Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 5 de julio de 2021

Oportunismo (también)

 

Oportunismo (también)

El oportunismo es la práctica de aprovechar las circunstancias, sin tener en cuenta los principios o las consecuencias para los demás. Las acciones oportunistas son acciones oportunas guiadas principalmente por motivos de interés propio. El término se puede aplicar a seres humanos individuales y organismos vivos, grupos, organizaciones, estilos, comportamientos y tendencias.

El oportunismo o "comportamiento oportunista" es un concepto importante en campos de estudio como la biología , la economía de los costos de transacción , la teoría de juegos , la ética , la psicología , la sociología y la política .

Como un estilo de comportamiento humano, el oportunismo tiene la connotación de una falta de integridad. La idea subyacente es que el precio de la búsqueda desenfrenada del egoísmo es la inconsistencia del comportamiento, es decir, en última instancia, es imposible ser egoísta y continuar siendo coherente al mismo tiempo. 

 Empecé a detectar cómo se manejaba esta persona con mi hijo intenté frenarla pero su argumento se mostraba, en principio, demoledor: “Soy su tía, y como tía suya, mi sobrino me tendrá siempre que me necesite”.

Una de las contrariedades que más generó en mi hijo fue cuando habiéndose presentado en una oposición y solo haciendo el primer ejercicio, saliendo las listas, “la tía” le empezara a hablar de que si era interino generándole expectativas cuando el hijo estaba pasando por una situación bien adversa de agobio, amenaza clara, sentimiento de culpabilidad extremo y el objetivo era la experiencia de opositar para dar el siguiente paso: Se puede suspender pero perseverar y poner interés suele dar frutos.  Bueno, pues esta “tía” salió al paso de que habría posibilidad de que él ya fuera interino (una señora que se ponía como ejemplo a sí misma; aunque nunca tuvo trabajo por sí misma conseguido y siempre pidiendo ayuda y obligación de ayuda porque si no trabajaba se sentía enfermar; y en ello no consiguiera plaza de funcionaria hasta los 50 años) y que tenía que pensar en la jubilación (cuando él sobrino tenía 27 ó 28 años). Aparecía pensando el hijo si el padre le decía que no hablara de interinidades, cuando su tía le decía lo contrario, si su padre estaba en contra de su legítimo interés.  

Lo primero que hay que señalar es cómo se presenta esta persona ante el entorno social para reclamar su “derecho” a involucrarse en una vida ajena que solo pretendía conocer y tener compañía familiar; es decir, sentirse acompañado ante las adversidades vividas y buscar referentes de “normalidad” imaginando que existía, en algún lugar, familias bondadosas y positivas (buscando a primos y personas de su edad con los que también relacionarse y posiblemente buscar alternativas y tal vez poder ir expresando lo que hubiere vivido). Nada de eso se dio como debiera (positivamente hablando) ni hubo sensibilidad, ni disposición de tenerla para un reto humano de esa naturaleza.

Aún así cuando el hijo se queda sin dinero y aislado, le pido apoyo a la tía/hermana, que se viene a contestar (después de asegurar que “Soy su tía, y como tía suya, mi sobrino me tendrá siempre que me necesite”) que: “qué le cuento” y que pasa de todo. No solo así se muestra sino que a la siguiente, cuando el hijo se halla tranquilo (hace unas pocas semanas), salta la señora a escena, por su cuenta y riesgo y bajo su criterio, sin encomendarse a nadie (metiéndose otra vez en vida y casa ajena; como elefante entra en cacharrería) para reprochar, exigir y demandar ciertas conductas a mi hijo sin saber ni en qué situación se halla ni se encuentra y a mero argumento de ver nueva oportunidad en meter “mano y baza”, con lo que el hijo no solo se siente amenazado y vuelta a alterarse y alarmarse (parece que le amenaza con el ingresarle a él y a su padre a la vez); y en ello le contesta a la tía y ella se ofende y se viene a llamarme por teléfono  porque se siente molesta. Ella “se da vela” y exige soluciones, cuando ella misma por su cuenta y riesgo, según le parece, se mete por medio de un asunto tan delicado.

Poco recuerda que hacia 2008 y en años sucesivos hasta 2010 compartiera mi persona con ella el problema de la facturación de eléctricas (un problema en el que me facturaban en recibos hasta 500 euros mensuales de luz y nadie daba explicación alguna; haciendo posible el temor a cada recibo de luz recibido) Ni me apoyó, dio por sentado que era problema mío, y se las ingenió para ingresarme en psiquiatría, coger mis llaves de casa en contra de mi voluntad (y mi negativa a dárselas, que ignorara el Dr. A. Arilla) y se metiera en mi casa a mangonear mis documentos personales, algunos de los cuales desde entonces ya no encuentro (así como el hecho de que se quedara fotografías que mi padre me diera y que parece ser que ella y mis hermanos decidirían que mejor uso harán ellos, sin siquiera hacer un escaneo y compartirla conmigo; a estas alturas un escaneo mostraría quién se la quedó y parece ser que por esa vergüenza no quieren pasar ni unos ni otros).

Lo de Eléctricas se fue reconduciendo después de un arduo trabajo de estudio en solitario, a base de enterarme detalladamente de cómo era el recibo (ya se halla explicado en un artículo en su momento; un abuso del cual Eléctricas no solo no compensa – más allá de devolver lo mal cobrado por su propia negligencia - es que ni pide excusas). Eso sin contar que esta hermana pedía que hiciera testamento de los pocos bienes que poseo a su nombre (Hay que ser cara dura y ver cómo se viene ella mismo definiendo en qué es lo que realmente le importa).

Siempre es decepcionante observar que en el entorno cercano sigan existiendo personas oportunistas que parecen pretender aprovechar, cuando les conviene, una “ocasión” adversa para “aparecer en escena” como personas “bien intencionadas” dispuestas a “solucionar” una situación de manera abnegada, voluntariosa e incluso “sacrificada”. Personas que sorprenden, a veces alegando derecho “legítimo” a preocuparse manifestando vínculo familiar y a veces acompañando esa misma manifestación con ademanes conmocionados, como si realmente estuvieran dispuestas a “implicarse”  incluso emocionalmente con una situación dada. Sin embargo, se puede observar que su actitud frente a un tipo de problema no solo no es adecuada, ni conveniente, ni constructiva y por el contrario genera mucha más confusión en los afectados.

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