Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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viernes, 9 de noviembre de 2012

Bodhisattvas



           Él tenía 18 años y sus estudios iban muy bien. Le pregunté qué quería ser, qué quería estudiar y me dijo que quería ser piloto de F-18; me quedé perplejo pero en el fondo me agradó. Busqué en Internet los requisitos necesarios para entrar en la Academia General Militar y él reunía todos. Me fui a la Base Aérea, aprovechando un día de puertas abiertas acompañado de una amiga que trabajaba allí y me paseé por las pistas y vi los aviones y pensé que no era mal oficio el que deseaba el muchacho. Además pensé que, paradójicamente,  tendría una vida más llena de libertad que la inmensa mayoría de los hijos de los trabajadores de clase media y me alegré por él.

              Sin embargo, su madre tenía su propio criterio que, como siempre, impondría. Ridiculizó sus sueños hasta que logró que se avergonzara de ellos. Buscó en su afición por el cine y al final entró en un periodo de “out and in”, y tengo entendido que abandonó sus estudios y su madre le reiteraba que se fuera de casa y le reprochaba su inactividad. Sus hermanos estudiaron para trabajar en el sector social, algo que agradaba a su madre, pero militares ni hablar!!. Y consideró que en su decisión no había mácula. (a veces pasa cuando los hijos son de diferente carácter).

                 Pregunté a una chica por una decisión maternal como esa y la justificó; le pregunté a otra y respondió: los hijos deben estudiar lo que deseen ( y reparé que la primera era de izquierdas y la segunda conservadora). Siempre se ha de respetar la afición de los hijos, pero siempre hay quien tiene tal exceso de ego que no sólo precisa imponerlo sino también extenderlo hacia su prole; aunque no creo que se haga nunca responsable de su decisión , nunca lo hizo, nunca se responsabilizó de sus decisiones erróneas y siempre encontró a alguien a quien acusar de sus propios defectos, de sus errores y siempre le funcionó (su madre me pareció una leona en casa y un alma vulnerable en el exterior; pero ya se sabe! no hay nada que pueda torcer más el entendimiento cabal que un buen aspecto físico). Pero a quien no puede engañar es al juez interior y, ante él, no hay refugio posible.

                        Todo el mundo quiere imponer su criterio, no les basta con exponerlo ni debatirlo; se quiere imponer y luego se abanderan de democráticos, de tolerantes.


Nota:

Me dice un jefe, nos vemos muy a menudo. Y le contesto: - Por algo será  - y me responde: - Sí, por algo será - levantando el dedo índice. Si bien mi precisión iba encaminada a resaltar que siempre nos hemos cruzado y que ahora es él quien repara en mí dándome una palmadita en la espalda cada vez que tiene ocasión, parece claro que existe "juicio" sobre mi persona. Y ello es de temer cuando viene de un abogado en ejercicio. Y recuerdo que me viene observando desde hace un tiempo y que su observación me llevó a realizarle una precisión con implicaciones históricas que, a tenor del tiempo pasado hasta ahora, no debió de ser mucho de su agrado. Siempre me pareció una persona cabal y centrada, pero tal vez, como todo ser humano, está sujeto a impresiones y a formalidades propias de su profesión. (qué fácil es prejuzgar y qué difícil ponerse en la piel del prójimo).

Cuanto más avanzo… más retrocedo. Cuanto más me parece entender menos sé.

Cagüenla!!!.





Soy Rebelde

 












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