El Paraíso “perdido”
Lo que un
pueblo quiere, en cualquier latitud del Mundo, de este planeta donde vivimos, es Paz;
porque desde la Paz se puede esperar Bienestar. Todos esperamos construir desde
la Paz el Bienestar. Es el objetivo de la Humanidad desde hace miles de años.
Es el escenario donde tampoco nos ponemos de acuerdo: Cómo conseguir la Paz.
Parece claro que en comunidades pequeñas, ya en el pasado, la paz se pudiera
construir, precisamente, por ser comunidades pequeñas donde todo el mundo se
conocía; donde lo que podríamos llamar “la Condición Humana” era “reconducida”
por tribunales (de tribuna, que implica
tribuna pública; es decir, en presencia del propio pueblo, ante el cual el
tribunal se explicita y argumenta cómo se debe entender la justicia que es aplicada
en un caso concreto y bajo qué principios actúa y porqué lo hace así; es decir:
El tribunal tampoco es o sería libre de actuar como quisiera o le conviniera a
sus propios miembros que lo compusieran - atendiendo a intereses particulares
propios o el de intereses de personas poderosas de su comunidad - sino que
deben actuar para y por bien de la propia sociedad a la que pertenecen) que,
de alguna manera, representaban la experiencia de aquella misma comunidad. Es
obvio que lo que llamamos Paz y Bienestar debiera de estar presidido, de alguna
manera, por un sentido de lo que consideramos justicia; un sentido de la
justicia que permite a las personas “pre-ver” el escenario de normas y leyes
que rigen su propia sociedad y la idiosincrasia de la misma. Conocer con
claridad meridiana ese escenario de leyes y normas que prevén la conducta de
una sociedad, otorga a los individuos de esa libertad necesaria por la cual
saben que todo lo que hagan dentro del respeto a esas normas – un respeto positivo y sincero a esas normas
- les va a otorgar libertad; una
libertad real, de movimiento, de pensamiento, de reflexión, de actividad social
y económica. Hasta ahí el planteamiento de partida parece claro y sencillo. Y sin embargo, vemos cómo las sociedades
acaban generando situaciones complejas donde rasgos de la “Condición Humana”
(como son o pueden ser la picaresca o el
deseo de torcer las propias normas y leyes que nos damos, buscando vericuetos,
atajos – buscar atajos ya es en sí una grave vulneración de lo que conocemos
como “procedimiento” y que resulta esencial para conocer o aproximarnos a la
realidad de la verdad – e incluso
modificando la percepción de los hechos que realmente se han sucedido y
ocultando los objetivos que realmente se buscan – y que serían contrarios a las
normas, a la visión de las normas como se concibieron en su momento en esa
sociedad, con ello se busca, simplemente,
torcer la propia ley y los resultados (beneficios) que la propia ley prevé para generar ese bienestar (es decir, esa paz que lleva a un bienestar)
– porque, ¡¡¡claro!!!, que si una persona
es capaz de modificar la percepción del entorno, de sus actos, y hacerlo (como
se viene hablando en los juzgados) de manera torticera
puede
establecer injusticias haciéndolas pasar por justicia. Lo esencial de todo esto
quiere decir, simplemente, que es como si existiera una visión positiva de lo
que es la sociedad - porque nadie, ni
alguien, ni ninguno de nosotros nace sabiendo – nuestra mente, nuestro cerebro,
por su plasticidad y versatilidad está abierto a cualquier posibilidad de cómo
concebir de cómo puede ser una sociedad y adpatarse a la misma bajo unas
reglas, siempre que las reglas sean meridianamente claras; pero si las reglas
no son claras – no son claras – y puede sorprender en cualquier momento la
conducta de cualquier persona que cree que está actuando correctamente,
entonces estamos de facto en una situación de (no solo indefensión) sino
inseguridad jurídica (que es lo que podríamos hablar como indefensión) ante la
propia sociedad (nuestra propia sociedad).
Positivamente entendemos, que cuando tenemos una circunstancia que abordar, un
problema de cualquier naturaleza, lo que hacen las personas es actuar de buena
fe para intentar resolver ese problema; y en ese actuar de buena fe, pueden
llegar a tomar decisiones (a través de
sus pensamientos) que consideran justas y equitativas para todos y, sin
embargo, en un momento determinado, cuando llega al ámbito donde se analizan en
profundidad las normas, las leyes y las conductas sociales, ahí se ve que
existe una distancia entre lo que pensábamos que era correcto y lo que
consideran estos estamentos (que debieran
tener gran experiencia social; o que la tienen) de lo que realmente es
correcto. Por eso las personas cuando llegan a ese nivel de enfrentar
situaciones complejas o difíciles (cuando son positivas) aceptan el
resultado de manera positiva (es decir, aprenden) aprenden porque la
propia norma les enseña (“esto se hace
por este motivo aunque aparentemente sea este otro”). Bien, efectivamente,
obviamente, es así (o sea, la sociedad
positiva aprende positivamente y va modificando su pensamiento en la conducta
social en razón de lo que es “positivo” en la propia sociedad y cómo percibe
positivamente, en la propia sociedad, la
actividad de cómo se imparte la justicia o cómo se considera la justicia
de cómo debe comportarse en la sociedad).
Bien. Cuando
una persona por cualquier motivo (o por muchos conocimientos de la justicia, o
por mucha experimentación - saber “tocar” la condición humana – porque todos
los estamentos e instituciones de una sociedad están estructurados (y sostenidos) bajo la idea de (ser personas) personas que los sostienes
(que sostienen las estructuras del Estado),
aunque sean de manera más o menos anónima, y que son los que forman el conjunto
del Estado –están sometidos, todos ellos, a condición humana
(y
esto quiere decir experiencia personal – con sus “situaciones”, cada una de
ellos, positivas o negativas respecto a la sociedad en la que viven, de tal
manera (como se pudiera escuchar en algún entorno de juzgado, de algún abogado
ya de muchos años, cuando intentaba defender a un cliente, que iba en moto y
había tenido un percance, que se explicaba ante el propio compañero, antes de
entrar en la sala, cuando se intercambiaban los saludos a la espera de que la
sala quedara libre para “hacer” un juicio, y argumentara de que lamentaba de
que este juez (que le tocaba) hubiera
tenido en el pasado un problema grave con una moto porque su cliente podría
salir perjudicado en un asunto realmente diferente (y de “distancia” – en contextos) porque simplemente él (el letrado) argumentaba la posibilidad de
que la Condición Humana de ese juez concreto pudiera verse afectada por una
experiencia personal (Claro!!! Eso es lo
que llamamos Condición Humana, o pudiéramos llamar condición humana).
Nosotros como
personas, todos estamos sujetos a Condición Humana. Cuando salen bien las
cosas, cuando nos salen bien las cosas, si hemos actuado de manera positiva, (positiva, es decir, guiados por el
sentimiento común y por una visión positiva de la sociedad) normalmente
“olvidamos” los resultados de nuestra actuación positiva – porque era consecuencia esperada y por ser consecuencia esperada, más o
menos, no rectificamos, sino que pensamos: Esta es la conducta que debemos
llevar y la llevamos realizando correctamente; y si por el contrario existe
una modificación (en nuestro pensamiento)
lo incorporamos como un límite o línea
roja que determina por dónde debemos pensar o no podemos pensar en determinadas
situaciones haciendo posible que tengamos una concepción abstracta de lo que es
el Estado y por donde se conduce - para obtener el objetivo, obviamente
necesario, de establecer un “área” de “libertad personal” donde nos podamos
mover como personas e individuos libres. Y sin embargo, sin embargo, sigue
habiendo obstáculos (porque las personas
que tiene muchos conocimientos sobre estos tipos de temas, incluso sobre las
personalidades que se mueven en estos ambientes, son capaces de, por la picaresca,
modificar, modificar la realidad y “hacerla ver” una cuestión honesta como des-honesta)
y sin embargo, ese es un hecho lamentable que se da; que se da y que es
realmente difícil de “modificar”; y además que se acepta, de alguna manera se
acepta como una especie de consenso o de prejuicio generalizado a los que todos
nos debemos sujetar (porque a todos nos
puede alcanzar) de alguna manera, como parte de “inalienable”, como
condición de la sociedad en la que podemos vivir (y no todas las sociedades son iguales) pero es la Condición Humana
que va desde los prejuicios hasta los intereses personales, los que
transversalmente estropean la concepción de justicia (que nos llevará a la paz y al bienestar social). Por ello, hablar
de regímenes – como sea hablar de
republicano o monárquico - como solucionadores de este tipo de problema
resulta aparentemente, en principio, absurdo.
Parece obvio
que los individuos buscan su bienestar, o tienden a pensar que tiene que buscar
su bienestar; el mejor posible dada la circunstancia del entorno social en
donde viven y las experiencias vividas. Es obvio que nacer (que la condición de nacimiento) puede
determinar de alguna manera, los
objetivos de ese bienestar que se desea;
y también aquí entra en función las perspectivas de bienestar que se ofrecen al
individuo y cómo se le ofrecen. O sea, en el marco que se le ofrece ese
bienestar o las posibilidades de alcanzar ese bienestar. Ese bienestar que
estaría presidido por una situación de justicia (es decir, se pone un esfuerzo
en el cual se buscan unos resultados – que
según las pre-visiones – de ese mismo
marco jurídico donde se dice que se tiene que alcanzar, de seguir y respetarlo,
el bienestar – se producirá dicho bienestar). Bien, esta es una premisa de
“salida”. Y es el entorno familiar donde
se establecen estas premisas de salida; sujetos también a Condición Humana (lo que no deja de ser una situación más
compleja todavía).
¡¡¡Claro!!!
Desde el punto de vista de la gestión de la sociedad – lo que diríamos
“Política” – se “ofrecen” marcos diferentes para el bienestar. ¿Por qué? porque
de ninguna manera, todas las ofertas que se dan producen satisfacción, plena, a
esa idea de justicia que nos llevará al bienestar social. ¿Por qué no se
producen? Porque existe, de fondo, una “especie” de condición humana que
determina, determina el presente y futuro de la sociedad; y lo determina por
mayorías; en general por mayorías.
El bienestar no
es solamente una cuestión material, aunque necesariamente pasa por una
“situación” de bienestar material; un mínimo bienestar material. Porque si las
condiciones de bienestar de las personas – bienestar básico comida, alimento,
alojamiento, educación, o acceso al
conocimiento (mejor que educación: acceso
al conocimiento) a un conocimiento general sin prejuicios, abierto; donde
la persona positivamente pueda expresarse para ir resolviendo sus dudas – dudas
que se han generado en un entorno familiar debidas a la propia Condición
Humana, de la propia familia y las experiencias de ésta, recibidas desde ya
hace años por sus ancestros, pues es obvio que si no existe un proceso donde se
permita a las personas que lo deseen, a través de ese conocimiento, establecer cuál es el marco donde ellos (marco que cada uno se crea, donde…)
pueden “responder” a todas las preguntas que les han quedado sin responder (o cuyas respuestas no satisficieron sus
dudas) o que han recibido (respuestas)
que han resultado inadecuadas para resolver cuestiones que, en el fondo, se
pueden considerar existenciales (porque
van a determinar la manera de enfrentar una persona a la sociedad para
insertarse en ella); si todo ello no se resuelve en un ambiente sin
prejuicios, realmente vamos a tener problemas.
Y es ahí donde
el ambiente político, en determinados momentos, adquiere una preponderancia en
canalizar las insatisfacciones de la población – de gran parte de la población – haciéndoles creer que un sistema
político concreto o determinado, va a poder mejorar realmente y efectivamente,
su vida (mito del paraíso en la Tierra). Y esto
suele ser una cuestión que se presenta como antagónica (de los extremos) y nunca da el resultado previsible, ni para unos
ni otros. Como así nos lo va mostrando la Historia. Porque las soluciones
positivas se dan realmente cuando una aproximación de las opciones políticas al
“centro sociológico” es de mayor proporcionalidad, haciendo posible que el
bienestar sea alcanzado por la inmensa mayoría de los ciudadanos, en cualquier
circunstancia – algo que, aquellos que
sostienen visiones radicalizadas y extremistas, que consideran que solo existe
una verdad única y excluyente, se oponen – a intentar siempre degradar en
un sistema democrático; es decir, buscarán siempre la polarización (como quien estimula la insatisfacción).
Como este es un
marco previsible – y general para
cualquier Nación y Estado/Nación - podemos entender que se puede estimular,
o no estimular, en ciertos periodos o etapas sociales una radicalización, o no,
de las posiciones políticas; porque las posiciones políticas se “crean” con
dinero – no solamente con un tipo de
filosofía, por muy estigmatizante que pudiera ser sobre el adversario, por muy
cargada de prejuicios, sino que
precisa de respaldo económico para salir a flote - y lanzar su mensaje a la
sociedad.
La vertiente
del bienestar no solo es material, sino que una vez que se alcanza un
mínimo material hace falta alimentar el espíritu de las personas. Y la manera
de alimentar el espíritu de las personas mejor, la mejor manera de alimentar
ese espíritu es creando un sistema de acceso al conocimiento – acceso libre al conocimiento – donde las
personas que permiten el acceso a ese
conocimiento sean personas sin
prejuicios de ningún tipo, que tengan claro que la sociedad en su conjunto - y
como tal sociedad – vive en una especie de “paradoja” (existencial) como Ser Humano en el sentido de ser capaces – con las capacidades de su mente – de
comprender el Universo infinito (el macro
Universo y micro Universo) pero estar limitados por una vida limitada y por
unas necesidades biológicas a cubrir.
Bien. Esta
paradoja del individuo se transpone y transpola
a lo que es una sociedad.
Podemos vivir
en la sociedad. Podemos crear una sociedad a través de la creatividad e
innovación. Es obvio que sí. Es obvio que lo podemos hacer. Y sin embargo, es
tendente (o es lo que se ve ) que el
“mundo” que gestiona las sociedades es pragmático (en el sentido de materialista) y parece poner, exclusivamente, el
acento en los bienes materialistas que puede alcanzar cada persona, cada grupo
social, o cada sociedad en general, siendo ello la máxima preocupación (por un motivo u otro) de los grupos
políticos en cualquier Estado. Ello determinará el nivel más bajo del primer
“estrato” de bienestar de la sociedad.
Es decir,
necesitamos un componente espiritual que esté alejado de los prejuicios y que
no nos retorne a nuevos prejuicios (como
pueden ser cierto tipo de religiones estrictamente rígidas y no transversales
de la condición humana – que es lo que hemos vivido durante algunos miles de
años). Sabemos que la actitud positiva de las personas es la integración en
la sociedad y aportar desde la “neutralidad” a la sociedad para que ella misma
desde la condición de cada persona tome lo que quiera o no, de ese conocimiento
de esa experiencia personal para su propio desarrollo personal desde el punto
de vista espiritual. Esta es una versión, una versión de la sociedad que
normalmente acaba oculta y que normalmente se intenta incluir en posiciones
religiosas – algo así como el mensaje: Tu hazte de la religión que quieras y
desde ahí cubre ya esa necesidad (necesidad
de dar sentido a la vida propia e incluso de la sociedad) siendo el resto
de la sociedad y del Estado eminentemente materialista. Es decir, el
materialismo en sí, se opone al idealismo. Y el materialismo en sí mismo, como
tal, es una versión extrema, extremada,
de la realidad que vivimos; por lo tanto todas las ciencias que se basan
exclusivamente en un materialismo a ultranza normalmente están destinadas al
fracaso en la sociedad - a una gran parte de fracaso en la sociedad, porque no
contemplan, o se niegan a contemplar, la parte espiritual o del idealismo, que
es también una potencia en el ser humano
que produce beneficios a este cuando es incorporada de manera neutral y
positiva (vamos a ver, neutral no, con
una visión de justicia imparcial y positiva para el individuo; que otorga fe
realista y confianza en un misterio llamado Universo que contiene nuestras
vidas – tanto materiales como espirituales y que aun no sabemos definir con
claridad, solo y malamente describir).
Nota:
Creer que una ideología determina
que un régimen político determinado (República
o Monarquía, por ejemplo en este caso que nos ocupa) determina, determina
de alguna manera – de alguna manera –
la creencia profunda de que ese sistema va a traer la felicidad (o sea, la justicia, el bienestar social –
dentro de lo posible, que debe de ser muy generalizado – y a través de ahí el
grado de felicidad de una sociedad). ¡¡¡Claro!!! Asegurar de que, por
ejemplo, una monarquía en sí mismo, o una república, en sí mismo va a traer
esos beneficios – realmente ignorando lo
que es la Condición Humana – es, no solo atrevido, sino temerario; porque
lo normal es que el advenimiento de un régimen, u otro, se produzca debido a
una circunstancias históricas; por lo
tanto todos estamos avocados a estudiar las situaciones históricas que
determinan, en un Estado Nación de hoy en día, el porqué se declinó la
situación hacia una formula monárquica o republicana en su momento. Y estudiar
todo los factores que influyeron (y que
forman parte de la condición humana) para que eso fuera posible, es
determinante, es obligatorio, hacerlo desde una “especie” de visión, no solo de
neutralidad sino de búsqueda de la justicia, de lo positivo… libres de todo
prejuicio: imparcialidad. Y ello, desde luego, volvería a hacer temblar los
cimientos de cualquier Estado (porque
cuando la Condición Humana se mueve por intereses muy particulares… las
barbaridades que se llegan a hacer hieren, profundamente, muy profundamente, la
sensibilidad humana – hasta tal punto de que no salen en las noticias ni en la Historia
– donde se reduce todo a hechos concretos y transcendentales) Por ello los
historiadores y la historia oficial apenas se centra en esas barbaridades – cuando tienen que narrar cómo los vencedores
consiguieron vencer y el coste – ya no
solo material – sino moral y ético de
sus victorias. Por eso mismo ellos mismos escriben su propia historia de vencedores
en cualquier contienda. (Porque además
para que alguien venza tiene que haber un consenso o una mayoría internacional
y con poder y capacidad que lo consiente).
Toda una lección que aprender y
asumir, si no queremos repetirla – de una
manera u otra.
La libertad es posible, sí solo
sí, somos capaces de aceptar las diferencias y ser tolerantes en todos los
ámbitos que conforman la sociedad (y ello no dependen del formato del Estado en
que vivimos en la actualidad; sino de la Condición Humana de quienes sostienen los
cimientos de Nuestro Estado/Nación – que son los que dan el ejemplo a la
sociedad; hay terreno pues para la revolución de lo interior: la espiritual, y
terreno de sobra para avanzar, para los que tengan verdadero valor en esa
empresa). Los que midan el valor de sus vidas por sus riquezas materiales
ya tienen su marco establecido: La lucha y la rivalidad.
Hacer un marco real, y realista, para
los demás que nos consideramos pacíficos y pacifistas. Es el reto.
(artículo, reflexión, cuando iba a hacer unas copias de llave esta mañana; después de haber oído el vídeo del profesor de la UZ - al que no por menos admirar su pasión me invita a renovar la reflexión de conceptos ya expuestos en este blog; de un tirón... por ello incluyo las tres grabaciones consecutivas desde donde ha salido este artículo literal: La intención es positiva, no busca más que una mayor reflexión)
Esta vez me ha dado por ahí.
Salud, Bienestar y Fe (en nuestro futuro).
Audio: https://youtu.be/2jev5i1NJts
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