Me quedaba un
poco asombrado cuando, hace unos pocos días, una periodista – que suele cogerse rebotes cuando la
contrarían y parece que llega hasta el cabreo personal, por solo cuestiones de
opinión o de pareceres que no comprometen ni cuestionan ninguno de los
conceptos que ahora consideramos esenciales de defender, como parte de un
proyecto de igualdad real que algunos sectores sociales no parecen entender en
profundidad y siguen anclados en prejuicios; es decir, se cabrea cuando la
contrarían en una percepción de lo que acontece en el mundo de la política
aunque sepamos todos que en ese terreno las percepciones solo nos sirven para
salir del paso, pues suele ser necesario esperar al devenir del tiempo para
tener una mejor visión de lo que hoy nos acontece – iniciaba una ofensiva
despiadada contra Sánchez, centrando toda la responsabilidad de formar gobierno
estable sobre él.
Sorprende, más
que nada, porque ya vamos conociendo, a estas alturas, cómo funciona el
carácter español cuando alguien, o un equipo como el Socialista, hace las cosas
bien, poniendo a cada uno en su sitio y haciendo evidente los objetivos de los
adversarios; y con ello consigue trasladarles presión legítima con la finalidad
de hacerles ceder, en la medida de lo conveniente, para formar un gobierno
estable en España; un gobierno que nos dé garantías de cuatro años de
estabilidad sin mayores sobresaltos que los propios de esta etapa histórica,
también compleja, y que precisa de todos los recursos y de toda la inteligencia
posible, para asegurarnos un proyecto económico y social positivamente
previsible que relance, en la medida de nuestras posibilidades y de las
circunstancias internacionales (que mucho
nos afectan) la confianza y fiabilidad e nuestro país. Los problemas que
tenemos no son menores: Un independentismo que quiere llevar a la realidad
material la fabulación de una Historia hecha a su medida , por ellos mismos, a
la que quiere hacer sumar a sus propias nuevas generaciones de ciudadanos bajo
la idea de pueblo perseguido y victimista; también hacer frente a un intento de blanquear
la figura de Franco y su régimen, como si aquella tristísima época tuviera algo
que aportar a nuestra democracia – hubo corrupción
con inmunidad, prisión para quien opinaba, imposición de religión obligatoria
para toda la sociedad, violencia gratuita, falta de derechos civiles y administrativos
(si no tenías enchufe, nada tenías) intimidación de la sociedad y mucho miedo a
que el pueblo conociera la verdad de los intereses de quienes les gobernaban o
administraban (pues siempre nos vendieron que ellos eran perfectos);
gestionar los rescoldos de una crisis que ha dejado a nuestra juventud a los
pies de los caballos de un futuro muy incierto; restablecer la confianza en
nuestro sistema económico y bancario (ahora
con el escándalo del BBVA que pone, nuevamente en entredicho la honestidad y la
función social de nuestro poder económico privado; al que todos los gobiernos, parece, que han tenido mucho miedo
señalarles el camino de la lealtad para con su sociedad – ya que pertenecen a
un proyecto común que es España, homologable al de otros países que consideran
la banca como un Servicio Público y no un negocio particular con derechos de “pernada”
- y me temo que cualquiera que por ahí pasara para intentar poner orden desde cualquier
Gobierno del Estado acabara más por pasar de puntillas y tapándose las narices que
arriesgarse a meterse de lleno con tan poderoso sector); impulsar empleo de
calidad; afrontar la revolución tecnológica que amenaza con orillarnos y
marginarnos en el futuro; apoyar a los sectores vulnerables para que nadie se
nos quede por el camino, evitando que se consolide un sector social marginal que viva al margen o a la contra de nuestra
sociedad; aprovechar nuestro recursos naturales como fuentes de energía limpia
y barata; crear caminos para que los negocios industriales contemplen, como una
verdadera responsabilidad empresarial y social respetar el entorno natural, los
derechos de los trabajadores y la honestidad y transparencia económica de su
actividad que señale una lealtad para con nuestra Hacienda pública y para con
nuestro proyecto como sociedad; adaptar la enseñanza a ese futuro incierto, tal
vez con mayores conocimientos transversales, estimulando mayor capacidad y
autonomía para la creatividad y la exploración del conocimiento desde
parámetros de cierta autonomía personal (y
saber estar a la altura de ella, cuando nuestros estudiantes muestran esas
habilidades); rescatar a esa España del interior, vaciada y envejecida, y
que aún sigue siendo referencia de una calidad de vida y bienestar que hay que
dotar de servicios y tecnología para que sea posible impulsar proyectos de vida
y de jóvenes familias fuera de los entornos urbanos, que permitan cuidar
nuestro territorio y cuidar y optimizar sus recursos naturales y su potencial
capacidad de regeneración del medio-ambiente…. Toda esa tarea es la que tenemos
por delante; y sin embargo, da la impresión, que la buena tarea (y el buen relato que está construyendo el
equipo de Gobierno del PSOE, que evidencia esas carencias que los líderes
políticos españoles, del momento, muestran al estar más pendientes de sus
ambiciones personales que del proyecto España) les molesta a una élite que
parece pretender generar, más aún, más complejidad, dando justificación y, con
ello, aire, a formaciones políticas que no están cumpliendo el papel social que
prometieron cuando llegaron a la política y que lo han trastocado y trocado para
conseguir objetivos personales en vez de asumir la función de servicio a España
que prometieron. Molesta, y parece que
mucho, en España, que un grupo de personas haga bien su trabajo y traslade
presión a los que deben asumir responsabilidades que aseguraron que las
asumirían, llenándoseles la boca de España, y que expliquen, con argumentos que
todos entendamos, porqué renuncian a esa función de compromiso con nuestro País.
Parece obvio
que la maniobra de C´s era arrinconar al PSOE y obligarle a asociarse con
Podemos (no sólo con Podemos, sino con un
Pablo Iglesias que ha supuesto la mayor decepción política del momento –
incapaz de reconocer el mundo donde se halla, habiendo sido un niño mimado del
mejor momento de la Democracia, se inventa un mundo paralelo, al margen de
nuestro entorno internacional, que de llevarlo a la realidad nos dejaría
marginados del concierto internacional y en el mismo camino de aislamiento que
sufre Venezuela o Nicaragua). Sus propuestas trasnochadas (como implantar el régimen soviético en
España) no solo demuestran la falta de reflexión profunda de este líder – al que le sobran muchas palabras y
conceptos aprendidos de memoria en la universidad y tocar más tierra cotidiana;
como supo demostrar, cuando de él mismo se trata, y consigue procurarse chalet y
crédito sin casi intereses ofrecido por el entorno independentista – y que
parece persistir en la senda del agitador permanente. ¿Alguien se atrevería a
meter a semejante personaje en un Gobierno de un Estado y en un Consejo de Ministros?
(es un exaltado en el que no se puede
confiar, de manera alguna). Y es ahí donde a C´s le gustaría tener al PSOE.
Evidente, que eso es lo que quiere C´s, pero la pregunta es: ¿Es eso lo que
necesita España? C´s sabe que no necesita eso España; es más, sabe que ello
perjudicaría mucho a España, y sin embargo prefiere que España sufriera esa
experiencia porque la ambición de Albert va más allá de los intereses de nuestro
País (otro niño mimado que empieza a dar “nauseas”;
y pensar que en un tiempo no muy lejano creímos que la juventud podría sacarnos
de la “profesionalización” de la política y dotar de contenidos y sentido común positivo la actividad de gestionar el Estado y las Instituciones. ¡¡¡Qué
decepción!!!! ¡¡¡Qué gran decepción!!!).
El PSOE, incluso el PP siempre tuvieron sentido de Estado, para sostener acuerdos, para evitar influencias de Nacionalistas e Independentistas; incluso Pedro Sánchez propuso a Rajoy que dimitiera y retiraba la moción de censura; siempre hubo en la política un entorno, un territorio, libre de competitividad y propio de la cooperación, cuando se ponía a España por delante.
Y, sin embargo, lo que más decepciona
es contemplar cómo hay periodistas que
pretenden trasladarles aire, oxigeno y argumentos tanto a Albert Rivera como a Pablo Iglesias – basta, en este país, conque alguien vaya haciendo bien las cosas y mostrando
evidencias de cómo es cada cual en la sociedad, para que un grupo de personas
orqueste una campaña bien organizada para volver a sembrar incertidumbre y
precipitación en la vida política.
Dijeron que no
venían a hablar de sillones y ambos (C,s
y Podemos) no hacen otra cosa que pelearse por ellos (unos en el presente, Podemos, y otro pensando en los sillones del
futuro, C´s). Nos siguen engañando.... con su "nueva" política.
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