Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 29 de junio de 2020

Tarea Ingente por delante (II): L@s psicópatas y las psicopatías.


Tarea Ingente por delante (II): L@s psicópatas y las psicopatías.

Las noticias de asesinatos o secuestros, o de búsqueda de delincuentes muy peligrosos, solían estar vinculadas, más en el pasado que en el presente, a términos propios del mundo de la psicología o la psiquiatría (si ven la cara de este individuo buscado es un psicópata muy peligroso, no intenten tratar con él, llamen inmediatamente a las fuerzas de seguridad). A continuación, alguien siempre preguntaba ¿Qué es un psicópata? Y alguien respondía: Psiquis, mente, patía, enferma; está claro. Y así todo el mundo podría deducir que un psicópata peligroso era un enfermo mental, un loco.
Pero el término, en sí mismo, no aportaría nada de conocimiento, en realidad, al profano que escuchara esa noticia, simplemente le transmitía e infundía esa noticia, así formulada, miedo al oyente, al televidente y a la población en general. “Un loco anda suelto” “Cuidado, es intratable” “Muy peligroso” y así se empezó a vincular la idea de que siempre hubiera que asociar Loco o Locura con policía y violencia preventiva. Pero no había nada consistente o erudito que nos pudiera permitir discernir qué es un psicópata o un Loco. Incluso era común escuchar conversaciones en que un crío le decía al otro cuando le molestaba o le tocaban algún enser particular: Ehhh túuuuuu Estás loco o qué??!! Y el otro pudiera pensar: ¿Por qué me dice loco si solo iba a mirar es libro?  Aquí, en este contexto, decirle loco a uno era señalarle de que estaba atravesando una línea roja que, aunque invisible, ahí estaba, y que ese acto podría comprometer su integridad física si persistía en tocar ese objeto que no era de su propiedad o que el otro se atribuía como propio sin más razón. Aquí la locura, o la psicopatía, consistía en “no darse cuenta” de que se estaba uno jugando la vida tocando algo que no era suyo. No es que fueran a llamar a la policía, es que la respuesta podría ser desde un golpe seco en cualquier parte del cuerpo, una acto de venganza en momento inesperado o hasta un acoso y derribo permanente – incluyendo falsos testimonios ante quien fuere - como venganza.
La cosa podría ir más allá, aunque la edad de las personas avanzara y en el entorno de personajes poco formados o educados lo propiciara: ¡¡¡Ehhh túuuuuu!!!! ¿¿¿Estás loc@ o qué??!! Formaría parte de una advertencia que conllevaría una inminente amenaza de violencia súbita e inmediata.
Pero esa no era la psicopatía a la que hiciera referencia el telediario al dar esa noticia; más bien era algo bien diferente: “Tipo que no razona, y que si le miras a la cara o a los ojos o se siente amenazado puede, sencillamente, matarte”. Hay una gran diferencia, parece obvio.
Sin embargo, alguien pudiera cruzarse con dicho personaje sin haber visto el telediario y tratar con él de manera amistosa y sin problema alguno, hasta que al llegar a casa, y si saliera la noticia nuevamente, reconociera al extraño con que hubiera hablado y se alarmara y pensara que estuvo realmente en peligro de muerte y corriendo se fuera a llamar a las fuerzas de seguridad del Estado. No parece que en principio hiciera o tuviera porqué hacer una mayor reflexión, más allá de decirse a sí mismo que había tenido una gran suerte al salir con vida del encuentro con ese tipo, llamado psicópata, y que quiere decir que es un loco peligroso, que mata a las primeras de cambio.
Así se nos ha ido conformando la idea de la psicopatía y la locura, aunque particularmente, cada uno en su casa, pueda haber llamado a un pariente: ¡¡¡Ehhh túuuuuu!!!! ¿¿¿Estás loc@ o qué??!! Ya se sabe que eso es sólo una manera de hablar %) que no quiere decir nada más que: ¡¡¡Alto, obedece y pronto y ya ehh!!! (Solo de recordar ese tipo de ambientes se me eriza el pelo).
Seguro que en esta segunda frase, donde existe una acusación sobre otra persona de estar “en camino de locura”, se podría pensar que ese tipo que así se porta, diciendo lo que dice a quien lo dijera, está más cerca de dar la imagen de un violento peligroso aunque llame loc@ a su potencial víctima.
Sin embargo, si ese mismo personaje se refina, de alguna manera y, sin cambiar de manera de ser en el fondo, recibe instrucción académica, social o de modales, podría realizar las mismas amenazas, prácticamente idénticas, sobre sus potenciales víctimas, siempre que considerara que en algún modo o manera esas personas le incomodaran o perturbaran o su tranquilidad, o bienestar o simplemente pusiera entre dicho su territorialidad (definida como un área física y/o subjetivamente de propiedad sobre cualquier cosa que ese personaje deseara para sí, incluso propiedades ajenas o de las propias víctimas) podría muy bien, con formación y educación realizar las mismas tareas de intimidación sobre las personas que deseara y hacerlo de manera pública y visible a ojos de cualquiera que le desconociera, porque su discurso amenazante estaría encriptado y solo visible esa amenaza para su víctima u otras que hubieran pasado por el mismo trance. Consiguiendo sus fines a la vista de todos e incluso recibiendo el beneplácito por actuar de manera tan locuaz, consistentemente argumentada, con maneras tan contundentes y consistentes que serían dignas de emular por todos; prosperando así en cualquier ambiente que ese tipo de personas deseara prosperar, bastando para ello, no tanto tener conocimientos profundos sino simplemente memoria para reproducir argumentos que resultaran sólidos a cualquiera que fuera realmente entendido en la materia. Ello no implicaría actuar para bien social, por mucho que los argumentos así lo parecieren, porque este tipo de personas es capaz de crear el ambiente adecuado para que su discurso tome forma y consistencia sin reparar la audiencia que actuaría, exclusivamente, manipulándoles en sus prejuicios y convicciones (es decir, actúa en aquella parte de las personas donde estas nunca reflexionaron en profundidad y siempre respondieron instintivamente desde un prejuicio socialmente aceptado).
No existe una verdadera definición de psicópata, sino más bien de caracteres más o menos psicopáticos:
hay un consenso general acerca de ciertas características evidentes y comunes en los psicópatas, como por ejemplo: Su falta total (o muy elevada) de empatía, culpa, o remordimiento. Su tendencia a "cosificar" a las personas u otros seres vivos que le rodean, y su continua violación de los derechos y normas sociales, ya sea respecto de un individuo o de la sociedad. Algunas de las características que suelen poseer las personalidades psicópatas son el victimismo y la manipulación.
Desde la literatura criminal si es posible, más por prejuicios que por otra cosa, establecer rasgos claros y concretos, pero ello es así sencillamente, porque desde los prejuicios es más fácil estimular a un  jurado o inclinar el pensamiento de un magistrado.
El psicópata no nace, se hace, y luego es difícil de reconducir. A diferencia de lo que se cree, los rasgos psicopáticos están mues extendidos y forman parte de una gran gama de personajes triunfadores (precísamente porque no les importan saltarse las reglas, carecen de empatía y suelen acabar con sus oponentes sin ningún tipo de remordimiento, aunque sepan que sus argumentaciones son falsas e injustas; su objetivo es su propia persona).
Las víctimas que no pueden escapar de su territorio son destruidas por él a la vista de la sociedad; y esta sociedad no ve en ello mal, pues es capaz el carácter psicopático de hacer recaer todas las desgracias que le proporciona a su víctima como resultado de incapacidad propia o enferma de la propia víctima. Antes se definía más bien como sádico narcisista (que es un concepto más entendible que el utilizado durante decenios por los telediarios y noticieros).
Si una madre es sádica narcisista los hijos tendrán por delante una tarea muy difícil de superar,  algunos nunca la superan. La visión que trasladan a los hijos del entorno social y de su propia manera de ver la vida les hace competitivos, los mide solo por resultados, y si no están a la altura son cosificados.
Un sádico narcisista no necesita matar, normalmente tiene a su alcance los medios para destruir el alma de una persona (alma es la mente y el corazón en sentido figurado, el niño que hay en cada uno de nosotros, de donde sacamos las ilusiones que nos dan fuerzas para seguir ante las dificultades de la vida) y eso es matarlos en vida, algo que no está penalizado y que es difícil de demostrar, más si se es una madre. No se les nota ser sádicos narcisistas en la cara (por el contrario, ellos son capaces de hacer ver psicopatías y cualquier patía a cualquier persona que se proponga hacérselo ver – incluso sobre esa misma persona; así es su falta de empatía, porque cada persona no termina de saber cómo es porque precisa el reflejo del entorno; el psicópata es capaz de distorsionar ese reflejo social y hacerlo pasar por real sobre una persona concreta; más si tienen poca experiencia o están invadidos de prejuicios). Un psicópata o una psicópata es capaz de convertir una mota de polvo en un desierto de arena, ante la vista de cualquiera, y no inmutarse viendo el sufrimiento causado, mientras su víctima naufraga en el mar de mentiras y prejuicios que esa persona creo a su alrededor.  
Cuantos más prejuicios sociales existen en una sociedad más prospera el sádico narcisista. Nadie es perfecto, ese tipo de personas lo sabe; el común de la gente suele aceptar las carencias o deficiencias de los demás; ellos las resaltan y las convierten en lo esencial de una persona concreta y desde ahí inician su destrucción ante la complicidad del entorno social.
Suelen ser “asesinos” admirados y emulados en sociedades o ambientes muy competitivos.
Todos, dadas unas circunstancias específicas de un momento determinado, podríamos deslizarnos hacia una postura psicopatíca, desde la cual ignorar que la persona que tenemos enfrente, o las personas que tenemos enfrente, también son personas como nosotros, e ignorarlas en su condición humana y buscar destruirlas en lo más íntimo. Son posiciones mentales posibles, deslizamientos posibles que pueden surgir cuando nos sentimos amenazados o gravemente amenazados o simplemente se ve una oportunidad única que se considera no se debe dejar pasar. Forma parte de la condición animal que se halla íntimamente imbricada a la humana por nuestra dependencia del medio material para sobrevivir y/o vivir en esta paradójica vida que es vivir en esta Tierra y que resulta la única certeza de vida (tal y como la concebimos) que podemos definir como vida real y constatable.
No se considera enfermedad como tal  pero existe combinaciones malamente consideradas simbioticas donde un psicópata o sociopata es capaz de aprovecharse de un neurótico culposo.
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Psicopat%C3%ADa

determinan una relación de doble vía, que habitualmente ocurre con un neurótico (este suele ser manipulado por el psicópata en una mal denominada "simbiosis"), en este caso la persona psicópata suele aprovecharse de la situación en los neuróticos culpógenos, neuróticos víctimas los cuales tienen un duelo casi perenne ya que no pueden sustituir al objeto perdido, es decir que se sienten culpables de algo con deseos (siempre inconscientes) de autodestrucción sintomáticos, muchas veces en una depresión con sentimientos de culpa que es aprovechada por cualquier psicópata generador de culpa o psicópata culpógeno.[12][13]

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