Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Quien es el demonio? Lucifer?

     Viendo por youtobe los programas de "La Clave", de Balbín, serie de programas realmente interesantes y que la tecnología de la red nos permite rescatar y revisionar, años y lustros después de su emisión, me sorprendió que realizara una serie de capítulos dedicados a la religión, entre los que se encontraba el de el referido a Lucifer. (lo añadiré al final de este artículo para quien quiera visualice ese debate). Y llama la atención en el debate que no haya aproximación filosófica profunda por parte de los componentes que den explicación al fenómeno del diablo, a pesar de existir sacerdotes presentes. Y que se acabe recurriendo a la idea de la existencia corpórea de tal ser malvado, capaz de actuar independientemente y con inteligencia propia y separada del ser humano. Ya me referí en un artículo (Qué es Dios? y Quien es Dios?) a mi visión de la divinidad, por lo que ahora corresponde realizar lo mismo con la visión de lo demoníaco. Y en ello pretendo ser breve, pues para mí el fenómeno de lo demoníaco no es otro que mental, puramente mental, y menos complejo que el divino, por lo que resultará fácil hacerme entender. En ello va mi propósito.
      No existe relación directa entre Dios y el Demonio. Esta es mi primera afirmación. Pues si el acceso a la comprensión de lo divino es compleja, lo demoníaco no es otra cosa que la concepción de la limitación del ser humano a su naturaleza puramente animal. Es decir, no cabe demonio en el mundo, si este mundo no fuera corpóreo y limitado por la muerte. En un escenario donde el ser humano no tuviera esa dependencia de sus funciones biológicas es imposible la presencia del maligno. Pues el maligno precisa del miedo del Ser Humano a padecer, a causa de su condición animal, privaciones y necesidades que no satisfará y que le pueden llevar a sufrimiento. Desde esa idea apela a su instinto de supervivencia para sobrevivir y superarlas. Hasta ahí tampoco existe Demonio ni Dios, pues es requisito para establecer la existencia demoníaca, la existencia divina a la que ofrecerse como alternativa rápida, ágil y eficaz que permite, sin grandes penalidades, esfuerzos y trabajo, acceder a aquello que se precisa como ser limitado por el sufrimiento y la muerte, para ser satisfecho por el camino "corto" del poder demoníaco - pues el poder demoníaco promete atajos a cambio del alma.
       Así pues el demonio nace de la existencia del bien; bien que representa un camino de sacrificio y experiencia para determinar el modo correcto de hacer las cosas en la vida y que, por ello, requiere de cierto sacrificio y sufrimiento para alcanzarlo; este sacrificio y sufrimiento viene añadido por estar en el mundo, y ser el mundo un lugar lleno de limitaciones que nos hacen sufrir y de apariencias. Pero una vez discernido el camino correcto, nuestro camino se ve claro y despejado para hacer correctamente las cosas en bien de todos, y, consecuentemenete, en nuestro bien.
       Mientras el demonio necesita de Dios para constituirse en su adversario, Dios no precisa de demonio alguno para constituirse en lo que es; por lo cual El demonio es subordinado a Dios y de categoría distinta. Es un producto de la mente humana, al que se apela como atajo para conseguir algo que nos merecemos, y que sabemos que nos merecemos, y que reclamamos anticipadamente antes de realizar el camino - que sabemos que nos será penoso - para conseguir ese premio.  Al reclamar ese premio que nos merecemos apelamos a nuestra inteligencia; y nuestra inteligencia nos ofrece la posibilidad de darnos lo que le pedimos. Pero al ser por el camino de la inteligencia (Golpe de Luz), evitamos al alma recorrer el camino correcto que nos mostraría la sabiduría de ese conocimiento que se adquiere al realizar las cosas correctamente (sabiduría); y al acortar el camino no hacemos otra cosa que conseguir el fin (ignorando que el camino lo es todo) y al conseguir el fin sin realizar el camino solo conseguimos evitarnos la "experiencia" y al evitar la "experiencia" nos evitamos la sabiduría. Por lo que al no obtener sabiduría, que es lo que parece esencial en la experiencia de la vida y del alma (pues la sabiduría nos lleva al amor y el amor a Dios), perdemos el camino hacia Dios (de ahí que el precio de los dones del Demonio sea el Alma), y por tanto, nos deje en el infierno de la ignorancia.
       Así pues el Demonio es la Inteligencia nuestra, asustada por la vida y sus consecuencias, busca en el interior de su propia inteligencia y de los temores que esta le produce por la vida humana, otra inteligencia (que no es más que la misma inteligencia humana) formulas de aliarse con el poder que le da miedo para dejar de tenerlo. Y en esa somatización se expresa una figura corpórea; que no es otra cosa que la esencia animal del ser humano dotada de la inteligencia que prevé la finitud de la vida humana y del sufrimiento que le espera. Y que propone como alternativa el goce de la vida de los sentidos , de los placeres y de la riqueza y el poder como alternativa al sufrimiento y limitaciones de la vida. En ese escenario egoísta el Alma se pierde y queda alejada de toda referencia divina; pues el camino de retorno se hace arto difícil.
     De ahí que los ateos (o aquellos que han realizado pactos con el "diablo" - que no es otra cosa que con su propia conciencia) busque en religiones ateas la salvación de sus almas; pues conocen perfectamente que su voluntad fue alejarse del conocimiento que otorga la experiencia de hacer las cosas bien y correctamente; por lo que mintieron, difamaron, levantaron falso testimonio, juraron en vano, acecharon al justo.... todo ello para procurarse un bien en la vida; vida que ahora se acaba y temen no encontrar otro horizonte más que el de la muerte perpetua. De ahí que yo sostenga que la mayoría de los poderosos, conscientes de que sus actos no le franquearán, ni le permitirán reconocer el camino hacia Dios de su alma; pues esta ha sido sacrificada y ninguneada (cada vez que reclamaba corregir los actos cotidianos que hacían daño a las gentes), y ahora que se debería convertir en guía no tiene más experiencia que la del deseo y la voluntad (Yo soy el que soy), y ello no conduce a Dios, pues al constituirse en Dios el Hombre e ignorar la espiritualidad de su Ser (en el ejercicio del poder) su mundo se ha constituido de materialismo; un materialismo donde no cabe paraíso alguno fuera de la materia terrestre (Por lo que concibe que su Divinidad fuera de Dios era falsa, pero le fue útil mientras vivió). Y si apela a Lucifer para que le lleve hasta Dios entenderá, rápidamente y desde un principio, que Dios nada o poco tiene que ver con Lucifer - como dijimos al principio Dios no tiene relación con Lucifer, pues son categorías diferentes. Lucifer es el pacto con la inteligencia por el miedo a sufrir. De ahí que se considere a Lucifer como el príncipe del mundo; pues tan aterrado puede concebirse un humano ante las adversidades que le esperan en este mundo que apelen al poder y la inteligencia animal para evadirse de todo mal; apelando al Príncipe del mundo.
    Todo lo que se pacta con el diablo, en la mente del ser humano, es admisible si está concebido bajo la Gracia de Dios; es decir: SI todo ello se hiciera, realmente, por amor. Pero el pacto con el diablo se hace por miedo y por ambición, por lo que se excluye íntimamente al amor (es el egoísmo quien guía) y ahí se pierde el Alma que es quien nos debe guiar en el transito final. De ahí que me declare anticomunista, pues todo lo que hace el comunismo sería propio del cristiano si se hiciera por Amor, pero al ser guiado el comunismo por un deseo de imposición beligerante pierde esa cualidad amorosa. La pierde en el comunismo la teoría comunista, pero no el comunista, pues este como individuo puede actuar convencido de hacer un bien - pero ese bien solo se manifestará si permite que cada ser humano llegue a su propia conclusión sin ser presionado por su ideal comunista que busca resultados y los reclama en nombre de la revolución. Análogamente ocurre con el anarquismo que se impone, o con el Socialismo que se impone o con el fascismo que se impone.... o con cualquier ismo que se imponga.

Lucifer. La Clave de Balbín (debate)Ya lo has visto. - Duración: 1:32:19.

Raffaella Carra

         La sex-simbol italiana, una de las artistas más destacadas del área mediterránea, tiene en su haber el mérito de haber influido en millones de mujeres españolas, e iberoamericanas,  desde los años setenta, dando lugar a una visión de lo femenino más tolerante y propenso a una visión fraternal con el sexo masculino.
         El papel de Raffaella, en la salida de la dictadura española (1976), donde la visión de la mujer católica era no sólo rígida y recatada, sino intransigente con la sensualidad propia y ajena, y con los pequeños placeres que la condición humana puede otorgarnos desde nuestro propio ser; pues ese modelo de mujer nacido de la represión sexual política y religiosa había dado lugar a multitud de tragedias matrimoniales y desgracias sobre los hijos e hijas, a los que se negaba la realización de un aspecto esencial de su ser: La sexualidad.
         La Carrá rompió el molde, pues más allá de los intentos realizados por artistas españolas, intentando reseñar lo absurdo de reprimir la sexualidad femenina - y que fueron encasilladas como mujeres "ligeras" cuando no directamente de putas - llega Raffaella a demostrar que no existe incompatibilidad entre ser mujer completa (es decir, dotada de sexualidad, de sentido común e inteligencia) y mantener los principios éticos y morales que les son propios a cualquier persona de bien.
       Su cariño y su carisma trascendió más allá de las pantallas de la televisión, señalando un camino a las jóvenes - y las no tan jóvenes - mujeres españolas, para salir del corsé de una pretendida virtud con la que se quería despojar a la mujer de lo más esencial y definitorio de su condición: La sexualidad. La Carrá, implícitamente, muestra a todas las mujeres íberas que por ser mujer de verdad y tomar la iniciativa en las relaciones, nada pierde, pues quien ofrece amor y se defiende con amor siempre vence; y más si es mujer.
        La Carrá se merece en España un reconocimiento meridiano de la labor realizada que permitió el transito entre la mujer estreñida y castradora a la mujer que persigue sus sueños en todos los terrenos que la vida le proponga.
       Ea pues, Raffaella Carrá no ha sido otra cosa que ejemplo y camino hacia una dignidad femenina plena, que reclama para sí el derecho a ser feliz en todas las facetas femeninas de la mujer latina. Y ello también llegó a Latinoamérica.
     Bravo por la Carrá. Ver Viña del Mar 1982




    1. Viña 1982 - Raffaella Carrá  . - Duración: 51:36.




  • Por si acaso se acaba el mundo todo el tiempo he de aprovechar,
    corazón de vagabundo voy buscando mi libertad
    he viajado por la tierra
    y me he dado cuenta de que donde no hay odio ni guerra
    el amor se convierte en rey

    Tuve muchas experiencias
    y he llegado a la conclusión
    que perdida la inocencia en el Sur se pasa mejor

    Para hacer bien el amor hay que venir al sur
    para hacer bien el amor e ir donde estas tu
    sin amantes! quien se puede consolar
    sin amantes! esta vida es infernal

    Para hacer bien el amor hay que venir al sur
    lo importante es que lo hagas con quien quieras tu...
    y si te deja no lo pienses mas....
    búscate otro mas bueno vuélvete a enamorar

    Todos dicen que el amor es amigo de la locura.
    Pero a mi que ya estoy loca, es lo único que me cura
    Cuantas veces la inconciencia
    rompe con la vulgaridad, venceremos resistencias
    para amarnos cada vez mas

    Tuve muchas experiencias y he llegado a la conclusión
    que perdida la inocencia, en el Sur se pasa mejor....
    Para hacer bien el amor hay que venir al sur
    lo importante es que lo hagas con quien quieras tu...
    y si te deja no lo pienses mas...
    búscate otro mas bueno, vuélvete a enamorar
    Para hacer bien el amor hay que venir al sur
    lo importante es que lo hagas con quien quieras tu...
    y si te deja no lo pienses mas...
    búscate otro mas bueno, vuélvete a enamorar
    Búscate otro mas bueno vuélvete a enamorar


  • viernes, 2 de septiembre de 2016

    El árbol de la vida y de la muerte.

            Existe un mito que está muy arraigado en la cultura cristiana, pero que también parece ser estar arraigado en la cultura oriental, que habla sobre El árbol de la vida y la muerte - así como también reconocimos en el Génesis el árbol del bien y del mal. En el árbol del bien y del mal, aquella prohibición que le puso Dios a nuestros primeros padres, con el fin tal vez de preservar su ingenuidad y su buena fe en todos los actos de su vida, y cuando infringieron esa norma, y además infringieron el mandato divino, cayeron todos en desgracia. Y entonces Dios les dijo que los echaba del paraíso poniendo un ángel en la puerta con espada de fuego para que no pudieran comer los frutos del árbol de la vida y la muerte, pues de esa manera tendrían una vida eterna que, a partir de este momento de faltar la orden de Dios, no merecían. Marcharon del Paraíso y a partir de entonces consideramos que todas las desgracias nos vienen de la curiosidad de Adán y Eva, y en especial, por esa versión que pretende que el hombre tenga preeminencia sobre la mujer, se intentó cargar las tintas sobre Eva.
           Ya hará 30 años, o tal vez un poco más, que cayó en mis manos un libro titulado "un grano de arena", de una comunidad más o menos hippie que se dedicaban a la meditación. Creo que era en ese libro, porque me compré varios de ellos, y al comprarlo,s pues se vendían en la Librería General, coincidí allí también con un religioso que iba buscando y comprando libros de esta naturaleza, pues en ellos se daba una versión sobre muchos mitos con los que hemos convivido en nuestra cultura, a los que nadie daba una explicación más allá que la moralina, y sin embargo, en estos libros se atrevían a entrar más profundamente en los aspectos filosóficos de estas prohibiciones, o de estos símbolos qué inundan la cultura humana.
             Así pues, daban un criterio para entender lo que era el árbol de la vida y la muerte. Era un árbol que tenía dos propiedades diferentes, muy diferentes según sus raíces estuvieran dispuestas de una manera u otra. Así por ejemplo: El árbol de la vida y la muerte es aquel que sus raíces se hincan en las cosas de las vida, en los placeres, esencialmente, y entonces se decía que los frutos eran la muerte. Sin embargo, si el árbol incaba sus raíces en la muerte, sus frutos eran de vida. Todo ello era una alegoría para hablar del ser humano, señalando que si al venir al mundo, si al entrar en la etapa de su desarrollo, se fijaba la persona exclusivamente en los placeres de la vida, y pasado un tiempo, todo el mundo se le representaría como algo sin futuro material, prácticamente agotados todas las fuentes de placer, todo horizonte sería la muerte. Es decir una vez luchado por la sexualidad, por el poder, por el dinero, al final de ese camino solamente hay muerte. Y sin embargo, si se acaban las raíces en la muerte, que no es otra cosa que pensar en el sentido de la vida, en qué hacemos los seres humanos en este mundo, aun siendo doloroso todo ese trance, los frutos de las personas eran de vida. Es decir la creatividad, la innovación, la belleza, las artes.
            De esta manera explicaban a las personas cuál era la disposición que se debía tener en la vida. Es decir, no dejarse prematuramente, ni nunca, engañar por los placeres de la vida sino ahondar en los misterios de esta, del significado de la vida del propio ser humano, e ir buscando respuestas, aunque el camino sea duro y doloroso, pues ese camino conduce a los frutos de la vida, a los frutos de la creatividad. Y sin embargo, la mayoría de la gente se deja fascinar por todo aquello que le resulta agradable y satisfactoria los sentidos desde muy jóvenes, pensando que la vida no es más que eso. Así que una vez agotada toda esa trayectoria vital solo le queda una frontera: la muerte. Hecho que no ocurre con aquellos que ya vivieron la muerte en su juventud.
           Es curioso todo esto, porque de alguna manera es el mismo camino que siguen los filósofos occidentales cuando se constata, en ellos, que existe una proporcionalidad de alguna manera entre sus experiencias vitales infantiles, normalmente muchachos abandonados o alejados de sus familias en centros religiosos donde ya no volverán a verlas, y dónde realizan estudios en profundidad guiados por órdenes religiosas. Y se enfrentan a los graves problemas que tiene la sociedad cuando intentan explorar el sentido de sus vidas, el sentido de la existencia de esta misma sociedad. Entonces estas personas, después de hacer una gran introspección, promueven ideas y teorías que son muy útiles al entorno social, pero que a la vez le granjea graves riesgos personales y vitales, por lo que muchas de ellas, y en muchas ocasiones, tuvieron que vivir de manera itinerante o cambiar de país para poder sobrevivir a las persecuciones que sus exposiciones sobre el sentido de la vida mostraban a la propia sociedad: toda la mezquindad que esta poseía en su vida cotidiana y todo lo que llegaban a hacer no sólo los poderosos, sino cualquiera por dinero por sexo o por poder.
          Podríamos decir que en nuestro mundo moderno todo ello se ha superado, pero no sería cierto. Y no seríamos sinceros con nosotros mismos, pues hoy en día siguen las personas y las familias, en muchas ocasiones, entretenidas por cuestiones de poder, de dinero, de influencia y, sobre todo también, de sexo, construyendo en torno a todos esos vicios y debilidades graves dramas qué ponen en peligro la vida de cualquiera que las intuye o la descubre, y resulta lamentable que en esta sociedad se apliquen soluciones, todavía, en favor de los fuertes y no de la verdad.

    jueves, 1 de septiembre de 2016

    Ser y Estar


    Recuerdo de niño que estos dos verbos se aprendían casi simultáneamente. Ser y Estar eran como dos verbos mágicos que se referían, como algo así, como lo esencial de las personas. Sólo era una intuición, pero la importancia que daba el profesor de gramática a estos dos verbos era especial, o al menos así me lo parecía a mí.
    Repetíamos una y otra vez los tiempos de estos dos verbos toda la clase a la vez: Yo soy o estoy, tú eres o estás, él es o está, nosotros somos o estamos… el porqué se repetían los dos verbos juntos era todo un misterio, pero ambos tenían algo de particular entre ellos mismos y que nos atañía a todos los que lo estábamos aprendiendo, a decir del interés del profesor que se empeñaba, una y otra vez, a que los repitiéramos en voz alta esos dos verbos simultáneamente. Otros verbos, aunque tenían parecida importancia, porque se usaban como parte de la oración con un participio (como haber amado, verbos haber y amar, que también eran muy esenciales, al menos juntos, para aprender esa composición del verbo haber en las frases) no alcanzaban, al menos por el momento, tanta importancia. Aunque hay que reconocer que Haber Amado, o Hubiera o Hubiese Amado, tenían también una fuerza singular. Porque Amar era bastante importante, pero en la forma de pretérito pluscuamperfecto daba bastante tristeza. Quien podría decir en su vida: Yo hubiera amado (si…). Parecía toda una lamentación en vida ajena. Y por ello me preguntaba: Yo diré alguna vez algo así: Yo hubiera amado (si…) Había, evidentemente una condición en el pluscuanperfecto, pero aún no sabía la razón de ello con precisión. También parecía una verdadera advertencia y escarmiento en vida ajena; cuidado, tal vez un día puedas decir: Yo hubiera o hubiese amado si… Realmente era de una tristeza frustrante. Haber contenido el amor porque no hubo una condición previa que nos permitiera amar. Y, sin embargo, con el tiempo, ello parece, cada vez más, una evidencia; ponemos condiciones para amar. Y luego nos damos cuenta de ello; tal vez cuando ya es tarde; al menos en el pluscuanperfecto, porque es un pretérito, un pasado irremediable; que no tiene vuelta atrás (si lo hubiera o hubiese sabido… yo hubiera amado… entonces sí, sin condiciones).
    Bueno, en un aula de la Salle Montemolín, en la calle Miguel Servet, cuando el edificio parecía, en sí mismo, toda una institución, no cabía duda que las clases eran, en alguna medida, solemnes.
    El verbo Ser y Estar, en ese entorno, alcanzaban una idea, una proposición que sólo desvelaría con el paso del tiempo. Ser y Estar es, muchas veces, lo único importante. Porque Ser y Estar es un estado que todos poseemos, en el que “somos lo que realmente somos cuando estamos presentes”. No hacen faltan palabras ni conversación, realmente, para Ser uno mismo y Estar presente en esa manera de Ser. Las palabras dejan de hacernos, muchas veces Ser y Estar, y nos distraen para llevarnos a lo cotidiano, a lo que de alguna manera nos vincula con nuestra temporalidad y nuestras limitaciones. Sin embargo, cuando Somos y Estamos, en singular: Ser y Estar, realmente somos; y lo somos porque estamos (Ser como característica permanente y Estar como cualidad temporal). Nada hay más perfecto que ello, cuando sobran las palabras y todo es contenido en ese Ser y Estar.
    Tal vez nada haya mejor que Ser y Estar con alguien. Soy tu amigo, y estoy contigo. Yo creo que nada supera ese estado entre las personas; ni siquiera el verbo Amar. Porque amar, en sí mismo, también comporta una limitación: Se ama cuando se es, y si no se es ¿Se ama? Ello es un misterio.
    “Estoy a tu lado”, es una verdadera frase poderosa cuando no indica una ubicación meramente física. “Estoy a tu lado”, “Estar junto a ti”, “Estoy junto a ti”, “Estoy contigo”… incluso es de más fortaleza que decir: “Estoy por ti” que es como un deseo que no termina de acabar de cumplirse o que está limitado: “Ahora estoy por ti… tal vez mañana no”. Pero “Estoy a tu lado” es estar, y estarlo siempre mientras se Es; y Ser siempre se Es, al menos mientras se está vivo, por lo que cuando se dice: “Estoy a tu lado” se dice que es para siempre, más allá de las limitaciones físicas de un lugar específico y concreto, y se alcanza, con la frase, una idea que va más allá de la ubicación: “Estoy a tu lado”, en cualquier circunstancia – ello implica compromiso incondicional, no solo en las adversidades personales sino incluso aunque estés enfadado; incluso aunque lo estés conmigo. Es decir: Más allá de cualquier escenario de sintonía o asintonía: “Estaré a tu lado”. Esta frase penetra en el pensamieto más íntimo y cotidiano de la persona: “Estoy a tu lado” y “Estaré a tu lado”, incluso esta frase última parece ir más allá de la propia vida (como en el Rey León, cuando el padre mira desde el cielo y se evoca en la memoria del hijo: “Siempre estaré aquí – le dice desde las estrellas - a tu lado”, que es lo que realmente implica).
    No hay en mi memoria recuerdos más hermosos y conmovedores que aquellos en los que veo, mejor dicho, rememoro a las personas cercanas de mi familia, o a las personas de las que he sentido su respetuoso amor (Estoy a tu lado), sin decirlo ni manifestarlo expresa o literalmente. Son momentos de “Estoy a tu lado”, te veo, sé cómo eres cuando eres tú mismo o tú misma; por ello no necesito más que “Estar a tu lado” para sentirlo y “verlo”; pues entonces, realmente, eres tú, incluso parte de la habitación también eres tú. Fíjense en la fuerza del Ser que incluso traspasa el límite físico del propio cuerpo en el que se Es para extenderse e impregnar la habitación de Ser. Por eso decimos, cuando las personas desaparecen y nos dejan en este mundo, que su presencia parece estar aún en la casa, y entre las cosas de la casa. Incluso casi pensamos que nos podríamos tropezar con la persona desaparecida en cualquier momento. Es la fuerza del Ser.
    Sobre todo, esa fuerza se siente cuando la persona nos ha amado o la hemos amado, y hemos concebido la fuerza de su amor o de nuestro amor, este amor nos acompaña, aunque ya no esté entre nosotros esa persona porque haya fallecido. Y esa fuerza se entiende como un “Estoy a tu lado” que parece permanente, tanto que alcanza la idea de “Siempre estaré a tu lado”.

    No hay nada peor que una educación marcada por la dureza y/o la violencia para alejarnos y dificultarnos esta percepción tan hermosa. Por ello, todos tenemos una gran responsabilidad; porque para dar amor correctamente, primero, hay que haberlo recibido correctamente. Así se aprende, poco a poco y con muchas dificultades, a amar correctamente; y amar correctamente tiene que ver más con el Ser y Estar que con el "Yo quiero.... Amar", o "Yo.... amaría" o "Yo.... hubiera amado".
    Quien no sabe todavía amar correctamente, debe dedicarse a la rutina que le impone sus obligaciones y cumplir su deber para consigo mismo; hasta que sea amado de verdad - y desde ahí empezar a recorrer el camino de aprender a mar correctamente; que ello es bien difícil.