Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 24 de junio de 2020

El Paraíso “perdido”



El Paraíso “perdido”

Lo que un pueblo quiere, en cualquier latitud del Mundo, de este planeta donde vivimos, es Paz; porque desde la Paz se puede esperar Bienestar. Todos esperamos construir desde la Paz el Bienestar. Es el objetivo de la Humanidad desde hace miles de años. Es el escenario donde tampoco nos ponemos de acuerdo: Cómo conseguir la Paz. Parece claro que en comunidades pequeñas, ya en el pasado, la paz se pudiera construir, precisamente, por ser comunidades pequeñas donde todo el mundo se conocía; donde lo que podríamos llamar “la Condición Humana” era “reconducida” por tribunales (de tribuna, que implica tribuna pública; es decir, en presencia del propio pueblo, ante el cual el tribunal se explicita y argumenta cómo se debe entender la justicia que es aplicada en un caso concreto y bajo qué principios actúa y porqué lo hace así; es decir: El tribunal tampoco es o sería libre de actuar como quisiera o le conviniera a sus propios miembros que lo compusieran - atendiendo a intereses particulares propios o el de intereses de personas poderosas de su comunidad - sino que deben actuar para y por bien de la propia sociedad a la que pertenecen) que, de alguna manera, representaban la experiencia de aquella misma comunidad. Es obvio que lo que llamamos Paz y Bienestar debiera de estar presidido, de alguna manera, por un sentido de lo que consideramos justicia; un sentido de la justicia que permite a las personas “pre-ver” el escenario de normas y leyes que rigen su propia sociedad y la idiosincrasia de la misma. Conocer con claridad meridiana ese escenario de leyes y normas que prevén la conducta de una sociedad, otorga a los individuos de esa libertad necesaria por la cual saben que todo lo que hagan dentro del respeto a esas normas – un respeto positivo y sincero a esas normas -  les va a otorgar libertad; una libertad real, de movimiento, de pensamiento, de reflexión, de actividad social y económica. Hasta ahí el planteamiento de partida parece claro y sencillo.  Y sin embargo, vemos cómo las sociedades acaban generando situaciones complejas donde rasgos de la “Condición Humana”
(como son o pueden ser la picaresca o el deseo de torcer las propias normas y leyes que nos damos, buscando vericuetos, atajos – buscar atajos ya es en sí una grave vulneración de lo que conocemos como “procedimiento” y que resulta esencial para conocer o aproximarnos a la realidad de la verdade incluso modificando la percepción de los hechos que realmente se han sucedido y ocultando los objetivos que realmente se buscan – y que serían contrarios a las normas, a la visión de las normas como se concibieron en su momento en esa sociedad, con ello se busca, simplemente,  torcer la propia ley y los resultados (beneficios) que la propia ley prevé para generar ese bienestar (es decir, esa paz que lleva a un bienestar) – porque, ¡¡¡claro!!!, que si una persona es capaz de modificar la percepción del entorno, de sus actos, y hacerlo (como se viene hablando en los juzgados) de manera torticera  
puede establecer injusticias haciéndolas pasar por justicia. Lo esencial de todo esto quiere decir, simplemente, que es como si existiera una visión positiva de lo que es la sociedad -   porque nadie, ni alguien, ni ninguno de nosotros nace sabiendo – nuestra mente, nuestro cerebro, por su plasticidad y versatilidad está abierto a cualquier posibilidad de cómo concebir de cómo puede ser una sociedad y adpatarse a la misma bajo unas reglas, siempre que las reglas sean meridianamente claras; pero si las reglas no son claras – no son claras – y puede sorprender en cualquier momento la conducta de cualquier persona que cree que está actuando correctamente, entonces estamos de facto en una situación de (no solo indefensión) sino inseguridad jurídica (que es lo que podríamos hablar como indefensión) ante la propia sociedad (nuestra propia sociedad). Positivamente entendemos, que cuando tenemos una circunstancia que abordar, un problema de cualquier naturaleza, lo que hacen las personas es actuar de buena fe para intentar resolver ese problema; y en ese actuar de buena fe, pueden llegar a tomar decisiones (a través de sus pensamientos) que consideran justas y equitativas para todos y, sin embargo, en un momento determinado, cuando llega al ámbito donde se analizan en profundidad las normas, las leyes y las conductas sociales, ahí se ve que existe una distancia entre lo que pensábamos que era correcto y lo que consideran estos estamentos (que debieran tener gran experiencia social; o que la tienen) de lo que realmente es correcto. Por eso las personas cuando llegan a ese nivel de enfrentar situaciones complejas o difíciles (cuando son positivas) aceptan el resultado  de manera positiva (es decir, aprenden) aprenden porque la propia norma les enseña (“esto se hace por este motivo aunque aparentemente sea este otro”). Bien, efectivamente, obviamente, es así (o sea, la sociedad positiva aprende positivamente y va modificando su pensamiento en la conducta social en razón de lo que es “positivo” en la propia sociedad y cómo percibe positivamente, en la propia sociedad, la  actividad de cómo se imparte la justicia o cómo se considera la justicia de cómo debe comportarse en la sociedad).
Bien. Cuando una persona por cualquier motivo (o por muchos conocimientos de la justicia, o por mucha experimentación - saber “tocar” la condición humana – porque todos los estamentos e instituciones de una sociedad están estructurados (y sostenidos) bajo la idea de (ser personas) personas que los sostienes (que sostienen las estructuras del Estado), aunque sean de manera más o menos anónima, y que son los que forman el conjunto del Estado –están sometidos, todos ellos, a condición humana 
(y esto quiere decir experiencia personal – con sus “situaciones”, cada una de ellos, positivas o negativas respecto a la sociedad en la que viven, de tal manera (como se pudiera escuchar en algún entorno de juzgado, de algún abogado ya de muchos años, cuando intentaba defender a un cliente, que iba en moto y había tenido un percance, que se explicaba ante el propio compañero, antes de entrar en la sala, cuando se intercambiaban los saludos a la espera de que la sala quedara libre para “hacer” un juicio, y argumentara de que lamentaba de que este juez (que le tocaba) hubiera tenido en el pasado un problema grave con una moto porque su cliente podría salir perjudicado en un asunto realmente diferente (y de “distancia” – en contextos) porque simplemente él (el letrado) argumentaba la posibilidad de que la Condición Humana de ese juez concreto pudiera verse afectada por una experiencia personal (Claro!!! Eso es lo que llamamos Condición Humana, o pudiéramos llamar condición humana).
Nosotros como personas, todos estamos sujetos a Condición Humana. Cuando salen bien las cosas, cuando nos salen bien las cosas, si hemos actuado de manera positiva, (positiva, es decir, guiados por el sentimiento común y por una visión positiva de la sociedad) normalmente “olvidamos” los resultados de nuestra actuación positiva – porque era consecuencia esperada y por ser consecuencia esperada, más o menos, no rectificamos, sino que pensamos: Esta es la conducta que debemos llevar y la llevamos realizando correctamente; y si por el contrario existe una modificación (en nuestro pensamiento) lo incorporamos  como un límite o línea roja que determina por dónde debemos pensar o no podemos pensar en determinadas situaciones haciendo posible que tengamos una concepción abstracta de lo que es el Estado y por donde se conduce - para obtener el objetivo, obviamente necesario, de establecer un “área” de “libertad personal” donde nos podamos mover como personas e individuos libres. Y sin embargo, sin embargo, sigue habiendo obstáculos (porque las personas que tiene muchos conocimientos sobre estos tipos de temas, incluso sobre las personalidades que se mueven en estos ambientes, son capaces de, por la picaresca, modificar, modificar la realidad y “hacerla ver” una cuestión honesta como des-honesta) y sin embargo, ese es un hecho lamentable que se da; que se da y que es realmente difícil de “modificar”; y además que se acepta, de alguna manera se acepta como una especie de consenso o de prejuicio generalizado a los que todos nos debemos sujetar (porque a todos nos puede alcanzar) de alguna manera, como parte de “inalienable”, como condición de la sociedad en la que podemos vivir (y no todas las sociedades son iguales) pero es la Condición Humana que va desde los prejuicios hasta los intereses personales, los que transversalmente estropean la concepción de justicia (que nos llevará a la paz y al bienestar social). Por ello, hablar de regímenes – como sea hablar de republicano o monárquico - como solucionadores de este tipo de problema resulta aparentemente, en principio, absurdo.
Parece obvio que los individuos buscan su bienestar, o tienden a pensar que tiene que buscar su bienestar; el mejor posible dada la circunstancia del entorno social en donde viven y las experiencias vividas. Es obvio que nacer (que la condición de nacimiento) puede determinar de alguna manera,  los objetivos de ese bienestar  que se desea; y también aquí entra en función las perspectivas de bienestar que se ofrecen al individuo y cómo se le ofrecen. O sea, en el marco que se le ofrece ese bienestar o las posibilidades de alcanzar ese bienestar. Ese bienestar que estaría presidido por una situación de justicia (es decir, se pone un esfuerzo en el cual se buscan unos resultados – que según las pre-visionesde ese mismo marco jurídico donde se dice que se tiene que alcanzar, de seguir y respetarlo, el bienestar – se producirá dicho bienestar). Bien, esta es una premisa de “salida”.  Y es el entorno familiar donde se establecen estas premisas de salida; sujetos también a Condición Humana (lo que no deja de ser una situación más compleja todavía).
¡¡¡Claro!!! Desde el punto de vista de la gestión de la sociedad – lo que diríamos “Política” – se “ofrecen” marcos diferentes para el bienestar. ¿Por qué? porque de ninguna manera, todas las ofertas que se dan producen satisfacción, plena, a esa idea de justicia que nos llevará al bienestar social. ¿Por qué no se producen? Porque existe, de fondo, una “especie” de condición humana que determina, determina el presente y futuro de la sociedad; y lo determina por mayorías; en general por mayorías.
El bienestar no es solamente una cuestión material, aunque necesariamente pasa por una “situación” de bienestar material; un mínimo bienestar material. Porque si las condiciones de bienestar de las personas – bienestar básico comida, alimento, alojamiento, educación,  o acceso al conocimiento (mejor que educación: acceso al conocimiento) a un conocimiento general sin prejuicios, abierto; donde la persona positivamente pueda expresarse para ir resolviendo sus dudas – dudas que se han generado en un entorno familiar debidas a la propia Condición Humana, de la propia familia y las experiencias de ésta, recibidas desde ya hace años por sus ancestros, pues es obvio que si no existe un proceso donde se permita a las personas que lo deseen, a través de ese conocimiento,  establecer cuál es el marco donde ellos (marco que cada uno se crea, donde…) pueden “responder” a todas las preguntas que les han quedado sin responder (o cuyas respuestas no satisficieron sus dudas) o que han recibido (respuestas) que han resultado inadecuadas para resolver cuestiones que, en el fondo, se pueden considerar existenciales (porque van a determinar la manera de enfrentar una persona a la sociedad para insertarse en ella); si todo ello no se resuelve en un ambiente sin prejuicios, realmente vamos a tener problemas.
Y es ahí donde el ambiente político, en determinados momentos, adquiere una preponderancia en canalizar las insatisfacciones de la población – de gran parte de la población – haciéndoles creer que un sistema político concreto o determinado, va a poder mejorar realmente y efectivamente, su vida (mito del paraíso en la Tierra). Y esto suele ser una cuestión que se presenta como antagónica (de los extremos) y nunca da el resultado previsible, ni para unos ni otros. Como así nos lo va mostrando la Historia. Porque las soluciones positivas se dan realmente cuando una aproximación de las opciones políticas al “centro sociológico” es de mayor proporcionalidad, haciendo posible que el bienestar sea alcanzado por la inmensa mayoría de los ciudadanos, en cualquier circunstancia – algo que, aquellos que sostienen visiones radicalizadas y extremistas, que consideran que solo existe una verdad única y excluyente, se oponen – a intentar siempre degradar en un sistema democrático; es decir, buscarán siempre la polarización (como quien estimula la insatisfacción).
Como este es un marco previsible – y general para cualquier Nación y Estado/Nación - podemos entender que se puede estimular, o no estimular, en ciertos periodos o etapas sociales una radicalización, o no, de las posiciones políticas; porque las posiciones políticas se “crean” con dinero – no solamente con un tipo de filosofía, por muy estigmatizante que pudiera ser sobre el adversario, por muy cargada de prejuicios, sino que precisa de respaldo económico para salir a flote - y lanzar su mensaje a la sociedad.
La vertiente del bienestar no solo es material, sino que una vez que se alcanza un mínimo material hace falta alimentar el espíritu de las personas. Y la manera de alimentar el espíritu de las personas mejor, la mejor manera de alimentar ese espíritu es creando un sistema de acceso al conocimiento – acceso libre al conocimiento – donde las personas que  permiten el acceso a ese conocimiento  sean personas sin prejuicios de ningún tipo, que tengan claro que la sociedad en su conjunto  - y como tal sociedad – vive en una especie de “paradoja” (existencial) como Ser Humano en el sentido de ser capaces – con las capacidades de su mente – de comprender el Universo infinito (el macro Universo y micro Universo) pero estar limitados por una vida limitada y por unas necesidades biológicas a cubrir.
Bien. Esta paradoja del individuo se transpone y transpola  a lo que es una sociedad.
Podemos vivir en la sociedad. Podemos crear una sociedad a través de la creatividad e innovación. Es obvio que sí. Es obvio que lo podemos hacer. Y sin embargo, es tendente (o es lo que se ve ) que el “mundo” que gestiona las sociedades es pragmático (en el sentido de materialista) y parece poner, exclusivamente, el acento en los bienes materialistas que puede alcanzar cada persona, cada grupo social, o cada sociedad en general, siendo ello la máxima preocupación (por un motivo u otro) de los grupos políticos en cualquier Estado. Ello determinará el nivel más bajo del primer “estrato” de bienestar de la sociedad.
Es decir, necesitamos un componente espiritual que esté alejado de los prejuicios y que no nos retorne a nuevos prejuicios (como pueden ser cierto tipo de religiones estrictamente rígidas y no transversales de la condición humana – que es lo que hemos vivido durante algunos miles de años). Sabemos que la actitud positiva de las personas es la integración en la sociedad y aportar desde la “neutralidad” a la sociedad para que ella misma desde la condición de cada persona tome lo que quiera o no, de ese conocimiento de esa experiencia personal para su propio desarrollo personal desde el punto de vista espiritual. Esta es una versión, una versión de la sociedad que normalmente acaba oculta y que normalmente se intenta incluir en posiciones religiosas – algo así como el mensaje: Tu hazte de la religión que quieras y desde ahí cubre ya esa necesidad (necesidad de dar sentido a la vida propia e incluso de la sociedad) siendo el resto de la sociedad y del Estado eminentemente materialista. Es decir, el materialismo en sí, se opone al idealismo. Y el materialismo en sí mismo, como tal,  es una versión extrema, extremada, de la realidad que vivimos; por lo tanto todas las ciencias que se basan exclusivamente en un materialismo a ultranza normalmente están destinadas al fracaso en la sociedad - a una gran parte de fracaso en la sociedad, porque no contemplan, o se niegan a contemplar, la parte espiritual o del idealismo, que es también una potencia en el ser humano  que produce beneficios a este cuando es incorporada de manera neutral y positiva (vamos a ver, neutral no, con una visión de justicia imparcial y positiva para el individuo; que otorga fe realista y confianza en un misterio llamado Universo que contiene nuestras vidas – tanto materiales como espirituales y que aun no sabemos definir con claridad, solo y malamente describir).
Nota:
Creer que una ideología determina que un régimen político determinado (República o Monarquía, por ejemplo en este caso que nos ocupa) determina, determina de alguna manera – de alguna manera – la creencia profunda de que ese sistema va a traer la felicidad (o sea, la justicia, el bienestar social – dentro de lo posible, que debe de ser muy generalizado – y a través de ahí el grado de felicidad de una sociedad). ¡¡¡Claro!!! Asegurar de que, por ejemplo, una monarquía en sí mismo, o una república, en sí mismo va a traer esos beneficios – realmente ignorando lo que es la Condición Humana – es, no solo atrevido, sino temerario; porque lo normal es que el advenimiento de un régimen, u otro, se produzca debido a una circunstancias históricas;  por lo tanto todos estamos avocados a estudiar las situaciones históricas que determinan, en un Estado Nación de hoy en día, el porqué se declinó la situación hacia una formula monárquica o republicana en su momento. Y estudiar todo los factores que influyeron (y que forman parte de la condición humana) para que eso fuera posible, es determinante, es obligatorio, hacerlo desde una “especie” de visión, no solo de neutralidad sino de búsqueda de la justicia, de lo positivo… libres de todo prejuicio: imparcialidad. Y ello, desde luego, volvería a hacer temblar los cimientos de cualquier Estado (porque cuando la Condición Humana se mueve por intereses muy particulares… las barbaridades que se llegan a hacer hieren, profundamente, muy profundamente, la sensibilidad humana – hasta tal punto de que no salen en las noticias ni en la Historia – donde se reduce todo a hechos concretos y transcendentales) Por ello los historiadores y la historia oficial apenas se centra en esas barbaridades – cuando tienen que narrar cómo los vencedores consiguieron vencer y el coste – ya no solo materialsino moral y ético de sus victorias. Por eso mismo ellos mismos escriben su propia historia de vencedores en cualquier contienda. (Porque además para que alguien venza tiene que haber un consenso o una mayoría internacional y con poder y capacidad que lo consiente).
Toda una lección que aprender y asumir, si no queremos repetirla – de una manera u otra.
La libertad es posible, sí solo sí, somos capaces de aceptar las diferencias y ser tolerantes en todos los ámbitos que conforman  la sociedad (y ello no dependen del formato del Estado en que vivimos en la actualidad; sino de la Condición Humana de quienes sostienen los cimientos de Nuestro Estado/Nación – que son los que dan el ejemplo a la sociedad; hay terreno pues para la revolución de lo interior: la espiritual, y terreno de sobra para avanzar, para los que tengan verdadero valor en esa empresa). Los que midan el valor de sus vidas por sus riquezas materiales ya tienen su marco establecido: La lucha y la rivalidad.
Hacer un marco real, y realista, para los demás que nos consideramos pacíficos y pacifistas. Es el reto.
(artículo, reflexión, cuando iba  a hacer unas copias de llave esta mañana; después de haber oído el vídeo del profesor de la UZ - al que no por menos admirar su pasión me invita a renovar la reflexión de conceptos ya expuestos en este blog; de un tirón... por ello incluyo las tres grabaciones consecutivas desde donde ha salido este artículo literal: La intención es positiva, no busca más que una mayor reflexión
Esta vez me ha dado por ahí. 
Salud, Bienestar y Fe (en nuestro futuro). 



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