Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 11 de febrero de 2017

Una Europa de ensueño

            En artículo precedente hable del probable miedo que tienen las naciones europeas a perder su identidad e integrarse en una Unión Europea que diera como resultado los soñados Estados Unidos de Europa. Y ello lo achaqué a dos razones: la primera, según me parece, es que la existencia de Naciones permite aun la subsistencia de oligarquías que se sostienen en tramas de intereses económicos que les permiten situarse por encima de los intereses de sus propios ciudadanos; obteniendo, así, cierta inmunidad ante las normas que a todos nos damos; y, además, sostienen una posición de dominio que les otorga una riqueza personal, o familiar, que resulta cuestionable desde el punto de vista moral - todo ello dado las profundas desigualdades que existen dentro de la sociedad y que se expresan como falta de igualdad de oportunidades para los habitantes de una misma nación - y, también, entre las naciones. Por ello mi fe está, y seguirá estando, en la lucha decidida por el advenimiento de los Estados Unidos de Europa.
             Esa es una razón más, puramente social y económica, para promover el impulso hacia el camino que nos lleve a conformar la Unión Europea en un verdadero y único estado. Pero hay más razones que atañen a otros aspectos que son esenciales para Europa y para la humanidad futura.
          No entraré, en profundidad, en los valores que se sostienen en Europa sobre los productos, el comercio y la protección de los trabajadores, bastará decir, simplemente, que en Europa existe sensibilidad por el medio ambiente, la ética económica, la seguridad de los trabajadores, la protección de la mujer y la infancia, y por el mantenimiento de la democracia, como fórmula que permite a las personas prosperar material y espiritualmente, sin que exista ninguna discriminación; y ello es un objetivo de tal magnitud, y tal profundidad, que no se halla en ninguna otra parte del mundo, al menos en las dimensiones y potencia que existen en Europa. Por lo que Europa puede convertirse en el símbolo del progreso y la libertad de los seres humanos, y de las personas de todo el mundo (si no es que , en cierta medida, ya se está convirtiendo en ello).
               Desde estas líneas quiero resaltar un aspecto que parece esencial para que ese fin nos lleve al establecimiento de los Estados Unidos de Europa. Ya lo señalé de pasada en artículo precedente, y no es otra cosa que la historia de las naciones europeas. Esa historia particular actúa como elemento diferenciador y singular frente a otros, propiciando rivalidades de toda naturaleza.
                La historia particular de cada nación debe conducirse e integrarse en una narración del proyecto europeo que haga evidente su necesidad en el momento actual y lo impulse a con energía. La historia debe de renunciar a ser instrumento de confrontación para constituirse en elemento esencial del hermanamiento de la humanidad.
          La historia se construye sobre territorios políticos, por ello la historia se puede instrumentalizar con un fin (véase el caso actual de Cataluña en España) y sin embargo un territorio con fronteras políticas es cada vez menos útil para enfrentar los problemas que deben resolver la humanidad en el futuro.
          Desde mi punto de vista la división política dentro de Europa - que conforman las distintas naciones europeas - responde a pugnas de fuerzas y violencia hicieron posible la aparición de fronteras políticas entre las naciones.
        El futuro nos susurra que se ha de mejorar enormemente la gestión de los territorios para que el agua y la tierra sean lo suficientemente sanas como para sostener los miles de millones de personas que habitarán el planeta en el futuro inmediato; y cuya salud y bienestar dependerá, en primer momento, de la preservación y pureza del aire, la tierra y el agua. Y estos elementos naturales han de protegerse mediante una optimización de la gestión, para que la humanidad pueda sobrevivir a su propio desarrollo demográfico y económico
           Ya señalé en el pasado que  la Unidad de Gestión Territorial básica es la cuenca hidrológica. La gestión del territorio por unidades de Cuenca es una idea netamente española y aragonesa. La gestión por cuencas señala un territorio natural, más allá de fronteras políticas, que sostiene una integridad respecto de la tierra y el agua que la nutren. Es fuente, esa gestión, de toda riqueza inicial. Su correcta gestión da lugar a la optimización de cosechas vegetales, producción animal y productos y subproductos precisos para todo tipo de industrias esenciales, que hacen posible la supervivencia del ser humano sobre la tierra.
          Por ello el pensamiento conservacionista (ecologista) debe de orientarse a esa protección del territorio y de su agua como garantía de una calidad de vida que debemos legar a las generaciones futuras en las mejores condiciones posibles.
           La reordenación del territorio europeo por medio de la gestión territorial, basada en Unidades de Cuenca, y su posterior consideración de región natural (cada región es Una unidad de Cuenca con sus subcuencas) sería una alternativa que uniría en un proyecto común a ciudadanos y personas de las distintas regiones y países actuales; diluyendo fronteras políticas, y cuyo objetivo no es otro que el de la optimización de la nueva concepción de territorio regional (que es la cuenca hidrológica) con su propia autonomía política, e integrado, directamente ,en los Estados Unidos de Europa.
          En ese camino de reordenación territorial, las naciones europeas perderán su historia singular para integrarse en otra historia más grande y de gran importancia mundial, que es la historia del proyecto de Europa. Dejando de ser un obstáculo, esas historias nacionales particulares, para el proyecto europeo.
          Ello no daría paso a una pérdida del sentido de identidad que precisan las personas y los ciudadanos; pues las tradiciones culturales, vinculadas con el territorio proseguirían, pero en el marco y concepto de cultura europea. Así mismo, la idea de Cosmopolitanismo, al que la tecnología de la comunicación nos aboca, seguiría existiendo, sobre todo en las ciudades, como símbolo de vanguardia cultural en Europa.
        Hacer del territorio europeo un conjunto de regiones naturales (cuencas hidrológicas) cuyo objetivo es la gestión del territorio equilibrada y sostenible (en los tres aspectos: económico, social y medioambiental) es un objetivo seductor, que facilitaría enormemente el advenimiento de los Estados Unidos de Europa; pues su primer efecto no sería otro que la disolución real de las fronteras políticas, así como la desaparición de gobiernos nacionales, y sus ministerios y estructuras autonómicas, que sería sustituidas por gobiernos autónomos de cada Cuenca Natural y con único gobierno de nivel nacional, que sería el propio de los Estados Unidos de Europa. Y ese gobierno de Unidad de Cuenca estaría complementado con una comarcalizacion que se situaría dentro de las unidades territoriales naturales (cuencas hidrológicas) y que se corresponderían con las subcuencas hidrológicas y las áreas metropolitanas (estas lideradas por los grandes centros urbanos). Y todo ello presidido por una autonomía municipal que sería la unidad básica de gestión social y ordenación territorio social. Es decir: municipio, comarca (que se corresponderían con subcuencas hidrológicas y con áreas metropolitanas), Unida natural territorial (que sería la cuenca hidrológica) y, como cúspide organizativa los elementos propios de un Estado, el Gobierno europeo (con sus parlamentos - que podrían constituirse como cámara territorial Senado, en el que se hallarían las comarcas representadas; y Congreso representación ideológica por voto directo, con sus ministerios, sistema judicial, de seguridad, de Sanidad, de Educación, de Ciencia, de Industria de Agricultura y Ganadería de Comercio, de igualdad, de protección a la infancia y a la vejez ,...etcétera. Cuya gestión abarcaría todo el territorio europeo.
        La cultura, tradiciones folclóricas y símbolos seguirían existiendo dentro de la Unión territorial natural (que son las cuencas hidrológicas) y enmarcadas dentro de las peculiaridades propias del territorio. Al igual que las lenguas habladas. Pero perdería, todo ello, el concepto y la idea de identidad nacional (que siempre es un factor de rivalidad) para formar parte de la diversidad de Europea.
           Procediendo de esta manera se deshabilitaría el concepto de historia nacional identitaria que tanto perjudica el acceso a los Estados Unidos de Europa.
           Análogamente, esta idea de los Estados Unidos de Europa representa también un resurgimiento de los valores más internacionalistas que sostienen las sociedades occidentales - cuando miran el horizonte de su futuro sin miedo. De esta manera, toda la historia de cada nación - que ha hecho posible su existencia política y la creación de fronteras - se sacrificaría en un gran homenaje al proyecto de mayor envergadura que se ha dado hasta la fecha en la historia de la humanidad: la creación de los Estados Unidos de Europa.

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