Miguel Ángel Ibáñez Gómez - maiges_ps@hotmail.com

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domingo, 15 de diciembre de 2019

El "pino" de Plaza Paraiso

Hay que rescatar, otra vez, a Freud y sus discípulos para entender esta fiebre (otra vez a ver quien tiene el pino más grande). Creo que no tiene que ver con la Navidad (pienso que es un pretexto, porque Cristo, Jesús, nunca presumió de ello en ninguna parte de sus evangelios). Ya sabemos que promover la economia es el objetivo que se señala. Y que cerca de la plaza Paraíso se hallan El Corte Inglés e Ibercaja, además de ser el nudo neuralgico de comunicaciones en el centro de la ciudad (lugar esencial de movilidad urbana, que se zanjó en el pasado con un desastre de diseño en Independencia por haberse convertido la movilidad en una disputa en vez de un asunto de interés general; donde, parece ser, se acabó jugando "sucio", y con el consabido procedimiento de "actos consumados" - cada cual impuso su criterio mediante obras y remodelación urbana con criterio antagónico, y caro en el mismo centro de la ciudad - pagadas por todos pero sin el acuerdo de todos; con la "visible" intención de jorobar el proyecto del "otro"). Tener ocasión y pretexto  para deshacer esa chapuza llevará años (recuperar el bulevar central orillando al tranvia en sus laterales, como se hizo en el resto de la arteria que sube hasta el parque Grande y entre tanto habilitar un tramo por Puerta del Carmen hasta Mercado Central que hubiera evitado los cortes de este medio esencial de transporte durante las fiestas del pilar) (sabemos que hacer bien las cosas a la primera no es un negocio, ni ayuda a la polémica electoral, pero ahorra a la larga dinero a los ciudadanos) Mientras tanto las cicatrices de los desencuentros de los de arriba las seguimos pagando los de abajo. El pino tal vez solo sea un gesto temporal de Victoria de una de las partes (con criterios freudianos, parece obvio por la fiebre desatada en otras ciudades, como símbolo universal del triunfo sobre otros) o tal vez se convierta en un símbolo de identidad (en el desencuentro permanente) - nunca se sabe - pero el simple hecho de pretender ser el más de algo, en estas fechas (donde la Naturaleza y la religión, nos señala lo finito de la existencia humana - el solsticio de invierno es, en realidad, el momento de recogimiento que precede a no saber si el Sol volverá a "nacer" otro año más o la orbita de la Tierra "volvería" a cambiar haciendo imprevisible el futuro - la Navidad es el recogimiento propio del arrepentimiento, donde se hacen promesas de ser mejores, pero sólo hasta que se verifique el 5 de enero que el sol ha iniciado el recorrido habitual de un nuevo ciclo anual. Ese es el regalo que hace el Universo a la Humanidad y que traducen los cristianos con la venida y nacimiento de Jesús - la Ciencia nos certifica que ello es inmutable ciclo y nos asegura que una y otra vez el sol volverá a Nacer cada año; pero sabemos que la Ciencia no controla el Universo, sólo lo describe y además lo suele hacer según se considere apropiado y según sea financiada en una dirección u otra) no sólo parece pretencioso, pues parece que en esta ciudad no se es capaz de ponerse de acuerdo en lo esencial. Los 22 metros de pino no parecen hablar ni señalar la única dimensión que nos importa a todos: La de los acuerdos y pactos en las cuestiones esenciales de la ciudad, pues en ese caso, para mí sería bienvenido el árbol de Navidad (un símbolo del Universo en movimiento - con su estrella en la cúspide, señalando el trayecto del propio Universo y con él el de la Humanidad - y en las ramas multitud de planetas de colores y tamaños diferentes, con muchas estrellas en el horizonte, como luces de colores - que ahora son de Led). Pero no sé porqué, me parece que la inteligencia no les da para tanto (porque si les diera no robaran proyectos medioambientales a gente común y corriente, ni promoverán el sufrimiento de o inocentes como castigo) creo que sólo quieren pasar a una posteridad (como si la Tierra fuera perpetua, cuando nada lo es, ni siquiera la memoria de la humanidad, que también se modifica cuando se quiere, según mandan unos u otros). Pero ya se sabe, el loco siempre es el que no sigue la corriente (piensen en ello cuando llegue la Semana Santa y todos celebremos que nos cargamos a Jesús porque resultaba políticamente incorrecto) (y a Siddhartha, y a cualquiera que incomode) (por cierto, la semana santa también tiene su pequeña historia mágica).

Ver: Esta noche nace un niño

Ver: Heraldo de Aragón 

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