La noticia es
primera página del periódico El País del martes 29 de octubre de 2019. Ocupa el
lado izquierdo superior de la portada, prácticamente es la noticia-titular con
la que abren la actualidad informativa en formato de papel (el formato papel de
la prensa nacional,regional e internacional, posiblemente sea la única referencia
que quede de nuestra actualidad cotidiana, con la cual, en un futuro
indefinido, cualquiera que lo desee, en ese futuro, pueda acercarse a los acontecimientos “inquietantes”
que vivimos como humanidad en esta segunda década del siglo XXI, donde la
prometida tecnología – impulsada por los conocimientos científicos – nos iba a
llevar en volandas a un magnífico futuro lleno de confort, comodidades,
libertades creativas y circulación de la información –que entre otras muchas
ventajas – harían posible que el sentido común (ese que sostiene la gente
sencilla y que hace posible que la cordura del mundo no se desquiciara del
todo por la ambición y la codicia de quienes ejercen el verdadero poder
cotidiano, siendo capaces, entre todos, de ponerles freno). Así parecía ser cada vez que un grupo
de periodistas o un editor o un director de periódico realizara un trabajo de
investigación o de campo – profundo y valiente – después de transitar entre las posibles
amenazas o peligros intuidos, y aun así se atrevieran a dar a luz información
re-velada y expresa, guardándose, como siempre, un As en la manga – o varios – con los cuales protegerse de
esa transversalidad que parece compartir y converger en esas fuerzas fácticas
presentes en cualquier parte del mundo y cuya función no parece ser otra que
seguir manteniéndose en sus posiciones de élite (generando confusión o indiferencia o incredulidad entre la gente)
pero siempre a salvo de cualquier mirada y usando los instrumentos de la
coacción o el miedo con los cuales seguir intimidando a esa misma gente común
que solo precisa conocer lo que realmente pasa en el mundo, en su ciudad, o en
su comunidad, para preguntarse “en qué mundo estamos y vivimos” y sobre todo
preguntarse “hacia dónde vamos” si es que en realidad vamos hacia algún sitio o
si alguien tiene realmente en sus manos el timón de nuestras sociedades, o si
son varios los que van consensuando esa dirección o simplemente – en esta tormenta que se ve venir encima y
que ya lleva un tiempo alcanzando países y vidas inocentes - el timón de
nuestro devenir solo tuviera un par de rumbos sobre los que elegir ruta: O
intentar posicionar el barco para que el oleaje no afecte en demasía a los
viajeros- ciudadanos que vamos en él y nadie caiga por la borda; o quienes
apuestan por intentar salvar la estructura del barco aunque en la maniobra se
vaya la mitad del pasaje por Laborda en mitad de la tormenta. Y sin embargo, a
pesar de que parece evidente, lo parece, que esto es lo que tenemos que
enfrentar, da la sensación de que en nuestro barco – como en el Titanic – no hay botes salvavidas para todos y ni siquiera está previsto que los botes, en caso
preciso, se llenen en toda su capacidad pues también, como en el Titanic, hay
clases y dentro de esas clases hay quienes precisan más espacio para ellos
solos y, sobre todo, quienes se deben de salvar son las privilegiadas, mientras
los de 3ª clase esperan encerrados y vigilados bajo cierta promesa de que
simplemente es una cuestión de tiempo, necesario para una perfecta organización,
porque, desde luego, todos serán salvados.
Ayer en tv
emitieron un programa sobre Delibes y su obra. Señalaron su pesimismo (creo que
existencial se debe de decir) algunos de sus hermanos aun vivos, indicando que
ese pesimismo también fue referencia que adquirirían parte de sus hijos.
También fue su punto de partida observar desde joven en lo extraño y ajeno que
resulta meditar en el fin de la vida – como le ocurre a la mayoría de los
filósofos de todos los tiempos – para desde ahí empezar a hablar y exponer sus
reflexiones de la manera más sencilla, como si se tratara de una conversación o
una charla con personas de confianza (sí,
personas de confianza, esas que no
juzgan ni sostienen prejuicios sobre ti para prevenirse o, al menos, los
aparcan durante el tiempo que dura la velada en la que – reflexiones que están
al alcance de todos los que participan, o leen, hayan llegado a la certera
conclusión de que tenemos, todos, mucho más en común por el hecho de ser seres
humanos que diferencias sobre las cuales construir una identidad singular que sin
duda será, en alguna manera, lo suficientemente efímera y pasajera como para
difícilmente construir una verdadera singularidad que nos desvincule unos de
otros – a veces hay personajes que aseguran que lo que les pasa a unos
difícilmente les pueden pasar a otros o a nosotros, porque somos plenamente
ajeno a ello y en especial a esas personas a las que esas cosas les pasan).
(Ya decía Sócrates - o Platón, que para
el caso casi es lo mismo, pues no se puede concebir Sócrates sin el impulso heroico
del discípulo que quiere engrandecer la memoria del maestro ajusticiado,
haciéndola que perdure siglos y milenios - que todo lo que le pasa a una
persona le pasó o le ha pasado o le pasará a otras e incluso a todos de una
manera u otra. Incluso el sabio Salomón, del que se engrandece su figura en las
escrituras, se dice que acabó seducido de la manera más absurda por una joven
mujer y acabó siendo la burla del pueblo y sus gentes (de ser cierto la película del El Ángel Azul no sería más que una recreación a menor
escala de la transformación de un recto profesor en literal payaso de cabaret, al sucumbir a los encantos de una mujer – por eso eligieron para el papel a Marlene Dietrich, una mujer, que como
tal, puede hacer perder la cabeza del hombre más cabal; como el más cabal de
los hombre puede perder la cabeza por cualquier Marlene Dietrich que se
encuentre por el camino, sin que nadie pueda decir que se halle a salvo de tal
circunstancia).
Por eso, que la
fortuna haya hecho posible que para unos el trance haya podido ser superado con
una mayor o menor facilidad, o que alguno se halla encontrado estancado o haya
caído en la red de desesperanza no viene a significar que nuestros destinos
sean por ello esencialmente diferentes o singulares; ni mucho menos que por
sobrevivir a esos precipicios hayamos sido elegidos por los Dioses o que seamos
especialmente “dotados” y “especiales” en nuestra singularidad de persona y por
ello nos hayamos ganado el derecho a mejor “destino” (un derecho que se acaba considerando legítimo, propio del propio esfuerzo o sacrificio personal y por lo tanto fruto
propio, particular, merecido y propio patrimonio). Ello es una plena falsedad;
ello es un espejismo producido por una reacción a este mundo beligerante y
violento que hemos construido entre todos, como lo define la ONU en su página web. Es una fantasía, una épica personal
que nos creemos exclusivamente nuestra; pues si reflexionáramos siempre
hallaríamos que en algún momento alguien nos tendió la mano y allanó un camino para
que se pudiera ser quien se es y estar donde se está. Y probablemente aquél momento
fuera de generosidad; por lo que cada uno debiera ser consciente cómo ha
gestionado esa generosidad recibida que le impulsó y si los futuros actos del
así “apoyado” tendrán como objetivo proporcionar “espacios de libertad” o simplemente impondrán un precio: El de hacer
pagar a otros precio de esclavitud que a nosotros no nos exigieron. Es
decir, con ese don que nos ofrecieron dándonos acceso a la libertad (que no es
otra cosa que actuar por deber y por ello conocer cuál es el deber) lo
empleamos para vengarnos del mundo por medio de nuestros semejantes (o si
realmente lo empleamos para allanar legítimamente el camino a otros, de acuerdo con las normas que todos nos hemos dado). Esa
decisión siempre fue y será nuestra, y no valen medias tintas (o se fue, o no se fue, derecho por el derecho, aun con tropiezos y sabotajes recibidos por el camino). No vale
decir: Ese es bueno, le brindo mi apoyo; y ese es “malo” o no me hace caso y le
pongo la zancadilla. La generosidad actúa
o no actúa, pero no pone zancadillas a nadie (porque esa es la ley del cielo);
esa es la diferencia (la ley de la Tierra sigue siendo dar al que ya tiene, y aún más, quitando al que apenas tiene).
La noticia con
la que hoy abre El País (con la que
comenzaba este artículo) señala, a mi modo de ver y de manera determinante,
que la capacidad del Estado de controlar a los ciudadanos detalladamente – y que parecía una utopía de ciencia ficción
más allá del consabido control ejercido por el cotilleo del barrio, pueblo o
ciudad – es una realidad que se va a ejercer, según El País, de forma y
manera inmediata (no por motivos de
seguridad del estado – esa que nadie se cree que nos pueda alcanzar a ninguno
en particular, pues nuestras vidas apenas son nada, salvo para cada uno de
nosotros) sino para estadística de movilidad; asegurando que no se incluirán
los datos de los nombres o números de móviles – pero podrían hacerlo en otro futuro diferente y con otro supuesto
interés. (Yo mismo desarrollé una
base de datos para el Estado al que incorporé sentencias, recursos, costas,
letrados y juzgados – y era muy fácil haber dado un paso más allá e incorporar
a los titulares para determinar, estadísticamente, sobre qué tipos de
cuestiones se derivaban unas sentencias en razón del juzgado en las que
recayera, pudiéndose haber extraído un perfil y pudiendo anticipar un probable
resultado en el que se observaría también las variables de los letrados
actuantes; era como un juego, parecía un juego y se podría desarrollar como un
juego (algo también posible sin ordenadores, bastando, tal vez, solo la veterana experiencia de conocer el ambiente de primera mano; así, desde lejos, sin pisar ya tanto los juzgados ni conocer a sus titulares, "construir" "guiones" apuntalados, puntualmente, para que un caso jurídico alcance el final previsto de antemano - solo hace falta carencia de escrúpulos en los actores, verdad que eso sería la Gloria del éxito?. Lamentablemente así también son las guerras o las operaciones de guerra en
la actualidad, con los soportes informáticos y a la nueva tecnología todo
parece un juego, y las víctimas mueren ante un monitor en directo, como si no
fueran en realidad vidas o personas. Ello lo inauguraron con normalidad, para el mundo mediático, el
presidente Obama y ahora Trump; todo parece un juego de videojuego).
De esta manera
clara, con la que se expresa la noticia de El País, se pone sobre la mesa que a partir de
ahora sí debería importarnos y mucho, si nuestro Estado se vincula con los
valores constitucionales positivos o simplemente los considera un marco de
leyes que se podrán infringir siempre que se desee bajo una idea de seguridad
que siempre estará por encima de cualquier derecho civil que se refleje en la
Constitución. Algunos de los grandes impulsores de compañías de las vigentes redes sociales ya han señalado que las concibieron con objetivos diferentes; ahora la idea inicial ha sido cambiada (y parece ser ello por los gobiernos, según las declaraciones que llegaron desde esos ejecutivos de redes sociales) tal vez en vez de proporcionar libertad se estén dando herramientas para "segarla".
Extrañamente y
paradójicamente, esta cuestión última dependa, a la definitiva (y aún por el momento) del sentido de
nuestro voto cada vez que hay elecciones.
El País: El INE seguirá la pista de los móviles de toda España durante ocho días
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