A todos la vida nos va
decepcionando, mucho o poco, con alguna alegría de por medio, y si hay suerte
con la satisfacción de ver en nuestro entorno que vamos saliendo adelante (mal que a alguno le pese) de las
adversidades que nos propone el destino, y vamos dando pasos (aunque sean cortos) en la dirección, a veces,
correcta, la que señalan los corazones nobles, con ideales y que no se engañan
pensando que en tal situación alcanzada o en tal otro puesto conseguido, somos
recompensados en nuestros méritos y con ello reconocidos; pues suele acontecer
lo contrario, y lo que se alcanza como meta que parece mejor posición acaba
siendo y pudiendo ser cárcel de oro, desde donde apenas se puede realizar la
gran tarea soñada; pues es hábil la sociedad que nos rodea – no me refiero como sociedad a los ciudadanos o paisanos
que cada día se levantan a realizar sus quehaceres cotidianas o a trabajar donde le
tocare, sin más horizonte que realizar bien su papel diario (y la que pudiera
quedarle pendiente del día anterior; o de aquellas tareas y retos que nunca
terminan de abordarse plenamente y siempre “cuelgan en la percha”, al lado de
la gabardina o la prenda que dejamos en el perchero para recomenzar una y otra
vez el afán de siempre, que parece tener rostro diferente pero siempre, pero a
la postre siempre es la misma tarea – “gestionar” con la gente que nos rodea,
que es el papel más difícil; y así parece que lo vislumbran quienes se jubilan y perciben que su trabajo, sus esfuerzos
diarios, sus desvelos, sus logros personales – que apenas nadie reconoce o queda en el olvido - a la postre, pudieron no ser otra cosa que perseverar
y esforzarse, algunos, en determinados puestos, por pura vanidad o pundonor – Vanidad de
vanidades, todo es vanidad, que diría la Biblia) sino que me refiero a
aquellos que realmente sostienen el devenir de nuestra sociedad, incluso por
encima, en ocasiones, de la voluntad del Pueblo, y aunque sean sumisos a normas
y leyes, son los que perpetúan las maneras y el carácter de nuestra tierra, que
a la postre no es otra que la de nuestra España.
A veces los imagino con las
habilidades propias del pasado, donde madres con hijas casaderas buscaban entre
los muchachos el más conveniente en todos los aspectos para su hija (trabajador, buena planta, honesto, algo
ingenuo – para dar ventaja a la hija – buena proyección personal, buenas formas
y maneras….) y desde ahí se confabulara y coordinara para, entre todos,
persuadir al muchacho, si fuera posible, o simplemente tejerle una trampa de
tal magnitud y apariencia que no pudiera, en modo alguno, zafarse ni escapar
del proyecto familiar creado en torno a su persona. Así lo relata la película
protagonizada por Fernando Fernán Gómez (Faustina,
creo que se llama) donde es castigado a ser demonio arrojado al lago de una
cueva para purgar sus desatinos ante una mujer aparentemente taimada que le
embaucó y le llevó a la perdición. Y tiene la fortuna, en el trascurso de la
película, de además de rememorarlos como causa de su desgracia, ser “rehabilitado” en una circunstancia
inesperada, en la cual, un mozo baja a dicha cueva huyendo de la trama que la
familia de una chica que conoce, le han montado para cazarle y hacerle esposarse (no solo le acusan de haber estado a solas
con la chica, sino que insinúan mucho más madre e hija, hasta el punto de
volver loco al padre y este, por voluntad propia y creyendo todo lo dicho por
las féminas de su familia, avisa al Alcalde de la infamia que está sufriendo a
causa de estar comprometido el honor de su hija y ambos acuden al Cuartelillo
de la Guardia Civil para que, escopeta en mano, el muchacho asuma, sí o sí, por
las buenas o las malas, la responsabilidad que como hombre ha adquirido y que
debe asumir so pena de cárcel) (en la
película nos hacen el favor, por evidente “pudor ético-moral” y así no dejar en
tal mal lugar a las mujeres que traman, que la edad del actor que representa al
muchacho no se corresponda con la de un joven ingenuo, y lo presentan de unos
cuarenta años, ya “mayorcete” en la película, pues hubiera resultado bastante
indignante ver a un muchacho de apenas veinte años ser atrapado
inmisericordemente en semejante red y trama maliciosa a manos de féminas
despiadadas que no van a dejar de aprovechar la oportunidad presentada por las
convenientemente manejadas circunstancias y apariencias. Así mismo, presentan a
la doncella, aparentemente ultrajada, como muchacha, en el fondo también
ingenua y bella, que asume el guión planeado por la madre gustosamente, para
así desarrollar su rol social de casarse y que en aquella época parecía
requisito ineludible para ser considerada mujer honesta y por cuya causa, en
especial las madres, ponían empeño en semejante tarea de ir tendiendo
redes sobre unos u otros muchachos casaderos). Fernán Gómez observa, en esta circunstancia,
oportunidad para redimirse del rol de diablo y ofrece al muchacho escapatoria
mientras él mismo se ofrece "en prenda" a la doncella. Esta al llegar, se desorienta un poco,
pues no es Fernando Fernán Gómez a quien ella buscara, pero ante la invitación
de este de que acepte ponerlo en el lugar del otro, y ella aceptar, todo se
resuelve satisfactoriamente para todos. La chica se casa, Fernando se redime,
el joven logra huir, la madre consigue marido para su hija, el padre salva el
honor, la Guardia Civil no tiene que hacer de tripas corazón y el Alcalde ve
como un problema vecinal se resuelve afortunadamente sin más sobresaltos.
(Tal vez esta primera referencia de naturaleza social pudiera hacer creer que es experiencia personal; no es así, buscan reflejar la sociedad que también fue, y en laguna manera persiste en maneras y fondo para otros ámbitos y objetivos sociales - si estas circunstancias pudieron aparecer se gestionaron con dificultad, con más admiración y pena que gloria. La experiencia personal fue más adversa: Apoyar a una persona creyendo en su maltrato y que era despojada , legalmente, de sus bienes por una concepción machista; y el resultado, cuando ella salió del apuro, fue pagar con mal el bien recibido (sobre marido e hijos), e identificarse con el rol de quien dijera que era su maltratador (como si esa fuera la mejor opción que pudiera tomar por ser la más eficaz para sobrevivir).
Podríamos pensar que la
Administración Pública funciona de manera similar. Desde que se renunciara a
cambiar a todos los funcionarios cada vez que un partido ganara unas elecciones
y quitara a los anteriores para poner a los suyos, parece que con la Dictadura
se consolidara la tarea de fijar un carácter propio en la
Administración y, en la Democracia, que ese carácter fuera universal y de
servicio con independencia del color del Gobierno que existiere.
Mientras que en la Dictadura
resultaba esencial tener buena recomendación para ser funcionario, pues en caso
contrario la Administración disponía de los recursos necesario para
“protegerse” y esgrimir ante cualquier contumaz intento de transgredir sus
procedimiento de cooptación; en la Democracia parece que subsistieron algunos
aspectos esenciales de este mismo sistema de cooptación que pudieron ser esgrimidos
como idóneos frente a la marabunta de personas dispuestas a ser funcionarios y
que mostraban que el “pelaje” de la Administración podría terminar por cambiar esencialmente. Y sin embargo, en algunos entornos sigue subsistiendo esa idea
de, por la cual, la idea de servicio (en lo
referente al cumplimiento de la legalidad vigente y para todos igual)
depende, en algunos casos del viejo adagio que sobrevive desde el franquismo (al amigo el culo, al enemigo por el culo y
al indiferente la legislación vigente).
De alguna manera, de subsistir ello no parece
nacer de la idiosincrasia de la propia Administración sino de la naturaleza de
las personas que conforman la sociedad y desde algunos sectores que han tenido
que asumir el papel de gobernar los intereses de pueblos y ciudades teniendo
que usar, sus funcionarios, en más ocasiones de las que hubiera gustado
esgrimir, la cara adversa de la Administración (en forma de expropiaciones, multas, sanciones, tasas, reglamentaciones,
restricciones,….) cuando los ciudadanos perciben que la Administración, a
veces, no es tan leal como debe de suponerse para con todos, sino que tendiera
a ser más leal con unos que con otros y más tendente al corporativismo (parecen que los tiempo cambiaran, pero
siempre hay quien se pudiera anclar, a veces desde las alturas, en estas mismas
visiones que desdicen en público y que forman parte de ese mismo doble mensaje
que se podría usar desde que los pueblos eran gobernados desde una mesa de bar jugando al mus, al
guiñote o al dominó).
A ese respecto bien parece que no
basta de hablar Administración como sólo la más cercana, también los
ministerios son Administración, como lo es Sanidad o Educación; y en esos
formatos también parece subsistir, en ocasiones, el slogan citado (al amigo…. Al enemigo… al indiferente…..).
Podría parecernos el método de
cooptación como un método tal vez anticuado, porque lo que se pretende es
realizar bien el trabajo y la función encomendada, con eso debiera bastar; pero
no parece criterio suficiente y pleno hacer bien el trabajo.
Recuerdo que en el obituario de
un profesional de la psiquiatría constaba como él mismo relataba a su entorno
que para tener el visto bueno para poder ejercer la profesión fue a buscar el plácet
de un eminente y afamado psiquiatra de especial relevancia en nuestro entorno
social, cuando aún estaba estudiando medicina y decidió abrirse camino e intentar la
especialidad de psiquiatría. Se narra el proceso de cooptación que resulta, en
alguna medida, sorprendente: El Eminente y destacado profesional hizo sentar al aspirante a
estudiar psiquiatría en una silla, haciéndole permanecer inmóvil durante un
tiempo (que debió resultarle largo e inquietante)
para luego de observarle y “evaluarle” sin mediar palabra, le dijera: Serás un
buen psiquiatra. Precisa el texto que el aspirante no conocía a nadie del mundo
de la psiquiatría (sin conocer a nadie)(algo que parece esencial por ser reseñado en esa despedida vital que le realizan los compañeros)
y por ello, tal vez, tuvo que recurrir a que esta persona le evaluara de esta
manera tan peculiar. No digo con ello que esta manera de evaluar capacidades no
establezca lazos invisibles y emocionales, a la vista del recuerdo que dejó en
esta persona y que perduró en el tiempo hasta el punto de rememorarlo en la "despedida vital" por llegar a ser conocido por sus coetáneos colegas. Recuerdo que yo
mismo pasé por una situación similar cuando estando trabajando de Guarda Jurado
de Montes, sin juramentar aún la promoción mía, un compañero que parecía estar
molesto por versiones de toda índole (incluso contradictorias) que inundaban
el ambiente por ser yo objetor de conciencia (y que tiene que ver mucho con esos procesos de cooptación que se dicen
ya no existen) decidió llevarme al Cuartel de la Guardia Civil de nuestra
ciudad y allí - casi la circunstancia me pasa desapercibida - quedó mi compañero mirando a una persona sin que yo, en principio, me percatara de ello, y permaneciendo mi persona como despistada esperando a saber dónde se me indicaba dirigirme, recibiera él un
“conforme” con el que se me permitió acceder al vestuario de la Guardia Civil (pues
éramos entonces auxiliares de la Guardia Civil y consecuentemente, parecía
lógico a juicio de ese compañero que iba observando las circunstancias que
gravitaban sobre mi persona, que alguien pusiera punto final – con el tiempo
descubriríamos que era otra persona del mismo cuerpo en funciones de Jefe de Seguridad
Municipal quien había puesto los obstáculos y no estaba dispuesto a retirarlos;
por lo que de poco valió la buena intención de mi compañero). Cuando una
persona de ese calibre de mando se te pone en contra difícilmente nada puedes
hacer, pues la inmensidad de medios y recursos que tiene a su alcance hacen
insignificantes cualquier intento de resistencia que se oponga, aunque sea por
medios legales que pretendan una garantía (creo
que eso ya quedó explicado en anteriores artículos y no merece la pena
reiterarlos de nuevo). Es el poder de la Administración y tiende a ser
transversal – como si de vasos
comunicantes se tratara – y cuando así se muestra interiormente no se
precisan ni documentos, ni muchos argumentos (un no, es no, puede ser suficiente y abundante argumento) e incluso algún juez acaba
prestando oídos a argumentos que no se explicitan en la sala correspondiente para
poder defenderse de ellos (y siempre
existe un motivo hasta para saltarse el procedimiento judicial en un momento
oportuno, que se puede esgrimir abiertamente, pero solo a los niveles funcionariales correspondientes si fuera preciso).
Que existe cooptación parece
obvio que al menos existió, hasta el punto de “imprimir carácter” en algunas
personas que aún subsiste, al igual que el corporativismo que puede sobrevivir
(y este se puede llegar a entender de
múltiples maneras y formas, y en ello puede llegar a haber castigos y sanciones
que no surgen por una mala actuación del funcionario, sino por exponerse de
manera torticera los asuntos – porque es de esa manera como se consigue hacer
pasar lo bueno por malo y viceversa, creando un pedigrí propio sobre el cual
asentar y mantener un corporativismo que otorga privilegios al quien se
adhiere, de toda índole, y con el derecho de aplicar el consabido dicho antes
mencionado).
En este entorno social (donde siempre habrá quien quiera mantener en
la sociedad la idea de castas civiles y/o funcionariales, al margen del ordenamiento que señala la Constitución),
se debiera estar siempre bien prevenido si se es político y más si se tiende a
ser de altura, pues si algo tiene la Administración (hablando transversalmente) es que nada da gratis, de por sí, cuando
lo hace a gran altura y, consiguientemente, a veces ocurre que “paga” por
adelantado al advenimiento de una autoridad con la finalidad de que esta, en la
medida en que alguna decisión le afecte a esa Administración, “recuerde” (como decía mi compañero Guarda Jurado de Montes) que "le invitó antes
a un café en el bar" (como muestra de
buena fe e incluso de amistad e incluso de contraprestación – “información
interesante” sobre lo que pasa por aquí o por allá) y de aceptar, o hubiere aceptado por vanidad
de sentirse reconocido autoridad (que al igual que
puede haber “videntes” que observan el carácter y la proyección futura de un profesional psicoterapeuta o un Guarda de Montes para bien, lo puede haber también para hacer mal)
ello acaba siendo “evidente” al entorno, al menos al nivel correspondiente,
como fórmula de cooptación al más alto nivel de la ciudad si lo da la
Universidad, pues de la Universidad “todo emana” (Médicos, Arquitectos, Ingenieros, Economistas, Políticos,
Investigadores, Matemáticos, Químicos, Sociales, Militares, Juristas, Abogados,
Jueces, ….) y para ejercer exitosamente una profesión, ha tenido que existir, en esas
alturas, algún proceso de cooptación (ya
fuera sentando al sujeto en una silla para ser observado por una eminencia, o de pie para
serlo desde un Guardia Civil, o en un Paraninfo eminente, ante público
engalanado y de muy alto nivel social, o en la defensa de un doctorado ante
unos pocos familiares y una élite erudita que prueba, con dureza y a veces sin
compasión, al nuevo doctor para decidir a qué nivel es cooptado y bajo que
prescripciones o recomendaciones). Y
a partir de ese momento, si entras a formar parte real de ese estrato, tienes
el deber de funcionar corporativamente por el bien de tu ciudad, de tu región y
de tu nación. Pues ellos hacen posible que seas quien eres y tienen, por ello
la capacidad, de que dejaras de serlo.
No sería de extrañar que desde
esas alturas se decida el rumbo real (de fondo) que la sociedad debiera
llevar, permaneciendo ellos mimos de referencia y refugio, frente a las modas
cambiantes, siempre existirá, en alguna manera y forma, un sistema de
cooptación que definirá el carácter de este territorio, sobre todo cuando
vengan duras. Y por ello mismo, bajo el principio de que los de arriba son como
los de abajo (y viceversa) se acaban
imitando modelos parecidos en otras estructuras sociales que, a diferencia de
las élites que influyen en los más altos cargos políticos – a veces parece que les bastaría con influir
en uno o dos solamente para señalar lo conveniente o no – con gran sutileza
como la señalada – desde abajo se emula en maneras y formas, tal vez de
manera tan chabacana que no sólo da grima sino que acaba siendo evidente y
reprochable a la luz de cualquier persona con un mínimo de sensibilidad; porque
si por arriba dicen defender intereses generales, por abajo se esgrimen
verdaderas chapuzas bajo los mismos criterios de interés general. Y si el
legislador no previó en la Constitución esos procederes es porque en realidad
no debieran existir (porque a la
definitiva no sería otra cosa que una forma de corrupción consensuada y sutil)
y sin embargo parecen sobrevivir transversalmente (tanto horizontal como verticalmente). Y contamina de tal manera
todo lo que tocara estas sutilezas, que luego resultara difícil discernir entre
quienes son verdaderamente leales al espíritu de la Constitución (y echan una mano honesta, aun desde la distancia, a quien fuere, en
determinados momentos) o quienes (aprovechando
que el Ebro pasa por Calahorra) hacen de la Constitución un objeto a transitar
debajo del Arco del Triunfo de batallas ganadas de toda índole (por las buenas o las malas, por lo civil o
lo militar, por persuasión e intimidación o por los juzgados).
Hay quien pudiera pensar que mi situación profesional (en razón de calendarios y festivos) es un premio al sufrimiento recibido (y sin embargo es producto del optimismo con que suelo expresar mis situaciones personales en todo momento y circunstancia, pues en todo - como los chinos - veo oportunidades que otros no ven, aunque estas empiecen con lágrimas y levantando un persiana en los primeros días). Sin querer equipararme con el magnífico Borges, a él, cuando sus adversarios llegaron al poder, le nombraron Inspector de Alcantarillas; obviamente con el nombramiento quería mandar, a la vez, un claro mensaje al entorno, por ser, posiblemente, tan agudo crítico con maneras y procederes. Las Administraciones suelen ser similares en todos los sitios y lugares.
También alguien podría decir que con
estos artículos voy “quemando naves” que sirvieran para una retirada honrosa.
Ni siquiera Vds me han dejado nunca esa oportunidad. Desde lo que voy narrando
en estas páginas se puede observar que nunca quisieron resolver (al parecer) esta situación honestamente
y para ello igual les ha dado apoyarse en la versión de una despechada; como
transformar la defensa de una Asociación en una ofensa de
precisamente quien los defiende; de considerar que realizar un trabajo honesto
y eficaz es un “peligro” para la estabilidad de una Guardería, de una
Secretaría, de un Servicio de RyN, y de lo que haga falta, por el motivo que
fuere (y que todos se sumasen y, si se
contradijeren, otros motivos hay de reserva que ir esgrimiendo uno tras otros
para hacer desistir a cualquier defensor de una aparente causa justa: Cumplir el espíritu de la Constitución).
Así que son Vds. quienes persuaden de que no haya naves con las cuales poder
tener una retirada honrosa después de poner una pica en Flandes; Vds (como lo son ahora C´s, empujando al gobierno
hacia la izquierda para conseguir una estrategia ganadora en el futuro,
corriendo el riesgo de que luego no haya nada que ganar) son Vds los que
obligan a pelear, porque cuando uno echa la vista a tras ya ve de lo que han
sido capaces una y otra vez (desde la más
pura "cobardía y traición", usando hasta jueces y políticos, que encima no se
consideran corruptos sino que hacen un favor a la sociedad: ¡!!Un loco quiere
aplicar la Constitución, en nuestros asuntos!!!) Y aún así no he perdido un
juicio con Vds. – porque si consideran así el último, que anula todos los
anteriores y que pide que se repita el procedimiento jurídico, señalando los abuso
realizados por la Administración contra la persona en cuestión, ya se darían Vds mismos con un canto en los dientes si la justicia me hubiera sentenciado, como desafiante, y calificado
en términos civiles, como a Vds les señala en sus procederes, estando sujeta la
actuación de la Administración a la Constitución (y no siendo ignorante de ese deber constitucional ninguno de quienes a
esos niveles de decisión tomaran estas decisiones contra la persona señalada).
Obvio que no se pudiera ir más allá por medio de tribunales, de la misma manera
que Vds no pudieron ir honestamente, al Derecho, para revocar una carrera
funcionarial – tuvieron que obligar al político de turno, en la más alta esfera de esa Administración, a
firmar un documento (por el consabido
y llamado antiguamente, artículo 33 – que se concibiera como libertad absoluta
a la Administración en el ámbito de su competencia y de sus funciones en
cualquier asunto; y, así, hacerlo plegar a la visión de cooptación de veteranos funcionarios).
Si queda Nobleza en esta tierra –
más allá de esa película en la que se
confabulan contra la fama de una mujer (y que parece que todos quieren hacerla puta, por algo será) – pero que bien también puede ser la de
un hombre – y no reblan hasta que la evidencia es tan absoluta que muestra la
envergadura de la infamia – ya hace tiempo que en maneras y formas normalizadas (correspondientes a personas que actúan dentro de la normalidad y sentido común) hubieran
resuelto no solo aquella circunstancia, si no la presente, donde esa sub-élite
se apropia de lo que no es suyo (y
persiste en que el problema es de quien se queja y aún no le han hecho callar –
sí, encima los indignados son ellos). Tampoco se puede ir aquí a juicio, y Vds
lo saben, porque cuando expropian (aunque
sea material intelectual) ya, lo hacen por el mayor interés general, el de Vds mismos (porqué cojones se ha
de pagar un justiprecio….. que vaya a juicio, ahí donde los tribunales ya nos
han sido permeables, una y otra vez a nuestros intereses; haber quien es el
abogado "chulo" que lo defiende, sin dejarse "convencer" por el camino de lo contrario, pues siempre es fácil hacerle ver a un leguleyo que absurda causa que pretende defender puede dificultar, enormemente, su carrera profesional y, sin embargo, ser permeable a los poderosos puede salirle a cuenta; porque eso sí, por aquí "sintonizar" con los poderosos se "paga" re-que-te-bien y bien: Puesto alto en una lista a
cargo cojonudo por elecciones legales en sufragio popular o a otros acceso a
oposiciones y carrera funcionarial… de todo parece que hay y que parece que se observa como "mosca detrás de la oreja").
(Mientras no se resuelva y encamine satisfactoriamente y se rectifique
el daño que están haciendo Vds a inocentes – por activa o pasiva – esto habrá sobre la mesa. Un gesto devolviendo a
aquellos que con ello le han atados sus manos (ante la injusticia) sería
suficiente gesto de nobleza para mí, Sr. y probablemente Vd saliera de eso que yo
considero oscuridad que a Vd le puede parecer luz (por ser un anhelo
conseguido). Entre de pleno en el terreno del Valor, para eso le elegimos).