Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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jueves, 6 de septiembre de 2012

Vuelve la rutina




                   A veces recuerdo la frase de Fernando Colomo en la película “Todo es mentira” en la que, ante el desencuentro con su pareja expone su teoría, a Coque Malla (también mareado con su nueva pareja), en que la vida son ciclos que se inician y se acaban; aunque más bien pienso que en realidad no serían ciclos si todo lo que iniciamos concluyera con un final positivo, en el que el alma se hubiera alimentado hasta saciarse, de lo bueno de nosotros mismos y de lo mejor de la gente que nos rodea, dejando un sabor de agradable plenitud.

              Pero no es así; se inician ideas y actividades que, en muchas ocasiones se truncan o paralizan (aunque pudieran haber dado mucho más de sí) porque el entorno no está preparado y se convierten en una rutina cíclica y cotidiana que, a veces, tiende a agotarse por sí misma. Si esto sucede se vuelve a empezar; de ahí que se tenga la sensación de ciclo: Parece “el ciclo” un soporte necesario ante el inevitable e inminente fracaso, propio de nuestras limitaciones. Es “el ciclo” el marco donde se sostiene las vidas que no son vividas plenamente (o que simplemente son caóticas).

             Empiezan las vacaciones con expectativas; esas que vienen cada año y estimula ver nuevos paisajes; sentir la arena de la playas; percibir el frescor de las montañas… de viajar… y viajar para encontrarnos con lo mejor de nosotros mismos. Los días se van consumiendo y se dejan atrás el estrés y las preocupaciones. El ritmo de la nuestra vida se va deteniendo poco a poco hasta que, insospechadamente, aparece la plena tranquilidad… Esa tranquilidad que no es más que la recuperación de nuestro propio ritmo… Y hemos pasado a satisfacer nuestra primera necesidad: Respetar nuestros propios tiempos. Y en ése momento te das cuenta que sólo te queda una semana de vacaciones (porque este año sólo te has guardado tres para el verano), pero te convences de que con las energías que has almacenado eres inmortal. Nada de eso. A las dos semanas de iniciar el trabajo ves que la inmortalidad era un espejismo que apenas recuerdas (y te preguntas: ¿Cómo pude pensar en algo así?). Los sistemas de alerta psicológica han vuelto a ponerse en marcha… con sutileza… muy despacio… Sin avisar han entrado a formar parte, otra vez, de tu vida cotidiana y piensas: La vida son ciclos… Sí… Ciclos. Pero en el fondo sabes que no es tan cierto que lo sea (aunque la inmensa mayoría de la humanidad lo crea). La vida no debería verse como ciclos… Y tal vez piensas que te pudiera faltar el valor suficiente como para que cada día cuente; y cuente como te gustaría que contara.

          Tal vez este curso lo consigas. 


Que te abrace tu puta madre 





Volver
Tango 1935
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera 
Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La quieta calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.

Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenen mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.


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