Pacto “fáctico”: Todos contra Sánchez.
Ya me colma y
aburre el discurso de todos los “perdedores” señalando a Pedro Sánchez como
responsable único de que en estos momentos no haya gobierno estable y pleno en
España. Las reclamaciones de los Ministros pidiendo responsabilidad (“patriótica”)
a la oposición (término que empleó el propio PP para definir la posición del
PSOE que permitiera la formación de Gobierno de Rajoy) cae en saco roto y es “ninguneada”.
En este día a día informativo, ha colmado este agosto con una saturación de
dicho mensaje desde la derecha, hasta el punto de ser recogido por Podemos, que
desde esa puerta abierta que le ofrece la derecha para presionar a Sánchez,
busca envalentonarse y cargarse de razones ante la eventual puesta en marcha
del mecanismo electoral, pensando, tal vez, que el discurso de la derecha –
acosando a Sánchez – pudiera rentabilizarlo, tarde o temprano, pues lo que se
ve en el escenario de la política parlamentaria no es otra cosa que una
verdadera “pinza” sobre el partido más votado en las últimas elecciones
Generales.
Se entreveía el
“pistoletazo” de salida, de esta nueva estrategia, hace poco más o menos un
mes, cuando una periodista de El Mundo lanzaba, con contundencia, este
argumento en una mesa de debate político, una semana más tarde el Presidente de
la Junta de Andalucía reforzaría dicha idea, presentando una proposición de
gobierno, con C´s a la cabeza con apoyo de PP y PSOE, y con un argumento de
fondo esgrimido por el propio Presidente de la Junta Andaluza: De Pedro Sánchez
no se fía nadie (y parecía que el
argumento de este político tuviera “peso”, ante la magnitud y nueva
contrariedad que sugería la propuesta; y pese a que hubiera existido una carta
desde el PSOE – aunque no desde el Gobierno en Funciones – pidiendo la
abstención para facilitar un Gobierno, e incluso unas declaraciones de Felipe
González calificando la petición de Sánchez hacia la oposición, e incluso su cierta
desconfianza hacia Podemos, como de razonables).
Mientras en el
contexto internacional apostaban, después de las elecciones generales, por un gobierno
PSOE-C´s, la posición de Rivera, señalando que con ese PSOE de Pedro Sánchez no quería saber nada, zanjaba cualquier duda
al respecto sobre la posibilidad de un Gobierno de Centro y Social Democracia.
El bloqueo es evidente. Pero hay que buscar razones estratégicas que lo avalen.
La campaña
contra Sánchez buscó, primero, hacer creer que este PSOE de Sánchez es radical.
Posteriormente, cuando se verificó que Sánchez no estaba dispuesto a apoyarse
en un socio que dejaría de apoyarle con la primera sentencia del “Procés” y
viendo que esta posición de Sánchez llevaba a una percepción del PSOE aún más
al centro del actual escenario político (pues C´s en su negativa a facilitar o
participar del gobierno se vislumbra escorado, casi más que el PP hacia la
derecha – casi parece compartir frontera ideológica con VOX) aumentando las
posibilidades de ganar espacio electoral para los Socialistas (tanto por su
derecha como por su izquierda), se lanza esta “bifurcación” estratégica sobre el
PSOE (de Sánchez, según Rivera; del que nadie se fía, según Juanma Moreno –
como si hubiera -¿? – otro PSOE en puertas si consiguieran hacer caer a Sánchez):
La primera, señalando la responsabilidad del propio Sánchez y la segunda (en estambay)
marcando un objetivo de Gobierno
alternativo por Juanma Moreno, donde el PSOE estaría con el PP apoyando un Gobierno
de C´s (¿?).
Aún así, se
suma Pablo Casado a la primera estrategia, pero no a la segunda (pues parece
ser que no fuera invitado a semejante “plan”) y crea su idea de unirse
electoralmente con C´s, creando un frente común de derechas ante las probables
inminentes elecciones Generales.
Todos estábamos
persuadidos, y aún más la derecha, de que meter a Podemos en el Consejo de Ministros
– y sobre todo en ministerios claves del Estado – es un riesgo indeseado que no
se puede correr con un partido que hace solo un par de años quería dinamitar la
democracia construida en 1978 y retornarnos a un escenario de cuestionamiento
de instituciones, bajo la inspiración personal de Pablo Iglesias sobre su
Estado perfecto: la URSS, y que nos retornaba a una idea de confrontación que
la Constitución del 78 pretendía superar.
Sin embargo, la
Derecha, después de azuzar el miedo, desde hace años, a una reedición del Frente
Popular para el siglo XXI – y con un calendario de sentencias que nos va a
recordar parte de la adversidad y temores vividos a principios del siglo XX en
España – vienen a alentar, todos, TODOS, las bondades de Podemos. Desde el
anterior director de ABC, que califica a Pablo como muy inteligente y
capacitado, pasando por Maluenda – que parece ahora defender el honor de Podemos
frente al PSOE “de Sánchez” – toda la derecha mediática sale a defender y dar
moral a Podemos y su líder. Al menos llama la atención, pues parece obvio que
arrinconar al PSOE contra Podemos y sólo dejarle esa salida es la mejor
estrategia que ha concebido la derecha para recuperar el poder lo más pronto
posible (por ruptura rápida de un pretendido nuevo Gobierno Socialista, ya sea
por acuerdo programático como por coalición – que también es promocionada por
la Derecha – pues parece evidente que la tensión, ante la sentencia del procés
haría saltar el gobierno socialista en ambos casos, pues Podemos buscaría
recuperar su espacio, reclamando su siempre temido eslogan, temido por los que ahora le animan desde la derecha, “Derecho a
decidir”).
La situación es
endiablada, pero la derecha no es ajena a ello y Rivera es la clave de la
solución o del obstáculo. Y Pablo Casado parece no tener ni disfrutar de margen
de maniobra dentro del PP para resolver esta situación de ”compromiso”.
Habrá que recordar
que el PSOE “de Sánchez” es el único que apuesta por una solución “dialogada”
para resolver el problema catalán dentro del marco Constitucional – problema en
el que nos metió un partido de derechas corrupto y ya desaparecido, y una
familia también corrupta y pendiente de pasar por los tribunales, pero que
parece amagar con apuntar a lo más alto del Estado antes de hundirse plenamente,
con el fin de amenazar con hacer el mayor daño posible a España – y como siempre
suele ocurrir, la chapuza o los intereses de la derecha cuando salen mal los
pagan las izquierdas, en este caso ERC, que es quienes están pagando el precio
más duro.
Ni a C´s, ni al
PP, ni a Vox, ni a todo aquél que desconfía del Psoe “de Sánchez”, por estar dispuesto
a buscar una solución y un marco para canalizar el problema catalán – que creció y estalló con Rajoy y el PP - quieren la posible solución Sánchez, y
prefieren, parece ser, una salida “dura” a esa crisis que marque una línea roja
con suficiente nitidez para otros nuevos cuarenta años; y ello implicaría, casi
inevitablemente, la aplicación del art 155 por ese gobierno anunciado por Juanma,
donde C´s asumiera el coste histórico de asumir el gobierno de España para
desempeñar esa “dolorosa” tarea (nadie como él conoce Catalunya; y nadie mejor
que él, como catalán, para desempeñar ese papel y poderlo “ubicar” en la Historia
como mal menor para Catalunya).
La cuestión es clara, quien sobra en el PSOE para
este proyecto es Pedro Sánchez, la siguiente pregunta es ¿Quién faltaría? para hacer
realidad ese plan.
Parece obvio
que el líder de Unidas Podemos observa el alcance del movimiento político que
se ha “vislumbrado” por Juanma Moreno. Si Pablo Iglesias es consecuente con el
contexto político e histórico de España – y
siempre que desee la mejor solución posible para el problema catalán que no
signifique la aplicación de medidas realmente “duras”, con probable suspensión
de la autonomía catalana, tal vez debiera considerar aceptar las propuestas que
realice el candidato socialista y gestionar, lealmente, la canalización de la
frustración que parece inevitable que se
producirá en gran parte de la sociedad catalana. Desde ahí esperar tiempos
mejores para todos. La otra alternativa es ir a elecciones y dejar que sea la
derecha, quien formando gobierno, gestione el punto y final de esa frustración en Catalunya.
El vértigo de
dejar que la derecha gestione y aplique su plan para Catalunya, con Vox a la expectativa,
es obvio – pues la confrontación se intuye
inevitable y de gran alcance; y podría afectar profundamente al Estado y a
nuestra democracia, incluso a su estabilidad. En ello nada ganaríamos
nadie, ni siquiera Unida Podemos.
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