“ Los Santos Inocentes”
- Ideas preconcebidas impulsadas en la transición.
Uno de los términos que más se oyera cuando era joven, en la transición, fuera la palabra “facha”, que en principio, como joven que era, pensé más vinculada con las personas mayores que habiendo vivido durante el régimen franquista, hubieran contemporizado con actitudes y rasgos que, más allá de las ideologías, (muchas de ellas motivadas por el miedo o el terror) definían actitudes orientadas más a dar órdenes, o tener “vicios” (que afectaran imponiéndose o imponiéndolos a otras personas), como pudiera ser un egoísmo exacerbado o una incapacidad para el diálogo y el razonamiento que no estuviera “en su línea de convicciones”. Cuestión, que para el hecho de que existieran fachas en la transición, (y en, ya, la entrada con plenitud de la democracia) podría concebirse como una actitud nostálgica e incluso personal (por razones de amistades, amigos o “buenos momentos del pasado” y que siendo sentimientos humanos, en alguna manera fueran entendibles), pero cuya ideología (en ese momento) se concibiera estaba destinada a la extinción.
Pero, sin embargo, pronto, hacia los 23 ó 24 años, fuera cuando me diera cuenta que en mi propio ámbito juvenil “existían” los mismos rasgos que, por mi razonamiento de entonces y bajo mis propios parámetros, definían lo que en mi mente era, o fuese, un “facha”, y ello no tenía que ver con una adscripción ideológica (que los definiera a cada uno de quienes poseían esos rasgos, como filosofía política común entre ellos), sino que lo que mi persona definiera como “facha” (en mi mente) eran los rasgos de comportamiento y los conceptos con que algunos de ellos se definían cotidianamente y que, para mi sorpresa, pasaban desapercibidos o “eran tolerados” o aceptados por el resto de los componentes que con ellos convivíamos y que con los años, se puede percibir que esos mismos rasgos que para mi eran definitorios de “ser un facha”, son comunes, se hallan por doquier, en personas y personajes insospechados y sobre todo, nunca hubo o hubiera valentía y honestidad en oponerse a ello con valores y/o principios en suficiente número de personas para reconducirlos, vencerlos y desterrar tales actitudes y sus consecuencias. Por lo que en alguna manera, cuando una pariente política le diagnosticaran de gravedad, me preguntara sobre “cómo era posible que las cosas de la política empezaran a ir tan mal”, le contestara mi persona que la responsabilidad era, a mi juicio, de la generación que nos precedió – de alguna manera, señalándole a su generación -, la que aceptó la democracia tal y como nos la “vendieron”; y que así lo hicieran y la aceptaran porque simplemente la afluencia de dinero y confort particular, les hubiera llevado a dejar de “combatir” por los principios y valores por los que sí combatieran y salieran a la calle “a jugársela” apenas unos 40 años antes). Efectivamente, les habían “comprado” y “anulado” la conciencia con dinero y a partir de ahí, aceptaron el mundo como fuera que fuese, mientras les fuera aceptable y realmente bien.
Con los años entendí que había habido algún rasgo previo, donde “uno de ellos cercano” hubiera hecho la “pifia” de embaucar (y seducir) a una señora para obtener un puesto de trabajo seguro y muy bien remunerado (eso para mí, era un rasgo definitorio de “facha” que no albergaba duda alguna; y que dadas las circunstancias sociales del momento y en lo que se hubiera convertido la práctica de estos 45 años de democracia, se hubieran convertido en maneras y formas de actuar más comunes de lo deseable e incluso aceptadas como inteligentes para encontrar la seguridad de un puesto de trabajo o para subsistir en algunos negocios). El recuerdo “nítido” del reproche de mi madre hacia ese pariente – “me dices eso a mí, y te estampo la botella de champán en la cabeza” – me remite a la idea de que tuviera mejores valores al respecto que el “oportunista” personaje que así “utilizara” a esa persona.
Dado a que en el mundo de la política regresa el mismo término de “fascismo” y se pone en boca de algunos políticos en activo (creo haberla escuchado en el mismo Parlamento español o en sus pasillos en alguna entrevista) llevaría a buscar, por curiosidad, la definición que diera wikipedia en inglés, y me encuentro con la “sorpresa” de que como tal término (a pesar de la definición de nuestra Real Academia de la Lengua Española) el término lingüístico e internacional resulta “poco definible” (más allá de remitir al régimen italiano que fuera emulado en Alemania y que se vinculara con la dictadura en España por ser, en un momento de la Historia contemporáneos y haber contacto entre ellos, y que incluso, asegura wikipedia, que tampoco poseería todos los elementos que cabrían pensar propios de un fascismo, por lo que es evidente que ni el régimen italiano, ni el español de esa época de la dictadura, poseían todos los requisitos que se le suponen a lo que la mayoría de personas se nos trasmitiera que fuera un “fascismo” y sin embargo, todos los coetáneos que lo vivieran en su época, sobre todo en Europa, parecían tener muy claro “qué era el fascismo” y lo vinculara la población más “sensibilizada” en Europa con el régimen de Franco, incluso en su etapa final, donde las movilizaciones por los últimos fusilamientos del régimen, señalarían que España aún poseía “tics” que les recordaba a la “Europa ocupada” por el nazismo hacía treinta años).
Me importa y considero conveniente señalar que mi acercamiento a la política no fuera iniciativa mía, ni inclinación determinantemente mía, en modo alguno (aunque a estas alturas pudiera concebirse “otra cosa”, pero mi persona sólo comentaría al respecto de lo vivido y más aún cuando ello fuera de gravedad, que parecieran “llamar” la atención como si narrar lo vivido ya fuere, en sí mismo, hacer política y que los políticos profesionales se prevengan y tomen “posición y postura al respecto; resultaría lamentable que “tener memoria en un estado democrático avanzado como el nuestro se pudiera convertir en un riesgo vital para el que la poseyera, fuera de la edad que fuere, como si tener memoria fuera un crimen, o tal vez se pudiera observar mejor, si dijéramos que tener memoria es poseer propio testimonio y eso, en alguna medida en nuestro Estado seguiría siendo un riesgo vital, tal vez porque al mundo de la política no le gusta tener memoria sobre sus actos y a su vez la tuviera selectiva en lo que le conviniera. Es decir, la política sería como la gente común, le gusta recordar lo que le apetece y a su vez modificar, o imponer, los recuerdos a otros para sentirse más cómodos con su propia trayectoria vital); merece la pena exponer cómo la política entrara en mi vida, porque pudiera ser ello más común experiencia de lo que se imaginara cualquier lector, diferenciando la respuesta personal como siempre según las circunstancias de cada cual y compartir ello sucintamente, para luego exponer mi concepto de lo que entiendo por facha o fascismo que ahora todos parecen temer, sin haber reparado previamente, que muchos que lo temen, incluso del ámbito político, hubieran usado de los mismos “signos” y actitudes que definen ser facha o al fascismo, y que sin embargo, cuando los usaron les pareciera “legítimo” y “razonable”, pero no tanto si “otros” vinieran a amenazar con usarlos, a su vez, contra quienes lo vinieran usando previamente y de ello “aprendieran” y lo llamaran estar dentro de la “democracia”.
La política se vive
en sus consecuencias, desde antes de nacer, en el vientre de la progenitora, donde
tal cual vive ella su existencia así la transmite en descargas de emociones – por medio de las hormonas con las que se
conecta el feto y el organismo progenitor, en un proceso de adaptación a lo que
será el nacimiento. Del exterior también recibiera información directa el
feto (lo que oye, lo que siente atenuado
por el vientre, lo que come la progenitora….) La política entendida como un
“consenso” de convivencia social (ya
fuera más o menos impuesto o singular en cada caso) nos afecta, por ello,
antes y después del nacimiento; y a su vez nos “evalúa” para determinar nuestro
futuro (ya fuere una evaluación a la ligera o no, o ya fuere mal o
bien hecha; eso, a la definitiva tiende a importar bien poco, pues como seres
humanos somos “repuestos” en brevedad de tiempo y los nuevos seres humanos
representan una nueva oportunidad para toda sociedad que sobre ellos “lavarán
sus errores”)
Como todos, era muy joven (trece o catorce años) para comprender esas cosas, la conmoción de la muerte de Carrero pasaría plenamente desapercibida, salvo el comentario del profesor de Lengua, que era nuestro tutor - pero que no “supe” donde ubicar - ya en casa ya tenía suficientes tareas encomendadas, como para entender esas cuestiones políticas; así se entendería que saliera a estudiar, como todos los días, el día del fallecimiento de Franco, y un señor por la acera “me parara” y me dijera: - ¿A dónde vas? Hoy no hay clases, ¡Franco ha muerto!
Su voz era tan sería y grave, como la era la de aquellos hombres que en aquellos tiempos se atrevían a recriminar a cualquiera por la calle, aunque no lo conocieran de nada, y que ahora se podría vincular con la misma idea que sostuviera Fraga Iribarne cuando afirmara: “La Calle es mía” y literalmente lo fuera, al decir de la multitud de “servidores” que le “harían el trabajo” necesario y preciso, de recordar a cualquier “ciudadano” (mejor dicho “peatón” que sería la palabra que mejor definiera a la población que por lo general transitaba por las calles de España) que en la calle, hasta para ir al colegio “por error”, se hubiera de tener permiso.
A tal nivel hubiera control sobre las personas; era tan visible y dispuesto al escándalo o la denuncia, que no cupiera duda (al recordar y contrastar recuerdos con lecturas en los documentos periodísticos de por entonces, unos años más tarde, a reproches de la oposición sobre el papel desarrollado por Fraga durante el franquismo) que literalmente, las calles en España pertenecían al régimen y en ese caso concreto al Sr. Fraga.
Aquella intimidación me llevara a mirar a mi alrededor y efectivamente, apenas había nadie por las aceras, no había bullicio de chicos como yo, yendo camino al colegio. Esa fecha de 1975 me dirigía a la ISVP (y ahora que lo pienso, mi padre saliera a trabajar, como siempre, sobre las 5 AM, pues no estaba en casa, lo que me lleva a pensar, que la prohibición en realidad, de no ir al colegio, tuviera más que ver con la universidad y los Institutos, lugares donde la personas se dice que “piensan” y razonan, y siendo por ello, el lugar más peligroso en ese momento – la realidad mostraría que “pensar” siempre acaba por ser peligroso aunque uno no se halle en política).
Iba a pié hacia la parada del autobús 30, en la plaza Aragón, que era el trayecto que consideraba más rápido para llegar al barrio Casablanca, donde se hallaba la ISVP, donde estudiaba el 1er Grado de Oficialía en Delineación Industrial (luego, durante una temporada, cogí el mismo autobús 30 al principio del barrio de Las Fuentes, que me parecía también trayecto a pié cercano (aunque cuando por alguna causa hubiera atascos en la circulación dudaba si adelantaba más volviendo a cogerlo en plaza Aragón); más tarde, cuando el dinero para el bus escaseaba (a los dos años o así) hubiera otras dos rutas para ir andando desde principio de San José hasta el barrio Casablanca. Una era subir por el Camino Las Torres (antes de la edificación del Parque Miraflores, atajaba campo a través, sabiendo que un tío mío hubiera realizado la última siega de cereal de esos terrenos antes de haberse declarado zona urbanizable y por ello, se hubiera cubierto con una capa de áridos y piedras que durante un tiempo sirviera tal terreno para ubicar las ferias de atracciones durante las Fiestas del Pilar) (esto me recuerda que hubiera bandas juveniles violentas por aquellas fechas - al vincular en mi pensamiento cuando ahora escribo: “autos de choques” eléctricos a los que a veces íbamos – y que cuando “quisieron”, acabaran con todas ellas antes de llegar la democracia; por lo que concibo, ahora, que la violencia existe porque a “alguien” le conviene - seguir hasta General Mola y allí desviarme por el Paseo Rosales - que salía al Parque Grande (hoy José Antonio Labordeta) hasta salir al Canal Imperial y desde ahí salía al Paseo del Canal que daba justamente a la entrada del ISVP (Institución Sindical Virgen del Pilar) - en frente se hallaba el “Estadium Casablanca” - que era el lugar de estudios de Formación Profesional gratuito. Me costaba llegar unos tres cuartos de hora andando, hiciera frio, lluvia, viento o calor, o si estuviera lesionado por un golpe o una torcedura, el trayecto podría alargarse una hora y media, pero difícilmente un compañero te prestaría en esas circunstancias dinero para el bus, por el contrario se “alegraban” de que tuvieras tal incidente y necesidad, así eran ya los jóvenes con 16 ó 17 años en aquella época en este país.
Me elegirían por votación de los alumnos “Jefe de Clase” nada más llegar a los 13 años de edad al ingresar en ese centro de estudios. Ya hubiera una situación similar, pero sin elección, en las nuevas instalaciones de la Salle Montemolín, recién inaugurada, donde el “dedo” del profesor (en 3er Grado de Bachillerato) me señalara como “cuidador del orden de la clase” para mi sorpresa, pues yo no saqué nunca buenas notas hasta que no falleciera mi progenitora, pero nunca repetí curso, por lo que al cambiarme de colegio, (al ser La Salle de pago y “cojear” mi familia), ese sería el último curso 1972-1973 en dicho colegio de pago, pasando a la ISVP en el cursos de adaptación “Z”, pues a los 13 años había que entrar en dicho curso – hoy resulta curioso nombre que le dieran al curso de “adaptación”… recuerda a los términos ahora usados: generación Z, Guerra Mundial Z… - pero entonces se debía a que los niveles de estudios estaban ordenados alfabéticamente siendo la “Z” el último nivel por relevancia y el primero de acceso). En la Salle la tarea de “cuidador de la clase” fuera tanto apuntar a quienes se portaban mal en ausencia del profesor y entre los cambios de profesores (según asignatura) y poner “multas” (entre 1 ptas y 5 ptas – que ya era una fortuna) según tuvieran los cajones desordenados y si hubiera resto de bocadillos o alimentos o migas de pan; sólo recordarlo ahora me da “cierta grima” pero nadie se pudiera negar a una “orden” de un adulto”, aquella tarea me llevaría a tener mi cajón limpio y por otro lado a perderme parte del tiempo de los recreos durante una temporada.
En la ISVP no había designación a “dedo” sino entre los alumnos y luego en los niveles de representación más altos (cursos de grado y delegado de Centro) era la elección entre iguales. El papel fuera el mismo, salvo que allí “no había que poner multas” y realmente se me daba bien, porque anotaba a todos los revoltosos de la clase de manera súbita, nada más posicionarme ante la pizarra, - después de dejar un tiempo breve para recoger los libros y apuntes de la clase que acababa y de la cual salía el profesor de la asignatura - y los iba borrando a medida que el jolgorio de acabar la clase iba cediendo; se veían los números – no había nombres, todos poseíamos un número que el propio profesor usaba en clase en vez de nuestros nombres - anotados en la pizarra – era público y transparente el “señalamiento” – dando la casualidad que de que cuando llegaba el profesor, o sólo quedaba uno apuntado o dos, o ninguno, si me daba tiempo a percibirme de que iba a entrar borraba todos los que quedaran a la vez (y consideraba así mi misión cumplida). En una ocasión llegaría uno de los Jefes de Estudios (porque el porfe se tuvo que ausentar) y diera la coincidencia de que nadie estaba apuntado en la pizarra y todos en silencio absoluto, habiendo pasado unos 10 ó 20 min sin profesor en clase, y el Jefe de estudio me preguntara si “alguien nos había castigado a toda la clase”, y le dije que “no”. Aquello, sumado a mis notas de sacar todo sobresalientes el primer año, llevaría a que me dieran la “Mención Honorífica al Espíritu a la Responsabilidad” con una dotación de 4.000 pts. de la época, otorgada por la CAI que serviría para comprarme cosas de clase – ya trabajando en las tapicerías donde trabajaba mi padre y dos de mis tíos, comprarme todo el equipo de Delineante, grafos, reglas, compases – todo de la marca Standler – y mesa de dibujo, papel, cello invisible, tecni-grafo y libros técnicos.
Teníamos reuniones mensuales (o tal vez semanales, los lunes y luego pasaran a mensuales) con el Director, a para lo cual debía esperar después de comer (los lunes tenía fiesta por la tarde, pero la reunión la entendía como un deber vinculado con el nombramiento de mis compañeros de clase), a que fuera la hora, lo que no siempre me viniera bien; y allí hablaban los representantes de los alumnos, mayores que yo, de las cosas que importaban, calidad de la comida, materiales para las actividades lúdicas… A partir del segundo Grado y con la llegada de la transición la Junta de Alumnos se llenó de personas que se declaraban pertenecer a grupos juveniles políticos, y hubo reuniones entre profesores y alumnos para “cambiar” el modelo escolar y se creara una asociación para comprar materiales y libros, pues los suministrados por la ISVP resultaban más caros, obteniéndose por medio de la asociación un descuento de casi el 30% y cuyos beneficios en el primer (y único año) alcanzaran los 400.000 pts – el valor de un piso de segunda mano. Lo cual me llevó a proponer becas para las personas y familiar más vulnerables, o la alternativa de una biblioteca técnica para el Instituto que ya iniciaba la transición y el Jefe de Estudios era de UGT – luego sería político (creo que era de Boquiñeni) – mientras el director seguía siendo el mismo, cuyo despacho estaba lleno de fotografías de él mismo con Franco, vestido de falangista o similar.
Como Delegado de Centro (ya con 17 años) mi oposición era un grupo reducido de las Juventudes Comunistas (que no asistía a las reuniones de la Junta de alumnos) y otros de la ORT (organización Revolucionaria de Trabajadores) me apoyaba así como uno de las JAR (Juventudes Aragonesas Revolucionarias) y el resto de compañeros de la Junta éramos apolíticos o sin filiación política, y “alguien” organizó un paro sin consultar a la Junta de Delegados (iban por libre), declararon manifestación y bloquearon el colegio del Opus que se hallaba al lado, sin dejar pasar los autobuses de regreso a casa de esos alumnos. Fue por entonces cuando tomé consciencia de lo que era la política (y me sumé a “mi manera”). Como no me llegaba el dinero para el transporte y no siempre para tenía para todo lo que precisaba para asistir a clase, miré en la beca – que eran lo único que me sostuviera – y vi que la matrícula era gratuita, (costaba 4.000pts lo mismo que la beca) y cursé la solicitud de “matrícula gratuita” siendo que “nadie daba razón de poder realizar tal devolución, mareándome de un lugar para otro, se me ocurrió “contar mi periplo” y ponerlo en el tablón de alumnos siendo aquello situación decisiva: en realidad era de 200 pts, dijo el tesorero, que al iniciar tal trayecto de investigación “nada dijera”, y el resto era para aportar al centro de estudios en gastos como el comedor. Tenía 17 años y aquella investigación solo me granjeara disgustos, por lo que al finalizar el curso y faltándome el último para terminar Técnico especialista en Delineación Industrial, siendo que la crisis económica coincidía con el cambio tecnológico (donde la Delineación estaba siendo sustituida por las primeras máquinas autónomas y luego lo sería por programas informáticos) decidí pasarme al área Agropecuaria y estudiar dos años de Capacitación Agropecuaria, donde viví por segunda vez, el transito del centro oficial de Estudios, donde el primer años todos pertenecían a la estructura “oficial del régimen anterior” y “cedían los trastos” de la misma manera que en la ISVP, primero nombrando un Jefe de Estudios de UGT mientras el Director seguía siendo el mismo, así como el resto de órganos interiores del centro. Y un problema similar se diera, las becas obtenidas por los alumnos eran “solicitadas” para la gestión del Centro por el Director, solicitando este director que los alumnos fueran a sus casas – pueblos - y pidieran que sus padres firmaran la cesión de la beca al colegio de formación agraria; al parecer la falta de recursos económicos era el síntoma común en los centros públicos de la época. Allí a una alumna, que entraría al año siguiente al hacer mixto el centro, la intentaran violar un grupo de jóvenes, y la falta de capacidad de ponerse en el lugar de ella, llevaría al Director a darle una aspirina (llevaba la cara llena de moratones) e intentar olvidar la “historia”. Pero siendo nuevamente delegado de clase, hicimos fotocopias gracias a su hermana, con la que contacté y que resultara ser de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), y que nos las hiciera gratis, empapelando la población y señalando a los agresores. Los papeles, a la mañana siguiente no estaban, ni siquiera los que metimos entre los cristales de las cabinas de teléfono; abrían llamado a telefónica que se hubiera desplazado con tal rapidez que en la noche desmontaran los cristales de las cabinas, sacaran los papeles denuncia y los volvieran a instalar. Fue decepcionante, los padres casi culpan a su hija. Era ya el curso 1980-1981 y nos hallábamos en democracia. Al poco tiempo sería el Golpe, y en pleno invierno ya, no ponían la calefacción en el internado. Un compañero de Madrid dijo de ir a quejarnos al Director y este contestaría “cuando seáis padres comeréis huevos” (las clases por la tarde tenían calefacción y en el despacho del Director había una estufa eléctrica para reforzarla. Los cristales del internado eran sencillos y las ventanas de hierro forjado no encajaban ni cerraban bien, pero agua caliente sí había para ducharse y asearse; la comida era a base de verduras y segundos platos de carne en forma de albóndigas, salchichas o filetes rusos; cuando teníamos turno de ganadería y debíamos madrugar para ordeñar las vacas y alimentarlas, durante una semana, desayunábamos siempre lo mismo: huevos fritos con rodajas de pan frito rebozadas en azúcar y café con leche (calculo que algún mes comería unos 25 o por ahí huevos fritos). Aquello cambiaría posteriormente, con la entrada en la gestión del Centro directamente por los profesores (por lo que formarían una asociación y nos llamarían a los veteranos, mostrándonos (sobre inicios de los años 90) que la gestión, en especial del comedor, nada tenía que ver con lo vivido por nosotros).
Aquello sería la experiencia de lo que en mi mente sería una aproximación al fascismo (comida de batalla, pero que personalmente fuera relevante para mí comer todos los días; privilegios para las autoridades, que eran contestados por mis compañeros, por lo que como representante me veía en la obligación de acompañarles a las quejas o lo que hicieran o acordaran y hacerlo mío; falta de recursos económicos; y constantes críticas de quien fuera que fuese, y que no siempre entendía el porqué de las mismas, y menos se realizaran con pocos o ningún argumento de base, más allá que les cayera mal o lo consideraran rival; eso venía a ser la política y lo dejaban claro).
Con el tiempo tuve el
convencimiento de que aquella manifestación salvaje realizada despaldas a la
Junta de Delegados la impulsaría las Juventudes Comunistas, que eran de tal
condición que ni se presentaban a las reuniones de los Delegados y literalmente
actuaban por libre, eso sí, me enteré después, uno de ellos vinculado con el
propio Director, pues a uno de estos de las Juventudes Comunistas, le
amenazaran unos de Fuerza Nueva y directamente pidió amparo al Director, por lo
que sabía contactar con él incluso en vacaciones (cosa que a mi persona ni se le pasara por la imaginación) para que
“le librara de todo mal” y efectivamente así lo hiciera. Años más tarde, en
realidad hará unas pocas semanas, vi en TVE un reportaje sobre una pareja de
periodistas (hombre y mujer) de unos
ya 70 años que contaban que durante la transición realizaban reportajes
recogiendo opiniones y grabaciones de los movimientos políticos en España, en
especial manifestaciones; y para que la gente hablara decía que eran de una TV
belga. Las manifestaciones franquistas durante la transición eran
impresionantes en número de participantes y ninguna de ellas saliera en TVE en
su verdadera dimensión. Decían esta pareja de periodistas que una vez les
pidieran la documentación y mostrando que eran afiliados a UCD les “señalaron”
como Anarquistas de UCD”, por lo que no es de extrañar que concibiendo los
residuos del franquismo que los de UCD (sean
militantes o simpatizantes por conectar con el propio Adolfo Suarez, eran los
enemigos de España peor que los socialistas o comunistas) no fuera extraño
que se aliaran ese par de comunistas no solo para boicotear la Junta de
Delegados sino para montar una manifestación de los alumnos por su cuenta y riesgo, y luego montar el numerito de “pararla”
a base de amenazas y ordenes a lo bestia – eso era lo que parecía que necesitara
la España Democrática según ellos (y
parece que al régimen que ya se iba, no les pareciera mal) (eso de
descubrir accidentalmente chanchullos como lo de la matrículas no les iba en
nada a los comunistas, y con el dinero de 400.000 pts de gestión de la
Asdociación de alumnos profesores, para la cual hubiera que ser mayor de edad,
por lo cual yo no estaba en ella a pesar de ser Delegado y representante del
Centro ISVP, “desaparecieron” en manos del contable que las recaudó en razón de
disposición del Director que así me lo comunicara, siendo que los profesores
que iniciaran tal propuesta y participaran dijeran que “salió mal” o que “no
todo podía salir bien”, pero lo que se dice presentar cuentas y dejar todo por
escrito a la Junta de delegados “NO LO HICIERON” (y menos losa “colegas” de las juventudes comunistas se interesaran por
ello) y luego, todos, los unos y otros, pasaron a la gestión política en la ya plena
democracia. Eso era el anticipo de lo que
iba a ser nuestra democracia (Año
1977-1978) al curso siguiente (año 1979) había elegido nuevo delegado Centro,
que convocó a todos los alumnos en el salón de actos – no entré, ya había
decidido, faltándome un curso y unas asignaturas, ir al ámbito agrario, y de
ello hablé con uno de los capellanes – de los dos que había en la ISVP – y me
parecía entenderlo por lo que me dijera: Oía desde el hall, donde se hallaban
los tablones de anuncios, los gritos y las admoniciones que salían del Salón de
Actos que el nuevo delegado de Centro descargaba sobre los alumnos: Existe
Terrorismo de Estado, su voz, aumentada
por los micrófonos se percibía claramente agresiva e irritante y amenazadora (creo que su ideología era de izquierdas, y su
mensaje ciertamente intimidante) y
repetía el concepto en breve espacio de tiempo una y otra vez, mientras yo reparaba
en un cartel que antes no había visto
para acceder a la formación profesional en la Escuela Militar de Calatayud, (en
un centro de formación profesional habían puesto una oferta destinada a cambiar
de centro de formación profesional (¿?). Mi decisión ya estaba tomada, ya valía
con las penalidades vivía y pensaba que el mundo agrario sería mejor opción.
Después de estudiar en la ECA (Escuela de Capacitación Agraria – dos años) me fui de temporero seis meses a trabajar al campo, y a mi vuelta me apunté en el PSOE – lo que vi, o mejor sería decir “percibí” en trato de abuso a los jóvenes, sin piedad por algunos capataces y en especial a las chicas jóvenes, me llevaría a las puertas de la sede del PSOE a pedir mi filiación. Al salir de la sede y bajar por las escaleras al patio de salida de la casa, el portero del PSOE me dijera: SI vienes a sacarte el carnet para que te den trabajo “te has equivocado”. Me quedé admirado de su afirmación, pero pronto entendí que mis pelos largos, mi posible trenca militar, me la ponía amenudo (ahora se venden de lujo y muy caras) y mi macuto militar con broche de chapa de pacifista y con antinuclear en la solapa de la guerrera militar, no pareciera el mejor traje de presentación para solicitar el alta en el PSOE de aquellos tiempos; (para nada). Eran finales de 1982 y sí me remitieron la documentación para ser afiliado, pero decliné ante el comentario del portero (y sinceramente no me arrepentí en aquél momento, si alguien tiene en tales maneras un portero por algo será, y mejor alejarse de ello y dejar el tiempo correr). Y así lo hice, tal condición de objetor de conciencia me dejaría en el paro indefinidamente (por lo que la observación del portero, tuviera su base, cuando me juzgara por el aspecto) y acabé delante de un psicoterapeuta que lo primero que me dijera fuera: “A las chicas que necesitan algo, como trabajo o un lugar para dormir, se les pide sexo a cambio, y lo aceptan; es así y así funciona. Hay que asumirlo”. ¡¡¡Leches!!! Sin casi abrir mi boca el personaje había dado con uno de los “nudos” que me habían sorprendido en nuestra sociedad y me proponía aceptarlo: ¿Había que aceptar eso? Y seguramente … todos los demás abusos sobre jóvenes, que quisieran realizar los adultos en posición de poder también habría que aceptarlos ¿Eso iba a ser la democracia? Pues parecía que sí. (año 1983, el PSOE ya estaba en el Poder)
Así que cuando 4 años después, cuando me vieran aprobar la oposición de personal fijo del Ayto de ZGZ se asombraría el profe de ganadería de la Escuela de Movera que era veterinario – que se cruzaría accidentalmente conmigo en el hall del propio Ayuntamiento de Zaragoza, creo que yo ya estaba casado y en Notificaciones - diciéndome “Ya lo entiendo”; implícitamente me dejaba caer que yo habría aprobado la plaza por cuestión política (y que achacaría, sin duda desde ese momento, mi movilización para defender a la chica apalizada para violarla, alumna de la escuela agraria donde empapelamos el pueblo con el nombre de los agresores, a cuestión de respaldo político y no de mis propios principios y valores personales; lo mismo hiciera la hermana - de la chica agredida para violarla – que era de la LCR y que me encontré en un bar y me dijera y recriminara cínicamente “tener enchufe” para entrar en el ayto de ZGZ.
Cuando aprobé la plaza de Guarda Jurado ese mismo año, ya como funcionario, ya me estarían esperando los “unos y otros” hasta el PSOE de entonces reparara en mi presencia y decidieran los de entonces amargarme la existencia profesional sin mediar palabra alguna. Iba al trabajo con mi furgoneta con la pegatina antinuclear y otra que criticaba la guerra de Vietnam y por lo tanto pacifista (Un soldado cayendo mortalmente herido con la palabra en inglés “por qué?”). Faltaría tiempo para que se pusieran al corriente de semejante personaje - sin afiliación política que le protegiera o con la que pactar –andaba libre como funcionario municipal y encima hubiera sacado la plaza número uno de su promoción de funcionario Guarda Jurado por encima de los recomendados – provenientes de la depuración del golpe del 1981 - y otros especímenes afines, incluido el “chapuzas” que daría la alcaldía al Sr. Belloch, que sin duda gozaban de mayores simpatías que un admirador de Adolfo Suarez (al que abiertamente consideraran hoy en día de derechas (¿?)
Así que en medio de asedios me fui recorriendo sindicatos (intentando comprender qué era la democracia para cada uno de ellos) hasta que con el tiempo consideré (unos 30 años después) apropiado, volver a solicitar la entrada en el PSOE y también en la UGT (no cabría duda que después de 30 años de servicio en la Administración pública del ayto de zgz ya me conocerían algo mejor, en razón de los trabajos realizados y repartidos entre los sindicatos y grupos municipales, así como mis tareas y gestión en Alcaldía, que no reiteraré nuevamente) y entré y me admitieron.
Sin duda, según mi recorrido, según la perspectiva del tiempo, me llevaba al lugar donde se hallaría “fallo” democrático o Chapuza concreta en ese caso sobre mi persona – así se debería entender tal trayectoria si se echa la vista atrás. Había “sectarismo” no cabía duda, y la palabra viene del término “secta”, es decir, los que comulgan en una idea que en muchas ocasiones sus resultados y decisiones van en contra de buenas personas o inocentes o por revanchas, en razones, maneras y formas que poco o nada se pueden explicar abiertamente. Por lo que la limpieza que pareciera pretender el actual secretario general y Presidente actual del Gobierno Pedro Sánchez, aparecía como única esperanza, y así lo entendieron la mayoría de los militantes que lo encumbraran a pesar de los miedos y dudas iniciales. Jugaba con la mismas armas y argucias que los dirigentes del partido hubieran usado contra sus propios militantes, pero en vez de ir contra los de abajo, Sánchez iba contra el “establisment” de los de arriba. Y eso gustaba mucho por abajo, y era mucho mejor alternativa aunque los de arriba se revolvieran y movilizaran a los del PP clamando contra el rebelde y muy rojo Pedro Sánchez.
Una vez conocida la democracia “por dentro”, desde lo que es o son los sindicatos o partidos se puede intentar definir lo que es el fascismo o ser un facha con mejor precisión que una definición académica o política. Pero resulta casi imposible de definir y solo en conjeturar que si concebimos que ser facha o el fascismo, como rasgo más determinante fuera el uso de la violencia (e incluso el terror sobre la población) ese tal terror “no lo conociera mi persona” más que en mi casa (en la infancia) y no lo viví en la etapa franquista por la calle (desconozco el motivo) salvo en las clases de La Salle, donde los castigos físicos eran recurrentes (pero los concibiera como prolongación de esa locura que ya viviera en mi propia casa) ni tampoco en la ISVP. De joven y adulto la violencia más o menos expresa llegara siempre del ámbito de la democracia, eso sí solapada y dispuesta a manifestarse de maneras inverosímiles e inconcebibles, muy propias de una dictadura que pasa desapercibida y de fondo.
Por lo demás, no viví nunca imposición en la ISVP alguna, y menos ideológica (no dudo que le franquismo si lo hiciera, pero solo puedo decir que yo no lo viví) y al parecer quienes sobrevivieran al franquismo sí se impusieran en maneras y formas poco aceptables, incluso recurriendo a maneras mucho más sutiles pero siempre opacas y desmentidas (como tener esperando dos o tres horas a que atienda una institución pública, como fuera un centro educativo por el director del colegio de los hijos, como fuera su deber; e incluso cuatro horas en un hospital, a solo fin de poder conjeturar un relato donde salvarse la cara ellos mismos ante el cúmulo y evidencia del fracaso de lo que concebimos como Justicia. Creo sinceramente, que nuestra democracia y sobre todo los que vivieran el franquismo como ya adultos y dispuestos a la política, aprendieran mucho y superaran en mucho al régimen que llamaron fascismo, por lo que la violencia expresa de dar palizas o matar a golpes a la gente o a tiros, prácticamente lo sustituyeran con un refinamiento que este blog reflejaría bastante bien.
La violencia, que fuera el signo definitorio del Fascismo, persiste en lo sustancial de la democracia, y ese punto común sería el que desacreditaría tanto a las dictaduras como a las democracias, para considerarse ambas regímenes perfectos con derecho a imponerse uno sobre el otro. Aunque como dice el Tao The King (si tanto el bien como el mal cumplen su función en la existencia humana, se ha de preferir el bien por cuestión de bondad – en este caso se prefiere la democracia por ser el ámbito donde se podría dar algunos momentos, tal vez prolongados, de esperanza).