Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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martes, 30 de abril de 2013

La condición humana: es capaz de arruinarlo todo


(pero también de las grandes proezas y bienes sociales; quienes arruinan todo suelen ser aquellos que son sumisos a las distintas formas que adquiere el poder cuando es "ilegítimo" desde el punto de vista de la ética)



Pensé hacer pequeños esbozos y compartirlos con el fin de crear un guión para un relato más complejo o una pequeña novela (y así acabar con el pequeño proyecto iniciado hace unos pocos años – “Maravillas de la Humanidad” – que se ha quedado pendiente e inacabado). Pero el objetivo es desembarazarse de “imágenes” trasladadas de dichos populares y que han dado lugar a otras imágenes que no “casan” bien con la potencial visión positiva que se puede tener de la humanidad (a pesar de la gran negatividad que existe, o de la “gran noche” que a la mayoría afecta y que obstaculiza la creación y el desarrollo de proyectos positivos).
Así que el objeto es señalar el origen de esa oscuridad (al menos tal como la veo o se me muestre) y construir un camino hacia la luz (al margen de prejuicios) y que tienen más que ver con el pensamiento positivo que la humanidad es capaz de sostener (al menos tan positivo como se sostiene de niño, o desde la ingenuidad del niño: La ingenuidad tiende a acertar más que los prejuicios).
Siempre he leído que dos de los grandes obstáculos con los que se encuentra la humanidad (en especial el individuo) para alcanzar planos superiores de su potencialidad son la muerte y la sexualidad. Ambos son dos aspectos básicos de la condición de materia que está compuesta la vida. Pero no sólo es materia la vida, también es espiritualidad y, en contra dicción con la antítesis sostenida por los marxistas y otras especies de comunistas (creo que también los hay de derechas), la espiritualidad no emana de la materia, si no que la materia es un plano dependiente de la espiritualidad. 
Cuando los poderosos, al ejercen su poder, transmiten la idea de que el mundo material es superior al espiritual nos encontramos ante un farsante que intenta hacer creer a los ingenuos que su espiritualidad y valores personales les ha llevado al control del mundo material. Pero en realidad es una compostura y se verifica desde el primer momento que mienten o no sostienen sus compromisos. A partir de ése momento se constata que están dominados por las sugestiones del mundo material: Poder, dinero, sexo… y todas las aberraciones consustanciales a esa subordinación material y al esfuerzo constante por mantenerse en ése poder. Su propia debilidad se muestra en su propio miedo, ése miedo que les hace rodearse de gente armada. Tan falsos son sus postulados y su propia Fe.



Apunte uno.
Se ha hablado mucho sobre el derecho de pernada que sostenían los señores sobre los súbditos el día de su boda. Se ha hablado de la sumisión que ello suponía y se ha observado tal sumisión desde la perspectiva actual de las relaciones interpersonales – sobre todo las que se basan en el amor y los sentimientos.
Lo primero que se me ocurre es que no es probable que en la Edad Media el amor fuera un requisito para el matrimonio – como se ha promovido desde el romanticismo (siglo XVIII hasta nuestros días) y que ha dado lugar al apasionamiento que va desde la esfera de las relaciones interpersonales hasta las cuestiones sociales y políticas. 
Desde la perspectiva romántica el Derecho de Pernada (hace tiempo deslegitimado formalmente) se observa como una intrusión intolerable en la relación que iniciaba un matrimonio. Pero es probable que en aquellas épocas – sometida la población a las penurias del trabajo, las enfermedades y el vasallaje – el menor de los problemas fuera el aceptar una práctica que señalaba, inequívocamente, la posición del estatus social que se ocupaba. (Incluso he oído comentarios sobre la libertad sexual de la mujer, y que ésta se daba con plenitud cuando llegaba el matrimonio - habiendo sido ya superada la prueba de virginidad no existía obstáculo alguno para mantener relaciones extramatrimoniales que no fueran más que la discreción y la colaboración en mantener el secreto – además aún no existía pruebas de paternidad, ni se conocían los grupos sanguíneos y las leyes de Mendel apenas alcanzaban el color de la piel del recién nacido (aún así existía el aborto y los remedios preventivos naturales al alcance de cualquier mujer que viviera en sociedad). 
Pero lo que me lleva a traer este asunto es una visión paralela del mismo y que me remite a una paradoja: ¿Podía, el derecho de pernada, representar una acción a favor de la protección de la condición humana de la mujer?: Sí, sorprendentemente sí - si hubiera sido necesario. Es decir, si en aquella época hubiera sido precisa la condición de virginidad para ir al matrimonio, el Señor feudal era la excusa completa para la carencia de dicho requisito, e incluso de que el primer hijo no fuera del marido legítimo. Y además todo dentro de la legalidad vigente. Ahora hay que acudir a retorcer la interpretación de la Constitución y leyes para salvaguardar los “deslices” femeninos dados dentro de los matrimonios; es decir, se ignoran todos los avances de la medicina con el fin de preservar y proteger las infidelidades con “consecuencias” dentro del matrimonio.



Derecho de pernada moderno.
El hecho de que la actual crisis se prolongue hace pensar en el retroceso social a que da lugar en cuestiones de los derechos que afectan a la dignidad de las personas. Los poderosos, en razón de su posición social, establecen o pudieran restablecer tipos de prácticas que debieran considerarse desterradas - aunque no se hagan públicas esas posibles incidencias y, de darse, se lleven en secreto
No es una práctica que afecte exclusivamente que afecte al ámbito de las relaciones privadas – es decir, el Estado sea ajeno a estas prácticas, si no que es una cuestión que tiene que ver con la posesión de poder y el ejercicio del mismo.
Es más, parece claro que la posición dominante del poder y la tecnología a su servicio le permite el control integral de los súbditos para intervenir en sus vidas en el modo que deseen; con consecuencias colaterales como apoderarse de ideas y razonamientos ajenos para hacerlos pasar por propios: Derecho de pernada moderno.





Apunte número dos.
Nunca digas “de este agua no beberé” ni “este cura no es mi padre”. Y “Entre santa y santo pared de cal y canto”. El primer refrán es muy popular. Normalmente la segunda parte no es muy tomada en cuenta más que de manera jocosa – pero bien parece siempre una risa nerviosa al verificar que la posibilidad puede existir; pero la pregunta es clara: ¿Puede un hombre escuchar lo problemas familiares, incluidos los de camas, celos, deseos carnales… y mostrarse distante?: Sí, puede; pero también puede ceder a la tentación de ofrecerse como solución y parte… no hace falta relatar todas las circunstancias que se han dado a conocer sobre los excesos en cuestiones sexuales (porque afectan a adultos), pero sí se han dado a conocer los excesos que han recaído sobre niños por personas religiosas que tenían encomendadas su educación o su protección. Si se han dado en personas religiosas también se han podido dar en personas no religiosas (en varias películas americanas se han apreciado referencias implícitas a excesos – violaciones - cometidos por psicólogos o psiquiatras sobre menores).
La aceptación de las vulneraciones (por parte de los poderosos) de la integridad física de las personas o de la aceptación de las infracciones a los roles asumidos socialmente y que afectan a la integridad de terceros viene de lejos.




Preguntas:
¿Puede una persona que se extralimita sexualmente en su entorno mantenerse dentro de los límites formales que impone una sociedad que se considera avanzada y respetar los principios fundamentales de derechos que ostentan los que le rodean?
El hecho de extralimitarse sexualmente en su entorno implica faltar a los votos de matrimonio y fidelidad (si existe matrimonio); o a los compromisos profesionales; lo que por sí mismo implica una falta de autocontrol que, de no revelarse, afecta a las personas que le rodean adulterando las relaciones que las personas afectadas entablan; estando las relaciones que entabla falseadas y no siendo dignas de crédito en aspecto alguno; pues es tan prevalente la sumisión al deseo sexual que toda su actividad está matizada, de alguna manera, por el mismo.
Se puede decir que el impulso sexual es consustancial a la naturaleza humana (al igual que el resto de animales) y que una vez se ha vulnerado el “espacio” que se creó para su satisfacción y control (con sus reglas y requisitos), para una sexualidad sana (sincera, leal y fiel; con todas sus consecuencias), deja de existir más límite que la satisfacción de ése deseo de acuerdo con el status que se tiene o sostiene lo que no garantiza los derechos de terceros a la independencia (en este caso sexual), de cercanos de status inferiores. Es decir, el acoso se muestra libremente en razón del “poder” que se ostenta y no del signo sexual del dominante (por lo que puede ser hombre o mujer). 
El gobierno de empresas, el desarrollo de proyectos y los líderes políticos deben – a mi modo de ver – sostener un claro control sobre sus impulsos sexuales, y por extensión sobre cualquier impulso referido a otros tipos de adicciones. La adicción, sostenida desde un cargo de poder, señala una falta de fe en la naturaleza humana, que no es más que la proyección de la propia falta de fe. Un líder político o empresarial debe de tener fe y visiones de un mundo mejor sin necesidad de estímulos sexuales, o alcohólicos o de cualquier otra drogadicción. Y además, sus visiones y fe deben de proyectar sueños colectivos que se puedan realizar para el bien de toda la comunidad (sin ser sectarios).
Es decir: Un líder debe de ser la encarnación de los valores constitucionales de un país sin necesidad de dependencia sexual o de sustancia alguna que altere la percepción de la realidad.



Por lo que, a mi modo de ver, no puede sustraerse la actividad personal de la actividad profesional de las personas (como hacemos en los países mediterráneos – sobre todo los católicos).
Con el fin de subrayar este aspecto someramente podemos mostrar la figura del Rey Juan Carlos y los méritos que contrajo durante los primeros momentos de la democracia y la posterior labor e intermediación que ha sido muy útil a España y a sus ciudadanos; sin embargo ello se ha visto ensombrecido por no asumir sus compromisos en el ámbito privado firmemente, lo que le ha llevado a una relajación de cierto espíritu de disciplina personal que ha podido ser el responsable de los errores que le llevan a cierto alejamiento de la sociedad española; hecho que no ha sucedido con la Reina ni con el Príncipe pero que sí ha afectado a la percepción de la monarquía en España (cuando el círculo de inmunidad creado en estos 35 años se ha venido abajo y su vida privada no ha resistido la transparencia). 
Por ello un (o una) líder modern@ debe sostener, además de capacidades personales para el desarrollo de sus funciones de liderazgo antes señaladas, cierta disciplina en el mantenimiento de sus compromisos personales, además de hábitos personales ejemplares, y una clara honestidad y lealtad que permitirían que pasara su gestión más desapercibida por previsible – ya que el protagonismo de la misma debería trasladarse a la participación ciudadana más directa, más autogestionada, más participativa, más plural y con mayor sensación de democracia directa; sobre todo en los ámbitos locales – y estructurando, por medio de las tecnologías a las que se tiene acceso, sistemas de participación que tiendan a una progresiva permeabilización de las decisiones del parlamento a la opinión pública cualificada.









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