Era primeros de
julio de este año cuando, en los debates de La1 ó 24h, se vislumbraba - a través de los comentarios “con apariencia
de determinantes” como gran giro (ver Cooperación(I) - la idea de un plan de “Choque” que permitiera revertir el resultado
de los prolegómenos destinados a conformar apoyos que hicieran posible la
formación de Gobierno después de las elecciones. Gestión que realizaba el Gobierno
en funciones. A partir de ese momento, a pesar de lo que parecían comentarios
sobre la “racionalidad” y “sentido común” que justificaban los limites que
ponía el equipo socialista a Podemos y, a la vez, las reiteradas llamadas a la
responsabilidad sobre Ciudadanos y sobre el PP para posibilitar gobierno, dándose, por
primera vez una idea de unidad de criterio y reunificación dentro del
socialismo – después de lo que supuso,
por lo traumática, el ascenso de la nueva figura de liderazgo.
La estrategia conservadora, iniciada por C´s,
intentando apelar a las heridas internas del centro izquierda, parecía no haber
dado fruto y es más, le penalizaría de ir a unas nuevas elecciones (el propio Presidente en funciones del
Gobierno le señalaba esa circunstancia a resultas de las encuestas que evidenciaban
que el 50% de los votantes de C´s
querrían un pacto con de Gobierno con el PSOE). Pero Albert Rivera ignoraba
el potencial mensaje de sus votantes y se dispuso a reforzar, decisivamente, la
cúpula de su partido entorno a su persona, a la vez que seguía insistiendo en
que el problema y obstáculo para un acuerdo era el propio Pedro Sánchez. La
visión del desarrollo de la estrategia de negociación del Gobierno en Funciones
había conseguido mostrar no solo que
Podemos seguía instalado en una actitud desmedidamente exigente – en razón a la moderación que señalaba la
propia historia política española a la
hora de conformar gobiernos – sino que también, C´s, aparecía en una
posición rígida aunque la misma le costara perder figuras relevantes de su
propio partido y a la vez potencial electoral; la posición, en principio,
parecía suicida. Ello mismo, estas circunstancias anómalas, invitaban a
retornar y volver a reflexionar, en el futuro, sobre esta puntual situación, y
analizarla con más profundidad (en busca de algún tipo de coherencia que diera sentido y explicación a la actitud de Albert) una vez
que el Gobierno del Estado consiguiera conformarse, pues no parecía
propio de ese líder jugarse su propio futuro político y el de su propio partido
a una sola carta; en principio, lo razonable era pensar que la “pose política”
se volvería más permeable más adelante, cuando las necesidades de llegar a
acuerdos esenciales para el Estado kobvias en un futuro inmediato) precisaran del respaldo del Centro Derecha y C´s vendría a ocupar el espacio para el cual fue concebido como partido.
Así es como parecía que se configuraría una “estrategia de contención”,
implícita o tácita, que permitiría controlar los populismos extremistas y el
independentismo, haciendo posible que las exigencias de estos se fueran
moderando retornando a un entorno de normalidad y estabilidad.
Consecuentemente,
ante esa evidente rigidez de C´s (que parecía estar persuadido de la existencia de pactos fantasmas que iban a dividir España - ignorando la esencia histórica del PSOE, pero tal vez demasiado permeable a las intrigas políticas, tal vez porque vendrían de donde vendrían, o simplemente "demasiado herido" en el debate político con Sánchez), iba emergiendo la figura de Casado, como la
más estable en el centro derecha; pareciendo dispuesta a asumir ese papel
institucional de colaborar con el centro izquierda en lo esencial para el
Estado.
Así estaban las
cosas cuando el “argumento” periodístico evidenciaba la existencia de una nueva
estrategia – que permitiera “invertir” el
signo del desgaste en las negociaciones que afectaban al centro derecha y a
Podemos (el respaldo en “bruto” de la
intención de voto al PSOE se aproximaba al 40%, amenazando, si se confirmaba,
con una mayoría parlamentaria que podría llegar a prescindir de cualquier
posición intransigente, viniera de donde viniera, fuera por la derecha o la
izquierda) - iniciándose,
simultáneamente, el aviso del inicio de esta campaña contra la figura de Pedro
Sánchez, siendo su portavoz un periodista ante el asombro, en ese momento, del
resto de sus compañeros de tertulia; sus argumentos contrariaban tanto el
sentido común que era preciso esperar a una nueva secuencia de acontecimientos
para determinar si aquella hipótesis tenía un respaldo en la actitud política
(o leer El Mundo, que era quien lanzaba al ambiente ese “cambio de paso” a la escena
política). Y lo tuvo (a pesar de los
“gestos” posteriores de unidad interna dentro del PSOE, mediante la carta firmada
por figuras socialistas - de las que se
presumía podrían albergar algún posible malestar ante los cambios internos de
la nueva dirección que les alejaba de los escaños del Congreso y de otros
escenarios de decisión política - que reclamaba permeabilidad al centro derecha
para posibilitar la formación de Gobierno y evitar elecciones).
La adhesión de
periodistas jóvenes en la TV a la tesis de “invertir” la presión en las
negociaciones para formar gobierno y hacerlas recaer sobre Sánchez fue en
aumento, generando aún mayor expectación, pues ese inicial cambio de posición
en el análisis político parecía dar alas a Podemos (que podría interpretar la ocasión como oportunidad para justificarse en
sus ambiciones de coalición, como parece ser que así sucede – la maniobra de "inversión" concebida y planeada, para ser efectiva, debe dejar hueco a la
ambición del adversario para que este "colabore", a ser posible de manera inevitable, con el proyecto - , aunque Podemos no sabemos si se entera del juego o es que está, o sigue, jugando con fuego, pues el
precio que se pagaría si triunfa la maniobra es enorme - y en ello, en jugar a ignorar lo que sucede, parecen estar arropados por
comentaristas políticos afines o permeables a ese entorno). Así se ha pasado unos días la prensa española, intentando cambiar e “invertir” la “prueba y la carga”
y hacer permeable a la opinión pública a la “maniobra” planificada para evitar
que el PSOE gobierne (mejor dicho, Pedro Sánchez y con él el PSOE).
Fue en el comentario de la Corona, estando de
vacaciones la Familia Real en Palma de Mallorca - y que reflejaba el sentir de la inmensa mayoría de los ciudadanos, así
constatada en las encuestas, de la conveniencia (si fuera posible) de no
repetir elecciones - lo que supuso la entrada efectiva y en acción del
aparente plan preconcebido y “avisado” por la prensa (y creado ya el clima de opinión apropiado para el mismo): Juanma
Moreno (Presidente de la Junta de
Andalucía) sale a la escena informativa pidiendo un Gobierno sin Pedro
Sánchez y liderado por C´s y con un respaldo de PP y PSOE; (y de paso casi afeando a la Corona por
hacerse eco de la conveniencia de formar gobierno y evitar elecciones - eco del que se hace el Rey trasladando el
pensamiento general de cansancio en la sociedad española; pero que ahora
molesta y mucho, pues hay otro plan en marcha)
Promovido por
los partidos de Centro Derecha, que en su deseo de acoso permanente, propio de
algunas formas de hacer política, y asediar a Pedro Sánchez suministraron y
esparcieron todo tipo de argumentos, teorías y teatralizaciones respecto de las
intenciones del actual Presidente en funciones (desde que “las negociaciones con Podemos estaban ya pactadas y
delimitadas y que todo era un paripé teatrero”; pasando por una pretendida
presión europea; una negociación de sillones; un “no saber negociar de Pedro
Sánchez”; un “nunca quiso formar gobierno”; hasta el penúltimo “Siempre quiso
repetir elecciones” cuando vieron que se disparaba el PSOE en las encuestas).
El “arriesgado”
paso dado de Juanma Moreno tal vez no lo sea tanto, si atendemos a la
literalidad de sus declaraciones primeras: “Nadie se fía de Pedro Sánchez”; el
hecho de que sea el Presidente de Andalucía (y que en Sevilla se radique la Junta, y con la ciudad personajes históricos y adversidades políticas recientes)
y que realice una declaración tan
determinante y la vincule con una descripción detallada de cómo debiera ser el
nuevo Gobierno de España (liderado por
Albert Rivera y con apoyo de PP y PSOE) resulta tan temeraria y contraria
al sentido común propio de un devenir normalizado de la interpretación de los
resultados electorales (y de la consecuente
expresión de la Corona, que ha sido motivo también de comentarios en las redes
– aunque también se aprovecha en señalarla como institución ofendida por
Sánchez, cuando se retrasó en su visita del miércoles con motivo de reuniones
previas – una de cal y otra de arena
para la más alta institución del Estado) que parece necesario “incluir”, en la
propuesta de Juanma, la idea de que esta pertenece a la culminación de ese proyecto de “inversión” para la presión
sobre el Gobierno en funciones, intentando un esfuerzo combinado de cerrarle
todas las puertas con ese plan, por el cual, haga lo que haga Sánchez, será
inaceptable (Además con ese “aviso a
navegantes” dirigido a la Corona, que parece decir que no se meta por medio de
este movimiento político; el simple hecho de atreverse a marcar territorio a la
Corona, podría señalar la dimensión de la movida política interna y el peso del
personaje político histórico involucrado en la operación política (que debiera
respaldar la operación para darle crédito en la sociedad) – y que en último
término vendría a señalar que los votantes, los ciudadanos, se equivocan al
votar lo que votaron). Con todo lo que esto pudiera implicar de verdadera
“inversión” democrática, o golpe de timón al sentido común democrático.
También da la
impresión colateral de que Casado, ni Rivera, lideran ni estaban en la maniobra
(habría que buscarla fuera de Madrid,
donde menos se esperaría – aunque Juanma, por ser Juanma y estar donde está nos
da la pista -, pues hasta ahora siempre se había considerado a Madrid como centro de
todo tipo de actividad política esencial), por lo cual se pudieran ver
impelidos a aceptarla o secundarla si quieren “sobrevivir” políticamente. (Lo que vendría a indicar que ellos no
controlarían ni los motivos ni las intenciones finales de quienes inician esta
maniobra, pues serían simples marionetas de otros, y eso implicaría pagar un
precio en el momento más inoportuno, y probablemente más adverso, para el país:
Cuando hubiera que defender legitimidades democráticas y, en ese momento, se
evidenciara que los propios actos les excluyen o inmovilizan políticamente).
Los Gobiernos
de Concentración, debieran ser, en estos momentos como siempre fueron, basados
en los principios democráticos que inspira la Constitución (convergiendo en los asuntos de interés
general cuando la cuestión lo requiere, pero manteniendo el papel señalado por
los ciudadanos en las urnas).
Si Podemos
pensara que de esto podría salir algo positivo para ellos, de triunfar la
maniobra política, se olviden, para siempre, de influir o acordar nada con
cualquier nuevo gobierno que viniere – pasarán
a la historia de España como aquellos que impidieron un Gobierno Progresista en
un momento histórico determinante para la canalización de la solución democrática y pacífica de
los problemas históricos de España dentro del espíritu de la Constitución (pero ya se sabe que los niños mimados
siempre serán niños mimados, y su campo de visión apenas va más allá de ...).
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