Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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jueves, 27 de diciembre de 2018

¿La Amistad o el Amor?




A veces, en estas Fiestas invernales (las de Navidad; éstas que tienen que ver con el solsticio de invierno en nuestro occidente - que marca los designios de la cultura y la economía, y en ese marcar un trayecto para la humanidad pugna entre sí, casi siempre con violencia, para ver cuál de las “rutas” y “caminos” es el más conveniente para la Humanidad; y que en esa pugna en vez de resultar triunfante el camino de la moderación, del punto medio, del diálogo, del acuerdo pacífico, del pacto, del sentido común… suele triunfar el camino del cálculo en los que se aplican “sistemas previsibles” basados en el principio de “acción/reacción” por medio de la amenaza, el castigo o la violencia… sin haber agotado las vías del diálogo y del sentido común) solemos, como decía de la Navidad, recordar que dependemos de “ciclos naturales” mucho más determinantes y decisivos que nuestras propias fuerzas personales o grupales, y de hecho, celebramos el solsticio de invierno como una festividad casi Universal de la Humanidad – aunque en el hemisferio sur carezca de sentido; pues en el hemisferio sur el cambio de año coincide con el verano y es sabido que las estaciones climáticas no son coincidentes ni simultáneas sobre toda la superficie de la Tierra – siempre hay lugares de primavera perpetua, o de inviernos casi perpetuos o simplemente estaciones de lluvias y de sequía – pero somos los occidentales los que al extender nuestra cultura hemos tendido a anular las singularidades de otros territorios en una tarea de uniformidad que resulta muy útil, pero que lleva, en cierta manera,  a la contradicción en otros lugares de la Tierra. De ahí el necesario respeto por las culturas diferentes y por las singularidades que emanan de la propia diversidad de nuestro planeta; y de ahí el respeto que nos debe generar el “diferente” pues es prueba de esa diversidad sin la cual la Humanidad difícilmente sobreviviría ante los avatares y pruebas a las que nos somete la propia vida biológica y la propia existencia – no sólo desde el punto de visto genético es la diversidad esencial para un entorno natural saludable y sano; ello lo demuestra nuestro propio entorno Natural: Cuanto más complejo resulta más saludable y más interrelacionado). El simple hecho de que el Sol varíe su recorrido por nuestro hemisferio – acortando el día – nos afecta al ánimo, hasta el punto de evocarnos el final de la vida (plasmado en el final del año de nuestro calendario; pues nuestro calendario estuvo pensado en su momento para comenzar en Marzo – cuando empieza la primavera y la vida, aletargada en el invierno, recupera un brillo que se puede ver en la naturaleza y que no coincide con el solsticio de primavera  – como cabría esperar de las afirmaciones maximalistas con que la ciencia se nos suele presentar cuando se quiere mostrar dominadora absoluta del conocimiento humano – sino incluso semanas antes – de ahí que sobrevivan tradiciones como “El día de la Marmota”, en la que un roedor y su sombra predice hasta dónde llegará ese año el invierno) y es tan así la evocación del final de un ciclo que lo trasponemos al final de la propia existencia, evocando en el recuerdo a los que se fueron y ya no están con nosotros; y nos deseamos ventura y felicidad en un momento de nuestras vidas en las que coincidimos, todos, que la vida tiene final y ese final nos iguala en destino poniendo un punto y final a las vidas y a sus afanes diarios. Es tan de verdad una celebración de fin de ciclo que la misma presunción que evoca el propio final de vida o camino nos lleva a celebrar el hecho de estar vivos, aún vivos, y así lo transmitimos a los niños; la vida es un misterio en el cuál se van descubriendo tesoros, multitud de tesoros; cada cual descubre los suyos, los que estuvieron predestinados para él pero, sólo, si es “bueno….( y bueno, aquí, tiene que ver poco con “ser, exclusivamente, materialista”, más bien tiene que ver con el desarrollo de Valores y Virtudes…. pero la “eterna tentación” de los “bienes” materiales que nos ha traído este sistema económico, al que todos estamos atados, – y que en principio estuviera destinado a no tener necesidades y gracias a ello poder evolucionar en los planos más espirituales – se han ido convirtiendo, por mor del propio sistema económico adoptado – con la profusión de “tentaciones”: mejor coche, mejor casa, mejores electrodomésticos, mejor, mejor, mejor… - en casi una evasión de la realidad y de lo que realmente es importante – y se nos muestra como un tirano. Todos acabamos teniendo miedo a carecer y acabamos olvidando que esta Ley de la Tierra en la que vivimos da más al que más tiene y va quitando, cada vez más, al que menos tiene). El mensaje siempre parece ser: El punto medio. (tener lo suficiente, pero no demasiado; tener virtudes y Valores, pero también saber ser un Humano). Es decir: no sentirse, ni percibirse, como  “tocado”  o “elegido” por Dios, o por el destino, y pretender que todos sigan nuestro camino; eso les suele pasar a ciertos Católicos que creen poseer la Verdad y con ello se presienten diferentes y distinguidos, hasta el punto de imponer su criterio en cosas sencillas y cotidianas, como en duelos donde no aparecen los verdaderos amigos del difunto porque les cambiaron las fechas para ser protagonistas el grupo cristiano, en vez de los amigos que fueron testigos de unas vidas vividas con humildad; eso es falta de humildad, y quien tiene falta de humildad difícilmente entrará en el Reino de los Cielos (aunque se esté persuadido de ese logro. Aquí cabría recordar la frase bíblica de profunda carga psicológica: Quien quiera salvarse se perderá y quien por mi se pierda se salvará; aludiendo a que el punto medio es como cruzar un puente sin suelo, siempre en el aire, sin saber si llegaremos al otro extremo del precipicio, donde parece continuar el camino. También ocurre lo mismo por la izquierda, cuando creídos en su fe sobre los conocimientos adquiridos sobre la condición Humana olvidan de la humildad – humildad que permite observar y ser receptivo de todo lo que acontece y así percibir las Maravillas que el Cielo es capaz de hacer sobre las personas y las sociedades cuando estas no son interferidas (sobre todo con prejuicios de cualquier índole, sobre todo de naturaleza social – incluso prejuicios Científicos o Médicos) y en su devenir se vuelven sencillas y retornan a las normas y leyes del sentido común; haciendo posible que la intervención divina actúe cotidianamente salvando situaciones y adversidades de manera insospechada y positiva para todos. Es lo que se llamaba: Dar ocasión a Dios, a que este actúe. Es decir: No precipitarse; que es lo que todos tendemos a hacer. Dejar que la gente y el sentido común se vayan abriendo paso en este mundo que hemos “creado” y que resulta, a veces, “artificialmente” acelerado y precipitado en sí mismo.
Así que cuando alguien dice que el Amor es un espejismo porque la vida la presintió breve requisito (un paso) creo que se refiere al Amor que se basa en los sentidos; ese que está supeditado al impulso hormonal de nuestro cuerpo físico y que puede llegar a “perturbar” el “juicio” equilibrado (como les pasaba a los románticos) dejándose llevar por el impulso emocional de la Naturaleza Humana – no en balde hablamos de seducción cuando nos referimos a las relaciones sexuales y todo lo que en ellas se escenifica como paso previo de “cortejo” y cuyo impulso esencial es muy potente, pues busca, a través de la realización de un deseo personal, perpetuar la especie. Nadie es ajeno a ese impulso, pues en ello la Naturaleza se confabula y conspira para que el Ser Humano “vea en el otr@” el anhelo deseado que resuelve todo conflicto o insatisfacción (la plenitud que se sintió en el seno de la Madre que lo fue todo para el nuevo ser al que alimenta y “protege” – o debiera proteger – al que da calor con su propio cuerpo, se pretende reencontrar en otra persona que debiera satisfacernos tan plenamente como lo sentimos en la “mágica” relación madre e hijo; o en la también mágica relación Padre – Hija; o en cualquiera de las variantes que aparecen cuando, irremediablemente se tiene que aceptar que esa magia no parece estar a nuestro alcance, ya que se muestra pasajera ilusión que más parece un delirio que todos hemos sufrido alguna vez y del cual debemos despertar para tener la oportunidad de una vida equilibrada).  Vemos en el otro, a través de sus formas y belleza – o rasgos que nos son familiares – virtudes y valores que no posee, y cuando vemos que carecen de ellos lo justificamos en un autoengaño que acabará por convertirse en cárcel de nuestra alma. También hay quien se pone a soñar viendo unos ojos o unas formas y con ellas también incorpora virtudes y valores a la persona que los posee – cuando el delirio cesa vemos la realidad y nuestra respuesta, sino es templada (si no es un punto medio) será una reacción y en la cadena de reacciones nos perderemos sin saber quiénes somos y acabaremos confundiendo nuestra persona con nuestra reacciones sin saber, ni haber descubierto en realidad, nuestro verdadero potencial como ser humano. Se dice que el mismísimo Sabio Salomón, al final de sus días, después de recorrido aparentemente impecable, acabó dando la campanada y perdiendo el honor ante mujer o hembra humana que le hizo perder el oremus de todo lo por el relatado en su vida; lo mismo le pasó a Sansón; y al abuelo de un amigo mío que en la vejez se hizo pintor de modelos treintañeras para ver pasar lo que le quedaba de vida con algo de añorada “picardía” (posible motivo de escándalo de la familia) y cayó en la tentación de irse con una de ellas a isla de moda libertina, de donde volvió cansado y enfermo al punto de morir (pudiendo ser su postrero final comidilla envidiosa en su propio entierro). Así que ni siquiera a las puertas de la vejez, cuando bien entrada la madurez se está lleno de experiencia, uno se libra de caer al precipicio infinito del deseo o la seducción – y tal vez sea más propicio ese caer, por ser precisamente, tal vez, lo más evitado y menos vivido por miedo al ver sus efectos en otros - pues suele ser la vida exigente para con nuestra conciencia y nos pide hablar con “conocimiento de causa”, es decir: de Experiencia, y no desde los axiomas del bien y el mal – que suelen resultar cuestiones empíricas si no se han vivido en primera persona – y la vida y la existencia requieren de hacer y experimentar para poder avanzar y no quedarse inmóvil al ver tanta dificultad y temer en ello fracasar; y con ello ponerse rígido, como si ya se estuviere muerto (que rigidez es sinónimo de llegar a vejez prematuramente sin haber vivido de verdad, y casi rasgo de estar muerto). Hemos construido, ante la dificultad de encontrar salida estable a las relaciones de pareja, una vía plural de posibilidades, pero ni aún así se encuentra la estabilidad necesaria para ir avanzando adecuadamente en la experiencia de la vida. Se dice que el 50% de los matrimonios se divorcian – y podríamos aceptar una hipótesis similar para el resto de parejas no formales. Si a ello vinculamos que la crisis propicia las parejas por “interés” (ya sea positivo por ser una forma de colaboración o negativo si lo que se busca es sobrevivir a costa del otr@: egoísmo) veremos que no hemos avanzado mucho en este terreno y que los mismos motivos del pasado para emparejarse subsisten en el presente y dejan en muy mal lugar al Amor romántico que se presentía ideal de relación interpersonal (pues aún en las parejas que subsisten a la separaciones, de ellas, es posible que la mitad pacten su subsistencia por cuestiones de imagen social o de estabilidad hacia sus hijos; quedándonos con un 25% de parejas que subsisten al impulso romántico inicial; y sin embargo ello no es un hecho fortuito sino de “trabajo” interno y perseverante que permitiera avanzar a los dos sin romper las reglas esenciales que permiten la unión: Respeto, apoyo y socorro mutuo, cuidarse mutuamente, confianza, … en la salud y en la enfermedad…. ).
Hoy, como antes, se concibe la vida como un hecho irrepetible y oportunidad única a no desaprovechar, con lo cual todo puede ser sacrificado para el objetivo de lo que entendemos por vida plena (se sacrifican hijos, pareja, compromisos,…) y siempre encontraremos en la sociedad mensajes de apoyo y argumentos filosóficos para cualquier actitud de esta naturaleza (y venceremos en los juzgados si tenemos al gabinete de abogados que sepa lidiar y exponer adecuadamente el porqué se actuó como se actuó y que la culpa fue del otro; otros más veteranos esperan a hijos ya en la edad de cierta madurez para echar las campanas al vuelo y vivir lo que no se les permitió vivir la sociedad por deberes de imagen familiar). Siempre aparece la urgencia de vivir.
Pero si en vez de observar al Amor como proyección de un deseo de algo ya vivido y sentido (como lo puede ser la relación Madre-Hijo o Padre-Hija o las alternativas derivadas de experiencias vitales que hacen inviables caminos tradicionalmente homologados de pareja) lo observamos como emanación de una experiencia a la que todos somos comunes y que motiva nuestra compasión, veremos que hay otras perspectivas que no tienen porqué implicar exclusividad o propiedad o dominancia sino complementariedad y conocimiento. Siempre echaremos de menos la intensa experiencia de la infancia y querremos recuperarla en algún formato de pareja “adulta” que nos traiga o consuelo o satisfacción de volver a ser rey o reina del hogar;  pero no volverá a representarse como la creímos que fue, sencillamente porque no fue como la creímos que fue (también entonces los adultos vivían con cierta urgencia de no perderse nada; y en ese caso su objetivo fuera que no se viese ni notase).   
Ese Amor que se representa por algunos como espejismo es el descrito; pero el descrito no es el verdadero Amor; el verdadero Amor siempre será el Platónico, que tanto desprestigio se le ha adosado: Amar a la persona, primero por lo que es en realidad (sin espejismos ni autoengaños), es decir: Desde la Compasión de la Condición Humana de la que todos somos, en esta Tierra, rehenes y luego, si es posible y sano para nuestra alma o espíritu (y el de la persona), amar su cuerpo; y si no dejarla ir y desearle el mejor de los bienes: El conocimiento de sí misma; porque desde ese ruego, si se hace realidad en esa persona, (si acaba por reconocer que los seres que le rodean también son algo de sí misma) aparecerá la oportunidad en esa persona de amar y generar una experiencia de espiritualidad sincera y profunda que tal vez se pudiera dilatar en el tiempo. Y esa experiencia de Amor siempre tenderá a representar al Amor Universal entre Seres Humanos.   
Desde este punto de vista la Amistad no es un “Hilo de Oro” que perdura a la muerte. Si la Amistad no deriva de la Compasión hacia una persona; compasión positiva (de observar las virtudes y Valores de la persona como los propios; y como pugna y lucha por preservarlos ante las "tentaciones, "debilidades" o los engaños, los ardides y las trampas de los “mañosos” – sean o no poderosos) y en esa persona no nos vemos reflejados en nuestras propias luchas internas por preservarlos (la lucha contra el infiel es la lucha contra nosotros mismos; contra la parte de nosotros que nos dice: Fe para qué, toma el dinero, o el poder, o el bienestar por poco que dure, y corre. Es la traducción correcta según mi opinión y la de otros que iniciaron la introspección del espíritu y del ánimo) entonces no hablamos de Amistad sino que pedimos aliados y alianzas contra nuestros "enemigos". Entonces hablamos en idiomas diferentes, pues de alguna manera el Amor que nace de saberse condicionados por nuestra condición humana, es compasión y la compasión se debe proyectar también hacia el adversario (para propiciar o conseguir de este una reflexión, una transformación…). El enemigo no existe – a no ser que existan personas con almas Negras; y si estas existen no son enemigos sino simples delincuentes o criminales que hay que desvelar, descubrir y exponer a la opinión pública y a los tribunales; y en esa tarea todos somos aliados – sólo existen adversarios con diferente opinión y la opinión que ha de prevalecer es la que aporte y sume mayores valores y virtudes, aunque con ella nos sintamos todos más vulnerables, pues ese es el camino más cercano a la verdad. 
Estamos bajo el mismo Cielo, soñando el mismo sueño pero interpretándolo de diferente manera - tal vez, sólo por el momento.






Analizando el texto: 
Hay mensajes de wasap que parecen standar... un copiar y pegar que rueda de móvil a móvil, que no suele tener más importancia que la pretendida buena voluntad del mismo. 
Sin embargo, aveces, cuando se vuelven "portavoz" de otras personas con las que tienes "algo pendiente" esos mismos mensajes adquieren una relevancia o matiz esencial. Las palabras adquieren el valor o significado según de quién vienen y no es indiferente de quien venga. Hablar de amistad cuando hay cosas serias pendientes de resolver parece más una "zanahoria" a cambio de ceder en una postura de "integridad". Y nunca he cedido ante una postura de integridad a cambio de un presumible bienestar que como viene se va. 

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