La imaginación
Cuando la imaginación aparece en la infancia (porque a veces es como si siempre estuviera alli, dispuesta a ser estimulada...) siempre se supo que era bueno estimularla, y así se viera que a los niños se les contara cuentos antes de ir a dormir, e incluso en ese momento, si no se ocurriera qué contar, y le preguntaras al niño, y este te contaría uno sorprendente, que reflejaría su entorno más inmediato: Su papá y mamá en papeles de principes o héroes, haciendo cosas inimaginables, pero para el niño que las cuenta, para él las ve en el futuro de sus papás y piensa feliz, compartirlas con ellos (si una separación o divorcio no se interpone en el sueño que el niño viera con claridad).
Estimulamos para mostrar que el mundo es en sí mismo, la existencia, puede otorgarnos un placer magnífico desde nuestra mente; usando esa capacidad que tiene de imaginar para ver tal vez, un poco más allá, proyectar de alguna manera, nosotros mismos, ya desde la infancia.
Tal vez sea así, y en ese caso, algunos se preguntarán porqué la imaginación siempre - aunque sea en la infancia - es como si fuera una herramienta, que en alguna medida pudiera producirnos vértigo - porque el mundo real existe y hay que vivir en él y la imaginación puede ser tanto un aliado como un adversario (como mostraría "El Quijote").
Así que nos preguntamos: ¿Sería bueno reconducirla, sería bueno guiarla? ¿sería bueno aplazar toda esa imaginación para dedicarse exclusivamente a las cosas cotidianas y las responsabilidades que ellas implican en un ámbito social...?
Tal vez le tengamos demasiado miedo a la imaginación, en nuestras sociedades de culturas avanzadas, temiendo que las personas se despeguen demasiado del conjunto de la sociedad y generen, y descubran nuevos espacios que fascinan a otra gente y se pueda generar algún tipo de confusión, o conflicto, o simplemente un itinerario individual que pudiera conducir a la marginación (Ese era el riesgo en la trilogía "Regreso al Futuro" donde Emmett, imaginativo inventor que descubre "el viaje en el tiempo" modificando un coche deportivo, mediante el "condensador de fluzo", se hallaría en el filo de la marginación o del sublime éxito (o al manicomio o al premio Nobel). Bastaba ver su casa, en las primeras escenas de la peli, para comprobar que no saliera en ninguna escena ni comiendo, ni limpiando...todo automatizado...para ahorrarse tareas cotidianas y que, sin embargo, son las tareas cotidianas las que nos apegan a la existencia más material, nos vinculan con el reto de la sociedad y nos hace positivamente previsibles y fiables para nuestro entorno social inmediato.
La respuesta tal vez sería más acorde, para enfocar esta capacidad que muchas personas desde la infancia tienden a desarrollar y a proyectar, para que la misma pueda dar los frutos más adecuados; sobre todo a quien los posee, y como consecuencia de ello a quienes en su entorno, cuando fructifica, pueda disfrutar de los frutos positivos de esa imaginación.
De alguna manera, así lo muestra algunos de los personajes que han sido más relevantes en la historia cultural de Occidente, sí reparáramos en qué ámbito han vivido, en qué ambiente han vivido y qué tuvieron a su disposición para explorar lo que de alguna manera ya llevaban dentro de sí mismos; como si siempre hubiera estado impregnada su alma de esa capacidad de imaginar y al final convertir esa imaginación en algo tan productivo y fértil que nos deslumbra; aunque para ello hayan tenido que pasar años, o incluso alguna generación completa, para realmente valorar aquello que aquellas personas reflexionaban, si fueran escritores, creaban si fueran artistas de cine, o pintores, o escultores, o bailarines o músicos...
Lo más probable es que bastaría con dejar que los niños volaran en su imaginación y a la vez atendieran a sus rutinas cotidianas, esas que concebimos que todos debemos realizar; y encontrarnos así dentro del ámbito de la "normalidad" de lo que llamamos normalidad.
A partir de ahí, tener el espacio para nuestra imaginación y nuestra creatividad (puede ser observado como esa parte privada a la que todos tenemos derecho de vivir en la mejor manera que creamos) que nos produce la satisfacción de conocer y saber, de aprender, de explorar a veces por caminos insospechados para el resto de los que se hayan cerca de nosotros; pero que sin duda en el pasado, otros también explorarían y dejarían, o no, huella en su entorno social; porque a veces no se deja huella, simplemente se disfruta de contemplar la existencia, de haber aprendido de ella y disfrutar y sus pequeños secretos que nos producen satisfacción y dan sentido a nuestra existencia.
En otras ocasiones, el hablar, el comunicar, el charlar, produce efectos en el entorno, tal vez como le ocurriera a Sócrates, donde Platón vio a una persona que orientó su vida en el momento oportuno. Tal vez no fuera Platón el único que se sintiera orientado por Sócrates, como tal vez otros muchos lo fueron, pero sin embargo fuera Platón quién concibiera en Sócrates la persona que le había permitido, o le hubiera permitido, encontrar uno de los caminos que se hallaba ya en el mismo Platón - de los muchos de los que pudiera haber optado. Y se sintiera tan feliz, tan agradecido, tan profundamente agradecido, que iniciaría una de las más grandes loas, más grandes epopeyas que se pueden imaginar, para agradecer a un profesor-maestro, haber guiado los pasos, para mostrar un camino que anhelaba el espíritu y que le permitió dar esa relevancia a la existencia personal, con solo hablar y orar y nunca escribir.
Platón vio en ello, y ante la injusticia que viviría Sócrates, la oportunidad para ensalzar a esa gran figura y trasladar su memoria y su presencia más de dos mil años después de que este falleciera.
Es difícil imaginar una tarea de tamaña envergadura, con tal final exitoso, llevado a cabo por una sola persona uno de sus discípulos que quiso rendirle ese homenaje a su maestro y lo consiguiera: Platón.
Como se decía antiguamente la imaginación es el instrumento la capacidad más maravillosa que tiene el ser humano, capaz de rescatarle de cualquier adversidad.
La historia está llena de ejemplos. Nacieron relatos, cuentos, historias maravillosas, como por ejemplo aquella que habla del Arcoiris, donde "Alicia en el país de las maravillas" se precipita por un espejo, y salta del mundo de la realidad, al mundo de la imaginación y la fantasía, donde conocerá seres sencillos, simples, ingenuos, que sin duda son reflejo del en torno de la propia protagonista que así refleja los personajes que le rodeaban en la vida real. Un León cobarde, un hombre de lata que anhela tener corazón, una reina de picas o corazones extremadamente malvada, caprichosa y cruel, y un sinfín de personajes que rodean una historia bella y bonita donde se busca, en el horizonte, una gran olla que contendrá o contendría las maravillas de la existencia y que solo se puede alcanzar en aquel lugar donde todos dicen que se halla: bajo el arco iris. Una alegoría que nos diría a todos lo que ya siempre supimos y siempre nos contaron, y muchos cantaron: "En aprender a vivir, se nos va la vida" y a su vez, se nos llena de lo único importante que en ella existe: lo intangible, que con nosotros, nos llevamos y que a otros hemos dado; y que no podría ser otra cosa que el amor con el que ya vinimos a esta existencia y que conservaríamos durante todo el trayecto en que hemos vivido y transcurrido nuestro existir. Ese amor es el que nos da capacidades de crear y de tener imaginación y ese amor también debe volcarse hacia nosotros, en alguna medida, para proteger y cuidar nuestro cuerpo, que es el medio y el vehículo donde el amor - que parece universal aunque a veces no se den cuenta o no se le vea en lo cotidiano de la vida - es al parecer, lo que realmente, movería el universo visible e invisible, donde todos nos hallamos. Eso sería, la magia de la existencia.
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