A veces, en estas Fiestas invernales (las de Navidad;
éstas que tienen que ver con el solsticio de invierno en nuestro occidente - que
marca los designios de la cultura y la economía, y en ese marcar un trayecto
para la humanidad pugna entre sí, casi siempre con violencia, para ver cuál de
las “rutas” y “caminos” es el más conveniente para la Humanidad; y que en esa
pugna en vez de resultar triunfante el camino de la moderación, del punto
medio, del diálogo, del acuerdo pacífico, del pacto, del sentido común… suele
triunfar el camino del cálculo en los que se aplican “sistemas previsibles”
basados en el principio de “acción/reacción” por medio de la amenaza, el
castigo o la violencia… sin haber agotado las vías del diálogo y del sentido
común) solemos, como decía de la Navidad, recordar que dependemos de
“ciclos naturales” mucho más determinantes y decisivos que nuestras propias
fuerzas personales o grupales, y de hecho, celebramos el solsticio de invierno
como una festividad casi Universal de la Humanidad – aunque en el hemisferio sur carezca
de sentido; pues en el hemisferio sur el cambio de año coincide con el verano y
es sabido que las estaciones climáticas no son coincidentes ni simultáneas sobre
toda la superficie de la Tierra – siempre hay lugares de primavera perpetua, o
de inviernos casi perpetuos o simplemente estaciones de lluvias y de sequía –
pero somos los occidentales los que al extender nuestra cultura hemos tendido a
anular las singularidades de otros territorios en una tarea de uniformidad que
resulta muy útil, pero que lleva, en cierta manera, a la contradicción en otros lugares de la
Tierra. De ahí el necesario respeto por las culturas diferentes y por las
singularidades que emanan de la propia diversidad de nuestro planeta; y de ahí
el respeto que nos debe generar el “diferente” pues es prueba de esa diversidad
sin la cual la Humanidad difícilmente sobreviviría ante los avatares y pruebas a
las que nos somete la propia vida biológica y la propia existencia – no sólo
desde el punto de visto genético es la diversidad esencial para un entorno
natural saludable y sano; ello lo demuestra nuestro propio entorno Natural: Cuanto
más complejo resulta más saludable y más interrelacionado). El
simple hecho de que el Sol varíe su recorrido por nuestro hemisferio – acortando el
día – nos afecta al ánimo, hasta el punto de evocarnos el final de
la vida (plasmado
en el final del año de nuestro calendario; pues nuestro calendario estuvo
pensado en su momento para comenzar en Marzo – cuando empieza la primavera y la
vida, aletargada en el invierno, recupera un brillo que se puede ver en la naturaleza
y que no coincide con el solsticio de primavera – como cabría esperar de las afirmaciones
maximalistas con que la ciencia se nos suele presentar cuando se quiere mostrar
dominadora absoluta del conocimiento humano – sino incluso semanas antes – de ahí
que sobrevivan tradiciones como “El día de la Marmota”, en la que un roedor y
su sombra predice hasta dónde llegará ese año el invierno) y es tan
así la evocación del final de un ciclo que lo trasponemos al final de la propia
existencia, evocando en el recuerdo a los que se fueron y ya no están con
nosotros; y nos deseamos ventura y felicidad en un momento de nuestras vidas en
las que coincidimos, todos, que la vida tiene final y ese final nos iguala en destino
poniendo un punto y final a las vidas y a sus afanes diarios. Es tan de verdad
una celebración de fin de ciclo que la misma presunción que evoca el propio
final de vida o camino nos lleva a celebrar el hecho de estar vivos, aún vivos,
y así lo transmitimos a los niños; la vida es un misterio en el cuál se van
descubriendo tesoros, multitud de tesoros; cada cual descubre los suyos, los
que estuvieron predestinados para él pero, sólo, si es “bueno”….( y bueno,
aquí, tiene que ver poco con “ser, exclusivamente, materialista”, más bien
tiene que ver con el desarrollo de Valores y Virtudes…. pero la “eterna
tentación” de los “bienes” materiales que nos ha traído este sistema económico,
al que todos estamos atados, – y que en principio estuviera destinado a no
tener necesidades y gracias a ello poder evolucionar en los planos más
espirituales – se han ido convirtiendo, por mor del propio sistema económico
adoptado – con la profusión de “tentaciones”: mejor coche, mejor casa, mejores
electrodomésticos, mejor, mejor, mejor… - en casi una evasión de la realidad y
de lo que realmente es importante – y se nos muestra como un tirano. Todos
acabamos teniendo miedo a carecer y acabamos olvidando que esta Ley de la
Tierra en la que vivimos da más al que más tiene y va quitando, cada vez más,
al que menos tiene). El mensaje siempre parece ser: El punto medio.
(tener lo
suficiente, pero no demasiado; tener virtudes y Valores, pero también saber ser
un Humano). Es decir: no sentirse, ni percibirse, como “tocado”
o “elegido” por Dios, o por el destino, y pretender que todos sigan
nuestro camino; eso les suele pasar a ciertos Católicos que creen poseer la
Verdad y con ello se presienten diferentes y distinguidos, hasta el punto de
imponer su criterio en cosas sencillas y cotidianas, como en duelos donde no
aparecen los verdaderos amigos del difunto porque les cambiaron las fechas para
ser protagonistas el grupo cristiano, en vez de los amigos que fueron testigos
de unas vidas vividas con humildad; eso es falta de humildad, y quien tiene
falta de humildad difícilmente entrará en el Reino de los Cielos (aunque se esté
persuadido de ese logro. Aquí cabría recordar la frase bíblica de profunda
carga psicológica: Quien quiera salvarse se perderá y quien por mi se pierda se
salvará; aludiendo a que el punto medio es como cruzar un puente sin suelo, siempre
en el aire, sin saber si llegaremos al otro extremo del precipicio, donde
parece continuar el camino. También ocurre lo mismo por la
izquierda, cuando creídos en su fe sobre los conocimientos adquiridos sobre la
condición Humana olvidan de la humildad – humildad que permite observar y ser receptivo de
todo lo que acontece y así percibir las Maravillas que el Cielo es capaz de
hacer sobre las personas y las sociedades cuando estas no son interferidas
(sobre todo con prejuicios de cualquier índole, sobre todo de naturaleza social
– incluso prejuicios Científicos o Médicos) y en su devenir se vuelven
sencillas y retornan a las normas y leyes del sentido común; haciendo posible
que la intervención divina actúe cotidianamente salvando situaciones y
adversidades de manera insospechada y positiva para todos. Es lo que se
llamaba: Dar ocasión a Dios, a que este actúe. Es decir: No precipitarse; que
es lo que todos tendemos a hacer. Dejar que la gente y el sentido
común se vayan abriendo paso en este mundo que hemos “creado” y que resulta, a
veces, “artificialmente” acelerado y precipitado en sí mismo.
Así que cuando alguien dice que el Amor es un
espejismo porque la vida la presintió breve requisito (un paso) creo que se refiere
al Amor que se basa en los sentidos; ese que está supeditado al impulso
hormonal de nuestro cuerpo físico y que puede llegar a “perturbar” el “juicio”
equilibrado (como
les pasaba a los románticos) dejándose llevar por el impulso emocional
de la Naturaleza Humana – no en balde hablamos de seducción cuando nos referimos
a las relaciones sexuales y todo lo que en ellas se escenifica como paso previo
de “cortejo” y cuyo impulso esencial es muy potente, pues busca, a través de la
realización de un deseo personal, perpetuar la especie. Nadie es
ajeno a ese impulso, pues en ello la Naturaleza se confabula y conspira para
que el Ser Humano “vea en el otr@” el anhelo deseado que resuelve todo
conflicto o insatisfacción (la plenitud
que se sintió en el seno de la Madre que lo fue todo para el nuevo ser al que
alimenta y “protege” – o debiera proteger – al que da calor con su propio
cuerpo, se pretende reencontrar en otra persona que debiera satisfacernos tan
plenamente como lo sentimos en la “mágica” relación madre e hijo; o en la
también mágica relación Padre – Hija; o en cualquiera de las variantes que
aparecen cuando, irremediablemente se tiene que aceptar que esa magia no parece
estar a nuestro alcance, ya que se muestra pasajera ilusión que más parece un
delirio que todos hemos sufrido alguna vez y del cual debemos despertar para
tener la oportunidad de una vida equilibrada). Vemos en el otro, a través de sus formas y
belleza – o rasgos que nos son familiares – virtudes y valores que no posee, y
cuando vemos que carecen de ellos lo justificamos en un autoengaño que acabará
por convertirse en cárcel de nuestra alma. También hay quien se pone a soñar
viendo unos ojos o unas formas y con ellas también incorpora virtudes y valores
a la persona que los posee – cuando el delirio cesa vemos la realidad y nuestra
respuesta, sino es templada (si no es un punto medio) será una reacción y en la
cadena de reacciones nos perderemos sin saber quiénes somos y acabaremos confundiendo
nuestra persona con nuestra reacciones sin saber, ni haber descubierto en realidad,
nuestro verdadero potencial como ser humano. Se dice que el mismísimo Sabio
Salomón, al final de sus días, después de recorrido aparentemente impecable,
acabó dando la campanada y perdiendo el honor ante mujer o hembra humana que le
hizo perder el oremus de todo lo por el relatado en su vida; lo mismo le pasó
a Sansón; y al abuelo de un amigo mío que en la vejez se hizo pintor de modelos
treintañeras para ver pasar lo que le quedaba de vida con algo de añorada “picardía”
(posible
motivo de escándalo de la familia) y
cayó en la tentación de irse con una de ellas a isla de moda libertina, de
donde volvió cansado y enfermo al punto de morir (pudiendo ser su postrero final comidilla
envidiosa en su propio entierro). Así que ni siquiera a las puertas
de la vejez, cuando bien entrada la madurez se está lleno de experiencia, uno
se libra de caer al precipicio infinito del deseo o la seducción – y tal vez sea
más propicio ese caer, por ser precisamente, tal vez, lo más evitado y menos
vivido por miedo al ver sus efectos en otros - pues suele ser la vida exigente para con nuestra conciencia y
nos pide hablar con “conocimiento de causa”, es decir: de Experiencia, y no
desde los axiomas del bien y el mal – que suelen resultar cuestiones empíricas si no se han
vivido en primera persona – y la vida y la existencia requieren de
hacer y experimentar para poder avanzar y no quedarse inmóvil al ver tanta dificultad
y temer en ello fracasar; y con ello ponerse rígido, como si ya se estuviere
muerto (que
rigidez es sinónimo de llegar a vejez prematuramente sin haber vivido de
verdad, y casi rasgo de estar muerto). Hemos construido, ante la
dificultad de encontrar salida estable a las relaciones de pareja, una vía
plural de posibilidades, pero ni aún así se encuentra la estabilidad necesaria
para ir avanzando adecuadamente en la experiencia de la vida. Se dice que el
50% de los matrimonios se divorcian – y podríamos aceptar una hipótesis similar para el
resto de parejas no formales. Si a ello vinculamos que la crisis
propicia las parejas por “interés” (ya sea positivo por ser una forma de colaboración o
negativo si lo que se busca es sobrevivir a costa del otr@: egoísmo)
veremos que no hemos avanzado mucho en este terreno y que los mismos motivos
del pasado para emparejarse subsisten en el presente y dejan en muy mal lugar
al Amor romántico que se presentía ideal de relación interpersonal (pues aún en
las parejas que subsisten a la separaciones, de ellas, es posible que la mitad
pacten su subsistencia por cuestiones de imagen social o de estabilidad hacia
sus hijos; quedándonos con un 25% de parejas que subsisten al impulso romántico
inicial; y sin embargo ello no es un hecho fortuito sino de “trabajo” interno y
perseverante que permitiera avanzar a los dos sin romper las reglas esenciales
que permiten la unión: Respeto, apoyo y socorro mutuo, cuidarse mutuamente,
confianza, … en la salud y en la enfermedad…. ).
Hoy, como antes, se concibe la vida como un hecho irrepetible y
oportunidad única a no desaprovechar, con lo cual todo puede ser sacrificado
para el objetivo de lo que entendemos por vida plena (se sacrifican hijos, pareja,
compromisos,…) y siempre encontraremos en la sociedad mensajes de
apoyo y argumentos filosóficos para cualquier actitud de esta naturaleza (y venceremos
en los juzgados si tenemos al gabinete de abogados que sepa lidiar y exponer
adecuadamente el porqué se actuó como se actuó y que la culpa fue del otro;
otros más veteranos esperan a hijos ya en la edad de cierta madurez para echar
las campanas al vuelo y vivir lo que no se les permitió vivir la sociedad por
deberes de imagen familiar). Siempre aparece la urgencia de vivir.
Pero si en vez de observar al Amor como proyección de
un deseo de algo ya vivido y sentido (como lo puede ser la relación Madre-Hijo o Padre-Hija o
las alternativas derivadas de experiencias vitales que hacen inviables caminos tradicionalmente
homologados de pareja) lo observamos como emanación de una experiencia
a la que todos somos comunes y que motiva nuestra compasión, veremos que hay
otras perspectivas que no tienen porqué implicar exclusividad o propiedad o dominancia
sino complementariedad y conocimiento. Siempre echaremos de menos la intensa
experiencia de la infancia y querremos recuperarla en algún formato de pareja “adulta”
que nos traiga o consuelo o satisfacción de volver a ser rey o reina del hogar;
pero no volverá a representarse como la
creímos que fue, sencillamente porque no fue como la creímos que fue (también
entonces los adultos vivían con cierta urgencia de no perderse nada; y en ese
caso su objetivo fuera que no se viese ni notase).
Ese Amor que se representa por algunos como espejismo
es el descrito; pero el descrito no es el verdadero Amor; el verdadero Amor
siempre será el Platónico, que tanto desprestigio se le ha adosado: Amar a la
persona, primero por lo que es en realidad (sin espejismos ni autoengaños), es
decir: Desde la Compasión de la Condición Humana de la que todos somos, en esta
Tierra, rehenes y luego, si es posible y sano para nuestra alma o espíritu (y el de la persona),
amar su cuerpo; y si no dejarla ir y desearle el mejor de los bienes: El
conocimiento de sí misma; porque desde ese ruego, si se hace realidad en esa
persona, (si acaba por reconocer que los
seres que le rodean también son algo de sí misma) aparecerá la oportunidad en
esa persona de amar y generar una experiencia de espiritualidad sincera y
profunda que tal vez se pudiera dilatar en el tiempo. Y esa experiencia de Amor
siempre tenderá a representar al Amor Universal entre Seres Humanos.
Desde este punto de vista la Amistad no es un “Hilo
de Oro” que perdura a la muerte. Si la Amistad no deriva de la Compasión hacia
una persona; compasión positiva (de observar las virtudes y Valores de la persona como
los propios; y como pugna y lucha por preservarlos ante las "tentaciones, "debilidades" o los engaños, los ardides y las
trampas de los “mañosos” – sean o no poderosos) y en esa persona no nos
vemos reflejados en nuestras propias luchas internas por preservarlos (la lucha
contra el infiel es la lucha contra nosotros mismos; contra la parte de
nosotros que nos dice: Fe para qué, toma el dinero, o el poder, o el bienestar
por poco que dure, y corre. Es la traducción correcta según mi opinión y la de otros que iniciaron la introspección del espíritu y del ánimo)
entonces no hablamos de Amistad sino que pedimos aliados y alianzas contra
nuestros "enemigos". Entonces hablamos en idiomas diferentes, pues de alguna
manera el Amor que nace de saberse condicionados por nuestra condición humana, es
compasión y la compasión se debe proyectar también hacia el adversario (para propiciar o conseguir de este una reflexión, una transformación…). El enemigo no
existe – a
no ser que existan personas con almas Negras; y si estas existen no son
enemigos sino simples delincuentes o criminales que hay que desvelar, descubrir
y exponer a la opinión pública y a los tribunales; y en esa tarea todos somos
aliados – sólo existen adversarios con diferente opinión y la
opinión que ha de prevalecer es la que aporte y sume mayores valores y
virtudes, aunque con ella nos sintamos todos más vulnerables, pues ese es el
camino más cercano a la verdad.
Estamos bajo el mismo Cielo, soñando el mismo sueño pero interpretándolo de diferente manera - tal vez, sólo por el momento.
Analizando el texto:
Hay mensajes de wasap que parecen standar... un copiar y pegar que rueda de móvil a móvil, que no suele tener más importancia que la pretendida buena voluntad del mismo.
Sin embargo, aveces, cuando se vuelven "portavoz" de otras personas con las que tienes "algo pendiente" esos mismos mensajes adquieren una relevancia o matiz esencial. Las palabras adquieren el valor o significado según de quién vienen y no es indiferente de quien venga. Hablar de amistad cuando hay cosas serias pendientes de resolver parece más una "zanahoria" a cambio de ceder en una postura de "integridad". Y nunca he cedido ante una postura de integridad a cambio de un presumible bienestar que como viene se va.
Hay mensajes de wasap que parecen standar... un copiar y pegar que rueda de móvil a móvil, que no suele tener más importancia que la pretendida buena voluntad del mismo.
Sin embargo, aveces, cuando se vuelven "portavoz" de otras personas con las que tienes "algo pendiente" esos mismos mensajes adquieren una relevancia o matiz esencial. Las palabras adquieren el valor o significado según de quién vienen y no es indiferente de quien venga. Hablar de amistad cuando hay cosas serias pendientes de resolver parece más una "zanahoria" a cambio de ceder en una postura de "integridad". Y nunca he cedido ante una postura de integridad a cambio de un presumible bienestar que como viene se va.
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