Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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domingo, 1 de diciembre de 2019

El “espacio de confort” que se crean los de arriba (e imitan los de abajo) siempre nos lleva al precipicio… pero con la evidente crisis económica y de valores…aún más.




Hace unos pocos días me reprochaba, a mí mismo, haber puesto esperanzas en el criterio de una periodista de élite (Carmen Morodo), que desde sus comentarios y análisis políticos, tan consecuentes y tan situados en una concepción que parecía portar valores reales y transversales, me otorgaba esperanza - (y supongo que a más personas y seguidores de la actualidad política) - y también a aquellos que viendo los análisis de la televisiones observábamos cómo podría crecer el “vértigo” de otros analistas (al observar cómo los cambios en los paradigmas y líneas rojas que nos habían aportado una previsibilidad en el trayecto político y social, donde la alternancia del bipartidismo se observaba como “alternativa de seguridad” para los que consideraban desacertadas la actividad política del gobierno de turno) no permitían aportar salidas o soluciones a lo que cada vez más se va concibiendo como un callejón sin salida que, por el propio vértigo ya conocido en nuestra historia de España, nos abocaría a la polarización y consecuentemente al temido enfrentamiento, cuyo devenir y desenvolvimiento nos haría visualizar que la rigidez que provoca el miedo pudiera llevar, tarde o temprano – mediante la manipulación – a que este miedo se desborde y se entre en un escenario puramente emocional, donde las soluciones (golpes de timón, dictaduras, autoritarismos o repúblicas) se buscarían como viables y posibles, porque simplemente lo fueron en el pasado histórico; y en ese vislumbre de “solución del pasado” se apuesta por ganar “moralmente” (aunque se acepte la posibilidad de perder y sacrificar el presente). Y el objetivo pueda ser, otra vez, ganar para el futuro una “legitimidad” donde se pudiera retomar – nuevamente - esa “legitimad moral” que cada bando populista reclama para sí mismo; y que, polarizándose, va construyendo para sí esa “legitimidad moral”, en estos días, semanas y meses, y que exhibirá en un futuro como relación de “agravios” y “desafío” a “sus valores”, y con ello, obligando a “definirse”, paso a paso y día a día, a los moderados que aún se sitúan en el centro izquierda o centro derecha. Todo un desencadenante que ya señalaba el President de la Generalidad, Artur Mas, cuando empezaron a desbordarse los criterios del marco constitucional en Catalunya, a la vez que se destapaba la transversalidad de la corrupción hallada, también, en la burguesía catalana y de la que culpaban al sistema monárquico (aunque fueran ellos mismos los que metieran la mano en la cartera de los catalanes).  Ahí aparece ERC para “salvarles la cara” y comprarles el argumento (la monarquía, derivada de un sistema franquista, tiene la culpa), sencillamente no precisan de argumentos sólidos,  ni pegarse a la realdad de esa gestión nacionalista de una burguesía que, sabiéndose siempre en el límite de lo legal en la gestión económica, seguía azuzando a las masas y convocándolas (al más puro estilo de exaltación tipo Plaza de Oriente) cuando las evidencias de la corrupción (o en el caso del franquismo los reveses internacionales a su régimen) amenazaban no solo con entrar en los tribunales, sino con obligarles a “pisar tierra”  y destapar de pleno la entelequia construida y (como la España Imperial de Franco, real en un pasado irrecuperable) que serviría de excusa para hacer prevalecer, “opaco”, un modelo de gestión cuyo final, previsible, era que tarde o temprano se destapara y se pusiera en la más nítida evidencia.   ERC, pese a ser aparentemente de izquierdas, no juega la baza del sentido común, sino la de la oportunidad (era de esperar en un partido político español) y para que esta no se escape, se salta la cuestión de la corrupción y apela a sus siglas republicanas (el propio Rufián torpedea, en el último momento, una “salida” que pudiera haber sido “airosa” hablando de, creo recordar, 13 monedas en un Twit que tal vez cambió la historia de España, pero probablemente para mal. Gracias chaval; tu lenguaje lleno de violencia (violencia verbal), vino a sintonizar con el de Pablo, “aportó” “lucidez” “sensatez” “moderación” y “futuro” “esperanzador” a la política en España. Será “memorable”, en el futuro, si no salimos con bien de esta, ver en las imágenes del Congreso cómo la “inteligencia” que aporta la “juventud” – de la cual esperábamos muchos un punto claro y honesto de sensatez y generosidad, desvinculada de los intereses particulares y lazos de esa “pretendida casta” que todos señalabais como causante de los males de nuestra patria – llega a extremos muy beligerantes (parecíais delegados de clase intentando revolucionar la Universidad nada más entrar en el primer curso de la carrera) pero en realidad parecéis ser la resurrección o reencarnación de los niños mimados señalados en los años treinta por Ortega y Gasset; no parece que aportéis nada y todo parece ser un recurso para alcanzar vuestra propia zona y espacio de confort particular (lo lamentable es que parece que cunde el ejemplo en otras opciones políticas ambiciosas; vamos, que los caminos parecen, en vez de abrirse, cerrarse cada vez más). Lo lamentable de veras es que ni siquiera habéis desarrollado un lenguaje tal, parlamentario, que realmente fuera capaz de, al menos, decir “verdades coherentes” e “invitar” al adversario a buscar un “entorno de verdad” compartido (aquí nada se hace desde la persuasión transparente, que todos podamos verificar en estos momentos delicados; eso parece reservarse para construir un relato a la medida, salgan bien o mal las cosas; como si fuera un As con el que otorgarse la legitimidad moral y el sentido común que hoy no solo no observamos, sino que, por el momento, no nos creemos). Otros vislumbran y parecen callar desde los entornos civiles, dedicados al estudio y recopilación del saber, desde una discreción asumida, tal vez como destino determinante y obligado, desde donde observar lo inevitable del destino de España: La verdad se sacrifica por lo útil (y lo útil, en política, parece ser vencer en cualquier escenario; y por consiguiente, sacrificar cualquier aproximación al entorno de la verdad; pues el entorno de la verdad nos desaloja de nuestro espacio de confort, de nuestra zona de confort; y desde luego, además de ser ello incómodo, ni con ello se ganan votos, ni con ello se ganan elecciones –según aseguran los asesores -, ni con ella se hacen negocios). Así se concibe que aproximarse al entorno de la Verdad tiende a desubicar a los contendientes, también a los que pulsan y rivalizan por la hegemonía de una Verdad única: La suya propia (cuando lo hacen sin concesiones; como le señalaba en franca decepción a Carmen Morodo: Para ella las cifras mandan, pero no todas las cifras, solo aquellas que no cuestionan su espacio de confort).
Parece que ese es el verdadero problema a enfrentar: El espacio o Zona de Confort que cada cual, desde las alturas, se va construyendo y que va siendo imitado y deseado desde arriba hasta abajo, deseando todos su zona de confort y cuyos elementos más esenciales no son de naturaleza espiritual/solidaria (ni siquiera de hermandad ni legalidad; como algunos o muchos de ellos aseguran para justificarse y señalar que defienden la esencia de los valores que ellos mismos aseguran que portaba la sangrienta república – da igual referirse a la primera o a la segunda república, ambas tuvieron el mismo signo sangriento). No hay en ese espacio de confort verdadero espíritu republicano, ni el mínimo que se pueda vincular con los valores de la actual Constitución – ni siquiera para los que vieran en la propia Constitución española el reflejo evidente de haber sido el marco para esa Monarquía Republicana del 78 que permitió el desarrollo del proyecto de la II República bajo la protección de la Monarquía y con ello la garantía de la sumisión de un ejército utilizado y concebido, desde hace dos siglos, para intervenir en política. Ahí se halla el verdadero problema, en los espacios de confort, donde se pueden observar que existe un verdadero sentido de esa casta que todos los nuevos partidos iban señalando hasta que pudieron comprobar, en sus propias vidas, y en sí mismos, que pertenecer a esos grupos “cambia la vida personal”.
Pero nada hay allí que no exista en la sociedad circundante. Los espacios de confort existen y se alcanzan de manera legítima o ilegítima; y según sea el signo y el camino recorrido hasta llegar a él se puede, o se pudiera observar,  si en el resto de camino que queda por recorrer será posible que, ese espacio de confort, sea permeable a algo más que a las cifras oficiales donde se ponen el foco como evidencia de problemas que sí estamos autorizados a enfrentar (cifras que sí alcanzan la esfera mediática señalando, indirectamente, que si Ud quiere mantener su espacio de confort deberá “sintonizarse” con ese argumentario) y por el contrario, destacar cifras y señalar cifras “inconvenientes” – 2.000 suicidios al año en España, al menos – puede llevarle a salir del espacio de confort y encontrarse en un espacio de “tierra de nadie” por no seguir las pautas de ese argumentario consensuado, cuyos límites representan zonas y líneas rojas que pueden llevar a las personas a ser señaladas fuera del marco democrático (incluso del constitucionalismo).
Si eso pasa con las cifras, qué no pasará cuando lo que señalamos o pretendemos señalar es el “funcionamiento” de un sistema, aparentemente consensuado, que legitima el “derecho” a usar y utilizar o apropiarse de estudios y trabajos de particulares; en un proceso de “expropiación” en el cual, una casta, o parte de ella, se considera legitimada para “robar” a las personas sus trabajos y proyectos, su información personal…; y se utilizan para ello el marco de instituciones públicas, Gobiernos autónomos y Ayuntamientos (si lo hacen las empresas privadas, por qué demonios no lo puede hacer el Estado?).
Parce absurdo señalar esta situación pues hemos visto cómo la corrupción ha llegado a extremos insospechados (haciendo posible y probable la radicalización y polarización de las posibles soluciones, ignorando que es propio de la condición humana meter la mano en el bolsillo ajeno cuando no te ven o cuando hay un acuerdo transversal o implícito que lo posibilita) – ladrones de cuello blanco que se ponían como ejemplos de “eruditos” y sabios doctos, llenos de títulos universitarios y de menciones Honoríficas (miren la prensa española y cómo se ha parado “de facto” cualquier investigación que lleve a profundizar en la transversalidad con que se han “repartido” títulos y honores desde lo más alto hasta lo más bajo, para que todos puedan construirse “legítimamente” su propio espacio de conforty quien señala lo “inconveniente de “seguir por ese camino” lo hace desde el razonamiento sencillo, suave y moderado, en un artículo en El País, porque de hacerlo con la energía que realmente debiera hacerse dadas las consecuencias y magnitud de la “estafa moral” organizada, vería peligrar el autor del propio artículo su propio espacio de confort). Resultaron ser una “pandilla” de simples “rateros” tan bajos y rufianes como los que asaltan a un tendero, o un kiosco de la Once, o a un simple niño el dinero de su almuerzo en el patio del colegio….. Rufianes cualquiera (como aquél que señala con 13 monedas “traición” a quien contempla una posible solución que no le conviene, porque su espacio de confort lo tiene ya concebido y aún no lo ha alcanzado) y algunos de ellos, que aún persiste en su “legitimidad”, se proclaman republicanos y dispuestos a subvertir el orden constitucional (aún más si cabe, pues al igual que los que alegaran desde los puestos como Consejeros en las Cajas de Ahorro, que desconocían los más mínimos principios de economía, pero cobraban salarios escandalosos en nombre de partidos y sindicatos, estos de ahora, ni siquiera conocen la esencia del proyecto del que se han apropiado como “casta” legitimada y con acuerdo en Universidad; solo parecen responder a un criterio: Me enteré de la “movida” y me apunté a la misma – “O me incluís o la Lío”, parece que fuera la consigna que se esparció en multitud de personajillos mediocres que de repente, al entrar a un partido, pasaron de ser zoquetes estudiantes a acumular títulos universitarios; pero cuando rascas a ver que aprendieron en tanta carrera acumulada, resulta no haber nada).
Con aprenderse la respuesta…. apruebas todo en la vida (y en política más).
Así ocurría cuando al concluir los exámenes veías que compañeros tuyos, antes de la firma, escribían “Arriba España” – era la respuesta idónea y esperada que abriría la puerta a un aprobado si no se había estudiado. Ahora, la respuesta correcta es la “omertá” para alcanzar el premio (y si algo sale un poco torcido siempre le queda esa corriente interna que viene a señalar: Yo era más radical y valiente que ninguno; pero me acojoné y me dediqué a comer y a engordar).
Es la zona de confort la que no permite “ver” lo que otros vemos con tanta claridad y evidencia; sobre todo en el resto de Europa respecto de España y que tanto les alarma. Es el espacio de confort personal el que admite como “aceptable” la violencia proporcionada al miedo que traslada una situación que puede modificar nuestro espacio de confort personal. Por eso, la mayoría de vosotros, no tiene “ojos” para ver la violencia gratuita e innecesaria con que se manejan ciertas situaciones; sobre todo porque esa violencia, en el fondo, la aceptáis porque os da seguridad en vuestro estado de confort personal.
Por eso mismo la Morodo no “ve” la violencia implícita que existe en la muerte anual de más de 2.000 suicidios, ni la violencia expresa en 65.000 personas privadas de libertad sin haber cometido delito alguno y siendo medicada forzadamente y sin apoyo jurídico ni sustento d e derechos (algo que se consideraba intolerable en la transición y que alguno de aquellos especialistas que se propusieron modificar esas circunstancias, se han visto, en algunos casos, obligados a arrojar la toalla – algunos incluso suicidándose también) Esa violencia tampoco la veis, ni siquiera la percibís, e incluso mucho de vosotros la aceptáis como justificable;  siendo más fácil salir bien librado si se es un terrorista con crímenes violentos que una persona afectada por, incluso, un simple estrés, como señalaba el país que sucedió con una jueza que llevaba el caso del comisario Vallejo (eso lo dejo para un próximo artículo).
 Que disfrutéis de vuestro espacio de confort; y que sepáis que se asienta sobre una pirámide de sufrimiento de miles y miles de personas (incluida no solo privaciones ilegales e intolerables a los ojos de la legislación internacional, sino incluso de sufrimiento inocente; que os “aproveche” lo que os dure, que espero que no sea mucho); por eso no podéis decir que vuestros valores son republicanos; no lo son, son de casta; y prueba de ello es que no veis más lo que como casta os interesa ver.

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