Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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viernes, 12 de junio de 2020

Una Teoría verosímil del Estado


Una Teoría verosímil del Estado

Las dificultades de establecer una teoría sobre qué es el Estado, (que nos permitiera construir claros paralelismos e identidades con el resto de Estados de nuestra esfera occidental) resulta un reto difícil de abordar, porque el Estado se nos muestra a través de personas concretas (aunque de ellas desconozcamos su identidad personal) que desempeñan funciones en su actividad profesional cuando representan, en algún aspecto, al Estado (funcionarios) desempeñando roles dentro de él; y aunque a veces podamos establecer percepciones subjetivas de distinto signo (positivas o negativas), basadas en el trato particular recibido por un funcionario o representante en funciones del Estado - ante las inevitables gestiones que debemos realizar ante él, o cuando por cualquier circunstancia propia del hecho de vivir en una sociedad organizada bajo una estructura jerarquizada que llamamos Estado, que actúa sobre los ciudadanos señalándoles sus obligaciones y sus derechos  – solemos acabar concibiendo, la mayoría de los ciudadanos, que el Estado parece ser algo más que las personas que desde él se relacionan con nosotros cuando nuestra condición en la relación es de ciudadanos (y como tales debemos, dada la naturaleza del Estado, acatar sus resoluciones en toda circunstancia, cuando son favorables o no son favorables, o sentimos que nos perjudican, o parecen alejadas de lo que entenderíamos, por nuestro particular criterio de sentido común, correcto (nuestro sentido común cotidiano), aunque sintamos que se aleja de lo que consideraríamos, “a priori”, conveniente. Por lo general se concibe como una estructura “etérea”, casi indescriptible, que flota sobre nosotros, sobre todos nosotros, de una manera u otra, haciéndonos “percibir” si las cosas van bien o no tan bien para nosotros o para la sociedad en general. Resulta difícil de señalar con precisión cómo surge o se mantiene ese “ambiente” coercitivo e incluso el “por qué”, en ocasiones, parece no existir en determinados momentos sociales – por lo general breves periodo de tiempo. Esa “sensación” de coacción e incluso miedo se percibe en los telediarios y noticieros. A veces realmente da pavor ver algunas imágenes de noticias (no solo del extranjero, donde países que consideramos occidentales y de gran nivel de democracia recurren  al “homicidio legal”, en circunstancias no siempre desbordantes que se contextualizan en conclusiones precipitadas  “me pareció que llevaba una pistola en el bolsillo o la mano” e incluso algunas realmente preocupantes sucedidas en nuestro propio Estado por tener el resultado de muerte o violencia, que parece  gratuita e innecesaria por razones de prejuicios o juicios precipitados que activan procedimientos agresivos o invasivos que resultan, en sí mismos, ofensivos al sentido común, y que parecía que el avance de la sociedad haría posible desterrarlos).

Lo que le pasó a una de esas personas, como Geroge Foyd (padre de familia, violentado y muerto por agentes de la autoridad, que era persona antes de morir), concebimos, aquellos que no están guiados por prejuicios, que podría pasarle a cualquiera – según las circunstancias - y que realmente somos – nos guste o no – una sociedad global; en nuestra sociedad global los mensajes hacia las sociedades occidentales trascienden fronteras y llega, por lo general, nítidamente a los ciudadanos, a los jóvenes y no tan jóvenes, por medio de películas de cine, series populares o imágenes de noticieros, o redes sociales; y entendemos que la violencia  que se dé en EEUU o en Barcelona no debiera resultarnos indiferente como ciudadanos – por el solo hecho de vivir a  unos cientos  o miles de km de distancia. Así se ha entendido en otros países, la violencia en razón de prejuicios no cesa  muerte de George Floyd y lleva a unos a protestas de “ira” ante acciones irremediables del Estado sobre una persona concreta, y a otros a desencadenar una “gran Ola de solidaridad internacional” a nivel Internacional.

 

·         Bandera de Reino Unido Reino Unido: Los parlamentarios del Partido Laborista británico, Claudia Webbe y David Lammy, criticaron la muerte de Floyd.110111
·         Bandera de Canadá Canadá: El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, dijo que el racismo era real y existía tanto en Estados Unidos como en Canadá. Luego incitó a los canadienses a enfrentarlo.112
·         Bandera de Ciudad del Vaticano Ciudad del Vaticano: El Papa Francisco se dirigió a la muerte de Floyd durante su oración semanal en el Vaticano el 3 de junio: "Queridos hermanos y hermanas en los Estados Unidos, he sido testigo con gran preocupación de los inquietantes disturbios sociales en su nación en estos últimos días, después de la trágica muerte del Sr. "George Floyd". Añadió: "No podemos tolerar ni hacer la vista gorda ante el racismo y la exclusión de ninguna forma y, sin embargo, pretender defender lo sagrado de toda vida humana".113
·         Bandera de República Popular China China: El Ministerio de Relaciones Exteriores de China, que ya había acusado a los Estados Unidos de intromisión clandestina respaldada por la CIA en las protestas anteriores en Hong Kong bajo la Fundación Nacional para la Democracia, denunció el asesinato de George Floyd con la declaración: «La muerte de George Floyd refleja la severidad de la discriminación racial y la brutalidad policial en los Estados Unidos».114
·         Bandera de las Naciones Unidas Organización de las Naciones UnidasMichelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, lo condenó como otro asesinato más de afroamericanos desarmados, pidió a Estados Unidos que tome «medidas serias» y ponga fin a la repetición de tales asesinatos.115
·         Bandera de Rusia Rusia: El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia dijo que los Estados Unidos tenían un historial de abuso sistemático de los derechos humanos.116
·         Bandera de Siria Siria: La oposición siria en la zona desmilitarizada de Idlib, al norte del país árabe, compararon la brutalidad policial en los Estados Unidos con la participación de las Fuerzas Armadas Árabes Sirias y el gobierno del presidente Bashar al-Ásad en la guerra civil, así mismo las tropas opositoras pintaron murales con la cara de George Floyd en Idlib.117
·         Bandera de Turquía Turquía: El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, atribuyó la muerte de Floyd a un «enfoque racista y fascista» por parte de Estados Unidos y dijo que Turquía supervisará el tema.118
·         Bandera de Irán Irán: El ayatolá Ali Khamenei, Líder Supremo de Irán, retuiteo un tuit diciendo que las personas con piel oscura se enfrentarían a la muerte «en los próximos minutos» si salían a las calles estadounidenses.119
·         Bandera de Palestina Palestina: El Comité Nacional de Boicot, Desinversiones y Sanciones, un movimiento antiisraelí palestino, ofreció solidaridad al Black Lives Matter, expresando que «como pueblos indígenas de Palestina, tenemos experiencia de primera mano con el colonialismo de los colonos, el apartheid y la violencia racista ejercida por el régimen de opresión de Israel, con el financiamiento militar y el apoyo incondicional del gobierno de los Estados Unidos».120
·         Bandera de Irlanda Irlanda: El Taoiseach irlandés Leo Varadkar menciono que había una «ausencia de liderazgo moral» en los Estados Unidos tras la muerte de George Floyd.121
·         Bandera de Perú Perú: El presidente peruano Martín Vizcarra durante una conferencia expresó que lo ocurrido con George Floyd es «una muestra de racismo y de discriminación» que debe ser rechazado, así mismo dijo que de acuerdo a lo respondido en el último censo nacional, más del 50% de peruanos se sintieron discriminados alguna vez en su vida; por último felicitó a la comunidad afroperuana por el Día de la Cultura Afroperuana.122
·         Bandera de la Unión Africana Unión Africana: El Presidente de la Comisión de la Unión AfricanaMoussa Faki Mahamat, criticó el asesinato. Las embajadas estadounidenses en África también condenaron el incidente, en una medida que los medios describieron como inusual.123
·         Bandera de India India: El Dalai Lama, en India, mientras enseñaba a estudiantes, condenó el asesinato de George Floyd diciendo: «... Y hay algunos que incluso se enorgullecen de poder matar a alguien».124

Esa solidaridad vendría a señalar la existencia común, en muchos Estados, de no solo la práctica de una coerción violenta – por lo general innecesaria y que tiende a abreviar procedimientos funcionariales, o son producto de un simple pretexto – en más ocasiones de las conocidas públicamente, que son reprochadas por el común de las sociedades avanzadas por inhumanas, cuando no son abiertamente consideradas crímenes inútiles que hacen posible que se perciba al Estado como ese ente abstracto – que tiene vida propia, a veces al margen de las voluntades políticas de los representantes de los ciudadanos – y que se arroja sobre sí mismo el “derecho” a administrar sufrimiento innecesario o directamente quitar la vida a las personas de manera “sobrevenida”, “accidentada”, donde el propio Estado, llega a alegar “haber seguido procedimientos habituales”. Y sin embargo, a pesar de la voluntad de muchos ciudadanos en “entender” que los Estados suelen ser sinceros cuando realizan estas declaraciones a sus propios ciudadanos, se acaba por “detectar” que no siempre el Estado – a través de sus representantes – lo son, sobre todo desde que existen medios y avances tecnológicos al alcance de cualquier ciudadano, que muestran, en especial, las actuaciones de las estructuras del Estado especializadas en la seguridad y el orden con motivo de lo que parecen excesos al “sentido común” cuando presencian determinadas actuaciones. Si estos excesos se comprenden reiterados, vienen de lejos sin remitir y permaneciendo latentes, y el Estado se muestra “sordo” e impasible, es cuando una situación puntual puede hacer estallar la indignación generalizada; como es el caso que ocupa con la muerte de George Floyd. Se tiende a circunscribir y delimitar ese impacto concreto bajo el concepto de racismo (al menos aquí en España, con esa “técnica” de delimitación creemos alejarnos del problema y considerarlo ajeno, como si no nos afectara y fuera problema de otros países y Estados); el uso de esa “técnica” de comunicación parece resguardarnos, pero nos hace olvidar que es un prejuicio (de los muchos existenten que hacen posible injusticias similares o idénticaspero con una misma base de “conveniencia” personal y particular, de la cual evitamos realizar una reflexión profunda), y que consiguientemente, prejuicios hay de toda índole (y como tales prejuicios son capaces de arruinar vidas, causar muertes absurdas e indignantes y obtener las mismas respuestas del Estado cuando alguien se atreve a publicar la noticia de un hecho que alcanza la opinión pública; pocos se atreven, a señalar las improcedencias o excesos cometidos y mucho menos adjuntar sus nombres y cargos para dar fortaleza a sus opiniones profesionales cuando se  señalan los excesos en notas de prensa y el periodista busca opinión en entornos profesionales donde se dio lo que parece un abuso con resultado de grave perjuicio o muerte; en general tienden a ser noticias muy asépticas – porque la simple narración de los hechos ya es conmocionante en sí).
Prejuicios que circulan y son fomentados, a veces, por grupos políticos (cuando las circunstancias sociales les hacen ver que ello les otorgaría alguna ventaja electoral), asociaciones o grupos civiles donde se fomentan prejuicios, a veces también las médicas si se salen de las instrucciones de la OMS respecto de la manera de acabar con prejuicios sociales respecto de tipos de enfermedades o padecimientos estigmatizantes; e incluso por el propio Estado. Obviamente es un tipo de violencia latente o implícita y como ciudadanos tampoco solemos ser conscientes del lenguaje que empleamos comúnmente en muchas de las conversaciones o diálogos que se realizan desde los medios de comunicación – y que acabamos por asumir o emular para no tener que reflexionar, ya lo hacen por nosotros, y a veces creemos a pies juntillas. A veces se hace creer al subconsciente colectivo de la sociedad que el valor personal está vinculado, de alguna manera, con ciertas formas de actitudes defensivas que implicarían predisposición a aceptar ciertas formas de violencia – cuando en realidad ello es lo opuesto al valor y más propio de la expresión de miedo, miedo por desconocimiento o  incompetencia, por ejemplo.
El filósofo Gustavo Bueno, retaba desde una de sus charlas a que alguien definiera con precisión qué es el Estado. Era obvio que, en el desafío, él mismo se propondría como árbitro, analizando con detalle el más mínimo término empleado por quien argumentara intentando asumir dicha meta; y conociendo toda la exquisita precisión que requería a los contertulios de las tertulias donde él participaba (hasta el punto de que era capaz de interrumpir, una y otra vez en razones de falta de precisión en los términos empleados por cualquiera de los eruditos que le acompañaran, y acababa por ser silenciado por el moderador y reservada su intervención en momentos concretos, pues su presencia daba a entender que nadie de los presentes – y por extensión, la propia sociedad – empleaba con propiedad los términos para expresar una simple frase que aportara una idea con la que poder iniciar la tertulia) se ve tarea imposible de satisfacer (y sin embargo, existe la certeza de que empleamos las palabras y frases sin saber, realmente, qué es lo que estamos diciendo, o el alcance o profundidad de lo que estamos diciendo, por el simple hecho de que en nuestro entorno (social e incluso los propios medios de comunicación) las emplean habitualmente como si de una gama de coletillas inconscientes se tratara (así pues, la pretendida tarea implícita de Gustavo Bueno en intentar que las personas, sobre ciertos temas, hablaran con propiedad no hacía otra cosa que casi ofender a los presentes en las tertulias, más pendientes de llegar al público que de hablar con precisión).
Sin embargo, desde el punto de vista que representa lo cotidiano para cada ciudadano, tal vez viniera bien una aproximación desde la cual se pudiera obtener una explicación de ¿Qué es lo que ocurre con el Estado y en el Estado para que pueda considerarse - a pesar de los anhelos de la mayoría de los ciudadanos de vivir sin conflictos, sin violencias, sin prejuicios antagónicos, en prosperidadaunque sea desde cierta pobreza material, si en ello toca una etapa – desde la solidaridad, cooperación, el abandono de las rivalidades, el reconocimiento de los valores positivos que nos enseñaron desde niños… todo ello cambie y se transforme, cuando se accede a la etapa adulta, apareciendo sistemas “defensivos” de los individuos activados para sobrevivir en una sociedad que consideramos avanzada y del Bienestar?

La primera referencia que parece conveniente realizar sería que el Estado, como aparato, está formado por personas, por lo general, muy altamente cualificadas y especializadas para la función que ha de realizar, ya sea puramente administrativa en cada una de sus especialidades que incluyen todo el saber, conocimiento y disciplina existente en la sociedad a la que pertenecen. 
Hacienda, Economía, tributos, ordenanzas, legislación general Administrativa, Procedimiento Administrativo, servicios sociales, gestión del personal interno, seguridad ciudadana, extinción y prevención de incendios, inspecciones de actividades comerciales e  industriales, revisión e inspección de edificios, planeamiento y diseño urbano, seguridad y manipulación alimentaria, consumo, prevención de riesgos laborales, derechos ciudadanos, Educación (desde la infantil, hasta la universitaria y la adulta y de inserción de jóvenes), servicios para la integración social (adiciones, dependencias… conductas violentas), medicina y salud (desde la prevención hasta la intervención intrusiva) Salud Mental y Bienestar Social, Agricultura, Ganadería, Comercio, Medio Ambiente, Potabilización y tratamiento del agua potable y residual, Inspecciones de vertido de particulares, Red de alcantarillado, Bibliotecas y centros infantiles y juveniles, Guarderías, Centros para Mayores, Actividades Culturales transversalmente accesibles, Festividades, permisos licencias, ordenación de la circulación, señalizaciones y peatonalización, mantenimiento de calles, aceras, parques y jardines, Administración de las propiedades municipales, Sociedades y Patronatos destinados a la cultura, el ocio, promoción del turismo, grandes infraestructuras, controles de calidad en todos los ámbitos; atención a reclamaciones, sistema judicial (con funcionarios que realizan desde tareas administrativas rutinarias sujetas a procedimiento, secretarios judiciales, jueces y niveles de especialización y competencia judicial (salas de lo contencioso administrativo, salas de lo penal, lo civil, de lo social o laboral, mercantil, vigilancia penitenciaria, juzgados de primera instancia o instrucción, registro civil, Juzgados de Paz, Tribunales Superiores de Justicia, Audiencia Nacional, Tribunal Supremo, guiados por los principios de  imparcialidad, Principio de independencia, Principio de inamovilidad – no se les puede remover de su cargo, como garantía a su independencia,  Principio de responsabilidad ante sus propios órganos (sin interferencias de los poderes ejecutivos o legislativos), Principio de legalidad) Fuerzas de Seguridad (municipal, autonómica, Nacional, Guardia Civil, y Fuerzas Armadas (tierra, mar y aire, telecomunicaciones) para la defensa del territorio, la cooperación internacional por la pacificación, apoyo humanitario y Unidades Militares de Emergencia en apoyo a la ciudadanía. Centros Penitenciarios (para la rehabilitación). Especialistas en discriminación y colectivos vulnerables; Contra el maltrato Infantil, de la Mujer o en razón de sexo o raza o cualquier otro tipo de discriminación (aquí sigue habiendo carencias). Protección del Medio Natural y Desarrollo rural; Agricultura, Ganadería, Pesca, Clima – con la previsión del Tiempo atmosférico y marítimo; Investigación en todas las ramas de la tecnología y las ciencias; especialistas en garantías de derechos civiles (libertad de pensamiento, prensa, opinión, credo, enseñanza, libertad de cátedra, libertad de expresión, de manifestación, de residencia, de transito, derecho a asistencia medico-sanitaria, a formación académica, a lo no discriminación en causa alguna de ninguna naturaleza por cuestión de opiniónaquí parece ser que tenemos lagunas aún) Relaciones Internacionales, Tratados y Convenios Políticos, Económicos, Sociales, de protección de Derechos civiles, humanos, infantiles, de la mujer, de la condición humana en general. Protocolos, Transportes de toda naturaleza (terrestres, marítimos, aéreos); Ingenieros de toda naturaleza, Telecomunicaciones, Astilleros, Grandes empresas vinculadas con el Estado, Corporaciones de televisión y radio; Ferrocaril……pertenencia a organismos supraestatales (UE, OTAN, ONU) vinculación con el Derecho Europeo en mercancías, libre comercio, libre tránsito de personas, defensa mutua, Tribunales Europeos e Internacionales…

Con esta aproximación contenida en el recuadro podemos hacernos idea de lo que es una estructura del Estado en un país como el nuestro, homologado a los de su entorno occidental europeo. Cualquier experto seguro que señalaría funciones que no se han relacionado – es seguro y probable, pues la redacción ha sido hecha prácticamente de memoria, pero al menos es suficiente para trasladar la magnitud de la estructura de un Estado como el nuestro.
Sí que existe alguna omisión realizada a propósito, para dedicarle más espacio al propósito de este artículo – cualquier otra omisión que un experto especializado señale seguro que será acertada (nadie sabe todo de todo; y esta es la cuestión esencial en a la que intenta aproximarse el artículo; causa y raíz, probablemente, de las contrariedades que podemos sentir quienes en el papel de ciudadanos nos topamos con los “limites” (aparentemente etéreos) que presentimos nos llega desde ámbitos superiores e indefinidos – aunque se exprese personalmente o por una comunicación o ausencia de la misma –y que representa (o es, en sí mismo, manifestación del Estado, y que por lo general se expresa, para la mayoría de los ciudadanos, en el bolsillo, con la consabida frase: “A pagar toca” ó “toca pagar” que son las expresiones más generalizadas – pero no la única versión con que el Estado se nos puede mostrar, aunque solemos disociar de Estado a la Enseñanza, la Universidad – por su autonomía – o a la propia Medicina Pública; sin embargo son Estado también. De alguna manera, para hacerlo más práctico, un municipio es la representación del Estado más cercana que tenemos y dependiendo de sus dimensiones (población, territorio, circunstancias de ubicación) casi tan complejo como un Estado, al menos reflejo del mismo en su estructura.
Dos elementos esenciales faltaban de señalar a la descripción del Estado: En nuestro caso el Rey; y el sistema de representación del pueblo (de los ciudadanos) los partidos políticos o candidaturas electorales. Como señalaba los dejaba aparte para intentar hacer visualizar una aproximación mejor a la idea de Estado.
En el primer caso el Rey, o tal vez más precisamente, La Corona, es una  institución de nuestro Estado. En este blog hay suficiente referencia hacia la conveniencia, necesidad y casi deber inexcusable, de mantener esta, nuestra institución, aunque se halle sometida a crítica como lo están la mayoría de personajes públicos que por cuya naturaleza precisamente pública están sujetas, en alguna manera, a la  opinión  desde los medios de comunicación. Es el símbolo y representación de nuestro Estado. Y a la vez, aunque se critique que su posición en la representación del Estado no fue resultado de una votación expresa para determinar la forma de gobierno en España después de la Dictadura que sucedió a la guerra civil, debiéramos convenir – al menos así lo hace mi persona que sin la Monarquía la posibilidad de que España hubiera realizado un tránsito a estructuras representativas e iniciado una transición que nos llevara a la Democracia, hubiera sido no solo impensable, sino imposible; como señalaban todos los corresponsales extranjeros en España por aquél tiempo, que esperaban en cualquier momento (así lo manifestaban a sus redacciones en el extranjero) una involución (más o menos incruenta, como las vistas en Chile o posteriormente en Argentina) que truncara el camino iniciado por el tándem JCI/Suarez – la conspiración, transversal y profunda, muy profunda, no consiguió su objetivo, ni por un extremo ni por el otro.  Por el contrario salió reforzada la monarquía - quedaron al descubierto, parece ser, todas las tramas conspirativas de un extremo al otro - como única fórmula capaz de evitar la resurrección del confrontamiento por “legitimidades históricas” que se pretenden resucitar – como siempre nos ocurre en España una y otra vez, como si se tratara de una verdadera maldición.

 (“legitimidades históricas” hoy nuevamente resucitada a raíz de la primera crisis económica del s.XXI, por el partido de los conservadores catalanes; señalando el camino de la República, cuando sabemos que no es más que un “truco- político” para debilitar el Estado y optar a la independencia real en Catalunya). La Constitución española refleja todos los valores republicanos, absolutamente todos y, sin embargo, un “efecto” o “afección” o “prevención” o “prejuicio” por definir, no los hizo plenos en los todos los ciudadanos (es intento de este artículo aproximarse a ello, no es responsabilidad de la Monarquía ni de ningún rey; más bien parece propio del carácter español – como tal sesgo de carácter, que parece común, o al menos aparece cuando menos se le espera obstaculizando esperanzas legítimas – sobre todo,  difícil de tratar). De facto nos constituimos en una Monarquía Republicana o si se prefiere en una República Monárquica (de hecho no tenemos primer ministro si no Presidente del Gobierno algo más que un giño más – donde la Corona a reiterado, en múltiples ocasiones, su respeto a los combatientes españoles republicanos cuando ha viajado al extranjero, especialmente en Francia y su papel posterior en la resistencia al autoritarismo Nazi y en la liberación de París – lo que nos debería llevar a reflexionar, un más, en el porqué esos gestos de reconciliación, en  entorno a veteranos, no somos capaces de hacerlos en nuestro territorio, de manera reglada, institucional y simbólica, señalando así el inicio de la reconciliación y el asentamiento de los valores constitucionales; dando la impresión que esa mochila de la guerra pasada sigue interesándose que la soporten todas las generaciones venideras).
Recordar que cuando en 1931 se instaura la República se hace a través de unas elecciones municipales – algo de irregularidad hay, aunque se apele a las circunstancias del momento – esperar a las generales probablemente o a un referéndum probablemente hubiera sido rechazado el cambio de régimen; también es cierto que existían ya excesos y violencias que deformarían la libertad de voto e incluso manipulaciones en los resultados de ambos bandos rivales – parece ello ya acreditado. Y hubo víctimas previas, como suele pasar siempre que se insta a un cambio de régimen, como los militares procedentes de Jaca. 
En 1936 la trama que derribó la II República era profunda, tanto (tanto como olvidar que el acceso al Mediterráneo no podía caer nunca en manos de un Estado débil que pudiera ser derrocado por una revolución en lo que eran los prolegómenos, ya, de una Guerra Mundial), que se iba viendo cómo los movimientos del gobierno destinados a controlar el golpe, las piezas puestas para inmovilizar la conspiración iban cayendo una tras otra – tal vez la mayoría de la población no lo percibiera con nitidez; tal vez, no tan claramente, pero el Gobierno, sin duda, sí lo iba percibiendo, como así aquellos que estaban en su entorno. Fue imparable – hasta el punto de que, como siempre suele ocurrir, habría una conspiración dentro de la propia conspiración, que hizo posible que el resultado fuera el que fuéestimulando reacciones y provocaciones, y respuestas a provocaciones en un ambiente de crispación, intolerancia, desconfianza, amenazas, violencia, desafíos y demostraciones de fuerza
También señalar dos circunstancias que parecen evidentes y que se refieren a la experiencia histórica en nuestro Estado. Las muertes de nuestros gobernantes suelen ser amargas (el General Prim, Miguel Primo de Rivera, Azaña, el propio Alfonso XIII, Carrero Blanco..,–  del General Prim se asegura  que hubo conspiración y se le dio la muerte real en la cama, ya herido, en su entorno familiar (según programa reiterado en Radio Nacional de España) – piensen en la amargura de esas familias, así puede llegar a ser nuestra patria). Somos un pueblo que sufrimos la violencia, a veces muy extrema, cuando nuestros gobernantes no se ponen de acuerdo; o cuando alguien se anima a pasarle “factura” al gobernante, o ex_gobernante, de turno (como si se ajustaran cuentas en cuanto fuera posible, esa es la impresión que se pudiera obtener desde la distancia). Como pueblo nos animamos a creer que un cambio de régimen puede hacer cambiar todo súbitamente para bien, y suele ello ser antesala de graves decepciones, preludio de tragedias (porque la naturaleza de los Estados son las que son y la riqueza no brota de las piedras y las contradicciones y penurias de la vida dependen, en su intensidad, del trato que nos demos los unos respecto de los otros y no del régimen, en sí, si es republicano o monárquico – así de claro lo tenían los Socialistas, y la izquierda en general, antes del advenimiento de la II República. Y cierto es que la violencia extrema de aquella confrontación sirvió para prolongar rivalidades y antagonismos que nos llegan hasta hoy día, sin que hayamos sido capaces de poner un punto final de concordia, que es lo que anhelaban  la mayoría de los españoles al entrar en la democracia en 1978). Las Repúblicas nos sientan mal, muy mal. En la primera, instaurada desde cierta objetividad coyuntural, acabó en menos de un año con varias ciudades sublevadas y abundancia de muertes. La segunda aún la recordamos sin poder establecer un punto de encuentro que le ponga punto final de una vez, sin vencedores ni vencidos, y mirando al presente y al futuro para siempre. Y sin embargo hemos conseguido una Constitución repleta de valores republicanos que no terminamos de apreciar como se merece y que ha hecho posible, gracias a la Unión Europea también, que hayamos disfrutado del periodo de paz y prosperidad más largo desde el inicio del siglo XX – y casi de toda la Historia de España como Estado.

La otra pata es la representación política de los ciudadanos en el Estado, a través de las elecciones de candidatos por medio de los partidos políticos.
Sin embargo, ambas patas (Corona y representación política de la ciudadanía) siendo esenciales para constituirnos como un Estado democrático, no resultan esenciales a la estructura del Estado en el sentido de resultar esenciales para su funcionamiento. El Estado puede funcionar teniendo en su representación distintas maneras de constituirse, incluso en ausencia de Gobierno o en carencia de su representación máxima y simbólica (por ello existe la bandera de España, capaz de sostener el símbolo del Estado por sí misma – esa es su función). 
Basta imaginar la estructura del Estado como un ente físico, soporte físico en edificios (que pueden llegar a ser estructuras físicas prescindibles en el futuro, dados los avances telemáticos y los peligros que ahora visualizamos con las pandemias) y personas que siguen realizando su tarea pese a cualquier inclemencia del “tiempo”; desarrollando sus funciones, realizando sus expedientes (siempre hay expedientes que terminar, concluir, notificar y archivar) siempre hay servicos que garantizar a los ciudadanos, impuestos que recaudar, gastos que realizar, reparaciones, subsanaciones…
Quien llega por primera vez a la responsabilidad de dirigir esa maquinaria difícilmente sabe de la dimensión de la misma o de su funcionamiento interno, de las normas internas que la dirigen cotidianamente o cómo “toma vida” en la cotidianidad de los funcionarios el procedimiento administrativo. Tiene que ser asesorado, aconsejado, reconducido su pensamiento hacia cómo funciona una Administración. Ahí aparecen las personas de alto nivel, funcionarios también, que muestran el camino para que los proyectos del neófito pudieran tomar cuerpo y realidad en la medida de lo posible (los plazos, los requisitos legales, las reclamaciones, las impugnaciones, las obligaciones adquiridas antes de llegar, los gastos corrientes, los del capítulo I, las deudas que se tienen, los proyectos que se aparcan, las protestas o demandas vecinales,… representan, todo ello, también parte de la gestión, son parte de la Administración y del Estado, que no suelen tener en cuenta, siempre, aquellos que piensan que gobernar sólo es cuestión de mandar). La Administración es un mundo aparte, que tiene sus propias normas y procedimientos, donde los discursos hechos fuera de ella – para los ciudadanos o la oposición – si quieren plasmarse en realidades tienen que realizar un trayecto, por lo general mucho más largo de lo que pensare cualquiera que se dijera así mismo que basta con “llegar y besar el santo” para cambiar todo de la noche a la mañana (por el contrario ese pensamiento suele ser una ingenuidad que, por lo general, suele tener un alto coste para los ciudadanos y la propia Administración).

La sociedad inició el camino de la especialización a través de la experiencia y el conocimiento que esta proporcionaba abarcando más tareas y actividades distintas y diferentes, a medida que el progreso tecnológico se iba innovando y con ello otorgando más poder real a cada Estado;
(podemos imaginar como hace muchos siglos aparecieron los escribas – vinculados con ramas sacerdotales influyentes precisamente por ir narrando los hechos de los primeros Estados, como rama culta que sabía escribir, y donde se podría recordar situaciones pasadas, cómo se gestionaron o solucionaron -  la seguridad interna del Estado, el ejercito dirigido por el propio Rey o Faraón,  los funcionarios recaudadores de impuestos, los agricultores, ganaderos, comerciantes, alfareros, carpinteros, albañiles, tejedores, curtidores, astrónomos, constructores de carros y naves, de armamento, herreros…Donde ya aparecen los elementos necesarios para considerarse tal Estado: Funcionarios/Burocracia, Monopolio Fiscal, Ejercito/Policía y Monopolio legal de la Fuerza – así como un Territorio, una Población y un Poder Soberano que se expresa: Estricto (pura aplicación de fuerza) y/o Legítimo (reconocido por los dominados)

hasta llegar a la especialización de nuestros días
(donde se abre una nueva etapa de innovación mucho más profunda, pero con la característica de afectar al mundo Globalmente – sea cual sea el camino que los Estados/Nación tomen: Ya sea a través de la cooperación internacional – que es la que ha creado la mayor etapa de paz y prosperidad, relativa, en la Civilización Humana, dentro de lo que conocemos como Historia documentada de la Humanidad – o vuelvan a una situación de pugna/antagonismo por el liderazgo de la Civilización Humana y el proyecto de cómo debiera ser su futuro en nuestro planeta)
y que, hasta ahora, permite generar y explorar nuevos ámbitos a los ciudadanos y satisfacer las necesidades de los Estados/Nación y su población. Sin embargo, lo esencial del Estado que se constituyera hace unos 5.500 años, sigue persistiendo hasta nuestros días, determinando, básicamente, las relaciones de los ciudadanos entre sí y con el poder del Estado. Hasta ahora hemos ganamos capacidad en abarcar múltiples disciplinas y conocimientos muy específicos y técnicos, haciendo posible el desarrollo tecnológico y, consecuentemente, si el trayecto inmediato/futuro fuera similar, nos iríamos acercando a mejorar nuestro Estado de Bienestar (con fuerte y mayor influencia del Estado que “vela” por sus ciudadanos – algo en lo que todos no están de acuerdo, pues se duda de quei un poder mayor del Estado  comportara pérdidas de libertades básicas/esenciales que hacen posible el desarrollo integral de la persona en los planos material/espiritual, que es lo que parece, a veces, suceder cuando el Estado se considera a sí mismo el mejor sabedor – el que más conocimientos tiene – sobre lo que conviene a los Ciudadanos y a él mismo – tendiendo a anular lo que consideramos “sentido común” – por ser el Estado un “ente” impersonal regulado por normas y leyes que pueden resultar  frías – tiende a anular  la iniciativa privada o ponerle muchos obstáculos,  a socializar el fruto intelectual de trabajos o las ideas de sus ciudadanos, sin reconocer – por lo general - méritos a estos).
La Administración está conformada por personas que saben, de los que más, en sus competencias, porque todos no podemos saber de todo, y se precisa un pensamiento “de procedimiento” para entender la Administración y las Administraciones. Es una estructura que tiene sus inercias determinadas por el procedimiento. Es un requisito seguir sus procedimientos reglados para que estos puedan producir efectos. Y los políticos que acceden, por medio de elecciones, a sus órganos de dirección se someten a esos mismos procedimientos no pudiendo interferir en el trabajo burocrático de los funcionarios de la Administración, ni obligarles a firmar en un expediente algo con lo que como funcionarios no estuvieren de acuerdo o les pareciere fuera del procedimiento (en ese caso suele “salvarse” la situación asumiendo el político la responsabilidad de una decisión contraria a la sometida a aprobación que le llega  del propio funcionario). Es decir, las percepciones de un representante político pueden diferir del funcionamiento de la Administración - por el mero hecho de no poder estar todas las personas especializadas y conocedoras de todos los procedimientos y de todas las normas legales a las que están sujetos - de ahí que existan altos funcionarios que “unen” el aparato de la Administración y la ensamblan con la dirección política siendo personas clave, sin las cuales difícilmente el programa de un partido político que accede al poder podría aplicar sus propuestas electorales. Los órganos de Control de las instituciones (Plenos, Comisiones,…) son donde se ejerce la exposición, debate e intercambio de opiniones por parte de otros grupos políticos de la actividad del Gobierno (donde los proyectos de obras, acuerdos económicos, proyectos sociales…etc. y  los expedientes concretos pueden ser examinados y debatidos… compras, acuerdos, contratos, convenios, enajenación de terrenos o propiedades, licencias, proyectos para la ciudad, subvenciones, ….).es decir, se examina si las potestades del gobierno se están ejerciendo correctamente desde el ejercicio del Gobierno.  Es en este punto, por lo general, donde los ciudadanos piden transparencia y acceso a información sobre qué hacen los gobiernos con los recursos públicos (del Estado, Estado que, en ideal, debiéramos ser el conjunto de todos los ciudadanos, para que pudiera darse una idea de legitimidad plena del Estado, en su definición).
Nos fijamos siempre en el nivel político de gestión, pero también existe un nivel de gestión directo del Estado sobre los ciudadanos, directamente por funcionarios – por ejemplo a través de la propia burocracia Administrativa, o de los sistemas de Seguridad (policías municipales, autonómicos, Nacionales o Guardia Civil), o los sistemas de Enseñanza y Formación, o de las Universidades (aunque tengan su autonomía) o de los Sistemas Sanitarios (aunque tuvieran estatuto aparte) o de los Sistemas Asistenciales (como los Servicios Sociales) o los Sistemas de Empleo y subsidio, la Hacienda Pública…  Existe, pues, un margen de actuación (aunque se halle reglada y muy determinada) en funcionarios públicos o estatutarios cuando ejercen su función al público o a sectores concretos de la población (policía, médicos, inspectores dependientes de la Administración, profesores, maestros, jueces, …) - por ser circunstancias en las que puede aparecer, en alguna medida, el factor humano de percepción y decisión. Y es aquí donde las incidencias, por lo general, aparecen por no entender muy bien o no siempre conocen el procedimiento o el objetivo del mismo, pueden llegar a percibir al Estado como “ente ajeno”, “diferente” o “frío”…. en el que los representantes políticos tienen la misión de “armonizar” “mejorar” y hacer cercana la Administración (el Estado) a los ciudadanos - aun siendo ellos, como representantes políticos, también “fiscalizados” y sometidos a las normas de la propia Administración (Estado) – de ahí el que hablemos de que todas las personas deben de ser iguales ante la ley (Estado) en deberes y derechos. Es decir, el Estado, de alguna manera, es “independiente”, incluso del poder representativo político (que representa la soberanía de los ciudadanos) e incluso de sus propios Funcionarios que lo componen – en cuanto también son ciudadanos – también sometidos a las normas y leyes de la Administración (Estado) - aunque como tales funcionarios estén más cualificados y especializados en conocer la Administración que la inmensa mayoría de los ciudadanos
Los desencuentros con el “Estado” (o sus representantes) pueden alcanzar cotas llamativas (como las señaladas en el caso de la actuación policial en EEUU, o en el pasado en el Ensamble de Barcelona, o de médicos u hospitales dependientes del Estado donde una actuación errónea o abusiva ocasiona una muerte innecesaria), por poner casos extremos, donde el resultado del margen de actuación del “Estado” – personificado en empleados públicos – pueden dar como resultado situaciones irremediables que, objetivamente, visto desde una perspectiva “objetiva” nunca debieron llegar a tales extremos; resultando desmedidos y desproporcionados, que muestran un amargo e intimidador rostro de un Estado en la sensibilidad generalizada de los ciudadanos de cualquier Estado – porque todos los Seres Humanos estamos sujetos a un Estado (o al menos esa es la condición o premisa que se exterioriza para que como personas aceptemos los Estados) que a todos, o a la inmensa mayoría, nos haría iguales, similares y de la misma condición (en derechos y deberes), en todo el orbe de la Tierra. Así pues la Civilización Humana está estructurada ante unos sistemas jerárquicos llamados Estados, de ahí que aparezca la solidaridad internacional ante el reciente hecho ocurrido en EEUU. 
 Es el “contra sentido común” - por algún tipo de conveniencia o convencimiento particular - lo que hace posible que, teniendo en común la naturaleza de ser ciudadanos, exista solidaridad internacional ante abusos que no serían posibles sin la existencia de ese margen de actuación que, en Nombre del Estado, hace posible una situación injusta por gravosa, violenta o irremediable.
La experiencia es diferente en cada persona o ciudadano, el conocimiento también, pero las experiencias comunes les tienden a unir en un criterio y pueden establecer solidaridad para detener o reconducir arbitrariedades, excesos o violencias inhumanas sobre personas o colectivos en razones de raza, credos, ideas sociales o políticas, condición sexual, o cualquier otra causa estigmatizante que permita – incluso por medio de argumentos pretendidamente científicos – violentar, atormentar, agredir, ofender, vulnerar, o ningunear la dignidad Humana, ya sea en nombre del Estado y la seguridad – sin adquirir responsabilidad ante la propia sociedad, aludiendo que se siguieron los procedimientos legales – cuando estos, a la vista de los resultados cuando son realmente adversos, ofenden el mínimo decoro y deber de respeto a la condición humana.
Es aquí donde podríamos, tal vez, empezar a hablar de Estado profundo (Estados profundos) (que todos los Estados/Naciones parecen tener en común) cuando se mantienen “prejuicios” (y los efectos que generan sobre ciudadanos).
Desde esta visión de “margen de actuación” se puede entender que instituciones, en las que dentro de sus responsabilidades se hallare la seguridad e integridad del territorio del Estado, sus funcionarios, los más altos de ellos, remitan, tal vez, al gobierno las incidencias, puntos débiles o fuertes de la seguridad interna y externa; e incluso por sí mismos manejen suficiente especialización profesional para determinar perfiles de personas de toda índole (desde funcionarios, personas conflictivas o potencialmente conflictivas, confidentes, informes varios….) y en ello realicen  sus propios estudios y ficheros confidenciales, que siendo de naturaleza relativa a la seguridad del Estado estén bajo parámetros no contemplados en la Constitución (al menos como lo considerara que debiera serlo la ciudadanía en general, cuando sus datos pueden estar conformando expedientes surgidos a propuestas de personas que sostienen rivalidades o antagonismos, sin saber qué de cierto hay, o existe, en ellos y que deriva pudieran tener el presente o futuro esos expedientes en sus vidas cotidianas o en las dificultades o entorpecimientos en desarrollar un proyecto de vida personal o familiar).  Incluso cabe preguntarse si se confeccionan ficheros similares en otros ámbitos (educación, servicios sociales, integración de menores tutelados…) que pudieran ser compartidos o expuestos sus contenidos en reuniones transversales de funcionarios a la hora de valorar la seguridad de un barrio concreto y qué garantía poseen esos ficheros para el bienestar de las personas o familias que en ellos aparecieran… si tienen acceso a ellos, quién evalúa la veracidad de los mismos y si existe posibilidad de someterlos a reconsideración o extinción de los mimos o que leyes o reglamentos los autoriza, durante cuánto tiempo y qué controles de calidad sufren…..etc.
Como se puede apreciar el poder, como capacidad de hacer (bien o mal) existe al margen del poder político – sin necesidad de llegar a gobierno político de ninguna clase – puede ser muy amplia y con altos grados de autonomía y casi transversalidad en compartir datos bajo ciertas circunstancias – entre empresas o entre funcionarios que trabajen transversalmente; sí, pero tal vez de otra naturaleza menos adecuada también, si es que no existe un verdadero control real de esos posibles expedientes y de su acceso o gestión. Cabe señalar que la preocupación de IU (y el PCE en su día) sobre cuestiones de educación, sanitarias y sociales le pudiera haber llevado a tener mucha influencia en estos sectores concretos y a especializarse en los mismos – dando así, a la idea del comunismo, una salida útil en nuestro Estado occidental. Sin embargo, suponer que todas la ideología que se hallara impulsando ese ámbito, o cerca de esa corriente, son leales al espíritu y valores constitucionales por el cual se constituyó esa sinergia ideológico/política/social, podría considerarse una utopía sin base real. Cuestiones como las de los títulos en los altos niveles, y parece ser que también en los bajos niveles, han resultada un escándalo al que no se ha prestado la suficiente importancia de llegar hasta sus últimas consecuencias.

 (Apenas unos artículos periodísticos aparecieron en nuestra prensa para señalar lo que parece la punta de un iceberg; el rápido señalamiento de personas en la cúspide del poder, en el Parlamento, recayendo sobre ellos sospechas, pudiera haber frenado cualquier investigación a fondo del problema de las titulaciones en España – al menos de manera transversal y vertical; rápidamente se desvió la atención a “venta” de títulos a extranjeros como un negocio fraudulento o en la calidad del papel empleado para los títulos como fácilmente falsificable)



El destape de la 'corrupción universitaria'



Sin embargo, más allá de cuestiones que parecen tener que ver con la vanidad (como la de los títulos inmerecidos)  u otras que fueron señaladas como muy inadecuadas en los representantes políticos o personalidades públicas influyentes en la opinión de los ciudadanos, que pueden estar vinculadas una idea de hedonismo (del que se sabe que no produce una felicidad real), aparecen funciones del Estado que son muy delicadas y pueden determinar el bienestar o el declive de la vida de una persona sin tener en ello responsabilidad o conciencia de haber hecho nada malo. Más allá de lo que se puede considerar formas de corrupción en las que se utiliza la posición que se tiene en el aparato (estructura) del Estado y que se hayan sucintas o resumidas en los índices de la percepción de corrupción de los Estados  conmociona mucho más todo lo que afecte a los jóvenes, personas vulnerables, niños o personas en una situación puntual de vulnerabilidad, donde sus vidas pueden llegar a ser truncadas por la “insensibilidad  o frialdad”del propio Estado.

. Cuando en esos ámbitos que asume el Estado se producen “anomalías” o “disfunciones” las consecuencias pueden ser difícilmente subsanables, por ejemplo las siguientes noticias:

Vivimos en una sociedad donde las personas, bajo ciertas circunstancias, pueden ser o sentirse “vulnerables” y “victimas” de abusos o errores o ser centro de tramas o abusos. No somos una sociedad perfecta en cuanto a que las personas que la componemos lo seamos; ni tenemos realmente todo el conocimiento para actuar convenientemente bien en personas que transitan por una situación vulnerable o se siente vulnerable ante la Administración o el Estado. Por ello existe la “opinión pública” y los medios de difusión, porque el “conocimiento”, a veces, (tan especializado) puede acabar por salirse de lo razonable o del sentido común; sobre todo porque las personas estamos sujetas a condición humana  

Sin embargo, la práctica totalidad de las personas que conforman la función pública en cualquiera de sus especialidades, en nuestro Estado, buscan la “normalidad” y el bienestar de la sociedad, por eso llama tanto la atención que algunas situaciones que se muestran en la prensa nos parezcan desmedidas y atemoricen (entonces podríamos preguntarnos: ¿Quien controla al propio Estado, sus prejuicios dominantes o sus excesos? La respuesta siempre sería: Nosotros mismos, nuestros valores personales, pero sobre todo, los valores constitucionales que a veces, como en EEUU, cuando se defienden en los entornos de los Derechos Civiles, el Estado (esa parte invisible, e indefinida) se siente entre amenazada o dispuesta a prevenirse. Como decía Mecano en su canción al preguntar por la Estatua de la Libertad.  



(Si nos miramos en EEUU como referente acabaremos haciendo lo mismo que en en EEUU que es el referente:

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