El giro en este asunto (el tratado en anterior artículo, entorno a relación madre e hijo) se podría realizar ágilmente si atendemos a una circunstancia que tiende a pasar desapercibida cuando se trata de relaciones Madre - Hijo (porque, sencillamente, es difícil entender que pudiera existir cualquier tipo de causa en la Madre que pudiera llevar a no considerar prioritaria la salud y bienestar del hijo, tal y como nuestra cultura así lo concibe, desde el ámbito religiosos hasta el seglar y civil); sin embargo bastaría señalar que la condición de Funcionaria de la Madre y la capacidad de esta (trabajando con adultos) le hubiera permitido realizar "favores" y "aligerar" trámites para que personas estancadas en puestos de trabajo pudieran aspirar a mejores condiciones laborales con el título de Graduado Escolar y el bienestar (y agradecimiento) que ello proporcionaría a las familias de ese barrio (parece que ello pudiera haberlo realizado con algún familiar cercano, y sin embargo hasta se consideraría, de ser así, un "favor" entendible y al alcance de cualquier sensibilidad que toda persona pudiera tener por el mero hecho de ser persona y con ello corazón). Sin embargo, si los favores hubieran transcendido para que personal funcionarial, también estancado en sus profesiones por falta de Graduado Escolar, hubieran podido promocionar, entonces entramos en otro terreno diferente (en el que incluso entidades sindicales - UGT, CCOO.. hubieran visto "oportunidades" hasta entonces inexploradas) generándose un tejido de intereses al margen de la ley y de la igualdad de oportunidades para todos. También pudiera acudir en la "defensa" de esta presunta actividad, con la finalidad de que no trascendiera, algún político (o varios) que desde que entraran en la esfera política hubieran mejorado su capacidad intelectual hasta el punto de sacarse carreras que hasta entonces no pudieran (ante la admiración del entorno social); y en una especie de confabulación adversa, otros que llegan a la cumbre de la responsabilidad política, se hallaran impedidos (desde sus convicciones morales) a poner punto y final a un drama familiar porque, en su caso, también pudiera haber sido visible que eran distinguidos, tal vez no tan merecidamente y más de cara a un futuro ser permeables a las sugerencias de quienes desde la autoridad académica les distinguen. Desde ese ámbito, si además se incluye la relación que la funcionaria tenía con Fiscalía, Servicios Sociales del Barrio y Policía en el seguimiento de jóvenes y familias problemáticas del barrio, tenemos un coctel espectacular, donde la discreción es esencial y se entiende que se impusiera por medio de la coacción y el miedo a los hijos, particularmente a uno de ellos que retoma la relación con el padre. De ser así, tendríamos implicados desde a los Servicios Sociales del Barrio, parando por la Consejería de Educación y entrando en el terreno, incluso, del ámbito de la jurisdicción Penal (con Jueces y Fiscales), e incluso con prisiones o personas condenadas y habiendo cumplido pena. En ese ámbito de circunstancias y desde la frustración de no haber conseguido con su hijo ese primer objetivo de incapacitarle ahora, después de tener una reciente reunión con un hombre y una mujer (se supone para evitar que todo esto vaya a más) tiñe a su hijo el pelo entre rubio y naranja (tal vez así prospere su "visión" - ya se sabe que los delincuentes de cuello blanco - cuando son funcionarios de este ámbito - se las saben todas).
Es probable que
el artículo anterior pueda causar cierta “admiración” en algún entorno; por
ello me parece conveniente proseguir y ampliarlo con la finalidad de que se
entienda el alcance y la dimensión (y
transversalidad) del concepto que he sacado a la palestra. Transversalidad
que sin duda puede molestar de alguna manera, de ahí que deba proceder a
profundizar en ello, pues el objetivo siempre será preservar las vidas e
integridad de las personas, de todas las personas. Y por ello, cuando surge un
movimiento social de esta naturaleza, donde la visibilidad de una gran parte de
la sociedad pone de manifiesto manera y modos de actuación que se han ejercido
sobre la mitad de la Humanidad en razones de género, bien merece la pena, así
me lo parece, hacer visibles a otros colectivos y cómo son tratados por los
mismos parámetros que el anterior colectivo, pero incluso con menos derechos y
posibilidad de defensa (pues se suele
acabar por mirar hacia el otro lado ante la magnitud y dificultad de poder
enfrentar dicha adversidad, ante el cambio tan profundo que se debiera dar, en
instituciones y familias, para llegar a abordarlo con garantías) aunque
también participe de semejantes acciones limitantes y en razón de parecidos y
similares prejuicios que ahora se combaten para unos sí, pero no para otros; al
menos no en todas las Naciones o Estado, como recientemente vemos que ocurre en
la prensa. E que incluso esas semejanzas en prejuicios con otros sectores ahora
más afortunados, pudieran servir de excusa para no ampliar, con la misma
profundidad que se hace con las discriminaciones sexuales; en este ámbito, no
solo queda olvidado e invisibilizado (a
no ser por puntuales noticias de “excesos” que se llegan a cometer) sino
que queda “olvidado de la mano de Dios” pues parece que no hay “pantalla social”
suficiente para que todos estos excesos sean visibilizados y reconducidos en la
opinión pública (y ello significa que este colectivo no solo observa la parte más adversa de la sociedad, que se
expresa sobre su persona negándole derechos y credibilidad normalizada, sino
que le resta, además, la oportunidad de tener esas “compensaciones” que hacen
que la vida, al menos, sea vivida como una experiencia con aspectos realmente
positivos - aunque nada hay que realmente invite a esta sociedad que hemos
creado, a celebrar su existencia con cohetes artificiales; pues si algo suele
ser a celebrar es que no nos hallan avasallado definitivamente, o arrinconado, en
una lucha constante entre visiones antagónicas diferentes y que parecen
inamovibles en nuestro país: “Dios hizo el mundo en seis días; pero esta España
parece que en uno – cuando hizo el Jardín de las Hespérides - y se nota, pero que mucho”).
Se puede llegar
a suponer que es, precisamente, esa cuestión por la que la “pantalla social” (que como la de un cine muestra parte de la
realidad española) se pueda llegar a considerar que es un espacio limitado
y que dar visibilidad a “otros” podría restar visibilidad a lo que ahora es
esencial visibilizar (o que, simplemente,
podría llevar a cuestionarse, más a fondo, la naturaleza de la sociedad en la
que vivimos y esos principios de “fondo” que aceptamos que existen pero que
difícilmente la sociedad analiza en profundidad para someterlos crítica).
Podríamos
convenir que los partidos políticos no ignoran nada de la problemática social
que nos rodea como sociedad (y que ellos
si visualizan con mayor claridad lo que la sociedad, en su ensoñación de
libertad, procura evitar exteriorizarla y que se vea con claridad, para mejor vivir en conciencia, sobre todo
en conciencia). Y sin embargo, asisten como “espectadores” a lo que va
sucediéndole a algunos colectivos; incluso aunque realicen seguimientos optan
por la prudencia como mejor actitud (al
estar implicados sectores tan potentes como los profesionales médicos o las
familias); y en esa “observación” y “seguimiento” – cuando se da, que no siempre se da – no suele llevar a “mover un
dedo” hasta que la situación se resuelve, ya sea favorable o desfavorablemente
para los “inocentes” (que suelen estar
por en medio de divergencias – ya sean por prejuicios sostenidos por profesionales o antagonismos familiares - que vienen
de lejos y sufriendo las consecuencias extremas sin saber porqué) y, entonces,
realizar una evaluación de circunstancias, en las que todos los protagonistas
buscan reafirmar su “papel” como legítimo o apelan al desconocimiento o la
adversidad como causa de la tragedia – y siempre
habrá gabinetes de abogados dispuestos, a veces, a defender lo indefendible
sólo por dinero, sabiendo que la justica suele funcionar bajo principios de “sota,
caballo y rey”, por lo que la verdad judicial dependerá de quien mejores medios
económicos tenga para poner en juego en un conflicto de esa naturaleza o
quienes mejores sustentos político/sociales salgan en su amparo o de la moda de
“valores” imperante en ese momento. Y si se acaban viendo graves errores se
achacan a impedimentos o situaciones consustanciales, en las que todos pueden
salir exculpados – como en casos
recientes que expresa la prensa, de manera ocasional, donde errores médicos de
envergadura se achacan a muertes súbitas; y cuando no es así, cuando se ve
intencionalidad, se “mide” y “valora” lo conveniente y, sobre todo, si alcanza
el grado de escándalo social, entonces rápidamente se realiza un proyecto de
ley o una ley para “contener” la evidencia de que no todo es tan perfecto como
se pretende hacer ver (aunque luego, en
los procedimientos judiciales, se sigan “jugando” con las mismas reglas de
siempre: Quien tenga la mejor “película montada” tiene las de ganar: lo
aparente puede llegar a ser la verdad judicial, y consecuentemente la real: Eso
ya lo saben la mayoría de los letrados y gabinetes).
Así que, hasta
que llegue un escenario de honestidad social no queda otro remedio que pelear
el día a día, con la idea de que llegue ese momento, o al menos, conseguir que
esté lo más próximo posible.
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