MIEDO (psicosis)
– más suma de argumentos para presentarlo como “merecido” –
igual a LOCURA (esquizofrenia).
En un artículo precedente se hacía referencia a que la esquizofrenia solo era posible en el ser humano porque se incluye, al maltrato extremo, la verbalización malvada sobre la víctima con la finalidad de aumentar su sufrimiento. Esta verbalización daría lugar a la idea de merecimiento del mal causado (como si al elefantito del artículo anterior, además de ser golpeado por ese macho “salido”, a su vez le dijera: “Te lo mereces” y le argumentara además con falsedades, para evitar decirle: “Lo que quiero es follarme a tu madre y me molestas”). Es un gran lio en la mente de un ser todavía dependiente que se actúe de esa manera y más si quien lo hace (una madre) es quien está destinado a protegerle según las reglas “no escritas” que rigen en la propia Naturaleza” y que aún niño/niña o a una hija/hijo según la edad que tenga es difícil argumentar (“Quiero follar a menudo y tú eres un obstáculo, - y tus hermanos también - no me dejas, me haces muchas preguntas y te quejas y lloras demasiado”. Así que “toma, toma y toma para que te quejes con razón; y a cualquier cosa que hagas y falles toma, toma y toma) y una criatura así tratada, si es mayor que sus hermanos acaba temiendo por la salud y el bienestar también de sus hermanos, pero no puede ni sabe a qué motivo achacarlo en el adulto que así le trata y empieza a especular con ideas, fantasías no siempre acertadas pero que a la postre reflejan una descripción y una realidad si prestamos atención.
Recordar parte del artículo señalado es ahora interesante, porque se entendería mucho mejor.
Es por ello que los animales no
pueden tener esquizofrenia, porque es preciso la comunicación verbal (así que solo podría asimilarse a animales
de compañía o domesticados que “entiendan” un poco el lenguaje de sus dueños
para establecer en ellos la posibilidad de trastorno similar). Ver Artículo: Los
Valores: Permanentes o Modas?
Y sin embargo veamos cómo usan el lenguaje los técnicos para distanciarse del resto de la sociedad y encriptar los conceptos para usarlos a su conveniencia cuando fuere preciso:
La especie animal no es
ajena a las enfermedades mentales. La
ciencia en las últimas décadas ha demostrado que también los animales
pueden sufrir diferentes tipos de trastornos psiquiátricos como las
aves, que se vuelven obsesivas, los perros o los caballos que tienen patologías
compulsivas, o los delfines y ballenas, que tienden a auto-mutilarse cuando se
encuentran en cautividad. El desarrollo del sistema nervioso humano es
cualitativamente diferente al del resto de los mamíferos pero desde el
punto de vista comportamental, la evidencia muestra conductas extrañas en
animales como agresividad, miedos, destrucción, lo que usualmente indica
ansiedad o estrés. Se conocen animales que padecen fobias o se ponen muy
ansiosos ante la separación. Incluso algunos se muestran tristes y dejan de
comer por periodos. Ello parece indicar que, en efecto, el sistema nervioso se
ve afectado por diferentes razones y esto se expresa en el proceder.
En esta primera parte donde el mundo farmacéutico habla de
que las enfermedades mentales o trastornos mentales se hallan también en el
ámbito de los animales, incluso de especies no mamíferas – al nombrar a
aves – “olvida” (y “desconozco el motivo” (¿?)) señalar un
rasgo esencial que se refiere a animales en cautividad y bajo el trato y manejo
de seres humanos que los someten o encarcelan para disfrute o negocio personal.
Así, cuando un delfín se mutila en cautividad parecen obviar las farmacéuticas
que la cautividad no está hecha ni concebida para ser vivo alguno (ni
siquiera para el Ser Humano – aunque culturalmente lo hayamos aceptado) y
que lo que señala el pretendido trastorno no es otra cosa que una reacción de
“rebeldía e insumisión” que se produce en algunos de los ejemplares cautivos y
prisioneros que muestran su malestar insoportable, con sentimiento de
cercenarse su vida por medio de semejantes manifestaciones. Por si el lector
tiene en ello duda se reproduce íntegramente:
Desde
un punto de vista médico podemos definir las conductas compulsivas como
aquellas conductas anormales que se realizan de forma repetitiva, invariable y
sin función aparente. Mason establece una clasificación funcional,
diferenciando dos tipos de conductas compulsivas: aquellas que surgen como un
mecanismo para afrontar condiciones ambientales adversas y aquellas que son
consecuencia de alteraciones a nivel estructural o funcional del cerebro.
Surgen
a partir de patrones de comportamiento normales (acicalamiento, locomoción,
alimentación, caza, agresividad) pero se manifiestan de forma exagerada, fuera
de contexto e interfiriendo con la vida normal del animal.
Este
trastorno comparte similitudes con los trastornos obsesivo compulsivos
de medicina humana, si bien en medicina veterinaria no está claro que los
animales puedan tener pensamientos, impulsos o imágenes repetitivos (obsesión),
por lo que se prefiere el término trastorno compulsivo, al menos en base a los
datos actuales.
Cuando
hablamos de trastornos obsesivo compulsivos es posible que a la mayor parte de
la gente le vengan a la cabeza conductas del tipo morderse la uñas, pero dentro
de los TOC se describen multitud de presentaciones. Así, podemos hablar de
obsesiones como el miedo excesivo a los microbios o la necesidad de orden, o
bien comportamientos repetitivos tales como verificar una y otra vez las
acciones (por ejemplo cerrar puertas o encender interruptores), lavar las manos
de forma repetitiva o repetir palabras en silencio.
Esta
misma situación la vemos a diario en nuestras consultas en diversas
formas. Estos trastornos son procesos que, aunque se trate de animales,
requieren siempre un tratamiento médico y/o conductual y determinar la causa
del origen con objeto de evitarla o modificarla.
En
la aparición de los trastornos compulsivos existe un fuerte componente
genético, siendo frecuente diagnosticar casos en miembros de la misma familia
(tanto en humanos como animales). En ocasiones, estar sometido a estrés durante
largos periodos de tiempo (estrés crónico) puede actuar como desencadenante,
incluso en animales sin antecedentes familiares; así pues, un mal manejo de los
animales (largos periodos de inactividad física, falta de espacio, mala
alimentación, falta de contacto con otros animales y/o humanos, falta de juego
o juego inapropiado) puede actuar como desencadenante o facilitar la aparición
o empeoramiento de estos problemas conductuales.
Están
descritos múltiples TC en distintas especies animales. En perros
los más habituales son la persecución de la cola, dar vueltas en círculo, el
lamido repetitivo de una zona corporal (dermatitis acral), cazar moscas
imaginarias, perseguir luces y sombra, la succión del flanco, el pica o el
lamido de objetos o del aire. En gatos la alopecia psicógena, morder las uñas o
la ingestión de lana entre otras. En aves destaca el feather plucking o
arrancamiento de plumas, mientras que en équidos podemos encontrar conductas de
pica, tragar aire, morder objetos, apoyar la cabeza sobre objetos, balanceo o
movimientos estereotipados.
Los
trastornos compulsivos deben diagnosticarse y tratarse lo antes posible, ya que
en raras ocasiones remiten sin terapia, pudiendo aumentar en frecuencia e
intensidad, llegando en muchos casos a provocar lesiones de gravedad o ser un
problema suficientemente grave como para que algunos propietarios se planteen
la eutanasia del animal.
En
el diagnóstico debe descartarse la presencia de problemas
médicos tales como procesos de tipo ortopédico, dermatológico o neurológico
entre otros, lo cual puede requerir la realización de diversas pruebas médicas (radiografías,
TAC o citologías entre muchas otras) antes de llegar a un diagnóstico
definitivo. No obstante, la existencia de un problema médico no excluye que se
trate únicamente de un problema etológico y, en muchos casos, deberán tratarse
ambos procesos para conseguir una mejoría en el cuadro clínico.
El tratamiento de
los pacientes con trastornos compulsivos se centra en varios puntos:
· Tratamiento
farmacológico: busca reducir la frecuencia e intensidad de la conducta
problema y alterar el estado emocional del animal, consiguiendo una mejoría en
el cuadro clínico pero no curar el problema.
· Corregir
y evitar las malas prácticas de manejo: aumentar las horas de ejercicio y
de juego, mejorar la relación con los propietarios (comunicación), aumentar el
espacio…
· Modificación
de conducta:
o Evitar
SIEMPRE el castigo (físico o verbal) ya que es una fuente de estrés adicional,
lo que empeorará siempre el problema. El empleo de collares de castigo,
vendajes eléctricos o sustancias aversivas son siempre desaconsejables,
pudiendo constituir en sí mismas una mala práctica y maltrato animal.
o Evitar
calmar al animal o reírse de estas situaciones. Premiar/reforzar la realización
de estas conductas, aunque puedan parecer graciosas puede devenir en el
empeoramiento del mismo o la realización de las mismas como una forma de
conseguir la atención del propietario.
o El
especialista en modificación de conducta (veterinario etólogo o educador
especialista en modificación de conducta) empleará técnicas de
desensibilización y contracondicionamiento, enfocadas a permitir que el animal
realice conductas alternativas a la conducta problema.
Parece claro que el primer objetivo de cualquier farmacéutica
“es vender” y en este caso, primero vende el producto, advirtiendo que ello, en
sí mismo, no resuelve el problema, porque hay que cambiar algunos aspectos
esenciales para que el animalito no se vuelva loco: Las malas prácticas de
manejo hay que corregirlas (es decir: lo básicoen cualquier ser mamífero y
social) y luego evitar el castigo físico (por ser una fuente de estrés
adicional) que siempre empeora el problema, y cualquier método que implique un
maltrato animal . y contratar un profesional para canalizar la conducta.
(proseguimos con el artículo original):
Pero hay al menos una enfermedad mental que
aunque es relativamente común en los seres humanos -más de un 1% de la
población adulta- no aparece en los animales: la esquizofrenia. Aunque pueden existir
animales psicóticos,
Tal vez podríamos asegurar que un animal psicótico, en
análoga similitud, lo será en función de haber convivido con un “ser humano”
“jodido de la cabeza” y que hubiera tratado al animal de tan mala manera que lo
volviera psicótico, porque en la naturaleza, en situaciones de conflicto, los
animales mal tratados se distancian para que cese una lucha o antagonismo, cosa
que ni pueden hacer los animales domésticos ni los seres humanos cuando son
niños y obligados a una familia con miembros progenitores o entornos sociales
(también jodidos de la cabeza) que llamaríamos tóxicos.
la esquizofrenia nunca se ha observado fuera
de nuestra propia especie a diferencia de otros trastornos como la
depresión o la ansiedad que sí se han encontrado en animales.
Partiendo de este hecho, un estudio dirigido por el investigador Dr. Joel
Dudley del Hospital Monte Sinaí, proporciona pistas sobre cómo la esquizofrenia
surge en el cerebro humano y no en los animales.
Los científicos se centraron en estudiar las HAR (human
accelerated regions o regiones aceleradas humanas) que son 49 regiones del
genoma humano en el que el ritmo de la evolución se ha acelerado de forma
extraordinaria en comparación con los chimpancés y otros animales. Los datos
del estudio concluyen que estas regiones juegan un papel importante en
la regulación de genes que contribuyen a la esquizofrenia.
Estos genes causantes de la enfermedad están implicados
en diversas funciones neurológicas humanas esenciales, incluyendo el
funcionamiento del neurotransmisor GABA. GABA sirve como un
inhibidor o regulador de la actividad neuronal y está demostrado que los
defectos en este neurotransmisor provocan esquizofrenia. Con un mal funcionamiento
de GABA se producen alucinaciones, delirios y otros pensamientos desordenados comunes
en la psicosis. «El objetivo final del estudio era conocer nuevos
datos sobre la arquitectura genética de la esquizofrenia para que podamos
entender y diagnosticar mejor la enfermedad», dice Dudley. Identificar qué
genes están más implicados en la esquizofrenia y cómo se expresaron podría
conducir a terapias más eficaces, como, por ejemplo, los que influyen en la
función del GABA.
Este descubrimiento del grupo dirigido por Dodley explica
también la aparición de la enfermedad. La aparición del lenguaje humano
tiene una relación con la genética de la esquizofrenia, y de paso también
el autismo. De hecho, la disfunción del lenguaje es una característica de la
esquizofrenia y el GABA es fundamental para el habla, el lenguaje y muchos
otros aspectos de orden superior de la inteligencia de los seres humanos. Se
puede decir por tanto que el riesgo de esquizofrenia que sufrimos únicamente
los humanos está muy ligada a nuestra inteligencia como especie. El
investigador aclara sin embargo que aún se encuentran lejos de conocer
la genética compleja de la esquizofrenia. «El análisis genético
evolutivo puede ayudarnos a identificar los genes más relevantes y mecanismos
patológicos que están en juego en la esquizofrenia, y posiblemente otras
enfermedades mentales que afectan preferentemente en seres humanos como son los
trastornos del neurodesarrollo relacionadas con la cognición superior y la
actividad de GABA, incluyendo el autismo y el TDAH«, concluye el experto.
Tal vez que estos “científicos” vinculen los
neurotransmisores GABA con la esquizofrenia tenga un recorrido muy corto desde
el sentido común, pero que precise, por el contrario, otro mucho más largo para
que se convierta en un negocio que dé dinero (perdone el lector, pero es que
llegado a este punto de la redacción de este artículo, no solo esto da grima,
sino que más bien parece que estamos en manos de una colección de
“oportunistas” bien organizados entorno al objetivo estrictamente económico que
nació de la idea de : Con una pastilla todo resuelto).
Acabamos de leer como los trastornos de conducta que
pretenden tratar las mismas farmacéuticas a los animales de compañía cuando
presentan Trastornos de conducta y nos señalan que la medicación no resuelve el
problema y que hay que cambiar manejo, conductas y usar de un entrenador para
modificar hábitos, ahora vemos que lúcidamente, estos señores que parecen
trabajar para farmacéuticas, a su vez, en vez de mostrarnos la raíz del motivo
por el cual observan ese grupo de genes concreto y hablan del mal
funcionamiento del GABA, nos lían a cualquier lector para no señalar la
evidencia de que el mal manejo, el maltrato en los seres vivos (cuando no
pueden escapar de él) genera problemas que llamamos “arbitrariamente”
psicológicos (parece que para despistar al personal) o psiquiátricos. El
daño físico y el maltrato es percibido por cualquier animal, pero aun es más
complejo el maltrato verbal en los seres humanos y en especial en los niños y
en su etapa de desarrollo hasta la pubertad (cuando no pueden escapar de sus
maltratadores porque estos sean sus progenitores o se halle en su ambiente
social y no sean protegidos del mismo).
La palabra y el lenguaje es una habilidad desarrollada de
manera muy compleja en el ser humano, hasta el punto de que existan zonas en el
cerebros que se han desarrollado para interpretar el lenguaje verbal y
transformarlo en conocimientos, imágenes, ideas o evocación de sonidos u
olores; como tal lenguaje se puede emplear como un arma dañina contra las
personas (más si estas son niños o adolescentes y vienen las agresiones de
un/a progenitor/a sin que halle a nadie que de ellas le defienda o modere)
si al lenguaje, en la versatilidad del mismo, se añade la amenaza, la
violencia, la proyección de un futuro adverso y amenazante como profecía, sin
duda todos los órganos o áreas del cerebro humano se activaran para intentar
prevenirse (porque esa es su función) anticipándose a todas esas
tragedias inhumanas que se viven cada día y se preveen vivir cada día futuro;
buscando el cerebro soluciones a las mismas que no están a su alcance y por
ello entrando en un estado de estrés permanente y alarma intentando prever otra
amenaza inminente como las ya vividas. En ese sentido las alucinaciones sean
olfativas, de imágenes e incluso de sabores o recuerdos confundidos o
extrapolados, señalan que el cerebro, ante el estrés sostenido y permanente,
intenta modificaciones en las interpretaciones del entorno, en busca permanente
de un peligro o amenaza que se concreta violenta o adversamente desde la
infancia, e incluso empieza a actuar la imaginación intentando racionalizar
algo tan contra natura en el mundo animal como que un progenitor (o
progenitora) sea capaz de arruinarle la vida de esa manera, y en ello construye
unas fábulas que justifiquen de manera absurda todo ello; producto de una
imaginación construida a base de extender redes neuronales mal conectadas o tan
absurdamente conectadas como las vivencias familiares y sociales que vive la
persona a si tratada desde niño (en consecuencia es un verdadero reflejo de
lo realmente vivido).
Estos científicos al servicio de farmacéuticas (que pagan
bien, dirigen el objetivo de las investigaciones y planifican la venta), en
vez de señalarnos las evidencias que todos pudiéramos comprender, parecen
dedicarse a buscar los daños materiales, orgánicos o disfunciones que pudieran
ser constatables, y presentarlos como síntomas físicos de una enfermedad en vez
de como consecuencia y resultado de un maltrato sostenido que la ha
provocado. Desde ese punto de vista se ponen parches o se pueden
buscar parches químicos, bioquímicos e incluso de cirugía, pero si no se va a
la raíz (como porel contrario sí se señala en el caso de los animales
domésticos) el mal persistirá porque el maltratador/a siempre estará cerca
o porque la sociedad (en su versión más animal de despreciar y seguir
haciendo abuso y daño al débil) siempre se resarcirá y volcará su
frustración vital (en una idea de competición social permanente) sobre
personas así tratadas.
Conseguir que ese funcionamiento del cerebro en “busca de
peligros o amenazas” se vaya desactivando y reconstruyendo adecuadamente las
redes neuronales correctas, precisa, además del cese de cualquier tipo de
agresión, espacios en los que se sienta seguro, relaciones sociales con
personas que entiendan por lo que ha pasado ese persona y que está en proceso
de mejora, apoyo social, comprensión y una visión positiva y realista acorde a
sus capacidades para que proyecte su futuro y esas conexiones neuronales se
configuren para conseguir unas relaciones interpersonales normalizadas.
No se descubre nada nuevo, todo esto ya se
sabía desde hace mucho tiempo.
La aparente manipulación “comercial” que
suelen realizar a la hora de vender las compañías (en este caso farmacéuticas)
se podría comprender más fácilmente a medida en que se avance en la lectura del
presente artículo, aunque ya se abordaría en un primer acercamiento en el
artículo: De
donde vienen las palabras? Argot una manera de confundir o excluir al resto. donde es el lenguaje quien construye
barreras ante una sociedad que suele renunciar a una visión y evaluación global
de la Ciencia, pues la especialización, de la que todos dependemos, con
lenguajes que tienden a ser crípticos hacen renunciar a una visión sencilla
portadora de sentido común y por el contrario se cree inaccesible- se llegue a
su finalización (resulta obvio para quien siga este blog, que esta reflexión
viene en auxilio de personas (como el propio hijo) que en entornos cercanos,
sigue sosteniendo “un lio emocional” (en
este caso concreto, a base de un muy deficiente “manejo” basado en el
permanente chantaje emocional, profecías adversas, generación de falsas
esperanzas súbitas y metas inalcanzables que le proponen, a la vez de
frustrarle constantemente sobre cualquier persona cercana que realmente brinde
apoyo y esperanza realista, en contra de las conclusiones ya establecidas por
un entorno que ni concibe esperanzas y si estas se hacen visibles actúa para
crear y sostener dudas y así cerrarlas). Se sigue usando del prejuicio social para asegurarse
que el futuro que han proyectado sobre ese miembro familiar se cumpla sin otra
alternativa de libertad posible, por medio de ese maltrato que desde los cinco
años sufre ante una vecindad y sociedad que no se inmuta, y que por el
contrario, parece haberse compadecido de la persona agresora (sin
duda “un misterio social de la vida” sobre los cuales tal vez arroje algo de
luz, para algunos, este otro enésimo artículo).
Fracasada la integración (como se describe en los nuevos nombres dados a estos trastorno en Japón y Corea) dos de cada cien personas desarrollan una psicosis esquizofrénica a lo largo de su vida. Aunque una parte de los afectados experimenta una sola fase, la mayoría debe aprender a manejarse con los episodios psicóticos recurrentes. El tratamiento temprano de la psicosis puede mitigar el desarrollo de un trastorno psicótico. Una terapia apropiada también puede prevenir las recaídas.
Que el mundo de la Salud Mental “se calle” estos detalles y los encripte con terminología opaca a la sociedad, solo muestra que la naturaleza del Ser Humano es rehén de sus hormonas y que ellos mismos como personas que son, aceptan esta influencia del sistema hormonal y permiten que personas vulnerables como los hijos sufran por este motivo de sus padres o tutores o instituciones públicas no dejándoles más alternativa que, bajo un sistema de terapia hablada puedan aceptar y llegar a la conclusión acertada de que sus padres, tutores o gentuza que trabajaría para las instituciones (sigue sin parar habiendo noticias de prostitución en centros de menores del Estado que no terminan de cesar, sin que veamos a funcionarios acabar en la cárcel) son o eran de esa condición y por consiguiente ese era el origen de su problema personal. Y ahí aparecería la curación/sanación.
Desde este punto de vista del lenguaje encriptado, como barrera para convertirse en élite científica, Einstein – ahora que se celebrará su aniversario 100 de su visita a nuestra ciudad – se oponía enérgicamente con la siguiente frase que se dice suya: “Quien no es capaz de explicar de manera sencilla a su abuela una teoría compleja de cualquier naturaleza científica es que no tiene ni repajolera idea de lo que dice saber”).
Llegar a la etapa adulta en estas condiciones tan adversas es prácticamente casi truncar una vida, pero si analizamos los informes de cualquier caso donde se pretende tutelar a una persona por el Estado o por un pariente veremos que los parámetros son siempre similares: Actividad sexual a ocultar (por ser intrafamiliar o mal vista en razones de promiscuidad o abandono de menores; informes señalando la desaparición de una figura adulta – que cargará con la responsabilidad aunque no estuviera presente o hubiera fallecido - y un relato médico que hace responsable a la víctima (a solo fin de no destapar un “muy feo pastel”) y siempre, a su vez, cuestiones económicas de bienes, herencias o dinero. (Donde a veces los profesionales de salud mental aceptan realizar informes a medida de los verdugos, a quienes presentarán como víctimas y a la víctima como irrecuperable para que nunca pueda ya hablar o/y ser creído en cualquier relato que realizara).
Todo esto, estas tragedias, solo son consecuencia de una jerarquía social, estructurada sobre la coacción y la violencia; un sistema jerárquico que no se basa en valores sino en el empleo de la fuerza, la imagen y el relato (la pena es que siendo todos rehenes de la naturaleza humana y su sistema hormonal, todos, en esta vida, querían, quieren y querrán follar; por lo que siempre habrá víctimas inocentes a las que se etiquetará psiquiátricamente y se procederá a “narcotizar” si es posible a perpetuidad)
(El siguiente artículo analizará - D. mediante - un informe psiquiátrico estándar para que el lector vea cómo se las gasta el mundo de la Salud Mental cuando sirve al Estado en nuestros días, porque no siempre fue así).
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