La gente hace un “plano
de la vida” y luego se guía por el mismo toda su vida e incluso
intentan que otros se guíen por su propio plano; pero los planos
suelen estar bastante mal hechos. Por eso la vida suele ser un
verdadero desastre, porque cuando hay problemas todos, absolutamente
todos tienen miedo y ello les lleva a dejar que sea la memoria
(aprendida en el entorno familiar) la que dirija sus actos,
sus opiniones y testimonios para salir sin culpa de las
circunstancias.
Recuerdo a una persona
que tenía el convencimiento absoluto de que la Constitución
española era propiedad de la izquierda; ignorando la propia historia
española y los años de la transición. Y su testimonio era dado con
contundencia a su entorno. Incluso modificaba hechos históricos para
ratificar su discurso y se mostraba intolerante ante cualquier
intento ajeno de rectificación. Es el autoconvencimiento de que hay
hechos que han pasado y son reales, cuando, en realidad nunca
sucedieron; pero la persona vive su vida pensando que fueron así.
Recuerdo como Adolfo
Suárez llevó a cabo la transición y en las elecciones de 1977 el
objetivo básico fue la redacción de una Constitución consensuada
con todos los grupos políticos especialmente relevantes en el
panorama español. Y ello se llevó a cabo con fortuna (porque si
bien es cierto que AP votó en contra, no lo es menos que participó
en su redacción y que fue la UCD quien la promovió y quien la
sometió a referéndum). Pero la gente aprovecha, con el paso de
los años, para modificar la historia (no sólo esa historia que
se vivió con intensidad, sino todas las historias, incluidas las
personales, hasta el punto de hacerlas irreconocibles y generar una
distancia insalvable entre los hechos reales, los narrados y la
propia naturaleza de la persona que los narra).
Pero existe un punto
dónde todo se puede comprobar, y así me lo ha demostrado la
experiencia: Las personas, ante el peligro, siempre responden de la
misma manera. Las personas, ante las dificultades graves, siempre
responden con la misma estrategia: El egoísmo y la insolidaridad.
Ahí es donde se encuentra la diferencia en las calidades de las
personas: Los que huyen del peligro y si hace falta se exculpan de
cualquier circunstancia que les pudiera afectar inventando mentiras
que hacen creer y los que hacen frente al peligro con el valor que da
el sentido del deber: Que suelen ser los que cargan con las culpas de
todos. Culpas de los que no ven a los malintencionados, ni las
argucias interesadas, ni a los oportunistas …. (Y aquí me viene al
recuerdo la frase del Tao te King : Por el Amor se es valeroso - y eso quiere decir que el que pelea con amor vence, aunque acabe enterrado - esa circunstancia final es la menos importante)
Un veintiocho de
diciembre se aprobó la Ley sobre la objeción de conciencia al
Servicio Militar. Ley que llevaría a muchos objetores, a la cárcel;
pero ni aún así todos fueron tratados igual. Hubo una línea de
objetores últras que lo fueron por negarse a servir a un ejército
bajo el mando de un Gobierno de izquierdas; estos objetores, algunos
o muchos de ellos acabaron por reintegrarse en el ejército (a
pesar de que una de las condiciones para hacerlo como soldado
profesional era la de no ser objetor).
En una ocasión me
vinieron a buscar a casa para ir a Capitanía Militar. Un muchacho,
creo que gallego, se había declarado objetor en sobrevenida y los
militares se negaban a cumplir la orden del Juez Civil que pedía su
libertad por considerarlo, a todos los efectos Civil (¡Qué
tiempos gloriosos aquellos en que la adjudicatura se tomaba al pié
de la letra la Constitución: Tal y como la entendía la ciudadanía).
El Tte que estaba de guardia nos contestó: - ¡Los Jueces Civiles no
tienen nada que decir aquí!, pero nos permitió visitar al muchacho,
darle dinero y hablar con él (Se negaba a ponerse el uniforme y
le dieron una escoba).
Recuerdo cómo me contaba
un grupo de objetores que fueron a protestar por los encarcelamientos
de compañeros a un mitin de Izquierdas y que fueron insultados y ofendidos por los
propios militantes. Eran objetores que fueron la vanguardia juvenil
de la izquierda frente a un ejército demasiado politizado. Eran la carne de
cañón (parte de esa sangre que se esgrimiría si el
proceso de la transición fallaba). Pero la transición llegó a
buen puerto y todos aquellos objetores de los primeros tiempos
acabaron olvidados hasta que se abolió el Servicio Militar.
Mírense el “plano de
la vida”, porque es el mismo que han empleado todos los implicados
en esta crisis y es el mismo que usa la inmensa mayoría: Salvado yo,
salvado todo el mundo.
Sin embargo, con el paso
de los años se armoniza la propia historia vital; se cambian hechos,
sucesos y todo se presenta de manera lógica y armónica. Pero no es
más que un espejismo. El pasado sigue allí esperando a cada uno, y
un día (o noche interminable) le alcanzará, como a todos y cada uno de los seres humanos, lo que parece que
nunca pudiera alcanzarle, (porque piensan que todo aquello que les
resultaba inconveniente está (no sólo olvidado sino) transformado,
modificado y enterrado), y tendrán que explicarse, así mismo la posición ocupada en su vida en relación con sigo mismos y con los demás y no habrá
nadie que salga en su defensa, porque su propia conciencia (libre
de ataduras) será, posiblemente, su fiscal y juez.
Lo que puede parecer
bueno para mantener la paz social no siempre es bueno para las
personas que toman las decisiones de cambiar y reescribir la historia y ese precio, tarde o
temprano, también se paga.
La vida es un gran
misterio. Se vive de una manera; se hace creer que se vive de otra y
hay que leer entre líneas la Verdad de cada persona, de cada
sociedad, de cada Estado y alcanzar la comprensión del mundo y de la
naturaleza humana. Y no queda otra solución que sacrificarse en vida
hasta que llega la aparente convicción de la inutilidad de los sacrificios.
Pero el camino del sacrificio muestra la ilusión que habitaba en las
personas que lo llevaron a cabo y esa ilusión (si buscaba el
bienestar de todos) quedará para siempre como un ejercicio
benévolo.
Tal vez no haya
diferencia en el destino que les espera a las almas ingratas y a las
generosas… tal vez no haya diferencia. Pero cuando el cuerpo se
separe del Alma; cuando el ego se disuelva en puro espíritu universal; o cuando
desde el “otro lado” se vea con claridad suprema la vida vivida,
el único consuelo que nos quedará serán los buenos actos y tal vez
esos buenos actos (los que implican amor) nos hayan permitido
ver en vida todos nuestros errores y hayamos conseguido encontrar
nuestro yo eterno, pleno y divino (y no tengamos nunca más, que
volver a este valle – a este laberinto gordiano). O tal vez todo sea inútil y desaparezca aportando nuestra experiencia - en la parte que haya sido singular - a ese aparente gran logos de donde otros puedan tomar la parte de la experiencia que precisen para continuar su propia vida y la vida de la especie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario