Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 26 de julio de 2021

Hacer posible el trayecto desde una “democracia “no” democracia”, hacia una Democracia plena.

 

Hacer posible el trayecto desde una “democracia “no” democracia”, hacia una Democracia plena.

Existe, sin duda, el riesgo real y efectivo de volver al modelo “imperfecto” que las circunstancias “impusieran” hacia 1982, cuando se confirmara el modelo democrático en España y el tándem Felipe/Guerra fijaran el “marco” en que la misma se desarrollaría (en un contexto difícil, de permanente acoso de violencia hacia dentro del Estado y la sociedad, acompañado de la permanente amenaza de conflicto bélico en el continente europeo “atrapado” entre el antagonismo EEUU/URSS).  Ese escenario sacrificaría lo que pudiéramos considerar una gestión positiva, basada en los valores que supondríamos que a todos nos llegarían con la democracia. No fue así y se tendría que aceptar porque el sendero que “se impusiera” pareciera estrecho, sinuoso y lleno de obstáculos  y condicionantes – “insalvables” - para la inmensa mayoría dentro de lo que ya se llamaría, abiertamente, partitocracia.

El periodo vivido desde las protestas del 15M y el nacimiento de nuevos partidos y populismos (incluso extremos), ha dado lugar a un periodo de crítica abierta, de temores de radicalización y sor-pasos en política, de abordar corrupciones económicas, morales y éticas, y de gestionar una nueva proclamación de independencia en Catalunya... Sin embargo, más allá de esas tensiones y sobresaltos que se apreciaban en el Congreso, en los debates y en la gestión del asunto catalán, parece que la aparición en escena de FG marcara un punto de inflexión y de retorno a una “normalidad” que pretendiera retornara al modelo partitocrático (con privilegios para el mundo político y retorno a la sumisión “perfecta” de la sociedad, incluso perpetuando “modelos de castigo” y abuso de Estado, dentro del nuevo marco, que sin duda permitirán retornar a esa nueva visión de una “moral pervertida y doble” que siempre es preludio o daría pie a una nueva etapa de corrupción como la ya vivida); el camino de estos primeros 40 años de restauración ha destapado maneras y procederes que son inviables en una democracia pretendidamente homologable, como se dice sostener. La posibilidad de que el nuevo mundo político, la nueva generación política se vea en el tránsito de elegir entre “verse censurados o aislados” por “crear problemas al Parlamento” poniendo sobre la mesa problemas (nunca bien abordados que crean sufrimiento social) para buscar “soluciones” y mostrándole, el resto (en especial aquellos que persisten en la “senda dejada por Felipe González /Alfonso Guerray ahora en trance de ser renovada) la alternativa del “más vale malo conocido que bueno por conocer” (incluso si ello nos llevara a mucho mayor sufrimiento moral de la población) trayendo nuevamente la amargura a quienes desde dentro y fuera de la política confiaron en que (mal que bien) el trayecto recorrido para señalar los males de la partitocracia llevaría a un “no retorno” a ese modelo que poco o nada parece tener que ver con la Democracia más allá de la “imagen y los ritos”. Por lo cual no solo sería previsible el retorno de la injusticia y la corrupción ética, moral y económica, sino también de la necesaria violencia y represión sobre la población, o sobre aquellos políticos en activo, o ciudadanos, que invocaran el derecho a participar de la política negándose a ser “plenamente sumisos”; sería el regreso del modelo ya vivido (y considerado por esa élite de la generación del 82 como perfecto, aunque sea excluyente) que sabemos también como concluye (tensionando el Estado en una lucha por el “yo quiero más” – a la hora de pedir - y “el tú más” – a la hora de descubrirse las nuevas corruptelas o corrupciones).  Sería volver a un “déficit” democrático del cual parecen algunos estar seguros de poder “hacer permanente” en el formato político del Estado ante una nueva crisis (ya de grandes dimensiones: nos solo económica sino de naturaleza social) a la que estarían seguros de no poder hacer frente con garantías de eficacia – aunque sí con los discursos y promesas de siempre.

La opción de “desalentar” cualquier esperanza de la población, llevarla a la frustración para optar por alguna de las formas vigentes de “violencia legítima” es una opción que sería nuevamente atractiva para aquellos que se consideran afortunados de estar donde están (y que por ello “cada cual tiene lo que se merece”: el que es pobre lo es por sí, y el afortunando también – aunque en el camino se les vuelva a olvidar que es práctica habitual que esos que se consideran afortunados lo son, en este nivel de mediocridad, porque suelen abusar indecentemente de personas que de buena fe creen aportar al bien común hasta que descubren que la política – si nos rendimos y se vuelve al modelo anterior – es una “merienda de negros” y somos nosotros, los de abajo, los merendados constantemente; mientras ellos vuelven a “reconstruir un Estado des-igual”, donde los más iguales son ellos y los demás adquirimos nuevamente la condición de “siervos” en es pera de una revolución democrática que en nada se parezca a la liderada por este Pablo Iglesias que parece quedar en la “reserva” por si alguien pretendiera moverse para volver a abortarlos).

La situación presente parece señalar que aunque tuviéramos posibilidad de trazar un camino hacia una “Sí Democracia”, el discurso de Felipe González - ante la conjunción de amenazas recientes - buscara persuadir al mismísimo Pedro Sánchez de ir retornando al modelo “ya conocido” para que vaya preparando un posible relevo en la Moncloa sino acaba siendo sumiso al mensaje recibido por el veterano estadista socialista.

Concebir que no “no hay solución” a esta pretendida nueva propuesta de un “nuevo escenario partitocrático elitista” sería uno de los objetivos para persuadir a la sociedad (y al mundo político) de que no hay alternativa posible dados los condicionantes históricos en España (la propia condición humana de nuestra sociedad) y el nuevo escenario de crisis política internacional que poco, o nada, ayudará a esa finalidad en razones de mantener el orden social como prioridad, hasta que se decante el nuevo escenario político/económico internacional que nos indique, a todos, el nuevo rumbo (el toque sin duda lo ha dado EEUU por medio de Marruecos; y el apoyo de Alemania pudiera ceder inesperadamente, por haber sido siempre ha sido derrotada frente al mundo anglosajón en cualquier histórica iniciativa diplomática que Alemania liderara para evitar confrontaciones y guerras; siendo capaces los anglosajones de hacer girar la política alemana y francesa, en relativo poco tiempo y enfrentarla a su propia conveniencia de seguir liderando occidente el tándem Británico/EEUU).

Unirse en torno a una nueva etapa partitocracia traería la ventaja de “hacer” nuevamente “cuerpo sólido” frente a las demandas o quejas sociales que sin duda llegarán; pero con la diferencia de que la escenificación necesaria para gestionar esa frustración generalizada ya es conocida por todos los agentes sociales y las herramientas que dispone el Estado coadyuvarán, sin duda, en ese escenario internacional que se avecina; siendo la mejor posición, sin duda, unir filas por arriba para que poco a nada se mueva por abajo (fuera de los propios intereses políticos).

Sin duda la apuesta seduce, en el sentido de que “se opta por el mal menor” (aunque esa opción se halle fuera de la prioridad política de defender valores y desde ellos atraerse las simpatías internacionales y con ella el apoyo internacional, que sin duda, de verificarse valores ciertos, sería transversal).  Es como un retorno a las cuentas que hiciera ese coronel británico acabada la primera Guerra Mundial, señalando que los británicos ganaron en todo (territorios en África desalojando a los Alemanes que propusieron un reparto pacífico y equitativo, consolidaron su imperio y su influencia internacional, y financiaron la guerra con la venta previa de los bienes que se poseían en el extranjero y que luego retornarían a inversiones; el único dato negativo, señalaba el coronel británico, fuera el daño moral a la población, pero ello siempre es asumible - porque el coste real para el Estado de ese daño moral es cero o reemplazable con una nueva generación).

La diferencia es que España no es el mundo Británico ni anglosajón, y que “abandonar el barco”, de facto, de la UE, acabaría siendo una nueva losa histórica – una más – que sin duda nos dejaría sin la alianza Alemana en una nueva etapa histórica - que sea de la naturaleza que fuere - nos dejaría solos, nuevamente, ante los intereses del mundo anglosajón que, por cierto, solo piensan en ellos y en su propia visión e interpretación de la cultura, de la cual el mundo hispánico, en términos generales, se halla, sin duda, excluido, más aún ahora que se refuerza la visión nacionalista en la propia Inglaterra. 

La opción de Felipe sin duda es “mala”, por conocida en sus consecuencias (y deberíamos hacer memoria de verdad de lo que aconteciera en aquella época, de todo lo que aconteciera, pues podría retornar), además de que fomentaría una división social prácticamente irrecuperable.

Ante la aparente falta de opciones – pensando que las últimas oportunidades que nos ofreciera el 15 M fueran abortadas desde dentro del propio Socialismo, en vez de incorporar a figuras significativas vinculadas con las situaciones sociales más adversas y desde ahí transformar el propio socialismo para bajarlo – desde su propia concepción de elitismo perfecto - a la tierra donde vivimos la inmensa mayoría de los mortales. No fue así, y por ello esa puerta se cerraría y con esa puerta cerrada poder sugerir, ahora, “el retorno al modelo de siempre” con las “seducciones” de siempre, que a muchos dirigentes acaban por hacerles olvidar sus valores, como si de sueños juveniles se tratara; creo que algunos incluso llegarían a pensar que el mundo ya es perfecto, para qué tocarlo (incluso siendo ya conscientes de lo que realmente sucede en nuestra sociedad) – toca dar paso a la visión que siempre existiera en el socialismo español desde sus comienzos, cuando un personaje humilde, como lo fuera el verdadero Pablo Iglesias, de familia humilde, con poco bagaje cultural, fuera capaz de liderar un PSOE y de expresar ideas y reflexiones desde su humilde condición, que fueran realmente innovadores en su tiempo, hasta el punto de ser considerado, por ejemplo por Ortega y Gasset, como un “verdadero santo” en la política de España.

No es nada extraño. Frente al concepto británico que sostiene que las transformaciones sociales se deben realizar por personajes y líderes del estilo del Pablo Iglesias que recientemente se marchara de la política – convulsionando el panorama político y haciendo fácil la emergencia del populismo de derechas (y que sin duda fuera estrategia similar a la que pudiera haber concebido el mundo anglosajón, sino es que fuera ese mismo mundo quien la sugiriera, porque en los manuales del mundo británico así se conciben los liderazgos transformadores) – frente a ese proceder británico emulado en España hace unos años, existe otro tipo de alternativas que ya conocemos y que se pueden poner en práctica con inminencia para desarbolar lo que hemos descubierto como “real vieja política” (ver a FG salir en el Hormiguero, justo en el momento oportuno, para mostrarnos a todos que la “vieja política está más allá del Parlamento”, vigilante como viejo zorro).

Se construiría la democracia de arriba hacia abajo; así se debía hacer en aquél momento. Hoy en día, a tenor de los “tics” observados en el mundo de la propia política, el ejemplo es el Pablo Iglesias de hace 100 años. Sabemos, ya por experiencia, que cuando se construye de abajo hacia arriba (por personas sin prejuicios pero pegadas a la realidad social de cada día; pegados al mundo de la verdadera gente común, que no es otro que el compartir el mundo del trabajo) realmente “sí se es capaz de construir con mirada y visión nueva”, porque “el objetivo de los que construyen” “de abajo hacia arriba” no es imponer “criterios” desde la visión de cualquier partido que llevaría años o tiempo esperando imponer un programa o un criterio teórico, desde “el ahora me toca mandar” (según mis intereses políticos particulares e intentar perpetuarme en el mando político o dentro de la élite política procurando un bienestar propio y una presencia del propio partido), sino desde la visión de mejorar lo que ya han vivido desde abajo y transformarlo positivamente, haciendo posible que las mejoras se plasmen rápidamente y sean compartidas por el propio entorno al que pertenece – involucrando a todos en un proyecto de mejora continua y de colaboración y participación real y efectiva, donde las energías no se pierden en luchas y rivalidades políticas y donde las teorías o tesis empíricas apenas tienen más hueco que el de la práctica diaria codo con codo para mejorar el bienestar de todos quienes son de la misma condición – y cuando de la misma condición son todo el mundo del trabajo no cabe hablar ni de elitismos ni de sectarismos; sino que el criterio del bien común y del bienestar social no se interpreta desde arriba, sino que se testea desde abajo para hacerse transversal y constantemente verificado. Ahí no cabe la vieja política, para nada.

Cuando hablamos del mundo del trabajo algunos pudieran pensar en un par de sindicatos, a lo sumo tres o cuatro, según su importancia social a nivel nacional de Estado. Sin duda ello sería un error, porque portaría, sin desearse, nuevamente el germen del elitismo que tanto seduce a la condición humana. La participación sindical debe ser completa, sin exclusión alguna, transversal y plural (desde los sindicatos conservadores radicales, los profesionales CSIF, CSL, los regionalistas OSTA, pasando por los sindicatos tradicionales UGT, CCOO, hasta llegar a los anarcosindicalistas de CGT y CNT) sin excluir a ninguno).

El objetivo sería entrar en la lista electoral de este mismo municipio, de esta ciudad, como experiencia piloto, desde el propio partido Socialista (PSOE) como personas independientes del partido pero bajo la dirección del propio PSOE, que encabezaría la lista con dos de sus propios miembros, siendo los siguientes uno por cada representación sindical (sin exclusión de ningún sindicato de los representados en el propio Ayuntamiento y con la inclusión, sin duda, incluso de la CNT – aunque esta optara como en el pasado por no presentarse a listas electorales si siguiera una política de abstención del pasado) y completando los últimos puestos de los primeros  15 puestos a concejal por el propio PSOE, para completar la lista hasta 31 siguiendo el criterio más oportuno que permita la presencia permanente de un representante sindical por cada sindicato bajo cualquier circunstancia que pudiera derivarse como sobrevenida o inesperada.

Esta propuesta de “no retorno” al modelo partitocrático, sería ascendente en el momento en que la experiencia se considerara satisfactoria y bien coordinada – pudiéndose extender a otras ciudades de complejidades similares a este municipio; optándose por contemplar el acceso al Gobierno de Aragón en el mismo formato (PSOE – sindicatos), para desde ahí, habiendo conformidad, y experiencia más transversal en el resto del Estado, formular posibilidad de confeccionar una lista futura al gobierno del Estado Central.

Toda esta “operación política”, de ser aprobada, no contemplaría en modo alguno, al menos así lo hace este proyecto, la conveniencia de la existencia de Comunidades Autónomas basadas en la tradición histórica derivada de las monarquías medievales ni de los pretendidos derechos heredados de aquellas etapas. Aunque no sea una formula contemplada como viable en la actualidad, este autor considera que solo un tipo de Estado constituye España y las divisiones internas en Comunidades Autónomas debieran corresponderse con límites naturales propios del territorio y no provenientes de una tradición histórica. La prioridad de la gestión territorial debiera ser técnica, bajo valores fácilmente medibles y vinculables con la acción política, y fácilmente evaluables por el resto de la ciudadanía para constatar, desde las mediciones del propio territorio (tierra, agua, aire) la eficacia de la actividad económica y empresarial y sus impactos y la eficacia de sus compensaciones. 

Por lo tanto la unidad territorial debiera ser, dados los retos futuros de la humanidad, las cuencas hidrológicas, despojando así de rivalidades las relaciones entre Comunidades y viéndose con mayor facilidad las necesidades de cada comunidad en parámetros conocidos y evaluables, comunes para todas ellas – facilitándose así la cooperación entre CCAA en la búsqueda de soluciones a problemas similares e intercambiando experiencias positivas o eficaces en esa misma dirección de conservar el territorio y la calidad del mismo.

Las únicas limitaciones a la acción e iniciativas de estas candidaturas vendrían determinadas por el propio redactor del proyecto – Coordinador - en razones exclusivas del asesoramiento técnico (muy especializado y muy de fondo) que recibiría al trasladar, a su vez, toda iniciativa que se proyectara desarrollar, para que fuera evaluada (muy transversalmente) en sus previsibles impactos positivos o negativos. Debiéndose respetar toda indicación que se trasladara a ese respecto a dicha “candidatura piloto” (e igualmente a las sucesivas que se pudieran establecer en el futuro) en el ejercicio de ese gobierno y competencias, siendo este punto esencial de ser respetado por todos los componentes de la candidatura en todos sus extremos (si se determinara un aplazamiento de un proyecto, una paralización o una modificación o una renuncia, tal vez temporal, o sustitución por otro diferente). Observar este precepto debe ser condición previa, no objetable, y parte ineludible del proyecto (pues del hecho de respetar inexcusablemente este precepto dependerá, sin duda, que el proyecto en su conjunto “camine” adecuadamente y a la vez conforme los estándares de seguridad (y fiabilidad, de amplio espectro que tal vez deba incluir el internacional) para el propio Estado al que pertenecemos. Siendo estos tan complejos de evaluar por cualquier miembro de la candidatura que por ello deberá ser respetada escrupulosamente las indicaciones y limitaciones que se vaya señalando por el coordinador (que como se ha señalado será quien reciba en principio en exclusiva, las observaciones y limitaciones que se deban aplicar inmediatamente, y así serán señaladas por el personal muy cualificado en este respecto).

La proposición queda así abierta.  

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