Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 8 de agosto de 2020

No podemos mirar hacia otro lado

Estoy de acuerdo con la mayoría de españoles: "No se debe mirar hacia otro lado" (pese a que JCI haya sido la pieza clave y parece que imprescindible para hacer posible el regreso del formato democrático a España y convertirse, como aquellos que fueron esenciales para esa transformación, en objetivo de terroristas o del propio Estado profundo que siempre quiso mantener una puerta bien abierta para el regreso a un nuevo régimen autoritariamente violento - y muchos de ellos pagaron con sus vidas esa fe y esa creencia con el impacto de balas o bombas - algo que la generación nueva apenas conoce).
Se puede pensar que la democracia es un edificio sólido, como si se tratara de una construcción hecha a base de hormigón de gran calidad. Nada más lejano de la realidad. Este edificio democrático precisa estar habitado por personas que lo cuiden, que le den vida cada día; que enciendan las luces cuando es de noche; que tenga calefacción en invierno y buena ventilación;  que lo limpien diariamente y pinten cuando haga falta. Que esté habitado y sea confortable. Que sean muchos los que quieren vivir en él (al menos la inmensa e inmensa mayoría). Y que haya siempre terreno adyacente para ir ampliando a medida de las necesidades y que todo el que quiera vivir en él tenga un espacio y valores para "sufragar los gastos de mantenimiento". Y tal vez con unos jardínes y unos huertos donde cultivar la fe (en la tolerancia, y la humildad y la fuerza personal ante las incertidumbres de no saber si el trabajo en él dedicado nos dará los frutos merecidos cuando más los necesitemos. Pues por encima de nosotros siempre habrá quien tenga fuerza bruta o abundante dinero o simple malicia - o todo ello a la vez - que le resultará útil para sembrar el desconcierto y la desconfianza).
No podemos mirar para otro lado pero sí la casi obligación de mirar de frente el problema descubierto (y siempre presentido, no nos engañemos) (hacer de él un chivo expiatorio, a JCI, sería un error grave). Al fin y al cabo - aunque esta comparación ahora no agrade, en el momento que estamos - el coste, en alguna medida, mereció la pena (plantear la situación como un coste de oportunidad para la población es realmente engañarse; los problemas también nos vienen desde afuera y delimitan las oportunidades de todo el país).
 El objetivo en España no debe de ser la "revancha" ante la propia frustración vital (se exprese como se exprese) otro es siempre el objetivo y será localizar a aquellos que se prestan a infundir temor a quienes sostienen el deber de preservar los valores democráticos para que sean permeables al uso de procedimientos vioentos (la legitimidad del uso de la violencia del Estado debiera ser una legitimidad a extiguir, si consideramos a la violencia un instrumento nefasto en una democracia, y que es síntoma evidente de incompetencia de quien la ejerce, la promueve o la autoriza).

Periódico el Español, encuesta


La sociedad española tiene claro que, a pesar de los servicios de Juan Carlos I al Estado democrático, no se debe mirar hacia otro lado ni perdonar los presuntos delitos delictivos y los actos reprobables que a lo largo de su vida haya cometido el rey. Así lo contesta el 70,1% de los encuestados. Solo uno de cada cinco (el 22,4%) es más benévolo y apuesta porque la sociedad española mire hacia otro lado o perdone los presuntos delitos y actos reprobables del rey sin que deban actuar los tribunales.

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