Hace un par de
temporadas, visionando por la tele un partido de fútbol, me
sorprendió un ex - jugador profesional que había sido contratado
como comentarista por una cadena de televisión. Su relato del
partido era muy didáctico, hasta el punto de desentrañar ideas
básicas o elaboradas sobre estrategia y evolución del juego. Hasta
el punto que llegó a engancharme su discurso (que
más parecía una clase práctica). Y
me sorprendí esperando a que esa cadena retransmitiera un partido
para sintonizarlo. La competitividad de las cadenas llegan a extremos
increíbles (contratar personas con
aspectos parecidos a otras de la competencia, buscar personas
parecidas a artistas conocidos, copiar el lenguaje, o el tono de voz
e incluso – si es posible – copiar una personalidad completa)
pero estaba claro que a este chico no le podían copiar del todo.
El secreto lo desveló él
mismo: Criterio.
Era la palabra que empleó
reiteradamente en las retransmisiones y que definía su propia
personalidad: criterio.
Una de esas palabras que
marcan la diferencia y que tanta falta hace en el mundo de hoy, donde
los objetivos están por encima de todo criterio que no sea estar por
encima de. Así nos va.
Examinas lo que hacen y
cuando parece existir un criterio éste se tuerce a favor de otros
intereses, otros criterios.
Objetivo: el poder, con el
que se obtiene todo sin necesidad de sabiduría y criterio alguno.
The New York Times le dedica hoy (2 de octubre) parte de la portada a España. El artículo parece la crónica de una muerte anunciada. No hay soluciones en Europa ni horizonte que las vislumbre. Parecía que en España el problema giraba entorno a la credibilidad del anterior Presidente del gobierno, pero los hechos demuestran que ya no era un problema de credibilidad sino de inercia. Inercia por la que las ingentes cantidades de dinero que se generaron en el país se destinaron, en un proceso autoalimentado, a actividades especulativas relacionadas con la construcción.
Faltó criterio para desarrollar un modelo urbanístico sostenido, equilibrado y ajustado a los propios recursos naturales y se apostó por dejarse seducir por la demanda para, al final, estar por encima de ella en un intento de exprimir la gallina. Y como suele ocurrir en estos casos donde la euforia se apodera de empresas y dirigentes, la burbuja estalló en el momento menos adecuado y con la explosión se abrieron las puertas del abismo: Los impuestos no llegan a sostener la estructura burocrática del país, se pone de manifiesto la insolidaridad intraterritorial (azuzada desde la transición con distinciones históricas inconsistentes) y los mercados se tiran como carroñeros sobre los despojos del país mientras Europa central muestra que la UE era, más que una unión con proyectos de futuro, un conjunto de intereses comerciales de los estados. Todo lo construido en Europa está en el aire y puede que, pronto, esté por tierra.
Todo por falta de Criterio.
The New York Times le dedica hoy (2 de octubre) parte de la portada a España. El artículo parece la crónica de una muerte anunciada. No hay soluciones en Europa ni horizonte que las vislumbre. Parecía que en España el problema giraba entorno a la credibilidad del anterior Presidente del gobierno, pero los hechos demuestran que ya no era un problema de credibilidad sino de inercia. Inercia por la que las ingentes cantidades de dinero que se generaron en el país se destinaron, en un proceso autoalimentado, a actividades especulativas relacionadas con la construcción.
Faltó criterio para desarrollar un modelo urbanístico sostenido, equilibrado y ajustado a los propios recursos naturales y se apostó por dejarse seducir por la demanda para, al final, estar por encima de ella en un intento de exprimir la gallina. Y como suele ocurrir en estos casos donde la euforia se apodera de empresas y dirigentes, la burbuja estalló en el momento menos adecuado y con la explosión se abrieron las puertas del abismo: Los impuestos no llegan a sostener la estructura burocrática del país, se pone de manifiesto la insolidaridad intraterritorial (azuzada desde la transición con distinciones históricas inconsistentes) y los mercados se tiran como carroñeros sobre los despojos del país mientras Europa central muestra que la UE era, más que una unión con proyectos de futuro, un conjunto de intereses comerciales de los estados. Todo lo construido en Europa está en el aire y puede que, pronto, esté por tierra.
Todo por falta de Criterio.
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