Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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viernes, 7 de enero de 2022

Intentemos Apoyar a Víctor Miguel.

 

Intentemos Apoyar a Víctor Miguel.

No es fácil ahora establecer comunicación con Víctor Miguel. Su móvil, su tarjeta Movistar, falló técnicamente; precisaríamos que Víctor Miguel encendiera el móvil para ver si le funciona y así verificar que la limpieza de línea a resultado efectiva, o que se ponga en contacto por medio de un locutorio, para poder hablar con él. Cuestión que ya sucedió hace unos días, pero que siendo preciso para él, primero desahogarse, no se diera espacio para abordar ese desahogo previo para luego abordar las cosas sustanciales que a los demás nos parecen prioritarias – errores de los que se debe aprender quienes estamos cerca; así pues una persona así afectada por mal trato extremo difícilmente observará las mismas prioridades que para el resto aparecen como prioritarias.

Esa es una de las “causas generales” que se aluden contra las personas que así han sido tratadas por el entorno inmediato que les debiera haber otorgado protección debida en los momentos oportunos que la precisaron y que por múltiples razones no la ofrecieron, e incluso persisten en la idea de que así es la vida para todos y que ellos deben asumirla, sin reparara que el daño singular sufrido por uno de sus miembros es de naturaleza grave, porque realmente no recibiera respaldo alguno, se negara o aceptara esa situación como parte de la vida –incluso portando reproche – y además se cerraran las puertas para que fuera “socorrido” desde otros ámbitos cercanos que pudieran escuchar su narración y circunstancias; siendo ello tan fundamental para el proceso de recuperación, que el mundo de la psicoterapia – paralelo al de la psiquiatría – así lo considera.

Se observara en el pasado que el solo hecho de dejar expresarse a las personas – en general a cualquier persona que ha tenido un mal día, un desencuentro, un desengaño, o incluso como en este tipo de casos, un gran maltrato ocultado, empiezan a manifestar mejoría en su estado emocional - que en un momento particular bloquea su capacidad de respuesta ante las cosas y quehaceres cotidianos (consumiendo todos los recursos disponibles de nuestra mente para poder “encajar” la incidencia y poderla ubicarla de tal manera que podamos asumirla para seguir con nuestras vidas) -  se viera y entendiera hasta qué punto el hecho de ser escuchados o permitirles hablar sabiéndose escuchados, hace posible no solo desahogarse por poder verbalizar lo que le hubiera acontecido y así empezar a racionalizarlo, sino incluso permite que se sientan “acompañados y escuchados”, y por lo tanto apoyados en trances de esta naturaleza, donde la vida se nos presenta con una cara inesperada, extraña y ajena a lo que nunca pudimos concebir por lo absurdo que nos pudiera resultar que así de reiteradamente se exprese la vida ante nosotros;

siendo así concebida esta escucha como parte esencial e irrenunciable de las relaciones de pareja a la que si se renuncia se puede considerar motivo de maltrato y de divorcio o ruptura de relaciones (porque sencillamente, uno de los pilares de las relaciones personales de pareja o intimas es poder expresarse ante la pareja, desde la confidencialidad  - confidencialidad entendida como “espacio de intimidad” desde el cual, a salvo de las miradas de otros, podemos expresar nuestros más íntimos sentimientos ante una persona que ha establecido una relación con nosotros con base en aceptarnos tal y como somos por habernos valorado tan positivamente en un momento o trato previo, que considera que, a pesar de nuestros defectos, su relación con nosotros es constructiva, le aporta y de alguna manera y se creó un vínculo que manifestamos o expresamos diciendo que nos sentimos enamorados, o que amamos a la persona y podemos comprender todos los aspectos de ella como parte de una condición humana de la que todos somos de alguna manera somos rehenes).

 Para el mundo de la psiquiatría o psicología se define de manera bien triste el amor como una especie de dependencia/mutua, donde se explicitan dos neurosis que se saben compatibles desde el inconsciente. Y aún así se acepta que las relaciones presididas por afectos profundos y confianza son “reparadoras”, saludables  y permiten incluso una vida plena y de éxito; por lo cual, ante las rupturas sentimentales o la desaparición de uno de los miembros de la pareja no solo aparece una situación de “duelo” que hay que abordar de alguna manera porque desaparece una persona de nuestras vidas, sino de reconstrucción, reubicación y re-enfoque vital de tal transcendencia que a veces algunas personas  les parece insuperable estableciéndose una situación de crisis personal que deberá gestionar y en la que precisará, sin duda saber que existe el apoyo desinteresado del entorno familiar o de amigos, aunque no lo use, pero sabiendo aun así que “no se está solo”. 

Si así es concebido el poder expresarse en el mundo de las relaciones de pareja para que sean relaciones saludables, e incluso igualmente debiera así ser concebido en el mundo familiar con los hijos,  cabe sorprenderse que así no fuere o se concibiese para personas como Víctor Miguel, donde el mundo familiar no solo le diera la espalda, agarbando la soledad y la idea de aislamiento personal, sino que además se propusiera bloquear cualquier lugar o espacio que pudiera concebirse para poder ser escuchado o al menos poder expresarse demostrando sus capacidades personales (actitud muy recurrente en personas que empiezan a concebir que de ser escuchada estas personas así tratadas se miraría hacia ellas buscando responsabilidad en su proceder).

Es por ello que aparece el mundo de la psicoterapia como espacio para escuchar a una persona, para que verbalice y empiece a racionalizar años de sufrimiento, aislamiento “real” y conjeturas que ha ido construyendo por no poder haber establecido relaciones saludables de comunicación desde la infancia (y que siempre debiera ser concebido como mal trato).

Toda la casuística es posible en cualquier persona, al margen de que la inteligencia esté y se halle intacta, al igual que las capacidades, esperando el momento o proceso de correlacionarse adecuadamente para fluir hacia el exterior/interior de sí mismo y mostrarnos abiertamente que la recuperación es un proceso no solo exigible sino posible y a veces probable. Sea o no consciente la familia del daño o sufrimiento causado o consentido, el daño se halla presente y la responsabilidad en algunos casos también es clara y meridiana, por lo que procede rectificar y comprender positivamente.

  Sin embargo, la psicoterapia busca la reconciliación de la persona, consigo mismo y por consiguiente con el entorno; una terapia es, y puede resultar adecuada, cuando no es forzada, porque hay momentos en los que la persona no quiere ni desea hablar porque hablar también puede a veces hacer daño. De ella se esperaba no solo esa reconciliación con el mundo sino también percibir con claridad que existen personas (muchas personas, prácticamente todas) con capacidad de hacer daño por diferentes motivos, e incluso las hay con capacidad de ser incoherentes e irracionales y persistir en hacer daño a sabiendas sin por ello establecerse en ellas sentimiento de culpa; estableciéndose así el ámbito adecuado desde donde gestionar nuestros valores, nuestras convicciones y las interacciones en sociedad.

A pesar de las limitaciones, él tiene acceso a la cuenta corriente que abrí para asistirle, para apoyarle ES41-0128-0406-3101-0003-0266 Es una cuenta vinculada con una tarjeta que di a Víctor Miguel en una de mis visitas a Barcelona para observar el ambiente real donde se movía y las limitaciones que estaba encontrando y previendo que las adversidades se irían sumando.  Viendo que mis recursos decaían notablemente explicité la misma para pedir apoyo para él.

Quien siga el blog sabe que hubo momentos explícitos en los que buscaba el retorno el propio hijo y distintas circunstancias lo dificultaron. Precisa sentir que tiene y tendrá su espacio normalizado para él; lo que significa ser aceptado y una manera de mostrarlo es que reciba apoyo de quien piense sinceramente que lo precisa y precisará en el futuro inmediato. No es tarea fácil porque la vida para todos es difícil y muchas personas de  su entorno inmediato así lo creen  hasta el punto de poder considerar  que las dificultades de  ellos fueron muy superiores a las de este hijo. Eso es una percepción subjetiva, que procede de concebir el propio Estado y nuestra misma sociedad que el “aprendizaje” debe de ser presidido por la coacción y el castigo y ello resulta para muchas personas un trato inconcebible e innecesario (frente a otras posibilidades como la persuasión que fácilmente piensan que hubieran aceptado como método) sin embargo no es comparable, porque si esas personas han podido salir adelante es porque hubo siempre una mano que por ella velara (y por lo general apareciera en el momento adecuado cuando fuera reclamada o se expresara ante ella las circunstancias concretas que hiciera que prestaran ese  apoyo). Por lo que nunca puede establecerse situación o paralelismo que permitiera establecer potencial semejanza,  y que más bien parece el deseo “casi vengativo o de resarcimiento con la vida” por el cual el propio mal sufrido nunca será igualado en intensidad y perjuicio por mal ajeno, por mucho sufrimiento que presente, si ello significara salida  que se nos antoje más airosa que la que nos aconteciera a nosotros. La decepción de cómo es esta vida es para todos igual; pero no la singularidad de la violencia vivida y las circunstancias que acompañaron.   (porque de intentar ese argumentos estaríamos hablando de “celos y envidias” que son el mal endémico y reconocido internacionalmente de nuestra sociedad española; y posiblemente la raíz por la cual aquí los trastornos mentales tienen peor perspectiva social, más estigma, que en otros lugares: El “porqué tu sí y yo no” aunque vean que se muere de verdad bajo el lema de siempre “entre todos lo mataron y él solico se murió”; como si les pareciera socialmente más aceptable esa perspectiva que otra positiva mucho más halagüeña y realmente sanadora).

 Aportando efectivo en la cuenta (si percibe en algún momento que ha accidentalmente ha excedido el limite diario de 21 euros y puede establecer la idea de que se hubiera  ampliado el margen de la tarjeta y abordar gastos para dormir en mejores condiciones ante la situación invernal; porque no hay en este momento comunicación por esa incidencia en la tarjeta Movistar, que aún no sabemos si realmente está resuelta o él mismo ya estableciera que definitivamente no funciona) y ese efectivo que apareciera pueda hacerle sentir que tiene "un espacio", un apoyo, desde donde poder entender que “su vida es legítima” y que hay quien confía en él, para que vaya poniendo ponga los medios para un mejor bienestar inmediato al que debe seguir la idea de recuperarse no solo físicamente sino establecer que en su regreso hallará su espacio legítimo que como persona siempre le correspondiera, donde poder expresarse e ir tomando las decisiones encaminadas a dejarse apoyar sabiendo que habrá personas que no sólo han puesto dinero sin juzgarle, sino que ya no le juzgarán sino solo opinarán con normalidad cuando él se exprese (algo bastante improbable en este entorno familiar de perfección, que no debe de ser muy diferente a otros muchos) no solo confiando en él, sino que velarán porque las cosas le vayan bien cuando regrese a su ciudad.

Si realmente la familia directa ahora quiere apoyarle en este trance de soledad, penuria y frío físico y moral, puede usar del mismo número de cuenta que señale  hace unas semanas (gesto casi claro pero con reservas han hecho que se interpretaría desde esa misma perspectiva; usando de uno de los hermanos porque la madre sigue “sin bajar al ruedo y dar la cara” para estos menesteres. Es como si siempre se reservara esa posibilidad ya sea jurídica o de toda la vida señalada por gente veterana de jugar con dos barajas:  “la baraja de ganar y cuando piensa que puede perder cambiar las reglas para jugar con la baraja de no perder”).  

No podemos comunicarnos con él todavía, pero tal vez detecte, por algún erro de cálculo, en alguna compra, que habiendo más dinero en su cuenta se ha ampliado el límite diario de gasto de esa tarjeta y le llega tanto para comer como para dormir. Además sigue siendo la única manera que queda de poder hacernos una idea de cómo enfrenta y gestiona las adversidades  del momento y su penuria a la espera de que se produzca contacto con él para facilitarle las cosas y procurar  una buena gestión para su regreso, sabiéndose ya no solo, sino con apoyos que velan por su persona. Yo he agotado los recursos propios y en tres días habrá carencias severas, es decir plenas para él.

Así que estamos en disposición de saber si las comunicaciones expresadas por el hermano en razones de la madre, van por el camino de la sinceridad o no. Así como tendremos la posibilidad de observar el posicionamiento del resto de la familia (no toda, porque parte de ella se halla también en adversidad económica a pesar de haber sido sustento del resto de sus miembros de manera decidida y desinteresada, poniendo por delante el deber de bienestar de los suyos antes que el propio; cuestión que tiene premio solo en pelis americanas – como esa peli reciente de “te podría haber ocurrido a ti”) y si el gesto del entorno materno es sincero o busca refugiarse y ampararse, nuevamente,  si la respuesta es omisión de otra parte de la familia ante la situación extrema.

Es el momento, aunque antes se hubiera podido concebir, de actuar resueltamente en esa dirección de apoyo con efectivo,

porque satisficiera dos perspectivas, una adversa y otra positiva; la positiva es que siempre recordaría ese apoyo la persona, y de alguna manera estaría presente como gesto que no debiera olvidar (pese a la incertidumbre que expresa su situación en ese momento y que un día él podrá alcanzar a comprender mucho mejor), y la otra sería que si todo saliera adverso al menos estaría claro que si hizo esfuerzo mensurable cuando todo, el Estado incluido, quedó inmóvil esperando una “situación grave” que “según su criterio” le permitiera actuar.

Aunque el término grave sea un concepto subjetivo y dependiente de la perspectiva que se le quiera atribuir; por lo tanto existiendo una amplia gama, un abanico que debiera dar sin duda posibilidad a interpretación positiva por parte de quienes pudieran “hacer” y “en sus manos se hallara” porque al menos, la declaración del hijo, sin duda mandado por la madre para petición al padre de cómo mandar dinero al hermano, deja la tesis de “ser un problema familiar” así esgrimido por el ámbito jurídico, en nueva postura de ser un problema ahora técnico (de Movistar, de comunicación y de herramientas jurídicas) del que ya no sería argumento jurídico la familia, pues hubiera unanimidad en asistir al hijo (sino media interpretación contraria del ámbito que pregunta al padre, que todo puede ser), y en consecuencia habilitar soluciones a la parte que le corresponde de la manera más positiva; es decir, alinearse con los intereses y las circunstancias de este hijo que así ha sido tratado. 

Este escrito a todo el entorno familiar interesaría al menos conocer (ya que hablan en tercera persona de “la enfermedad” sin establecer causa (lo brutos que llegan a ser) y efecto (y las consecuencias de esa bruteza), salvo a persona señalada por el mismo hijo, familiar conocido y del que no nombro, para no tener que subir audio de prueba donde empleó el hijo, por segunda vez consecutiva, palabras gruesas señalándolo como el verdadero mal que ha venido soportando esta familia en sus coetáneos y descendientes.

Así lo manifiesta y en ello coincido con él, pues no sé de qué manera fuera posible una referencia familiar tan amplia sobre persona conocida por su mal carácter, por su agresividad y malos tratos y violencia reconocidos por el entorno hacia su propia familia y descendencia, y desde luego imposible de concebir de cómo es que pueda casar ese proceder con visión anarquista alguna, como esa persona pretendiera, cuando en modo alguna contempla esa visión política la violencia contra los propios, el maltrato, el engaño a personas nobles que se nos brindan para obtener un puesto fijo, la actitud misógina (impropia e imposible de concebir en el anarquismo de cualquier época donde la mujer adquiere el rango de igualdad ya hace más de 100 años) y la violencia expresa a traición en vez el diálogo. No s e puede ello concebir más que desde un padecimiento de trastorno propio y nacido de la vivencia familiar nacida de la violencia y secuelas de la guerra civil y posguerra, donde una mujer quedara viuda con dos y luego tres hijos, con poco más de 20 años y por entonces sin varón que protegiera a ella y a sus hijos (los veteranos de nuestra sociedad ya se pueden imaginar el escenario que le tocara vivir y gestionar a esa mujer). Las consecuencias en los hijos, en dos de ellos, no se harían esperar.

Más claridad no puedo expresar, al señalar que si el apoyo del efectivo no parte de posturas honestas y sinceras la decepción podrá retornar y ya nada serán creíbles en modo alguno para el hijo, sobre quienes se han mantenido al margen pensando que así, nuevamente, “no se mancharán”, como no se mancharan en el pasado.

Es posible que nadie se manchen y se cumplan sus predicciones, pero de alguna manera saben que si para vivir esta vida han tenido que, por circunstancias, sostenerse en ciertas visiones de egoísmo o desentendimiento personal (de alguna manera, cuando la injusticia y el desafuero se ha cebado en una o varias familias, aparece el orgullo, tal vez legítimo, de verse superando situaciones adversas y consiguiendo una estabilidad no siempre esperada ante la multitud de adversidades vividas) pero la respuesta  para cruzar la frontera del otro lado (ese que se desconoce y del que se duda por falta de evidencias) debe prevalecer la suposición más adversa que es la que señala que “sí habría juicio” de nuestros actos llevado a cabo por nuestra propia conciencia (que todo vio en nuestra vida incluso nuestros pensamientos más íntimos) , y que siendo esa la posibilidad más desfavorable a tener en cuenta ante una frontera desconocida que todos deberemos cruzar tarde o temprano, más vale llegarse con la conciencia lo más ligera posible; pues de no haber nada, como estando en vida suponemos, para mejor vivir en libertad, nada hay que temer (y así se vivió la vida con ese pensamiento que tanta licencia daba) pero pudiendo haber “algo” al menos tengan la prudencia y “listura” que muestra muchos temerarios (que desafían a la sociedad y la engañan durante decenios, aunque no sean su caso concreto) de adherirse, al menos, a la tesis de creencias supra-naturales que les justifique la omisión permanente que ha presidido, en esta ocasión, parte de sus vidas por un motivo u otro. Y que de moda será nuevamente el Budismo (ya lo anticipaba un comentarista político de altura y relevante como Iñaki Gabilondo hace poco tiempo) que es religión apropiada para ateos, que nunca buscaron entre lecturas entender religión alguna ni incluso la de su propia cultura (probablemente por excesos vividos también durante la guerra o posguerra, y descreyeran de justicia posible, ya que vieran en sus propias seres el desamparo en el que les tocara vivir y superar obstáculos que parecieran insuperables ).

Que D. o el Cielo nos venga a asistirnos, porque si duro y tremendo es el “tránsito” al juicio del otro lado, más duro se antoja el juicio público de quienes nos rodean como sociedad.    

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