Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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martes, 12 de enero de 2021

Terapias Hostiles

 

Terapias Hostiles

Al escuchar todas las grabaciones recopiladas (en especial las conversaciones telefónicas mantenidas con unos y otras y con el propio hijo) se obtiene una visión de conjunto muy relevante y que podía llegar a pasar desapercibida.

El hijo estaba trabajando y, bajo pretexto terapéutico – que pareciera estándar – la Dra. sube la dosis de la medicación porque se retrasó en la toma de la dosis trimestral. Ahí empezó el declive del hijo al que le alcanza depresión – que nada tiene que ver con la enfermedad – baja su rendimiento en el trabajo y aparece la falta de reflejos en un trabajo exigente que es de cara al publico en atención telefónica.

Parece que era innecesario, por parte de la médica tomar esa medida; a partir de ahí se produjo el deseo del hijo de no tomar medicación ante los efectos adversos que veía que le producía diariamente en su trabajo.

Previamente había intentado hablar con la Dra. Precisamente para mantener la misma dosis baja que ya llevaba en el tratamiento ante lo bien que iba en el trabajo y lo a gusto que se sentía después de un inicio – meses atrás – lleno de inseguridad, ante la presión y exigencia de la naturaleza del trabajo – Operador de una compañía Operadora de telefonía – y la competitividad extrema de la mayor parte de sus jóvenes compañeros. Una inseguridad que fue cediendo a base de hablar diariamente con el padre; cediendo y venciendo y a la vez aprendiendo mientras los resultados se concretaban con renovaciones de contrato mes a mes (11 meses consecutivos, contando el estresante mes de formación de la propia empresa).

Se aprecia como realmente innecesario que la médica – no se sabe bajo qué criterio objetivo – decidiera aumentar la dosis de la medicación. Sin haber mediado con el hijo conversación profunda sobre cómo se sentía de positivo, de encauzado y realizado con el reto de su trabajo.

Solo puede entenderse esta actitud negligente (bajo el punto de vista terapéutico) desde dos hipótesis o perspectivas, ambas muy adversas.

1) Que la “profesional” se hubiera dejado influir por el discurso de la madre sobre el hijo – al que seguía poniendo en dificultades cotidianas con cualquier excusas a base de gritos y malas maneras, en vez de valorar el esfuerzo que estaba realizando y el éxito en su trabajo, manteniendo relaciones con sus compañeros e intentando construir un ambiente laboral positivo, aceptando las invitaciones que le realizaban los compañeros y compañeras de trabajo para salir los juepinchos y conocerse mejor (todos ellos jóvenes de su edad) pareciéndo que la madre tuviera objetivos distintos a los que siempre mencionaba cuestionándole porque no trabajaba (y ya dos años antes amenazándole con inhabilitarle e internarle en una institución privada).

2) Que la profesional pusiera por delante su propio criterio que pareciera que obedeciera a la idea de: Con migo obediencia, puntualidad y disciplina; y consecuentemente un retraso en la toma de la siguiente dosis implicaría, bajo esta idea terapéutica, aumento de dosis sin importar consecuencias. Ya dijo y reiteró esta Dra. que, a su juicio, el ambiente (social) que tenga resulta indiferente – un criterio “original” que reitera sin pudor, aunque ante racionamientos “elementales” acaba por ceder y matizar (e incluso autonegarse).

Una terapia concebida, así, desde la hostilidad en el tándem Madre/Dra. dio el resultado que vemos: La madre se acerca a su propósito, concebido hace años, comprando voluntades y, sobre todo, faltando a la verdad, distorsionándola, cuando no, generando situaciones beligerantes innecesarias o proposiciones precipitadas inútiles.

El término medio, para ellas (Dra./Madre) nunca existió.

Una negligencia que parece calculada y que solo cabría entenderse desde la manifiesta hostilidad reiteradamente mostrada y que los audios (más de un centenar que ahora se ordenan) no dejan dudas para amabas.

Hasta ese momento el padre no había intervenido en el ambiente médico.



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