Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

Atribución-No Comercial (CC BY-NC) Cc-by new.svg Cc-nc.svg

Translate

Translate

domingo, 5 de enero de 2020

El Útero artificial (¿la nueva frontera de libertad?)


No soy ningún experto; ni siquiera opino solo reflexiono y uso de este medio para hacerlo; cuando hace unos ocho años comencé a usar de este medio escrito no pensé que se convertiría, con el tiempo, en una válvula de escape; entonces recordé algunas reflexiones que otros, más profesionales de los medios de comunicación, escritores o novelistas, afirmaban que para ellos escribir era una terapia que se les había vuelto imprescindible para mantener su propio equilibrio personal. Son muchas las reflexiones, a veces fugaces ante una noticia o un momento de especial lucidez, que se presentan como una oportunidad para expresar y dar forma inteligible y razonable a un sentimiento o percepción que nos venía acompañando – no se sabe desde cuanto tiempo atrás – y que estaba ahí escondida o apresada, tal vez porque en el momento en que se concibió por primera vez resultaba imposible que saliera al exterior – por lo general el ambiente del entorno no siempre es propicio, ni está en disposición ni es el adecuado, aunque se diera la coincidencia de que el hecho o noticia llegara a la vez a ese mismo entorno social que te rodea en el momento de recibirla. Además, por lo general, los impactos de esta naturaleza, desde hace ya unas décadas, suelen llegar desde los medios de comunicación y, consecuentemente, si se vive en familia el comentario dominante para “encajar” un suceso, o consecución de sucesos que vienen a reflejar una realidad social que te circunda, suele abortar cualquier otra reflexión discrepante – y más si es minoritaria – pues esas opiniones sobrevenidas y casi reflejas que se expresan ante el televisor o la radio pretenden no solo encajar y delimitar el impacto que nos genera, sino también inmovilizarlo e incluso inactivarlo en la manera de lo posible para que no constituya una especie de peligro desestabilizante. Como no todas las personas tienen la misma sensibilidad y “consciencia” ante lo que se ve en los medios – porque esta depende de la propia experiencia personal – los bloqueos de emociones y sentimientos pueden quedar ahí, dentro de uno mismo, durante muchos años; incluso sin saber que están ahí, y cuando se busca que estos salgan a la luz, después de un tiempo y a veces de manera insospechada, se hace preciso darles forma; pero entonces resulta que el entorno social anda por otros vericuetos que les importa más que atender a una rectificación que les pudieras ofrecer sobre ese inicial comentario que se realizó; o simplemente cada cual se dejó llevar por las reflexiones de otros – sin explorar las suyas propias – y con ello les basta. Además poco les importa si tu punto de vista pudiera ofrecer otras alternativas, y mucho menos si fueran, en algún aspecto, más profundas o chocantes que los comentarios reflejos que realizaron – y que solo suelen ser un reflejo de hechos o datos presentados superficialmente y que parecen mostrar conocimientos sintetizados y asumidos – a veces piensas que sólo es una estrategia inconsciente y asumida, aprendida desde la infancia en el colegio, por la cual exponer una relación de datos concordes y fidedignos vienen a sustituir a la profunda reflexión que debiera acompañar y, por consiguiente, no generan una modificación de la percepción del entorno social e incluso de la perspectiva del sentido de la vida y de cómo la vivimos cada uno de nosotros; simplemente la enumeración de datos o hechos se entiende, por sí mismo, como conocimiento “contenido o comprimido” y con eso ya obtienes desde un aprobado a un sobre saliente; con ello es suficiente, pues reflejan un entorno social sobre el cual no es preciso reflexionar – ello parece implícito en los datos - sino que parece que bastara con describirlos y “contenerlos” para en cierta medida “desactivarlos” y seguir cada uno con sus propias vidas, casi al margen del entorno, sobre todo si ello resulta posible en la medida de lo posible.
La mayoría de las veces esa reflexión se quedaría en el interior de uno y no sale al exterior; y menos toma forma de escrito en artículo. Es por eso que pienso como probable que hay personas que aprovechen una novela o un relato para “volcar” sobre ello aspectos que van más allá de los datos enumerados en un noticiero y a través de esos escritos liberan así mismos (y hacen posible que se convierta la pequeña obra en un ejercicio de liberación o de ex_”presar” - sacar de la prisión) emociones que quedaron contenidas y consiguientemente la obra literaria se convierte en “medicina” para el propio autor; y si al leer esa obra otros también liberan o dan cauces a emociones “apresadas” entonces podríamos decir que la “medicina” es compartida y tiene cierto éxito.  

Vi una especie eco, que parecía petición de que se concrete como una realidad y anhelo el “artificio” de crear un útero artificial, para liberar del papel propio de la condición implícita y que con la tecnología, orientada en esa dirección podría llegar a ser un hecho.
Como supongo que la mayoría de los que pudieran leer estas líneas sabrán, la Ciencia no sabe qué es la vida, ni el sentido del motivo de porqué existe en el Universo conocido, ni la función, ni objetivo que motiva la existencia de vida y, desde luego, no sabe para qué estamos en este planeta, ni el motivo ni razón de la existencia del propio Ser Humano, y ni mucho menos sabe porqué motivo los mamíferos (todos los mamíferos parece ser) estamos dotados de inteligencia y sentimientos, ni por qué  ni para qué tenemos consciencia de existir e incluso consciencia de nosotros mismos. A lo más que aspira la Ciencia es a describir lo que ella misma, sin más referencia que la vida ya existente en este planeta, define como vida (aunque existan potencialmente millones de planetas en nuestro Universo y por ello posibilidad de vida de diferente manera concebida en sí misma); y desde esa visión, aparentemente limitada a nuestro propio planeta, describe lo que es la vida (los fenómenos que se deben de dar en un ser vivo, a juicio y análisis de la Ciencia, para considerarlo que es tal ser vivo); e incluso cuando realiza esa definición tiende a ser imprecisa, porque han ido apareciendo y descubriendose formas de vida que no siempre responden a los criterios en principio establecidos en un inicio, de tal manera y forma, que la definición de vida suele cambiar con el tiempo, como resultado de la exploración científica. 
Así miso, sobre este hecho inicial de preguntarse sobre ¿qué es la vida? se debería saber que no se sabe qué es la vida, ni hasta cuando un ser vivo sigue vivo, viviendo y poseyendo vida, y que definir el estado de muerte ha venido siendo un problema no sólo médico sino también civil de gran relevancia, pues resulta extremadamente difícil determinar, ni siquiera con precisión, cuando un ser vivo está realmente muerto y carente de vida; y ello para el ser humano, cuando se trata de seres humanos en circunstancias de normalidad social donde se han de observar y respetar los afectos familiares  - y si no existen estos, la empatía propia de los sentimientos humanos y que solemos definir con un término similar a dignidad - determinar la muerte de una persona ha venido siendo un problema tan complejo que aún tenemos referencias de cementerios donde se existían campanillas cuyos cordones se adentraban en las tumbas recientes enlazando los dedos de una de las manos del pretendido difunto, con la finalidad de que si este “despertara” de su pretendido “letargo” eterno de manera inesperada, moviera inconscientemente o conscientemente la mano e hiciera sonar la campanilla, sabiéndose enterrado vivo, para que alguien que guardara el cementerio de noche la pudiera escuchar y liberarle de una segura muerte irremediable y terrible estando enterrado en vida – porque como se sabe, los desenterradores que rescatan los restos, con los años, para depositarlos en osarios o hacer hueco a otros cuerpo inertes de familiares fallecidos, se topaban con sorpresas - que no eran tan sorpresas para los veteranos operarios enterradores - que ya en el pasado más o menos reciente observaran en los ataúdes manos con dedos desgastados de arañar el ataúd para intentar escapar con vida de la fosa o del nicho. Incluso se asegura que existen dichos por los cuales a algunas personas se les desearía enterrar boca abajo, por si se despiertan por no estar muertas, no encuentren manera de salir del agujero mortuorio.
Solo un dato aporto - que pudiera resultar también escalofriante, y que se puede constatar en Internet, - la muerte legal no se define por igual en todos los países del mundo, ni si quiera en la misma Europa; existiendo algunas definiciones y declaraciones de muerte legal, en países, que consideramos avanzados, que en España nos pondrían los pelos de punta. 
Un método científico para determinar la muerte de una persona, teniendo como punto de partida la idea o la certeza o el convencimiento de que la vida, como tal, vinculada a la consciencia o cierto grado de consciencia, y la propia mente como superposición a la consciencia, se hallan, todas esas funciones, ubicadas en el cerebro, y por tanto bastaría con determinar la muerte cerebral para saber con exactitud el fallecimiento de la persona; y sin embargo hay ondas cerebrales siguen siendo emitidas después de tiempo ya transcurrido en que dejara de latir el corazón y de realizar la respiración pulmonar; por lo que se intuía que la muerte cerebral basada en la idea de cese de una parte de la actividad cerebral se debía considerar como un fenómeno determinante del fallecimiento (porque sigue habiendo actividad de otras ondas cerebrales y se hubo de "considerar" - y posteriormente afirmar - que esas ya no eran relevantes para revertir el proceso de muerte) (aún así se sabe que existen neuronas en el corazón y en los intestinos que pueden determinar la existencia de emociones e incluso pensamientos vinculados con el hecho de estar vivo). Determinar, por ello, que cuando se carece de cierta actividad cerebral – mostrada por el cese de determinadas ondas cerebrales – es irreversible retornar a la vida, tal y como la conoce la ciencia, es una certeza científica que no implica ni garantiza que el ser fallecido deje de pensar, u oír, o sentir miedo; ello no lo indica, en absoluto.  Lo que resulta práctico es considerarse la inviabilidad de la vida en el ser humano concreto, que en determinado momento presenta señales que determinarían la irreversibilidad del trayecto hacia la muerte (análogamente, ya se viene considerando ciertas heridas o traumatismos físicos como incompatibles con la vida, aunque el ser siga estando vivo aún.
La Ciencia no sabe qué es la vida con precisión ni puede definirla – solo describirla – análogamente no sabe, ni puede saber, qué es la muerte con precisión; ni siquiera si existe como tal contraposición  plena, transversal e indiscutible a la vida, pero la describe como el fenómeno de fallecimiento a efectos prácticos y sobre el funcionamiento de órganos considerados esenciales; pero aún así se constata que sigue existiendo vida en el cuerpo (de hecho, cuando comemos carne o vegetales ingerimos células vivas). Aún así, y por ello, la ciencia incluye el fenómeno de la putrefacción como un estado consecuente y consiguiente de evidencia de muerte irreversible a vida. Y si atendemos a las religiones y sus ritos funerarios encontraríamos prácticas que pasan desde la muerte sutilmente provocada – cuando se considera a la persona ya en fase irrecuperable - hasta velar la muerte considerada como un largo procedimiento de despedida en el que se interactúa con el cadáver hasta que aparecen signos de putrefacción, y aun así se introducen tubos y canalizaciones para que el cuerpo del fallecido pueda seguir recibiendo las plegarias de los presentes durante el mayor tiempo posible antes de ser enterrado como ya fallecido (incluso hay religiones que hablan a los muertos durante horas y días en la esperanza de que el cadáver - que aún posee el alma del muerto y por ello su mente sigue pensando y sintiendo temor - escuche las plegarias y recomendaciones del sacerdote o de la persona de confianza del difunto, que le guíe por en medio de los miedos y terrores propios de la muerte hasta hacerlo llegar al otro lado y a salvo de sus propios miedos (producidos por sus propios pecados en vida o por su ignorancia). Incluso en la Iglesia católica se recogen en algunos cuadros la figura de San Miguel como el Arcángel que guía las almas de los muertos en el "estado intermedio" – definición exacta de ese proceso de fenómenos por el que se transita como muerto - que se puede leer, igualmente definido, en el libro tibetano de los muertos y aquí plasmada, en España, en un cuadro religioso del siglo XVI ó XVII que vi accidentalmente en Madrid. La transversalidad de la creencia, incluso en términos idénticos, y en culturas tan distantes, debería de ser, al menos, un indicio para la Ciencia y los Científicos, pero estos, desde el punto de vista científico, se muestran inflexibles (pero no transversalmente, sino según tradiciones culturales dentro de la misma Europa)
 Así pues, la Ciencia no sabe qué es la vida, pero aún así, nos propone a todos que aceptemos como axioma que su descripción de la vida es la definición de la propia vida; nos hallamos por ello en un círculo vicioso que no tiene principio ni fin y que se asemeja a los misterios propios de las religiones y de los cuales tenemos buena experiencia  aquellos que nos hemos formado y crecido cuando el Estado en el que vivimos era confesional y Católico (y la religión oficial no explicaba sus conocimientos y convicciones, sino que las imponía como tales verdades, y a veces esa imposición se realizaba por medio del uso de la violencia extrema). 
Los axiomas de la Ciencia son como los Misterios de la Iglesia, se suelen tomar como verdades que no precisan demostración y se presentan por lo tanto como verdades únicas e irrebatibles (salvo por los doctos respectivos, de la Iglesia o de la Ciencia, que son los únicos autorizados a modificarlas y, de hecho, se producen modificaciones; es decir, las verdades pueden cambiar con el tiempo tanto para la Iglesia como para la Ciencia). 
Si además convenimos que se puede observar que tanto la Iglesia como la Ciencia tienen la misma estructura interna para determinar las verdades y que la Universidad nació a imagen y semejanza de la Iglesia; se podría llegar a la conclusión de que ambas se sostienen por la fe que en ellas ponemos – porque difícilmente cada uno de nosotros podríamos comprender todas y cada una de las verdades que la Ciencia sostiene como ciertas pues escapan a nuestra comprensión, sobre todo porque, a semejanza de la Iglesia, la Ciencia, también utiliza un lenguaje críptico y propio, del cual apenas conocemos una parte del mismo y, así mismo, sólo conocemos una parte pequeña de las leyes que se expresan con el uso de ese lenguaje – ya sea el matemáticas, el químicas, o la enumeración de todas las leyes e hipótesis existentes o de los procedimientos industriales o de la naturaleza y propiedades de los materiales existentes y de los que están por descubrir o reservados para una ocasión futura; ni siquiera todas las consideradas Ciencias que maneja la Universidad se basan en principios estrictamente científicos – y en ese sentido es duplica de la Iglesia cuando usaba y sigue usando el Latín como idioma preciso y críptico capaz de aproximarse con más precisión a los misterios que ella misma guarda para sus iniciados, pero que deben de ser interpretados bajo su prisma y guía.
Al haber sido todos nosotros iniciados en los misterios de la Ciencia damos por validos y probados todos sus descubrimientos y avances aunque no los entendamos ni los podamos verificar (incluso a veces sobrepasan nuestra imaginación, como cuando se habla de múltiples Universos coexistentes en un aparente mismo espacio, o múltiples dimensiones en el propio Universo, o la Teoría de cuerdas; o cuando nos dicen, que a nivel atómico, la simple observación de un fenómeno subatómico modifica el propio elemento observado por el mismo hecho de ser observado). Y sin embargo, concebimos que cuando la Ciencia va definiendo el Universo que nos rodea por medio de leyes, espectrógrafos, sonidos y teorías matemáticas, creemos que lo conoce plenamente, y sin embargo solo lo describe, pero no sabe ni cuál es el motivo ni razón de su existencia, ni mucho menos concibe la razón, ni el motivo, por el cual ha surgido la inteligencia y la consciencia de la vida propia en el propio Universo; ni siquiera su utilidad, si es que tiene alguna a los ojos de la Ciencia.
Aún así, si concibiéramos que la función de la vida, tal y como la conocemos en la Tierra, es sencillamente existir y reproducirse en sí misma y de manera constante, en cualquier ambiente cambiante y bajo cualquier circunstancia del propio Universo permanecer latente hasta poder desarrollar la función esencial: Desarrollarse y procrear; veríamos, si llegáramos a esa convicción o persuasión, que lo que se propone a la Ciencia es liberar al Ser Humano de la función reproductora y que esta reproducción sea plenamente artificial (por úteros artificiales) cuando sabemos que la Ciencia no sabe qué es la vida, por mucho que la describa y observe sus funciones o las imite o reproduzca por medio de propia vida ya existente. Es decir, la Ciencia no puede Crear Vida desde elementos inertes, pero sí puede usar de elementos vivos y conociendo su función física reproducir o fomentar facultades propias de la vida – como hicieron desde el pasado agricultores, de hace miles de años, para cultivar plantas y reproducirlas e incluso mejorar su calidad – y ninguno de ellos tenía título Universitario acreditado por el Estado.
Como tampoco lo tenían los brujos de la selva amazónica que fueron visitados por botánicos y químicos de industrias farmacéuticas para saber y conocer cómo estos “incultos” e “incivilizados” personajes eran capaces de curar enfermedades de sus congéneres con plantas, raíces o animales del entorno. Las industrias se limitaron a determinar los principios llamados “activos” para desde ahí configurar pastillas, cápsulas o fluidos (inermes: sin “alma”) que poder conservar y poner a la venta en el mercado internacional de la salud. Y a descubrir lo que aquellos personajes, anclados en la edad de Piedra, conocían de la Naturaleza al interpretarla de manera bien diferente de lo que lo hacen los científicos. Y aún sigue siendo el Amazonas reserva ingente de materias primas para las industrias farmacéuticas, pero no por conocimientos propios, sino por los transferidos de esas culturas “atrasadas” - que les pusieron en la pista – y que ahora parecen molestar tanto a los nuevos nacionalistas que emergen a los que parece que les sobran esos pueblos, esa cultura y la propia selva.
Sin embargo la Ciencia tiene una vertiente por la cual reconocemos su valor en nuestras vidas cotidianas: 
El hecho de que la Ciencia - por medio de la experiencia y la experimentación - es capaz de traducir sus conocimientos en avances científicos que dan lugar a mejoras en el campo de las Ciencias Médicas, la tecnología y el desarrollo de materiales, herramientas, comunicaciones.... y sin embargo el Ser Humano, antes de que llegara la Ciencia, ya poseía conocimientos que consideraba ciertos y que nos han traído hasta aquí.
Y análogamente la Ciencia tiene sus limitaciones en el campo de la imitación de la vida; pues si bien se conoce los métodos de reproducción y los ciclos reproductivos así como los órganos reproductores de vida desde que antes de que existiera la Ciencia como tal – los agricultores y ganaderos conocían los medios de reproducción de los vegetales y animales domésticos y en consecuencia de las hembras humanas y pudiera ser que ellas mismas establecieran el inicio de las matemáticas al reflejar en piedras y adornos el número de lunas que determinan el periodo de gestación y el ciclo de menstruación. Resulta fácil pensar o imaginar que un pastor de hace unos 2000 ó tres mil años o cuatro mil años, no intentara proteger el feto de una de sus ovejas o cabras fallecidas usando para ello su “imaginación” y “clarividencia” práctica, basada en emular a la propia naturaleza y buscara la manera de hacer sobrevivir al feto de tan grave adversidad por propio interés o simple solidaridad de considerarse, ambos, seres “similares” sometidos a las mismas limitaciones vitales y a los mismos miedos e incertidumbres, pues los animales también sienten y tienen emociones y consciencia de vida. No sabemos si el pastor lo conseguiría o de ello aprendiera y lo consiguiera en otra ocasión postrera – pero sin provocar dicha situación para experimentar, que es lo que se viene a hacer hoy en día por parte de la Ciencia, sacrificando la idea casi religiosa de respeto por la vida como hecho misterioso e indescifrable y sustituyéndola por el utilitarismo proceso de experimentar de la ciencia actual - que subordina ese respeto por la vida particular de un ser a un avance científico que es considerado con un patrimonio para la humanidad. Y sin embargo, la distancia de miles de años, en la similar experiencia de intentar hacer sobrevivir un feto contiene, por ello mismo, diferentes significados y propósitos, ya que para la ciencia aparece ahora como una oportunidad de negocio gracias a que hay personas reclamando experimentar con seres vivos para conseguir en el futuro un útero que libere a las mujeres y a la Humanidad de la tarea y riesgos de la gestación.
La vitalidad de las plantas, de lo que hemos conocido como Reino Vegetal los más veteranos, en su capacidad de reproducción vegetativa, para la cual sólo precisa de unos pocos elementos externos ambientales (y que son propios y básicos de la vida en nuestro planeta: Agua, Aire atmosférico, Luz, temperatura, humedad y, por lo general substrato que haga de tierra y soporte con sus nutrientes propios del terreno natural) es un éxito propio del conocimiento milenario de agricultores que intuitivamente y con su propio lenguaje, iban describiendo y determinando los momentos idóneos para adecuar estos elementos básicos para los vegetales y hacer viable la reproducción de ellos hasta convertirlos en cosechas con las que alimentarse. Y conocieron, a pesar de esos conocimientos, que las modificaciones de uno de esos elementos básicos (modificación del régimen de lluvias, cambios bruscos de temperatura, llegada de plagas o infecciones o infestaciones, no rotar cultivos y agotar el terreno) podría arruinar su proyecto reproductivo (que ahora llamamos cosechas); y en la arboricultura, desde donde desarrollan los agricultores, desde la observación de las plantas y el clima, la posibilidad de realizar injertos, trasplantes, e incluso podas para evitar el “veceo” de los frutales y uniformar las cosechas de frutas; de ello dependía su economía o subsistencia y bienestar. Es en este terreno, y en estos conocimientos, desde donde la Ciencia actual se apoya para trasponer la idea de injertos y trasplantes (en la facultad de las células de adherirse a las iguales y formar tejidos uniformemente; e incluso yemas de otros individuos vegetales desarrollarse en variedades vegetales diferentes). También por la ganadería sabemos del cruce de especies para obtener individuos animales con objetivos diferentes (para consumo de carne, o para realizar esfuerzos y tareas campestres o de transporte); y lo hacían agricultores y ganaderos (a veces siendo la misma persona en una pequeña propiedad). Desde ahí la Ciencia se apoyó para seleccionar - como venían haciendo los ganaderos de manera natural, por selección natural de genes - esperma de animales, congelarlo en Hidrógeno líquido y luego vender dosis a los ganaderos, intentando que las características genéticas se reprodujeran en la descendencia (“esperando” que ello fuera así). De ahí el salto a los Seres Humanos fue fácil (¿Quién quiere tener hijos y no puede?; así se creó la demanda, con esa pregunta lanzada a la sociedad).
Nuestra Ciencia se apoya en conocimientos previos. Ahora su objetivo, siempre fue el mismo, es intentar transformar los medios y factores Naturales en artificiales, con el deseo de “controlar” todo el proceso de la Naturaleza respecto de las funciones propias de la vida. Así es como hemos visto la proliferación de invernaderos (antes reservados a parte del proceso de reproducción vegetal, como semilleros o ahijamientos para consumo propio) y ahora parte de un sistema de producción con los cuales se ha intentado crear ambientes lo más artificiales, pero cuyos resultados – por el solo hecho de imitar los entornos y procesos Naturales y transformarlos, a pesar de los costes reales, en artificiales, como negocio del futuro; pues la ciencia investiga en la dirección en que es financiada – no son los óptimos y ello es obvio (se ve claramente con algunas hortalizas, por mucha selección genética que haya). Igualmente ocurre con la producción animal a gran escala (he visto como terneros han estado atados durante seis meses a unas cadenas, con la finalidad de que engordaran lo más rápidamente posible; y lo que salía al mercado y mataderos eran seres “enfermos” pero cuya enfermedad, por su juventud, no llegaba a plasmarse en sus órganos plenamente, pero que desde luego, de haber seguido en ese régimen de vida su salud, en sí misma estaba muy comprometida).
Así que pedirle a la Ciencia que haga úteros artificiales para que nos libremos del proceso de gestación parece una verdadera invitación al desastre generalizado de la humanidad (pero que ello se haga en nombre de una especie de liberación género, como parece mostrar una tertuliana de los medios de televisión, desde luego parece una irracionalidad propia de quien desconoce cómo se conducen los Humanos cuando se les abre las puertas a una nueva oportunidad de negocio, como es en este caso el que sería de esta envergadura) Se da pie a construir seres humanos con graves problemas, de todo tipo, desde un primer momento.
Reproducir el embrión humano dentro de un útero artificial – es decir, imitando a la naturaleza pero con medios artificiales – siendo que el feto oye los cambios de latido del cuerpo de la madre, oye su voz, siente sus estados de ánimo de alguna manera, come por la sangre lo que ella come, recibe un calor físico en un medio acuoso donde se desarrolla, hay una placenta que le evita y protege; y cuando nace obtiene de la madre el calostro esencial para su salud e inmunidad; además del necesario contacto físico con la madre (que es lo que llamamos amor) (siendo que todo ello, a primera vista, es parte imprescindible para su formación y desarrollo como persona y parte esencial para reconocer el nuevo mundo al que va a nacer). ¿Creen que ello, todo ello, lo puede reproducir la Ciencia a gran escala, sin coste alguno para el nuevo ser? ¿Con la finalidad de liberar a la mujer de lo que puede considerar injusto papel de ser madre?
Desde luego, si la Ciencia lo consigue no será con mi ánimo en que vaya por ese camino. Porque si los tomates de invernadero a veces resultan incomibles – y sólo tenían que controlar los Científicos unas pocas variables – y todos esperamos y compramos los nacidos en las huertas del entono próximo; los seres humanos que salieran de ahí, si lo consiguen (y desde luego si su pensamiento de Vd prospera no hay duda que irán a por ello) no creo ni que fueran seres felices, ni saludables, ni humanos como hoy conocemos y concebimos al Ser Humano (aunque haya evidentes distancias de conciencia entre lo que la Ciencia considera Ser Humano y lo que considera mi persona que debiera ser considerado como tal y resulta obvio en este artículo); pero el engendro sufriente que de allí saliera (y hay literatura fantástica y abundante sobre ello de quienes han intentado reflexionar con algo de sensatez) sería un ser sin conciencia de derechos propios, sin afecto sobre su persona, sin sentido del mínimo amor propio por no haberlo recibido, probablemente sin conciencia de existir ni sentir como Vd o yo nos concebimos; sin familia alguna; sin arraigo alguno ni más referencias humanas ni referentes cercanos…. (pero habría cumplido una misión esencial que es lo que se parece desear desde la más profunda ignorancia proporcionada e inducida por una irracional creencia y fe en la Ciencia por la cual esta Ciencia será capaz de proporcionarnos cualquier felicidad que le pidamos –pero sin reparar en los costes morales consiguientes). Ahora, también hay que pensar en las ventajas que tendrían este tipo de seres para el Capitalismo deshumanizado (como se hace con los árboles frutales: 25 años de producción a tope, se arrancan y otra nueva plantación).


 El aval que se da a dicho proyecto en un twiter sólo puede producir escalofríos; como los que produce que los niños puedan crecer en entornos monoparental desde la visión estricta de progenitor (hecho terrible en sí mismo, por inhumano): Pero dado que es visible, cada vez más, que esos entornos se van a conducir por ese camino, y aprovecho la idea de apoyo, aberrante, a un proyecto de tal finalidad, para establecer una analogía que creo que alguno puede entender. Pues si resulta obvio que la diferencia entre madre y progenitora estriba en un sentido de responsabilidad estimulado por lo que llamamos Amor (y que en la descripción del útero “convencional” se ve como proceso Natural y evidente; y en el Útero Artificial, imposible de reproducir por medios artificiales, por mucho dinero que se gaste en ello, sin general problemas en el nuevo ser que de ahí naciera) así concibo la distancia que existe y consiguiente maltrato “criminal” sobre niños o jóvenes que son considerados propiedad por progenitores y no padres; a efecto de sustraerles derechos y satisfacción de necesidades naturales y propias de toda persona. Siendo la Ciencia las nuevas “madres” y con el concepto que esta tiene de la vida, si el futuro de la Humanidad va por ese camino, tendremos que cambiar el concepto que algunos tenemos de Humanidad (y adaptarlo al que surgirá con el apoyo y visión de algunos sectores feministas que pudieran ver en la Ciencia un instrumento de liberación del hecho materno,  como fenómeno del progreso del Derecho).

Como decía al principio, hay distintos grados de Conciencia entre las personas; ello hace posible concebir que la Democracia no existe, como señala Sampedro en un vídeo (por el simple hecho de que las personas no reflexionan por sí mismas y, cuando lo hacen, no siempre lo hacen con sensatez, pensando en las consecuencias colaterales sino en función de sí mismas); pero por el contrario, la Democracia es eso: Una Humanidad en distintos grados de Conciencia decidiendo sobre sí misma y sobre su futuro. Lo esencial para que esto salga bien es no dejarse manipular ni por unos ni por otros ni por ideas preconcebidas de libertad o de conocimientos incontestables; que es lo que suele aducir la Ciencia (cuando está dirigida por un conjunto de intereses económicos) siendo los medios de comunicación los "palmeros" que corean esos "logros". ¡¡¡¡Que el Cielo nos proteja de tanto "Docto" "ignorante", pero bien pagado!!!!  

No hay comentarios: