Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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jueves, 31 de octubre de 2019

Los Móviles serán rastreados 8 días por el INE.



La noticia es primera página del periódico El País del martes 29 de octubre de 2019. Ocupa el lado izquierdo superior de la portada, prácticamente es la noticia-titular con la que abren la actualidad informativa en formato de papel (el formato papel de la prensa nacional,regional e internacional, posiblemente sea la única referencia que quede de nuestra actualidad cotidiana, con la cual, en un futuro indefinido, cualquiera que lo desee, en ese futuro, pueda acercarse a los acontecimientos “inquietantes” que vivimos como humanidad en esta segunda década del siglo XXI, donde la prometida tecnología – impulsada por los conocimientos científicos – nos iba a llevar en volandas a un magnífico futuro lleno de confort, comodidades, libertades creativas y circulación de la información –que entre otras muchas ventajas – harían posible que el sentido común (ese que sostiene la gente sencilla y que hace posible que la cordura del mundo no se desquiciara del todo por la ambición y la codicia de quienes ejercen el verdadero poder cotidiano, siendo capaces, entre todos, de ponerles freno). Así parecía ser cada vez que un grupo de periodistas o un editor o un director de periódico realizara un trabajo de investigación o de campo – profundo y valiente – después de transitar entre las posibles amenazas o peligros intuidos, y aun así se atrevieran a dar a luz información re-velada y expresa, guardándose, como siempre, un As en la manga – o varios – con los cuales protegerse de esa transversalidad que parece compartir y converger en esas fuerzas fácticas presentes en cualquier parte del mundo y cuya función no parece ser otra que seguir manteniéndose en sus posiciones de élite (generando confusión o indiferencia o incredulidad entre la gente) pero siempre a salvo de cualquier mirada y usando los instrumentos de la coacción o el miedo con los cuales seguir intimidando a esa misma gente común que solo precisa conocer lo que realmente pasa en el mundo, en su ciudad, o en su comunidad, para preguntarse “en qué mundo estamos y vivimos” y sobre todo preguntarse “hacia dónde vamos” si es que en realidad vamos hacia algún sitio o si alguien tiene realmente en sus manos el timón de nuestras sociedades, o si son varios los que van consensuando esa dirección o simplemente – en esta tormenta que se ve venir encima y que ya lleva un tiempo alcanzando países y vidas inocentes - el timón de nuestro devenir solo tuviera un par de rumbos sobre los que elegir ruta: O intentar posicionar el barco para que el oleaje no afecte en demasía a los viajeros- ciudadanos que vamos en él y nadie caiga por la borda; o quienes apuestan por intentar salvar la estructura del barco aunque en la maniobra se vaya la mitad del pasaje por Laborda en mitad de la tormenta. Y sin embargo, a pesar de que parece evidente, lo parece, que esto es lo que tenemos que enfrentar, da la sensación de que en nuestro barco – como en el Titanic – no hay botes salvavidas para todos y ni siquiera está previsto que los botes, en caso preciso, se llenen en toda su capacidad pues también, como en el Titanic, hay clases y dentro de esas clases hay quienes precisan más espacio para ellos solos y, sobre todo, quienes se deben de salvar son las privilegiadas, mientras los de 3ª clase esperan encerrados y vigilados bajo cierta promesa de que simplemente es una cuestión de tiempo, necesario para una perfecta organización, porque, desde luego, todos serán salvados.
Ayer en tv emitieron un programa sobre Delibes y su obra. Señalaron su pesimismo (creo que existencial se debe de decir) algunos de sus hermanos aun vivos, indicando que ese pesimismo también fue referencia que adquirirían parte de sus hijos. También fue su punto de partida observar desde joven en lo extraño y ajeno que resulta meditar en el fin de la vida – como le ocurre a la mayoría de los filósofos de todos los tiempos – para desde ahí empezar a hablar y exponer sus reflexiones de la manera más sencilla, como si se tratara de una conversación o una charla con personas de confianza (sí, personas de confianza, esas que no  juzgan ni sostienen prejuicios sobre ti para prevenirse o, al menos, los aparcan durante el tiempo que dura la velada en la que – reflexiones que están al alcance de todos los que participan, o leen, hayan llegado a la certera conclusión de que tenemos, todos, mucho más en común por el hecho de ser seres humanos que diferencias sobre las cuales construir una identidad singular que sin duda será, en alguna manera, lo suficientemente efímera y pasajera como para difícilmente construir una verdadera singularidad que nos desvincule unos de otros – a veces hay personajes que aseguran que lo que les pasa a unos difícilmente les pueden pasar a otros o a nosotros, porque somos plenamente ajeno a ello y en especial a esas personas a las que esas cosas les pasan). (Ya decía Sócrates - o Platón, que para el caso casi es lo mismo, pues no se puede concebir Sócrates sin el impulso heroico del discípulo que quiere engrandecer la memoria del maestro ajusticiado, haciéndola que perdure siglos y milenios - que todo lo que le pasa a una persona le pasó o le ha pasado o le pasará a otras e incluso a todos de una manera u otra. Incluso el sabio Salomón, del que se engrandece su figura en las escrituras, se dice que acabó seducido de la manera más absurda por una joven mujer y acabó siendo la burla del pueblo y sus gentes (de ser cierto la película del El Ángel Azul no sería más que una recreación a menor escala de la transformación de un recto profesor en literal payaso de cabaret, al sucumbir a los encantos de una mujerpor eso eligieron para el papel a Marlene Dietrich, una mujer, que como tal, puede hacer perder la cabeza del hombre más cabal; como el más cabal de los hombre puede perder la cabeza por cualquier Marlene Dietrich que se encuentre por el camino, sin que nadie pueda decir que se halle a salvo de tal circunstancia).
Por eso, que la fortuna haya hecho posible que para unos el trance haya podido ser superado con una mayor o menor facilidad, o que alguno se halla encontrado estancado o haya caído en la red de desesperanza no viene a significar que nuestros destinos sean por ello esencialmente diferentes o singulares; ni mucho menos que por sobrevivir a esos precipicios hayamos sido elegidos por los Dioses o que seamos especialmente “dotados” y “especiales” en nuestra singularidad de persona y por ello nos hayamos ganado el derecho a mejor “destino” (un derecho que se acaba considerando legítimo, propio del propio esfuerzo o sacrificio personal y por lo tanto fruto propio, particular, merecido y propio patrimonio). Ello es una plena falsedad; ello es un espejismo producido por una reacción a este mundo beligerante y violento que hemos construido entre todos, como lo define la ONU en su página web. Es una fantasía, una épica personal que nos creemos exclusivamente nuestra; pues si reflexionáramos siempre hallaríamos que en algún momento alguien nos tendió la mano y allanó un camino para que se pudiera ser quien se es y estar donde se está. Y probablemente aquél momento fuera de generosidad; por lo que cada uno debiera ser consciente cómo ha gestionado esa generosidad recibida que le impulsó y si los futuros actos del así “apoyado” tendrán como objetivo proporcionar “espacios de libertad”  o simplemente impondrán un precio: El de hacer pagar a otros precio de esclavitud que a nosotros no nos exigieron. Es decir, con ese don que nos ofrecieron dándonos acceso a la libertad (que no es otra cosa que actuar por deber y por ello conocer cuál es el deber) lo empleamos para vengarnos del mundo por medio de nuestros semejantes (o si realmente lo empleamos para allanar legítimamente el camino a otros, de acuerdo con las normas que todos nos hemos dado). Esa decisión siempre fue y será nuestra, y no valen medias tintas (o se fue, o no se fue, derecho por el derecho, aun con tropiezos y sabotajes recibidos por el camino). No vale decir: Ese es bueno, le brindo mi apoyo; y ese es “malo” o no me hace caso y le pongo la zancadilla.  La generosidad actúa o no actúa, pero no pone zancadillas a nadie (porque esa es la ley del cielo); esa es la diferencia (la ley de la Tierra sigue siendo dar al que ya tiene, y aún más, quitando al que apenas tiene).
La noticia con la que hoy abre El País (con la que comenzaba este artículo) señala, a mi modo de ver y de manera determinante, que la capacidad del Estado de controlar a los ciudadanos detalladamente – y que parecía una utopía de ciencia ficción más allá del consabido control ejercido por el cotilleo del barrio, pueblo o ciudad – es una realidad que se va a ejercer, según El País, de forma y manera inmediata (no por motivos de seguridad del estado – esa que nadie se cree que nos pueda alcanzar a ninguno en particular, pues nuestras vidas apenas son nada, salvo para cada uno de nosotros) sino para estadística de movilidad; asegurando que no se incluirán los datos de los nombres o números de móviles – pero podrían hacerlo en otro futuro diferente y con otro supuesto interés. (Yo mismo desarrollé una base de datos para el Estado al que incorporé sentencias, recursos, costas, letrados y juzgados – y era muy fácil haber dado un paso más allá e incorporar a los titulares para determinar, estadísticamente, sobre qué tipos de cuestiones se derivaban unas sentencias en razón del juzgado en las que recayera, pudiéndose haber extraído un perfil y pudiendo anticipar un probable resultado en el que se observaría también las variables de los letrados actuantes; era como un juego, parecía un juego y se podría desarrollar como un juego (algo también posible sin ordenadores, bastando, tal vez, solo la veterana experiencia de conocer el ambiente de primera mano; así, desde lejos, sin pisar ya tanto los juzgados ni conocer a sus titulares, "construir" "guiones" apuntalados, puntualmente, para que un caso jurídico alcance el final previsto de antemano - solo hace falta carencia de escrúpulos en los actores, verdad que eso sería la Gloria del éxito?.   Lamentablemente así también son las guerras o las operaciones de guerra en la actualidad, con los soportes informáticos y a la nueva tecnología todo parece un juego, y las víctimas mueren ante un monitor en directo, como si no fueran en realidad vidas o personas. Ello lo inauguraron  con normalidad, para el mundo mediático, el presidente Obama y ahora Trump; todo parece un juego de videojuego).  
De esta manera clara, con la que se expresa la noticia de El País, se pone sobre la mesa que a partir de ahora sí debería importarnos y mucho, si nuestro Estado se vincula con los valores constitucionales positivos o simplemente los considera un marco de leyes que se podrán infringir siempre que se desee bajo una idea de seguridad que siempre estará por encima de cualquier derecho civil que se refleje en la Constitución. Algunos de los grandes impulsores de compañías de las vigentes redes sociales ya han señalado que las concibieron con objetivos diferentes; ahora la idea inicial ha sido cambiada (y parece ser ello por los gobiernos, según las declaraciones que llegaron desde esos ejecutivos de redes sociales) tal vez en vez de proporcionar libertad se estén dando herramientas para "segarla". 
Extrañamente y paradójicamente, esta cuestión última dependa, a la definitiva (y aún por el momento) del sentido de nuestro voto cada vez que hay elecciones.


El País: El INE seguirá la pista de los móviles de toda España durante ocho días


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