Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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miércoles, 11 de julio de 2012

Dinero y derechos.



                     Se intuye que esta crisis es el resultado de huidas hacia adelante ante momentos y situaciones , en las que se han impuesto criterios populistas (aunque ello conllevara actuar contra principios en los que se fundamentan las normas que nos rigen, no sólo socialmente, sino también en nuestro entorno más inmediato). Cada vez que se huye hacia adelante se deja algo pendiente de resolver, algo sobre lo que tarde o temprano se habrá de volver para solucionarlo, porque distorsiona los criterios de convivencia (criterios económicos, sociales o morales).

                        Si huir hacia delante es el resultado de verse en un compromiso de contradicciones (con las que el gobernante se identifica) estamos perdidos.

                     Se ha hablado de derechos… constantemente de derechos…. Hasta llegar a la estupidez de confeccionar anuncios en los que alguna cara famosa animaba a proclamar el “derecho” a tener unas gafas de tal o cual marca (como si los derechos se pudieran reducir a conceptos de satisfacción de caprichos individuales). Y si tenemos en cuenta que el protagonista de ese anuncio era un artista significado con la izquierda podríamos entender la "inclinación" generalizada de la izquierda española en sostener "valores" (que no merecen sostener esa condición de valor) y que es producto de una posible euforia que alejaba a nuestros gobernantes de los verdaderos "valores" (que poco o nada tiene que ver con la satisfacción de caprichos). Un capricho no es un valor.

                  En esa marea de "derechos", en la que para nada se hablaba de sentido común, nos encontramos ahora (en que nos alcanzan las contradicciones pasadas y la falta de criterio sólido, en forma de crisis) que por mucho que apelemos a "derechos" (aunque sean los derechos humanos) estos no se pueden sostener si no se genera cierto grado de riqueza que permita sostenerlos.

                   Todos y cada uno de los derechos constitucionales que conforman la configuración de nuestro Estado precisan de un respaldo económico para sostenerlos. Los políticos lo sabían, los economistas lo sabían, los banqueros lo sabían y la práctica totalidad de los  ciudadanos saben que en el seno de sus familias no se pueden atribuir derechos si no entran salarios que los respalden (y dentro de ese reducto íntimo se sabe que más que de derechos se ha de hablar de hechos concretos y de naturaleza económica para poder destinarlos a bienestar, y desde ahí hablar, más que de derechos, de posibilidades acordes con los ingresos percibidos).

                     Así pues, nuestros impuestos representan, en potencia, el conjunto de derechos de nuestra sociedad; y el uso que se hace de ellos determina nuestro presente y futuro, y el de las generaciones que nos preceden. Esta grave responsabilidad se elude cada vez que se toman decisiones cortoplacistas (con falta de criterio y sólo pensando en salvar el momento); se elude cada vez que se huye hacia delante para salvar el puesto o el sillón; se elude cada vez que se apela al sentimentalismo de los ciudadanos en vez de a su sentido común.

                       Nuestros impuestos representa las posibilidades reales de derechos presentes y futuros y quienes los gestionan están gestionando el fruto del trabajo de millones de personas que se han dado una Constitución que proclama unos derechos que sin soporte económico no se pueden sostener.

                    Nuestra Constitución es redistributiva y marca las directrices de un marco social y económico que permite unos elevados niveles de bienestar (siempre que no se banalice el sentido real de lo que significa un derecho). Nuestra Constitución no es capitalista, es de derecho social y debemos apegarnos a los principios de racionalidad (principios que deben permitir garantizar ciertos niveles de derechos en las generaciones futuras).

                     Las alegrías de gasto y despilfarro han dado como resultado la pérdida de derechos en millones de familias españolas (y ello es el resultado de mala gestión de los impuestos - falta de criterio sólido y sostenido en el sentido común -; probablemente generada por la alucinación que genera la gestión de ingentes cantidades de dinero). Los gestores sociales deben de ver en el dinero que gestionan no oportunidades para promocionarse, sino los derechos de los contribuyentes; derechos que no deben de ignorar, ni mucho menos sustraerse o dilapidarse.

                La mentalidad correcta para el gasto de los impuestos no es concebirlos como dinero que no es de nadie, sino como "derechos sociales" que representan el bienestar presente y futuro de los ciudadanos.

              Y parece ser que esto no es más que el comienzo de un amargo camino cuyo horizonte no parecerá acabarse hasta el 2017.

P.D.: Ahora que la crisis alcanza a millones de familias se empieza a hablar de Derechos reales... esos derechos que tienen que ver con comer todos los días... derechos que tienen que ver con no pasar frío en invierno... derechos a proteger la infancia y a los mayores... Ahora sí que se sabe lo que es un verdadero Derecho. ¡Qué lástima! no pensar antes que no se debe tomar en vano el concepto de Derecho (todo pasará... tarde o temprano... y se volverá a caer en las mismas vanalidades ....los aprendizajes sólo sirven a ciertas generaciones... otras tienen que aprenderlas, porque sólo se aprende en carne propia)


Libertad no me eres nueva 
y recuerdo a duras penas 
que eras mi mayor problema 
mis comidas y mi cena.
Libertad, mi sola amiga
cuando era un inocente
y creía que la gente
era toda amiga mía
por la tarde al Cine Oriente
y de noche con María.
Mi libertad, me siento
un poco, un gran traidor
qué enorme lio es el amor
mi libertad.
Libertad de una señora
que ha pasado la treintena
del amor que uno se inventa
con la Welch a ver si cuela.
Libertad de aquellas chicas
que me amaron en la escuela
de una trampa por si picas
de un catorce en la quiniela,
libertad, te siento lejos
y la culpa es solo mía.
Mi libertad
no sabes cuanto me arrepiento
de haberte puesto tantos cuernos
mi libertad.
Libertad de los anuncios
de jabones para actrices
de los tacos de los dedos
con que hurgarme las narices.
Libertad de un libro rosa
de los actos espontáneos
de consejos y regalos
que dan en televisión,
libertad de una mentira
que no tiene solución.
Mi libertad, que sabes tu si es un error
caer de lleno en el amor
mi libertad, mi libertad
(Desde el momento en que me fuí)
Un claro dia, mi libertad
Mi libertad
(Para poder mucho mejor)
Vivir mi vida
Mi libertad
(Dieciseis años conducir)
Sin el carnet, mi libertad
Mi libertad
(Hacer lo que te venga bien)
Sin un por qué
Na, na, na, na












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