Con la frase (Es hora de salir de) “ridículas guerras sin fin” Trump pretende hacer creer a
sus votantes que el conflicto en Siria es, en esencia, ridículo y se puede
desentender de las consecuencias de volver a romper el equilibrio militar que
ha conseguido arrinconar al ISIS y capturas más de una decenas de miles combatientes
radicales islámicos en manos de los Kurdos. Y sin embargo, el pacto de Presidente a
Presidente entre EEUU y Turquía es un hecho que se expresa con la retirada de
los Norteamericanos que protegían la retaguardia de los Kurdos para que estos pudieran
llevar la pesada carga de acabar con el Estado Islámico, y se estaba
consiguiendo hasta el punto de tener controlado a los combatientes islámicos y
su proyección terrorista internacional.
Y sin embargo,
Trump, amenazado políticamente en un procedimiento que se impulsa desde los
Demócratas contra él Presidente de EEUU por realizar prácticas ilegales sobre candidatos
demócratas que serían rivales en las próximas elecciones a la Presidencia
Norteamericana, responde, en el otro extremo del mundo, allá donde la
inestabilidad más puede amenazar al proyecto europeo de la UE, moviendo sus tropas para que quienes más están
haciendo por acabar con el terrorismo internacional sean atacados por la
retaguardia y tengan que atender dos frentes de guerra.
Parece que la
idea de fondo de Trump era acelerar el escenario que estuviera previsto para
cuando ISIS hubiera sido plenamente derrotada, pero no lo está. Y al no
estarlo, la decisión de Trump desestabiliza la zona y se retorna a una
situación en la que el ISIS va a resucitar, el movimiento de población y
refugiados va a volver a mirar a Europa como lugar de refugio; y sobre todo, va
a dar nuevamente alas al terrorismo islámico con la liberación de más de diez
mil prisioneros del ISIS en manos de los Kurdos.
Con este
movimiento Trump demuestra, que no ha llegado a la Casa Blanca para establecer,
reforzar o mejorar sistemas estables de equilibrios para implantarlos en los
territorios en conflicto. Le basta con que le expliquen por encima, cómo se han
establecido esos sistemas de equilibrio y cuáles son los parámetros que
permiten mantener cierta estabilidad en un zona determinada para que, él, como
Presidente de la Nación más poderosa de la Tierra, simplemente de la orden de romper ese
equilibrio en el que los EEUU juega un papel esencial desde antes de la segunda
guerra mundial.
No es una estrategia
nueva, Trump viene actuando de la misma manera en todos los ámbitos de su
competencia: Tratados económicos, Tratados militares, Compromisos sociales con
la ONU, Acuerdos Medioambientales…. Todo lo que le suene a un sistema diseñado
para mantener equilibrios internacionales está siendo desmontado por el populista.
Desde luego para eso no se precisan conocimientos específicos ni técnicos;
parece simplemente, la estrategia “Pretty Woman”, donde Richard Gere es asesorado por un jurista para determinar
los puntos débiles de las grandes empresas con el sólo fin de arrinconarlas,
comprarlas y venderlas a cachos, y aumentar exponencialmente las cuentas de
resultados.
Con esta
maniobra de Trump, en medio del Impeachmen demócrata, se asegura que el
procedimiento contra él, si tuviera éxito (algo
que desde los ámbitos de medios de comunicación conservadores ya se vende como
un fracaso demócrata) dejaría el panorama internacional muy tocado en todo
lo referente a seguridad, economía y medio ambiente; pero sobre todo a la UE aún
en posición más crítica, con un posible resurgimiento de olas de refugiados,
inestabilidad política, y posible resurgimiento de terrorismos.
El próximo año se presenta, en apariencia,
como a una gigantesca Torre Eifiel (que representaría
las relaciones, acuerdos, tratados e instituciones construidas desde la Segunda
Guerra Mundial) a la que se le están quitando los remaches y soldaduras de todos
sus cimientos; sabemos lo peligroso que resulta ello – no porque seamos
técnicos o ingenieros, sino por simple evidencia del sentido común.
La estrategia Trump es: Dadme los votos y yo desmontaré el Mundo conocido hasta ahora (y van y se los dan).
Es atractiva la idea de destruir un mundo evidentemente injusto, pero no es posible concebir el populismo de Trump sin evadir la idea de rencor que subyacería o podría subyacer en su propia personalidad y que sugiere revancha.
Tal vez desde esa perspectiva se hallaría el contacto con sus votantes (al igual que hiciera Hitler con su propio pueblo alemán). Tal vez, el único camino posible para hacer reflexionar a este Presidente no sea el de seguir estimulando su posible conflicto interno, sino proponerle un cauce que le permita, como a Richard Geere, ver la vida de manera más constructiva. Pero bien más parece que su posible rencor estaría siendo utilizado e instrumentalizado por otros que sí desearan demoler lo hasta aquí construido en vez de mejorarlo o rectificarlo. Quién sabe?
Es atractiva la idea de destruir un mundo evidentemente injusto, pero no es posible concebir el populismo de Trump sin evadir la idea de rencor que subyacería o podría subyacer en su propia personalidad y que sugiere revancha.
Tal vez desde esa perspectiva se hallaría el contacto con sus votantes (al igual que hiciera Hitler con su propio pueblo alemán). Tal vez, el único camino posible para hacer reflexionar a este Presidente no sea el de seguir estimulando su posible conflicto interno, sino proponerle un cauce que le permita, como a Richard Geere, ver la vida de manera más constructiva. Pero bien más parece que su posible rencor estaría siendo utilizado e instrumentalizado por otros que sí desearan demoler lo hasta aquí construido en vez de mejorarlo o rectificarlo. Quién sabe?
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