Las iniciativas
sociales que hacen posible una segunda oportunidad para las personas (y familias) siempre supusieron un punto
de interés, esencial, para concebir una sociedad más justa. Así se iniciaron
proyectos con jóvenes que con problemas heredados de sus circunstancias
sociales o personales merecían una posibilidad que permitiera aflorar sus
capacidades personales que hicieran posible su re-enganche a la sociedad y, con
ello, abrirse las puertas a un empleo e incluso a unos estudios que, en
principio y dadas esas circunstancias del entorno (barrios deprimidos o familias con problemas) no habrían transitado
con normalidad en las etapas y niveles educativos con fortuna, y estaban en
riesgo de salirse del sistema y entrar, de pleno, en un entorno marginal con
riesgo evidente de tener que lidiar en los márgenes que limitan con la
normalidad y legalidad.
Siempre
existieron iniciativas y proyectos encaminados a ofrecer estas segundas
oportunidades, en unos ambientes donde la competitividad y altos niveles de
exigencia personal en los alumnos no ocuparan un espacio prioritario en la
evaluación y selección educativa de las personas y se atendiera, con recursos
diferentes, más proclives a prestar atención a las circunstancias personales,
ambientales y sociales que habrían hecho posible el primer fracaso en los
itinerarios escolares formales para pasar a una nueva estrategia, encaminada a
evaluar, más decididamente y profundamente, los valores y cualidades personales
que portaban cada alumno para desde ahí otorgarles confianza en sí mismos y
estimular un amor propio y una responsabilidad desde la cual movilizar y
enfocar todas sus capacidades para que salieran a flote.
La
Administración, el Estado, asumió este papel y este tipo de iniciativas que
habrían dado frutos y resultados en proyectos así concebidos desde entidades
privadas y de naturaleza social e incluso benéfica. Ese esfuerzo del Estado
sería concebido, en la práctica, como una última oportunidad en donde se acabarían poniendo a disposición
de esa “visión” recursos transversales de toda índole (Servicios Sociales, Policía , Fiscalía, Docentes) todos ellos
coordinados en cada barrio (y con las
problemáticas familiares) para realizar y proyectar una evaluación de
conjunto que incluso permitiera una disponibilidad de recursos a las familias (incluso puramente económicos) destinados
a evitar la marginación y conseguir su integración y plena inserción en la
sociedad que les circunda con un seguimiento continuo por parte de los
Servicios Sociales y, respecto de los hijos, por medio de un seguimiento en los
Centros de Adultos. Además, siguiendo el modelo de iniciativas exitosas
privadas, los contactos con empresas, facilitando la inserción laboral y
realizando, si fuera preciso, un seguimiento de esa inserción, que se pudiera
cumplimentar con un itinerario que determinaría esa última posibilidad (quien fracasara sería, evidentemente, y
definiéndolo en el propio argot pedagógico del momento “Carne de Cañón”).
Al entrar en
juego herramientas tan trasversales (Policía,
Servicios Sociales, Docentes… todos ellos funcionarios públicos)
rápidamente se vería, desde las instituciones jurisdiccionales y penales, aquel
proyecto del Estado como un instrumento, también de último recurso, destinado a
esa también última oportunidad que se pudiera contemplar desde el entorno de la
legalidad jurídica, previa tal vez, al uso de otros métodos que ya implicarían
lo que vulgarmente se llamaran correccionales o directamente la prisión. Así
pues la Fiscalía entraría a formar parte, también, del seguimiento de las
circunstancias de los jóvenes que entrarían en ese proyecto de Adultos con la
finalidad de verificar y a la postre, si todo fallaba, la “calificación adversa”
de los jóvenes y que formaría parte, ya, posiblemente para siempre, de
cualquier circunstancia que a ese muchacho pudiera llevarle, previsiblemente,
ante los juzgados.
La oportunidad
para apuntarse el tanto político de esta iniciativa pudo llegar, a la vista de
la naturaleza política de los primeros responsables educativos, de la mano del
PCE y de IU; ya desde el acercamiento al régimen de franco, a mediados de los
años 50 (dato que parece ser consensuado históricamente), trabajó en una
estrategia política que parecía copiada del PC en Francia, mostrando interés
por mimetizarse e identificarse con la cultura, el saber y la ciencia – como instrumentos y herramientas imparciales
para su aplicación sobre la sociedad; y despojadas de cualquier influencia de
naturaleza religiosa y apostando por el ateísmo y materialismo científico como
fórmula más cercana y realista para interpretar la realidad social; y desde
esos postulados construir la estrategia para un sistema de evaluación Social,
que implícitamente conlleva al Control Social.
Parece obvio
que dado que parte del papel que tuvieron que asumir los Centros de Adultos
(como última oportunidad para un determinado grupo social juvenil ya señalado bajo parámetros de riesgo)
las características de los profesores, los técnicos en Servicios Sociales, los
miembros de la policía, la Fiscalía… debieran tener no solo una predisposición
de servicio ante el reto que supone aprovechar un último esfuerzo del Estado,
sino también un componente vocacional y, en último extremo, si el impulso y la
rutina decaen de alguna manera, un estricto cumplimiento profesional de la tarea.
Antes de
proseguir parece conveniente señalar que en materia de educación se intenta abrir
el debate sobre los castigos corporales (véase Castigos físicos
como tortura en detrimento de la salud mental). La ley los prohíbe en
España, y en múltiples Estados europeos, bajo el amparo y los estudios de la ONU. Y sin
embargo, desde entornos judiciales (desde
youtube) parece que un juez aboga por recuperar los “cachetes” e incluso el
derecho de los padres a controlar los móviles de sus hijos; presentadas ambas
medidas como “derechos” saludables de ejercer (incluso hay algún anuncio, creo que de fuet, en el que los padres
ironizan sobre el acceso al contenido del móvil de su hijo en el propio anuncio).
Si a esto le sumamos que en el mundo del profesorado de la enseñanza sigue
existiendo añoranza por el castigo físico, y que una de las profesoras vino
ejerciendo, parece que por recomendación y apoyo de compañeros del Centro de
Adultos, de manera extremadamente violenta sobre sus hijos (con el cómplice silencio de los vecinos de
su domicilio, a los que se pudiera haber presentado incluso ella misma como verdadera víctima, aunque fuera verdugo – y alguno de los vecinos también eran pertenecientes
al mundo de la enseñanza) podríamos señalar que esta forma de tortura no
está plenamente desterrada del ámbito de la conciencia de todo el profesorado
(probablemente por su evidente eficacia intimidadora que permite un ahorro de
argumentos que podrían llevar a la contradicción y a la duda en los hijos). Y que
es lo que parece subyacer en el juez que apoya los castigos físicos y el control de móviles en youtube.
Como no siempre
los castigos físicos, ni las torturas, son eficaces; ya una película española,
con personaje “relator”, señalaba éste, que no pegaran a los niños, cuando una
madre le soltaba un bofetón a una criatura de tres años en el parque en su
presencia (la vergüenza de cómo tratamos
a los hijos en España transciende en los años sesenta; y tal
vez ahora también).
Por lo general
los niños no los entienden, sobre todo cuando ni siquiera existe ningún tipo de
razonamiento o guía de conducta que provenga desde el progenitor como
referencia para conducirse en sociedad – parece
que lo que se pretende evitar es un debate, que es lo que parece pretenderse
eludir para evitar que alcance otros ámbitos de la familia - a cada
problema que el niño presenta la respuesta sea una paliza.(Es, o parece obvio, que en un ambiente escolar, para los
profesionales, resultaría fácil detectar que unos hermanos son sometidos a este
tipo de torturas en casa, sobre todo porque da lugar a problemas, bajadas de
notas y repetición de curso; todo ello se dio en este caso, pero los profesores,
los jefes de estudios y los directores de los colegios de primaria y secundaria
se callaron, como los vecinos de la maestra de Adultos, con
su silencio. El hecho de que fuera una colega de profesión y que su profesión
estuviera vinculada con la policía, la fiscalía y los Servicios Sociales del
barrio pudieron contribuir – junto con los argumentos de ser ella la única
víctima – a mantener el silencio. Ni siquiera el juzgado correspondiente,
conocida denuncia por haberlos detectado el padre, se atrevió a pedir la mínima intervención de los psicólogos del propio juzgado y prefirió amenazar al padre
por intentar presionarle, después de rechazarle una visita, para argumentar que lo hiciera).
Hasta aquí
pudieran entender muchos que leyeren este artículo, que no debe de ser motivo
de queja, ni siquiera de un artículo en un blog para señalar el hecho de que
haya existido discrepancias en el modo de educación de los hijos (se podría alegar, incluso, que Vd mismo en
su escrito argumenta que sigue existiendo un debate, e incluso es concebible
que, pudiendo conocer este proceder de la madre- maestra en las reuniones con los
Servicios Sociales, la policía y la Fiscalía, se pudiera haber llegado a convenir, tal vez implícitamente, que corregir físicamente
en casa previene de problemas posteriores, diga lo que diga la ley, que para
eso se es padre) ni siquiera es motivo, por lo tanto, para señalar en un
blog que un juzgado se inhiba, si en alguna manera la madre se pudiera presentar como profesora de Adultos y/o con argumentos de víctima – de alguna manera colabora con el sistema judicial y con el control
social del barrio, se podría concebir hasta de colega. Aunque de alguna
manera, es cierto que eso de “facilitar” títulos para que adultos progresen en
el trabajo (incluso en la función pública) es lamentable, pero podríamos
convenir que, vamos, unos favores que no hacen daño a nadie ¿A quién pueden
molestar? (Es cierto, todo se puede entender)
Incluso se
puede entender que el mismo juez de youtube asegure que considera legítimo “intervenir”
el móvil de los hijos para saber qué hacen, y mire Vd, la madre maestra se llevó
el móvil del hijo díscolo (por querer seguir viendo a su padre) a su trabajo de
Adultos. Parece ser que la familia, que por parte del marido, aun la veía como
víctima dejó de verla como tal y cortó la comunicación, y algo esencial para
esta señora: La información y el cotilleo sobre su exmarido que podría utilizar para realizar un control sobre su hijo. Aquello pudo
ponerle en situación de no poder proseguir con el control emocional de su hijo,
ya adulto, por medio del cual había conseguido, después de varios años de
intentarlo, casi inhabilitarlo, pero desde luego intentar endosarle una pretendida
enfermedad psíquica; a base de los mismos argumentos que había aprendido a
expresar, probablemente en ese mismo entorno de Adultos y en las reuniones con
los estamentos señalados (además de haber quedado para pasar vacaciones, puntualmente, con alguna madre con hijos con diagnósticos psicológicos graves - tal vez por aquello de obtener información y capacidad de argumentación). Se había convertido ello en un juego?, pues incluso se
atrevió a internar, en contra de su voluntad a una propia amiga, artista conocida, que parece ser
que consiguió salir al día siguiente de la planta de psiquiatría. La capacidad
de argumentar de esta señora es sorprendente. Pero para manipular, (véase Control
Mental y Abuso
Psicológico) se precisa siempre información y este juez aprueba el acceso a
los teléfonos móviles de los hijos. Da la casualidad de que la profesora de
Adultos se llevara “accidentalmente” el teléfono del hijo al Centro de Adultos
durante unas horas. Véase la noticia que hace poco salió en la prensa: Me
controlaba por el móvil, vivía una psicosis.
Si además de
esta situación concreta, señaláramos que
fuera advertida información falseada por la madre en el centro psicoterapéutico
donde pretendió para su hijo un diagnostico lo suficientemente estigmatizante
como para quitárselo de en medio permanentemente (como medida para dañar al padre) y corrió, la madre, a pedir
asesoramiento a un entorno (pudiera ser político, de abogados, o profesional)
para que le dieran argumentos para poder salir bien librada de esa nueva
situación creada y descubierta.
En todo esto
parece tener apoyo del entorno educativo y asesoramiento legal. La pregunta
sería: Porqué? ¿Qué sabe esta profesora de su propio entorno, del propio
barrio, para tener esta protección que tanto daño hace a su propio hijo? ¿Es
una cuestión política por su vinculación con IU, Podemos o el PCE? Es una
cuestión social amparada por los Servicios Sociales del Barrio? Es alguna
cuestión policial que sabe o no la Fiscalía? Se acepta todo esto como una
normalidad?
¿Es posible qué en el
entorno de contactos con un centro de Adultos se pudiera acceder a estas
herramientas de control una persona que no sabe de informática? ¿Es habitual
que los profesores sugieran, como el juez de youtube, estas herramientas a los
padres? ¿No existe posterior control ni límite de edad? Entidades de
responsabilidad tan determinante no evalúan periódica y discretamente la
integridad de los participantes en programas de la importancia y envergadura
aquí señalada? ¿De haberse procedido de esta manera en ese ámbito, se han podido
producir consecuencias adversas o muy adversas a causa de este tipo de
manipulaciones? ¿Los técnicos señalados tienen asumidas todas las potestades
sobre el devenir de las personas vulnerables de ese barrio? ¿Existe algún
control honesto e independiente sobre la integridad de estas personas?
Todas estas preguntas parecen legítimas hacerse ante el cúmulo de irregularidades u omisiones señaladas.
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