagado con recurrir uno de los Presidentes de la Generalitat como instrumento de presión hacia el Estado central, como quien intentara establecer un “diálogo violento” como sistema de “equilibrio con amenaza de respuesta violenta” desde el propio independentismo catalán. 

Desde esa idea de que la violencia fuera instrumento “útil” de expresión, resulta lamentable constatar que la violencia sea observada en protestas anti medidas SAR-CoV-2 destinadas a controlar la pandemia. ¿Útil para quién? Porque sabemos que en cuanto hay violencia “se apuntan” violentos de toda naturaleza, pelaje y condición, y desde ahí comienzan graves situaciones que suelen quedar en manos de los que parecen “incontrolados” pero que luego se suelen demostrar “realmente controlados y manejados” – la violencia es siempre el escenario deseado por los que tienen los medios para tomar el poder del Estado ilegítimamente (o, alternativamente, volver a controlar las Democracias por medio del miedo, “administrando” el miedo y con ello el control sobre los políticos y, con ese control político, limitar los Derechos Civiles).    

Dada la naturaleza de nuestra democracia “no militante”, los espacios políticos radicales resultan espacios, ahora, plenamente legítimos siempre que se renuncie a la violencia (de no ser así ni Unidas Podemos, ni Vox tampoco, estarían legalizados en la manera y forma en que se presenta en la actualidad, pues también ambos se muestran excluyentes, similarmente como los independentistas). Y han sido las circunstancias políticas (complejas y excepcionales) las que llevaría al Gobierno a sumar apoyos para constituirse como tal y salir del impase que nos habría llevado a repetir elecciones sin visos de que el bipartidismo recuperara un protagonismo que nos retornara a la estabilidad política, cayéndose por el camino la oportunidad de un pacto entre PSOE y C´s (pacto que fuera aconsejado internacionalmente).

Ante la extraña estrategia de Albert Rivera y la pérdida de oportunidad para C´s – y a la vez coste de oportunidad para España, ante el vértigo que pudiera haber supuesto a su líder tener que compartir poder con el PSOE y perder, así, expectativas de crecimiento; pues ese pacto  con los socialdemócratas supondría una estabilización de C´s y la aceptación del papel político para el cual fue concebido en el imaginario de la ciudadanía y por el cuál le votaron los ciudadanos - en el que acaba por aparecer, o alguien sugiere la tentación, del juego de la ambición del “todo o nada”, que parece tan propio nuestro y tan extrañamente antagónico de lo que se entiende por juego de equilibrios democráticos en otros lugares – así lo señalaría, de alguna manera, él mismo líder, ya retirado, como defecto propio, a no ser que algún día nos “revele” si hubiera habido alguien que le animara a transitar por ese camino de superar al PP y él cayera en esa trampa de ambición, y con él todos nosotros; y cuya oportunidad para España – que siempre clamaba en ese momento por sumar por el centro y no volver al bipartidismo - acabó con la evidencia del fracaso.

El objetivo era formar un gobierno destinado a reconducir y reducir las tensiones separatistas, y amortiguar el impacto de la “adversa” gestión del problema catalán que el anterior gobierno conservador, espoleado en el amparo y “deber legal” con la convicción de que “todo lo tendría controlado” - desde la tesis sostenida por los fundadores de la República de que los catalanistas aceptarían el principio de “soberanía nacional” que perteneciera a todos los españoles y siendo de ello referencia, entonces, la Declaración de los Derechos Humanos – pero sin embargo comprobando que la estrategia independentista “marcaba el paso”, y mantenía la iniciativa por la simple deducción del previsible carácter del Jefe del Gobierno y de la propia formación política; les resultó fácil prevenir la reacción previsible del gobierno y que resultó manipulable; viéndose la Corona en la necesidad de “salir al paso” para acallar “temores y malestares” que podrían ir llegando desde cargos e instituciones que directamente dependieran – mostrándose así que realmente la Corona seguía de cerca y se hallaba preocupada por las adversidades mediáticas procedentes de Europa, aunque inicialmente tal vez considerara que las alertas que recibiera se hallarían aún en un entorno político que no se hallaría desbordado, pese a las alarmas que en ese sentido pudiera haber recibido al constatar que la acción del Gobierno en el 1-O no calculara las consecuencias de vivir en un mundo europeo – que era donde realmente se estaba jugando esa partida política - y sufriera un claro revés a raíz de las imágenes que inundaban Europa sobre una violencia que parecía innecesaria pero que los propios independentistas acogerían como “prueba del nueve” de su argumentario internacional; ese grave error alentaría el temor al inicio de escenarios históricos complejos y trágicos ya sugeridos por Artur Mas como amenaza. Semejante problema iba a ser herencia del PSOE, por voluntad de los votantes que parecían exigir “un pónganse de acuerdo civilizadamente”, pero ya no desde la cierta comodidad de un gobierno en mayoría sino con la aparición de los populismos (de izda y dcha) que significarían el desembarco en el Hemiciclo de la propia Historia “no resuelta” de la España de hacía casi un siglo – y con ella un vértigo al que se viene a sumar la gestión de una inesperada pandemia mundial.  

(resulta incómodo volver a recordar de “dónde venimos” pero parece inevitable hacer recapitulaciones en momentos como este, donde la iniciativa política en el Parlamento viene a recaer en uno de los grupos políticos extremista/populista cuyo modelo político ideal, como el de Podemos, parece ir encaminado a ser totalmente excluyente y autoritario, pues ambos hacen concebir que les sobraría la mitad de España, es decir, no tolerarían a la mitad de los españoles. Resulta, esa visión excluyente de los extremos, una posición política que parece carente de tolerar la crítica o la opinión diferente, pero de eso ya teníamos algún testimonio de que iba ocurriendo con el bipartidismo – que parecía considerarse así mismo “perfecto”, pues quien objetaba o hablaba, como señalara Concha Velasco no hace mucho, “no lo llamaban” es decir quedaría en peligro de no trabajo o destinado a una especie de nevera o estigmatizado en los medios de comunicación; así que, de alguna manera, nada nuevo que no hallamos vivido antes, lamentablemente, y que parece señalar el signo del propio y mayoritario carácter español o del espoleo que recibiera el ambiente político desde entornos poco tolerantes – que pudieron estar relacionados con técnicos en seguridad - que harían posible una especie “de guerra” por sostener a ultranza “principios inamovibles, básicos, y perfectos” con los que el bipartidismo se asediara mutuamente en un juego concebido por ambos como perfecto, y al que cogieran por medio, intentando racionalizar o reflexionar, lo “crujían”).

 Estas iniciativas, que suponen lo que parecen “pulsos”, no causarían tanta preocupación, y no sería necesaria recapitulaciones, si las decisiones políticas, en momentos delicados – y que parecen ahora todos los momentos tener esa condición de ser delicados - no tendieran a lo que parece “oportunismo” del momento para salir del paso “y luego D. dirá” (lo que algunos llaman o consideran cortoplacismo), o a mostrar y exhibir, muchas veces de manera casi temeraria, una “eficiencia y pleno control” de situaciones que no son tal (que pretenderían mostrar liderazgo y  buena gestión, y que acaban por mostrarse como debilidad y a veces bochorno – como pareciera la gestión inicial del problema catalán, ya centenario en nuestra actividad política; y que aunque se empleen por los más prudentes “condicionales” en sus previsiones, se presentan por los adversarios como afirmaciones rotundas); todo ello, tal vez, no existiera si hubiera una visión clara consensuada con la oposición constitucionalista en cuestiones esenciales y valores democráticos e institucionales muy delimitados y claramente definidos que permitieran múltiples estrategias de gestión bien definidas y obviamente consensuadas entre ellos. Para ello, para conseguir definir ese “marco de acuerdo” parece esencial la potenciación de Instituciones cuyo papel (desde la objetividad, independencia, imparcialidad de reflexiones muy bien y exactamente documentadas), donde se asuman las prioridades para España, tanto en valores democráticos como en los objetivos constitucionales, y se ampare la potenciación de los Derechos Civiles orientados a al bienestar social y a la previsibilidad positiva de nuestro Estado para con sus ciudadanos, sin temer por ello, las Instituciones que a esas tareas más particulares se dediquen, ser “intervenidas”, “mediatizadas” e incluso “amenazadas” por intentar reflejar con exactitud una “realidad social” que señalaría los diferentes aspectos de las relaciones del poder con los administrados en su condición de ciudadanos o simples consumidores; y con ello señalar metas/por deficiencias a superar con decisión y energía política determinantemente consensuada en ese marco de pacto. 

En ese sentido se echan de menos la participación de Instituciones neutrales/imparciales (que no fueran “invadidas” ni por el poder político, ni ese “fáctico” al que hacía referencia Felipe González en aquella entrevista en tv con Artur Mas y moderada por Jordi Évole, cuando este conflicto independentista se anunció, y al que se refirió, y se trasladaría la idea, de una “masa crítica dormida” que se podría despertar y retomar la iniciativa desde una visión añeja que hasta ahora “dejaría hacer”. Allí el expresidente que asentara su modelo de Democracia en España no usaría ese argumento que me parecía potente señalando que el retorno de la Democracia habría hecho posible de facto una Monarquía republicana o una República Monárquica con la finalidad de dejar a Artur Mas - y lo que él representaba en ese momento - en una posición mucho más débil al hacer posible visualizar el formato ya propio de nuestro Estado), Instituciones que existen en otros países, fruto de una necesidad vista por ellos mismos que aportan imparcialidad y veracidad en cuestiones que nos son esenciales a todos los Estados y que para afrontarlas precisamos de datos y reflexiones imparciales de investigadores o profesionales que simplemente amen su trabajo y lo realicen por vocación, en la prioridad de contemplarnos a todos como sociedad cultural y dinámica, cuyo objetivo es prevalecer en el tiempo, ante cualquier dificultad o problema, y hacerlo unidos, porque ello suma capacidad y fortaleza.

A veces da la impresión, tal vez falsa, de que en España se constituyen instituciones con el simple argumento de que existen en otras democracias (dando idea de que aquellos que proponen su creación lo hacen mirando a Europa y buscando imitarla a fin de crearse lo que se suelen llamar “nichos” de trabajo para sí mismos y en ese objetivo “crear un discurso a la medida” para seducir o hacer ver oportunidad a algún partido político que secunde la idea), y cuando se crean dan la impresión de que pudieran ser “lugares inoperantes” e ineficientes – pues no se tiene acceso a su actividad – dando la impresión de generarse estructuras “aparentes” pero sin realizar una verdadera aportación imparcial al sistema democrático (una situación similar sería ese puesto creado por Esperanza Aguirre al propio hoy líder de Vox) – a veces como si solo emularan y transfirieran información ya constituida o elaborada en otros lugares ajenos a España, dando idea de que realmente no fueran operativas o estarían siempre realmente intervenidas por el propio poder político particular en vez de consensuado en su independencia y actividad. Las instituciones suelen nacer con impulsos de gestión (de cualquier actividad y que en algunos casos pueden parecer en principio superficiales) no siempre vinculada directamente con la política, ocupando espacios “abandonados” o “no bien atendidos” donde, al desarrollarse esas actividades y realizarse un seguimiento plasmado en datos, aparecen “oportunidades al estructurar y ordenar la información de la propia actividad que, si son bien procesadas, pueden dar lugar a vocaciones de servicio y aporte a la sociedad, que acabarían por verse como un plus que se ofrece a la sociedad y al mundo político que es el encomendado en plasmar en la realidad los anhelos ciudadanos resulta probable e incluso sería triste comprobar que la desconfianza, propia del mundo político, o la simple rivalidad, o temor a la independencia y potencial capacidad de cooperación e influencia social fuera a la postre justificable (pues ante el vértigo de verse una organización o asociación influyente en su actividad optara en poner el acento en su pretendida influencia en vez de en la vocación de servicio y con ello perder la objetividad e independencia en la actividad).  Mimetizar la creación de instituciones a priori no garantizaría, en sí, esencialmente nada, pues a la definitiva, en España da la impresión de que se suele acabar por dejar a un lado la neutralidad o la imparcialidad que sería su cometido esencial, y acabar por ser invadidas o desarticuladas si no son sumisas a la legitimidad que representa el político como único poder legítimo – es solo una impresión que de ser confirmada de manera más amplia señalaría un impedimento real y objetivo para el desarrollo de vocaciones de servicio, donde el ámbito político y social debiera ser así constituido, obviamente a mi juicio y desecharse, a mi modo de ver plenamente, las movilizaciones de ánimo propias de la ambición, pues la ambición a mi modo de comprenderla es un rasgo en muchas ocasiones nefasto y que se suele confundir con la constancia, el tesón, y la fe en las propias capacidades potenciales; y nada tiene que ver un concepto con el otro. La ambición puede llevar a la competitividad por el solo hecho de competir y como vemos en muchos ámbitos ello suele llevar, más veces de las deseadas, a saltarse reglas básicas que hicieran posible realmente avanzar a las personas y a una sociedad determinada en un momento dado.

En este aspecto cabría señalar que la falta de ese tipo instituciones podría hacer posible que en situaciones críticas los poderes políticos no alcanzaran acuerdos ante situaciones graves por la simple falta de la existencia de “lugares de reflexión” – que serían las instituciones - donde ponerse de acuerdo bajo documentación rigurosa y transversal realizada por técnicos desde la experiencia o la visión o la revelación de oportunidades transversales. Así se podría entender que la falta de un análisis de fondo, y sus derivadas (sociales, jurídicas, políticas….), en el ámbito de catalanismo hiciera posible que su giro al independentismo (anunciado ya como posible en la reunión previa a la proclamación de la II República, en el pacto de San Sebastián, hace ya casi 100 años, haya cogido a “contrapié” no solo al Gobierno que debía de gestionar esa situación política, sino que además no existiera un acuerdo de los parámetros con los que gestionar dicha circunstancia con la oposición parlamentaria, sabiendo que es un problema que lleva persiguiéndonos en España al menos hace 100 años, sin haber previsto una respuesta transversal y concertada). (Como tampoco ese órgano de especialistas para gestionar la pandemia entre Gobierno y C A de Madrid tuviera éxito, verificando deserciones en 24 h al parecer porque la “inercia política” quisiera determinarlo u orientarlo, de tal manera, que hubo quien considerara, en la primera reunión, que ello en sí mismo era una pérdida de tiempo y esfuerzo profesional). O tampoco se entiende que si desde hace 40 años se sabe que la orientación hacia la ecología y el conservacionismo del medio natural debiera de ser una prioridad que redundaría en nuestra calidad de vida y transformaría nuestras industrias cambiando nuestra mentalidad de gestión en muchos ámbitos, todo ello se hubiera quedado “parado” a la espera que una pandemia señalara el cambio de rumbo desde Europa por medio de dinero ante la “inoperancia” de un mundo político/empresarial que ignoraría en gran medida el mensaje que pedía transformaciones responsables y lo convirtiera en propaganda publicitaria no siempre acreditada o respaldada con actos. (y no digo que no haya habido empresas que sí se esforzaran, en muchos ámbitos, pero nuestros acuíferos siguen contaminados, nuestros ríos también, nuestro aire también y nuestras tierras de labor mineralizadas por tratamientos con pesticidas e insecticidas…).

Lo que señalaría que en España carecemos de cultura institucional que no sea temida por el mundo político, con o sin razón (mundo político que sigue temiendo las iniciativas técnicas civiles, profesionales e incluso ciudadanas; tal vez porque algunas ya las conozcan de antemano) lo que en sí mismo podría ser muestra de desconfianza o debilidad. Ello señalaría que sería preciso hacer una “revisión” en profundidad de lo que es realmente útil a la sociedad y lo que no; qué papel desempeñan o si solo son imitaciones o emulaciones; y garantizar su independencia e imparcialidad y las conclusiones que emitieran para mejorar nuestro sistema democrático, desde posiciones garantizadas de objetividad en sus informes; pues ello señalaría experiencia y bagaje democrático. Además de ser una recomendación de la UE para fortalecer las Democracias

Habría que volver de nuevo la vista atrás, a ese debate honesto nunca llevado hasta sus profundidades sobre el momento en que en España “divergimos” y fue posible la visibilidad de “dos Españas” dispuestas a “helar el corazón” del rival, e incluso ser las dos a la vez causa de “helar el corazón” a cualquiera (cuando se visibiliza la irracionalidad de las que ambas son capaces, llegando a intimidar a cualquiera que desee mantenerse neutral, por temor, o imparcial para intentar llegar a alguna solución o acuerdo) porque en determinados momentos “no acogen”, “ni sirven”, sino que ambas “son perfectas” y, consecuentemente, cuando aparece esa postura tan radical, parecen o son excluyentes. Tal vez la moción de censura de Vox nos haya advertido en ese sentido.

Cuando Artur Mas señalaba en la tv que los conservadores catalanes cambiaban de rumbo hacia el independentismo y señalaba al independentismo catalán en el pasado como causa “única” de la pasada guerra civil pensé que exageraba; al tiempo – y a base de artículos/reflexión – comprendí que la pretendida exageración de Artur Mas, combinada con la evidencia de corrupción en Cajas de Ahorros, luego en financiación del PP, el deterioro de la imagen de la Corona y a la postre las imágenes de policía contra urnas, daba un plus al comentario del político que relevaba en le Generalitat a Puyol en lo que parecía maneras y formas. Que el conflicto Gibraltareño siga siendo “trampa” y en ello se caiga desmedidamente en las provocaciones inglesas y llegaran las declaraciones del Ministro sobre la separación de Escocia de la Gran Bretaña, para luego rematar que ellos se podrían quedar, los Escoceses, en la UE aunque los ingleses se fueran (con su Brexit de ahora), me pareció la escusa perfecta para que Londres diera instrucciones a su embajador (casado con una catalana independentista) pudiéndose ser la “mano británica”, también, en el conflicto catalán y este estallara, poniendo así, Londres “en su sitio” al Ministro de Exteriores español; claro que previamente fueron calentando el ambiente con las patrulleras españolas en las aguas que ahora reclama Gibraltar para sí (nunca dieron “puntada sin hilo” en Londres, y siempre lo olvidamos, una y otra vez). Este conflicto en España ha sido, como otros anteriores, el inicio o versión en nuestro territorio de la plasmación y puesta en práctica de ese nuevo “Orden Mundial” que el mundo anglosajón una vez y otra nos anuncia, y que tiene reservado para Europa – y occidente en general - y que siempre suele escenificarse en primer término sobre suelo español (al menos desde tiempos de Napoleón).

 

(al menos desde Napoleón como consecuencia de la Revolución francesa, las Guerras peninsulares, pasando por Hitler, Mussolini y Stalin, en el siglo pasado, en los treinta, y ahora en medio de una sucesión de crisis – económica 2007, pandémica 2020, y nuevamente económica, Crack del 2021 – si es que no nos ponemos las pilas ante la ingente tarea que tenemos por delante para poder ponernos de acuerdo; porque sí tenemos una oportunidad, tal vez, ya que los tiempos de acción anglosajones suelen ser “largos”, y no se notan las “secuencias de acontecimientos”; la estrategia siempre es la misma: “prometen a todos” los implicados “salirse con la suya” y luego deciden, en último momento, el signo del ganador que más les conviene (lo vimos en el Golpe del 36) como fluyó “inteligencia británica” con el MI6, dinero, material e incluso disuasión y amenaza directa al Gobierno Republicano desde el propio Londres para que desistiera el Gobierno en intentar defender el estrecho del paso del ejército de África.   

En aquél momento en que Artur Mas dijo lo que dijo, un pensamiento me invadió dejándome K0: “¿Franco tendría razón, algún tipo de razón para hacer lo que hizo?”.  Tocaba releer la Historia yendo, como decía Ortega y Gasset, más allá de los datos, porque los datos por sí solos no revelan verdad alguna, hay que quedarse a solas consigo mismo para ir comprendiéndola – y eso es una tarea científica, que no siempre nuestros Universitarios hacen, como señala la propia charla del filósofo aludidoporque, si no, acabamos creyendo que la acumulación de datos y procedimientos es, en sí mismo, conocimiento y aproximación a la verdad. Si no hay análisis y reflexión en solitario no aparece el fruto del “conocimiento”.

Imbuirse en todo lo referente al conflicto civil que estuviera a mano fue el objetivo, para ver cómo enfrentaba las situaciones concretas este personaje definitorio en la Historia reciente de España y cómo se involucrara en ello – por ahí, señalaba la intuición que se podría conseguir más acercamiento a la “verdad” de la figura del General, bajo el principio de que “la manera de encaminar y recorrer el camino define el objetivo real” (porque aún influye en nuestras vidas y en la actividad política, al señalar Artur Mas el referente Guerracivilista y vincularlo al independentismo – problema con el que venimos lidiando en los mismos términos desde hace cien años, cuando se reunieron aquellos que decidieron establecer una República y llamando a los catalanes comprobaron que “su trayecto político y sus reclamaciones” nos llevaría a una guerra civil en el caso de que no aceptaran, como entonces sí hicieron, el punto de contención y fue aceptado por los catalanes: La soberanía es de todo el pueblo, como señalaban los derechos humanos, sin el plácet de todos los españoles no habría independencia catalana; ahora parece que se saltaron también, otra vez, aquella regla de compromiso para la convivencia).

Concebí que de ser cierto que este General tuviera razón se notaría en su comportamiento, proceder y conducta hasta dar el Golpe. Si las primeras impresiones estaban en ese momento mediatizadas por el ambiente revolucionario internacional y “caótico” que se trasladaba al desarrollo de la II República (me sugirió que pronto se concibiera tal régimen republicano como un marco donde la sociedad se dividiera en la legitimidad del tal régimen y solo era plenamente aceptado si era orientado contra el adversario). Desde esa perspectiva de antagonismo, cuya primera muestra se ve en el golpe del General Sanjurjo, e incluso antes, con la sublevación de Jaca y los fusilamientos de los militares republicanos como intentona republicana, sugiere que en sus inicios la II República nacería marcada también por la tragedia y que de alguna manera emulaba unas ansias de entender la libertad que también marcaran la primera república y su desarrollo sangriento que determinaría su punto final. Desde luego, algo no terminaba de casar con la idea infantil que volví a retomar para “medir la distancia” entre el mensaje escolar e institucional y la realidad del personaje, para intentar definir a un “salvador”. Franco, como Jefe Militar en Madrid, habría intentado tres golpes de Estado, dos de ellos en menos de 24h. La conversación con el Presidente Portela hiela el ánimo de cualquiera que la lea. Y en el transcurso de la guerra civil fue mostrando su independencia y autonomía ante el asombro y desengaño de muchos que se sumaron a la idea de poner un paréntesis y reflexionar para reconducir la vida social y política de España en ese endiablado ambiente revolucionario internacional que ya nos habría alcanzado plenamente (por entonces se consideraban revolucionarios tanto a los extremistas de derechas como de izquierdas).  

El seguimiento de su actividad en aquellos años se va viendo que su objetivo era conseguir el poder y hacerse con él para sí (como ya advirtiera el General Cabaneñas en la misma Junta Militar que, ante la advertencia, limitó el liderato de Franco hasta concluir la guerra, pero que la “mano oculta”, propia de una trama dentro de la trama, modificó dándole al general el liderato de manera indefinida en el tiempo). Luego, durante su ejercicio en la Jefatura del Estado se vio impelido y mediatizado, como cualquier otro político en el cargo, primero por ambiciones e ilusiones personales de la posibilidad de ver sus sueños realizados junto a Hitler y Mussolini, luego, pese a la caída de estos, insistir con su proyecto autárquico (probablemente para evitar influencias extranjeras) y con “la caída a tierra” de ir fracasando el proyecto económico y por presiones internas y externas e internacionales, acabaría sujeto a similares circunstancias en el ejercicio del gobierno, e incluso a las mismas ambiciones que sus predecesores políticos. Probablemente sería consciente que acabaría siendo, y convirtiéndose, en lo que él mismo hubiera menospreciado de verse en ese papel al no triunfar su idea de ser aceptado plenamente como gobernante (visionario) por el resto de la Europa democrática (sería algo así como una especie de “odioso y deseado prescindible” que no llegaría al poder por la persuasión de sus mensajes en unas elecciones plurales y libres, sino por la fuerza de la violencia – como le señalaría Eva Perón en su visita a Madrid; mensaje de desprecio recíproco al mundo político que implícitamente Franco trasladara a las FFAA con su Golpe de Estado y posterior Guerra; mensaje que caló, como sugeriría Milans del Bosch al propio Rey JCI, cuando en unas maniobras se dice que bromeó al monarca diciendo: Desde aquí mis tanques podrían bombardear con precisión el Congreso de los Diputados).

Ese comentario referido - al menos en aquél momento - por quien estuviera al frente de fuerzas tan disuasorias (y obligadas a lealtad al mando natural) plasmaría esa aversión a que el mundo civil ocupara el poder político y tal vez cierto malestar de que la dimensión de la fuerza disuasoria que estaba bajo su mando  tuviera que estar a las órdenes de un poder civil que, probablemente, a juicio de aquellos ya veteranos generales protagonistas de batallas bélicas reales que formaban parte de la Historia, vivida como realidad en primera persona, les parecieran bisoños y faltos de la “legitimidad” que se obtiene al vencer en una contienda exponiendo la vida y jugársela como respaldo de un pensamiento. Eran conocidos todos esos civiles por haber pasado por la mili, ellos mismos y sus familias, en sus cuarteles y con ello evaluados en lo que considerarían esencial según sus propios parámetros para el combate. Y sin embargo, la frase también pudiera ser consecuencia de tener pruebas evidentes para desconfiar del poder político recién llegado, pues el pacto respecto a España pasaba por la Monarquía y no bajo la condición de una brevedad monárquica señalada por el PCE que regresando del exilio clamaban un derecho a una “legitimidad” democrática que nunca concibieron plural para España si consiguieran llegar ellos mismos al poder (y algunos como la Pasionaria afeaban que los españoles no hubieran acabado con Franco y le hubieran permitido morir en una cama – este personaje comunista/stalinista llegaba “brava pero con discurso guerracivilista” a una escena política española en la que nadie querría repetir ese mismo escenario (salvo parece que el PCE en los primeros momentos para reivindicar su propia legitimidad), como si desconocieran cómo Franco atara a la media España que tuvo bajo su yugo, haciendo que las fuerzas políticas republicanas se concentraran en Toulusse para evitar que cualquier atentado contra el General resucitara las violencias de la guerra ya vividas). El PCE buscaba imponer su visión y lugar en la transición, después de haber instaurado su “relato” de la Guerra Civil en las postrimerías del franquismo; relato que nunca fue sometido a crítica y escrutinio, por ser el único sostenido como siempre coherente frente a Franco.

 

 (aunque se olvidaran de señalar desde el PCE que fuera Stalin, traído al escenario español por Londres, quien impuso el modelo, la estrategia y las purgas y maniobras políticas de terror dentro de los frentes de guerra con los que resistía la República al Alzamiento; y que consecuentemente, ante la deriva, fracaso, enfrentamientos y falta de perspectivas realistas se dio un golpe en el frente republicano para acabar con la guerra civil en el que participaron todas las figuras relevantes y jefes republicanos contra los lideres impuesto por Stalin, desoyendo las recomendaciones del Presidente Negrin, que ya en camino de exilio pedía un mayor sacrificio – habría que recordar la Quinta del Biberón, con criaturas mandadas al frente con 15 años por una República que siempre supo, desde que concibió a Londres comprometido con los sublevados, que tenía perdida la guerra, o que de ganarla a los sublevados, milagrosamente y contra el poder imperial Británico/Estadounidense, deberían proseguirla para acabar con los Stalinistas y acabar por convertirse también, irónicamente, en una República anticomunista si quisieran preservar algo de su naturaleza de Democracia. La encerrona diseñada por Londres era, en la práctica, imposible de gestionar con éxito por la República.

No pongo en duda que el líder de Vox esté convencido de que España se halla, a su juicio, en uno de los momentos difíciles de su Historia reciente y que, viéndolo venir, ello le haya llevado a generar (o aceptar la sugerencia, eso no lo sabemos, como tampoco lo sabemos de Pablo Iglesias) y liderar un grupo político que se halla en ascenso, al menos hasta la moción de censura, en intención de voto y que recientemente quiso poner contra las cuerdas al PP para buscar liderar la oposición al Gobierno (desde una lógica de rivalidad parlamentaria paso previo e ineludible de cualquier ambición política para desembarcar algún día en la Moncloa por medios democráticos). Pero también cabe recordar cómo se ha mostrado la extrema derecha (el núcleo más aparatoso, duro y activo que ahora canaliza Vox) y no solo por lo que dice, sino también por el trayecto realizado hasta el momento.

La extrema derecha se ha expresado recientemente republicana, en sus Movimientos pretendidamente sociales en la pasada crisis 2007. Crearon un sindicato del que decían que era herramienta para sanear la democracia, llevando a juicio a instituciones, y a la Infanta (jugando a “tocar” también la Monarquía y proponiéndoles chantajes (esa cuestión concreta nos tendría que hacer reflexionar), a Bancos parece ser que también…. sin escrúpulos, narraba un gestor directamente chantajeado por ellos y sin relación aparente (cuyos datos empresariales – actividad, contacto etc. se hallaban públicos, como suele ser normal), fueron a por la pasta con métodos mafiosos, según narra el programa de investigación de la Sexta, hasta que al final la justicia les puso fin y cárcel. Parece claro que ese entorno está disponible para “lo que sea y cuando sea” (tan pronto sirven a la “inteligencia” del Estado, e incluso ser sacrificados en ello, como cuando el atraco del Banco Central del 81 según manifestara el cabecilla cuando fuera liberado y reclamado por TVE para hacer un programa sobre ese oscuro asunto). Por eso se podría cuestionar “si el PP estuviera llegando tarde”, como le reprocha Pablo Iglesias desde el estrado (sin embargo los tiempos que manejan los anglosajones suelen ser largos); así que tiempo tendríamos si Vd, Pablo Iglesias, no “estorba” demasiado y a Abascal no le “meten prisa”, pues parece que la intención de Vox pudiera tener una bifurcación no “estudiada” por la Cámara, y tal vez no del todo prevista por PP y PSOE, pero que resulta expresa amenaza, de futuro concreto y aun incierto – que según Iglesias pudiera ser más inminente o ya planificado y listo de lo deseado dada su admonición al PP - realizada por Abascal desde el estrado del Parlamento; pero que el propio Iglesias alimenta también al afirmar que la derecha, al completo, nunca volverá a gobernar – y que ahora desconocemos si lo dice porque aspirara a implantar su proyecto político excluyente o porque tuviera información extremadamente comprometedora para un amplio sector de la derecha española que hubiera decidido planear atentar, de alguna manera, contra la democracia)

(se echa mucho de menos que, hasta la fecha, no haga autocrítica ese líder que se presentó con el proyecto prosoviético/stalinista, y reflexione si él mismo no ha sido el personaje que ha “legitimado” un profundo temor en la Derecha haciendo posible otra “legitimación” antagónica, la de Vox, que ya estuviera prevista antes de que Iglesias saliera a escena, pues las evidencias de que el PP estuviera mediatizado en su compromiso democrático ya fue tan evidente, y motivo de reflexión, que tuvieron que aceptar la creación de esa rama ultra, pero no lo podrían hacer sin previamente allanarse el terreno de razones con un movimiento similar en la extrema izquierda que nace, lamentablemente, de un 15M que buscaba simplemente más participación, permeabilidad, e influencia en ese “monopolio político” que el bipartidismo había creado, profesionalizando la política y haciéndola inaccesible a la gente común al no crear canales ágiles de comunicación e influencia en ellos, cuando la gente lo considerara necesario, sin por ello, la misma gente, tener que implicarse directamente en política.

No nos ha contado Pablo Iglesias cómo le llamaron, porqué, y si “no vio venir” que se estaba convirtiendo en modelo de “salida a escena” para una rama dura del PP que siempre miró al general como Baluarte idóneo de España. Como también cabría preguntarse el porqué la Socialdemocracia se quedara inmovilizada ante semejante movimiento del 15M y dejara todo ello en manos de la “inteligencia” y de profesores radicales comunistas universitarios, también alguno  argentino, – como ocurrió en mi ciudad - con la misión de “reconducirlos” (y a otra cosa mariposa). Una de las peores gestiones realizadas por aquél Ministro del Interior, aunque luego le diera por reflexionar. Y si nunca se ha preguntado cómo es posible que una empresa de comunicación como Atresmedia le diera cabida en la Sexta con tanta facilidad, si sabemos que los medios de comunicación tampoco son plenamente libres, al menos en ese momento, y aun ahora, siempre sumisos a los criterios internacionales (en especial anglosajones, que son los que mandan en ciertas cuotas de programación; o si no vean la cantidad de pelis de guerra y violencia, de naturaleza anglosajona que inundan nuestras pantallas aquí, en Francia o en Alemania….). La falta de autocrítica señalaría dejarse llevar y permitir ciertas formas de prepotencia/ambición, impropias de cualquiera que practicando la erudición, la ponga al servicio de jóvenes universitarios para que desde ahí se formen en libertad (que es lo que siempre debiera ser la Universidad en todos sus ámbitos) como muestra de respeto hacia las generaciones venideras y a su capacidad de generar soluciones (también al respecto tengo algún ejemplo vivo en la privada como en la pública, en primera persona).

  Tampoco nos cuenta Abascal quienes le impulsaron y bajo qué parámetros lidera ese frente radical conservador que a la mayoría del Parlamento le da el parámetro de idea de fascismo y que él mismo rechaza. Nadie nos cuenta la verdad sobre quienes les promueven, quienes les patrocinan y financian, y qué lealtades y compromisos les sostienen en el fondo. Cuestiones básicas que los ciudadanos pedimos al bipartidismo y que para cuando nos lo conceden vienen a parecer dos formaciones ultras que se saltan lo que en esencia es la ansiada transparencia (de donde vienen, quien les promocionan y qué lealtades y compromisos – explícitos o implícitos – han adquiridos con esos financiadores de sus actividades políticas; porque eso resulta esencial y si ambos se hallan financiados también desde Irán, España parece que tendría un problema serio, con solo señalar el origen de donde emana el dinero; aunque en mi opinión, y no soy un experto, siempre viene del mismo sitio, aunque esté maquillado para no dar pistas evidentes: Londres, la City). De ser así estamos ante un Todo nuevo “deja vi” que rememora la situación de hace casi cien años, pero con los anarquistas ya directamente sustituidos por los nuevos Stalinistas – que fuera uno de los objetivos de Londres en aquél momento: uniformar los rivales del capitalismo en todo occidente y como señalara Churchil a Franco en 1944: El Comunismo de Stalin formaría parte de ese nuevo orden mundial que el mundo anglosajón reservaba para Europa y lo que entendemos por Occidente. 

La falta de perspectiva histórica (ante el "tabú" que supone reflexionar sinceramente sobre la Guerra Civil desde otras perspectivas; y que no haya existido, ni se haya creado una Institución española destinada a un análisis imparcial al respecto de un problema tan grave y determinante en España, hasta el punto de que amenaza con retornar en alguna manera) hace posible preguntarse por estas cuestiones en momentos como este, donde las encrucijadas y bifurcaciones políticas, buscan en el pasado respuestas, referencias o auto afirmación.

Los protagonistas de entonces, y que más sufrieron el exilio o el descorazonamiento, ya maduros (por la vejez, la experiencia y los desengaños) nos dejaron sus conclusiones  (más que en declaraciones expresas con hechos claros e inequívocos). Incluso aquellos que se posicionaron contundentemente a favor de un modelo anti-izquierda, proponiendo un modelo próximo al fascismo (ante el terror que produciría la probabilidad de que España pudiera tener que pasar una experiencia soviética o similar) acabaron por marcar una distancia inequívoca con las percepciones que concibieron en el pasado y que llevaron a la Guerra Civil.

Así pasaría con el Jefe de la oposición en tiempos de la II República previos a la guerra civil J.M. Gil Robles, que lideraba un movimiento populoso por entonces (y visto en sus inicios con benevolencia y cierto gesto de admiración por democracias anglosajonas). En aquel tiempo el fascismo podría ser el referente idóneo para un nuevo orden mundial que preservarse a la Humanidad del modelo comunista de un Stalin del que ya habría evidencias de que era un sistema basado en una dictadura de terror e impiedad.

Ayudó Gil Robles a Franco, desde su propia visión de líder político del momento, y tal vez le exigiera dar uno de los intentos de Golpe de Estado desde la misma capital republicana, Madrid, cuando el general era alto Jefe del Ejército, (tal vez para probarse así mismo que ese General era, y sería, sumiso a la parte de poder civil político que como Jefe de la oposición, él mismo, Gil Robles, representaba). Acabó  Gil Robles por invisibilizarse (como otros muchos otros cuando constataron que los vencedores no estaban dispuestos a reflexionar profundamente y con ello establecer dudas que llevaran a la tolerancia y a la aceptación del adversario en un tiempo razonable. Aquella postura rígida señalaría que se estaba ante la presencia de un régimen que se constituía y llegaba, como ahora se dice, para quedarse y no ante un paréntesis, como otros previos y comunes en el siglo XIX, y establecido con mucho dolor, terror, tragedias y violencias extremas por ambos bandos enfrentados). Tal vez Gil Robles fuera de los primeros en constatar que la trama militar era mucho más compleja y profunda (excediendo con mucho su propia visión política de reconducir la II República hacia un modelo de dictadura civil o de reconducir la propia democracia, como otros muchos pensaron que estuviera destinado ese Golpe, o incluso restituir la monarquía como garantía de un retorno, con el tiempo, al parlamentarismo - apuesta monárquica de Calvo-Sotelo, pero que fuera segada su vida y con ella su opción política justo antes de iniciarse Guerra).

Fue una trama concebida mucho más allá de la visión política/civil, y mucho más profunda, capaz de acabar con cualquiera que no viera ese movimiento de idéntica manera a como el propio General, o quiénes lo secundaban más próximamente, la hubieran concebido en secreto y despaldas al poder político civil conservador y que alguno de cuyos generales, al servicio de esa visión civil y que se hallaban en la Junta militar, también acabarían por comprender que existiría esa trama paralela que iba más allá, cuya cabeza visible, sin dudas ya, era Franco.

Gil Robles se visibilizó abiertamente y de manera sorprendente, con un gesto inequívoco formando parte de los abogados que defenderían a acusados en el proceso de Burgos, contra sindicalistas, en las postrimerías del Franquismo.

El General fue espectador del regreso de un mundo político que le fue muy cercano y que creyó vencer definitivamente (un mundo civil representado por la derecha como por la izquierda) pero que iba resurgiendo en el propio territorio español que él había "conquistado". Volvían para "afearle" sus gobiernos, su régimen, trasladándole al general el sentimiento de haberse sentido todos traicionados y alineándose en la defensa de organizaciones consideradas subversivas y prohibidas, trayéndole al dictador el inevitable y nuevamente recuerdo de una II República que él contribuyó a destruir en un movimiento definitivo que el mismo lideró incluso en contra de la opinión de compañeros sublevados.

Aquellos recuerdos de Victoria siempre estarían presentes en sus seguidores como un Triunfo actualizado cada Primero de Abril, como un hito en la Historia personificado por el General que trajo la Paz a España (al puro estilo británico), por medio de un conflicto que acabó en guerra en las que se impondrían condiciones alienantes al enemigo vencido. El propio General, como ganador de esa guerra, ostentó el derecho de narrar esa Historia, al menos hacia adentro (también al más puro ejemplo británico y anglosajón, que permanece líder del mundo occidental, pues es el mundo anglosajón el que narra y escribe la Historia que "debe" de conocer la Humanidad).

Pocos sabrían en España que Londres hubiera decidido y anticipado la colaboración de truncar la democracia republicana en España apoyando, protegiendo y guiando (y tal vez colaborando en quitarle de en medio todo tipo de obstáculos y rivales políticos o militares) al que debiera de llevar a cabo los planes concebidos para España a cambio de obviamente estricta sumisión a su benefactor: Londres.

Franco daría el perfil deseado: joven general (que aseguraría décadas de gobierno sumiso), (por lo que Sanjurjo no era el idóneo candidato, ni por supuesto ningún político que fuera capaz de ceder a lo razonable y consecuentemente a la razón de pactar, que es propia de todo político vocacional), cierto deseo de protagonismo narcisista (como buscando reinvindincarse en su persona en el cine, después de lo que parece una triste infancia con un padre liberal que descuidó a los hijos y a la madre; perfil de punto común con Hitler), rígido en la disciplina de sus subordinados y soldados (como en aquellos momentos correspondía a la visión militar que nos llega desde las barbaridades y masacres en los frentes de guerra de la “I Guerra Mundial”, fusilando a un legionario por despreciar ostensiblemente la comida ante sus compañeros y luego haciendo desfilar a la unidad ante ese cadáver). No era de clase alta que contemplara o disfrutara de los complejos juegos de seducción y manipulación desde las sombras que aseguran objetivos, a la vez que resguardo y protección del anonimato; y del ambiente militar/rivalizante/competitivo habría recibido alguna pesada burla que espolearía su orgullo de superación; portaría la ensoñación de un mundo perfecto por construir; rápidos ascensos en el ambiente militar y de guerra en Marruecos (lo que señalaría apoyos en las altas esferas del Estado). Conservador al que le gusta la política (no solo intenta entrar de diputado al Congreso sino que es capaz de acabar a tiros con la insurrección en Asturias excediéndose innecesariamente en la represión – señalando aquí un punto de No retorno entre izquierdas y Derechas que no solo sería así constatado por los progresistas sino también por el propio Franco como momento determinante de ruptura entre las dos Españas y que para el General supondría la fecha a partir de la cual señalar y adscribir crímenes políticos) lo que muestra ambición política y determinación sin complejos contra el adversario, otorgándole un perfil de liderato y seguimiento entre sus tropas y subordinados. Además no le faltó apoyo mediático de la prensa y es obvio que su carrera fue meteórica (lo que señala puntos de apoyo y compromisos muy sólidos y firmes, hasta el punto que sus burdas y evidentes intentonas golpistas desde su puesto de Jefe en Madrid, (e incluso intenta hacer cómplice al Presidente de la República, Portela, ofreciéndole el liderazgo y la adhesión del Ejército, una vez descubierto su intento de sublevar Regiones Militares) no dieron lugar a un arresto, ni a una detención de su persona, aunque sí una conversación con un mando militar que le advirtiera, con meridiana claridad, que de tener éxito su intentona España sufriría una tragedia de grandes dimensiones como nunca vista hasta la fecha.

No importó a Franco aquella charla ni por ello se inmutó. Aunque todos los responsables que por entonces sostenían el Estado republicano desde la neutralidad/imparcial de la obediencia al sistema democrático, se esforzaran en mandar el mensaje de que solo la calma y la templanza podría sacar a España de ese trance; ya quedaba claro que otros hubieran decidido "el rumbo de ese barco" y Londres respaldaba esa acción de sublevación, aunque todo señalara, incluidos los expertos militares, que habría un grave baño de sangre.

En enero de 1936, los rumores de la preparación de un golpe militar y la supuesta participación de Franco en el mismo se extendieron hasta llegar a conocimiento del presidente del Consejo Provisional Manuel Portela. Portela envió al director general de Seguridad Vicente Santiago al ministerio de la Guerra para que se entrevistase con Franco; este, todavía jefe del Estado Mayor, se mostró nuevamente esquivo, manifestándole que no conspiraría hasta que no existiese un «peligro comunista en España».[121]​ La respuesta de Santiago fue profética: «si alguna vez, esas circunstancias que usted dice les hacen ir a una sublevación, me atrevo a predecir que de no triunfar ustedes en cuarenta y ocho horas se seguirán tales desdichas como jamás se vieron en España ni en ninguna otra revolución».[122: Portela, Días antes de dejar su cargo advirtió al vicesecretario de la Comisión Ejecutiva del PSOE: "Tomen ustedes toda clase de precauciones. Estamos amenazados por un golpe de Estado".[9

 

Londres, una vez visionada la previsible frustración del Golpe en capitales esenciales de la península, ya prevista por el propio Mola, determina el bloqueo de armamento a la República - también obliga a despejar el estrecho de Gibraltar so pretexto de no entorpecer el derecho al tráfico marítimo de su marina (lo que en la práctica representa dejar vía libre al desembarco de las tropas de África en la península prohibiendo Londres la resistencia militar Gubernamental, bajo amenaza de ser hundida la flota republicana).
Pensar que el General se levantó contra la República, de manera autónoma, asumiendo su parte de la misión (concertada con sus compañeros camaradas de la Junta Militar sublevada) por sus propios medios y lealtades militares y civiles para ponerlas a disposición de una causa común y concertada con sus compañeros de armas resulta, ahora, algo ingenuo (sobre todo si pensamos que pusieron a su disposición un hidroavión tripulado por un agente, supuestamente del MI6 y con la cobertura de una familia que iba de vacaciones; dicho avión era seguido en su ruta por el gobierno de Madrid, por tanto bajo sospecha; durante la ruta y escalas de ese hidroavión se van consumando hechos políticos en la península que despejan el camino al Golpe tal y como lo desea Franco, mostrando reticencias hasta que ese ambiente social, tal y como lo previó Franco para garantizarse el éxito personal, no se confirmara, irritando por ello a Mola). Fue necesaria la muerte de un General leal al gobierno para que Franco pudiera acceder a África (como señala el historiador ), y en caso de fracaso de la sublevación en Marruecos llevarlo a un lugar seguro para reunirse con su familia que ya se hallaba en el sur de Francia. Todo eso no era posible que le pasara desapercibido al Gobierno que temía y sabía de la conspiración. Ninguno de sus compañeros generales que le acompañaron en el Golpe dispuso de semejante cobertura como la que dispuso él mismo. Ni la tuvieron en Barcelona, ni en Madrid (dónde también sabrían que fracasaría).

Toda la operación militar se basaba en una maniobra rápida sobre Madrid para hacer caer la capital lo más rápidamente posible y con el menor coste de hombres, material y vidas. Por eso el plan de Mola (a cuyo entorno se sumaron mandos militares) necesitaba al ejército de Marruecos y a Franco liderándolo, para convertir el Golpe en una maniobra militar de pocas semanas haciendo caer la Capital, Madrid, con rapidez.
Y sin embargo Franco no seguiría la prioridad militar del plan establecido por Mola y asumido por la Junta Militar como objetivo esencial militar.

Fallecido también Sanjurjo, con el que Franco tuvo un intercambio de pareceres cuando el general falló en su intento monárquico de sublevación contra la República (en 1932) (sometido a Juicio Militar pidió a Franco que actuara como abogado defensor, pero este le contestaría que alguien que fracasa en un Golpe de Estado se gana el derecho a morir fusilado). Por lo que resulta obvio que aunque ambos fueran monárquicos, Sanjurjo no sería santo de devoción para el joven general y la muerte de este en accidente de aviación cuando se dirigía a liderar el Golpe diseñado por Mola, despejaba el camino de incomodidades a Franco, quien ya tenía establecidos lazos de cooperación con alemanes e italianos. Así que Franco tendría su propio objetivo y este contemplaría otros aspectos más importantes que ganar la guerra rápidamente. En vez de caer precipitadamente sobre un Madrid, con precarias defensas, con dos movimientos envolventes desde el norte y sur, Franco se va a Toledo con el pretexto de auxiliar a Alcázar y en la práctica da tiempo al gobierno republicano a que realizara dos actos que optimizarían  los deseos de Londres de “analizar militarmente” a dos de sus rivales histórico/políticos (Alemanes con su Nazismo representado por Hitler y el Comunismo Ruso representado por Stalin): Que Madrid se fortifique con esperanzas suficientes de resistir los embates y asaltos rebeldes; si en ello tiene éxito se implica a la República determinantemente con Rusia y se subyuga a las directrices y condiciones de Stalin y sus comisarios (dando paso a la dirección y gestión  de la guerra republicana a Stalin) gestión de la sociedad, propaganda y “manejo” de los adversarios al comunismo de Stalin en zona republicana: civiles, políticos y militares; y a su vez haciendo posible el ensayo de los ejércitos Nazi e Italiano sobre suelo español. Algo que resulta siempre imprescindible a Londres: estudiar a sus enemigos en el campo de batalla (una información que resulta básica para desarrollar sistemas de defensa contra ellos, ver sus puntos débiles y obtener información privilegiada de sus sistemas de comunicación, estrategias y avances tecnológicos). Una situación que Londres reproducía en España otra vez, como lo hiciera con Napoleón (y que el propio Napoleón reconoció como grave error porque en España mostró su manera de enfocar la Guerra y las batallas a Inglaterra) y que además, en aquella ocasión,  le sirvió para acabar con la prometedora  industria española (Londres nunca da puntada sin hilo).

Franco y Londres tenían sus propios planes para España, parecía claro. Los Stalinistas acabarían con el miedo a una revolución Anarquista que fuera capaz de instaurar un soviet al estilo bávaro y, en su lugar, ocurriría lo mismo que en Baviera, (aplastada la resistencia revolucionaria nacería un nacionalismo anticomunista encarnado por Franco que garantizaría el Status de Londres en el Mediterráneo y la lealtad de los militares rebeldes españoles durante la ya previsible guerra mundial).

La Junta Militar de Burgos vería con claridad que Franco tenía sus propios planes ¿Quién estaría en condiciones de oponerse a ellos si en sus manos estaba el mayor de los argumentos: El ejército de África? La maniobra militar y giro de Franco hacia Toledo – evitando precipitar el fin de la guerra - fue propiciamente político para él (daba tiempo a que apareciera el verdadero enemigo deseado, el Comunismo de Rusia), haciendo un gesto claro a la monarquía asumiendo su bandera y renunciando al proyecto republicano. Calvo-Sotelo habría sido el único que en medio de la República había constituido un partido monárquico que obtenía representación en el Parlamento Republicano. Realmente si Franco tenía previsto girar al formato monárquico (como el proyecto de Mola sugería, al pactar con carlistas y como el propio líder Sanjurjo así se hubiera comprometido) y así parece, sería evidente que el líder político monárquico se hubiera convertido en un interlocutor de peso, mediático, para el retorno de Alfonso XIII al triunfar el Golpe y con él Sanjurjo, haciendo posible un brazo político y otro militar al servicio de la restauración monárquica. Sin embargo ambos desaparecieron, en el lapsus de una semana, del escenario político y militar.

De alguna manera no cabe pensar que Franco diera cabida a ningún político, ni le cediera la Jefatura del Estado o Gobierno a nadie que él mismo considerara por debajo de él después de ganar la guerra. Uno de los pocos militares que sabría hasta qué punto se desviaría Franco del proyecto original sería el propio diseñador y director del mismo, por lo que si esos cambios fueran muy esenciales se irían haciendo cada vez más visibles, lo que en caso de estar en desacuerdo, y manifestarlo, le convertiría esa discrepancia en adversario de Franco (pero era de suponer que no sería así considerado nadie antes de que acabara la Guerra; el ejército de África que era leal a Franco, se convirtió en un doble instrumento, político y militar – político porque  sostenía la fortaleza de sus criterios políticos, y militar porque le permitiría alcanzar, si lo deseaba, el poder absoluto).

Todos lo vieron venir, la Junta Militar y el Gobierno de la República – este último pareciera tenerlo muy claro y un comando anarquista intentaría atentar contra el general en el trayecto que el coche le llevaría al Drangon Rapide para encabezar las tropas de África, pero el general, probablemente advertido o siempre prevenido y nunca confiado, cambio de ruta - y así lo concebirían claramente sus compañeros de armas cuando se desvió del exacto plan señalado por Mola; pero nadie estaba en condiciones de realizar crítica alguna dentro del Alzamiento y ninguno de los Generales de la Junta Militar de Burgos contaba, tampoco, con los apoyos o compromisos que en el exterior Franco habría construido con su entorno inmediato y financiero, probablemente desde Londres, y sus lazos de convergencia político-militar con Hitler y Mussolini – todo ello supliría con creces los que pudiera haber conseguido Alfonso XIII, si es que alguno de ellos consiguiera, o simplemente se limitara a creer que sus militares leales le asegurarían el regreso; Viendo el curso de los acontecimientos, resultaba claro que a falta de Rey al mando de las Fuerzas Armadas garantizando la integridad del Estado, eran los generales las figuras más apropiadas para esa tarea (Así lo argumentaría un Coronel británico en el programa de “La Clave” a pregunta de Balbín: Cuando no se dispone de Rey lo más similar es un General; es probable que el argumento fuera persuasorio y conveniente, viendo la debilidad del monarca y cómo leales generales monárquicos se hubieran ido alejando de su vera – incluso el propio Sanjurjo se sintiera abandonado cuando diera el golpe de 1932 - Franco considerara que devolver el poder al monarca no conllevaría la restauración de las adhesiones de los altos jefes; y sin embargo, poseyendo él el conocimiento de quienes les rodeaban y la lealtad del Ejército, fuera él mismo la mejor baza a jugar) concibiéndose la monarquía ninguneada por Franco en la propia persona de Alfonso XIII, su hijo, Juan se alistaría en el bando de Franco, para desde ahí construirse la legitimidad de hacer efectivo algún día su derecho al trono ante la maniobra generada en el Alzamiento de dar cabida a los Carlistas, como quienes señalaran la posibilidad de recuperar una línea monárquica del pasado.

Liberar el Alcázar fue un gesto de humana solidaridad para sus compañeros que el mundo mediático resaltaría del joven general militar. Su carrera política estaba ya lanzada. A partir de ahí le bastaría con que Stalin - rechazada la solicitud de ayuda en armamento por los países democráticos a la República y que expresamente Londres prohibió a Francia - hiciera su "papel" sobre la República, desgastando, erosionando y desmoralizado mediante todo tipo de argucias y complots, acusaciones contrarrevolucionarias a los grupos políticos y sindicales que tenían unidades de guerra en el frente y, sobre todo, haciendo inviable el apoyo de democracias a una República cuyo aval y supervivencia estaba en manos de otro terrible dictador. Stalin se había pedido el control político de los medios de información y comunicación así como la dirección de los frentes de guerra.

Ese fue el resultado que obtuvo Londres al negar armas a la República (llevarla a suplicar a Stalin comprometiendo su propia esencia de democracia) por ello le resultó a Franco doblemente esencial retrasar el ataque a Madrid, él se ganaría el mando absoluto – incluso por medio de una mano invisible que modificaría el acuerdo de la Junta Militar que le otorgaba a Franco autoridad solo hasta concluir la guerra y el Boletín Oficial diría cosa bien distinta - y Stalin tendría un papel en la Guerra Civil española (que favorecería y fortalecería la “legítimación” de Franco y el Alzamiento en un discurso centrado contra los comunistas y Rusia), haciendo posible el desquicie y desmoralización del ejercito republicano en los frentes de guerra – La política habría entrado en las líneas de combate de guerra republicanas hasta el punto de anotarse batallas que otras unidades pertenecientes a otras organizaciones políticas ganaban; fue trasladar la política y sus objetivos a los frentes de guerra republicanos; el malestar alcanzaría tal dimensión al punto de considerar que los comunistas y Stalin les traicionaban abiertamente. Y por ello acabó la guerra como acabó (a tiros contra los Stalinistas y con la no realización de las promesas de no proseguir la violencia después de la rendición republicana). Otra cosa fue el relato que nos hicieran o nos omitieran. Franco consiguió preservar su ejército, que era la garantía de que al finalizar la guerra nadie se opondría a su liderazgo.

Londres se aseguró de que nuestra confrontación siguiera el camino de sus intereses durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, y luego en la etapa democrática, preservar el Mediterráneo para su propio interés de tránsito marítimo.

El líder de Vox tal vez haya ya reflexionado, o no, si su impulso y liderazgo servirá a sus propias ideas, a la naturaleza de los intereses de quienes le financian (de los que no sabemos nada), a proyectos e intenciones extranjeras sobre España y su devenir (como le sucediera a Franco) o realmente al interés honesto, expresado políticamente en el Parlamento, sobre España. Porque servir a todos parece imposible servir a la vez. Resulta esencial saber quién hay detrás de esos apoyos y cuáles son las intenciones finales de los mismos porque en caso contrario nuestra Historia está llena de “sacrificios” de falsa bandera destinados a romper una convivencia normalizada que pueden acabar por hacer rehén a España de intereses que pongan en riesgo nuestras libertades e independencia.