Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 24 de agosto de 2016

El Poder político y Dios

     
(Nota previa I)
     La complejidad del artículo qué redactado el 20 de agosto en mi libro borrador (y que ahora publico) me ha llevado a someterlo a revisión antes de realizar esta publicación que lo contiene, por varios motivos, entre ellos la visión de dos programas colgados en YouTube que ví el sábado por la tarde -  una vez ya escrito - que me ahondan, aún más, en esa reflexión a propósito de la idea de someter la actividad política a comparación religiosa y por ello bíblica. Me pongo pues a ello a esta sorprendente tarea (pues a mí mismo también me sorprende).
        En primer lugar, reseñar que es evidente el enlace que existe entre política y ser humano. Pues el ser humano, por el hecho de ser gregarios, se organiza socialmente y establecer una dirección para su vida y para la de la sociedad dónde se desarrolla esa vida. Por lo cual la sociedad se organiza a sí misma en busca de un proyecto para sí, en el que debe procurar que los individuos puedan desarrollarse a sí mismos. Esa es la teoría general, la existencia de una sintonía entre la dirección que toma la sociedad y la vida individual de cada ser humano que compone la misma sociedad a la que pertenece. Pero siempre ha existido cierta disfunción, y en la búsqueda de los orígenes del desencuentro va este artículo. Ya en el precedente artículo ¿Qué es Dios? o ¿Quién es Dios? se vislumbra ese antagonismo entre el poder y cómo éste se ejerce. Y el individuo - aunque sea un patriarca en el artículo referido - infringido en un gran malestar, - cuyo objetivo de ese malestar es la finalidad de gobernar a los hombres - y una profunda desorientación vital que deja sin proyecto y valores en las personas y, además, a total merced de sus dirigentes políticos, qué son los que deciden no solo el rumbo de la sociedad si no las mismas vidas de sus ciudadanos. Cabe preguntarse por el porqué de este desequilibrio histórico entre poder político, pueblo y ciudadanos, que tantas guerras, conflictos y sufrimientos nos han causado. En ello va el empeño, otra cosa es lo que consiga en este ejercicio.
     Cuando Dios le dice a Abraham que maté a su hijo y éste obedece - aunque en el último momento cambia la orden - busca Dios una sumisión total y perfecta de Abraham - patriarca - a su voluntad. Y además le muestra el ejemplo - con su propia orden de asesinar a su hijo - de cómo se ha de gobernar y doblegar la voluntad de las gentes y de los hombres. Por consecuencia, de cómo debe liderar a su propio pueblo. Y es de entender que Abraham así lo hace. Y siguiendo la directriz divina prospera él y su pueblo, convirtiéndose en el pueblo elegido por Dios.
        Qué hubiera pasado si Abraham se opone a la orden. Veamos. Dios le dice que asesine a su hijo y este Abraham dice: No!! Yo soy el que soy. Y se adelanta la voluntad de Dios demostrar su poder y su forma de gobernar.  Y muestra su condición ante una orden: Yo soy el que soy y no puedo matar a mi hijo por ti. El resultado es que no hubiera podido aprender a gobernar a su clan y dirigirlo. Y por ello no se hubiera convertido en nación. Probablemente hubiera perdido su autoridad. Ya existía este principio de autoridad en naciones previas - como la egipcia, donde al principio de autoridad  "Yo soy el que soy",  era esgrimido por el faraón y los componentes de su Estado; y no podía ser desafiado sin correr el peligro de un consecuente castigo que le podría llevar a perder la vida a quien afirmara y opusiera al faraón, o al Estado, oponiendo el "soy el que soy" y un súbdito - es decir un sometido a la autoridad del Estado del faraón - no puede oponer un "soy el que soy y no te obedezco o tengo diferente opinión" sin correr el peligro de entrar en conflicto y perecer. Y así ocurría con las  ciudades estado mesopotámicas, de tal manera que la base de todo gobierno humano, hasta nuestros días, se ha basado en ese principio de autoridad: Yo soy el que soy.
    La oposición de Abraham al "yo soy el que soy" podría decirse que lo hubiera llevado a las consecuencias señaladas, o tal vez no si hubiera encontrado alternativa. La sumisión de Abrahám a esa voluntad divina, que le pide la muerte de su hijo, es una sumisión que se enmarca en el término de sacrificio, y por las propias connotaciones del término sacrificio, nos remite a un rito destinado a aplacar a las fuerzas naturales - que por algún motivo desconocido causan daño o nos son adversas en las previsiones que realizamos para con nosotros y nuestro destino - por lo que, al ser Abraham un patriarca, es él y su concepción del mundo que le rodea y de los fenómenos naturales y sociales con los que se debe de lidiar, los que determinan el bienestar de su clan, su desarrollo y progreso. Por lo que de alguna manera esa adversidad de la Naturaleza le es conocida y temida, por carecer de instrumentos para hacerle frente. Por ello se ofrece, desde toda cultura que conozco, sacrificios a aquellos dioses que gobiernan esas leyes que a veces son previsibles, y otras no, en la naturaleza y que determinan el resultado de cosechas, o el aumento de ganado, o por lo contrario la aparición de enfermedades, y que diezman o que afectan al clan familiar. Esas contrariedades son reconducidas reconociendo que nuestra inteligencia no se siente capaz, no ya de prever adversidades que sí lo es, sino de evitarlas en nuestro entorno natural y social; y menos aún si es un pueblo nómada que no dispone de graneros y silos para almacenar lo sobrante y abundante en años prósperos que permite amortiguar las penurias de los años adversos y sus consecuencias en mortandad hambre y malestar social ellos. Ya lo hacían las ciudades-estados mesopotamicas, y antes los egipcios, con la construcción de silos - pues el circulo requería menos materiales que el cuadrado para una misma área de superficie -  y con el círculo establecen la primera aproximación a la relación entre radio y la longitud de la circunferencia precisa para determinar, con certeza, el área sobre la cual edificar un volumen determinado que irá indicando la cantidad de granos de cereal disponible y con ella el número de semanas o meses de alimentos disponibles en el Estado. Es decir, se define el número pi con gran precisión. Todo ello estaba fuera del alcance de Abraham, por lo que zarandeado el mismo y con él su pueblo, yo no habiendo sido suficiente el sacrificio cotidiano a su Dios para mantener la producción de carne o comida, o habiéndose afectado de enfermedades su casa - o temiendo que todo ello se pudiera producir - decide sacrificar, a ese Dios que todo lo puede,  lo que más quiere: su propio hijo; y en ese sufrimiento extremo de sumisión no se opone hasta que es detenida su mano.
       No se opone porque no tiene alternativa. No tiene capacidad para amortiguar las consecuencias del desastre social que se producirá en su clan y pretende calmar todo ello haciendo posible la contención de la expresión de las calamidades con otra calamidad mayor. Él, Abraham, será el primero que perderá lo que más quiere ofreciendo a Diós su primogénito. Y en ese sufrimiento su mente encuentra una alternativa: Dios le dice: soy el que soy, al que Abraham no pone objeción se allana a su voluntad y es el mismo Dios quien le dirige a él y a su pueblo.

(Nota previa II)

¿Qué ocurre en la vida con este ejemplo político?.
     En política, y lo he comprobado, la tendencia general, al menos, es la de tomar de toda experiencia la parte y versión útil; por lo que se tiende a olvidar que lo importante en el ser humano es el camino, pues es el camino el que le proporciona la experiencia individual y colectiva; y se abrevia todo ello en razón de resultados. Así que en una experiencia, mejor dicho, si una acción concreta produce un resultado, se inicia la acción buscando ese resultado - ignorando la experiencia y todos los factores que a ella se le asocian, cómo puede ser situaciones inesperadas, factores que no se tienen en cuenta y en caso de descontrol, que es lo que suele suceder, todo se fuerza para conseguir el resultado previsto al comienzo de la acción  y que no es otra que el deseado - y luego se acomodará el relato de la historia nuestra conveniencia.

(Nota previa III)

     Viene esta sugerente afirmación a cuento de que ayer, mirando artículos y vídeos de la Guerra Civil acabé visionando una secuencia de vídeos que llegaba hasta nuestros días; y qué en estas líneas creo conveniente abordar para una mejor implementación de este artículo, y llevarlo, o que él mismo artículo me llevé, a su final. Final, me guste o no, se acomode a mi visión motivadora o no. Pero, en este esfuerzo de reflexión, pretendo ser lo más fiel posible a las experiencias vividas que recuerdo, y en ello empeño este propósito.
     El primer artículo que visioné, un documental inglés de casi una hora, o así, sobre Franco. Y que no es otra cosa que el reiterado esfuerzo que siempre viene haciendo los ingleses por componer y recomponer la historia de nuestra nación, y que resulta cada vez más sospechosa y digna de toda desconfianza, pues no hay mejor tarea manipuladora y de persuasión que la de mezclar imágenes - mejor si son cinematográficas, que si son estimuladas en la imaginación ajena, aunque estas técnicas también son muy eficaces - con argumentos dudosos que adquieren el grado de veracidad por las propias imágenes históricas de los que son acompañados estas afirmaciones temerarias. Y considero temerarios en razón de que son profesionales los intervinientes en la producción y en ningún momento presentan sus afirmaciones como hipótesis sino como verdad absoluta olvidando la afirmación de Ortega que tiene que reiterar como principio fundamental de toda investigación científica que se precie de ello de que - la verdad no son los hechos sino que éstos han de interpretarse. Pero la utilidad, en todos los ámbitos de la sociedad humana, lleva a presentar los hechos como verdad, por ser ello de interés puntual o nacional, convirtiendo la verdad en útil a sus propósitos, es decir, en mentira.
      Asegura el vídeo inglés que le enfrentamiento en España es entre derechas e izquierdas en las situaciones históricas previas a la guerra civil. Yo pongo que ello es mentira. Y para ello explico varias circunstancias. Primera, el ambiente en los comienzos de los años treinta en Europa y consecuentemente en España y es el de conseguir un Estado Comunista para cada país europeo derivado del triunfo de la revolución soviética de octubre de 1917 - auspiciado por Alemania, y que por ello pagaría con extremo sufrimiento. Han pasado 13 años del hecho revolucionario soviético y los trabajadores  europeos quieren las excelencias de una revolución, como la rusa, para cada una de sus naciones. Los excesos del capitalismo han traído penalidades y sufrimiento a los más débiles; y nacen los términos: explotadores, opresores, y otros similares, ante los excesos cometidos por los poderosos con el solo fin de ganar más dinero y poder, a costa del esfuerzo de gente ingenua e ignorante. Los propios Ingleses justifican estos abusos en razones divinas -  ustedes así lo hacen - es tan aberrante la situación de explotación que sufren las marginados en fábricas que no caben explicaciones religiosas que les ampare, y menos dentro del cristianismo y el catolicismo. El mensaje de Jesús nunca fue: explota tu hermano y hazte rico a costa de él; por lo que en el siglo anterior, en el siglo XIX, la abundancia de críticas al modelo explotación de producción y las propuestas de modelos sociales de toda índole, que las eviten, circulan por todos los ámbitos de Occidente, pidiendo fórmulas de moderación en la codicia a empresas, empresarios capitalistas y gobiernos; siendo todo ello infructuoso y estando el poder, como siempre, seducido por el poder del dinero, se elaboran planes de insurrección y subversión del poder basados en todo tipo de argumentos morales que afectan a la economía, a la complicidad en esos abusos de las formas de gobierno y el apoyo que los jerarcas de la Iglesia dan a estas formas de abuso, pidiendo y propugnando sumisión y resignación cristiana a los que sufren, pero no la contención de la codicia a los que provocan estas injusticias sociales. Y de estas reflexiones salen dos ramas claras de cambio y revolución: la abolición de todo poder - anarquista - y la revolución para ascender al poder a los trabajadores - socialistas y comunistas. La respuesta de los gobiernos ante la permanente situación de conflicto, ya no puede ser la de dar la razón a los trabajadores, ni siquiera a los más moderados. Los excesos han sido tantos y de tanta envergadura que precisan - cuándo se produce la traición alemana durante la Segunda Guerra de propiciar el Estado socialista en Rusia - de generar una fórmula nueva que no ponga en peligro la existencia de los agentes sociales que han causado tanto daño y dolor a la gente. Y que no son otros que los empresarios, la nobleza, la Iglesia y los Estados al servicio de una élite. Y la fórmula la obtienen de una idea llamada nacional socialismo, que es difundida por todo Occidente como fórmula solucionadora de todo conflicto. Fórmula que combate el comunismo, ataca al capitalismo - los judíos - y preserva a los que han consentido y se han enriquecido a costa de la gente común. El problema que nace en la Inglaterra industrial - con sus argumentos a favor y en contra de la explotación humana, y la adhesión a cada uno de esos argumentos - no produce un estallido social en Inglaterra, sino que son argumentos que se reparten por el resto de Europa para ver cómo son resueltos en los diferentes países por sus corresponsales de prensa que azuzan a la opinión pública de otras naciones evitando así, el estallido social en el país propio. 
         Así pues cuando en España se enfrentan las elecciones, lo que el programa inglés llama derechas e izquierdas no existe ya en España ni en ése momento histórico. Primero porque los ingleses no hubieran aceptado como derecha tradicional al jefe del movimiento fascista español Calvo Sotelo ni aún Gil-Robles, promovedor de golpes de estado en el 36, en el seno de su parlamento, o sí. La solución a la que se aboca a España es distinta a la dada en la propia Inglaterra y ello se hace a propósito, y con la intención de sumirla y dejarla sumisa. Inglaterra solucióna sus problemas como lo hacen los americanos, exportandolos al exterior. Y luego, después de azuzar la violencia y el extremismo, se presentan, como moderadores y demócratas. La solución anglosajona fue la de estimular el nacional socialismo y ellos lo hicieron con dinero. Y el nacionalsocialismo se vio en todas las naciones como los defensores de la tradición. En España, como siempre, nos gusta ser diferente estimulamos la Falange, y ello nos llevó a no compartir el destino de nuestra Europa y a quedar 40 años relegados y penalizados. Inglaterra siempre puede mucho. Ahora viene Inglaterra reescribiéndose y justificándose, pues asegura que Franco, al principio, era el derechas y luego se volvió, sin esperarlo, fascista. Las bolas Británicas, sus mentiras y manipulaciones, vienen desde siglos atrás, pero lo que señalan, indefectiblemente, es el deseo de culpar al dictador de todos los males de España, es rectificar su "inocente" apoyo al dictador, y congraciarse ahora con la izquierda española y la democracia. (¡¡¡A manipular!!! que los europeos son imbéciles!!!) Así que cuando los políticos españoles, normalmente imbuidos en luchas fraticidas, van cayendo del caballo, acaban por ver la luz y reconocer que el mismo rival y enemigo, al que combatían, no hacía otra cosa, en muchas ocasiones, que combatir las intrigas inglesas que proporcionaban los enfrentamientos entre españoles y europeos. Y fueran del gobierno que fuera, y de cualquier índole que gobierna España, acababan por rendirse a la evidencia que se revelaba en el gobierno de su predecesor: los ingleses son unos hijos de la Gran Bretaña que no era otra cosa que el eufemismo que encubría el pensamiento explícito de considerarlos hijos de p***, no al pueblo inglés, sino sus gobernantes, que habían tomado la medida al carácter español y que eran capaz de manipularlo con gran facilidad.
    Es absurdo pensar que Franco quisiera entrar en la Segunda Guerra Mundial cómo proponen y aseguran los ingleses para justificar aún más su decepción con Franco y la traición de éste al apoyo inglés. Primero, con esa decisión estimularía la división entre los generales que le auparon al Gobierno de España. Segundo, su respuesta estaría meditada desde el momento en que pide ayuda a Hitler y Mussolini (presionado por el bloqueo impuesto por Inglaterra a fin de evitarse la evidencia de ser un golpe, el de Franco, promovido por ellos mismos ) y con ello su estrategia. Lo que no dicen los ingleses es que lo que probablemente pretendía Hitler era dominar el Peñón de Gibraltar - espina clavada durante siglos a la nación española - y se lo ofrecieran a Franco a cambio de su participación en cuerpo y alma; y Franco, que aquello era evidentemente cierto, considerara que no merecía el riesgo de poner en peligro su gobierno por la roca de unos aliados, que a la definitiva, le habían procurado y sostenido su lucha contra la Segunda República. Así que pidió más en un momento en que Hitler no podía distraer fuerzas para un entorno que carecía de valor estratégico: el norte occidental de África (Franco así cumplía con los ingleses, al procurar una distracción de tropas y esfuerzos que se iban a emplear en la batalla de Inglaterra; el precio, de aceptar Hitler, sería bajo: Gibraltar a costa de salvar Gran Bretaña) Los verdaderos motivos de la reunión podía o no conocerlos Serrano Súñer, pero tratándose de Gibraltar era un asunto lo bastante delicado como para ser discreto y por otro lado Franco sabía que pasaría a la historia y que los cercanos sabían, al menos intuían el fondo de la reunión, así que la frase de Franco estaba estudiada iba de cara a la opinión pública de España: Franco no mordería a su aliado británico, y de verse obligado a hacerlo - algo improbable - sería a costa de desgastar al eje en una guerra en el norte de África que le resultaba inútil a Hitler.

     Ella me da pie a entrar en el siguiente vídeo y comentarlo, ya que es típico en la política y en las conversaciones sinceras, perder las formas como muestra el ante-párrafo anterior para mostrar el verdadero y desgarrado pensamiento, adquiriendo éste, el sentimiento más claro y evidente expresado en forma y manera lo más vulgar y, por lo tanto, comprensible. Por ello los españoles estamos tan lejos de la consabida flema británica. El asunto está en el libro publicado por una periodista del entorno del Opus Dei que está ya en edad de jubilarse - aunque es difícil de establecer con precisión en ese gremio - se llama Pilar Urbano. Ella, y en trabajo aparentemente bien documentado, no solo por su memoria sino por protagonistas,  desvela lo evidente: que la política, al menos es en España, pero ha de suponerse igual en todo el mundo, es un juego de intrigas, divertimentos, búsqueda de protagonismo, mala leche y muchos huevos (a costa del sufrimiento ajeno). Y todo ello viene a confirmar escenarios donde la temeridad está más presente de lo deseado; y los planes de los salvapatrias alcanzan a todas las estrellas de la condición humana y política española - incluidos los propios políticos.Y en un planeado golpe de Estado (el dossier de la Operación Diana estaba disponible en los Estados Mayores, al menos de Valencia, al alcance de cualquier miembro del Estado mayor, incluidos oficinistas)  son capaces de prever imprevistos, pues aquí todo el mundo exhibe sus atributos: "soy el que soy", y siempre deseando demostrarlo a la primera de cambio.  Así que aún con todo planeado hay quien se salta planes y estrategias, pues en el trance de todos desear salvar La Patria, todos son engañados y manipulados. Y los más avezados en engaños, aparentemente se dejan engañar, pero siempre con un plan B que suele ser más temible e impredecible que el plan A, con el que todos comulgan. Y esta afirmación tanto vale para la derecha como para la izquierda, con un Primo de Rivera que ya en 1922 juega a saltarse nuevamente todo el orden constitucional en el siglo XX, propiciando el golpe posterior, creo que en 1930, y que da pie a que la izquierda de otro sacrificando también en 1930 a los capitanes sublevados en Jaca por la causa republicana. Y que llegaría, gracias a ellos y su martirio, la República en 1931 - al año siguiente - y que en el 1932 empieza a sufrir la reciente República intentos de golpe de Estado y Revoluciones 1934, que culminarían en la guerra civil y que son auspiciados por generales, políticos, algunos literalmente fascistas, y revolucionarios de izquierda. Y en todos están, al parecer, los políticos de toda índole intrigando en uno u otro sentido (no parece que en ese escenario pueda hablarse de derechas e izquierdas convencionales; al menos como las suponen los ciudadanos de una lectura normalizada de de la Constitución; pues una lectura normalizada induce a la colaboración de todos los grupos para resolver problemas, no para provocarlos).
       Lo que nos cuenta la periodista, describe, al menos en maneras, lo hace en 2014 y ello directamente es un golpe más a la imagen del Rey, que termina por abdicar. Un dato que desconocía de Suárez, o al menos no recordaba, era que no quería entrar en la NATO. Me parece natural. Para ese momento ya estábamos señalados por el enemigo con las bases americanas que tuvimos que aceptar para salir del aislamiento internacional en 1955. Por ello Suárez intento quedarse en la esfera de los No Alineados y busco una imagen internacional de neutralidad progresista que no interesaba, en primer lugar, a Estados Unidos. Ello no me hace rectificar mi hipótesis sobre el 23F sino, que sin dejar de sostenerla, para mí lo fundamental es que la V Región Militar obliga al monarca ir a Zaragoza y asumió su papel. Aparte de ello, se constata que Madrid no es otra cosa que un nido de intrigas e integrantes en esas fechas, y que su tendencia a seguir siéndolo es preocupante. Ni siquiera el marco constitucional, que se dan, parece haber sido defendido siempre y en todo lugar; y qué más bien es necesario ganarse ese derecho a que respeten los derechos constitucionales que todos poseemos que esperar a que nos los otorguen graciosamente por el hecho de ser personas que es lo que dicen los derechos humanos. Así que el partido que no espabila que no espere que ningún derecho le otorguen. Si se descuidan, se engañan mutuamente en una red de juegos de deslealtades en el que el que primero duda, o tiembla, pierde. Todos juegan al póker de la política; póker por decir un juego, pero que bien pudiera ser el mus - lleno de gestos y signos - del guiñote, o el dominó. Lo que demuestran todos esos juegos practicados por las gentes de siempre, son expresión de nuestro carácter, pero no del todo, ya que siendo todos dioses no dudan en hacerse trampas en amañar las reglas y jugar, aparentemente, sin nobleza. Vamos, que no es una partida de ajedrez con reglas fijas presidida por el espíritu deportivo - con parece invitar a ese concepto una lectura positiva en nuestra Constitución. Por lo que obviamente no parece que hayan respetado ese espíritu ni para ellos mismos. Aunque siempre haya razones en las intenciones de los Estados Unidos, así que menos aún hacia abajo si se les incómoda. Así que la propuesta de Pilar Urbano sobre sus intenciones al desvelar lo supuesto, y que en toda casa sucede, no es otra de la de si hay interés más allá del periodístico o es un verdadero ataque de revancha (de lo que fuera y nunca se expresara: un brindis a la profesionalidad de la reina de España que también pudiera ser). Yo me adhiero a esta última hipótesis, por ser la periodista mujer entre hombres poderosos de España siempre dispuestos a presumir de atributos y a pasar a la historia (y en ello pudiera acompañar el Opus pues es propio de cualquier orientación religiosa fomentar siempre, y en todo lugar, la humildad, pues no hay mejor lección que esa para el que viene detrás si la quiere aceptar, o los que están presentes, o quieren acceder al mundo de los dioses, o ya están en él. Mensaje vano, me temo y a la vista de ello estamos en el momento de hoy. - Cuánto me gustaría equivocarme).

       La fórmula aragonesa de juramento real ya expresa abiertamente el hecho divino del "soy el que soy" cuando le dice al rey (como yo la aprendí porque así me lo transmitieron, que también tiene su valor por venir de la gente común):  "Vos sois más que nos, pero nos juntos, más que vos" y ello tarde o temprano tenía que acabar como acabó, por la fuerza de las armas. Y a partir de entonces no hubo, fuera de Aragón y dentro también, más "soy el que soy" que el del Rey.
       Se dice que todo esto relatado es propio de la política, por lo que no nos debiéramos extrañar. Da igual de qué naturaleza sean los enfrentamientos - y si la pistola se puso sobre la mesa o permaneció en la mano - yo, personalmente, he visto a un subordinado estar hasta los huevos (probablemente calentado por el entorno,  y tocar intencionalmente la pistola mientras hablaba con el superior, del que dicen que le regalaron el puesto por cuestión política, como a otros que andaban por ahí, y que le gustaba pasar gran parte de las horas de trabajo en el bar). Así que todo me lo creo y me lo dejó de creer. Suárez tenía pelotas, y eso era un verdadero peligro en medio de tantos dioses con pelotas dispuestos a competir - y aún más para Estados Unidos. Suárez conocía la verdad de las relaciones internacionales y del peligro que suponía para España y entrar a formar parte de la estrategia beligerante de Estados Unidos contra la URSS bajo el mandato del actor de cine Reagan y lo pretendió evitar al modo de Olf Palmer; pero allí estaban otros sedientos de poder. A los Estados Unidos le resultó fácil derribar a Gorbachov con un beodo Boris Yelsin  (que tanto recuerda a Tramp tan temerario y desafiante) y tampoco respetuoso con el valor mostrado por Mijail Gorvachev. Siempre basta con buscar un descerebrado para que haga el trabajo sucio. En España bastaba con alimentar el fuego para que todos se lanzarán sobre el presidente (cumpliendo un doble objetivo: Agradar a los EEUU, muy importante este punto, y seguir optando a la lid del poder) - que no tenía miedo en contener a los generales - pero no contó con la débil situación entonces de la Corona; probablemente pensó defenderla él mismo con su gobierno, y ese papel de una Corona a la sombra de un líder político, para la Corona quedaba excesivamente débil. Y lo entendemos. (esta sumisión de protagonismo de la Corona al liderato de Suarez la hacía excesivamente vulnerable, por lo que la caída de Suarez podía traer el premio de una República. Así que todo el mundo maniobró para salvarse políticamente, y a la vez propiciar sus objetivos políticos)


(Nota previa IV)

     Política es pues, o hubiera sido, si Abraham le dice al Dios que le intimida y muestra su poder ante la orden recibida de sacrificar a su hijo, hubiera contestado: yo soy el que soy (y no mato). Vaya!! nos encontramos con un pacifista que se enfrenta al Dios del poder terrenal y ello indica que tiene alternativas  (???) Cuáles? habría que buscarlas en Jesús, su hijo, y que es el portador del nuevo evangelio, de la nueva ley: el Amor. Uno que habla del amor ante Dioses no puede ser otra cosa que un chalado. Pero no es el caso (ello aparecerá con Jesús). La realidad es que Abraham habla con el verdadero Dios (en su reflexión interna) y después de estar convencido de que ha de sacrificar a su hijo encuentra la solución: Dios, después de mostrarle su poder y su voluntad (terrenal y sobre su vida) le remite, en realidad, a la Fe. Detienesu mano. No son necesarios sacrificios. Sólo que confíe en Dios. Y confiar en él no es otra cosa que Fe.


(Nota previa V)

      El amor no mata, el amor no coacciona, el amor no trama, el amor no miente, el amor no calumnia, el amor dice verdad, el amor no intriga. Entonces ¿Qué poder alguno tiene el amor?

      Volvamos a Jesús, lo vemos enfrente de Herodes y de Pilatos acusado de querer ser rey. La acusación no viene de otro sitio que de un Estado religioso y del Sanedrin, que es la más alta representación de la ley divina. ¿Por qué le acusa a Jesús de querer ser rey? nada en su pregonar hace señalar esa circunstancia, más bien parece un añadido incorporado a los evangelios con posterioridad y, sobre todo, no parece el objetivo esencial de mensaje de Jesús. Al menos ello no se desprender de mensaje de Jesús. Pero algo debió de tenerse en cuenta aquellas circunstancias, porque en el juicio de Herodes y Pilatos ello sí que aparece. Por lo tanto aceptemos la acusación y tal vez la intención de Jesús de establecer en Israel  el Reino de Dios.
         La acusación viene del Sanedrin, y se asegura que son los fariseos los que la formulan, al ser estos la secta más cercana al mensaje que Jesús pregona.
       Jesús impone frente a "yo soy el que soy" - y por lo tanto soy ley, y siendo pueblo religioso mi ley es Dios - el perdón, la consideración, la observación de la propia conciencia antes de juzgar al prójimo. Por lo que hace todo juicio imposible y remite al propio Dios, y a su poder, la voluntad de hacer juicio, declarando inaceptable el juicio de un ser humano sobre cualquier otro, al menos en nombre de Dios. Ellos el primer golpe que recibe un Estado religioso como el de Israel: no poder juzgar en nombre de Dios, porque Dios tiene sus medios propios para juzgar y el momento definitivo de tal juicio.
         Además, aún conservamos el dicho que asegura en el entorno popular que el amor hace milagros. Así dicho, y en este contexto del artículo titulado "El poder político y Dios" no parece tener razón alguna esta afirmación. Pero a pesar de las evidentes dificultades de sostener este dicho popular analicemos la razón por la que hace que el pueblo español pueda sostener esa afirmación refranera. Bien es sabido que el calor del amor, sobre todo el humano ayuda, a restablecer la salud en procesos de enfermedad. Es bien sabido que un niño carente de todo afecto puede morir aunque se le preste alimentación. Es bien sabido que hay enfermedades de las que se sale por las atenciones recibidas y también es sabido que el afecto, el cariño y el amor, en su medida correcta, restablece conductas sociales. Y también, el amor propio es necesario para salir de situaciones complejas. Así que el saber popular atribuye al amor propiedades que escapan a toda conciencia científica, y permite a las personas modificar conductas, hacerse sociales, prosperar y desarrollar personalidades sanas y responsables, que aportan a la sociedad un trabajo y un esfuerzo meritorio y ejemplarizante. Así que el amor hace milagros. Y eso, que es lo que regateamos en gran medida, pues nos parece falto de toda fortaleza y propiedad utilitaria, y cuando lo nombramos como satisfactorio lo confundimos comúnmente con sexo, del que poco o  nada tiene que ver, si no viene de un amor previo a la persona y a su alma.
Aceptamos los milagros de Jesús pues así lo manifiesta Sanedrín cuando él se informa sobre la existencia de Jesús y ello no lo pone en duda, pues viene de boca del pueblo.
     Se investiga su procedencia. Jesús viene de Nazaret. Y su ascendencia, de dónde viene, y se sabe que es hijo de María y que José no es su padre, y que huyeron a Egipto. A la vista de José y María nada perverso hay por lo que pudiera concluirse que huyen por razones políticas y no criminales. Así que siendo razones políticas, y María estaba embarazada, la razón es regia o noble al menos.
       Jesús asegura que es hijo de Dios (por lo que probablemente sabe quién es su padre y ese camino, por sí solo, a nada lleva). ¿Cómo hijo de Dios? ¿Qué barbaridad es esa? Se arma un cisco que aún llegan nuestros días: Se armó la de Dios es Cristo. El Sanedrín deduce de su ascendencia, que tal vez, que huyen porque el hijo que porta María bien podría ser de un pretendiente a la corona de David. Incluso ella misma, María, tiene ascendencia que pudiera emparentar con ancestros del Rey de Israel. Sea como fuere no parece que Jesús afirmara que tiene derecho a la corona de Israel aunque bien pudiera ser que sí lo pensarán sus seguidores. Dice de él mismo que es hijo de Dios. Si alguno del Sanedrin pensará profundamente pudiera extraer que la estrategia de Jesús no es decir: Mi padre es fulano, con derecho a la corona de Israel. Un enfrentamiento abierto a una pretensión terrenal. ¿Para qué tal pretensión no cambia nada? Así que Jesús, rechazado por su padre, y, sin saberlo, tal vez incoscientemente, busca en el cielo un padre Universal origen divino del amor filial y obtiene de dicha reflexión una bendición: hacer posible lo imposible, y su amor hace milagros en medio de un pueblo duro de corazón y que por ello es recibido y acogido por las gentes. No habla del ojo por ojo ni de las virtudes del poder de los fuertes. Habla de gente sencilla, y de sus vidas y sentimientos, y de que ellos son en los que Dios piensa. Y abre los ojos a la gente ante los hipócritas religiosos; y cura enfermedades; y da consuelo. Ya no están abandonados. Ya no hay más Dios duro e intransigente. Y por ello la gente lo aclama como rey, a lo que acaba respondiendo: todos somos hijos de Dios. Yo soy hijo de Dios, no dijo yo soy el que soy, sino el Hijo de Dios. Y venía a reinterpretar todo el testamento de los patriarcas.


(Nota VI)

    Ello, ante los ojos de quienes dirigían los destinos de Israel no era otra cosa que una revolución inaceptable, por lo que encomiendan a los fariseos, responsables de sostenes creencias parecidas, el control y la inmovilización de tal rebelde. Así que los fariseos concluyen que, amenazado su poder de influencia en el Sanedrín y no teniendo fuerzas para cambiar el orden del Estado sin correr el peligro de disolverse, que la acusación más sólida que se le puede formular a Jesús es la pretensión del pueblo de que sea rey. Ello satisface, por un lado, la intervención de Roma y, por otro, contiene la subversión del testamento de los patriarcas, pues el mantenimiento de la versión oficial permitirá alejarlo del apoyo popular.
       En el juicio es retado a hacer milagros, a mostrar su divinidad, a confesar que pretenda el reino de Israel. Y se muestra manso: Mi reino  - sin negar su soberanía - no es de este mundo. Hacer un milagro hubiera sido interpretado como un mago de feria, como un cómico, o en el peor de los casos como alguien poseedor de secretos que no están al alcance de todos y, por lo tanto, está obligado a compartir con el poder. Nada muestra en su ser que señale que es criminal o que rivalice, en modo alguno con Roma, o que pugne por derecho sucesorio alguno, que ponga en peligro la autoridad de Roma. La acusación de los fariseos no encuentra eco en Roma pues en nada compite con ellos. Así que la absolución sólo encuentra un obstáculo: el Sanedrín.
     Así que se le azota intentando con ello calmar la ofensa realizada al Sanedrín, pero este no está conforme. Jesús, libre de culpa ante los romanos, aún pone en más riesgo la autoridad del Sanedrín y su sabiduría religiosa. ¡Que sea el pueblo quien decida! propone sabiamente el Sanedrín.
     Esa solución salva todas las partes. A Roma de actuar en contra de la conciencia de sus representantes y al Sanedrín de hacer matar a alguien absuelto por Roma de una acusación contra la misma Roma efectuada por el propio Sanedrín. El pueblo será quien asuma la culpa y lave la de todos los implicados en el asunto. Así fue. Liberan al ladrón y condenan, como turba borracha y sedienta de venganza - así lo muestra el cine - a Jesús.
      Queda claro pues que el poder del amor nada puede contra la afirmación "yo soy el que soy" y, "mi verbo voluntad" que es lo que asegura el Dios de Abraham (y que así interpreta el poder humano)  que no es otra cosa que lo que quiere cambiar Jesús. El primer envite del amor, como elemento superior, contra los dioses de la política religiosa es un tremendo desastre; pero los efectos sobre el pueblo de la figura de Jesús - mientras este estaba vivo es esperanzadora. Roma reconocía la inocencia de Jesús señalando así un territorio, un imperio que podía ser el ámbito de expansión de una creencia que era rechazada por el propio Israel; y a diferencia de otros profetas Jesús no fue perseguido por Roma, ni nunca fue considerado enemigo. La cultura romana era vulnerable al mensaje de Cristo ¿Por qué?.


(Nota previa VII)

    Probablemente porque sus emperadores dioses carecían de algo esencial que se echaba de menos todos los que le servían a Roma: Humanidad. Lo que hizo Jesús era totalmente nuevo y reformador: Habría a la sociedad una esperanza nunca explorada: gobernar bajo la dirección de un Dios que es humano sensible y amoroso.
     El Sanedrín destruyó todas reputación de Jesús, pues el amor no se defiende, solo se manifiesta. Cuando en un juicio se acusa al amor éste se contrae no se defiende, su única defensa son sus actos y los acusadores ya han previsto, antes de formular la acusación, como debe ser interpretados esos actos.
     Cae el juez en la trampa de no pensar, y no ser juez, se sujeta a procedimiento, así se facilita si el trabajo; juzga conforme a leyes que obligan a defenderse a luchar.


(Nota previa VIII)

     Resucita el cristianismo: todos somos hijos de un solo Dios. El Dios poderoso que dice yo soy el que soy, pero su hijo nos dijo: yo soy el amor del hijo de Dios, y todos somos hermanos. Aquello tiene tanta fuerza que pone en entredicho la autoridad de los dioses emperadores romanos, al menos sutilmente. El mensaje divide o cuestiona el poder. Los que dirigimos somos dioses y a los que gobernamos hijos de Dios, nuestros hijos. Y allí empieza el complejo camino de la democratización del poder. La arbitrariedad divina, con la que se conducen los hombres cuando imitan a Dios, a nadie conviene.
     La consideración de que todos somos hijos de Dios va igualando los derechos de las personas entre sí y en todo lugar de la Tierra. Y aunque la resistencia es ardua el derecho, al menos escrito y formulado, es una realidad en el derecho civil internacional; por lo que se constituye una meta a la que sólo se puede poner resistencia desde los Estados. Más resistencia desde estos Estados cuanto más están alejados de los principios democráticos, pero, aun siendo así, ello no indica que en los Estados democráticos se sea permisible plenamente a los derechos civiles; y estos siguen subordinados, en muchas ocasiones, al interés del Estado o de sus representantes, o gestores y, a veces, a sus intereses particulares.


(Nota previa XIX)

¿Por qué prospera en el Estado el mensaje de Cristo?.
    Aun siendo el Estado una administración ajena al hecho religioso - algo que siempre se ha de perseguir - su ordenamiento interno y los derechos que otorgan a los ciudadanos se basan en los principios humanos sostenidos por Cristo de igualdad entre todos nosotros y ante la ley: hijos de Dios y Dios único juez de todos. Por ello, aunque ese principio está arraigado en nuestra cultura cristiana se ha traspuesto, has sido vanguardia de todas las transformaciones, cambios sociales y revoluciones. Aunque para despegarse de la cultura cristiana se proclamará atea, y fuera contra todo Dios. Ya sabemos que incluso en esas circunstancias la autoridad se sigue estableciendo desde el hecho de "ser el que se es" por lo tanto de la voluntad "yo soy el que soy"; de ahí que asegure que cualquier despegue del hecho religioso es imposible, pues éste se basa en la conciencia de la mente, y la mente es producto del universo, y en el universo rige una especie de ley universal que a nada se opone; por lo que el ateísmo esgrimido no es otra cosa que la asunción de la divinidad directamente por el ser humano. Un error en sí mismo, pero forzado por aquellos que decidiéndose portadores de la interpretación divina actuaron contra la ley de Cristo y asumieron una divinidad que lo separa de la ley universal de alguna manera.
    Así que conviven en nuestra sociedad dos mensajes simultáneos de Dios: el procedente del Antiguo Testamento "soy el que soy", que adquiere la fórmula religiosa, atea, agnostica o administrativa, que no es otra cosa que la ley de la tierra y que es propia de toda autoridad; y el mensaje de Cristo: todos somos iguales ante Dios y por lo tanto portadores de los mismos derechos y deberes, que también se encuentra en forma religiosa, atea, agnostica, administrativa, y que se corresponde con la ley universal que todo gobierna y que hace posible: la ley del cielo.


(Nota previa X)

    Si observamos cómo se adquiere la consciencia del poder podríamos ver que esta aparece en el entorno familiar donde el padre y madre recuerda "yo soy el padre" "yo soy la madre" y con ello se acompaña en el primer caso la autoridad masculina y en el segundo la autoridad de la madre ambos vinculados a sus roles y que por estos roles tienen autoridad. Tal vez, sea o no consciente de ello, en relación a sus hijos, pero la fortaleza de su autoridad la puede reconocer en los efectos sobre sus hijos y en el impulso que le da la sociedad a manifestarla.
     La consciencia de autoridad viene del "yo soy" (el verbo el padre - la voluntad) o de "yo soy" (el verbo de la madre - la voluntad) y es potente por lo que ambas autoridades deben perseguir el bien de los hijos, su seguridad, su nutrición, su educación y su salud desde una coherencia impecable para no defraudar la fe puesta por los hijos en los progenitores, y desarrollar una plena confianza en la previsibilidad positiva de su propio destino. Lo que aumentará la confianza y autoestima de estos allanando así las dificultades presentes y futuras y confiando en sí mismos y su capacidad de resolver sus propios problemas. Por lo que toda lucha entre progenitores va en detrimento de este objetivo esencial.
    La conciencia del poder es un proceso cuasi animal e instintivo. Nadie se dice soy el que soy de manera expresamente reflexiva, sino que es toma de consciencia después de ver los resultados y efectos de su voluntad sobre sí mismo y sobre su entorno. E incluso la manifestación verbal yo soy el que soy suele ser inconsciente y se apela a ella por frustración, o como fórmula para reforzar un efecto conseguido, e impresionarlo de voluntad consciente sobre uno mismo y sobre terceros, creando el mismo vínculo entre voluntad y ser, o al revés entre ser y voluntad. El fracaso de una autoridad ordenada y previsiblemente positiva, es origen de graves problemas en los hijos y en sociedad; por lo que el cuidado y la graduación de los actos de autoridad deben ser muy proporcionados y realizados con fines concretos que deben obedecer a la corrección de actitudes o errores, y al bien común de todos - y del propio infractor. La forma en que la autoridad se trata a sí misma - entre sus miembros de autoridad - es un factor determinante que transmite seguridad y confianza a los hijos y al pueblo, ya los ciudadanos. La verificación de que los actos de autoridad sobre nosotros se corresponden con el fin de nuestro bienestar y nuestra corrección de conducta, dando origen a nuestro bienestar general, da lugar a un reconocimiento de la autoridad por medio no del medio a la coacción, sino por respeto, admiración y gratitud.
    La fortaleza con que el cristianismo irrumpe para modificar las estructuras sociales, hace posible que en mi infancia asegurara, la profesora de religión, que con Jesús se abrían las puertas del cielo para todos nosotros gracias al bautismo; y que antes de ello, incluso los patriarcas del Antiguo Testamento, se encontraban en el purgatorio. La fuerza que se otorga al amor expresado por Jesús es de tal naturaleza que cuestiona las formas de gobierno y las consecuencias del ejercicio de la autoridad de cualquier poder si no busca, honestamente, el bien del ordenado; pues como la misma palabra indica ordenar no es otra cosa que poner en orden, por lo que los efectos de las órdenes no debieran poner en peligro la integridad de las personas. De ahí la distancia que aún existe entre la perfecta consecución de los derechos civiles expresados en la Constitución y la potestad del Estado frente a los ciudadanos y pueblo. Y ello, así aún en países europeos avanzados donde el cristianismo forma parte del origen de nuestras leyes y normas más fraternales. 



(El proceso de creer en el ser humano)

    Del artículo precedente ¿Qué es Dios? o ¿Quién es Dios? se deduce que la acción divina existe por su propia evidencia. La vida es y por lo tanto existe. Y está ordenada inteligentemente desde la existencia del universo; desde lo general hasta acercarse a lo particular los seres vivos, y lo más particular de todo: el propio ser humano, que siendo consciente de su inteligencia y teniendo capacidad de actuar, y conocer, y construir, es parte de la propia inteligencia que ordena el universo pues está hecho de ese universo tanto su parte material cuerpo perfecto como en la parte de su cuerpo más ininteligible: pensamiento, capacidad de generar ideas y habilidad para materializarlas; por lo que la negación de la inteligencia que todo lo gobierna sólo se explica como un paso intermedio que forma parte de su evolución personal, o un interés particular en sostenerla desde la evolución del pensamiento - que es la duda - o la autoafirmación de sus deseos por el ejercicio de su voluntad - le hacen, en el primero de los casos, dudar de la bondad de esa propia inteligencia visible por doquier, pensarse engañado, errado por no poder concebir completamente la inteligencia al estar limitado por mente y sufrimiento; y en el segundo de los casos, al constatar el poder de la propia voluntad personal y sus efectos se puede creer innecesaria, o subordinada, cualquier inteligencia preexistente a nuestra propia voluntad.
   El ateo, agnóstico, perfecto para mí es Borges. El sostuvo su ateísmo, gnosticismo, durante su vida pero los subordinó a la voluntad de su madre, a la que por respeto a ella rezaba diariamente, de tal modo que en el momento de la muerte del propio Borges pidió asistencia católica que le preparara para su tránsito. La subordinación a su madre es la mejor expresión del reconocimiento a la falibilidad propia y exuberante inteligencia borgiana; hecho que por si mismo es extraordinariamente meritorio y humilde, que le permite salvar todas contradicción de un último momento; y gracias a una puerta que su propia madre le ruega que nunca cierre, ya que Borges ha sido reconocido como uno de los grandes genios del siglo XX en el pensamiento mundial. Por lo que el hecho es una prueba más de su genial inteligencia e intuición, que llega al grado de sabiduría en su propia persona.
     Y ella me afirma aún más en la idea sostenida por un catedrático de la Sorbona en su libro "Historia de la ciencia" en la que defiende la tesis de que Galileo no es condenado por sus ideas - que no eran suyas sino de Copérnico - y que lo es, condenado, por presentarlas como ciertas y absolutas - algo que ni el propio Copérnico se atrevió a hacer en vida, pues dio instrucciones  para presentar su tesis una vez él hubiera estado muerto - cuando lo que se le pide a Galileo es su condicionalidad. A la postre Galileo defendió un heliocentrismo como verdad absoluta que no es cierto y posiblemente fue inducido a ello por su protector Campanella que conocía las debilidades del Papa por los herméticos. Toda una trama política que pugna, permanentemente, en todas las esferas de poder, y que se cobra como víctima al vanidoso, o temerario, o inducido por su inteligencia Galileo; que está fascinado por un descubrimiento que no es suyo, y que es, a la postre, lo que realmente se castiga. Y que es por otro lado un hecho que hoy en día también se corrige o se reconducen en las personas, de las que esperamos por su inteligencia, la mayor de las expresiones de sabiduría: la humildad. Y ello, en estos tiempos de populismos y vendedores de ilusiones vanas, ha decaído tanto en el ejercicio del poder, que se ha llegado a castigar, por capricho y con excesos, solo por satisfacerse en el terreno de lo cotidiano; y ello es digno de reseñar, pues perseverando en engaños y trampas que no han hecho otra cosa que ofender y desanimar a cualquier persona de buena fe, han alentado así la inteligencia de la mentira, la farsa, mostrando su determinación de apostar por la estafa desde la fuerza que otorga el poder legítimo por las urnas - orillando la sabiduría como el lugar donde no parecen saber estar, y al que renuncian casi siempre ante cualquier dificultad
    Desde estas líneas pretendo, siempre que me es posible y no me pasa desapercibido, mostrar, con la finalidad de que más allá de la desconfianza que pudiera generar gobernantes que actúan en sus intereses, encuentren argumentos para conducirse por sí mismos más allá de la inteligencia interesada en objetivos concretos - qué es el ejemplo que parecen dar - y entren en la esfera de una visión más completa y complementaria que llamamos desde siempre sabiduría, y que esta sabiduría no es otra cosa que la inteligencia que todo lo ha hecho posible. Siendo la inteligencia tal como la ejercen algunos políticos - y que acabo de expresar como mera voluntad - un dios terrenal, pues no se subordina siempre como debiera ser a la sabiduría, pues de ella huye y toma solamente lo que perciben como útil; y ello ya lo definió Ortega: la utilidad como lo opuesto la verdad, y con ello la definió como mentira.

    Desde esta dualidad interesada entre el Dios que todo lo gobierna y el Dios de Abraham que no es otro que el de el temor al poderoso, se entiende fácilmente, la facilidad con la que los filósofos de toda naturaleza, religiosos, políticos, pensadores incluso la gente común cuando piensa por su cuenta, entre el rápido conflicto con toda estructura de poder terrenal fuera cual fuere su naturaleza económica, política, religiosa, científica, industrial, universitaria, pues siempre será visto como un posible crítico si no se adhiere a una de sus ramas, o corrientes de pensamiento ya reconocidos en su seno, pues ya indiqué en otro artículo que el mundo, por muchos, es considerado perfecto - me refiero al mundo social y humano - y todo aquel que piense por el solo hecho de reflexionar somete a juicio sus propias creencias personales y, con ellas, estimula la reflexión de otros. Suele concebirse que la expresión más genuina del poder es la voluntad - no la sabiduría - y la inteligencia en perpetuarse. Por lo que resulta, el ejercicio de entender el poder, el primer enigma a resolver y el primer obstáculo a enfrentar, pues para el ejercicio del poder siempre es más propio y evidente su acción de ordenar verbalmente, y hacerlo en el momento y en cada acto: que se obedezca; a tener que entretenerse o reconocer reflexión profunda ante cualquier obstáculo, por lo que su ejercicio siempre está adosado a la idea de posibilidad de arbitrariedad. Y sin embargo, por encima de él, siempre dominarán la acción permanente de la inteligencia que todo lo ha hecho posible y lo hace: el verdadero Dios, que por su naturaleza desbordante nunca podemos abarcar ni nombrar con precisión, pues no puede ser contenido en el mundo de lo material y solo es intuido en el mundo inmaterial. Y que no es otro que el Dios que gobierna las reglas de nuestra mente en último extremo, y por encima de nuestra voluntad, determinando nuestro destino final.
     Así que cuando un hombre de poder, que así mismo se observa como un Dios porque su verbo es ley y su voluntad se manifiesta como tal, observa, desde su dignidad su trono al resto de seres y siempre en ellos ve imperfección - ignorando que la visión sobre su propia persona también trasmite la imperfección de sus actos - y los que le sirven y emulan,  adquieren el mismo vicio de solo ver imperfección en todo su alrededor,  no siendo esta imperfección, en todo lo que le rodea, otra cosa que la manifestación de su propia conciencia, conocedora esta conciencia de sus secretos más íntimos así como de sus verdaderas debilidades defectos y actos e intenciones; por lo que la afirmación de que la existencia de un "ojo que todo lo ve" que sostenían ya los antiguos egipcios no es otra cosa que la existencia de esa conciencia, por lo que en el momento supremo de la muerte ella aflora como único asidero del que se tiene y espera la única y última referencia al desaparecer el mundo material, donde la voluntad por medio del temor se impone, y quedamos sujetos a un posible devenir más allá de la muerte; y, con ello, al juicio que sobre nosotros mismos ejerce quién mejor nos conoce: nuestra propia conciencia. Por lo que los profundos temores y espantos que genera la oscuridad de la muerte hacia un rumbo desconocido nos hacen apelar a buscar en nuestra mente una respuesta positiva, una visión de esperanza hacia lo desconocido; y nuestra mente, consecuente y lógica (y simétrica) buscará en el itinerario de nuestros actos reales y verdaderos del pasado, la trayectoria de nuestro destino futuro, y por lo tanto de nuestro futuro más allá de la vida. Y por ello nuestra consciencia emerge, implacable, mostrándonos todo lo que hemos sido en realidad, más allá de las dignidades mundanas, e indagará en cómo hemos usado los dones e inteligencia que el universo puso a nuestra disposición. Y en ese juicio que nos hacemos de nosotros mismos se determinará nuestro futuro en medio de terribles temores, imágenes simbólicas, terroríficas, que buscan en nuestro recuerdo toda señal de temor. Así lo sugeriría Jung al leer el Bardo Thodol . Imágenes que producen nuestra mente y que simboliza nuestros propios actos - obstáculos  construidos en vida.
       De ahí que busquen, sobre todo los ateos, en los templos budistas instalados en España, el truco para sobrevivir ha dicho transito irremediable en donde la voluntad que ha sido expresión vital de su vida carece de efectos, pues voluntad es, en todo caso, definición de vida como señalaba Schopenhauer, y entramos en el terreno de la muerte, en donde rigen otras leyes y normas (determinadas, tal vez, por la inercia de nuestros actos). Pero nada parece que pueda la voluntad ahí; de ahí que Schopenhauer definiera al budismo como en la religión de los ateos, pues estos siempre van buscando trucos para burlar la vida y esperan de los monjes budistas la asistencia para alcanzar ilegítimamente, también y una vez más, un objeto inmerecido: el paraíso, fuera cual fuere este. Y siendo esto así, buscan del monje la promesa última de que los trucos de un monje liberarán al muerto del peso de sus propios actos, y de la inercia de sus almas.
    Desconocen estos ateos que es el cristianismo quién mejor puede ejercer esa labor pues es su conciencia y la cultura en la que han nacido y desarrollado su vida cristiana; dentro del cristianismo, del catolicismo, pues como su propio nombre indica es la religión universal Cristo por ser de amor y Católica por haber conocido incorporado toda creencia religiosa útil al ser humano; pero siendo la base el amor, que por definición es antagonista del interés y del ejercicio intimidatorio y no avala perjuicio de la voluntad ejercida sobre el prójimo, entenderemos la frase de Jesús: es más fácil que un camello pase por el hueco de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos.
     Desde este punto de vista el gobernante, en cualquier escenario que contemplemos, familiar empresarial, social, de nación, de Universidad, de Medicina, de cualquier ciencia, de oficio, realiza su tarea al servicio de la sociedad, pero en su fuero interno, en su conciencia, sabe si sus actos fueron sinceros o no, o en algún momento criminales o no, si rindió los dones que el cielo, el universo, el orden natural de inteligencia que todo lo hizo y hace posible, le otorgó los puso al servicio torcido de otros poderosos, por temor, o se dejó llevar de sus caprichos o ambiciones, o incluso en el caso de haberse constituido asimismo como Dios "yo soy el que soy" sí lo hizo subordinado al Dios supremo (el Amor) o no. Por ello existe la confesión. Y sólo si ésta es honesta ante el sacerdote, habrá esperanzas de que realice el tránsito del "estado intermedio" con alguna garantía. El protector de este estado es San Miguel, y ese estado también se nombra, literalmente, en el Bardo Thodol.

    Así que el ateo, llevado de su ateísmo, busca en una religión atea su salvación, y olvida que el "ojo que todo lo ve" le va a acompañar en ese proceso en el que usa la inteligencia para evadir la exigencia de haber profesado todos sus actos - realizadas en vida - por amor. Y le vale el olvido porque es consciente de que sus actos, en su mayoría, no fueron por amor. Y así temiéndo intentó evadir el juicio de su propia conciencia, poniendo su fe en que si en vida fue capaz de evadirse de su conciencia consiga hacerlo también en el tránsito hacia la muerte. En todo el proceso se olvida, obviamente, que los egipcios también contemplaban un escenario similar: Que el difunto estudiara en vida todas las pruebas que debiera  pasar en el camino de la muerte para superarlas. Por ello, Osiris, el  Dios muerto por envidias, es el que pesa - al final de todos las pruebas a la que es sometido el muerto - el corazón de éste. Ese peso es el que determinará definitivamente su destino: entrar en el paraíso o ser devorado.  Y el peso no es otra cosa que un hecho material y terreno en el que se vincula los actos del difunto con su destino y en ello, en ese acto y juicio, la sociedad es ajena, ya no puede ser influida ni manipulada en razón alguna, por el simple hecho de estar al otro lado de la frontera, en la orilla opuesta.

      Por ello pienso que el poder terrenal se construye grandes mausoleos, seguros, a la postre, de que su destino no será el paraíso, y sólo están por salvar su memoria - y algunos por pasar a la historia.

     Mi modelo de filósofo contemporáneo no puede ser otro, a estas alturas de mi vida, que Borges, al que ya mencionado. Borges tienen la fortuna de nacer en un país cristiano y católico, en el seno de una familia mezcla de sangres y culturas que le permite acceder desde niño a una magnífica biblioteca de autores escritos en diferentes idiomas, que él domina, pudiendo extraer de ellos el pensamiento original sin verse menguados, en calidad y precisión, por traducción a otras lenguas; con lo que la riqueza de sus conocimientos en conceptos filosóficos es de tal magnitud que puede acceder a la contemplación de su entorno, construyendo  nuevos conceptos e ideas que conmueven y estimulan la inteligencia de manera desconocida hasta ese momento. Aún así, como filósofo de la vida, de la muerte y de las cosas terrenales, se embarca y compromete políticamente en sus pensamientos y textos; cuestiona la sociedad; y en ello hay que tener consciencia que siendo su cultura católica concibe el mundo probablemente como perfecto en su infancia, para luego adentrarse en las experiencias de la exploración intelectual del mundo sin más protección que el cumplimiento del deseo de su madre, para que rece todos los días. Y ello lo cumple en medio de la travesía de certidumbres e incertidumbres que la experiencia de la vida supone para todos nosotros. Y ello le permiten, al presentir la muerte, no renunciar a su obra cuando reclama la presencia sacerdotal. Y por tanto, aun declarándose ateo, agnóstico, en medio de la experiencia vital, puede retornar, una vez concluya su vida, a la serenidad de su conciencia; y pudiendo espiar así la vanidad que siempre suele acompañar el ejercicio del don de la inteligencia y la sabiduría, y probablemente limpiar su conciencia ante su propia conciencia y en presencia del ministro de Dios.
     A pesar de sus extensos conocimientos, o tal vez por ello mismo, elige el Dios de Cristo en memoria de su madre, o por convencimiento, o por saberse de sí mismo una vida sin mala fe, y sin procurar, ni desear mal alguno a nadie, por lo que puede tener una posibilidad de ser juzgado con éxito en la religión del amor. (Brindo la reflexión al Papa Francisco por si le resultará interesante y apropiada por ser ambos argentinos. Y desde su argentinidad puede entender e interiorizar el fenómeno vital de Borges como explorador de la vida que comparte su experiencia mediante la escritura, no rehuyendo el compromiso y los retos de vivir; y transitando en medio de todo peligro vital, con la sola protección del hecho de complacer a su madre rezando diariamente. Complacencia del hijo hacia la madre que adquiere - tal vez lo desconociera Borges en vida - la reverencia y el honor que se debe a la mujer que nos da la vida a este mundo y que no es otra cosa que el reflejo de la Virgen trayendo al mundo a nuestro Señor. Y en segundo lugar, porque la dignidad que el destino otorga su Santidad de hacerle Papa de la cristiandad católica universal - por el que todo lo que es esencial al hombre para su salvación es contenido en su fe católica - le permiten desde esa dignidad observar a la humanidad y al mundo desde su propia persona, con condición humana; por lo que desde ese poder que la Iglesia le otorga se ha atrevido, desde la condición pasajera de la vida humana, defender a los vulnerables, reconocer la falibilidad de su persona papal, y bajar a la arena de lo que es cotidiano al pueblo de Dios, en medio de una estructura humana de hombres que defienden los intereses terrenales)
    Si su valentía es verdadera y diáfana bien pudiera asemejar a la de Juan XXIII cuando afirma que cada cual con su Dios se salve. O la de Juan Pablo II cuando afirma: si orar es hablar con Dios y cantar lo es más aún, bailar, que genera discusión teológica y duda... también debiera serlo: bailen pues ante Dios. En todas ellas hay valor supremo pues el camino espiritual hacia Dios siempre tropieza con los dioses terrenales que que imprimen terror y temor físico propio de los que sostienen el poder terrenal.

    A mi modo de ver los budistas solo aseguran la presencia del alma ante Osiris y los actos del difunto se pesarán ante la presencia del Osiris muerto por celos y envidia, que es capaz de perdonar todo. Constatará que si el corazón del difunto no da la medida, no solo mintió en las múltiples pruebas previas, sino que además es de la misma naturaleza que aquellas mismas almas que causan tanto dolor en el mundo, al mismo Osiris causaron. Sellando así su destino.






viernes, 19 de agosto de 2016

Qué es Dios? o Quién es Dios?

     Los escritos bíblicos, en sus comienzos, presentan a Dios como un ser hablante con el ser humano, al que hace le hace preguntas, examina y ordena que realice actos. Por ello siempre fue sencillo transmitir una idea de Dios antropomorfa que al estar unida a una comunicación directa con los patriarcas, protagonistas o líderes del momento, resultó casi evidente deducir que poseía sexo o, al menos, aspecto de varón viejo y sabio. Y que debido a que las grandes decisiones - que por entonces eran tomadas por una sola persona, como mucho por un consejo de sabios, en el que no cabía ni se especificaba presencia de mujeres - se transmitió siempre la idea masculina de la divinidad. Y, sin embargo, sabemos que la reflexión, la concreción de sucesos y la obtención de conclusiones - sobre las cuales edificar nuestros actos - no tiene una división sexual sino que corresponde una capacidad del ser humano, y tal vez también de otros seres vivos, por el mero hecho de poseer sentimientos; pues, a mi juicio, son los sentimientos la causa de toda reflexión capaz de conocer presente, prever el futuro y, por ello, conocer o vislumbrar el pasado.
      Hoy tenemos una idea de la divinidad cuasi antitética. Tal vez por reacción de la sostenida en el pasado. Y que nos enseñaron desde niños. En ella constatamos la universalidad del ser humano y en ella su unidad en el conjunto de preocupaciones, temores, anhelos y problemas; por lo que concebimos un dios universal, mucho más allá del particular o nacional que nos enseñaron de niños en las escuelas, y en las clases de religión, como verdadero. Y esa universidad divina la hemos despojado de sexualidad - que no sería otra cosa que una dependencia inútil en una vida sin muerte y eterna -  y la hemos transformado en un todo incontenible y siempre presente, al que podemos acceder con solo una disposición del ánimo - sin reparar en la raza o condición humana, singular, alguna - y, cuya disposición de ánimo para acceder a él y a su sabiduría, consideramos que es, únicamente la fe. Persigue nuestro bien y el de todos los seres, y a todos los realiza, ya ninguno desprotege; y su obra es perfecta. Nuestra capacidad de comprenderlo y limitarlo es imperfecta. Es intemporal. Y entre los nombres que lo definen se han contabilizado al menos 100: Los 100 nombres de Dios. De él todo viene y nada sin él es posible. Todo ello, en especial esto último, genera gran confusión y graves dificultades para entender el fenómeno de su existencia. Existencia que es reconocida por todas las culturas existentes en la tierra y cuya dificultad de comprensión de nuestro entorno - de los fenómenos de nuestro mundo limitado por la evidencia de la muerte - avoca, en muchas ocasiones, a dudar de su bondad y con ello de su existencia.
      El objeto de este artículo es una aproximación a ese concepto, en el que deseo tener éxito, sobre todo para aquellos que de alguna manera perdieron la idea de que puede establecer una ruta de reencuentro con sus creencias infantiles; y al menos establecer las paces con un hecho divino que existe y, esperemos, que nunca falte en nuestra razón y razonamientos, pues es la fe (fe en sí misma, positiva y generosa) la única esperanza de bondad que le queda a nuestra humanidad; sobre todo ahora que la tecnología y sus maravillas, así como nuestra ciencia, nos distrae la atención de algo tan cercano y de efectos extraordinarios - a veces más de los que se pueda poner cualquier ciencia a nuestra disposición. En ese propósito de acercamiento, tal vez, para algunos acertaré y para otros erraré; pero es tan seductor el reto de intentarlo que no puedo sustraerme a él.

      A pesar de que la historia siempre se ha observado una inteligencia en el orden natural de las cosas en el cielo, en los astros y en la propia Naturaleza, alcanzando, en consecuencia, la propia naturaleza de nuestro ser humano - desde nuestro propio y perfecto cuerpo hasta la maravilla de nuestra mente - se deduce fácilmente que somos productos de inteligencia inconcebible que ha dado origen a todo lo que nos rodea, y a nosotros mismos, y, por consecuencia, somos, además, parte de esa inteligencia, y, en alguna manera, también somos la misma inteligencia por el mero hecho de ser capaces de detectarla en nuestro entorno y en nosotros mismos.
      Así pues consideramos que esta inteligencia, incorpórea e indefinible, a priori es capaz de hacer posible todo lo que nuestros ojos ven - incluso los propios ojos - lo que en nuestros oídos oyen - incluso nuestros propios oídos - lo que nuestro tacto toca - incluso nuestro propio tacto - lo que nuestro gusto gusta - incluso nuestro propio gusto - lo que nuestro olfato huele - incluso nuestro propio olfato - y lo que nuestra mente piensa - incluso ha hecho nuestra propia mente. Y con ella, con nuestra mente, sintetizamos o analizamos lo percibido por los sentidos - incluso percibimos nuestra propia mente de la que decimos que somos nosotros mismos.
      Pero además existen esos otros cinco sentidos que van más allá del mundo puramente físico. Vemos, no solo con los ojos, sino con los ojos de nuestro entendimiento. Olemos con la intuición, gustamos como un placer más allá del gusto - más allá de las papilas gustativas, el arte, como decía Schopenhauer, convirtiéndonos en lo mismo que el cuadro que vemos, o en la misma música que oímos - es decir, entramos y nos adentramos en un lugar donde el mundo físico se sublima en sentidos que se perciben con los sentidos, o no, pero con mueven sentimientos. Y ello, también, es en alguna manera inteligencia. Y otras veces la intuición de "olernos" lo que pasa - desde el uso de la inteligencia  -modifica nuestra conducta, dando lugar a capacidades más allá de lo razonable en apariencia, haciendo posible la creatividad.
     Todo ello obedece a una lógica. Y esa lógica, predecible y aceptada históricamente, se le atribuyó, específicamente, a cada una de ellas, a un dios: el dios de la medicina con su lógica, el Dios de las matemáticas con su lógica, el dios del amor con su lógica, el dios del mar con su lógica, el dios de la guerra con su lógica, el de el comercio con su lógica, el de las artes con su lógica. Al igual que hubo un dios del volcán con una lógica más o menos incomprensible, el de la agricultura con su lógica, un dios de la muerte con su lógica, del reino de los muertos con su lógica, un dios de dioses con su lógica que emparentaba y reñía con su lógica.

     Para nosotros sólo hubo un Dios, en las Tres Culturas monoteístas, que se asientan en la Biblia. Uno sólo y verdadero, que superaba al resto de dioses, como asegura el mismo libro. Un Dios que vencía a los dioses de otros pueblos mostrando así su poder. Pero ¿Quién es ese Dios?
      La propia Biblia pone en boca del mismo Dios su propia definición; y creo que lo hace delante de Abrahám cuando éste, enfrente de la zarza ardiente, escucha decir a Dios: Yo soy el que soy. Revelando, así, su cualidad esencial: soy el que soy; es decir: el que es auténtico en sí mismo; es, el que es genuino, el que es siempre él ante todo y ante cualquier circunstancia. Y que además sabe que es así y lo sigue siendo por voluntad.
     La revelación que tiene Abrahám no sería otra que: ser y, ser, es ser. Y, siendo así, se es Dios. O lo que diría Schopenhauer: la voluntad.
     Y si repasamos el Génesis vemos que es la voluntad la que crea y ,antes que ella, el verbo. El verbo original y primigenio es el verbo ser: Yo soy; y a continuación el verbo ser, se adhiere la voluntad: El que soy. Y ambos juntos forman el verbo y la voluntad: Soy el que soy: yo soy el que soy. Eso es Dios, el que tiene voluntad de ser y lo es.
       Aquí, en esta frase, tiene el origen el liderato por designio de Dios que se atribuyen los reyes y que es basado en el convencimiento de que su verbo, su palabra (el verbo) es ley, es voluntad. Y, si así es, es reconocido por su entorno. Cuando hay varios reyes rivalizan entre sí por la pura cuestión de su deseo, y su voluntad, de que su palabra - el verbo - sea ley en todo lugar; es decir, en todo el mundo a su alcance. Y en ello ha venido compitiendo, y guerreando, en razón de su legitimidad divina (de un dios específico frente a otro falso o inferior; y que por esa misma razón el que sea vencido es es falso). Y cuando se compite, compartiendo el mismo Dios, se apela a la legitimidad de la sangre; es decir: la dinastía y sus reglas hereditarias (ver el artículo: ¿Los apellidos?). De ahí todos los inconvenientes que la divinidad tiene cuando la asume el ser humano al afirmar: Yo soy el que soy; y se haga efectiva la afirmación que señala que: Dios ha hecho al hombre a su imagen y semejanza; o dicho de otro modo: imagen (igual a idea de Dios) y semejanza (como una aproximación imperfecta. Tanto que se convierte, veces, en tragedia).
       Es decir, nos damos una autoridad terrenal en la idea (imagen) de un Dios verdadero, y semejante a él.  Aquí tenemos las razones de fondo de las monarquías, los lideratos divinos romanos y, en alguna medida, los actuales líderes políticos - aunque en la actualidad reconocemos, al menos en reflexión en voz alta, que siempre será mejor un conjunto de opiniones que una única, aunque la decisión final sea expresada por una única persona: El Presidente.
      La forma, pues, de autoridad viene de la idea de la existencia de Dios. Ello tiene indudables ventajas dada la capacidad resolutiva que a la misma le concedemos; y, a la vez, asumimos su capacidad de errar y, por lo tanto, de ser removido de su condición. Para evitar ser removido debe no errar; es decir, no decidir - lo que ocurre con las monarquías parlamentarias: no gobiernan así no hierran y aún así hierran - lo que da idea lo alejados que estamos de esa divinidad a la que imitamos en imagen y semejanza. Y si estamos alejados de sus propiedades divinas lo es porque nuestra concepción de la imagen divina sigue siendo errada (o incompleta) - prueba de ello son la cantidad de errores que cometemos individualmente o como sociedad. Así que cuando alguien se postula para mandar y dirigir apela a esa "idea" bíblica de Dios, y, en alguna, manera todos sabemos que esa capacidad de "ser el que se es" está al alcance de todos los que quieran realizar el esfuerzo de introspección necesario para reconocerse en las palabras de Jesús: todos somos dioses por ser hijos de Dios. Por lo cual, quien se postula a Dios (President@) de Dioses (de ciudadanos) sabe el riesgo que corre - y aún más si está en España.
     Todo ello lo extraemos de la definición que el propio Dios hace de sí mismo ante Abraham después de pedirle la vida de su hijo - una aberración contra natura que muestra la fuerza de la voluntad de Dios - su determinación y capacidad de ir contra el orden natural (parece, pues, que no es dios).
      Pero ello no es Dios; ello es sólo una definición, y una exhibición, de la fuerza de la voluntad de un dios ante Abraham - parece un dios para someter al mundo.

       ¿Qué es Dios? ¿Dónde y en qué espacio inmaterial se le puede encontrar?
      Dios es el diálogo que aparece en nosotros mismos y que, de alguna manera, no existe. En el diálogo con nosotros lo buscamos y en el cese del diálogo acabamos por encontrar su manifestación, su orden (su mandato mandato que no lo es, aunque lo sea, pues tenemos libre albedrío). Y la fuerza de su poder, que parece no existir como tal poder, se manifiesta en su solución que induce a nuestra voluntad.
    Así que, en realidad, cada uno tenemos nuestro Dios conforme nuestros valores más íntimos y arraigados, que nos dice lo que debemos hacer y al que accedemos por la Fe. Tal vez quien carece de la fe, toma la imagen y semejanza de Dios, y muestra verbalmente su voluntad con un gesto de autoridad (o autoritario). Por el contrario, quien tiene fe deja y da tiempo a que Dios actúe y se manifieste; y él encuentra soluciones, bajo cualquier marco social, donde otros no las hayan. Y cuando es reconocido por el entorno social lo lidera - es el caso del Rey Arturo, por ejemplo.
     El marco social sería el conjunto de ideas que nos hacemos para encontrar una solución aceptable a un problema - ya sea personal o colectivo - y que actúan con un factor limitante frente a una solución cualquiera o arbitraria. Y si los factores limitantes son democráticos - dentro de ese espíritu de la Constitución - es porque nuestro pensamiento lo es. Y si los factores limitantes no son el bien común sino intereses personales, entonces, entramos en el terreno de soluciones interesadas (todo ello se elabora en la esfera de lo íntimo)
       Si a ello nos atenemos podemos concluir que la democracia, en razón al marco social en que se basan nuestras ideas - y al carácter que nos ha forjado la sociedad - determinará si realmente creemos en valores democráticos o no -  mucho más allá de que respetemos las formas y maneras en nuestros actos - y ello señalará si estamos en condiciones de defender los valores democráticos en cualquier circunstancia - porque creemos firmemente en ellos - o por el contrario es todo apariencia y solo defendemos nuestro interés particular; pues las preguntas que lanzamos al cielo están formuladas desde ese marco social (seamos consciente de ello o no) y la respuesta que nos devuelva será acorde con esos factores limitantes que nos hacen formular la pregunta o la petición. De ahí que se considere que el Dios de una persona, o un pueblo, pueda ser de facto superior a otro dios de otra persona o pueblo; y dentro de la misma sociedad se considere que Dios nos ha escuchado o no - aunque es bien sabido, por otro lado, que el ser humano occidental es el único capaz de matar al Hijo de Dios a sabiendas;  o a cualquiera que traiga un mensaje esclarecedor, como le ocurrió a Buda en Oriente.
        Es más, si concebimos que nuestros conocimientos, y nuestra voluntad  (soy el que soy) nos da todo lo que deseamos, con el sólo límite de otros que también proclaman "soy el que soy", aceptaremos que siendo poderosa nuestra voluntad ¿para que creer en un Dios? Por lo que cabe deducir que es Schopenhauer, con independencia de todo, en alguna medida era un soberano ateo (o no) Por lo que es posible concebir que el ateísmo imperante halla sus raíces en la fortaleza de la voluntad de los ateos, y que por imagen de la exhibición de Dios ante Abraham - obligando a matar a su hijo - pueden no respetan los derechos de terceros - por estar estos derechos de terceros ajenos a su voluntad soberana - tan potente, su voluntad, como la de Dios.

    Una cosa es la idea de Dios que nos forjamos como Universal, y que respondería a la pregunta formulada en el el título del artículo de: ¿Que es Dios? (haciendo referencia a las leyes del cielo, que todo lo gobierna) y otra cuestión diferente es la asunción del rol de Dios, que hacen algunos hombres (y mujeres) desde su liderato, en cualquier circunstancia, y que responde a la cuestión del mismo título y que dice: ¿Quién es Dios? (o cómo ser Dios, es decir: dominar las leyes para gobernar en la Tierra e imponer nuestra voluntad). Pienso que: Mientras el pueblo tiende a estar cerca de las leyes del Cielo, los gobiernos y autoridades, al menos en el pasado, están más cerca de la idea de ¿Cómo ser Dios? o dicho de otro modo: Cómo dominar las leyes de la Tierra.. (De ahí que me sedujera la idea de que Suárez fuera duro con los de arriba y no con los de abajo... algo que no hemos vuelto a ver, más bien todo lo contrario).

lunes, 15 de agosto de 2016

¿Los apellidos?


    Curioseando por la aplicación de youtube que dispone mi televisor - ante la triste, repetitiva y aburrida programación televisiva en España - me encontré con el vídeo "La historia de los apellidos" y me la "tragué" de una sentada. No es que sea una clase magistral sobre el tema, pero da los suficientes elementos para fijar ideas y enlazarlas con las vivencias vitales que cada persona poseemos en nuestro paso por esta Tierra (no sabemos si pasamos sólo una vez o multitud de ellas, pero eso es harina de otro costal).  Y lo primero que llama la atención del vídeo son dos escenas. La primera sobre el rito de una especie de bautismo en una cultura 200 años anterior a Cristo - realizado por el padre, probablemente con la finalidad de vincularse con el nuevo ser y con su destino en la etapa más delicada de su reciente vida y hasta que sea adulto - y la segunda, la decisión administrativa tomada en China, hace más de 5.500 años, en la que se requería que los niños tuvieran, además del nombre, el apellido de la madre (la madre siempre es y será, la única garantía fiable de filiación. En ello no parece haber duda alguna, siempre que a la madre no se le separe - contra natura - al hijo de su seno una vez nacido este; de ahí que la Administración de cualquier lugar deba de pasar por encima de toda convención social a la hora de formalizar sus documentos, sobre todo si estos son de importancia determinante para sí misma - aunque me temo que siempre habrá administraciones que consideren a la gente común como vulgo). 

     Apenas comenzaba el visionado del vídeo cuando me llegó el recuerdo de mi padre: - Hidalgo significa hijo de algo. Parece mentira como los recuerdos fluyen a la mente en momentos determinados sin requerirlos. Aún era adolescente, o tal vez antes de la adolescencia, cuando recuerdo que mi padre realiza la primera reseña sobre la palabra ante un programa en blanco y negro de la televisión. O tal vez fuera una película o un documental - a los que era más aficionados; pero desde entonces recuerdo que siempre que aparecía ese término de hidalgo, y él estaba presente, aclaraba, como si fuera la primera vez que lo hiciera, aunque no hubiera requerimiento alguno: Hidalgo: Hijo de algo. Fue tanta la insistencia realizada por mi progenitor que ya no hacía falta que estuviera presente para que viniera a mi memoria la traducción del término cada vez que este se pronunciaba en un medio de comunicación: Hidalgo, significa Hijo de algo. Y estuve intrigado por el término durante bastante tiempo. Probablemente no era el término lo que me intrigaba, sino el interés por el mismo de mi padre; por lo que alcancé cierta satisfacción cuando descubrí que en la edad media no existían apellidos y que los hidalgos eran los nobles - por lo que en mi ingenua concepción de mi padre no saqué otra conclusión de que fuera más que un rasgo que potenciaba su tendencia a generar mitos personalista, por otro lado tan propios de la época en la que le tocó vivir: mitos como Hitller, Musolini, Stalin (que parecía su favorito), Churchuil, y todos los generales de la segunda Guerra Mundial. Un imaginario que él mismo sometía a una crítica superficial por lo poco profunda, y sólo ocasionalmente, cuando en las emisiones desde New York las calles se nombraban con números en vez con insignes eminencias históricas como sucedía en España.  Fue más tarde cuando empecé a vislumbrar la trascendencia del término Hidalgo; pues quedaba claro que si los hijos de la plebe no eran hijos de algo (qué término más absurdo) eran porque no lo eran de nadie - algo obviamente imposible, pues todos tenemos madres - como acertaron a detectar los chinos cinco mil años antes. Así que el término en sí no era otra cosa que un término que infringía, desde la nobleza de su uso, deshonra hacia la plebe, hacia la gente común, es decir: Hacia el Pueblo. Y esta afirmación explicaría el rencor acumulado de la gente común hacia la nobleza y la monarquía que la sustentaba y que se expresó con meridiana claridad en la Revolución Francesa (probablemente porque en esa revolución francesa la burguesía ya podía decir de sí misma que algo tenía: Y ello no era otra cosa que Dinero). Así pues, los hijos concebidos por el pueblo no tenían padre, y ello tenía consecuencias para sus vidas en todos los órdenes sociales. 

     Dinero, esa es la clave. ¿Hemos llegado al término esencial de este asunto? Analicemos. Leí hace ya muchos años, en un texto que surgió en Egipto la necesidad de ordenar la procreación, y consecuentemente el incesto, por una cuestión importante: Las herencias. Es paradójico que se atribuyera al Antiguo Egipto, en el que precisamente la realeza se casaba entre ella (hermanos con hermanos, por una cuestión de Sangre, a la cual se le atribuye - a la sangre - propiedades no sólo genéticas desde el punto de vista físico, sino psíquicas propias del carácter de los padres y aún más allá: Divinas, de las que no quiero privarme de dar opinión más adelante) el hecho de que las familias se constituyeran sin otro miramiento que el estar en edad de procrear y reproducirse; pues esa tendencia copulativa parece propia de la condición animal, por el hecho de ser animales, y su tabú consecuente, no se instalaría en ninguna sociedad hasta que esta se constituyese como tal, con normas, leyes y temores, por lo que parece casi una estrategia el alejar todo signo de barbarie animal lo más distante posible de nuestra cultura y nuestro tiempo, aunque ocasionalmente se puedan verificar estas prácticas más veces de lo creíble; Y simultáneamente, convive, una vez instalado ese tabú del incesto, con la idea sobrenatural de que un Noble o Rey, por el mero hecho de serlo, pudiera transgredir cualquier norma o ley que sujetaba al pueblo en una moral (Ahí está el caso de Roma, que constituye la base de nuestro Derecho y de nuestra cultura moderna). Por lo que si hacemos caso a ese texto que leí, publicado en España en papel, el ordenamiento de las familias egipcias y la implantación del tabú no tenía otra finalidad que la de determinar la propiedad privada dentro de las familias, y el orden sucesorio en los bienes. Así, pues, adquiere la sexualidad la importancia económica y de paz social que es precisa para que una sociedad resulte previsible a sus miembros y, por lo tanto, pueda expandirse como formula de convivencia conveniente para toda sociedad que quiera prosperar económicamente y en paz. 

    Ya hemos determinado algunos aspectos esenciales que tienen que ver con el apellido y con ser "hijo de algo": 

- La Sangre, como transmisora de genes y con ellos, de carácter y virtudes familiares - que de ser bendecidos por el Cielo, alcanzan el grado de Nobleza aspirante a Reinado, o la propia condición de Rey.
- La Herencia, como consecuencia de la Sangre, portadora de Derechos materiales (económicos, legales) por el mero hecho de ser "hijo de algo".

   
    Analicemos ahora, la condición humana y su vinculación con su propia biología. Para que un ser humano se considere sano se verifica que sus impulsos reflejos, al nacer, son los correctos. Impulsos como los agarrar el dedo que se le ofrece nada más salir del vientre de su madre, o su natural tendencia a succionar con su boca, o a tender a apoyarse con los pies en el suelo y andar... Todo ellos son signos de que el nuevo ser humano está aparentemente sano y preparado para asumir ciertas funciones básicas de su condición. Y análogamente ocurre con su sexualidad - a la que algunos psicólogos atribuyen una existencia innata en el ser humano parecida a los reflejos e impulsos naturales a alimentarse, a andar o a defecar...etc y que tienden a ser reprimidos u orientados en el seno de las familias para que se adapten a los tabús sociales imperantes en la sociedad del momento. Tarea cuasi imposible
     
    Añadimos, evidentemente, a la cuestión del apellido un fenómeno más natural: La sexualidad. 

    La vinculación entre apellido (que no es otra cosa que ser "hijo de algo") y sexualidad es evidente y problemática, pues la propia naturaleza de la sexualidad está sujeta a razones que pueden escapar, en parte, del control consciente de nuestras personas. Está vinculada con el instinto. Y todos sabemos que cuando el instinto entra en juego las leyes también se "plegan" a esa condición a la que está sujeta el género humano - y cuando no lo hacen entendemos que son leyes injustas o impiadosas. Así ocurre con las transgresiones a las leyes que prohíben robar, permitiendo, bajo ciertas circunstancias de necesidad extrema poder hurtar para comer. O la defensa de la propia integridad personal frente a una agresión externa que pone en peligro nuestra vida. Es decir: hay cuestiones propias de nuestra naturaleza que deben ser amparadas por las leyes para no negar nuestra propia condición de seres humanos con derecho a la vida, por el mero hecho de ser humanos. Y sin embargo, existen otros instintos que son reprimidos con la finalidad que se realicen al margen de la sociedad o de la visión de esta. Ellos son, por ejemplo, el hecho de miccionar o defecar, o mostrar los genitales en público; por lo que la sociedad, por medio de la familia, entrena a los hijos en esas tareas. Y análogamente en las cuestiones relativas a la sexualidad. Y otros instintos animales, como el deseo de imponerse al entorno social por medio de la intimidación o la violencia, son reconducidos hacia formulas más sutiles, donde la dominancia se enmarca en unas reglas de convivencia que estigmatizan o reprochan la violencia en cualquiera de sus formas - aunque sean sutiles

  Así pues la sexualidad sólo encontraba camino para su realización a través del matrimonio. Realización formal y aceptada socialmente. El matrimonio garantizaba seguridad material a la mujer y, a cambio,  le proporcionaba herederos al hombre, se entiende que herederos de sangre (con todas las prerrogativas que ello otorgan a los hijos, y honor al padre - pues el honor no era otra cosa que estar dentro de las normas dadas y actuar, por deber, siempre dentro de ellas) por medio de una sexualidad restringida al propio matrimonio.  En teoría el sistema debería funcionar, pero en la práctica los hechos demostraban que ello era, realmente, difícil; básicamente porque la sexualidad es un instinto. Así, creo que demostré, que cuando se realiza el Paraíso Terrenal y en él se pone a Adán con sus necesidades vitales cubiertas, con el fin de que sea feliz, Dios se equivoca, al menos con Adán y no sabemos si repitió el experimento con más seres (pues la felicidad que se le otorgaba a Adán se aprecia con los años - precisa de muchas experiencias - y en determinadas circunstancias personales, y ni aún así se tiene la felicidad completa). No le quedó otro remedio a Yahvé que buscarle una mujer cuando constató que el joven Adán, al ver copular a los animales, les imitaba (y probablemente se tiró alguna cabra u oveja que pasara por ahí (como aseguran textos judíos). Por lo que determinara Yahvé que su felicidad, la de Adán, no era completa y que se sentía solo (en vez de achacarlo a un instinto natural de reproducción - este Yahvé o era corto, o era un científico de medio pelo) De ahí, que según los judíos, le presentaran a Lillit, mujer experimentada en extremo, que acabó por aburrirse del muchacho y lo abandonó a su suerte - dice la mitología irlandesa que Lillit acabó convirtiéndose en una bruja que acude allí donde huele las poluciones nocturnas de los jóvenes y que tiene multitud de hijos. Así que le presentaron otra de la misma condición que Adán (o tal vez buscaran otro Adán diferente, pues el error fue garrafal y quedaría impregnado en la memoria del muchacho) y  no tuvieran otra prohibición que la de copular (el árbol de la vida y la muerte; y del bien y del mal). Por lo que la serpiente no fuera otra cosa que alguien que, seducido por la virginidad de Eva, no se privara de "conocerla", como quien hace un favor, y el "pastel" acabara con la expulsión del Paraíso y la condena a vivir sabiendo que el dolor y la muerte serían el destino de ambos. (Siempre se puede interpretar el texto simbólicamente, pero el resultado es el mismo).

      Si Yahvé no pudo controlar los instintos de Adán ni de Eva, qué padre o qué Rey podrá hacerlo sin poner en riesgo la vida de ambos? O qué ley podrá evitar la sexualidad fuera del matrimonio?

      Aquí aparece el cuarto elemento: El Hombre, como elemento preservador de toda virtud. La última apuesta por un orden en la sexualidad de las sociedades en cualquier lugar de la Tierra.

     La primera pregunta que surge es: ¿Por qué el hombre y no la mujer? Habría que recurrir al propio Yahvé, para obtener una explicación adecuada; pero según sus actos descartó a la mujer de ser el centro de su experimento científico frustrado (eso en el caso de que las Escrituras nos cuenten toda la experiencia y no dejen a nuestra imaginación la salida - algo que suele suceder en algunos textos filosóficos). Establezcamos la hipótesis de que Yahvé, o su versión femenina, intentara hacer una experiencia con una Eva anterior. Y esa Eva anterior también tuviera la tendencia de emular el coito de los animales (¿por qué no?). La imagen es tan fuerte en la mente de un ser humano masculino - por la fuerte vinculación que se tiene de la maternidad desde niño - que la evito. Así que le traerían un Lillit masculino que la satisficiera (¿satisficiera?). El resultado es la procreación y su dedicación a la crianza y el Lillit masculino tal vez no aportara nada nuevo al experimento, en el que se pretendía una familia estable y feliz, pues probablemente el hombre se dedicara a engordar y a echar de menos experiencias sexuales con otras mujeres más experimentadas y divertidas, y terminara por huir dejando el Paraíso lleno de hermanos y una madre sola y triste. Por lo que le llevaran un Adán a esta Eva. Estamos en el principio. Y ante la misma prohibición sexual transgredida. Adán se dedicaría a engordar y a aburrirse con el peligro de que atacara sexualmente a alguno de los hijos previos de Eva. Si el experimento de Yahvé era para ver qué hacía un ser humano con todas las necesidades cubiertas debió decepcionarse bastante. La creatividad precisa de un "desnivel" de "algo a equilibrar", de metas a conseguir. Y al darle a la mujer el papel de madre y obligarle a tener todos los hijos que el instinto sexual le procure la ata, indefinidamente a un rol del que difícilmente puede escapar.

    Creo que lo leí de Jung, el asegurar que la creatividad proviene del libido. A mi modo de ver interpreté ello como la contención en el seno de las familias de la sexualidad de los hijos con la finalidad de encauzarla a los roles sociales imperantes en ese momento. Es decir. Al hijo varón se le conminaba a contenerse hasta el matrimonio, y por el camino a formarse emulando al padre o a cualquier otra figura masculina de gran relieve histórico, político, empresarial, con el fin de que las energías contenidas en la sexualidad encontraran un camino adecuado de expresión. Y parece claro que la mente humana está capacitada para ello. Para encontrar soluciones donde aparentemente no las hay. Y ello se ha producido siempre en todo tiempo y lugar. A la mujer se le reservaba la aspiración a casarse mediante la contención de su sexualidad en medio de tareas hogareñas y desarrollo de bellas artes. Así canalizaban ambos sexos sus energías sexuales; mediante un reparto de tareas que abarca todo el orbe de la Tierra.

     Es aquí donde nacen las llamadas "propiedades" de la Sangre que se atribuyen al varón. Aún recuerdo las primeras explicaciones en biología, donde se aseguraba que la mujer era un mero receptáculo en el que se asentaba la simiente (y esa explicación estaba realizada con toda la intención de dejar un papel secundario a la mujer; papel que la medicina le ha dado en España a la mujer durante siglos hasta que yo mismo, he podido escuchar ése tipo de explicaciones en un aula de formación institucional). Y vienen esas propiedades de la Sangre del hecho de evitarle, a la mujer, la experiencia de experimentar que sólo se ha permitido al varón. Prohibiéndole oficios y carreras universitarias, o formación desde hace cientos de años, desde hace siglos. De ahí que los monarcas creyeran en su sangre como garantía de la transmisión de propiedades cuasi divinas, de las que eran portadores (Y aún así, las complejas cuestiones políticas permitieron, a veces, la experiencia de mujeres en la máxima expresión de la Corona).  Durante siglos la virtud de la mujer no era otra cosa que la garantía de la Sangre y la Herencia. Garantía que contrastaba con una sociedad en la que se aceptaba la naturaleza humana y su condición. Así la nobleza emulaba a la corona con el fin de no perder las posibilidades de aspirar a ella.

     Es de destacar la Historia de Artuto y los caballeros de la Tabla redonda. Allí, el propio Arturo es rescatado, en medio de una guerra, de su concepción atribulada entorno de una lucha armada entablada por el deseo sexual sobre la mujer de un rival. Arturo es formado en el seno de una familia de nobles como vasallo, pero sus actos revelan que es algo más que un ser común. Ello le otorga la condición de Rey y el desvelo de su pasado real. Y aún así, aun siendo el primer monarca democrático que puso su trono en la misma altura que sus nobles en una mesa redonda, tuvo que enfrentarse con la naturaleza humana de la sexualidad de su mujer; y a diferencia de otros reyes, no se vengó en ella ni en su compañero. Arturo es varón. Pero pudo ser hembra. Porque la historia desvela que, cuando la mujer tiene acceso a ciertas experiencias también alcanza la esfera de la heroicidad, como ocurrió con Juana de Arco, que acabó en la hoguera, probablemente porque ninguno de los presentes, enemigos de ella, podía permitir que una mujer alcanzara esas heroicidades sin atentar contra los designios divinos y su orden milenario (entre las tres acusaciones decisivas para su condena se encontraban:  vestír como un hombre y abandonar la casa de sus padres).

     Si el matrimonio de Arturo fue por amor (y aún así, así le fue), no lo fue el de otros monarcas, cuyos matrimonios se sustentaban por intereses políticos o estratégicos. Rara vez el amor, en medio de tantos potentes intereses, aflorara sinceramente más allá de un ocasional erotismo y gusto que suele decaer si no hay otro tipo de sustento sobre el que se base; (y en el caso de los reyes el sustento sólido es seguir siendo reyes). Incluso el sexo por deber era, y es, una cuestión real para asegurar la descendencia y la continuidad de un territorio - de ahí el derecho a ejercer las prerrogativas del matrimonio dentro de la nobleza y la realeza, algo que se pretendía extender sobre un pueblo que estaba más preocupado por sobrevivir el "día a día" y cuyas normas, a ese respecto, estaban más relajadas; pero cuando la riqueza llegaba las preocupaciones, por la transmisión de la riqueza propia, probablemente, se convertía en una cuestión de honor (y sólo por emular la conducta de los nobles).

     Durante mucho tiempo el objetivo de casar a una joven, cuanto antes mejor, no era otro que el de evitarse los problemas propios de la sexualidad juvenil. Buscar una dote, si se podía, o trasladar el problema de la custodia de la sexualidad a otro hombre era un objetivo, tal vez, en sí mismo. Pero aquí entraba la acción del monarca y su privilegio en el derecho de pernada. Si bien este derecho se ha observado en la actualidad como una afección a la libertad de la mujer, también es cierto que ello mismo bien pudo tener un contenido bien diferente en la práctica política. Pasar una noche o un rato con el señor del castillo bien podía servir para solucionar el pasado de una joven. Aunque el símbolo de dominancia hoy nos parezca extremo, hay que señalar que la mujer de entonces estaba sometida siempre al varón, fuera soltera o casada - a no ser que ganara en la lucha diaria del matrimonio su independencia de facto, algo que también podía ocurrir - como ocurría en la época de Franco, a pesar que la mujer careciera de derechos económicos frente al marido y era considerada menor de edad.

      El desarrollo de la institución matrimonial - indisoluble en un primer intento - acabó por ceder a las evidencias de que el instinto sexual puede más que el temor a la sociedad y sus castigos, teniéndose que aceptar el divorcio como una solución a las desavenencias. Divorcios que conllevaban cuestiones económicas que podían ser de envergadura, y, sobre todo, la cuestión de la descendencia. Se pasó de la existencia de divorcios por causas de culpa o la disolución por simple voluntad.

       Franco intentó un regreso a la indisolución matrimonial basada en el concepto cristiano católico del matrimonio, que resultó un fracaso, pues la alternativa al engaño no era otra que la posibilidad de eliminar físicamente a los adúlteros - algo difícilmente de realizar y admitir si el matrimonio se hubiera realizado por amor, como exigía la Iglesia. Tampoco el dictador podría contener su atracción por el sexo opuesto, pese a su actitud de ejemplo vivo del propio régimen que sostenía con su presencia. En la visita de Eva Perón se recuerda que el propio Francisco andaba bastante contrariado por la belleza de la esposa del general argentino; así que él mismo, tuvo la oportunidad de experimentar en su propio ser la influencia de las formas y las proporciones en el instinto del ser humano. Y sin embargo, pese a ello, no traspuso su propia experiencia para permitir una mayor tolerancia en la sociedad - al fin y al cabo, la República había sostenido, en alguna manera, el desarrollo del concepto de amor libre, y ello también formaba parte de las causas esgrimidas, de naturaleza moral, para combatir la II República. Así que Franco se había atado así mismo.

      El desarrollo económico trajo los bienes inmuebles y el desarrollo de una burguesía, que aunque hubiera huido de la tolerancia propia del vulgo, no veía, tampoco el estricto cumplimiento que observaba la nobleza, y la realeza, del espíritu cristiano del matrimonio. Así que con la Revolución francesa el divorcio se instauró y se generalizó.

    Sin embargo, liberada la mujer del papel madre y del rol femenino, encontramos un territorio nuevo, donde la procreación ya no es un objetivo esencial de la mujer en un mundo superpoblado. Y, por ello, la mujer tiene acceso a la canalización de su libido en cualquier dirección que desee, sin ninguna limitación - al menos en occidente.

     El pacto social que hasta ahora se sostenía ha caído por su propio peso, sobre todo en un momento en el que las razones económicas de subsistencia ya no son suficientes razones para imponer ese criterio de reparto de papeles. Además, el reconocimiento de los Derechos Humanos, sin distinción de género masculino o femenino, invita, desde hace decenios, a una interpretación igualitaria de los derechos entre mujeres y hombres. Y, sin embargo, siguen existiendo sociedades que persiguen la idea de subordinación de la mujer al hombre, y lamentablemente, hay mujeres que aceptan esa subordinación para perpetuarla.

      A la definitiva, los matrimonios son contratos con efectos sociales y legales. Contratos cuya única garantía de cumplimiento es el amor que se profesen los contrayentes, y este cede con el tiempo. La alternativa al amor es el interés específico que exista en contraer matrimonio, contra mayor sea el interés y el provecho que se saque de éste contrato más garantías existen de que el mismo perdure.

    Aseguraba un estudiante de oriente que en su cultura la mujer no compite con el hombre (obviamente por la subordinación mencionada) pero oculta que compiten las esposas entre sí por el único varón. Y también oculta que a él le está permitida la experiencia sexual fuera del matrimonio y no le está permitida a la mujer esa misma experiencia. De alguna manera su cultura se asienta bajo una dominación de conocimientos de lo que es el bien y el mal, al que accede el hombre, pero no la mujer.

     Así que el deseo de buscar en el varón el último reducto donde residir la autoridad moral de la familia se ha venido a bajo. Ni se sostiene por causas de Sangre - una vez que la ciencia ha determinado que el óvulo y el espermatozoide mezclan información genética (como cabía esperar y se sabía desde que existe la ganadería en la cultura humana). Ni por causa de la Herencia, ya que el carácter y los posibles dones y capacidades que este nuevo ser  pueda tener viene también de mezcla de genes y el factor del individuo, sus habilidades, sus capacidades y sus experiencias es determinante y puede ser muy superior al de los padres o muy inferior en términos de valoración social. Si a ello sumamos la idea cristiana de que el alma es inmortal (es decir no muere, por tanto no nace como aseguran las religiones de oriente) cualquier ser que nace de mujer ya posee alma antes de nacer, y con el alma cierta personalidad propia; por lo que la disputa real se centra en el control mutuo de la sexualidad de los matrimoniados.  Así que la sexualidad que determina el apellido, si al final es la única causa determinante la fidelidad, y existiendo la libertad sexual reconocida, todo el matrimonio queda, al final, en el ámbito de lo que consideren los contrayentes respecto al concepto de fidelidad y sus consecuencias; pues, a la definitiva, la venida de seres tiene un componente aleatorio de gran magnitud. Ya de por sí, la Naturaleza expresa este hecho de fortuidad en la manera en que tiene concebida la función reproductiva en las plantas (donde el polen puede invadir la atmósfera de una región para asegurar la persistencia de su especie; por lo que análogamente, la naturaleza de la sexualidad humana es de la misma condición, tanto en el hombre como en la mujer; y su sujeción o control sólo puede intentarse desde convencimientos espirituales o religiosos cuya eficacia es muy relativa. Pues la potencia de la llamada de la Naturaleza acaba por transgredir cualquier norma divina; y no sólo en el Paraíso. Recuérdese el refrán: Entre Santa y Santo pared de cal y canto; y más cercano es el ejemplo de los cartujos de Aula Dei después de la primera visita de la Reina, se dice que tuvieron que cambiar todas las baldosas por donde había pasado, pues los monjes perdían el "norte". Al final, imposible de contener las visitas culturales, abandonaron los edificios).

     Así que entre el matrimonio y la voluntad a mantenerlo indisoluble sólo queda la voluntad de los contrayentes; y, si "les toca la flauta", ese vínculo del que hablaba la Iglesia Católica, que es indisoluble, pero el vínculo lo han de percibir los dos; y además, resistir las pruebas de todas las "Serpientes" del entorno. Algo que se antoja harto difícil.

    Por ello hemos de sujetarnos al concepto más positivo de nuestros valores democráticos. Ya que por medio de ellos reconocemos el derecho de los demás a ser libres en sus decisiones y a respetarlas; y en caso de fricción, respetar las normas que nos hemos dado para su solución. Pues ello es uno de los dones que nos ha traído la democracia.

          Hay que plantearse seriamente la defensa de nuestro sistema democrático - y los valores que ellos comportan - en estos momentos en que tenemos personas en nuestro entorno que han sido acogidas como refugiados para darles una segunda oportunidad, y salvar sus vidas, y que pretenden ir contra los Derechos Humanos en nuestro propio territorio (En mi barrio he visto como dos hombres de color intimidaban a una joven de su misma raza por relacionarse y hacer amigos fuera de su clan, en su trabajo. Y a otros dos hombres árabes intentar intimidar a un comerciante diciéndole que su mujer le engañaba, mientras el comerciante intentaba quitárselos de encima). Y lo hacen desde una visión, además, patriarcal, sin ningún tipo de rubor social.

    La defensa de nuestra sociedad, y de nuestro valores, no se puede realizar si nosotros mismos no los respetamos en nuestro entorno. Europa se ha distinguido por la defensa de los Derechos Humanos, y aquellos que se benefician de esta concepción de la vida humana deben de respetar esos principios.

     Dice un viejo dicho que "A donde fueres haz lo que vieres". Señalando, así, que difícilmente ninguno de nosotros seríamos aceptados en ninguna sociedad si no respetamos sus costumbres. De análoga manera seríamos expulsados de una casa, en la que estamos de visita, si no respetamos las normas cívicas elementales. El fuerte impulso que Pamplona da a sus fiestas en la persecución de las agresiones sexuales; o la suma de San Sebastián a esa actitud contra los intolerantes de la libertad sexual femenina o de cualquier índole, debe de seguir siendo bandera de nuestro país (sean los transgresores australianos, estadounidenses o de cualquier nacionalidad). Y aún más, de Europa; y más aún si son miembros de las fuerzas de seguridad del Estado o representantes de la judicatura o la política (recuerdo el hecho de una joven rusa que fue introducida por un médico en un red de prostitución de élite - con médicos, abogados, jueces. De la que se libró al tener que volver a su país. A ver quien le inca el diente). Y ello debe de realizarse sin rubor alguno. Sólo aquellos que conocen la importancia y los dones que otorgan los derechos que sostenemos en nuestra civilización occidental saben de la importancia de defender, sin complejos y con autoridad, estos derechos que nos hemos otorgados. Y en este sentido, Ángela Merkel está muy acertada.

     Ser hidalgo, hijo de algo, cada vez puede tener menos relevancia, en favor de una vida más plena y sincera. Y sobre todo, dadas las tristes y dolorosas consecuencias que las rigideces y el control de la sexualidad sobre la mujer (y sobre el hombre) han dado lugar y lo siguen dando en todas las partes del mundo.
    Parece más positivo estar más a favor de una vida inteligente y sabia que de honores derivados de los aspectos mágicos de la sangre.

   Para quienes tengan aún dudas, recordar a Jesús cuando decía: Todos somos hermanos. Pues esa afirmación aún tiene más relieve sabiéndose que no tenía más padre conocido que el putativo de San José - y que careciendo de padre - ya hice un relato al respecto "La Gran Liada" - bien pudo construir la idea de que su padre - no habiendo otro sobre la tierra que lo apreciara en esa condición, fuera el mismo Dios. Lo que señalaría la fuerza de nuestra mente para encontrar soluciones donde aparentemente no las hay. Y si bien esa afirmación cristiana la sujetara en tiempos la Iglesia en base a dos únicos seres originarios (Adán y Eva) bien sabemos que ello no se sujeta a realidad biológica alguna (por pura falta de diversidad genética), pues en otro pasaje de la Biblia se afirma que a los hombres les gustaban las mujeres de los dioses y con ellas emparentaron o yacieron. Así como la justificación de la descendencia de Caín.

Nota: Recordar a todos los partidos que la defensa de los Derechos Civiles (que pertenecen a la esfera de los Derechos Humanos establecidos en la Constitución española) exige una dedicación y una fortaleza moral que no pueden tener aquellos que, viviendo en el mundo de la política, son capaces de expresar prejuicios de cualquier naturaleza sobre el tipo de sexualidad de cualquier ser humano. Y ello hay que tenerlo presente.


La historia de los apellidos








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Es algo así como la distancia que existe en tre un concierto de música extremadamente formal y este de Andre Rieu ¿Cuál prefieren para sus vidas?
Andre Rieu