Ser conscientes que este tipo de padecimientos están vinculados con el "maltrato extremo y la violencia" (no surgen en las personas por arte de magia, ni son hereditarios) y que la "estigmatización" de las personas que sufren estos padecimientos dificultan la recuperación y normalización de sus vidas debería ser un objetivo social. Es propio de una sociedad profundamente "insensible" y poco empática, atribuir los devastadores efectos de estas violencias a las propias personas que los padecen - sobre todo cuando el padecimiento que las hace posible se gesta desde la infancia y se prolonga en la adolescencia en entornos familiares y con el consentimiento o el mutismo social. Es lo que se considera "contexto normal" en el estudio de la OMS; como un eufemismo que encubre los malos tratos y la violencia extrema como un procedimiento de "educación" y socialización, admitida e inherente a una parte de la sociedad y consentida o ignorada por el resto (este proceder en la educación infantil juvenil sí que es el "factor hereditario" - emular la educación violenta recibida sobre los hijos) .
Vivir entre linchamientos, ejecuciones, bombas, balas, racionamiento de alimentos y agua y secuestros multiplica por cinco las posibilidades de sufrir una enfermedad mental. Una nueva estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que estar o haber estado en una zona de conflicto provoca sufrir depresión, ansiedad, bipolaridad, estrés postraumático e incluso esquizofrenia. En un contexto "normal" sufren estas condiciones "extremas de violencia" 1 de cada 14 personas, en una guerra, 1 de cada 3. El resultado de padecer "violencia extrema" parecer obvio, pero resulta necesario "recalcarlo" para poner sobre la mesa la necesidad de incluir siempre la atención psicológica en la ayuda humanitaria.
Vivir entre linchamientos, ejecuciones, bombas, balas, racionamiento de alimentos y agua y secuestros multiplica por cinco las posibilidades de sufrir una enfermedad mental. Una nueva estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que estar o haber estado en una zona de conflicto provoca sufrir depresión, ansiedad, bipolaridad, estrés postraumático e incluso esquizofrenia. En un contexto "normal" sufren estas condiciones "extremas de violencia" 1 de cada 14 personas, en una guerra, 1 de cada 3. El resultado de padecer "violencia extrema" parecer obvio, pero resulta necesario "recalcarlo" para poner sobre la mesa la necesidad de incluir siempre la atención psicológica en la ayuda humanitaria.
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