Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 18 de febrero de 2013

La Marca España



          Todo el mundo habla de la marca España y de lo importante que es que no haya escándalos políticos ni económicos para esa marca. Pero más allá de las ventajas que indudablemente pueda tener una buena imagen del país - para que los negocios prosperen y el trabajo fluya hasta hacer agonizar el paro – uno se pregunta cómo serán los ambientes donde se habla de la marca España; tal vez sean un grupo de empresarios de alto nivel – de las empresas más importantes del país – los que sacan pecho, de coordinación,  de esfuerzos, de las capacidades para llegar a las más altas cumbres de la élite social (y se coordinan entre sí para que en sus fiestas privadas, sus contactos empresariales y en todas sus actividades sociales se mande un mismo mensaje a la comunidad exterior: Somos los mejores y siempre mejoramos). Sería el gran pedigrí de la clase chic española la que representa la Marca España en el exterior y en el interior del país. O tal vez sean aquellos que después de años de duro trabajo han conseguido abrir mercados en el mundo y, a pesar de los escándalos políticos y económicos, quieren que su esfuerzo no caiga en saco roto; y luchan y perseveran para que sus productos (dentro de esa Marca) se salven del precipicio.

      Todo sería una maravillosa idea si no fuera porque la banca ha estafado a una inmensa parte de la población. La economía, después de elevarnos a las cimas del bienestar, ha dejado una secuela interminable de parados y la calidad de nuestros servicios públicos tiende a decaer y no se sabe si la nueva organización interna dará respuesta eficaz a las necesidades sociales.

     Más que una Marca España (o además), los de abajo, necesitamos un sistema de seguimiento de las actividades comerciales de las empresas que nos suministran alimentos, bienes y servicios (incluidos los bancos). Un sistema de seguimiento que señale la calidad de las actividades dentro del país (si estas actividades se sujetan a los principios generales de protección del trabajo y del bienestar social; de la transparencia fiscal y económica; y de unos bienes que cumplan la función para las que han sido creados o producidos – sin trampas ni más mentiras ). En definitiva: necesitamos creernos que la Constitución Española es algo más que viejo papel sujeto a interpretaciones de profesionales y que en lo que en ella se refleja es lo que todos esperamos de un Estado que nos prometieron en la transición: Igualdad ante la ley (para personas y empresas), Igualdad de derechos y protección de las personas frente a cualquier poderosa organización.

             De poco nos vale una marca España si dentro del país los poderosos campan a sus anchas y la justicia y el poder legisla a gusto y comodidad de la selecta  minoría del país. 

             En definitiva, de que nos sirve una Marca España hacia el exterior si hacia el interior, las mismas empresas, llegan a funcionar con la ética de una marca falsificada o de imitación "low cost" (pero grandes beneficios).

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