Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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lunes, 1 de octubre de 2012

Misterio aparente


                      Cuando estudié en Movera empezó a atraerme el firmamento. Primero fueron las noches… noches que podía contemplar desde mi cama, en una habitación de seis camas. La mía estaba justo al lado de la ventana y, mientras me dormía, podía ver el maravilloso cielo estrellado gracias a que la población estaba a las afueras de la ciudad; (ciudad que se podía ver a lo lejos con una nueva perspectiva donde la persuasión de la cultura urbana perdía casi toda su fuerza frente a una naturaleza inexplorada). A la vez que estudiaba la asignatura de meteorología, podía seguir en el cielo la llegada de los frentes cálidos y fríos, y reconocer los signos de cada uno de ellos y la no siempre exacta definición de los tipos de nubes. El firmamento y sus fenómenos fueron una de las grandes experiencias apre-hendidas en aquellos años. Experiencia sobre la que he vuelto cada vez que he tenido ocasión.
               Hace unos años, en una escapada a los Pirineos pedí que, dado que quien me había invitado tenía amistad con el Presidente de una de las Sociedades Astronómicas de la ciudad, le pidiera prestado uno de los telescopios para principiantes. La sugerencia tuvo éxito. Y llegado el momento todo el mundo mira a la Luna, por ser el objeto más fácil de enfocar. Pero se me ocurrió tirar de mis aprendizajes y suposiciones pasadas (esas que todo el mundo ignorante acusaba de carentes de fundamento) y apunte a uno de los objetos más brillantes de aquella noche pirenaica. Voilá!!! Era Saturno. Mi anfitrión y su por entonces novia, no podía dar crédito: Nada más apuntar había detectado un objeto básico en la observación elemental del firmamento!!! Se acercaron incrédulos y pudieron observar los anillos del astro. La sensación era dual. Saturno se veía en blanco y negro, nada de colores. Pero la magia se percibía al pensar que los miles de kilómetros que nos separaban del planeta se podían contener en el visor del telescopio. Ello resultaba una sensación mágica. Apenas se había repuesto mi conocido de la sorpresa cuando decidí apuntar a un nuevo objeto brillante y…(¡¡¡???) …. sin duda alguna era Júpiter, los cuatro satélites que tenía alrededor lo confirmaba. Mi amigo anfitrión se quedó atónito, ya no podía achacar la primera observación a la fortuna del inexperto.

               Otras muchas observaciones he realizado, incluso les compré telescopios a mis sobrinos, mejores de los que yo usé en mi primera experiencia en solitario. Incluso contacté con una Sociedad Astronómica (que me publicó un artículo) y pregunté por un misterio que no podía resolver y cuya respuesta, aun que científica, no resolvía todas mis dudas y hoy, al observar esta luna llena de otoño, me he atrevido a compartir:

                  Cuando vemos la Luna en una de sus fases (sobre todo crecientes o menguantes) llama la atención que la "flecha" de la luna no apunte al centro del Sol, de donde proceden los rayos solares. Me explicó el Presidente de la Sociedad Astronómica que ello se debe a un efecto óptico que pude comprobar y que me satisfizo bastante. Pero esta mañana, al contemplar la Luna llena y el Sol a la vez me surge una nueva pregunta:

                 Si la Luna está llena ¿Cómo es posible que podamos verla a la vez que el Sol? Los dos astros a la vez?. He llegado a la conclusión, muy probablemente errónea, pero de la que no puedo desprenderme hasta encontrar mejor explicación, de que ello se debe a la curvatura de los rayos del Sol al pasar tan cerca de la Tierra. Sé que seguro es idea catastrófica y estrafalaria, (pues nadie creerá que la gravedad de la pequeña Tierra pudiera tener efecto alguno sobre los rayos de luz - pero me es tan sugerente la idea que la reflejo por si en el futuro alguien constatara que sí, que efectivamente se produce una pequeña desviación y que pudiera afectar a la visión de la Luna desde la Tierra - que hay mejor explicación y que mi formación universitaria no pasó del primer curso de ingeniería (porque me entretuvo la tarea de padre y mi ex no quería rivales en modo alguno, ni asistentas femeninas ni más carrera universitaria encasa que la suya) – bastante egoísta la señora desdeñada en un primer matrimonio). Pero me seduce tanto la idea de que sea la curvatura de los rayos solares los que permiten ver mejor la Luna llena y al Sol a la vez (y no sus planos sobre la elíptica)  desde un mismo punto de la superficie terrestre, que permaneceré en el agradable y sugerente error hasta que alguien se apiade de mi ignorancia imaginativa.


Luna de Miel


 Nunca sabré cómo tu alma ha encendido mi noche,
nunca sabré el milagro de amor que ha nacido por tí.

Luna de miel.

Nunca sabré por qué siento tu pulso en mis venas,

nunca sabré en qué viento llegó este querer.

Mi vida llama tu vida y busca tus ojos;

besa tu suelo, reza en tu cielo, late en tu sien.

Ya siempre unidos, ya siempre, mi corazón con tu amor.

Yo sé que el tiempo es la brisa que dice a tu alma:

ven hacia mí, así el día vendrá que amanece por ti.

La luna de miel.

Nunca sabré qué misterio nos trae esta noche,

nunca sabré cómo vino esta luna de miel.

La luna brilla en tus ojos y con mi desvelo

besa en tu suelo, reza en tu cielo, late en tu sien.

Ya siempre unidos, ya siempre, mi corazón con tu amor.

Yo sé que el tiempo es la brisa que dice a tu alma:

ven hacia mí, así el día vendrá que amanece por ti.

La luna de miel.

Luna de miel

Luna de miel

Luna de miel

Gloria Lasso - Luna de Miel

 









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