Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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viernes, 12 de noviembre de 2021

Impresionarse por lo que es la vida

 

Impresionarse  por lo que es la vida

(qué es la vida para cada cual: un “secreto” mal guardado, mal expresado y, a veces,

 justificación para ir maltratando o ser cruel a sabiendas) 

La mayoría de la gente guarda para sí el significado de “lo que es la vida”. Probablemente se ha transitado como un devenir de situaciones y acontecimientos que se han ido asimilando tal y como venían (algunos mejor y otros de peor manera)  cada acontecimiento adverso ha venido siendo como una “limitación” de “lo esperado” en lo que se concebía (incluso instintivamente) lo que iba a ser nuestras vidas, y surge como “ inesperada experiencia” que hay que afrontar y que pueden considerarse “condicionamiento” y factor “limitante” si no se supera;  e incluso, para algunas personas, se consideran  estas adversidades “requisitos” que se han de aceptar para entender o ir entendiendo “lo que es la vida”.  

Estos acontecimientos adversos se han ido asumiendo como cada cual ha podido; por lo tanto, la visión que cada cual tiene de la vida tiende a ser singular, particular, ya que la visión que cada uno tiene de la vida depende de la naturaleza de las experiencias que ha tenido y cómo las ha ido gestionando – si ha tenido apoyo o no, la edad en la que ha tenido que ir haciéndoles frente, si tuvo la suerte de que “alguien honestamente” le apoyara… si se ha tenido suerte se ha podido estar acompañado en cada uno de esos trances, o si alguien desde un profundo respeto y honestidad se ha brindado a apoyarle para que fuera saliendo adelante de cada uno de esos impedimentos o trabas que “aparecen” como obstáculos.

Desde esas primeras experiencias se establece una “tendencia” y también puede aparecer una “reacción” (una forma de “ver la vida”) una “manera de actuar ante la vida” y enfocarse ante ella, “marcada” por esas experiencias que han modificado las expectativas que pusimos en nuestras vidas.

El acompañamiento es cuestión muy necesaria si se es niño y se va accediendo a la pubertad, y desde ahí a la juventud. Tener el acompañamiento adecuado resulta esencial para ir superando y “digiriendo” lo que pudiéramos llamar “la cara inesperada de la vida” (como si se tratara de la “cara oculta de la Luna” que “nunca vemos o nunca esperamos ver” pero que ahí está) “cara inesperada” que se halla como dispuesta a mostrarse cuando menos se espera. Ahí el acompañamiento expresa su mejor versión, en lo que se llamaría o asemejaría a un “calor”, aun “fuego de hogar”, a lo que en definitiva se entiende o entendía por “amor” (querer, proteger y guiar) al que “hemos traído al mundo” en nuestro seno familiar y que va más allá cuando se habla de “amor al prójimo” señalando que todos podemos precisar (y de hecho precisamos) un apoyo en la vida y que hoy en día traducimos ese término religioso (propio de nuestra cultura pero visible en todas las religiones) como “empatía”; y que posibilita un camino hacia la restitución de lo dañado por la adversidad (que a todos nos afecta por el hecho de vivir en este mundo) y esa adversidad nos lleva a la visión de la Compasión.

Si se es niño y se tiene una presencia positiva, que atiende todas las necesidades y que en su conjunto, atender las necesidades es atender – de rebote – todas las emociones que en el niño surgirán (porque las emociones son el resultado de los pensamientos que se generan y que vienen del exterior, de lo que nos acontece, y si se halla uno abandonado, aunque se sea de muy corta edad, lo percibe, porque nuestra naturaleza de mamífero expresa, constantemente, la necesidad de sentirse amparado y protegido primero por un cuerpo que nos da calor y alimento, y luego por un grupo y entorno social que también tiene las mismas necesidades que nosotros).

Las primeras atenciones que reciben los niños pequeños, incluso de bebés, es porque expresan emociones y las exteriorizan, y los adultos están pendiente de ellas y se alegran por ello, pues representa un signo de salud y normalidad e incluso de “aceptación” de quienes rodean al niño (mostrando el bebé con quien se encuentra seguro y quien le da miedo por ser desconocido y muestra así la confianza o desconfianza de sentirse “no seguro”. Es casi una respuesta biológica, en la que entran en juego factores como el reconocimiento de una silueta, el olor corporal y otras sensaciones e intuiciones que al bebé le señalan si está en un lugar o entorno seguro o no – es idéntica respuesta a cualquier cría de mamífero, en un estado de indefensión que se prolonga mucho más en los seres humanos que en el resto de mamíferos, - creándose una “dependencia” desde el momento de nacer en todos los aspectos básicos que precisa un bebé y un niño para desarrollarse; y de “alguna manera” el niño “lo sabe” en el sentido de que entiende, desde muy niño, que existe una “responsabilidad” en “atender sus necesidades” y todo ello, incluso la consciencia de ello, genera emociones que acompañarán al niño, de una manera u otra, toda su vida – a veces tendrá que “compensar” su hubiera carencias y otras generará “reacciones” ante las adversidades.

 Cubrir esas necesidades es una “obligación”, como atender emocionalmente las necesidades de los menores, adolescentes e incluso ya jóvenes cuando inician la experiencia que le mostrará “otros aspectos de la vida” cuando los que le rodean van alcanzando la madurez y les cambia el carácter, la visión social, e incluso el sentido de la solidaridad puede volverse mucho más restringido y determinado por los intereses personales. Nadie, entonces, es como fuera de niño o de joven; los objetivos y los intereses e incluso las carencias y las necesidades de “compensaciones” o “reacciones” muestran una sociedad muy compleja, “desconocida” en actitudes y maneras; y sobre todo mucho más desconocida e incluso mucho más peligrosa de lo imaginada – incluso en los que se confiaba ya no se puede confiar y “hay que andarse con cuidado” porque el engaño y los aspectos de la maldad que parecían desconocidos en nuestro entorno, aparecen como un rasgo más que forma parte de la sociedad, incluso entre las relaciones en adultos que siempre parecían un referente a emular por ser más adecuadas; pero que pueden revelarse como muy injustas, dañinas e incluso tóxicas y sujetas a criterios movidos por celos, envidias, egoísmos… en fin “adornadas” de todo tipo de “cualidades adversas” que de niño nos dijeran que no se debía admitir ni debiéramos permitir que formaran parte de nuestra persona ni de nuestras relaciones personales ni profesionales.

Sobre el entorno de los 20 años, por este motivo señalado, el 40% de la población se da “un gran batacazo” (según las estadísticas) y tiene que ser atendido por un problema psicológico de gran magnitud (a veces de apariencia y signos aparatosos), que en la mayoría de los casos (en la inmensa mayoría, prácticamente en el 50 % de los casos) ya no se vuelve a repetir (porque existe un entorno que apoya y que “permite ver, con suavidad, apoyo y empatía, que la vida no era lo esperado”; es lo que llamaba “perdida del paraíso” o el “paraíso perdido” así definido por uno de los escritores de renombre españoles en el siglo pasado Ver: Vicente Alexandre – precisa de auriculares para escuchar la narración en boca del propio autor ya en la vejez) y que muestra al niño/joven cómo va comprendiendo y aprendiendo a manejarse en esta vida que, en realidad, es una “cárcel” generada por las “reacciones” de unos y otros ante la experiencia que cada uno de ellos ha tenido de su propia vida). La solución no es espetar con convicción o violencia verbal al joven “máximas” de la naturaleza que hemos visto narrar en este blog cuando un joven pregunta cómo mejorar la relaciones laborales y la contestación que recibe fuera: A los trabajadores hay que tenerlos domesticados. Por el contrario una actitud normalizada ante el joven, mostrando la cotidianidad y el placer en las rutinas de la vida puede ir resolviendo muchas incógnitas de manera sutil en la mente de un joven maltratado en extremo.

Para hacer frente a esta adversidad que para la inmensa mayoría es la vida se cuenta, entre otros, con la necesidad de aprender a gestionar las emociones – que son el reflejo de pensamientos derivados de nuestras experiencias – y por ello la importancia de las relaciones personales de amistad sincera y sobre todo si aparece una “pareja” con la que compartir las inseguridades mutuamente, y aprender a gestionar situaciones y emociones desde el diálogo y la confianza que nos retorna hacia la idea de seguridad por medio de la comprensión y entendimiento de cómo somos, qué virtudes y valores poseemos, y compararnos desde ahí con los demás y así concebir que no todos somos iguales en virtudes y valores  (como dice el Tao the King: “Por la propia Virtud podemos “ver” la Virtud de los demás”).

Cuando a una persona (o niño o adolescente o joven) no se le reconoce sus virtudes y valores puede llegar a creer que no los posee, que no posee ningún valor personal y que está realmente “perdido” ante este mundo. Esto suele suceder cuando la persona se halla en un entorno social (ya sea familiar o no) donde no agrada que tenga ciertos principios de sentido de la justicia que no “casarían” ni entroncarían con la visión de la vida de ese entorno familiar o social; y ese entorno mostraría así su desagrado y reproche: ignorando cualquier valor o capacidad de esta persona, adolescente o joven (e incluso en ocasiones adoptar estrategias con esta persona para “desorientarle más aun”, e incluso desde la burla, llegando a exagerar sus capacidades para que aún se pierda mas en el devenir de la vida).

Hay familias que consideran que la mejor educación ante “lo que es la vida” es la “dureza” en todo momento y lugar; por lo cual, los niños y adolescentes se hallarían en un entorno social sin referencias afectivas que sin duda buscarán instintivamente acercándose a quien las ofrezca (y a veces hay suerte y alguien del entorno brinda apoyo y en otras ocasiones por el contrario, algún miembro de este entorno familiar quedaría descolgado).

Son situaciones complejas y difíciles de abordar, incluso por el entorno cercano, cuando se ven situaciones como esta, porque la “narrativa” de los adultos que así actúan con sus propios hijos (e incluso en entornos diferentes a los familiares donde existan adultos que actúan sobre niños, adolescentes o jóvenes),  tienen una multitud de “recursos” a su disposición para “ocultar” su proceder y establecer un “relato” que justifique las “evidencias” de maltrato, ante cualquiera que se interese por estas adversidades que padecieran algunos jóvenes, haciendo cesar cualquier iniciativa que pretenda ahondar en situaciones de desamparo efectivo como las que se señalan.

 Por ello es preciso cuidar  las necesidades emocionales desde la infancia (incluso siendo bebé, porque los bebés sí “se dan cuentade mucho más de lo que imaginamos que pueden percibir) que  incluyen la nutrición, un lugar seguro para vivir, el aseo y la higiene, el vestido y ropa adecuada, atender, estimular la inteligencia y encaminarla hacia las propias capacidades innatas para que se desarrollen según la naturaleza de la “nueva persona”, así como estimular un orden y rutina en consonancia con la edad, con un apoyo y seguimiento permanente de los padres… y el hablar “normalizado”, la lectura y la voz de los padres o personas cercanas desde niños, y el satisfacer la necesidad de seguridad que todo ser que viene al mundo precisa, aun más en las primeras etapas de su propia vida; y con la libertad que a cada edad corresponde para alcanzar a comprender, un día, que la Libertad, el verdadero sentido de la Libertad en sociedad, se experimenta como plenitud cuando realizamos “nuestro deber diario” (que es un deber primero para con nosotros mismos – los cuidados que nos damos y cómo nos atendemos y que serán un reflejo de cómo nos trataron de en las primeras etapas de vida, y sobre todo si hemos ido superando esas carencias que pudieron existir y cómo hemos respondido ante la vida ante tener que superar esas carencias; todo ello se acaba expresando en el deber para con nosotros y con nuestro entorno social; desde ahí la asunción de responsabilidades desde los valores que siempre nos enseñaron – y que es tarea difícil y ardua de aprendizaje: acierto/error - (en las que siempre se piensa que “uno” lo hará mejor de como lo hicieron con uno mismo) sin que a nadie se le quite ese mismo derecho a realizar “su trayecto personal” para alcanzar también esa idea de “libertad” que supone “haber aprendido a realizar lo que se debe” (desde los valores esenciales e irrenunciables que son parte de nuestros derechos y de los derechos de los demás) en cada momento de la vida, para con nosotros y para con quien nos rodea según sea cada cual; en un proceso de experiencias/aprendizaje que nunca se sabe cuándo ni cómo terminará, ni tan si quiera a dónde nos llevará el devenir de la vida.

Los “jamacucos” (llamados así en jerga de estar por casa) no llegan porque sí, sino que suelen mostrar la existencia de una experiencia vital extremadamente dura desde la infancia y a veces producto de una nefasta experiencia que el “entorno” no reconoce como tal o simplemente no cree el relato de la misma, generando una “visión” de mucha mayor adversidad y más profunda soledad e incluso de estar “muy solo” (hasta de dudar de la existencia de una mínima cordura en este mundo) y tender a encerrarse en sí mismo, cuando vemos que nadie entiende lo que decimos o nos preocupa.

(es como salirse de “la caja” en la que todos vivimos para observar el mundo que nos rodea y las relaciones sociales) al salirse de la caja lo esencial y de fondo del ser humano resalta constantemente; así lo venía a definir un afamado comentarista el ajedrez español que entrevistara a Bobby Fisher reiteradamente(Leontxo García), y también en sus postreros momentos vitales (tal y como lo definió el psiquiatra que trató a Bobby Fisher en sus últimos años) – Bobby Fisher era un personaje de mayor coeficiente intelectual que Einstein (150) que había sido campeón del mundo en los legendarios enfrentamientos de ajedrez, durante la guerra fría entre EEUU/URSS, que más que partidas representaban el escenario político de lucha por la supremacía en TODO de las dos grandes superpotencias del momento y que en el ajedrez tuvo también su reflejo en las partidas entre Fisher y el campeón soviético Boris Spasky al que derrotara y destronara) "caja" de la cual “salen”- y con esa salida de la caja y permanecer fuera de ella, salen de lo que es común para el resto - donde se observa el “mal de la sociedad” (y se considera una estupidez seguir por ese rumbo que acepta la sociedad ante alternativas más constructivas mediante la cooperación honesta y la solidaridad); para el resto, solo salimos de esa especie de caja en momentos de problemas puntuales y luego volvemos a ella, a esa caja de "miras estrechas", para seguir con nuestras vidas. Ver: Comentario de Leontxo García Olasagasti en la presentación de la película “El Ajedrecista” en TVE – precisa de auriculares.

(por lo tanto llegar a pensar que uno mismo está perdiendo la cordura e incluso como mecanismo de defensa llegar a pesar que todo ha sido un mal sueño que no volverá a suceder – de ahí la importancia de tener amistades o personas de apoyo, e incluso un “entorno sano”, de amigos, dispuesto a compartir las experiencias que señalarán que el mundo de los adultos no era lo esperado, que tiene carencias e incluso a veces son realmente malos o tóxicos).

Hay que tener en cuenta que las personas que tienden a ser conscientes que “este mundo no va con ellos”, encuentran estrategias adaptativas afines con sus aficiones y suelen buscar profesiones o joby´s (como actividad alternativa donde encontrar “cordura”) donde “las reglas del juego” estén bien definidas a diferencia del juego que se suele traer entre manos la sociedad

(la sociedad  suele ser un “juego sucio” lleno de trampas y dobleces, donde suele ganar el más avispado mostrando que existe una “visión social” que “legitimaría las trampas” y desde ahí “legitimaría la mala fe” como reflejo real de que el mundo funciona, y con él los seres humanos, desde una función meramente biológica, de subsistencia, que TODO lo puede llegar a “legitimar”; y donde se pudiera establecer otra mayor y sorprendente legitimación, por la cual, los de siempre “poderosos”, siempre ganan haciendo posible que difícilmente el mundo y la sociedad cambie para mejor o mejore sustancialmente, por lo que siempre estamos expuestos a retrocesos en valores e incluso a olvidarlos; y a veces se va más allá persiguiendo a quienes defendieron valores que portan derechos para todos. Definiendo una sociedad “egoísta” que acabaría premiando o considerando “legítimo”, en última instancia, el “sálvese quien pueda y como pueda, caiga quien caiga” y si es usando la inteligencia para “protegerse” y desviar la atención, mucha mayor admiración).

Entretenimientos y profesiones entorno a las matemáticas, la químicas, las ingenierías, (incluso la arquitectura o la delineación industrial, el dibujo, la artesanía, los oficios que derivaron de los artesanos, la agricultura o la ganadería, la computación y programación, la Astronomía, en ocasiones la abogacía y el ejercicio que implica el conocimiento de las leyes, e  general Ciencias  exactas…) son una vía que puede convertirse en grata experiencia donde el mundo se mostraría con reglas previsibles, con poca capacidad de trampear el proceso y el resultado porque tienden a ser reglas fijas, estructuradas… que dan resultados y nos muestran nuestra capacidad “en un mudo” acotado por el conocimiento de sus reglas inviolables señalando la posibilidad de que sí existen mundos “realmente perfectos" y no sujeto a especulación que saca provecho “inmoral” de la ignorancia o de la mala fe o de los prejuicios.

Frente a este mundo está la sociedad – que parece bien definida como “un matraz espiritual” que cuanto “más se toca más se perjudica” – y de la que derivan las Ciencias Sociales como reflejo de la sociedad y que adaptan sus conocimientos a la sociedad, a veces de manera especulativa e interesada (ciencias donde se halla la economía, el comercio, el trato social con todo lo que ello supone… las visiones y teorías políticas… las nociones de seguridad…la educación…) de todo ello se escapa, en principio, con jobby´s en aficiones regidas por normas exactas (que aseguran resultados imparciales y verídicos que prueban nuestra capacidades si “el juego es limpio”), que pueden derivar en profesiones donde ganarse la vida, pero que a la postre caerán, de una manera u otra, en la esfera de la especulación social y del prejuicio y la rivalidad… (porque como dice el refrán: “en todos sitios cuecen habas… y en mi casa a calderadas”).

Siempre se acaba por tener que lidiar con las circunstancias que impone el entorno social y ello siempre es un reto que es mejor enfrentar con “avales” o personas que respalden, en vez de ir en solitario; pues defenderse y mantenerse en soledad es un trayecto duro, difícil, además de una vulnerabilidad evidente, pues la sociedad, en general, tiende a funcionar en base a criterios biológicos que señalan que el “placer” se halla en “devorar” al prójimo, o al diferente, o al ingenuo, como ley de este mundo y de nuestra Naturaleza animal. Así lo señalaba Schopenhauer: El Mundo se devora así mismo constantemente.

Es cierto que Schopenhauer tenía esa misma visión de nuestro mundo y la naturaleza de la vida que se halla en él: La vida se devora así misma constantemente. Por ello consideraba que estábamos en el peor de los mundos posibles (en una visión pesimista que le hizo pasar a la Historia, pero que en nada fuera reconocido en su momento, como suele suceder).

El uso de la inteligencia para “destapar” e ir más allá de lo que “todos consensuan” socialmente, sería el primer paso que diera Copérnico, pero que al seguir la senda Galileo le llevara al verdadero sufrimiento de tener que abjurar de la evidencia de su propia experiencia (que por cierto es el siempre mismo castigo que impone el poder mundano a quien mira y “ve” más allá de lo conveniente) e igual le pasara a Descartes, muerto de no muerte natural por el mismo motivo; o lo que le pasara a Newton que también así acabaría sus días; y lo mismo le pasara a Osiris por realizar una buena gobernanza y se estimularan envidias de su hermano; o en cierta manera a Moisés, que queriendo salvar a su pueblo mostrándole un mundo posible mejor frente a un poderoso imperio egipcio, tuvo que vagar por el desierto 40 años porque probablemente su pueblo era “tozudo” a comprender la naturaleza del mundo que les proponía Moisés y que le llevara a este líder a no llegar a la Tierra Prometida, mientras clamaba a D. por la tozudez y dificultades de su propio pueblo por él salvado (pueblo que llegaría a añorar la esclavitud de de su vida en Egipto), por él liderado, para intentar hacerles entender qué era realmente esa liberación. O a Cristo, también crucificado por señalar que “el amor y la fe lo pueden casi todo”( y en pago de “descubrirnos” ese camino y en él se implicara recibiera el castigo y muerte señalada) – y a él, y su figura, nos volvemos como si nosotros, como sociedad, no estuviéramos haciendo lo mismo que sus contemporáneos en su día. Igual destino tuviera Buda, de morir perseguido por “abrir los ojos” a quienes le escucharan y empezaran a vislumbrar mejor mundo posible (ya lo anticipara Platón en el relato de “La Caverna” donde quienes descubrieran una salida y entraran de nuevo a la caverna para mostrar el camino para salir de las sombras, sería ejecutado y muerto por los propios “cavernícolas”).

Y la lista puede seguir en el mundo de los cambios políticos, cuando Canalejas aceptara las reivindicaciones obreras (y la no discriminación de los ricos o pudientes para ir a los frentes de guerra en África y el derecho a unos bienes de primera necesidad con menos impuestos) y si apuramos más vemos como cualquiera que en el siglo pasado, o el anterior, intentara hacer algo positivo (desde cualquier perspectiva política, incluso fuera conservadora) le pasaban “factura” dura y difícil de “digerir” incluso por su entorno familiar que veía como rápidamente se le deterioraba la salud y fallecía; eso si no padecía accidente inesperado e imposible de concebir (y no haría falta referirse a nuestra “calculada” guerra civil, donde si se emplea más que la visión política de adherirse a un bando u otro de los enfrentados, miramos más objetivamente, vemos, sin duda, mucho más de lo que nos hubiera gustado ver nunca, porque la suciedad y miseria con la que se actuaría incluso previamente, fuera todo ello legitimado, para a la postre hacer lo contrario de lo que se pensaba hacer en un juego de política internacional imposible de narrar a cualquier persona que piense que nuestro mundo y la Humanidad es dirigida por personas benefactoras que miraran el bien social.

 Realmente una locura que explica el porqué el Presidente Biden se hallaría en horas bajas porque sencillamente la política internacional de EEUU apenas posee margen de maniobra cuando accede un Presidente demócrata. De ahí que mi visión de Felipe González no sea tan dura, ni mucho menos, a lo que parecía señalar el director de “El Español” hace unos pocos días, porque era bien cierto, o al menos lo parece, que llegaría con buenas ideas y proyectos, pero alcanzar el poder político parece señalar que los caminos fueran muy estrechos, muy predeterminados más allá de la voluntad expresada en los discursos y que a la postre existe un ritmo “interno” del propio Estado, “una inercia” con la que cada generación se enfrenta y que es diferente, pero inercia al fin y al cabo. Es volver a la idea del “Paraíso perdido” a la que se refería el escritor español. La vida de adulto es como una “cárcel”. Que es de lo que trata este artículo. 

Me decía un amigo de la pubertad que el médico había advertido a la familia de que uno de los hijos era muy inteligente y que había que tomar ciertas precauciones para que no acabara “loco”. Sorprendía dicha advertencia que supongo la familia llevaría como bien supiera. Los adolescentes inteligentes suelen sufrir y mucho, porque el entorno social suele funcionar bajo la idea de lo práctico y útil, mientras que la exploración de un joven entre libros, lecturas, y viendo el mundo que le rodea, y sacando muy buenas notas en clase, puede acabar por sentirse aislado en su conocimiento e incapaz de comunicarse (así imagino el problema planteado) y con tendencia a divagar en su imaginación sin un “norte” bien definido donde proyectar toda su energía psíquica.

Para nada puede beneficiar a una mente niña, o en la pubertad, una mente adulta que funciona con parámetros “mágicos”  (pensamientos mágicos se llaman) y tenga que aceptar como “normal” que su madre los tenga y los proyecte sobre él. Tremenda situación con la que lidiar y gran vulnerabilidad si además un adulto de esa naturaleza tiene el poder y la capacidad de hacer posible daño y mal al hijo si este no cree en sus supersticiones de equilibrios mágicos. Hacer creer que el mundo tiene equilibrios mágicos por los que si haces tal pasa cual y establecer un estadio de magia sin más orden y concierto de que si a fulanito le ha pasado eso a nosotros ya no nos pasará, parece toda una locura estar en manos de personajes de esa naturaleza. Desde ahí, desde la infancia, intentar salir adelante en un ambiente como ese resulta inimaginable; pues siempre será la versión y la narración relato del adulto quien se impondrá ante la sociedad (sociedad a la que no puede hablarle en esos términos; por lo cual la locura de cómo maneja ese adulto las situaciones es inimaginable e inabordable; desde cualquier punto de referencia lógica al alcance de un niño).

Lo lamentable es que en el mundo de la alta política (en especial la internacional) esos escenarios estrambóticos de amenazas y constantes equilibrios que amenazan la seguridad de todos vienen a ser una realidad como vemos, sobre todo, cuando damos marcha atrás y vamos leyendo datos y situaciones concretas que se dieron en el pasado (aunque el estímulo venga de unas noticias históricas o de un documental sobre esos hechos del pasado que nos llevan a pensar sobre el porqué por entonces no nos dimos cuenta de esa gravedad y desde ahí deducimos que los gobernantes tienden a no decir al pueblo o los ciudadanos lo que realmente pasa de la gravedad de cada momento, sin duda porque desean gestionarlos sin presión y si hay suerte que pasen desapercibidos; e incluso solo sean concebidos desde el relato un oficial muy edulcorado) y desde ahí retomamos una nueva visión con la que rever la vida vivida pero sobre todo aprender a “desconfiar lo suficiente” de las versiones y puntos de vista de los medios de comunicación, y realmente aprender a tener una visión crítica (que siempre fue lo que nos recomendaron los antiguos profesores) para desde ahí mirar a la historia y a nuestra propia historia desde la perspectiva de los intereses y condición humana (que realmente es la que aporta mejor información de cómo se gestionó el pasado y cómo se está gestionando el presente y vislumbrar hacia dónde vamos con mayor independencia y mejor imparcialidad)  pues son los intereses concretos, las visiones dominantes en cada momento de nuestros Estados y las posiciones de fuerza de otros Estados los que van definiendo las relaciones internacionales, así como los intereses y subordinaciones a los Estados aliados – que a veces piden sacrificios e incluso amenazan para que seamos permeables a sus intereses (como bien viene señalando este blog).

La vida es una realdad que parece insalvable pero también difícilmente narrable (más allá del uso de neologismos o simples frases consabidas en el acerbo del vocabulario cultural), y por ello se describe según cómo le ha ido a cada cual o como cada cual quiere narrarla o construir un relato; pero difícilmente en lo esencial, por lo cual, cuando un individuo toma una actitud en la vida para vivir en ella, no suele expresar con facilidad ni nitidez el motivo de donde nace esa actitud.

(probablemente porque la vida para casi todos es un devenir constante, casi urgente de actividades, que poco permite reflexionar hasta la vejez; y cuando esta llega y con ella la jubilación – haciendo posible que las actividades y obligaciones vayan cediendo por  mayor tiempo de ocio – apenas a nadie suele importar lo que los ya viejos van reconsiderando con tanto tiempo disponible y por lo general se les considera “fuera de la vorágine vital” y por lo tanto lo que piensen o digan de poco o nada sirve y poco útil se considera ante las revoluciones técnicas y tecnológicas y los nuevos pensamientos que inundan la sociedad; si quieren seguir el ritmo de la sociedad deben volver a implicarse en actividades y por consiguiente volver a alejarse de la reflexión interna y hacia adentro de lo que es la vida o ha sido para ellos)

Apenas se tiene tiempo para evaluar la vida – salvo momentos puntuales donde exista “un golpe” o “experiencia” inesperada – y donde la frase recurrente que se precisa oír siempre va  en la misma dirección, parecida a una profecía positiva: “Todo irá bien” o cuando la situación es un poco más dura: No te preocupes “Lo superarás” y a veces se añade la típica frase (que no sé de donde la sacaran) “lo que no te mata te hace más fuerte” (fuerte ante quién?)

La Ciencia no sabe qué es la vida - solo le da un sentido biológico y material a la vida – y parece desconocer plenamente su parte espiritual (o la interpreta en clave de reacciones químicas) en una sociedad que cada vez más se deja arrastrar por esa visión materialista desconociendo que es su propia fe, la de cada cual, la que puede sacarle de todo apuro y permitirle tirar “pa´lante”) El otro día escuché a alguien decir un antiguo dicho que se está perdiendo, pero que viene a señalar una convicción popular que en ocasiones el mundo de la ciencia se ve avocado a aceptar cuando se supera una situación de la que parecía no haber solución y en la que media la fuerza interior de las personas y su capacidad de creer en sí mismos ante cualquier adversidad por muy descomunal que sea esta: “Del Cielo viene el remedio, la cura, y al médico se paga la factura”.

(suelen ser los actos sociales fúnebres motivos para "salir de la caja" - esa que antes mencionaba - y que como señalan las películas norteamericanas, suelen llevar a las parejas jóvenes y matrimonios, como instintivamente, a tener ese día o esos días relaciones sexuales, como si se tratara de un “mecanismo de supervivencia”, de un código propio de nuestra condición biológica, destinado a “poner remedio” a una pérdida buscando, como instintivamente, “promover una nueva vida” y que “suele ser remedio” para no pensar mucho más profundamente sobre el “sentido de la vida misma” y de nuestra existencia).

O por ejemplo, por abordar otra perspectiva donde unas personas “dan sentido a su vidas imponiendo su criterio sobre una multitud a la que consideran “equivocada”: Vemos cómo en un país centroamericano, Nicaragua, un revolucionario piensa, después de cuarenta años de la revolución Sandinista, que ceder a un modelo realmente democrático puede llevar a su país a caer nuevamente en las manos de los intereses Norteamericanos y por lo cual no duda encarcelar a la oposición para ganar las elecciones por quinta vez consecutiva. El problema es que puede tener razón (porque la perspectiva de EEUU desde los países latinoamericanos es bien diferente a la Europea, al menos por el momento; porque la UE también sufre las “amenazas” de Estados que ven en nuestra UE un proyecto a derribar, no solo desde el lado de países de la antigua URSS, sino incluido los EEUU e incluso UK, desde que Henry Kissinger lo advirtiera, evocando, sin duda, la Historia de Roma y Cartago y la rivalidad que pudiera nacer si florecía Cartago al albur de una Paz Romana que no le llevara a gastos militares) pero convertir la democracia en una dictadura en contra de la voluntad de una o varias generaciones que piensan diferente a “ellos” no parece el camino más adecuado, tal vez; y menos ante la visión internacional dominante del momento de que sean los Parlamentos resultados de elecciones libres para que los pueblos vayan sacando sus propias conclusiones y experiencias sobre lo que consideran bueno para sus vidas. (por eso existen los partidos políticos y la libertad de formar candidaturas o listas de ciudadanos).

Tampoco hay que olvidar como EEUU ha venido usando de nuestro vecino del Sur para generar alarma recientemente – al rememorar con sus acciones de beligerancia, autorizadas por EEUU – que graves conflictos pueden resucitar, como en épocas pasadas y que tan mal nos sienta a nuestra sociedad causando profundos y adversos cambios sociales donde abunda la rivalidad, el enfrentamiento y la violencia más explícita y visible. Todo ello se puede llegar a considerar inevitable por aquellos que nos dirigen (a unos y otros) siendo las poblaciones rehenes de sus decisiones aun cuando implican ir como ganado a frentes de guerra (donde se exalta con proclamas de victoria a la población mientras los países neutrales que no participan ven con estupor cómo la violencia se desata por doquier y ningún llamamiento a la paz consigue su destino hasta que una de las partes se rinde o es exterminada: Es la naturaleza más animal del Ser Humano, y cuando se desata por poderosos estimulando una “visión” de “sentido de la vida” en base y clave nacionalista, poco o nada se puede hacer).

  Todo el mundo, por lo general, se considera de alguna manera “víctima” de la vida.

(la vida no es lo que “se esperaba” y desde luego ese “lo que se esperaba” indica o vendría a indicar que existiera una expectativa previa de lo que debiera ser nuestra vida, incluso si se es niño y más aún cuando se va creciendo y viendo que la vida no tiende a responder a lo que de ella se esperaba – mucho menos si ya de niño se muestra adversa con palizas reiteradas, reproches a los que no se tiene capacidad de responder adecuadamente, y otras formas de violencia sean administradas por los progenitores o en el entorno social. Pero en sí mismo, el hecho de que no responda al vida a lo que de ella se esperaba señala, de alguna manera, la existencia de una perspectiva previa, e incluso existiera previa al nacimiento que luego no se confirma. Perspectiva que se pudiera adquirir en el seno del útero donde todas las necesidades se hallan presentes y a disposición para el nuevo ser y que por ello esperara lo mismo desde el momento de su nacimiento y las etapas posteriores; y tampoco hay que desdeñar el saber popular – que la cultura de la globalización parece disolver y olvidar - cuando ante las adversidades se halla la expresión: “En esta vida” acompañando múltiples frases (“esto, en esta vida, no lo voy a conseguir”; o “esta vida que me ha tocado es dura” y así otras muchas frases que señalan la convicción en el saber popular) saber popular aunque no reflexionemos en nuestras propias frases) y que indicarían que sí creemos, en el fondo (y aunque no  sea admitido socialmente en la actividad cotidiana) que esta vida no es una única vida y que, desde luego, interiormente estamos convencidos de que “nos pudiera haber tocado otra vida” y que existe posibilidad de que “en otra vida” las cosas vayan mejor o quien sabe.  

(nuestra rígida cultura hispánica rechaza de plano una visión como esta, probablemente porque siempre ha sido intransigente y dogmatizante hasta el punto de negar el derecho a discrepar de un dogma; de tal manera que o Vd. es Católico y todos sabemos a qué atenernos con Vd., o es materialista y cree en el materialismo científico; no existiendo modelos intermedios en la práctica diaria y social de cualquier ámbito. Incluso se considera estrambótica cualquier reflexión diferente que exprese otros caminos. Resulta en realidad imposible de aceptar aunque a efectos simbólicos seamos una Democracia. El peso de la Cultura en nuestra España es de tal naturaleza que es, en la práctica, inviable considerar conducirse desde otros prismas de libertad como ocurre en otras Naciones Estados que toleran grupos religiosos que no reconocen al Estado o creencias y pensamientos que aquí serían perseguidos (sin duda, cualquiera de los que se apostaron en las orillas de esa calle de Tejas donde muriera asesinado Kennedy aquí sería internado como personaje muy peligroso y con nota médica que pareciera una descripción cuasi policial de la persona – como suele suceder de manera tan inapropiada como ofensiva para cualquier persona).

Más allá, tal vez , quepa reflexionar el “porqué” en España las visiones “de fondo” suelen ser y mostrarse intransigentes y rígidas, polarizadas y poco normalizadas; poco en su punto medio.

 Una cultura que fue desde la prohibición de la sexualidad (con lo que ello supone de establecer un tabú y una represión que nunca se sabe por dónde puede llegar a expresarse ni de qué maneras cuando se ejercen cierto tipo de profesiones)  hasta la profusión de la misma  como fuente de satisfacción esencial a la que nadie debe renunciar, pero que se llega incluso a considerar que las personas (aunque instintivamente tengan su ritmo y sus propio criterio para llegar a esa experiencia) deben dejar todo a un lado y lanzarse como si de una práctica física cualquiera se tratara. 

En el comentario de la peli “Los fantasmas atacan al jefe”, donde retrocediendo en el tiempo el protagonista (Bill Murray)  vuelve con su primer amor, señala que con ella es posible que no se genere ningún trauma sexual. Lo que viene a indicar que la sexualidad tiene una transcendencia más allá de un ejercicio físico (que era como en un tiempo reciente lo mostraban las pelis (¿practicamos sexo?) y que representa una experiencia esencial (y tal vez necesaria) que debiera requerir un profundo respeto a la persona (sea del sexo que sea) y a su “propio ritmo” y esto no parece observarse sino que en ocasiones se lanzan a los hijos a esa experiencia como si de cualquier otra cuestión se tratara (y eso deja secuelas y también a veces una visión de la vida que puede marcar para siempre y a la vez que poco se repara en ello). Bastaría recordar las experiencias de abusos a menores (de cualquier sexo) o a adolescentes para ver el impacto que ello puede causar a una persona. O cuando se producen violaciones grupales donde la experiencia (de cómo es esta vida) deja una huella que marcará para toda la vida y a veces muy difícil de superar. 

Habría que recordar que la práctica totalidad de trastornos mentales que conocemos como más comunes, se han desarrollado a causa de graves malos tratos y abusos que incluyen estos de naturaleza sexual y que o son ignorados por las familias (porque no creen el primer relato de la víctima) o que se han producido en el seno familiar dejando a la persona “indefensa” en su mismo hogar e incluso, si se prolongan estas criminales actividades sobre una persona, la pueden llevar a una “indefensión aprendida” que se suma en una cadena traumática que suele ser desatendida y que a la postre se hace responsable a la víctima de lo que ha padecido (con un par de h.). Sin olvidar, que por nuestra condición humana en su aspecto más animal, se considera a la víctimas siempre responsables de su vulnerabilidad por lo cual a veces se considera “legítimo” ahondar en el daño a la víctima (“ya que se deja”... e incluso ya existen tesis psicológicas rescatadas en la misma dirección (por lo cual hay que aprender a defenderse de las agresiones en vez de denunciar al agresor;  y que se suma a la inoperancia para impedir abusos y acosos en los colegios, aunque se promete poner más atención) y ello lleva al victimario a sentirse más poderosos en razones y criterios de naturaleza biológica por puro criterio animal (basado en la selección natural del más fuerte – que aún hoy en día subsiste) sin ni siquiera considerar la posibilidad de que esa víctima pueda normalizar su vida e incluso restablecerse en una normalidad (he llegado a escuchar que los enfermos mentales no tienen cura y lo son para toda la vida; eso dicho por personas – en este caso señoras - que parece ser que así se sienten de condición superior al resto, sin saber qué les puede aún depararles la vida; pero que siguen el modelo de “seguir al más fuerte” considerando así que el mal nunca les alcanzará. Bastaría recordarles que Hitler se le consideró el más fuerte como Mussolini y sus pueblos sufrieron violencia extrema pensando que seguir a esos locos violentos y fuertes les daba seguridad a sus vidas en razón de fuerza y perfección).

Como se señalaba al principio, Schopenhauer señalaba que “estamos en el peor de los mundos posibles”. Existen dos razones básicas para ello:

-  La primera sería que la Humanidad, todos los seres humanos, precisa un sostén ambiental adecuado a sus necesidades y capacidades. Es decir, lo que consideramos un entorno seguro (en habitabilidad,  nutrición física y moral o espiritual para el desarrollo de sus valores personales, su inteligencia y capacidades; vestimenta y acceso a información verídica de la que pueda extraer conocimientos aplicados a su vida personal y profesional o sus actividades de ocio, salud y prevención saludable de cualquier enfermedad así como tratamiento acorde con sus deseos y necesidades) desde donde realizarse como persona y ponerse al servicio de su sociedad en sus tareas fueren cuales fueran.

-  Lo que se opone a esto es que existen naciones y Estados que consideran que “su visión” es singular y antagónica. Algunos porque desean seguir siendo potencias que determinen la historia del resto de Estados, en este trayecto de exploración de la visión materialista científica por la cual se generan tantos negocios y permiten y pueden controlar la economía y enriquecerse con ella. Lo que lleva a una visión de rivalidad y de conflictos, al uso de la fuerza; y con ello a que todos los países no puedan renunciar a un sistema de respuesta violenta ante una potencial amenaza. Por ello sigue existiendo el culto a la fuerza y a la violencia que aparecen e inundan las televisiones de todo el mundo (significándose legítima si es en nombre de una buena causa o directamente se realiza por bien de la sociedad y en defensa del Estado o de la propia nación).

Por mucho que exista la ONU, las naciones Estados siguen atendiendo a la razón de la fuerza y a la producción de armas como una visión legítima que habilita el uso de la violencia (aunque sepamos que el uso de la violencia siempre llevará a la victoria del más fuerte y el más fuerte en una nación es el Estado, pero el uso de violencia entre naciones lleva al triunfo de la más fuerte que usará de la mayor capacidad de violencia para ganar) A esto se suma las rivalidades entre naciones que llevan a espiar o crear conflictos en otras para aumentar el temor y la propensión y necesidad del uso de violencia; por lo cual la violencia nos acompañará siempre en nuestra condición humana sencillamente porque todos los Estados la consideran una herramienta necesaria y útil (a pesar de sus nefastas consecuencias).

-  Por otro lado el sistema de propaganda siempre invita al consumismo como fuente de felicidad que promete bienestar y cuyo objetivo es generar riqueza (que hará más fuerte a los ya fuertes, pero que algo llegará a los demás) y que nos lleva a la sobre explotación de los recursos del planeta y a la actual crisis que vislumbramos ya con métodos científicos (aunque nuestros abuelos, sin esos métodos, ya la anticiparan – viendo como se desperdiciaba la comida, se consumía por placer, o como dejaban su rastro los aviones en el cielo y ya se quejaban de que hacían cambiar el clima (1973) y fueran considerados como viejos que no saben nada del mundo moderno).

Por muchas declaraciones que haya estos días en la cumbre de Glasgow, todo tiende a quedar en “agua de borrajas” (a pesar del anuncio de China y EEUU de poner coto a emisiones). Estamos en una carrera, la vida se considera una carrera (incluso en los estudios o en las profesiones) donde solo se debe reflexionar para seguir en la cúspide o en opciones de llegar a ella cuando la ocasión sea propicia.

¿Por qué deberíamos pensar que los gobiernos de los Estados más poderosos de la Tierra van a pensar de manera diferente, cuando vemos a nuestro alrededor que en nuestra propia sociedad se compite y rivaliza, a veces sin piedad e incluso acosando al cercano para truncarle la vida y sentirnos poderosos y plenos?

La configuración territorial de las naciones que pueblan la Tierra poco ayuda a racionalizar la producción y la eco-nomía (palabra economía que ya habla de racionalidad que la rivalidad y la sobreproducción para nada respeta) de nuestro planeta. ¿Qué tipo de criterio es que el territorio se configure en fronteras a base de guerras? A donde lleva esa visión? Lo racional es que el territorio se estructure en unidades territoriales naturales, como los son las cuencas hidrológicas y la gestión de los pueblos, los ciudadanos y sus gobiernos se hagan sobre un territorio con límites naturales donde cada actividad interna muestre su impacto positivo o negativo con facilidad y ello lleve a los electores a decidir si un gobierno sigue o no gestionando el territorio común. Eso sería una gestión territorial racional de nuestros recursos (limitados en el aspecto territorial) a disposición del Ser Humano (siendo los límites el propio territorio en su unidad natural un sistema cuasi cerrado de recursos a optimizar).

Sin embargo no parece interesar porque es más fácil que la nación Estado no se configure sobre un territorio limitado con criterios naturales donde (viéndose consecuencias de cada gestión en el propio territorio) se puedan atribuir directamente responsabilidades a “fulano o tutano” en el gobierno de turno por no aplicar las políticas prometidas (de un territorio acotado naturalmente y con recursos limitados que hay que gestionar bien para que duren); por lo que el formato y el paisaje serían prueba fidedigna y transparente de la eficiencia de las políticas económicas sostenibles en el territorio.

De esta manera, constituidas las fronteras internas – comunidades – en razones históricas en vez de criterios conservacionistas del territorio, la idea histórica prevalece (y con ellas rivalidades y antagonismos que no serían precisos si nos bastara con proyectar sobre el propio territorio nuestras capacidades y conocimientos sin tener que fijarnos en nadie más, como expresión de nuestra inteligencia y de nuestra cultura). Pues la historia la podríamos dar en ofrenda al resto de la Humanidad, proclamando de una vez “el necesario fin de la Historia” (que nadie quiere proclamar persistiendo en rivalidades internacionales e incluso internas) como si fuera un estigma de nuestra propia naturaleza humana y condición animal de la cual no nos queremos desprender; y que sería útil desprenderse para descalificar las visiones rivalizantes, agresivas, violentarías, de todo signo y atrevernos a proclamar, de hecho, el deseo y voluntad de iniciar un trayecto bien diferente y dar por finalizada la Historia que se ha construido a base de esas violencias extremas. Todo un cambio de paradigma que resulta hoy en día imposible de concebir y a la vez necesario de que se produzca.

Los Norteamericanos hablan a menudo del Bien y del Mal (sobre todo si van a empezar una guerra). Bastaría entender que quien busca el bien no emplea razones ni métodos que generan daño y mal (bajo ningún pretexto) pues queda claro que hacer daño no es hacer bien, ni que el castigo otorga conocimiento sino rencor y malestar. Muchas cosas que cambiar en nuestra sociedad que nos acompañan desde siempre, pero que cuando se evaden e ignoran esos métodos violentarios (en la educación por ejemplo; y desde las convicciones) nace una pequeña generación de pensadores y creativos que “marcan época” (sean del signo que sean). Por lo que resulta inconcebible que esos métodos no sigan en vigor y se siga asociando la idea de castigo como medio de rectificación; como si fuéramos simples animales de carga.

 Las personas reaccionan ante lo que es la vida. Y aunque no digan cual fuera su reacción ante la misma vida, la vemos en sus actos y conductas. Por lo general muchas personas se vuelven agresivas en distintas formulas (algunas de manera "aceptable" en el mundo social mediante el método pasivo/agresivo, donde la violencia se oculta con “criterio” de que no se le puede contestar, ni ver, de manera expresa por sus víctimas) pero a la postre resalta el fondo de su carácter revanchista con la vida y su visión más animal. Ese es el Mal y no ninguna otra cosa.

Digerir "qué es la sociedad" es una experiencia de la que nadie parece librarse aunque acabe encontrando un espacio de confort donde acomodarse mientras lo defiende (en ocasiones “a capa y espada”) y desde luego existe más en nuestras latitudes mediterráneas la tendencia a la idea corporativa que protege rangos  profesionales dado que en el fondo “nadie sabe qué sentido tiene la vida”, por lo que para cada cual tiene su propio sentido.

Desde la visión de clase que otorga la condición de trabajador (esos que dicen algunos, incluso diciéndose de izquierdas, que hay que tener domesticados) se puede señalar que desde esta condición se pudiera decir con voz alta que todo conocimiento positivo que hay en el mundo (que unos y otras usan) naciera de la creatividad de gente que buscara el bien y luchara contra “tinieblas” del momento; y que por lo general, en esta sociedad de rivalidades y de estratos sociales, hay quienes se los adjudican como propios conocimientos y esfuerzos los trabajos ajenos (como diría ya Jorge Cafrune: Para unos son los truenos y para otros la llovida). Es condición humana digna de cambiase y trocarse por honestidad humilde, pues todos nos alzamos sobre conocimientos ajenos desde los cuales construimos; pero es bien injusto, y así lo reconoce la Ley, que los esfuerzos de construcción de ideas y visiones, otros más poderosos se las apropien como exclusivas, y no conformándose con ello, vayan contra la integridad de los verdaderos autores (para mostrar su fortaleza y sobre todo que nadie les “agüe la fiesta”). No solo es ruin sino inmoral actuar de tales maneras (por mucho que tengan que referirse a las leyes naturales, donde los más violentos roban la comida a los más débiles, para justificarse en sus actos) y sobre todo, si se llaman progresistas así mismos, nos muestran nuestro verdadero futuro si les dejamos sin reproche en esa senda.

 Que hay que asimilar lo que es esta vida, sin duda; que ello, según las circunstancias de cada cual puede ser mucho más duro, sin duda que también; y mucho más si el acoso ha sido constante para no dejar respiro (¡¡ni lugar donde vivir!!): Eso no es ayudar, es pura ruindad, mala fe, y una clara y verdadera representación del Mal.

Por eso promueve la ONU la resilencia ante lo que nos va a tocar vivir; resilencia para “no entrar a la muleta” de la trampa de la violencia, la resistencia pasiva de Gandhi ante el impulso de gentes deshumanizadas (ese mundo anglosajón que vuelve a hablar del “yo primero”, “nosotros primero”) y verlos como si se vieran pasar las nubes de tormenta. Las nubes negras pasarán y hay que estar presentes para frenar y refrenar a esos que piensan “saberlo todo” (sean de donde sean – y que en el fondo piensan en violencia e imposición – como mostrara Trump a la definitiva respaldando el asalto al Congreso). Niegan la potencia y el poder espiritual de las personas cuando ponen su fe en sus valores y convicciones más positivas.

Nota: Todo en la vida se debe enfrentar ordenadamente; ante los acontecimientos hay que establecer un orden y a veces ese orden lo determinan los propios acontecimientos (el orden no lo debe establecer los intereses de terceros o las prioridades de terceros). En ese sentido no debe de dejarse de atender ninguna de las cuestiones que aparecen – ninguna; no vale decir: Eso “es secundario” podemos “pasar de ello” cuando procede de Instituciones del Estado. Hay que atenderlas y hay que hacerlo ordenadamente según van apareciendo (teniendo en cuenta a quien se dirigen y “la naturaleza” de la persona a quien se dirigen esas instituciones; para que la persona aborde los asuntos “de uno en uno”, sin que  exista una idea de desbordamiento). Ir resolviendo las cuestiones una a una, sin dejar ninguna en el tintero, es la mejor manera de enfrentar las dificultades o responsabilidades que se nos presentan y ello lleva a cierta garantía de éxito. Al menos de haber cumplido con lo requerido. 

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