Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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sábado, 15 de enero de 2022

MIEDO (psicosis) – más suma de argumentos verbales para presentarlo como “merecido” a la víctima – igual a LOCURA (esquizofrenia).

 

MIEDO (psicosis)

– más suma de argumentos para presentarlo como “merecido” –

igual a LOCURA (esquizofrenia).

 No pretende este artículo convertirse en un manual, o una herramienta para que la gente aprenda cómo conseguir llevar a la locura a sus semejantes; algo que sería difícil, pues un requisito para tener éxito en esta empresa es que hay que tener un gran control sobre la persona a la que se quiera llevara a la LOCURA; es decir, esto solo estaría  al alcance de núcleos familiares donde uno de los miembros del matrimonio decidiera realizar esa acción sobre el otro miembro; otra alternativa es realizarlo sobre los hijos pero para ello, el matrimonio debería estar roto o separado (o de acuerdo  en actuar de esta manera) para que el hijo/hija no pueda recibir apoyo/ayuda ante una estrategia destructiva como esa. Y también es posible cuando  la persona depende de instituciones públicas o privadas que gestionan su vida y un monitor o responsable decide realizar esta estrategia. Es decir, no basta con tener ascendente sobre la potencial víctima, sino que se ha de conseguir aislarla del entorno social para que no tenga ninguna referencia y llevarla  a la desesperación que dará paso a la locura (la locura es la primera respuesta racional de la mente para intentar comprender la irracionalidad de lo que está viviendo y encontrar una lógica que será imposible de compartir por quienes la escuchen; porque nadie puede creer que exista una maldad de tal dimensión que se proponga tal actividad sobre un hijo/hija, sobre un esposo/esposa o sobre una persona desamparada y tutelada por las instituciones públicas).    

En un artículo precedente se hacía referencia a que la esquizofrenia solo era posible en el ser humano porque se incluye, al maltrato extremo, la verbalización malvada sobre la víctima con la finalidad de aumentar su sufrimiento. Esta verbalización daría lugar a la idea de merecimiento del mal causado (como si al elefantito del artículo anterior, además de ser golpeado por ese macho “salido”, a su vez le dijera: “Te lo mereces” y le argumentara además con falsedades, para evitar decirle: “Lo que quiero es follarme a tu madre y me molestas”). Es un gran lio en la mente de un ser todavía dependiente que se actúe de esa manera y más si quien lo hace (una madre) es quien está destinado a protegerle según las reglas “no escritas” que rigen en la propia Naturaleza” y que aún niño/niña o a una hija/hijo según la edad que tenga es difícil argumentar (“Quiero follar a menudo y tú eres un obstáculo, - y tus hermanos también - no me dejas, me haces muchas preguntas y te quejas y lloras demasiado”. Así que “toma, toma y toma para que te quejes con razón; y a cualquier cosa que hagas y falles toma, toma y toma) y una criatura así tratada, si es mayor que sus hermanos acaba temiendo por la salud y el bienestar también de sus hermanos, pero no puede ni sabe a qué motivo achacarlo en el adulto que así le trata y empieza a especular con ideas, fantasías no siempre acertadas pero que a la postre reflejan una descripción y una realidad si prestamos atención.

Recordar parte del artículo señalado es ahora interesante, porque se entendería mucho mejor.

Es por ello que los animales no pueden tener esquizofrenia, porque es preciso la comunicación verbal (así que solo podría asimilarse a animales de compañía o domesticados que “entiendan” un poco el lenguaje de sus dueños para establecer en ellos la posibilidad de trastorno similar). Ver  Artículo: Los Valores: Permanentes o Modas?

Y sin embargo veamos cómo usan el lenguaje los técnicos para distanciarse del resto de la sociedad y encriptar los conceptos para usarlos a su conveniencia cuando fuere preciso:

 

La especie animal no es ajena a las enfermedades mentales. La ciencia en las últimas décadas ha demostrado que también los animales pueden sufrir diferentes tipos de trastornos psiquiátricos como las aves, que se vuelven obsesivas, los perros o los caballos que tienen patologías compulsivas, o los delfines y ballenas, que tienden a auto-mutilarse cuando se encuentran en cautividad. El desarrollo del sistema nervioso humano es cualitativamente diferente al del resto de los mamíferos pero desde el punto de vista comportamental, la evidencia muestra conductas extrañas en animales como agresividad, miedos, destrucción, lo que usualmente indica ansiedad o estrés. Se conocen animales que padecen fobias o se ponen muy ansiosos ante la separación. Incluso algunos se muestran tristes y dejan de comer por periodos. Ello parece indicar que, en efecto, el sistema nervioso se ve afectado por diferentes razones y esto se expresa en el proceder. 

En esta primera parte donde el mundo farmacéutico habla de que las enfermedades mentales o trastornos mentales se hallan también en el ámbito de los animales, incluso de especies no mamíferas – al nombrar a aves – “olvida” (y “desconozco el motivo” (¿?)) señalar un rasgo esencial que se refiere a animales en cautividad y bajo el trato y manejo de seres humanos que los someten o encarcelan para disfrute o negocio personal. Así, cuando un delfín se mutila en cautividad parecen obviar las farmacéuticas que la cautividad no está hecha ni concebida para ser vivo alguno (ni siquiera para el Ser Humano – aunque culturalmente lo hayamos aceptado) y que lo que señala el pretendido trastorno no es otra cosa que una reacción de “rebeldía e insumisión” que se produce en algunos de los ejemplares cautivos y prisioneros que muestran su malestar insoportable, con sentimiento de cercenarse su vida por medio de semejantes manifestaciones. Por si el lector tiene en ello duda se reproduce íntegramente:

Desde un punto de vista médico podemos definir las conductas compulsivas como aquellas conductas anormales que se realizan de forma repetitiva, invariable y sin función aparente. Mason establece una clasificación funcional, diferenciando dos tipos de conductas compulsivas: aquellas que surgen como un mecanismo para afrontar condiciones ambientales adversas y aquellas que son consecuencia de alteraciones a nivel estructural o funcional del cerebro.

Surgen a partir de patrones de comportamiento normales (acicalamiento, locomoción, alimentación, caza, agresividad) pero se manifiestan de forma exagerada, fuera de contexto e interfiriendo con la vida normal del animal.

Este trastorno comparte similitudes con los trastornos obsesivo compulsivos de medicina humana, si bien en medicina veterinaria no está claro que los animales puedan tener pensamientos, impulsos o imágenes repetitivos (obsesión), por lo que se prefiere el término trastorno compulsivo, al menos en base a los datos actuales.

Cuando hablamos de trastornos obsesivo compulsivos es posible que a la mayor parte de la gente le vengan a la cabeza conductas del tipo morderse la uñas, pero dentro de los TOC se describen multitud de presentaciones. Así, podemos hablar de obsesiones como el miedo excesivo a los microbios o la necesidad de orden, o bien comportamientos repetitivos tales como verificar una y otra vez las acciones (por ejemplo cerrar puertas o encender interruptores), lavar las manos de forma repetitiva o repetir palabras en silencio.

Esta misma situación la vemos a diario en nuestras consultas en diversas formas. Estos trastornos son procesos que, aunque se trate de animales, requieren siempre un tratamiento médico y/o conductual y determinar la causa del origen con objeto de evitarla o modificarla.

En la aparición de los trastornos compulsivos existe un fuerte componente genético, siendo frecuente diagnosticar casos en miembros de la misma familia (tanto en humanos como animales). En ocasiones, estar sometido a estrés durante largos periodos de tiempo (estrés crónico) puede actuar como desencadenante, incluso en animales sin antecedentes familiares; así pues, un mal manejo de los animales (largos periodos de inactividad física, falta de espacio, mala alimentación, falta de contacto con otros animales y/o humanos, falta de juego o juego inapropiado) puede actuar como desencadenante o facilitar la aparición o empeoramiento de estos problemas conductuales.

Están descritos múltiples TC en distintas especies animales. En perros los más habituales son la persecución de la cola, dar vueltas en círculo, el lamido repetitivo de una zona corporal (dermatitis acral), cazar moscas imaginarias, perseguir luces y sombra, la succión del flanco, el pica o el lamido de objetos o del aire. En gatos la alopecia psicógena, morder las uñas o la ingestión de lana entre otras. En aves destaca el feather plucking o arrancamiento de plumas, mientras que en équidos podemos encontrar conductas de pica, tragar aire, morder objetos, apoyar la cabeza sobre objetos, balanceo o movimientos estereotipados.

Los trastornos compulsivos deben diagnosticarse y tratarse lo antes posible, ya que en raras ocasiones remiten sin terapia, pudiendo aumentar en frecuencia e intensidad, llegando en muchos casos a provocar lesiones de gravedad o ser un problema suficientemente grave como para que algunos propietarios se planteen la eutanasia del animal.

En el diagnóstico debe descartarse la presencia de problemas médicos tales como procesos de tipo ortopédico, dermatológico o neurológico entre otros, lo cual puede requerir la realización de diversas pruebas médicas (radiografías, TAC o citologías entre muchas otras) antes de llegar a un diagnóstico definitivo. No obstante, la existencia de un problema médico no excluye que se trate únicamente de un problema etológico y, en muchos casos, deberán tratarse ambos procesos para conseguir una mejoría en el cuadro clínico.

El tratamiento de los pacientes con trastornos compulsivos se centra en varios puntos:

·  Tratamiento farmacológico: busca reducir la frecuencia e intensidad de la conducta problema y alterar el estado emocional del animal, consiguiendo una mejoría en el cuadro clínico pero no curar el problema.

·  Corregir y evitar las malas prácticas de manejo: aumentar las horas de ejercicio y de juego, mejorar la relación con los propietarios (comunicación), aumentar el espacio…

·  Modificación de conducta:

o          Evitar SIEMPRE el castigo (físico o verbal) ya que es una fuente de estrés adicional, lo que empeorará siempre el problema. El empleo de collares de castigo, vendajes eléctricos o sustancias aversivas son siempre desaconsejables, pudiendo constituir en sí mismas una mala práctica y maltrato animal.

o          Evitar calmar al animal o reírse de estas situaciones. Premiar/reforzar la realización de estas conductas, aunque puedan parecer graciosas puede devenir en el empeoramiento del mismo o la realización de las mismas como una forma de conseguir la atención del propietario.

o          El especialista en modificación de conducta (veterinario etólogo o educador especialista en modificación de conducta) empleará técnicas de desensibilización y contracondicionamiento, enfocadas a permitir que el animal realice conductas alternativas a la conducta problema.

Parece claro que el primer objetivo de cualquier farmacéutica “es vender” y en este caso, primero vende el producto, advirtiendo que ello, en sí mismo, no resuelve el problema, porque hay que cambiar algunos aspectos esenciales para que el animalito no se vuelva loco: Las malas prácticas de manejo hay que corregirlas (es decir: lo básicoen cualquier ser mamífero y social) y luego evitar el castigo físico (por ser una fuente de estrés adicional) que siempre empeora el problema, y cualquier método que implique un maltrato animal . y contratar un profesional para canalizar la conducta. (proseguimos con el artículo original):

 Pero hay al menos una enfermedad mental que aunque es relativamente común en los seres humanos -más de un 1% de la población adulta- no aparece en los animales: la esquizofrenia. Aunque pueden existir animales psicóticos,

Tal vez podríamos asegurar que un animal psicótico, en análoga similitud, lo será en función de haber convivido con un “ser humano” “jodido de la cabeza” y que hubiera tratado al animal de tan mala manera que lo volviera psicótico, porque en la naturaleza, en situaciones de conflicto, los animales mal tratados se distancian para que cese una lucha o antagonismo, cosa que ni pueden hacer los animales domésticos ni los seres humanos cuando son niños y obligados a una familia con miembros progenitores o entornos sociales (también jodidos de la cabeza) que llamaríamos tóxicos.  

 la esquizofrenia nunca se ha observado fuera de nuestra propia especie a diferencia de otros trastornos como la depresión o la ansiedad que sí se han encontrado en animales. Partiendo de este hecho, un estudio dirigido por el investigador Dr. Joel Dudley del Hospital Monte Sinaí, proporciona pistas sobre cómo la esquizofrenia surge en el cerebro humano y no en los animales.

Los científicos se centraron en estudiar las HAR (human accelerated regions o regiones aceleradas humanas) que son 49 regiones del genoma humano en el que el ritmo de la evolución se ha acelerado de forma extraordinaria en comparación con los chimpancés y otros animales. Los datos del estudio concluyen que estas regiones juegan un papel importante en la regulación de genes que contribuyen a la esquizofrenia.

Estos genes causantes de la enfermedad están implicados en diversas funciones neurológicas humanas esenciales, incluyendo el funcionamiento del neurotransmisor GABA. GABA sirve como un inhibidor o regulador de la actividad neuronal y está demostrado que los defectos en este neurotransmisor provocan esquizofrenia. Con un mal funcionamiento de GABA se producen alucinaciones, delirios y otros pensamientos desordenados comunes en la psicosis. «El objetivo final del estudio era conocer nuevos datos sobre la arquitectura genética de la esquizofrenia para que podamos entender y diagnosticar mejor la enfermedad», dice Dudley. Identificar qué genes están más implicados en la esquizofrenia y cómo se expresaron podría conducir a terapias más eficaces, como, por ejemplo, los que influyen en la función del GABA.

Este descubrimiento del grupo dirigido por Dodley explica también la aparición de la enfermedad. La aparición del lenguaje humano tiene una relación con la genética de la esquizofrenia, y de paso también el autismo. De hecho, la disfunción del lenguaje es una característica de la esquizofrenia y el GABA es fundamental para el habla, el lenguaje y muchos otros aspectos de orden superior de la inteligencia de los seres humanos. Se puede decir por tanto que el riesgo de esquizofrenia que sufrimos únicamente los humanos está muy ligada a nuestra inteligencia como especie. El investigador aclara sin embargo que aún se encuentran lejos de conocer la genética compleja de la esquizofrenia. «El análisis genético evolutivo puede ayudarnos a identificar los genes más relevantes y mecanismos patológicos que están en juego en la esquizofrenia, y posiblemente otras enfermedades mentales que afectan preferentemente en seres humanos como son los trastornos del neurodesarrollo relacionadas con la cognición superior y la actividad de GABA, incluyendo el autismo y el TDAH«, concluye el experto.

Tal vez que estos “científicos” vinculen los neurotransmisores GABA con la esquizofrenia tenga un recorrido muy corto desde el sentido común, pero que precise, por el contrario, otro mucho más largo para que se convierta en un negocio que dé dinero (perdone el lector, pero es que llegado a este punto de la redacción de este artículo, no solo esto da grima, sino que más bien parece que estamos en manos de una colección de “oportunistas” bien organizados entorno al objetivo estrictamente económico que nació de la idea de : Con una pastilla todo resuelto).

Acabamos de leer como los trastornos de conducta que pretenden tratar las mismas farmacéuticas a los animales de compañía cuando presentan Trastornos de conducta y nos señalan que la medicación no resuelve el problema y que hay que cambiar manejo, conductas y usar de un entrenador para modificar hábitos, ahora vemos que lúcidamente, estos señores que parecen trabajar para farmacéuticas, a su vez, en vez de mostrarnos la raíz del motivo por el cual observan ese grupo de genes concreto y hablan del mal funcionamiento del GABA, nos lían a cualquier lector para no señalar la evidencia de que el mal manejo, el maltrato en los seres vivos (cuando no pueden escapar de él) genera problemas que llamamos “arbitrariamente” psicológicos (parece que para despistar al personal) o psiquiátricos. El daño físico y el maltrato es percibido por cualquier animal, pero aun es más complejo el maltrato verbal en los seres humanos y en especial en los niños y en su etapa de desarrollo hasta la pubertad (cuando no pueden escapar de sus maltratadores porque estos sean sus progenitores o se halle en su ambiente social y no sean protegidos del mismo).

La palabra y el lenguaje es una habilidad desarrollada de manera muy compleja en el ser humano, hasta el punto de que existan zonas en el cerebros que se han desarrollado para interpretar el lenguaje verbal y transformarlo en conocimientos, imágenes, ideas o evocación de sonidos u olores; como tal lenguaje se puede emplear como un arma dañina contra las personas (más si estas son niños o adolescentes y vienen las agresiones de un/a progenitor/a sin que halle a nadie que de ellas le defienda o modere) si al lenguaje, en la versatilidad del mismo, se añade la amenaza, la violencia, la proyección de un futuro adverso y amenazante como profecía, sin duda todos los órganos o áreas del cerebro humano se activaran para intentar prevenirse (porque esa es su función) anticipándose a todas esas tragedias inhumanas que se viven cada día y se preveen vivir cada día futuro; buscando el cerebro soluciones a las mismas que no están a su alcance y por ello entrando en un estado de estrés permanente y alarma intentando prever otra amenaza inminente como las ya vividas. En ese sentido las alucinaciones sean olfativas, de imágenes e incluso de sabores o recuerdos confundidos o extrapolados, señalan que el cerebro, ante el estrés sostenido y permanente, intenta modificaciones en las interpretaciones del entorno, en busca permanente de un peligro o amenaza que se concreta violenta o adversamente desde la infancia, e incluso empieza a actuar la imaginación intentando racionalizar algo tan contra natura en el mundo animal como que un progenitor (o progenitora) sea capaz de arruinarle la vida de esa manera, y en ello construye unas fábulas que justifiquen de manera absurda todo ello; producto de una imaginación construida a base de extender redes neuronales mal conectadas o tan absurdamente conectadas como las vivencias familiares y sociales que vive la persona a si tratada desde niño (en consecuencia es un verdadero reflejo de lo realmente vivido).

Estos científicos al servicio de farmacéuticas (que pagan bien, dirigen el objetivo de las investigaciones y planifican la venta), en vez de señalarnos las evidencias que todos pudiéramos comprender, parecen dedicarse a buscar los daños materiales, orgánicos o disfunciones que pudieran ser constatables, y presentarlos como síntomas físicos de una enfermedad en vez de como consecuencia y resultado de un maltrato sostenido que la ha provocado.  Desde ese punto de vista se ponen parches o se pueden buscar parches químicos, bioquímicos e incluso de cirugía, pero si no se va a la raíz (como porel contrario sí se señala en el caso de los animales domésticos) el mal persistirá porque el maltratador/a siempre estará cerca o porque la sociedad (en su versión más animal de despreciar y seguir haciendo abuso y daño al débil) siempre se resarcirá y volcará su frustración vital (en una idea de competición social permanente) sobre personas así tratadas.

Conseguir que ese funcionamiento del cerebro en “busca de peligros o amenazas” se vaya desactivando y reconstruyendo adecuadamente las redes neuronales correctas, precisa, además del cese de cualquier tipo de agresión, espacios en los que se sienta seguro, relaciones sociales con personas que entiendan por lo que ha pasado ese persona y que está en proceso de mejora, apoyo social, comprensión y una visión positiva y realista acorde a sus capacidades para que proyecte su futuro y esas conexiones neuronales se configuren para conseguir unas relaciones interpersonales normalizadas.

No se descubre nada nuevo, todo esto ya se sabía desde hace mucho tiempo.

La aparente manipulación “comercial” que suelen realizar a la hora de vender las compañías (en este caso farmacéuticas) se podría comprender más fácilmente a medida en que se avance en la lectura del presente artículo, aunque ya se abordaría en un primer acercamiento en el artículo: De donde vienen las palabras? Argot una manera de confundir o excluir al resto. donde es el lenguaje quien construye barreras ante una sociedad que suele renunciar a una visión y evaluación global de la Ciencia, pues la especialización, de la que todos dependemos, con lenguajes que tienden a ser crípticos hacen renunciar a una visión sencilla portadora de sentido común y por el contrario se cree inaccesible- se llegue a su finalización (resulta obvio para quien siga este blog, que esta reflexión viene en auxilio de personas (como el propio hijo) que en entornos cercanos, sigue sosteniendo “un lio emocional” (en este caso concreto, a base de un muy deficiente “manejo” basado en el permanente chantaje emocional, profecías adversas, generación de falsas esperanzas súbitas y metas inalcanzables que le proponen, a la vez de frustrarle constantemente sobre cualquier persona cercana que realmente brinde apoyo y esperanza realista, en contra de las conclusiones ya establecidas por un entorno que ni concibe esperanzas y si estas se hacen visibles actúa para crear y sostener dudas y así cerrarlas). Se sigue usando del prejuicio social  para asegurarse que el futuro que han proyectado sobre ese miembro familiar se cumpla sin otra alternativa de libertad posible, por medio de ese maltrato que desde los cinco años sufre ante una vecindad y sociedad que no se inmuta, y que por el contrario, parece haberse compadecido de la persona agresora (sin duda “un misterio social de la vida” sobre los cuales tal vez arroje algo de luz, para algunos, este otro enésimo artículo).

 Fracasada la integración (como se describe en los nuevos nombres dados a estos trastorno en Japón y Corea) dos de cada cien personas desarrollan una psicosis esquizofrénica a lo largo de su vida. Aunque una parte de los afectados experimenta una sola fase, la mayoría debe aprender a manejarse con los episodios psicóticos recurrentes. El tratamiento temprano de la psicosis puede mitigar el desarrollo de un trastorno psicótico. Una terapia apropiada también puede prevenir las recaídas.

Que el mundo de la Salud Mental “se calle” estos detalles y los encripte con terminología opaca a la sociedad, solo muestra que la naturaleza del Ser Humano es rehén de sus hormonas y que ellos mismos como personas que son, aceptan esta influencia del sistema hormonal y permiten que personas vulnerables como los hijos sufran por este motivo de sus padres o tutores o instituciones públicas no dejándoles más alternativa que, bajo un sistema de terapia hablada puedan aceptar y llegar a la conclusión acertada de que sus padres, tutores o gentuza que trabajaría para las instituciones (sigue sin parar habiendo noticias de prostitución en centros de menores del Estado que no terminan de cesar, sin que  veamos  a funcionarios acabar en la cárcel) son o eran de esa condición y por consiguiente ese era el origen de su problema personal. Y ahí aparecería la curación/sanación.

Desde este punto de vista del lenguaje encriptado, como barrera para convertirse en élite científica,  Einstein – ahora que se celebrará su aniversario 100 de su visita a nuestra ciudad – se oponía enérgicamente con la  siguiente  frase que se dice suya: “Quien no es capaz de explicar de manera sencilla a su abuela una teoría compleja de cualquier naturaleza científica es que no tiene ni repajolera idea de lo que dice saber”).

Llegar a la etapa adulta en estas condiciones tan adversas es prácticamente casi truncar una vida, pero si analizamos los informes de cualquier caso donde se pretende tutelar a una persona por el Estado o por un pariente veremos que los parámetros son siempre similares: Actividad sexual a ocultar (por ser intrafamiliar o  mal vista en razones de promiscuidad o abandono de menores; informes señalando la desaparición de una figura adulta – que cargará con la responsabilidad aunque no estuviera presente o hubiera fallecido -   y un relato médico que hace responsable a la víctima (a solo fin de no destapar un “muy feo pastel”) y siempre, a su vez, cuestiones económicas de bienes, herencias o dinero. (Donde a veces los profesionales de salud mental aceptan realizar informes a medida de los verdugos, a quienes presentarán como víctimas y a la víctima como irrecuperable para que nunca pueda ya hablar o/y ser creído en cualquier relato que realizara).

Todo esto, estas tragedias, solo son consecuencia de una jerarquía social, estructurada sobre la coacción y la violencia; un sistema jerárquico que no se basa en valores sino en el empleo de la fuerza, la imagen y el relato (la pena es que siendo todos rehenes de la naturaleza humana y su sistema hormonal, todos, en esta vida, querían, quieren y querrán follar; por lo que  siempre habrá víctimas inocentes a las que se etiquetará psiquiátricamente y se  procederá a “narcotizar” si es posible a perpetuidad)

(El siguiente artículo analizará - D. mediante - un informe psiquiátrico estándar para que el lector vea cómo se las  gasta el mundo de la Salud Mental cuando sirve al Estado en nuestros días, porque no siempre fue así).

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